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Capítulo 26 ☾

Bryony

"Solo estás segura en tus pensamientos, pequeña bruja"

No dejaba de repetir estas palabras de Caden y quizá sí tenía razón, solo estaba segura en mis pensamientos. En este momento tenía que desconfiar de todos y de todos, menos de Caden, Thea y mi madre, estaba más que segura que en ellas sí podía confiar y que nunca harían nada para hacerme daño porque era más probable que yo les hiciera daño a ellas.

Al salir de la universidad me encontré con Thea mientras esperaba que Caden saliera.

—¿Y qué te dijo Curtis? —me preguntó.

—Que no les iba a decir nada a los lobos y que podía contar con su ayuda —aquello no le sorprendió —. ¿Qué le dijiste para que no quiera matarme?

—La verdad y nada más que eso, le expliqué como pasaron las cosas y que debía confiar en ti. Solo le dije lo que es más que obvio —sonrió.

—Eres la mejor amiga que puede existir en el mundo —la abracé.

—Lo sé, lo sé —dijo con suficiencia —. Eres un caso perdido sin mí —negué con la cabeza.

—Por cierto, vino River y me dijo que tengo que buscar algo —nos separamos y frunció el ceño.

—¿Algo cómo qué?

—Una vasija, pero no me dijo nada más.

—Ese niño es muy raro —le di un codazo en las costillas.

—Mira quien lo dice —nos reímos juntas.

—¿Y qué te dijo? —me miró.

—Que debo seguir las señales y que aquí en Bibury se esconden muchos secretos —la piel se me enchinó.

—Creo que eso ya lo sabemos —suspiró.

—Sea lo que sea vamos a encontrar esa cosa y vamos a descubrir para qué sirve —asintió con la cabeza.

—¿Thea? —escuchamos a nuestras espaldas, Curtis se acercó a nosotras y levantó la mano para saludar —. Hola.

—Hola, Curtis —le dije yo, Thea se quedó callada a mi lado. Parecía un poco seria con Curtis y era entendible, casi toda su vida estuvo enamorada de él y este no le hacía caso.

Curtis solo me sonrió y se dirigió de lleno a mi amiga.

—Thea, ¿te gustaría ir a tomar un café? —Thea volteó a verlo con los ojos bien abiertos.

—¿Yo? —parpadeó.

—Sí, tú —las manos de Curtis se asieron a las correas de su mochila, ejerció la presión necesaria para que sus nudillos se pusieron blancos —. ¿Quieres? —levantó ambas cejas.

Thea giró la cabeza, mirándome estupefacta, yo tampoco podía creer lo que estaba pasando.

—Anda, yo espero a Caden aquí —le sonreí.

—Entonces sí —se descruzó de brazos y se acomodó la mochila sobre los hombros —. Te veo mañana —me dio un beso en la mejilla.

—Nos vemos, se portan mal —los señalé a ambos y Curtis solo negó con la cabeza.

Los vi alejarse juntos. Ellos dos harían una hermosa pareja si es que Curtis no fuera tan ciego y se diera cuenta que mi amiga estaba perdidamente enamorada de él. Ella no lo iba a esperar toda la vida y se podía cansar, pero esperaba que eso no pasara, los amaba juntos.

—¿En qué tanto piensas? —parpadeé un par de veces. Caden estaba frente a mí con las manos metidas en su sudadera.

Sonreí y me acerqué a él.

—Estaba pensando en Thea y Curtis.

—Ellos se gustan —hasta él se había dado cuenta de eso.

—Lo sé pero ninguno de los dos da el primer paso. Deberían aprender a ti —sacó las manos de su sudadera y apretó mi cintura.

—¿Quieres que les dé algunas clases? —acercó su nariz y jugó con ella.

—¿Cobras muy caro? —lo pensó un momento.

—Si me haces un favor las clases serán gratis —se apartó unos centímetros.

—¿Qué tipo de favor? No hago cosas malas —entornó los ojos.

—Solo quiero un beso, pequeña bruja. Eres una malpensada.

