Capítulo 42 ☾
Bryony
Me puse de pie y me quedé frente a mi cama.
—Ahora sí, Belial, te vas a enfrentar a la furia de esta bruja.
Bajé mis manos en mis costados extendiendo mis manos.
—¡Belial, necesito tu maldita presencia aquí! —grité —. Hijo de Dios, necesito hablar contigo, ¡de inmediato! —di un golpe con mi pie en el suelo —. ¡Belial!
Esperé unos minutos en los que no pasaba nada raro. Miré mi entorno y no había nada diferente en mi habitación.
—Genial, cuando necesito que estés aquí no estás —me crucé de brazos —. Eres un demonio muy orgulloso, Belial —me dejé caer en la cama.
—¿Qué quieres niña? —pegué un respingo y me puse de pie de inmediato al escuchar su voz provenir de algún punto en mi habitación. Al mirar mi entorno me di cuenta que estaba sentado en el alféizar de la ventana con una manzana entre sus dedos.
—Estás jugando muy sucio, Belial —comenté cruzándome de brazos.
—Es la única manera en la que sé jugar —me fije en que tenía una navaja en la mano con la que cortaba la manzana. Se llevó el pedazo de fruta a la boca y masticó.
—Nos pusiste una trampa allá abajo, casi nos matan —me quejé pero a él pareció importarle muy poco.
—Están vivos, casi todos —aquello fue un golpe bajo de su parte —. ¿Qué? —preguntó entornando los ojos.
—¿Por qué me haces esto? ¿Qué quieres de mí? —sentí que mi voz se cortaba pero me obligué a mantener la frente en alto y no dejarle ver que esta situación me estaba matando.
—Sabes perfectamente lo que quiero, no tendrías que estar preguntando ya —se escuchó algo aburrido al decir esto.
—Y yo ya te dije que no pienso hacer nada de lo que me pides, no quiero ni pretendo adueñarme del cielo, mucho menos del infierno —zanjé —. Quiero a Caden de regreso.
—Y yo quiero esa vasija en mis manos ¿Me vas a dar esa vasija, hija? —levantó una ceja.
—No te voy a dar nada —mascullé.
—Entonces yo no te voy a dar a Caden —se escuchó serio.
—¡Eres un maldito demonio corrupto, sucio monstruo traído del averno! —empecé a sentir cómo el fuego infernal recorría cada una de mis venas —. ¡Desearía nunca haberte conocido!
—Bryony...—dejó a un lado la manzana junto con la navaja —. Te puedes hacer daño —señaló mis manos. Al bajar la mirada hacia mis manos me pude dar cuenta de la intensidad del fuego que salía de estas.
—¿Le tienes miedo a una niña? ¿Es enserio, Belial? —levanté una ceja.
—No te tengo miedo —masculló —. Pero sí te puedes lastimar.
No sé cómo lo hizo pero con tan solo un chasquido de dedos hizo que el fuego en mis manos desapareciera. La furia seguía ahí, creciendo dentro de mí, se alimentaba con cada una de las acciones que Belial hacia en mi contra.
—Deberías tenerme miedo, hija, no sabes de lo que soy capaz —comentó serio.
—Creo que sí sé de lo que eres capaz, Belial. Atacas a tu propia hija mandando demonios para destruirla —espeté y a él pareció importarle nada de lo que dije.
—No te quiero destruir —se burló —. Solo quería molestar un poco —se encogió de hombros.
—¿Me querías molestar? ¿Es enserio? —inquirí dubitativa —. Esas cosas casi nos matan y se han llevado a Caden.
—Él está bien —hizo un movimiento con la mano para restarle importancia a sus palabras.
—¿Y cómo sabes eso? ¿Acaso ya lo viste? —cogió de nuevo la manzana y la navaja para cortar un pedazo de fruta.
—No, no lo he visto pero sé que está bien. Mis criaturas tienen la orden de no matar a nadie —entorné los ojos.
—¿Entonces dónde está? ¿Por qué no ha salido de los túneles?
—No sé, ya saldrá.
—¿Ya saldrá? —sentí una opresión en el pecho —. Eres la persona más cruel que he conocido —levantó un dedo interrumpiendo.
—No soy una persona, Bryony, soy un demonio.
