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Capítulo 25 ☾

Bryony

Miraba a Caden desde la silla frente a mi escritorio. Estaba profundamente dormido y por ahora no pretendía despertarlo. Se veía tan lindo así, tan tierno e inocente. No pudo dormir bien en toda la noche, se movía de un lado al otro y parecía incómodo.

Las palabras que me dijo horas atrás me estaban retumbando en la cabeza, no dejaba de pensar en ellas.

"Tengo miedo porque no quiero que te haga daño, no quiero que te lastime, a ti no. Entonces ayúdame, tienes que sacarlo, por favor"

Era más que evidente que Caden estaba sufriendo. Había sufrido desde que mi padre lo convirtió en esto. Sufría a solas y parece que no había nadie que lo pudiera ayudar. Hasta este momento. Porque yo lo haría, yo lo iba a ayudar, yo iba a terminar con este sufrimiento. Lo haría por él y por el gran amor que estaba naciendo entre nosotros.

Escuché los pasos de mi madre acercarse a mi puerta, me puse de pie rápidamente y aseguré esta antes de que la abriera. Tocó suavemente sobre la madera.

—¿Bryony, estás despierta?

—Sí, mamá —apoyé mi brazo en la madera —. Me estoy vistiendo.

—¿Estás bien? Es que ya me voy a trabajar, he dejado el desayuno en la mesa, no tardes porque se enfría.

—Gracias, mamá.

—Nos vemos al rato, te quiero.

—Y yo a ti —escuché cuando se empezó a alejar y apoyé mi espalda en la puerta. Suspiré y cerré los ojos, al abrirlos vi a Caden con la espalda apoyada en la cabecera de la cama —. ¿Cómo estás?

—Mal —musitó pero sonrió. Que mal se le daba fingir que nada pasaba cuando era más que evidente que estaba sufriendo —. Lamento lo que pasó anoche, sino son las pesadillas de aquella noche tiene que haber algo que lo jode todo —se restregó el rostro con una mano.

Me acerqué a la cama y me senté a su lado.

—Todo está bien —puse mi mano encima de la suya.

—No lo está —dijo con pena —. Todo está mal dentro de mí.

—Te voy a ayudar —me miró atento —. Vamos a sacar ese demonio que yace dentro de ti. Te voy a liberar de esa pesadilla y haré que todo sea más fácil para ti.

—¿Harías eso? —asentí con la cabeza mordiendo mis labios.

—Lo que sea con tal de que estés bien.

—Tú me das tanto y yo tengo tan poco —negué con la cabeza.

—Nada de eso, tú me das todo con tan solo existir —se acercó para acariciar mi mejilla con sus dedos.

—Te amo —soltó mi mejilla y dejó un beso en su lugar —. Lamento ser un desastre en este momento.

—No eres un desastre, todo lo contrario.

Me puse de pie bajo su atenta mirada.

—Me voy a dar un baño y si quieres puedes desayunar, mamá preparó el desayuno —sonrió —. Iremos a la universidad y te vas a olvidar de esa pesadilla.

—Gracias, brujita —le sonreí antes de entrar al baño.

Al salir Caden ya había terminado de desayunar. Él se duchó también y juntos fuimos a la universidad. Cada día a su lado me hacía sentir mucho mejor, era aprender algo nuevo de él y todo lo que descubría era asombroso y a veces aterrador.

—Ayer dijiste que necesito sacar mis poderes, ¿hablabas en serio? —lo miré hacia arriba mientras asintió con la cabeza —. ¿En serio? —fruncí el ceño.

—Hable en serio —me miró hacia abajo —. Tienes que empezar a descubrir cuales son tus poderes y familiarizarte con ellos.

—¿Y si son peligrosos? —Nuestras manos iban entrelazadas y le dio un ligero apretón.

—Sabemos que son peligrosos, ¿Pero que tanto? Esa es la pregunta. Además todavía no sabemos que más puedas hacer además de usar el fuego y el agua.

—Y quemar demonios —agregué.

—Y quemar demonios —dijo sonriente —. Esos son puntos a tu favor pero yo creo que además de todo eso que ya haces hay más dentro de ti.

—¿Eso crees? Siempre pensé que era una bruja inútil —al verlo su rostro me lo dijo todo —. No debo menospreciarme.