—Y tú siempre tienes algo sexoso qué decir —subía y bajaba las cejas.

—Es el efecto que provocas en mí, brujita —arrugué la nariz cuando me dio un toquecito en la punta de esta con su dedo índice.

—Vamos a la casa antes de que me desnudes con la mirada —me quejé.

—Ingenua, Bryony, te he desnudo con la mirada más veces de las que te imaginas —nos separamos y empezamos a ir hacia la casa.

—Tonto —apoyé mi cabeza en su hombro.

—Hoy te quiero invitar a comer a mi casa.

—¿Vamos a comer? —inquirí.

—Sí, ¿Qué se supone que vamos a hacer? —preguntó ingenuo.

—Como la otra noche la cena pasó a segundo plano, por eso pregunto —a nuestro lado pasaban algunos compañeros y pude darme cuenta que me miraban raro por lo sucedido con Al, pero ahora no me quería preocupar por eso. Esperaba que no me llamaran a la dirección por esto porque esta vez no sé que explicación iba a dar ante lo sucedido.

—Pues no vi que pusieras mucha resistencia —dijo en tono burlón.

—Eso fue porque tú te sentías mal y yo solo quise hacerte sentir bien —sonrió de una manera tierna, negando con la cabeza.

—Y tú como buena samaritana acudiste en mi ayuda —asentí con la cabeza.

—La próxima vez te dejo así —me quise separar de él pero cogió mi brazo atrayéndome cerca de él.

—Ni se te ocurra —me advirtió sereno —. Podemos pasar a comprar algunas cosas, no hay nada en la nevera.

Asentí y juntos fuimos a hacer las compras. La idea era comprar lo necesario pero llegamos a la mansión con bolsas repletas de comida y chuches. Dejamos las bolsas encima de la mesa y me dejé caer en una de las sillas.

El móvil de Caden empezó a vibrar y sonar en su sudadera, lo sacó de inmediato.

—¿Diga? —puso el altavoz y empezó a guardar las cosas que trajimos.

¿Caden? —era la voz de un hombre, tenía un acento raro.

—¿Oddur? —frunció el ceño.

¡Sí, hijo, soy yo! ¿Cómo estás? ¿Cómo están todos?

Caden sonrió feliz.

—Bien, ahora mismo Bastian y Camille no están pero ellos están bien.

¿Y cómo está Inglaterra? —Caden resopló —. Con eso me lo dices todo —se detuvo y se quedó frente a mí, apoyando una mano en el respaldo de la silla frente a él.

—Bien, han pasado un par de cosas pero...

¿Pero? Dime hijo.

—Es mejor que Bastian te ponga al tanto, son cosas complicadas —me miró fijamente.

Pero tiene solución, ¿No?

—Claro que sí, todo tiene solución —sonrió sin mostrar los dientes.

Cuando llegue Bastian le dices que se comunique conmigo, me tiene que poner al tanto de todo.

—¡Claro! Yo le digo que te marque, ¿Cómo está Bór?

Ya sabes que ese pequeño demonio no para, pero está bien.

—Salúdalo por mí.

Claro que sí, Caden, yo le doy tus saludos. Nos estamos viendo.

—Hasta pronto, Oddur —la llamada se terminó y Caden siguió guardando las compras en la nevera y en el cajón de la despensa.

—¿Puedo saber quien es ese señor? —apoyé los codos en la mesa.

—Oddur es un viejo amigo de Bastian, son cómo familia y se conocen desde hace muchos años. Él y su hijo Bór viven en Islandia.

—Vaya. Ustedes conocen a muchas personas.

—A lo largo de estos años hemos viajado mucho, nos establecemos por un tiempo y conocemos vampiros que se han hecho amigos pero otros son como familia.

—Eso es bueno, ¿no? Conocer personas de todos lados —suspiré —. Yo nunca he salido de este lugar —con mi dedo empecé a trazar círculos imaginarios sobre la mesa.