—¡Cómo sea! —grité molesta —. Eres despreciable, un monstruo al que no le importan los demás, eres un sucio corrupto, malnacido. No te mereces nada bueno —lo señalé —. ¡Lárgate! —señalé la puerta —. ¡Quiero que te largues de mi casa en este momento y regreses al infierno de donde no debiste salir nunca!
—Nos veremos pronto, hija —y así desapareció en un chasquido frente a mis ojos.
Me dejé caer en la cama con mis manos cubriendo mi rostro. No pude evitar llorar al pensar lo que Belial podía hacerle a Caden, era capaz de cualquier cosa con tal de salirse con la suya.
—¿Dónde estás Caden?
Me dolía esta situación, me sentía en una pesadilla y quería despertar ya. Quería que todo esto terminara de una vez por todas.
—¡Bryony! —escuché a mi madre y de inmediato me limpie debajo de los ojos. Salí de mi habitación y me quedé al lado de las escaleras cuando se asomó.
—¿Qué pasó mamá? —me miró hacia arriba.
—Se me olvidó llevar dinero —se encogió de hombros y Thea se asomó por la puerta —. Si quieres quédate, Thea —sugirió mi madre —. Yo puedo ir sola.
—¿Está segura? —mi madre asintió con la cabeza.
—No tardo —mamá cogió sus llaves y pasó al lado de Thea quien no tardó en subir las escaleras y quedar a mi lado.
—¿Qué pasó? ¿Lo pudiste contactar? —afirmé con la cabeza.
—Sí, él estuvo aquí pero me dijo que no tiene a Caden —musité.
—¿Y tú le crees? —inquirió.
—No, no le creo nada —me dejé caer en el suelo, rendida. No tenía mucha fe en este momento, me sentía derrotada.
—Todo va a estar bien, Bryony —Thea puso su mano en mi brazo y apoyó su cabeza en mi hombro. De no ser por Thea no sé que hubiera sido de mí en ese momento, era la mejor amiga que la vida me pudo dar, siempre tenía palabras dulces para mí e intentaba hacerme sentir bien aunque el mundo se estuviera cayendo a pedazos para mí.
Después de comer Thea se fue a su casa, sus padres solicitaban verla y ella tenía que decirles un poco de lo que estaba pasando para que cuando llegara el momento no les sorprenda enterarse de todo lo que estaba sucediendo. Era mejor mantenerlos enterados a ambos.
****
Esa tarde me encontraba sentada en el alféizar de la ventana, miraba el atardecer y cómo el sol empezaba a desaparecer poco a poco. Habían pasado dos días desde que Caden desapareció y no sabíamos nada de él. Hicimos de todo para localizarlo pero no había rastro de su presencia, fue cómo si la tierra se lo hubiera tragado y temía tanto que mi padre lo tuviera en sus manos.
Intenté contactar a Caden usando un hechizo de localización pero este no nos dijo nada. Thea y yo estuvimos en la entrada de los túneles buscándolo pero no lo pudimos encontrar. Cada minuto que pasaba era una agonía que me estaba matando por dentro.
Estaba tan ensimismada en mis pensamientos que no escuché cuando Eamon apareció frente a mí, fue tan solo cuando picotea el vidrio que me giré a verlo. Levanté la ventana.
—¿Puedo pasar? —preguntó a lo que le dije que sí.
Entró a la habitación para después tomar su forma humana frente a mis ojos.
—¿Cómo estás? —se sentó en los pies de la cama.
—Mal —suspiré —. ¿Tú pudiste ver algo? —negó.
—No hay nada cerca de donde los encontré esa noche, pero mira esto —del bolsillo de su pantalón lo vi sacar algo, al acercarse me di cuenta que en la mano tenía el collar que Thea había hecho para nosotros y ese era el de Caden.
Cogí el collar entre mis dedos y miré a Eamon.
—Es el collar de Caden, ¿Dónde estaba?
—En uno de los túneles, pero muy lejos de donde lo perdimos. Recorrí el lugar varias veces pero no hay nada —en su mirada pude ver la decepción, el dolor y la rabia.
—Gracias, Eamon, por hacer esto sin que yo te lo pida —entre mis dedos sostuve el collar con sumo cuidado.
