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Capítulo 35 ☾ (+18)

Recuerden dejar un comentario, amo cuando comentan mucho y siempre intento responder todo. Además así me motivo para subir más seguido ;)  Lean la nota al final del capítulo, voy a dejar una pregunta muy importante.

Caden

Camille había salido a no sé donde y no quise preguntar tampoco ya que en la mañana cuando le pregunté porqué estaba tan rara me arrojó un zapato en la cabeza y decidí no preguntar nada más al respecto. Lo mejor era mantenerse lejos de ella, muy lejos. Así que ella salió y yo me quedé en mi habitación leyendo un poco para intentar despejar mi cabeza de lo que había pasado recientemente.

Bryony y yo no estábamos bien, jamás pensé que este distanciamiento se pudiera dar entre nosotros. Todo iba tan bien pero de un momento al otro todo se vino abajo y no sabíamos cómo arreglar esto. Era más que nada un poco de orgullo por parte de ambos que otra cosa. Ella estaba decepcionada de mí por no decirle todo lo que había hecho y en gran parte la entendía porque de ser el caso contrario me hubiera sentido igual. No la culpaba, la entendía mejor que nadie.

Escuché pasos venir hacia mi habitación y bajé el libro en el momento que un pequeño demonio rubio dio tres toques en mi puerta.

—Adelante —le dije y empujó la puerta para poder entrar.

—Caden —cerró la puerta detrás de sí y se acercó a mi cama.

—¿Qué pasa Morgan? —cerré el libro y me centré en ella. Parecía que me quería decir algo pero no sabía como hacerlo —. Lo que sea que tengas que decir, solo dilo.

—Camille ha preparado algo para ti y para Bryony —ahora entendía todo.

—Por eso ha estado rara, ¿No? —asintió con la cabeza —. ¿Qué está tramando? No me digas que alguna de sus locuras —la conocía tan bien que temía lo peor de ella.

—Una cena romántica para que tú y ella se reconcilien, dice que no le gusta cómo actúas, estás triste, decaído, gris.

—¿Gris? —levanté una ceja y me incorporé para sentarme en la cama.

—Así dijo ella —se encogió de hombros —. En este momento está con Bryony y la va a llevar a un lugar especial.

—Camille está haciendo todo esto, ¿En serio? —inquirí curioso.

—Ella te aprecia mucho, Caden, sabe que Bryony es tu compañera y que la amas. Solo quiere lo mejor para ti.

—¿Y qué debo hacer? —me puse de pie.

—En tu closet ha dejado la ropa que vas a usar y los zapatos, dijo que te duches...

—Ya lo hice —le aclaré y ella levantó ambas cejas.

—Entonces solo ponte la ropa, los zapatos y yo te voy a llevar a este lugar.

Me quedé pensando un momento y ella pareció notar mi incomodidad.

—¿No quieres ir?

—Claro que quiero ir —le dije —. Pero no sé si ella vaya.

—Camille es la encargada de hacer que vaya, ¿Aún dudas que vaya? —levantó una ceja.

—Estoy seguro que va a ir —afirmé y caminé hacia el closet. Adentro había una camisa de vestir de color blanco colgada junto con un pantalón de vestir de color negro y en el suelo unos zapatos.

—Cuando estés listo bajas —se dio la vuelta para abrir la puerta y salir de mi habitación.

No demoré tanto en cambiarme y arreglarme un poco el cabello que ahora era más corto, Camille se encargó de eso. Era buena en muchas cosas pero le terminaba aburriendo hacer las mismas cosas siempre.

Al bajar a la sala Morgan ya tenía puesto un abrigo y en sus manos sostenía las llaves de mi auto que me arrojó y cogí en el aire.

—¿A dónde vamos? —le pregunté abriendo la puerta para que saliera primero.

—No te puedo decir, es un poco secreto —salí y cerré la puerta a mi espalda. Ella avanzó a mi auto y la seguí hasta que estuvo dentro y yo con ella.

—De todos modos lo voy a saber.

—Solo hasta que estemos ahí.

No dije nada más y encendí el auto para salir de la mansión. Al estar en la vía principal empecé a repiquetear los dedos en el volante.

—Sé que me quieres hacer muchas preguntas, no dudes en hacerlo.

—No es una pregunta es más que nada una sugerencia.

—Pues dila.