—Un día vamos a viajar por todo el mundo tú y yo —se acercó a mí arrodillándose a mi lado. Cogió mi mano y le dio un leve apretón.

—¿En serio? —asintió.

—Sí, solo tú y yo, pequeña bruja —le sonreí y me acerqué para dejar un casto beso sobre sus labios —. Te voy a llevar a los lugares más exóticos que he conocido, hermosos paisajes que te van a dejar sorprendida y otros más que te van a enamorar.

—Tú me enamoras cada día, vampirito —subió mi mano a la altura de sus labios y dejó besos en mis nudillos.

—Te amo —le sonreí —. Voy a preparar la comida.

—¿Te ayudo?

—Esta vez lo hago yo —fue hacia el fregadero y se lavó las manos.

Lo observaba atenta, a cada movimiento. Se sentó frente a mí y empezó a picar verduras y no sé que más, yo solo podía verlo a él. No podía creer que a pesar de toda la maldad que se cernía sobre él fuera tan bueno, me cuidaba, me decía lindas palabras, creía en mí más de lo que yo misma podía hacerlo. ¿Qué más podía pedir? Nada más, con tenerlo a él me bastaba, lo tenía todo ahora.

Comimos en la cocina y esta vez sí se terminó la comida. El pescado que preparó estaba muy rico y las verduras, todo lo que él hacía estaba bien. Le ayudé a limpiar la mesa, la estufa y lavar los platos. Estábamos compartiendo muchos momentos juntos y los amaba.

****

Miraba por la ventana de la habitación de Caden y con los dedos jugaba con el collar que me había regalado. En mis yemas sentía los relieves de este y los pasaba una y otra vez. Escuché la puerta cerrarse y Caden se acercó a mí.

—Estás muy pensativa —presté atención al cuervo con sus plumas negras que volaba alrededor de la propiedad y no dejaba de pensar en aquellas palabras de Caden.

—¿Y si damos una vuelta? —se sentó en alféizar de la ventana.

—¿Dar una vuelta? ¿A dónde?

—Por el bosque —no estaba entendiendo nada, así que cogí su mano y la apreté.

"Tenemos que encontrar la vasija de la qué habló River"

"Lo sé, pero no sabemos donde está"

"Dijo que tenía que seguir las señales y eso haremos"

—Está bien, pequeña bruja, haremos lo que tú digas —le sonreí agradecida.

Salimos de la casa bien abrigados ya que la temperatura empezó a bajar y ahora el bosque se había llenado de una espesa neblina que no dejaba ver más allá de unos metros de distancia.

—¿Y qué buscamos exactamente? —Caden venía detrás de mí.

—Símbolos raros, creo —encogí un hombro.

Me obligó a ponerme un gorro ya que dijo que me podía enfermar. Era tan lindo y protector. Además llevaba una gruesa chamarra encima.

—¿Símbolos? —asentí.

—No tengo idea de qué tipo de símbolos pero me imagino que debe ser eso —mientras avanzábamos más, las botas se me llenaban de lodo. Había desde ramas en el suelo, muchas hojas secas y podridas, algunas piedras de todos los tamaños.

Escuché un chillido y me detuve en seco.

—¿Qué pasa? —se detuvo a mi lado.

—¿Escuchas eso? —levanté el dedo.

Nos quedamos callados y claramente pude escuchar de nuevo aquel chillido.

—Es un pájaro —dijo y empezó a caminar, él tenía el oído mucho más desarrollado que yo. Lo seguí de cerca y se detuvo para agacharse. Al quedar a su lado me di cuenta que entre sus manos había un pequeño pajarito de plumas grises, una de sus alas estaba rota.

—Pobrecito —me entregó a la pequeña ave que emitía gemidos de dolor —. Tiene un ala rota —pase mi dedo por su cabecita con cuidado.

"Eres el equilibrio perfecto, el balance entre lo bueno y lo malo"

Acuné al pequeño pájaro entre mis manos protegiéndolo de todo. Cerré los ojos y dejé que la magia que había en mí saliera. Yo podía dar vida, ¿no? Entonces era el momento de saber si era cierto o yo solo era un fraude.