—Exacto —levantó un dedo —. Si tú te menosprecias los demás van a hacerlo también, más que nada Aluca y Al —solo al escuchar ese nombre se me revolvió el estómago.

¿Cómo estaría la maldita de Aluca después de lo que le hice? Una parte de mí quería ver y comprobar que tan grave era la quemadura en su muñeca.

—Hablando de ella —juntos entramos al edificio —. Vi que en su muñeca tenía una marca.

—Es la "crux satanus"—dijo sereno. Empezamos a subir las escaleras —. Se usa para representar a los príncipes coronados: Satanás, Leviathan y Belial.

—Eso quiere decir que Aluca y Al están completamente bajo la sujeción de Belial, ¿cierto? —nos detuvimos al terminar de subir las escaleras. Caden me acorraló entre la pared detrás de mi espalda y su imponente figura.

—Así es —una de las comisuras de su labio se elevó.

—Pero tú no la tienes, tu marca es el símbolo de la bestia —afirmó.

—Y tú tampoco la tienes....

—...lo que quiere decir que nuestras almas no le pertenecen del todo a él, ¿cierto? —afirmó con la cabeza —. Entonces todavía hay salvación para tu alma y la mía.

—Puede ser que sea así, pero antes de eso habrá que quitar esas marcas de nuestros cuerpos y eso todavía no sé como hacerlo. Todos estos años hemos buscado demonólogos, brujas satánicas, satánicos, quien sea que nos pueda decir cómo quitarme esa marca, pero nadie ha podido hacer nada —fruncí los labios. Él pudo notar mi incomodidad.

—Pues habrá que buscar más —con delicadeza puso dos dedos bajo mi barbilla y me hizo levantar la cabeza un poco más.

—No te vas a dar por vencida, ¿verdad? —negué con la cabeza.

—Haré lo que sea para sacar ese demonio de tu cuerpo y quitarte esa marca —puse una mano en medio de su pecho —. Tu alma solo será mía para toda la eternidad.

—Me gusta la determinación con la que me dices las cosas, pequeña bruja.

—Vampirito —sus labios se desplegaron en una tierna sonrisa que murió en mis labios en el momento que los estampó en los míos para besarme de la manera en la que solo él podía hacerlo. Su lengua se deslizó por mis labios, abriéndolos para introducirse en mi boca. Mientras sus manos hacían presión en mi cintura, mi mano seguía en su pecho. Mi respiración era agitada, mi corazón latía rápidamente en mi caja torácica, sentía que en cualquier momento mis pies iban a dejar de tocar el suelo y flotaría en sus brazos.

—No quiero separarme de ti —murmuró sobre mis labios —. Pero tienes que ir a clases —asentí con la cabeza mordiendo mi labio inferior. Al abrir los ojos me pude dar cuenta de algo particular en sus orbes, estos tenían una chispa en ellos, como si hubiera fuego dentro de estos. En todo este tiempo no me había dado cuenta de ello, pero eran hermosos.

—¿Te veo en el almuerzo?

—Por supuesto que sí —sonrió y dejó un tierno beso en mi frente.

Nos separamos y esperó que entrara al aula, lo vi alejarse por el pasillo y me fui a sentar a los asientos de atrás. Saqué mi libro, una libreta y el bolígrafo. El profesor todavía no llegaba pero ya era una costumbre suya llegar unos minutos tarde. Pero que no fueras tú el que llegue cinco segundos tarde porque no te deja pasar.

Levanté la cabeza en el momento que Curtis entraba, al mirar su entorno se fijó en mí y yo solo me quise hacer pequeña en mi lugar, desaparecer en este momento para que no me viera.

Hizo una mueca que entendí cómo molestia y se sentó en la parte de enfrente, solo. Ya no se juntaba con los demás lobos y era raro porque siempre estaba con ellos. Quizá la muerte de Jareth provocó este distanciamiento de su parte. Pocos segundos después se puso de pie y salió del aula.

Abrí el libro en una página cualquiera, me percaté de la presencia de dos seres en particular. Hasta donde estaba podía sentir el picor en mi nariz y el olor peculiar del azufre penetrar mis fosas nasales. Arrugué la nariz en el momento que los dos se sentaran a mi lado, Aluca del lado izquierdo y Al del lado derecho.

Suspiré y los miré a ambos.

