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Capítulo 22 ☾ (+18)

Hola, para poder leer el siguiente capítulo necesito 150 comentarios, aquí, por favor no me gusta hacer esto, pero siento que sin comentarios es que no les gusta lo que escribo, creo que no tendría que pedírselos, ¿o sí? 

Caden

Mi boca presionaba sus labios con delicadeza pero mi lengua dentro de esta tomaba posesión de la suya. Mis manos en su cintura ejercen la presión necesaria para que de vez en cuando un jadeo brotara de lo más profundo de su garganta. En cambio sus manos se enlazaban detrás de mi nuca con sus brazos rodeando mi cuello. Las yemas de sus dedos rozaban mi piel tibia. Mi pelvis se acercaba a su zona íntima sin descaro y sin pudor.

Esto era lo más lejos que habíamos llegado en todo este tiempo y no quería dejar pasar más del necesario. Era una tortura no tenerla debajo de mí, quería arrancar su ropa, besar cada centímetro de su piel y morder todo lo que pudiera. Tenía una obsesión insana con su persona y este deseo solo creía más y más dentro de mí. Era algo que me estaba consumiendo desde el primer segundo que la vi. Era un deseo poderoso y devastador.

Mi cuerpo ardía anhelando el momento de estar dentro de ella, sentir su piel rozar la mía, ansiaba el momento de estar encima de ella o debajo, cómo fuera pero por fin, poder entregarme por completo a esto que me estaba quemando por dentro. Quería consumar por fin estas infinitas ganas por ella, quería calmar esta sed que no se quitaba con nada y que solo me volvía loco. Quizá me estaba volviendo loco pero el deseo que irradiaba junto al deseo solo acrecentaban estas infinitas ganas de ser suyo.

—Te necesito tanto —dije en un jadeo. Tenía sus labios sobre los míos.

—Y yo te necesito a ti —abrí los ojos para encontrarme con esa mirada lasciva. Sus labios estaban hinchados, rojos, un poco abiertos. Sentía su corazón martillar contra sus costillas.

Mis manos cosquillean por más, no me era suficiente con esto. Tenía una necesidad imperiosa por terminar esto de una jodida vez. Cada segundo era mucho más difícil poder tener mis manos quietas. Cada segundo era una tortura que me estaba matando y quería consumarlo ya, de una jodida vez por todas.

—No será tan fácil para ti —puso un dedo sobre mis labios. Lo apartó y señaló hacia la puerta, escuchamos golpes en la madera.

—¿Ahora qué hago yo con esto? —bajé la mirada a mi entrepierna. Sus mejillas tomaron un color rosado y se encogió de hombros.

—Yo abro —se adelantó.

—¿Y a mí en qué me ayuda que abras la puerta? —sentía las bolas hinchadas y dolían. Joder.

—Cúbrete eso —señaló mi evidente erección y se bajó de la mesa.

—Gracias —dije de manera sarcástica —. Ya sé que lo debo cubrir —salió de la cocina —. Carajo —baje la mano a aquella zona aflojando un poco la tela del pantalón. No me quedaba de otra que aplicar la vieja conocida.

Fui hacia la sala y opté por cubrir el bulto bajo mis pantalones con uno de los cojines del sofá donde me senté. Quería lucir despreocupado, nada tenso, ni afectado por lo que había pasado pero era más que obvio que no sería tan fácil disimular mi evidente estado. Tan sola besarla ya era una tortura para mí y con esto que había pasado era obvio que estaba afectado. Bufé y apreté los ojos unos segundos para intentar alejar aquellas imágenes de mi cabeza. Todavía sentía el cosquilleo que dejaban sus besos sobre mis labios. Todavía sentía sus senos apretarse bajo la tela de su suéter.

—Mierda —abrí los ojos cuando Curtis, Anthea y mi brujita entraron a la sala. Levanté la mano cuando Curtis lo hizo y quise ponerme de pie pero recordé mi pequeño problemita.

—Siéntense —les indicó Bryony. Anthea y Curtis dejaron las mochilas a un lado del sofá.