—Yo sé que tú y Camille están intentando algo y me alegra saber que por fin se ha dado una oportunidad con alguien. Hace tanto que no la veía así de feliz, creo que tú le haces bien —la miré de reojo y solo se encogió de hombros —. Solo te quiero pedir una cosa, si tú no sientes lo mismo que ella o no quieres estar a su lado, solo díselo, por favor. No quiero que se ilusione con un imposible. Sé que tiene su carácter pero debajo de todo ese sarcasmo hay una buena chica.

—Lo sé, Caden, sé que Camille es una buena persona porque me lo ha demostrado. Ella te quiere y ha hecho mucho por ti, eso habla de lo buena que es con los que quiere —puso una mano en mi brazo —. Ella me gusta así que no le haré daño, no te preocupes, es más probable que ella me lastime a mí que yo a ella.

Los dos reímos porque tenía razón. Ya la estaba conociendo.

—Y también tengo una pregunta, espero me la respondas con sinceridad.

—Pregunta lo que quieras.

—Bryony te llegó a gustar, ¿Cierto? ¿O solo era yo viendo mal las cosas —me indicó por donde ir y giré hacia la derecha.

—No te voy a mentir, Caden, la verdad es que ella es muy linda, es encantadora, es inteligente y tiene un aura muy atrayente, pero ella te ama a ti y no le gustan las mujeres. Pero está bien para mí —sonrió.

—Gracias por ser sincera, Morgan.

—Ustedes se han portado muy bien conmigo, Caden, es lo menos que puedo hacer, además me agradas —la miré y se encogió de hombros.

Morgan era un demonio agradable y me caía bien.

Conduje por unos minutos más hasta que me pidió detenerme frente a una pequeña casa, la fachada era de piedra con algunas enredaderas que salían del suelo. En medio había una puerta de madera y a los costados dos ventanas. Miré el lugar a través de la ventanilla y la casa se veía acogedora.

—¿Esta casa de quien es? —le pregunté abriendo la puerta y saliendo del auto.

—Creo que tienes que hablar con Camille.

—Yo creo que sí —ella salió del otro lado y avanzó hasta la puerta. De su abrigo sacó unas llaves y metió una de estas en la cerradura, empujó la puerta y antes de entrar encendió la luz. Entró primero y cuando estuvo dentro di un paso para entrar yo. Las paredes eran todas de color blanco, a mi lado izquierdo no había nada, ni a mi lado derecho.

—Caden —me llamó Morgan que estaba subiendo las escaleras. La seguí escaleras arriba y me detuve bajo el umbral de una puerta que llevaba a una terraza donde había una pequeña mesa en medio.

—Esto es...—no tenía palabras para expresar lo que estaba sintiendo en ese momento.

—Camille se esforzó mucho en esto.

—Camille es maravillosa —ella me dio la razón asintiendo con la cabeza.

—Intenta arreglar las cosas con Bry, ella te quiere mucho, eso se nota desde lejos. Pero debes entender que sus poderes le dan miedo, te hizo daño y no se lo puede perdonar.

—Lo entiendo —Morgan sonrió y sacó el móvil de su abrigo.

—Yo me tengo que ir pero ellas no tardan en llegar —al decir esto supe que se refería a Camille y Bryony.

—Gracias, Morgan.

—No es nada, Caden —pasó a mi lado.

Me acerqué a la baranda para mirar hacia abajo y escuché el motor de un auto, este se detuvo frente a la casa y de ella descendieron Camille y mi pequeña bruja. Ellas hablaron un poco antes de que ella entrara a la casa. Camille encendió el auto para irse junto a Morgan mientras Bryony subía las escaleras y quedaba bajo el umbral de la puerta. Al girarme me quedé sorprendido de lo hermosa que se veía, traía puesto un hermoso vestido rojo, su cabello tenía algunas ondas que caían en sus hombros, estaba maquillada y traía tacones también. Sonreí al verla, así de hermosa y radiante.

Me acerqué a ella y le ayudé a quitarse el abrigo que traía puesto.

—Hoy te ves más espectacular. Tú siempre te ves hermosa, pero esta noche, joder, esta noche te ves maravillosa —una tierna sonrisa se desplegó en sus carnosos labios.

—Tú te ves muy guapo, vampirito —aquellas últimas palabras me hicieron estremecer de pies a cabeza.

Se puso de puntitas para dejar un casto beso sobre mis labios. Aquello no era mucho pero para nosotros que habíamos estado distanciados todo iba bien, hasta el momento.

—Esto es hermoso —dijo al mirar lo que había a su alrededor. La mesa estaba puesta con una copa de vino a un lado, los platos y la cubertería también. Las plantas que colgaban del techo se mecían de un lado al otro cuando la brisa nocturna empezó a soplar un poco más fuerte —. Camille ha hecho un gran trabajo —musitó mirando sobre mi hombro.