Empecé a sentir un gran poder que crepitaba por mis huesos. Todo desapareció para mí. Solo podía escuchar a las aves revolotear a mi alrededor, el ruido del viento colándose por las ramas de los árboles, las hojas cayendo al suelo.

Abrí los ojos y de mis manos emanaba una luz blanca, era hermosa y me daba paz tan solo verla. Quité mi mano de encima y el pajarito, que hasta hace unos segundos tenía su ala rota ahora mismo revoloteaba en mi mano.

Giré la cabeza para ver a Caden y estaba igual de sorprendido que yo.

—¿Cómo-cómo hiciste eso? Es impresionante —puso sus manos en mis hombros.

Yo tampoco podía creer que esto estaba pasando.

Abrí mis manos y la pequeña ave se echó a volar esquivando los árboles.

—¡Viste eso! ¿Lo viste? —me giré por completo a él y me atrapó entre sus brazos dando un par de vueltas.

—¡Eres impresionante! —me dejó en el suelo y acunó mis mejillas entre sus manos —. Sabía que había mucho más en ti de lo que se ve a simple vista —dejó un beso sobre mis labios.

—¿Te das cuenta de lo que puedo hacer?

—Nunca he dudado de tus poderes y ahora menos que nunca lo haré. Eres la más poderosa de todas, siempre lo serás. Nunca dudes de ti, ¿sí? Nunca lo hagas —asentí con la cabeza bajo su atenta mirada.

—Nunca más lo haré —le dije convencida —. Sé que puedo ser más de lo que aparento y mucho más de lo que he sido hasta ahora.

—Siempre debes confiar en tus capacidades, pequeña bruja, siempre —asentí con la cabeza —. ¿Seguimos? —le dije que sí y caminamos por el bosque otro rato más.

Al llegar a la casa el sol se había metido por completo. Nuestras botas estaban llenas de lodo y nuestra ropa fría, afuera la noche era helada. Me quité la chamarra para colgarla en el perchero al lado de la puerta, después dejé las botas en la entrada para no ensuciar la fina loseta.

—¿Te quedas esta noche? —Caden dejó su chamarra al lado de la mía.

—¿Quieres que me quede? —abrió sus orbes grandes, era la mirada de un cachorrito que te pide de comer cuando sabe que no le puedes dar.

—Por favor —su voz salió serena.

—Entonces sí, pero deja le aviso a mi madre.

—Voy a preparar chocolate —dijo un poco más feliz.

Fue hacia la cocina descalzo.

—Quieres chocolate, ¿verdad? —gritó desde la cocina.

—¡Claro que sí! —le grité de vuelta.

Saqué el móvil y marqué el número de la casa. Mamá no tardó en responder.

Hola, Bry.

—Mamá, me voy a quedar en la casa de Caden esta noche, ¿está bien? —la escuché reír suavemente.

Claro que sí, hija, está bien. Ya no tendrías que preguntar este tipo de cosas.

—Lo sé, pero eres mi mamá y no quiero que te preocupes por mí —me encogí de hombros.

Gracias por eso, cariño. Te cuidas y no faltes a la universidad.

Creo que eso no se iba a poder.

—Lo haré, te quiero.

—Y yo te quiero a ti —me mandó un beso y colgamos al mismo tiempo.

Fui hacia la cocina y Caden ya estaba preparando el chocolate.

—¿Le avisaste a tu madre? —me miró por encima de su hombro.

—No quiero que se preocupe por mí —me encogí de hombros y se acercó a mí en un parpadeo.

—Conmigo siempre vas a estar segura, pequeña bruja.

Estaba segura de que aquellas palabras más que sin sentido eran una promesa que estaba dispuesto a cumplir. Él cuidaría de mí tanto cómo yo lo haría con él.