—¿Y de qué quieren hablar? —Curtis apoyó los codos en sus rodillas. Bryony vino a sentarse a mi lado y rodeé sus hombros con mi brazo. Quería protegerla de lo que estaba a punto de pasar, quizá el lobito no se iba a tomar a bien que mi pequeña bruja haya matado a su "mejor amigo".

—Es algo complicado —empezó Anthea.

—¿Qué tan complicado? —nos miró a los tres.

—Muy complicado —le dije, sereno —. Lo que te vamos a decir es difícil y quizá te enojes, te molestes y quieras sacar tu lobo pero amigo, más te vale que no lo hagas —me erguí aún con el cojín encima de las piernas —. El único que va a salir perdiendo serás tú.

Miré a Anthea y Bryony, creo que Curtis lo entendió a la primera porque solo asintió con la cabeza.

—Te escuchas cómo si hubieran hecho mal.

—Es que si lo piensas de esa manera...—Anthea se calló cuando volteó a ver a Bryony y le echó esa mirada que hiela a cualquiera —. No es tan malo pero sí es algo delicado.

—Hablen ya, carajo. Le dan muchas vueltas al asunto —espetó.

—Yo maté a Jareth —habló tan rápido que a Curtis le tocó parpadear un par de veces para entender lo que había dicho.

—¿Qué? —preguntó confundido, aturdido, estupefacto —. ¿Qué tú qué?

—Yo lo maté porque casi viola a una chica. No sabía que tenía estos poderes y todo se me fue de las manos, no quise hacerlo. Nunca se me cruzó por la cabeza la idea de hacerle daño, sé que...—Curtis se puso de pie y Bryony se cortó de inmediato.

—Hey —me puse de pie levantando una mano cuando sus ojos cobraron un tono muy diferente al añil que siempre eran —. Ni se te ocurra —le advertí, señalándolo.

—Curtis —Anthea a su lado intentaba persuadirlo de no hacer lo que sea que su cabeza estaba maquinando —. Fue un accidente. Ella no quiso hacerlo.

—No quiso hacerlo pero lo mató —dijo él, molesto —. Y todavía tienes el descaro de ir en su búsqueda. Joder.

—Es que...—Bryony se puso de pie a mi lado pero antes de que diera un paso lejos la detuve.

—¡Eres una hipócrita, Bryony Doomster! ¡Mierda! —se llevó ambas manos a la cabeza, bufó —. Maldita sea, ¿Por qué tenías que matarlo? ¿Por qué?

—¡Ya te dije que casi viola a una chica! La golpeó, la dejó inconsciente y se iba a aprovechar de la situación ¡No tuve más opción!

—¿¡Perdón!? ¿Qué no tuviste más opción? —preguntó incrédulo —. Sí tuviste otra opción y era no matarlo.

—No quise hacerlo —dijo cabizbaja —. Nunca le hubiera querido hacer daño.

—No, yo creo que siempre quisiste hacerlo y al ver la oportunidad la aprovechaste. No te creo tan inocente ahora —masculló con desagrado.

—¿Qué mierda pasa contigo? —le pregunté molesto. Estaba a nada de reventarle la boca de un puñetazo —. ¿Qué mierda estás diciendo?

—¿Qué es lo que pasa contigo? —me señaló de arriba abajo —. Pero que preguntas hago, es obvio que la vas a defender.

—Curtis, no hagas esto —Anthea puso una mano en el brazo de este, pero tal parecía que la ira que lo estaba consumiendo en este momento estaba lejos de disiparse.

—Caden, no le hagas nada —Bryony puso una mano en mi hombro.

—No voy a permitir que te hable de esta manera —le dije sin despegar los ojos de Curtis.

—¡Mató a un hombre! —estaba encolerizado.

—¡Y bien merecido que tenía la muerte! —escupí molesto —. Era un hijo de puta y un violador ¿Me vas a decir que lo estás justificando en este momento? —inquirí —. No seas imbécil y si sabes lo que te conviene no dirás nada. Te vas a mantener callado, por tu bien.