—Lo hago por ti, Bryony —levanté la mirada hacia él pero Eamon rehuyó de ella.
—¿Has visto a mi padre? ¿Te ha dicho algo de sus planes? Sabes que lo que sea nos puede servir de mucha ayuda —quise cambiar de tema.
—Lo vi hoy por la mañana pero no ha dicho nada, desde hace días que no comenta nada cuando estoy cerca, se la pasa al lado de Al y Aluca. Temo que se dé cuenta que lo he traicionado —su voz tembló cuando dijo esto último.
—¿Crees que se haya dado cuenta?
—Tu padre lo sabe todo, Bryony, quizá lo sepa y solo está esperando el momento idóneo para matarme —pase saliva con dificultad al escucharlo decir esto.
—¿Crees que mi padre haga eso?
—Más de una vez me ha dicho que no soy nada —no dudó en decirlo —. No soy nada, no soy nadie para él. Tu padre piensa que no soy suficiente, solo un demonio de clase baja que solo sirve para cuidarte y nada más. Él me creó, Bryony —con sus dedos recogió la manga de su camisa dejando ver la marca de la cruz satánica. Una clara muestra de la sujeción que mantenía sobre él —. Cuando él lo quiera me puede hacer polvo y seré nada.
—¿Eso piensa mi padre de ti? ¿Eso dice él de ti? —afirmó con la cabeza —. Se nota que no te vio pelear esa noche contra esas cosas.
Eamon sonrió de una manera tan tierna que me hizo sonreír a mí.
—Y es mejor que no sepa nada —se bajó la manga cubriendo de nuevo la marca en su muñeca —. Si se entera que estoy de tu lado hará lo que sea para regresarme al infierno y mandarme al abismo por desobediencia y rebeldía.
—Él no puede hacerlo, ¿O sí? Tú me sirves a mí nada más.
—Pero llevo su marca y eso es más que suficiente para hacer de mí lo que él quiera —su voz era un hilo que estaba a punto de romperse. Eamon no era el demonio que yo llegué a pensar y me odiaba porque le perteneciera a mi padre en toda la extensión de la palabra.
Era suyo y si quería lo podía destruir con un chasquido de dedos. Empezaba a odiarlo tanto, pero tanto que deseaba acabar con él de una vez por todas y terminar ya con su maldita existencia.
—Es mejor que me vaya, Bryony —se puso de pie —. No quiero que tu padre sospeche nada y tenga motivos para acabar conmigo —una de sus comisuras se estiró en una genuina sonrisa y sin que pudiera decirle nada se convirtió de nuevo en un cuervo y salió volando por mi ventana.
Cerré la ventana y corrí las cortinas para después meter algunas cosas en mi mochila. Venía un par de horas a mi casa para asegurarme que mi madre estaba bien pero la mayor parte del tiempo me la pasaba en la mansión. Quería estar ahí cuando Caden regresara y ser la primera en verlo.
Al bajar las escaleras mi madre salía de la cocina con una taza de té en la mano.
—¿Ya te vas? —me puse la mochila en la espalda y las correas en los hombros.
—Sí, solo vine a ver que estás bien —sonrió.
—Ve con cuidado entonces y lo que sea que pase me avisas —se acercó para dejar un beso en mi mejilla —. Que Hécate cuide cada uno de tus pasos.
—Nos vemos mañana —me acerqué a la puerta y abrí esta para después salir y cerrar de nuevo.
Empecé a caminar en dirección a la mansión, a esa hora de la tarde había pocas personas en la calle y más que nada porque empezaban a caer algunas gotas anunciando una tormenta. Apresure el paso para llegar cuanto antes a la mansión y no mojarme. Al llegar saqué el juego de llaves que Bastian muy amablemente me entregó y así no estar tocando a la puerta cada vez que quería entrar.
Cuando me detuve frente a la puerta principal la sutil llovizna que empezó con algunas gotas se había convertido en una torrencial lluvia que mojaba todo a su paso. Abrí con cuidado la puerta y entré, cerré de nuevo y empecé a caminar hacia las escaleras pero me detuve cuando de reojo vi a Camille y Bór en la sala. Tenían la chimenea encendida y los dos estaban bebiendo coñac, el olor peculiar a este me golpeó las fosas nasales.