—¿No van a dejar de molestar, verdad? —me fijé en Aluca que negó con la cabeza.

—No —sonrió y se deslizó cerca de mí —. No sé porque no te rindes de una vez.

—No me voy a dar por vencida —zanjé.

—Eres una niña muy testaruda —se burló Al con sorna. Al verlo estaba mirando al frente, en sus dedos sostenía un lápiz que se deslizaba entre sus dedos. Claramente pude ver cómo este levitaba entre sus dedos. Una de las habilidades de los hermanos demonios.

—Y tú debes ser muy imbécil si piensas que me voy a dar por vencida tan fácilmente —giró la cabeza rápidamente. La maldita sonrisa de suficiencia que tenía en los labios no se le borraba.

—Eres muy bonita, Bryony, pero eres tan tonta —dijo en un tono que me sonó a burla.

—Imbécil —dejé de verlo pero mis movimientos fueron detenidos por Aluca. Puso dos dedos bajo mi barbilla, haciendo que volteara para verla a ella nada más.

—Sí es bonita —me miró detalladamente —. ¿Te imaginas lo que podemos hacer con ella, Al? —le preguntó a su hermano pero sin dejar de verme.

—Me gustaría mucho, Aluca —los dos rieron.

—Lastima que nuestro padre no permita que la toquemos —hizo un puchero —. Porque me gustaría saber que se siente estar con un espécimen como tú.

Los dos rieron al mismo tiempo llamando la atención de los compañeros que estaban más cerca de nosotros. Aquello provocó una molestia en mi estómago, el bolígrafo que sostenía entre mis dedos cayó a mis pies. Cuando dejaron de prestarnos atención me separé de Aluca con la intención de recoger el bolígrafo pero ella se encargó de recogerlo con sus poderes, dejándolo en mis manos.

La miré estupefacta, con la boca abierta.

—¿Creíste que era un simple demonio? —de nuevo quiso tocarme pero la aparté cogiendo su muñeca.

Me fijé detalladamente en la herida que le provoqué y esta se veía peor que ese día. La zona que le quemé ya no tenía piel, se podía alcanzar a ver la carne viva.

—¿Parece que yo tampoco soy una simple bruja? —le dije sin dejar de mirarla a los ojos y enroscando mucho más mis dedos en su muñeca, un poco más arriba de donde la había lastimado la última vez.

—Suéltame —apretó los dientes —. Maldita perra.

—Soy la maldita perra que te va a regresar al infierno —espeté. Sentía tanta rabia en contra de ella —. ¿Ahora tienes miedo? ¿Te duele? —soltó una carcajada burlona.

—Soy un demonio, cariño.

—Tal vez digas eso, pero te duele —ejercía más presión en su muñeca, dejando salir más de este poder que me estaba consumiendo por dentro.

—Suéltala —Al puso una mano en mi brazo. Arrastré la mirada hacia su mano y subí a sus ojos, sonreí.

—No te tengo miedo, no les tengo miedo a ninguno de los dos —le dije a Al.

—¡Qué la sueltes! —en ese momento con mi mano libre lo hice volar de su asiento soltando a Aluca. Al se estrelló en la pared y su silla cayó junto a él. Todos voltearon a vernos sin entender lo que estaba pasando.

—¡Maldita! —Aluca se puso de pie, bajando la manga de su suéter.

—Mas les vale que no se metan conmigo —los señalé a los dos, bajo la atenta mirada de los ahí presente.

Recogí mi mochila y mis cosas las guardé, me alejé de ellos. Los murmullos no cesaban a mi paso, todos estaban confundidos, no entendían qué había pasado y para mí era mejor que nadie supiera nada. Había hecho volar a Al por los aires y de nuevo lastimé a Aluca.

Salí del aula y al salir al pasillo boté todo el aire que había estado conteniendo en mis pulmones. Empecé a caminar por el pasillo sin saber exactamente donde ir o qué hacer. A esto es a lo que se refería Caden cuando dijo que tenía que empezar a explotar mis poderes. Mientras caminaba por el pasillo me miré las manos, sentía un cosquilleo en estas, podía ver mis venas pero en lugar de sangre corría fuego, era apenas imperceptible pero sentía la rabia cocinarse dentro de mí, quería salir, quería quemar algo, quería hacer daño. Pero este no era el momento. Todavía no.