—¿Ahora me amenazas?

—Chicos —expresó Anthea tranquila.

—¿Me estás amenazando? —me estaba retando. Quería romperle la boca a puñetazos.

—Tómalo como quieras, pero más te vale que no digas ni hagas nada sino quieres que yo mismo te deje sin una gota de sangre —amenacé esta vez. Sentía los ojos arder.

—Quiero ver que lo intentes —sus ojos también cambiaron de color.

—No hagan esto —habló Bryony a mi lado —. Yo fui quien lo mató, no él, así que si haces algo que sea en mi contra.

—Ni se te ocurra —gruñí dejando ver mis colmillos que salían filosos.

—Ya basta —Anthea se puso frente a nosotros, dándonos la espalda —. Tú no eres esto, Curtis —puso sus pequeñas manos en las mejillas de él —. Bryony no puede controlarse, apenas sabe que su padre es un demonio, no sabemos exactamente cuánto poder tenga así que no puedes juzgarla por esto. Tú mismo dijiste que lo que sea que le haya pasado a Jareth él se lo ganó ¿No es así? —Curtis desvió su aterradora mirada de mí hacia la pequeña bruja frente a él —. ¿No es así? —repitió.

—S-sí —musitó él.

—Entonces también sabes que Bryony nunca le haría daño a nadie. Nos conocemos desde pequeños, Curtis —Anthea lo obligó a mirarla cuando lo hizo él de reojo hacia nosotros —. Sabes perfectamente que Jareth no era bueno, lo sabes mejor que yo y que ellos.

Asintió con la cabeza.

—No hagas esto, por favor.

—Pero yo...—tragó saliva —. No puedo procesar esto tan fácilmente —sus ojos dejaron de ser de ese ámbar tan intenso y regresaron a su color azul claro —. Lo siento, Anthea, pero no puedo estar aquí.

Se soltó de su agarre y se apartó para coger su mochila.

—¡Curtis! —le gritó Anthea. Hizo lo mismo que él y cogió su mochila para ponerla sobre su hombro.

—Thea —musitó Bryony, la pelirroja se dio media vuelta.

—Voy a hablar con él, ¿sí? Solo necesita procesar esto.

—Lo siento —musitó mi brujita apenada. Su amiga le regaló una sonrisa sincera.

—No sientas nada, él lo va a entender —Bryony le sonrió y Anthea se dio la vuelta para esta vez irse mientras le gritaba a Curtis.

—Lo he arruinado todo, ¿no es cierto? —la bruma que sentía en los ojos se empezó a disipar.

—No has arruinado nada —me giré por completo hacia ella. Lucía triste y derrotada.

—Soy un desastre —se aferró a mi ropa —. Todo lo que toco lo arruino, además de ser una asesina, soy un monstruo, una abominación de la naturaleza.

—Oye —la separé de mí, cogiendo sus mejillas entre las mías —. Tú no eres nada de eso y quien lo piense va a recibir una paliza de mi parte —sonrió con los ojos llenos de lágrimas —. Eres la chica más increíble que he conocido, eres fuerte, grandiosa, llena de tanto poder, eres una rareza de la naturaleza pero eres mi rareza y estoy bien con eso. Me encantas así cómo eres y tú deberías gustarte así también porque eres maravillosa.

—¿Eso crees? —su voz salió tímida.

—No lo creo, lo eres —estampé mis labios a los suyos, en un beso tierno, suave y delicado que encendía cada centímetro de mi piel.

—Me encantas —le escuché decir y sonreí sobre sus labios.

—Tú me encantas más, brujita.

Sostenía su mejilla con mi mano.

—Creo que hace rato estábamos haciendo algo —me dijo.

—Creo que la carne ya se descongeló —asintió con la cabeza —. ¿Vamos?

—Sí —murmuró sobre mis labios.