—Camille puede ser una buena persona cuando se lo propone —añadí y ella asintió con la cabeza.

—No lo dudo —levantó la cabeza para verme a los ojos. Los suyos eran hermosos, tenían un brillo especial, sus mejillas habían cobrado un tono rosado y sus labios se veían tan apetecibles. Tenía tantas ganas de devorar sus labios, quería tocar todo su cuerpo, besar cada centímetro de su piel y tenerla entre mis brazos.

—Ven —extendí mi mano para que la cogiera y no dudó en hacerlo. Quedamos frente a la mesa y jale la silla para que se sentara, cuando lo hizo acerqué la silla a la mesa y rodeé esta para sentarme frente a ella. Cogí la botella de vino y serví el líquido en dos copas, una se la entregué a ella.

—Tengo algo que decirte.

—Dime —dejé la botella a un lado.

—¿Recuerdas que una vez me dijiste que Eamon no era de tu agrado? —asentí —. Pues tenías razón en desconfiar de él, Eamon es un súbdito de mi padre, él lo mandó a vigilarme —soltó un suspiro y mi mano se asió a la copa, apretando mis dedos en el cristal con ganas de romperla por completo.

—¿Él qué? —musité, tenía la mandíbula apretada.

—Lo que escuchaste, Eamon no es mi guardián, nunca lo fue —sus ojos se llenaron de lágrimas y mi pecho se contrajo al verla en ese estado. Me podía imaginar lo que estaba sintiendo en este momento, era una decepción más para ella.

—Lo siento tanto, pequeña bruja. Lamento lo que tu padre está haciendo —me puse de pie y me acerqué a ella para arrodillarme a su lado. Se giró un poco para quedar cara a cara, cogí sus manos entre las mías y pase mi dedo pulgar por su delicada piel.

—No debo confiar en nadie que no seas tú, mi madre y mis amigos. Belial tiene súbditos por todas partes, fieles seguidores que harían lo que sea por él y por sus intereses.

—Y yo haré lo que sea por ti, eso nunca lo dudes, mi brujita —sus labios se desplegaron en una bonita y genuina sonrisa que me encendió el corazón.

—Y yo por ti, mi vampirito.

Me puse de pie y con sus manos entre las mías y la llevé a un lado. De repente una canción lenta empezó a sonar por toda la terraza. Bryony me miró extrañada pero se dejó hacer. Puse mis manos en su cintura atrayéndola a mí, sus senos rozaron con la tela de mi camisa, sus manos subieron a mi cuello rodeándolo con sus brazos.

—¿Algún día podremos cenar cómo es debido? —preguntó, a lo que pensé un rato.

—Podemos cenar otra cosa que no sea comida.

—Tú no tienes remedio, Caden —apoyó su cabeza en mi pecho mientras nos balanceamos de un lado al otro al ritmo de la lenta canción que salía de la habitación de al lado —. Pero así me encantas.

—Me gusta estar contigo, pasar largos ratos a tu lado sin decirnos absolutamente nada. Me gusta verte sonreír, me gusta verte dormir y roncar también.

—¡Caden! —chilló y quiso apartarme de su lado pero no lo logró porque mis dedos se hundieron en la tela de hermoso vestido —. Yo no ronco.

—Eso crees tú pequeña bruja roncadora —se acurrucó en mis brazos y seguimos bailando lentamente en nuestro lugar —. Cómo dije, me encanta estar contigo, pasar todo el día a tu lado, me gusta mirarte y contemplar lo hermosa que eres —la noche se iluminó cuando un relámpago cruzó el cielo e hizo cimbrar los vidrios de las ventanas —. Sabes que te amo.

—Lo sé —musitó.

—Te amo tanto que me muero cuando no estás a mi lado. No me culpes por ser tan apegado a ti, pero te he esperado cien años y cada uno de ellos ha sido una tortura para mi pobre corazón —se separó y levantó la cabeza para verme a los ojos.

—Y yo te amo a ti, Caden, te amo tanto —dijo tan decidida. Por primera vez me dijo que me amaba, lo dijo sincera, lo dijo mirándome a los ojos y yo le creí, le creí porque era cierto, ella me amaba.

—Ahora solo puedo pensar en quitarte ese vestido y besar cada centímetro de tu cuerpo.

—Yo creo que ya te estás tardando un poco —sonrió sin mostrar los dientes y con esa hermosa mirada llena de lascividad que tanto me encantaba.