Bajé las escaleras y me disponía a salir cuando vi a Curtis, estaba apoyado en la pared a un lado de la puerta.

—Tenemos que hablar —fue lo que dijo, para después darse la vuelta y salir del edificio. Me tomó algunos minutos procesar la información. Pero al final lo empecé a seguir fuera del complejo. Dio la vuelta y empezó a ir hacia el parque que quedaba en la parte de atrás.

Él iba unos metros delante de mí y yo miraba a mi alrededor dándome cuenta que no había nadie cerca. Sí quería matarme y destrozar mi cuerpo lo podía hacer con toda la libertad del mundo. Vi que se detuvo quitándose la mochila de los hombros. Me detuve pero me quedé lejos de él a una distancia prudente.

—No te voy a hacer nada, Bryony —se escuchó sereno y tranquilo.

—No estoy segura de eso —me reí pero fue más una risa nerviosa.

—En todo caso la más fuerte de los dos eres tú, no yo —se encogió de hombros.

No supe que decir ante eso.

—Si estamos aquí por lo de Jareth, ya te dije porque lo hice.

—Sí, lo sé. Thea me explicó bien lo que pasó, no querías hacerlo, no sabías quien era tu padre —asentí con la cabeza —. Perdiste el control y todo salió mal.

—Y te juro que aunque él se portaba de esa manera conmigo nunca me pasó por la cabeza hacerle algo, yo...—me interrumpió antes de que dijera algo más.

—Te creo, Bryony.

—¿Ah sí?

—Tienes que ponerte en mi posición, fue difícil saber que has sido tú la que mató a Jareth, ¿Lo entiendes?

—Sí —apreté los labios.

—Thea habló conmigo y me explicó todo, fue de mucha ayuda —una tierna sonrisa se dibujó en sus labios.

Me acerqué un poco a él y no se apartó, solo se quedó en su lugar.

—¿Si sabes que le gustas a Thea, verdad? —mi pregunta no le sorprendió en lo más mínimo.

—Y ella me gusta a mí.

—¿Entonces por qué no se lo dices? —encogió un hombro.

—¿No crees que ella se merece algo mejor? Cómo un mago de su clase.

—No puedes ir en contra de la naturaleza, Curtis, si Thea es tu compañera no deberías reprimir estos impulsos. Al contrario, deberías decirle que te gusta.

—¿Eso crees?

—Estoy segura —le sonreí.

Nos quedamos en silencio unos segundos en los que él a veces miraba hacia otro lado, evitando mi mirada.

—Thea me ha dicho también lo de tu padre —suspiré —. Dijo que van a necesitar ayuda, para enfrentarlo. No le diré a los lobos lo de Jareth y puedes contar con ellos para lo que sea.

—Gracias.

—No es nada —sonrió y cogió su mochila —. ¿Vamos?

—Ve tú, yo ahorita voy —asintió con la cabeza y se adelantó hacia el edificio.

Necesitaba un momento para mí, para no pensar tanto en lo que había pasado.

Miré a mi alrededor cuando mi piel se enchinó y sentí la presencia de alguien cerca. Di la vuelta buscando al responsable de esto pero no había nadie cerca. Cuando regresé a mi lugar di un paso atrás al ver a River frente a mí.

—River —suspiré llevándome una mano al pecho —. ¿Qué haces aquí?

—Vine a advertirte —musitó.

—¿Advertirme qué?

—Él está cerca, Bryony, más cerca de lo que te imaginas —parpadeé.

—¿Hablas de mi padre? —inquirí.

—Así es.

—¿Cómo sabes eso? —estaba curiosa.

—Huele a muerte, el aire tiene ese aroma. Lo puedo sentir cerca, es poderoso, arrastra con él pecados, lujuria y muerte —se estremeció.

—¿Qué tengo que hacer? —era una pregunta tonta pero solo él sabía que podía hacer.

—Estar alerta y no caer en sus provocaciones, quiere que abraces la oscuridad y que te fundas con ella como si fueran una misma. Quiere corromperte, no creas en sus palabras, ni en sus promesas.

—Sabes que es un demonio poderoso.

—Pero tú lo eres mucho más —dijo seguro —. No sabes todo el poder que se esconde dentro de ti.