Bryony

Fuimos hacia la cocina y entre los dos preparamos la comida, o la cena mejor dicho. Estuvimos platicando tanto que la tarde se nos pasó tan rápido y cuando nos dimos cuenta el sol ya se había metido y la luna se dejaba ver entre las nubes en el cielo.

Puse la mesa para los dos y encendí unas velas que me encontré en la cocina. Apagué las luces de toda la casa dejando solo encendidas las del pasillo del piso de arriba. Caden seguía en la cocina terminando de preparar la cena mientras yo le mandé un mensaje a mi madre para decirle que llegaría un poco tarde. Ella estaba bien con eso.

—Esto está listo —dijo Caden entrando al comedor. Me guardé el móvil en el bolsillo de mi suéter.

—Eso huele muy rico —dejó la bandeja sobre la mesa. Olía a carne, pimienta, comino y verduras asadas.

—Tengo un buen sazón —destapó la bandeja y el olor me golpeó la nariz.

—En definitiva voy a dejar que tú cocines de ahora en adelante —sonrió victorioso.

Jaló la silla al lado de la suya para que me pudiera sentar, cuando lo hice empujó un poco hasta que estuve a una buena distancia.

—Gracias, señor Edevane —cogí la servilleta.

—De nada señorita, Doomster —sonrió sentándose y cogiendo la cubertería —. ¿No te ha llamado Anthea?

—No, todavía no lo hace —suspiré.

—Bueno —puso su mano encima de la mía, con delicadeza —. En este momento no pienses en eso ¿Sí? Solo quiero que tengas una cena en paz.

—Sí —apretó mi mano con la suya —. Gracias por esto —le dije sincera —. No sé que sería de mí en este momento si tú no estuvieras aquí.

—No sé que sería de mí sin ti, pequeña bruja. Siempre he sido un desastre pero contigo siento que puedo ser mejor de lo que no he sido nunca.

—Creo que estamos hechos el uno para el otro, ¿no es así? —asintió con la cabeza.

—Estoy más que seguro que es así. Toda mi vida he esperado por ti y ahora que estoy aquí, contigo no pienso dejarte.

Sus palabras eran lindas y tiernas, provocaban que quisiera besarlo hasta cansarme de ello.

—Eres tan lindo —le sonreí y él hizo lo mismo.

—Solo contigo, pequeña bruja —soltó mi mano.

Me sirvió a mí primero y después lo hizo él.

—¿Te puedo hacer una pregunta?

—Dime —empezó a cortar la carne.

—El proceso de transformación de humano a vampiro ¿es doloroso? —de inmediato giró la cabeza para verme.

—Algo, más que nada es que tu cuerpo se adapte a tu nueva condición.

—¿Y cómo es eso? —ahora yo cortaba la carne. Todo olía tan rico y mi estómago pedía alimento.

—A las pocas horas de haber sido transformado el cuerpo me empezó a doler, me dio fiebre, me dolían los huesos, sentía el veneno corriendo por mis venas. Tenía una sed y un hambre que nunca había sentido en mi vida humana. Bebía agua y comía todo lo que podía pero nada me saciaba —lo contemplaba atenta mientras me echaba un poco de verdura a la boca —. Todo lo que consumía lo vomitaba, era una cosa viscosa y asquerosa —se estremeció —. No entendía bien que pasaba conmigo, qué era, qué me estaba pasando.

—¿Y cómo supiste que eras vampiro?

—Pasó algo con una chica y yo...—me miró con pena —. Bebí de su sangre, sentí que tenía que hacerlo. Ahí descubrí que aparte de ser un demonio era un vampiro ¿Por qué haces estas preguntas? —enarcó la ceja derecha.

—Solo es curiosidad —me limité a encogerme de hombros y a seguir cenando.

—No es solo eso. En la tarde tenías estos pensamientos rondando en tu cabecita —soltó el cubierto apoyando los codos en la mesa —. ¿Qué pasa?

—Es solo que...Algún día voy a envejecer, no soy eterna y tú eres inmortal —sentí un nudo en la garganta —. Voy a morir, Caden, ¿lo entiendes? —negó con la cabeza.