Caden

Estos días a su lado habían sido los mejores de todos. Se quedó todas las noches a dormir en la casa y juntos íbamos al bosque por pistas que nos pudieran decir donde se encontraba la mentada vasija de la que habló River. Pero ahí no había nada o es que éramos tan ciegos que no encontramos nada por aquella razón.

Hoy era sábado y la idea era salir por el pueblo a caminar un rato. Quizá la vasija estaba ahí y no en el bosque.

Bryony seguía dormida. Su cabello castaño se esparcía por la almohada y podía ver sus hombros desnudos. Anoche preparamos algo de cenar y después una cosa llevó a la otra hasta que terminamos desnudos en mi cama, de nuevo. No me arrepentía de nada.

Pase mis nudillos por su mejilla, con cuidado de no despertarla. Era tan hermosa e inocente, ella era vida mientras que yo solo dejaba muertes a mi paso. Quizá por eso nos entendíamos tan bien, porque al ser ella lo contrario a mí le daba el balance a mi vida.

—Buenos días —dijo ella con los ojos cerrados. Sonreí al verla así.

—Buenos días —dejé un beso en su mejilla.

Abrió los ojos y me encontré con su dulce mirada. Se incorporó con cuidado y se sentó con las piernas estiradas.

—¿Tiene mucho que te despertaste?

—Unos cuantos minutos —le dije y levantó una ceja.

—Y todo este tiempo me has estado observando —afirmé con la cabeza —. ¿Debería preocuparme?

—Para nada —suspiró.

—Menos mal —subió un poco la sábana para cubrir por completo sus hombros.

Alcancé a ver algunas marcas en su cuello, hombros y brazos. Yo se las había provocado la noche anterior. Se dio cuenta de como la observaba y se miró las muñecas.

—Ayer estuviste muy intenso.

—No te quise lastimar —dije con pena.

—No lo haces —puso su mano encima de la sabana a la altura de sus senos y se acercó.

—Mira como he te he dejado —señale las marcas en su cuerpo.

—Me gusta que seas así, no quiero que tengas piedad de mí —se mordió el interior de la mejilla —. No seas delicado conmigo, Caden, no soy una débil princesa.

—Lo sé —puso dos dedos bajo mi barbilla.

—Entonces sabes que me gusta que seas rudo —se puso de rodillas en el colchón y la sábana se deslizó por sus senos dejándome ver su hermosa anatomía. En las caderas también tenía mis dedos marcados, al igual que en ambos senos.

Me puse de pie cogiendo su delgada cintura entre mis manos.

—Me encantas —murmuré sobre sus labios.

Le iba a dar un beso cuando escuchamos ruido abajo. Los dos volteamos hacia la puerta y puse un dedo sobre mis labios.

—Espera —de inmediato cubrió su cuerpo con la sábana.

La voz de Camille resonó por toda la casa y después un par de risas.

—Mierda, mierda —se bajó de la cama y se sentó en la orilla del colchón.

—Quédate aquí —me giré hacia ella y puse mis manos en sus hombros —. Si quieres te puedes duchar en lo que yo bajo.

—Está bien —empecé a buscar mi ropa en el suelo y me puse los pantalones mientras Bryony entraba al baño con la sábana rodeando su delgado cuerpo.

Cuando cerró la puerta salí de la habitación y me encaminé hacia las escaleras. Me asomé y alcancé a ver a Bastian, Camille y otra chica que no conocía.

—¡Mira, ahí está Caden! —me pasé la mano por el cabello para peinarlo un poco. Empecé a bajar las escaleras bajo la atenta mirada de Bastian.

Al bajar Camille fue la primera que se acercó para saludarme.

—¿Cómo estás? —puso sus manos en mis hombros —. Te ves bien.

—Estoy bien —le dije sereno —. Hablamos después, ¿sí?

—Claro —me palmeó los hombros y se alejó para quedar al lado de Bastian.

—Caden, ella es Morgan —señaló a la rubia a su lado —. Morgan, él es Caden —la rubia dio un paso cerca y extendió su mano.