—Dijiste que podía llevar la muerte conmigo.

—Y también la vida, Bryony, eres el equilibrio perfecto, el balance entre lo bueno y lo malo. No dejes que la oscuridad se apodere de ti, tú apodérate de la oscuridad.

—¿Y cómo hago eso?

—Tú sabrás cómo hacerlo cuando llegue la ocasión. También debes confiar en Morgan, sabrá cómo ayudarte a sacar todo tu potencial y no le tengas miedo a lo que puedas hacer.

—¿Yo sabré cómo hacerlo? —asintió con la cabeza.

—También debes encontrar una vasija.

—¿Qué vasija?

Daemonium prehenderat —dijo en latín.

¿Daemonium prehenderat? ¿Tienes alguna idea de donde pueda estar?

—Está aquí en Bibury. Ese pueblo esconde muchos secretos, Bryony —miró su entorno —. Solo tienes que poner atención a todas las señales y lo vas a poder encontrar.

Bien, no estaba entendiendo nada de esto. ¿Cómo demonios podía encontrar las señales? Si esta cosa estaba oculta era por algo, ¿no? Por alguna razón no estaba a la vista de todos.

—Usa tus poderes, Bryony, estos te van a ayudar, no solo a deshacerte de demonios, sino a muchas cosas más.

—Te veo muy seguro de tus palabras —sonrió con suficiencia.

—Es que estoy seguro de mis palabras —se dio la vuelta con la intención de irse.

—¡Espera! —se detuvo y giró un poco la cabeza.

—Dime.

—¿Llegaré a ser más fuerte que mi padre?

—Nunca te compares con él. Pero sí, podrás ser más fuerte que él.

—Gracias —sonrió.

—Nos estaremos viendo, pequeña bruja —metió las manos en los bolsillos de su sudadera y se empezó a alejar.

Lo vi desaparecer entre los árboles y una sonrisa de suficiencia se dibujó en mis labios. Si River dijo que algún día yo podía llegar a ser más fuerte que Belial era por algo. Tenía que dejar de pensar que era una tonta, una inútil que no sabía hacer nada, estaba demostrado que era todo lo contrario y que cada día había algo nuevo dentro de mí. Solo tenía que creerme yo misma que podía con esto, que era fuerte, más fuerte de lo que alguna vez me llegué a imaginar.

Antes de que River desapareciera, Caden lo hizo frente a mí en una ráfaga que levantó algunas hojas a su paso. Parpadeé al verlo y sonreí. Miró en dirección a donde River terminó de desaparecer y frunció el ceño.

—¿Ese de ahí era River? —señaló por encima de su hombro, sin dejar de verme.

—Sí —le dije un poco más contenta.

—¿Y qué quería?

—Vino a decirme algunas cosas —miré mi entorno —. Pero será mejor que no te lo diga aquí.

¡Ah, ya entiendo!

Dijo en su cabeza.

—Ahora guardamos secretos —se acercó a mí —. Eso me gusta.

Caden

Antes de entrar a clase recibí una llamada de Camille, tenía que saber como iban las cosas por allá, porque aquí no estaban nada bien.

—¿Qué pasa?

¿Cómo están?

—Yo pregunté primero —le dije y ella se rio. Me alejé del resto y llegué al final del pasillo.

Bien, ya hemos contactado con Morgan.

—¿Y qué les dijo? ¿Va a aceptar ayudarnos? —le pregunté.

No, pero con unos buenos puñetazos va a aceptar —se le escapó una risa maquiavélica —. De una u otra manera va a aceptar.

—¿Qué dijimos de usar la violencia? —bufó.

Está bien, no le voy a pegar pero tiene que aceptar.

—¿Y por qué no quiere aceptar?

Porque no quiere estar cerca de Bryony, dijo que ella es inestable y que podría hacer mucho daño —apreté la mano con fuerza.

—Precisamente por eso nos tiene que ayudar —miré a ambos lados, fijándome que no hubiera nadie cerca —. Camille —mi voz se escuchó baja y trémula.

Caden —se escuchó temerosa —. ¿Qué hiciste esta vez?

—No sé —respondí, pasando mis dedos entre la mata de mis cabellos —. No sé si fue solo un sueño o fue real.

Caden...—su voz salió en un hilo.