—¿Crees que te puedas meter entre sus piernas? —le preguntó Camille y me escondí detrás de la pared —. Ella no es tan tonta...Además ama con locura a Caden. No lleva ni una semana desaparecido y tú te quieres aprovechar de la situación. Eres un sínico, Bór —espetó ella.
—Bryony es un demonio, o una parte de ella lo es —comentó él.
—¿Y eso qué quiere decir? —inquirió Camille.
—Es apasionada y no creo que dure mucho tiempo sin querer estar con alguien.
—Eres despreciable, ¿Lo sabes? Ella no es como las mujeres con las que te has metido, ama a Caden y por más rabia que te dé lo que ellos tienen no lo va a traicionar con nadie, mucho menos contigo.
—Eso veremos —respondió Bór, sereno.
—No te atrevas a ponerle un dedo encima o seré yo la que te corte las manos y las eche en ácido —las palabras de Camille me hicieron sonreír.
—¿Ahora la defiendes? Creí que la detestabas.
—Y fue una estupidez de mi parte odiarla sin antes conocerla. Me equivoqué, ella me agrada.
Una sonrisa se dibujó en mis labios y al levantar la cabeza hacia las escaleras me encontré con Morgan, tenía una mano apoyada del barandal de las escaleras y no me quitaba la mirada de encima mientras bajaba. Con la mirada le pedí que no me delatara, no quería que los demás supieran que en mis ratos libres me quedaba escondida escuchando conversaciones que no tenía porqué escuchar.
—¡Bryony! —expresó —. Qué bueno que has llegado —salí de mi escondite y al mirar a la sala Bór y Camille nos estaban mirando —. Menos mal que no te has mojado tanto —Morgan puso una mano en mi brazo.
—Acabo de llegar pero sí me he mojado un poco.
—No deberías estar escuchando conversaciones, brujita, te puedes enterar de cosas...desagradables —la escuchaba en mi cabeza.
—Lo sé, y gracias —solo sonrío ante lo que le dije.
—Pensé que no ibas a venir —Camille llegó a nosotras con un vaso en la mano.
—Casi no llego, pero ya estoy aquí —miré de reojo a Bór que no dejaba pasar nada de la conversación.
¿Era cierto lo que le escuché decir? ¿Acaso él...?
—Te acompaño a que te cambies de ropa —Morgan empezó a subir las escaleras y yo lo hice detrás de ella. Camille regreso con Bór a la sala.
—¿Haces esto porque Caden la tiene y tú no? —le preguntó a Bór.
—No sé qué quieres decir —se hizo el inocente.
—Caden la tiene a ella y tú no, ¿Es por eso que haces estas cosas? Estás solo, admítelo y Caden no...
—Es mejor que no escuches demás —miré a Morgan que esperaba a medio pasillo.
—¿Escuchaste lo que dijo? —le pregunté yendo hacia ella.
—Escuché todo, Bryony y creo que ahora que Caden no está deberías mantenerte lo más lejos de Bór. Él no es de fiar y es capaz de traicionar a Caden si se lo propone —llegué a su lado y juntas fuimos a la habitación —. Es desleal, juega sucio y casi siempre gana.
—¿Casi siempre? —esperó que yo abriera la puerta y la dejé pasar primero —. Creí que él siempre ganaba —Morgan negó con la cabeza —. Es Bór.
—Y aunque fuera el mismo Dios, Bór tiene muchas debilidades —me quité la mochila de los hombros y la puse a un lado.
—No entiendo —Morgan se sentó en la cama —. Me estas diciendo que Bór es invencible, que tiene un talón de Aquiles, ¿Es eso? —asintió con la cabeza.
—Así es, Bór tiene debilidades y que no las diga no quiere decir que no las tenga. Es un vampiro de cien años pero también es un hombre y cómo tal la mujer siempre será su debilidad.
—Espera —me senté a su lado —. ¿Estás diciendo que la debilidad de Bór es una mujer? —levanté una ceja.
—Y no cualquier mujer —indicó con un dedo arriba.
—¿Ah no? —ella negó —. ¿Entonces? —esta conversación estaba tomando un giro interesante.