—No hables de esto, no ahora —su voz se escuchó baja trémula.

—Tienes que estar consciente que me voy a hacer vieja y que te vas quedar solo, sino es que mi padre me mata primero.

—No sigas —musitó llevando sus manos a sus labios.

—Tenemos que entender que no todo en esta vida es perfecto y que yo, aunque sea un demonio también, sigo siendo humana, o una parte de mí lo es, una muy pequeña parte lo es.

—No sigas —se puso de pie empujando la silla hacia un lado. Se acercó a mí, me cogió de la mano y me acorraló entre su cuerpo y la mesa —. No digas esas cosas —su voz se escuchó rota, llena de dolor —. Ahora no —su boca hizo presión en mis labios, con furia, con fuerza y dolor. Sentí que su corazón se estaba agrietando.

Gemí en el momento que sus manos se deslizaron desde mi cintura a mi trasero, me impulsó y me sentó encima de la mesa, llevandose con las manos lo que había encima de esta. Mi boca fue presa de sus labios y su lengua, su torso se apretaba a mis pechos, su pelvis se acercaba a mi intimidad provocando un escalofrío que me recorrió de pies a cabeza, hasta el último de mis cabellos. Estaba en medio de mis piernas, devorando mi boca, su respiración era rápida, frenética y su corazón iba tan rápido que golpeaba las paredes de sus costillas. Mis brazos rodearon su cuello atrayéndolo a mí, para que no quedara ni un solo centímetro de separación entre nuestros cuerpos. El olor de su piel se impregna en cada poro de la mía, el calor que mi cuerpo desprendía era atrapado por la tela de su camisa que se ajustaba a su torso, sus brazos, su espalda. Mis brazos presionaban su cuello, su erección se apretaba a la tela de mis jeans que en este momento era un gran estorbo para mí, estaba ardiendo en deseo y él era el causante de este fuego infernal que se estaba cocinando en mi interior.

—Quiero hacerte mía —gimió en mi boca —. Quiero estar dentro de ti en este momento. Quiero devorarte todita —mi boca fue presa de nuevo de sus labios que se movían encima de los míos. Su lengua descarada se deslizaba sobre mis labios rojos e hinchados, mordiéndolos, succionando cada dos por tres.

—Quiero ser tuya, vampirito —mi voz salió en una suplica que me estaba desbaratando por completo. Estaba a nada de rasgar la camisa que traía puesta encima, podía apreciar los músculos de su tórax y sus brazos contraerse debajo de la tela y cada movimiento suyo me incitaba mucho a perder el control.

No dijo nada solo me tomó en brazos bajándome de la mesa apresando mi cintura con uno de sus brazos y la otra en mi trasero, mis piernas se enredaron en su cintura caminando los dos fuera de la cocina. El deseo era tanto que mientras su boca devoraba la mía se detuvo pegando mi espalda en la pared. Su pelvis se restregaba en mi centro, húmedo y caliente. Me sentía arder por dentro, como si lava fluyera por mis venas en lugar de sangre.

Gemía bajito con sus labios sobre los míos. Nos separamos y me llevó hacia las escaleras donde subimos rápidamente para recorrer el pasillo y entrar a su habitación que estaba a oscuras. Escuché la puerta cerrarse detrás de mi espalda. Nos quedamos en medio de la habitación donde me bajó lentamente hasta que mis pies tocaron el suelo. Me rodeó hasta que quedó detrás de mí con su torso presionando mi espalda.

—¿Qué-qué haces? —murmuré con la voz temblorosa al sentirlo tan cerca de mí.

—Voy a hacer que esta noche sea inolvidable para ti —su voz se escuchó ronca, dominante, imponente. Me caló cada uno de los huesos y erizó mi piel.