—Se vuelve a repetir, Camille, de nuevo siento esta impotencia, de nuevo vamos a tener que huir, ¿cierto?

No, no, nada de eso. No se va a volver a repetir, tenemos que encontrar la solución a esto.

—Es que no hay solución para esto, lo sabes. Hemos intentado todo, todo y no hay absolutamente nada. Estoy condenado, Camille, estoy condenado a destruir todo lo que toco —sentía una opresión en el pecho.

No hemos intentado todo —dijo serena.

—¿A qué te refieres? —fruncí el ceño.

Antes no conocíamos a tu brujita.

—¿Qué quieres decir con eso? —me di la vuelta sobre mis talones.

No sé, pero creo que Bryony nos puede ayudar.

—¿A sacar el demonio que llevo dentro?

¡No, idiota! Has luchado contra él todo este tiempo, te has enfrentado a él, lo has metido en una caja pero nunca has intentado ser uno con él.

—Aquello no funcionó —bufé —. Salió muy mal..

Sí, porque ella no estaba contigo. Quizá ahora lo puedas hacer —negué con la cabeza.

—No sé, no creo que sea tan fácil —musité.

¿Y quien dijo que lo sería?

—Tú estás loca.

¡Cierra la boca! Cuando lleguemos a Bibury hablamos bien, me choca hablar así —se quejó —. Ahora vamos a comer con Morgan, espero que Bastian tenga mejores argumentos que los míos.

—Tus amenazas y golpes no son argumentos, asustan a quien sea —nos reímos juntos.

Sino logra nada tendré que usar mis puños para ver si accede.

—No lo hagas por favor —le pedí y bufó.

No prometo nada, ya me voy. Te cuidas y por favor, por lo que más quieras no hagas nada, intentó controlarte.

—¿Crees que no lo hago? —inquirí.

Sí, sí, cómo sea —colgó y miré la pantalla unos segundos.

Guardé el móvil y me encaminé hacia el aula para entrar a clase pero antes de hacerlo me detuve cuando vi que del otro lado de las escaleras salían los alumnos del aula donde estaba Bryony y entre ellos Aluca y Al. Maldita sea.

Pasé frente al aula ignorando al profesor que aún esperaba a algunos alumnos.

—¿Dónde está Bryony? —le pregunté a Aluca, ignorando a su hermano que me miraba con odio.

—Tu brujita se volvió loca —se burló Al.

—No estoy hablando contigo —le dije sin verlo —. ¿Dónde está Bryony? —le volví a preguntar a Aluca.

—¡Mira lo que me hizo la maldita esa! —se bajó la manga para mostrarme la otra quemadura que Bryony había dejado en su muñeca —. Más vale que no aparezca por aquí sino...—la interrumpí levantando un dedo.

—Más les vale a ti y el retorcido de tu hermano que se larguen de este pueblo antes de que los haga cenizas.

Antes de que alguno de los dos dijera algo empecé a bajar las escaleras.

No sabía a donde pudo ir, quizá tuvo miedo, quizá solo quería tomar aire y no preocuparse por esto. Demonios. Todo esto estaba acabando con ella, eran demasiadas cosas en poco tiempo. No quería que se rompiera y terminara mal.

Busqué en el comedor pero ahí no estaba, la busqué en los pasillos y los jardines pero tampoco estaba ahí. Estuve tentado a buscarla a las afueras de la universidad pero cuando llegué a la parte de atrás y el aroma particular de su persona penetró mis fosas nasales empecé a caminar hacia ella. Al verla ahí de pie con su mochila en la espalda solo pude sonreír, ella estaba bien y nada le había pasado.

Miré en la dirección que miraba ella y alcancé a ver a River. Fruncí el ceño y me acerqué a ella.

—¿Ese de ahí era River? —con mi pulgar señalé en dirección a donde se había ido River.

—Sí —se escuchó contenta.

—¿Y qué quería? —pregunté con curiosidad.

—Vino a decirme algunas cosas —miró a su alrededor —. Pero será mejor que no te lo diga aquí.

Ahora lo entendía.

¡Ah, ya entiendo!

Dije en mi cabeza.

—Ahora guardamos secretos —se acercó a mí —. Eso me gusta.

Deslicé mis manos a su cintura y la atraje a mí.

—Vi a Aluca —su rostro cambió por completo —. Me dijo que te volviste loca. La heriste de nuevo.