—Hola, tu tío y Camille me han hablado de ti —nos dimos un apretón y regreso a su lugar.

—Pensé que Morgan era un chico —me rasqué la cabeza, nervioso. Bastian arrastró la mirada hasta Camille.

—Creí que le habías dicho que es mujer —ella se encogió de hombros.

—Pensé que se lo había dicho —la sonrisa que se deslizó en sus labios me lo dijo todo. Ella lo hizo a propósito.

—Como sea —dijo Bastian —. Ella es la persona que nos va a ayudar con Bryony. A quien vas a conocer pronto.

—Ella está arriba —les aclaré. A Camille no le sorprendió pero a Bastian sí, ya que no dijo nada por unos segundos —. Se está duchando, ahora baja.

—Bien, entonces puedes ir a tu habitación, Morgan —indicó Bastian —. Camille, ¿la puedes llevar?

—Claro que sí —dijo ella sonriente.

Me hice a un lado y las dos subieron las escaleras con sus maletas en las manos.

—Dime que ha pasado en estos días —Bastian empezó a caminar hacia la cocina y lo seguí de cerca.

—River buscó a Bryony, le dijo que su padre está cerca. Dijo que tenía que buscar una vasija —entramos a la cocina y se detuvo al lado de la mesa.

—¿Qué vasija? —levantó una ceja.

Daemonium prehenderat —Bastian no pronuncio ni una palabra pero su rostro me lo dijo todo en ese momento —. Tú sabes para qué es, ¿verdad?

—Sí —me miró fijamente —. Es una de las vasijas que se usan para atrapar a los demonios. Hay pocas en el mundo, la mayoría de ellas fueron destruidas por los demonios, otras más están en museos y las demás están desaparecidas.

—Pues una de esas vasijas está aquí, en Bibury, River se lo dijo a Bryony —le aseguré.

—Si le dijo que la busque es por algo. ¿Qué más ha pasado?

Me reservé lo del ave que Bryony había curado, era algo que se lo iba a decir en otro momento, no ahora.

—Curtis ya sabe lo que pasó con su amigo, pero todo está bien.

—¿Nada más?

—No sé si Camille te dijo lo de Aluca y Al —se pellizcó el puente de la nariz con dos dedos.

—Sí, me lo dijo.

—Ahora ellos están aquí para joderlo todo —espeté.

—Son demonios de clase baja, Caden, no podrán en contra de ella.

—Lo sé, pero su sola presencia ya es una amenaza.

—No hay que preocuparnos por eso, ahora mismo hay cosas más importantes que dos demonios sueltos.

—Eso es lo que me preocupa —mis palabras llamaron su atención —. De una u otra manera se van a alimentar, Bastian, este pueblo está repleto de presas.

Sus dedos repiqueteaban en la madera de la silla. Sus orbes estaban fijos en los míos, atento a cada palabra que pronunciaba.

—No había pensado en eso —frunció los labios —. Después vamos a encontrar una solución para ese problema. ¿No hay nada más?

—Llamó Oddur, dijo que le llames y lo pongas al corriente de todo —encogí un hombro.

—Se me había olvidado por completo que tenía que comunicarme con él.

—Me parece que está preocupado —asintió.

—Lo sé, salimos tan rápido de ese lugar que ni tiempo nos dio de explicarles lo que estaba pasando. ¿Cómo están ellos?

—Bien, dijo que Bór anda haciendo de las suyas pero que todo está bien.

—No me sorprende —dijo despreocupado —. Sabes que ese hijo suyo es un problema —entendí sus palabras cómo si fueran una indirecta para mí.

—Lo sé.

Conocía a Bór desde que era solo un niño, después de que su madre murió. Lo vi crecer junto a Oddur y desarrollar sus poderes hasta ser uno de los magos más poderosos que he conocido hasta ahora. Era muy fuerte y había heredado las habilidades de sus padres.

—¿Ya no hay más? —ladeó un poco la cabeza.