Solté su cintura para llevarla a la habitación o donde sea que esta estuviera. Entramos a la casa en el momento que la lluvia se dejó caer con tanta fuerza que se escuchaba el sonido de esta golpeando el techo arriba de nuestras cabezas.

Bryony

Me llevó de la mano a la habitación y dimos vuelta a la izquierda para entrar a una de las piezas de la casa. No nos preocupamos por cerrar la puerta ya que sabíamos que estábamos solos.

La lluvia empezó a caer intempestiva por todo Bibury, el cielo rugía cómo si fuera un león enjaulado que quería salir a cómo diera lugar. Caden se detuvo a media habitación y con la luz que entraba de la terraza pude ver solo una cama en toda la habitación. El colchón estaba al ras del suelo, los cobertores y las sabanas eran de color blanco al igual que las almohadas.

—Hazlo, sé que quieres deshacerte de este vestido —me mordí el labio inferior —. Te va a gustar lo que hay debajo —mi voz se escuchó sensual y demandante.

—Lo que tú me pidas, brujita —musitó y no demoró en rodearme para quedar detrás de mí. Sus dedos tiraron del cierre del vestido, se tomó el tiempo para deslizarlo por mis brazos, la tela cayó en mis pies con un sonido seco. Lo hice a un lado con mi pie y la tela quedó a un lado del colchón.

—Me encantas —lo escuché decir a mi espalda. Su respiración acarició uno de los costados de mi cuello y me hizo estremecer por completo. Apartó mi cabello a un lado y una de sus manos serpenteó desde mi cintura, pasando por mi estómago y mis senos, hasta detenerse en mi cuello, ejerció la fuerza necesaria para que de mi garganta saliera un jadeo. Su otra mano se quedó en mi estómago y me atrajo a él, sentí la dura erección que se apretaba en la tela de sus pantalones. Mi cabeza se apoyó en su hombro en el momento que él se encargó de llevarla hacia atrás. Su nariz fría se deslizó por la piel de mi hombro y mi cuello, se detuvo cerca de mi oreja y de un momento al otro tiró del lóbulo con sus dientes y sus labios.

—No tengas piedad de mí, por favor —le pedí en el momento que me llevó hasta la cama. Me hizo darme la vuelta sobre mis talones para quedar cara a cara.

—¿Quién te dijo que voy a tener piedad de ti, brujita? —levantó una ceja —. Acuéstate —ordenó con ese tono de voz que tanto me gustaba y obedecí sin decir palabras alguna.

Me incorporé con los codos apoyados en el colchón y lo vi quitarse la camisa, los zapatos y el pantalón, solo se quedó en aquellos boxers. Se arrodillo frente a mí y se deshizo de mis tacones que dejó a un lado. Sus manos tomaron mis tobillos y abrió mis piernas un poco.

En ese momento dejé caer la cabeza en el colchón y sentí sus labios en mis tobillos, con lentos y suaves besos subió por mis pantorrillas, deslizó su lengua por mis muslos hasta que llegó a mi intimidad. Sus dedos cogieron la tela de mis bragas y las deslizó por mis piernas hasta sacarlas por completo. Se metió en medio de mis piernas abriéndolas a su paso. Su respiración me golpeó aquella zona que ahora mismo estaba húmeda con tan solo el roce de sus labios con mi piel.

Sus manos se asieron a mis caderas enterrando sus dedos en mi piel sin contemplación alguna. Solté un gemido cuando su boca tomó posesión de aquella parte de mi cuerpo que nadie había tocado, solo él. Mis manos fueron a dar a su cabeza, enredando su lacio cabello entre mis dedos. Eché la cabeza hacia atrás mordiendo mi labio, Caden no tenía piedad de mí, de mi cuerpo ni de mi sentir. Lamió, besó y tomó lo que era suyo desde hacía tanto.

Un cosquilleo se empezó a formar en mi bajo vientre, me mordí el labio y solté el cabello de Caden para coger los cobertores con todas mis fuerzas.

—No te lo voy a poner tan fácil, brujita —al abrir los ojos se había incorporado. Ya se había quitado los boxers y estaba frente a mí, completamente desnudo —. Quiero estar dentro de ti cuando te corras y quiero tanto que digas mi nombre en un gemido.

No pude hacer más que deslizarme hasta las almohadas, me siguió y se metió entre mis piernas.