Sentí sus dedos subir lentamente desde el inicio de mi espalda hasta mi nuca. Las yemas de sus dedos se deslizaron por mi piel provocando un rico escalofrío en todo mi sistema nervioso. Con los dedos apartó mi cabello para ponerlo a mi lado derecho. Sus labios hicieron presión en mi piel caliente mientras su respiración me hacía cosquillas, estremeciéndome. Con pequeños besos recorrió mi cuello hasta llegar al inicio de mi oreja, donde se detuvo lamiendo con la punta de su lengua, mientras sus manos envolvían mi delgada cintura atrayéndome más a él. Tiró del lóbulo de mi oreja con sus dientes, gemí sin poder evitarlo y escuché una risa traviesa de parte suya. Sus dedos empezaron a subir quitando uno a uno los botones de mi suéter, cuando terminó con el último de estos tiró de la tela despacio alargando más el momento, la tela se deslizó por mis brazos dejándolos desnudos y la tela cayó en un sonido seco a mis pies.

De nuevo sus manos se detuvieron en mi vientre metiéndolas bajo la tela de mi blusa, subiendo despacio y juguetonas por mi estómago. El trayecto hacia mis senos duró segundos en los que me sentía desfallecer y cuando llegó a estos sus manos acunaron mis pequeños pechos, gemí de nuevo secando mi garganta, mis manos fueron a su cuello atrayéndolo a mí. Besaba mi cuello sin pudor alguno, mojando mi piel, provocando una y mil sensaciones que me estaban matando desde adentro. Tenía todos mis sentidos alerta, podía escuchar el soplo del viento y cómo este se colaba entre las ramas de los árboles tirando las hojas a su paso, podía sentir la brisa de la noche acariciar la piel desnuda de mis brazos. Escuchaba a las aves cantar en los árboles, los pequeños y mortecinos pasos de las liebres y los demás animales que habitaban en el bosque alrededor de la mansión.

De un momento al otro se deshizo de mi blusa dejándola en el suelo, después sus manos se hicieron cargo de mi sostén que dejó a un lado también. Mi piel se estremeció cuando sus manos hicieron presa a mis senos y los apretó sin pudor alguno, sus dedos pellizcaron mis pezones, jugando un poco con ellos en el proceso. Su boca seguía castigando la sensible piel de mi cuello, lamiendo un poco y mordiendo mucho más. Era un dolor placentero que me estaba matando.

Rodeó mi cuerpo de nuevo y cuando sus manos abandonaron mis senos me sentí vacía, sentí frío y un hueco en el estómago. Se puso frente a mí y lo vi quitarse las botas que llevaba puestas, su mirada estaba fija en la mía mientras se quitaba el cinturón y la hebilla chocando el botón de su pantalón emitía un sonido peculiar. Se llevó el pantalón y el boxer juntos dejándolos a un lado de la cama. Se quitó la camisa bajo mi atenta mirada que no dejaba de observar cada uno de sus movimientos hasta que se sentó en la orilla del colchón, cogiendo mi mano llevándome con él. Me metí entre sus piernas, sin dejar de mirarme se ocupó de mi pantalón y mis zapatillas.

Levanté una ceja al no saber de que iba esto, pero cuando abrió mis piernas y me hizo sentarme en las suyas entendí bien qué es lo que quería de mí. Mis piernas quedaron a cada lado de sus muslos mientras que mis pies colgaban en el aire. Mi intimidad rozaba su miembro que para este momento estaba duro y lo sentía serpentear en mis pliegues.

—Hazlo tú —dijo con voz ronca, seca y demandante. Sus manos se ajustaron a mis delgadas caderas —. Quiero que seas tú la que tome el control esta noche.

No podía pronunciar palabra alguna ante su voz que perforaba mi piel y carne.

Me levanté un poco metiendo la mano entre su cuerpo y el mío, él no dejaba de mirarme y por alguna extraña razón tampoco quería que dejara de hacerlo. Quería ver el momento justo en el que estuviera dentro de mí, quería ver sus gestos y muecas de placer. Con mi pequeña mano cogí su miembro, tenía el tamaño correcto y el grosor perfecto. Mi mano se ajustó a su grosor y lo deslicé por mis labios, estaba tan mojada que no hubo problema alguno para que este entrara despacio, sin obstáculos, lento, tan lento que me estaba torturando el alma y el cuerpo.