—No, eso es todo —me crucé de brazos y escuchamos pasos venir de las escaleras. El peculiar aroma de su persona inundaba el lugar con cada paso que daba. Cruzó la puerta de la cocina y se puso a mi lado. Al verla ya se había duchado, su cabello estaba húmedo y peinado. Traía una blusa de manga larga con cuello alto que cubría a la perfección las marcas que había dejado en su pálida piel.

—Hola, Bastian —dijo con voz suave y serena.

—Hola, Bryony, ¿Cómo estás?

—Bien —sonrió con pena y puso una mano en mi brazo. Su tacto era suave y delicado, cómo todo lo que ella representaba —. Las cosas van bien.

Sé que Bastian no nos creyó ni a ella ni a mí, pero por ahora ninguno de los dos teníamos pensado decirle más. Había cosas que solo eran entre ella y yo.

—¿Ya llegó Morgan? —Bastian la miró de manera extraña.

—River le dijo que debía confiar en Morgan.

—Sí —pasó saliva —. Está arriba con Camille.

Por algunos segundos nadie dijo nada, todo se sumió en un silencio sepulcral. Podía sentir la tensión en el aire, era casi palpable pero todo desapareció cuando Camille junto a Morgan aparecieron en la cocina. Ambas reían de quien sabe qué.

—¡Bryony! —expresó Camille al verla y se acercó para abrazarla —. ¿Qué te hiciste? —con sus dedos largos cogió un mechón de su cabello húmedo y lo enredo en este —. Te ves muy bien —sonrió.

Tanto como a Bryony cómo a mí se nos hizo rara la actitud de Camille pero ella era tan cambiante que lo deje pasar.

—No me he hecho nada —le dijo con pena —. Tú te ves muy bien.

—Por supuesto que sí, brujita, soy fabulosa —sonrió y se separó de ella —. Por cierto, ella es Morgan —señaló a la rubia que se mantenía a un lado, seria y mirando la escena.

Bryony arrastró la mirada hasta la rubia, que levantó una mano a modo de saludo. Todos la miramos, Bryony me miró a mí, después miró a Camille y esta tenía una gran sonrisa en los labios.

—Hola, Bryony, yo soy Morgan —acortó la distancia que las separaba y cogió ambas manos de mi brujita para sostenerla entre las suyas.

—Creí que eras hombre.

—Eso es mi culpa —Camille levantó la mano —. Nunca aclaré eso —se encogió de hombros, despreocupada.

—Bastian y Camille me han hablado mucho de ti.

—¿Ah sí? —Bryony parpadeó.

—Sí, la verdad tenía un poco de miedo de venir aquí y conocerte, pero creo que necesitas mi ayuda y lo haré. Haré lo que sea para ayudarte.

Apretaba sus delgadas manos entre las suyas y aquel contacto no me gustó para nada. Quizá eran los celos hablando por mí. No se me podía culpar por ello, Bryony era hermosa, increíble y una linda persona, cualquiera podía quedar encantado con su persona

—Gracias por venir, no tenías que hacerlo, pero muchas gracias.

—No me agradezcas nada, todavía no hago nada.

—Pero que estés aquí ya es una ayuda —Morgan sonrió y soltó sus manos. Se alejó de ella y quedó al lado de Camille.

—¿Qué vamos a hacer hoy? —preguntó Camille, inquieta.

—Antes que nada me voy a dar una ducha. Cuando baje podemos hablar de eso.

Me giré hacia Bryony.

—Ahora bajo, pequeña bruja —deje un beso sobre sus labios y asintió con la cabeza.

—Aquí te espero, vampirito.


🌸🌸🌸🌸

¡Hola! Les dejo este capítulo, esperando que les haya gustado. También quiero agradecer el apoyo a esta historia, sus comentarios y que les guste, les juro que estoy dando lo mejo de mí y espero no defraudarlos. Amo a Caden y Bryony, ellos son todo lo que está bien en este mundo. Espero que también los amen. En multimedia les dejo a quien me imagino como a Morgan, ustedes la pueden imaginar como gusten.

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