—Te amo, Caden —sus ojos añil cambiaron de color y ahora eran de un rojo intenso, un rojo sangre que combinaba con el color de su piel. Se quiso retraer y esconder este lado suyo, pero no lo iba a dejar, amaba su naturaleza salvaje, amaba todo de él hasta la manera sádica en la que podía actuar muchas de las veces —. No te contengas, sé tu mismo porque así te amo.

—No sabes lo que dices, brujita.

—Sí sé lo que digo, vampirito —subí mis manos a sus mejillas y lo hice mirarme a los ojos —. Solo sé tú, nada más.

Hizo un asentimiento con la cabeza al mismo tiempo que metía su mano entre nuestros cuerpos. Su miembro se acercó a mis labios, metió la punta lentamente y mis paredes se abrieron a su paso. Tuve la necesidad de morder mi labio y soltar todo el aire que había estado reteniendo, mientras entraba más y más dentro. Mis manos no abandonaron sus mejillas en ningún momento, su mirada estaba fija en la mía. El cielo retumbaba, la lluvia caía incesante sobre nuestras cabezas. El viento se colaba por la terraza trayendo consigo algunas hojas que recorrían el piso.

—Quieres que sea yo, ¿No es así?

—Solo quiero que no te retraigas —murmuré.

El color de sus iris era intenso, las venas debajo de sus ojos se notaban más y la fuerza que ejercía en mi cuerpo me estremecía. Sentía que en cualquier momento me podía romper los huesos pero aún así lo dejé hacer.

Mis piernas se abrieron mucho más, entró por completo dentro de mí y sus dedos se enterraron en mis caderas. Lo escuché gemir y soltar una maldición al mismo tiempo que se movía sin delicadeza y control sobre mi cuerpo. Metió sus manos bajo mi espalda y me levantó para sentarse sobre el colchón, mis piernas se liaron a su cintura y lo pude sentir mucho más profundo. Aquella posición nos hacía sentir completos a los dos, el disfrute era mutuo. Sus brazos se enredaron en mi espalda y los míos en su cuello para atraerlo a mí.

—Te amo —murmuré sobre sus labios —. Te amo tanto —devoré sus labios en un beso intenso, lleno de pasión y amor. Mi lengua se metió en su boca sin pudor alguno y tiré de su labio inferior con mis dientes. Sus caderas chocaban contra mi pelvis haciéndome gemir y llenarme de placer, nuestros movimientos eran delicados pero certeros, mi piel ardía de deseo y sentía la sangre correr cómo fuego dentro de mis venas. Estaba ardiendo por dentro, quería explotar, gritar y sentir como éramos uno solo.

—Te deseo tanto.

Le escuché decir bajo, pero tan demandante.

El calor se apoderó de cada hebra de mi carne, cada centímetro de mi piel ardía en deseo y lujuria. Nuestros labios chocaban ferozmente, mordía, lamía y succionaba sin contemplaciones.

—Hazlo —me separé de él solo unos centímetros rozando nuestros labios —. Sé que quieres probar mi sangre y esta noche podrás hacerlo.

Negó con la cabeza, avergonzado por los sucios pensamientos que llegaba a tener.

—Quiero que lo hagas Caden —lo besé una vez más —. Por favor —mi voz salió en una suplica que él no pudo ignorar —. No te detengas, hazlo.

Mi voz se clavaba en su carne cómo filosas dagas que se enterraban en lo más profundo de su ser.

—Te haré daño.

—Lo puedo soportar —pase mi dedo por sus labios donde sus filosos colmillos se dejaron ver. Quería que lo hiciera, la parte sádica dentro de mí lo quería sentir de esta manera —. No soy una débil princesa, lo sabes.

—Lo sé —una sonrisa se dibujó en sus labios ahora rojos.

—Pues hazlo —dejé a la vista mi cuello, donde la vena principal palpitaba frente a sus ojos curiosos. Se pasó la lengua por ambos labios y lo sentí cerca de mi cuello. No dejó de moverse mientras su nariz trazaba un camino hasta llegar a esa zona que estaba lista y libre para él. Sus afilados colmillos se enterraron en mi cuello, abrí los ojos al sentir el desgarre en mi piel. Gemí. Y no sé si fue de placer o por aquel dolor que me gustó tanto, pero lo dejé hacer sin rechistar —. Caden —nuestros movimientos eran rápidos, fuertes. Sus manos ejercían presión en mis caderas y estaba segura que aquello dejaría marcas en mi piel.

Muchas marcas que eran de mi total agrado.