—No lo pude evitar —subió sus brazos por mi torso hacia mi cuello, rodeándolo —. Ella me hace enojar y querer quemarlo todo. Además mandé por los aires al fastidioso de su hermano.

—¿Lo hiciste volar? —asintió con la cabeza varias veces, feliz.

—Fue solo un empujón que lo estrelló contra la pared —se encogió de hombros.

—Recuérdame nunca hacerte enojar.

—A ti no te haré daño, vampirito, tú me gustas y te quiero —ahora fue ella la que me dio un toquecito en la nariz con su dedo —. Te invito a almorzar.

—Acepto —le ofrecí mi brazo donde se enganchó —. Hablé con Camille.

—¿Y qué te dijo?

—Que ya hablaron con Morgan pero no acepta venir con ellos —frunció el ceño.

—¿Morgan? —asentí con la cabeza.

—¿Qué pasa?

—River me dijo que confiara en Morga, pero, ¿Por qué no quiere venir? —preguntó curiosa.

—Tiene miedo —me miraba atenta.

—¿Miedo de qué?

—De ti —se detuvo de golpe.

—¿De mí? Ni siquiera me conoce.

—Es lo mismo que pensé, pero sé que Camille hará lo imposible para que acepte —seguimos caminando hacia el edificio.

—¿Eso crees? Sino quiere venir será imposible que acepte, lo dudo mucho si es que me tiene miedo —suspiró.

—Yo creo que sí viene, solo hay que hablar con él, o con ella.

—¿Es él o ella? —sonreí y me encogí de hombros.

—No tengo idea —no dijimos nada hasta que salimos de la universidad y entramos a un café.

Pedimos algo para almorzar a un chico y no tardó en llevar lo que ordenamos.

—¿Te puedo preguntar algo? —subí los codos a la mesa.

—Dime —le dio un sorbo a su café.

—¿Ese Eamon, ha estado contigo desde hace mucho?

—¿Por qué me preguntas por él? —alejó la taza de sus labios,

—Hay algo que no me gusta de él, llámame paranoico pero no confío en ese pajarraco —pensé que me iba a decir que estaba loco o que eran solo alucinaciones mías.

—Pues desde que yo recuerdo, sí. Mamá dijo que es el guardián que la naturaleza me dio. Pero, ¿Por qué no te agrada? —bajó la taza y ladeó un poco la cabeza para observarme.

—No sé, hay algo que no me gusta en él.

—Pero ni siquiera lo conoces.

—Y no tengo que conocerlo para decir eso —deslicé mi mano cerca de la suya, mi piel estaba un poco más fría que la de ella, que era tibia y tersa —. Solo estás segura en tus pensamientos, pequeña bruja.

—¿Por qué lo dices? —frunció el ceño, un poco confundida.

—Porque es cierto, ahora tienes que desconfiar de tu propia sombra.

—Me asustas, Caden —el agarre de mi mano en la suya se hizo más fuerte —. ¿También debo desconfiar de ti? —se escuchó temerosa.

—No, yo nunca haría nada para hacerte daño.

Sonrió.

—Te quiero tanto —aquellas palabras provocaron en mí el deseo de besarla y no soltarla jamás.

Quizá yo no era el más fuerte para cuidar de ella, porque apenas y podía cuidar de mí, pero de lo que sí estaba seguro era que haría cualquier cosa por verla feliz, tranquila y sana. Bryony era la pieza clave para terminar de una vez por todas con el mal que se estaba apoderando de Bibury. Ella era la única que podía acabar con su padre y todos los demonios que acechaban a los ciudadanos. Mantenerla con vida era la prioridad en este momento y yo tenía que ser quien cuidara de ella.

Estar a su lado no significaba ningún sacrificio, al contrario: amaba pasar tiempo a su lado, verla reír, limpiar sus lágrimas y ser dueño de su amor, así como ella era dueña del mío y de mi alma.

🌸🌸🌸🌸


¡Hola! Les dejo este capítulo, espero que les esté gustando la historia. Solo les puedo decir que se vienen cosas muy buenas y malas también.

¿Creen que Morgan acepte ir con Camille y Bastian? ¿Será un aliado de Belial? Aquí deben desconfiar de todos, hasta de su sombra.

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