—Sabes que existen los cazadores de brujas, demonios y todo ser sobrenatural que no sea "una creación de Dios" —hizo unas comillas con los dedos al decir esto último —. Antes eran más abundantes estos cazadores, ahora ya no tanto. Entonces nuestro adorado Bór se enamoró de una cazadora.
—¿Qué? —mi pregunta salió en un jadeo.
—Bór se enamoró profundamente de una cazadora y tuvo que matarla.
—¿Él tuvo que-tuvo que matarla? —me llevé una mano al pecho.
Esto era mucha información para mí.
Afuera un relámpago acompañado de un trueno me hizo saltar en mi lugar. El cielo se iluminó unos segundos, la lluvia se había intensificado y caía impetuosa sobre Bibury.
—¿La mató? ¿Por qué lo hizo si la amaba?
—Porque Bór ama más el poder, ama más matar a sangre fría, ama más ser un vampiro, Bryony y contra eso ni siquiera el amor puede luchar.
—No lo puedo creer —musité. Mis dedos fueron al collar que me regaló Caden —. Por eso él es de esta manera tan fría, burlesca y un tanto sádica, ¿verdad?
—Más o menos sí, él siempre ha sido así, desde que nació y perder al amor de su vida solo acrecentó mucho más el sadismo que yace dentro de él. Por eso te digo que no te acerques a él.
—Él es quien se acerca a mí —murmuré.
—Por eso te he enseñado a mantener tu mente bloqueada de cualquier ser sobrenatural y también a que no sientan tu presencia, no sabes cuando tendrás que hacer uso de tus habilidades. Y no solo lo digo por Bór, también por Al y Aluca, que nadie sepa lo que pasa por tu cabeza —le sonreí.
—Y te agradezco que me ayudes, has logrado que en estos días me olvide un poco de lo que está pasando —Morgan estiró su mano hacia mí y la cogió con cuidado.
—Siempre será un placer ayudarte. Cualquier duda que tengas me puedes preguntar.
—Gracias. Pero tú cómo sabes lo de Bór, se nota que él no es muy platicador con casi nadie.
—Me lo dijo Camille —soltó mi mano —. Ella sabe esto porque Oddur se lo dijo.
—¿Entonces ni Bastian ni Caden saben de esto? —inquirí.
—No sé si Bastian no lo sepa, quizá Oddur ya se lo dijo, pero Caden no sabe nada y no creo que aún sabiéndolo cambie su manera de ser con él.
—Me imagino —pensé un momento en la actitud de Caden hacia Bór y era obvio que no sabía nada y tampoco importaba si se lo decía, en nada iba a cambiar si lo sabía o no.
—Ahora cámbiate de ropa y baja para que bebas un rato con nosotros, te hará bien —se puso de bien.
—¿En qué me hará bien? —inquirí enarcando una ceja.
—En que dejes de pensar tanto, no te hace bien.
—Si tú lo dices —me puse de pie y me quité la chamarra rompe vientos que llevaba puesta —. Pero no te creo nada.
—Solo un vaso de coñac y puedes regresar a esta habitación para atormentarte —me hizo un guiño y camino hacia la puerta sin darse la vuelta.
—Yo no me atormento —espeté.
—Si tú lo dices, pequeña bruja gruñona.
—¡Qué no soy una bruja gruñona! —le grité pero aquello parecía divertirla en demasía.
—Mejor apúrate —antes de que su nariz tocara la puerta se giró rápidamente y salió de la habitación.
Me empecé a quitar la ropa mojada y la dejé en el cesto de la ropa sucia en el baño. Al salir y asomarme por la ventana no se veía nada más que las copas de los frondosos árboles que se iluminaban nada más cuando uno que otro relámpago cruzaba el cielo.
—¿Dónde estás, Caden? —suspiré y en ese momento cuando el cielo se iluminó juro que a lo lejos entre los grandes árboles alcancé a ver una figura de pie, mirándome. Di un paso atrás llevando mi mano al pecho, apreté los ojos —. No, no es posible —al abrirlos me acerqué a la ventana y miré de hito en hito el lugar, de nuevo un relámpago iluminó el bosque frente a mí pero esta vez no había nadie —. Solo te estás imaginando cosas, Bryony.
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