Sentía cómo succionaba mi sangre y evitar el cosquilleo que se empezó a formar de nuevo en mi bajo vientre fue inevitable. No pude detener el orgasmo que arrasó con mi delgado cuerpo, arrasó todo a su paso, era fuerte, devastador, intenso, me consumió por completo y me dejó suspendida en algún lugar que en definitiva no era la tierra. Caden gimió en mi cuello, sentí mis piernas fallar y mi corazón latir dentro de mi pecho con tanta fuerza que pensé se iba a salir de mi caja torácica.

Cada uno de nuestros movimientos se detuvieron en el momento que separó su boca de mi cuello, al verlo a la cara un hilo de color carmín de deslizaba por una de las comisuras de su boca. Acuné sus mejillas entre mis manos.

—Tu sangre sabe tan bien —dijo con algo de pena y se relamió los labios—. Nunca había probado algo tan delicioso como tu sangre.

—No sientas pena —dejé un casto beso sobre sus labios —. Nunca más sientas pena por lo que eres o por lo que quieres.

De nuevo devoré sus labios sin pudor alguno.

—¿Y qué es lo que tú quieres, brujita? —preguntó curioso, rodeando mi cuerpo con sus brazos.

Me separé de él soltando sus mejillas y rodeando su cuello con mis brazos.

—Muchas cosas.

—¿Por ejemplo? —levantó una de sus cejas negras.

—Me gustan tus manos, ¿Lo sabes? —negó con la cabeza.

—Nunca me lo habías dicho —musitó.

—Bueno, ahora lo sabes —me encogí de hombros —. Tus dedos son largos, tus manos fuertes y me gusta cuando se ajustan a cada parte de mi cuerpo. Me gustan tus manos —sentí el fuego recorrer cada hebra de mi cuerpo. Yo era una antorcha humana que se encendía con solo un roce de sus piel contra mi piel.

—Creo que eso ya lo dijiste.

—¿Las puedo usar? —mi pregunta lo sorprendió tanto que por un momento no supo que decir —. Tus manos, ¿Las puedo usar?

—¿Cómo usarías mis manos?

—Como un collar —me mordí el labio de nuevo ante su confusa mirada.

—¿Qué? —levantó una ceja —. ¡Oh! Ya entiendo —me reí por su inocencia.

—Un collar muy ajustado, vampirito —musité cerca de sus labios —. También me puede amarrar a la cama, puedes hacerme lo que quieras y no haré nada para detenerte.

—Eso me gusta —su voz se escuchó ronca.

—Ahora solo quiero que me tomes de una manera salvaje, sucia y pervertida.

—Puedo ser un pervertido si así tú lo quieres —subió una de sus manos a mi mejilla y con dos dedos apartó un mechón de mi castaño cabello para dejarlo detrás de mi oreja —. No me he equivocado contigo, sé que dentro de ti hay una brujita pervertida a la que le gusta que la ahorquen, la azoten y la pongan en cuatro. ¿Quieres eso?

—Quiero eso y más —una sonrisa pervertida se dibujó en sus labios.

—¿Crees que Camille se enoje si destrozo ese vestido para cubrir tus ojos? Esta noche te quiero hacer muchas cosas y cada una de ellas es peor que la otra.

—Tu oferta es tentadora y la tomo —dije sin pensarlo tanto —. Destroza ese vestido, vampirito.

Sus labios se apretaron a los míos. Su beso fue lento, voraz, arrasador, tanto como lo era él mismo.

Afuera la lluvia no dejaba de caer incesante, mojaba todo a su paso. El cielo se iluminaba con los relámpagos que retumbaban las ventanas de la casa. La cual se llenó de nuestros gemidos y jadeos que salían de lo más profundo del deseo que sentíamos el uno por el otro. Ambos éramos dos llamas que no se podían apagar, éramos deseo, pasión, desenfreno, un poco de locura, pero más que nada amor, mucho amor.

🌸🌸🌸🌸

¡Hola! Espero les haya gustado este capítulo, saben que este tipo de escenas se me complican un poco más porque no quiero que sea algo sucio, o pornográfico, pero creo que ha salido bien, díganme si les ha gustado. Muchas gracias por el apoyo en esta historia. 

La pregunta que les quiero hacer es esta, para el siguiente capítulo he pensado una escena entre Lucifer y Leviathan, es importante ya que se van a desvelar algunos secretos de los demonios, Bryony y hasta el mismo Lucifer. Así que díganme ¿les gustaría leer desde el punto de vista de Lucifer? En Twitter he dejado adelantos y spoilers de esta historia, no sé que esperan para seguirme ;)

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