Su boca se abrió un poco dejando salir un leve gemido, sus hombros se ensancharon y echó la cabeza hacia atrás en el momento que lo tuve dentro por completo. Aquella sensación que me provocó fue cómo tocar el mismo cielo, pero en lugar de nubes y arcángeles yo sentía llamas a mi alrededor y miles de demonios danzar en un ritual sexual que estaba empezando. Sus brazos rodearon mi delgado cuerpo, apretándome a él, rozando mis senos con su torso. Empecé a moverme encima de él de una manera suave y lenta, a la vez que sus labios devoraban mis labios, mordiéndolos y lamiendo todo a su paso. Mi piel ardía con el paso de los minutos y sentía en mi interior una flama que se hacía más y más grande. Mis brazos se enredaron en su cuello una vez más. No quería tenerlo lejos, sino lo más cerca posible, que no cupiera ni un alfiler entre nosotros. Las palmas de sus manos acariciaban mi piel que estaba ardiendo ya, él movía sus caderas al ritmo de mis movimientos, nuestros sexos se rozaban y se tocaban. Estaba tan húmeda por sus besos y sus caricias en mi piel.

Gemía sin descaro. Me movía encima de él. Me estaba dejando llevar por esto que existía entre nosotros, esto que surgió desde el momento que nos vimos por primera vez y que nos estaba consumiendo de pies a cabeza. Yo sabía que había algo entre él y yo, sabía que además de la atracción existía mucho más que una pasión pasajera y que un deseo carnal. Lo nuestro iba más allá de lo terrenal y no sabía cómo explicar este sentimiento pero entre más pasaba el tiempo sentía que no me podía separar de él, era mi ancla a este mundo, al lado bueno de mí, sentía que si lo dejaba ir yo me iba a ir con él, con todo lo bueno que aún quedaba dentro de mi ser.

—Soy tuyo —gimió sobre mis labios —. Siempre he sido tuyo y te amo —mi corazón dio un vuelco al escucharlo decir estas palabras —. Te amo, brujita y te amaré hasta la eternidad y más allá de esta también.

—Caden...—podía ver su mirada bajo la oscuridad que se ceñía sobre nosotros.

—Amo esta mirada —me miraba fijamente —. Arde de deseo, pasión y lujuria. Eres fuego, Bryony y quiero que me consumas hasta la cenizas —jadee cuando embistió dentro de mí —. Tu cuerpo es un templo, tú eres mi diosa y te voy a venerar hasta el fin de mis días.

De nuevo lo sentí más dentro de mí, su miembro era grande y grueso. Me estaba matando lentamente.

—Caden...me estás matando —cerré los ojos. Empecé a sentir un cosquilleo que empezó a esparcirse desde mi vientre bajo. Sus labios tomaron posesión de mis pezones y no tuvo piedad cuando con los dientes empezó a torturarlos. Mis manos subieron a su cabeza revolviendo sus cabellos, alborotándolos en el proceso —. Oh Dios —gemí.

El calor me estaba abrazando y lo quería liberar ya, iba a explotar, me quería desgarrar la garganta, quería dejarlo salir a cómo diera lugar y esta vez nadie me iba a detener.

—Hazlo —sus labios seguían cerca de mis pezones —. Déjalo salir, que yo estaré encantado de escuchar mi nombre ser pronunciado por ti en un orgasmo.

Siguió arremetiendo dentro de mí, sin piedad, sin pudor, deslizándose de adentro hacia afuera, duro y profundo. Aquel cosquilleo se intensificó y dejó de ser una suave caricia para ser un tornado que estaba acabando conmigo. Creció a tal grado que no cabía dentro de mí y salió expulsado en un grito de placer, sentí una especie de pulso brotar desde lo más profundo de mi alma, me sacudió por completo, me consumió hasta lo más profundo de mi oscuridad. Era arrasador, intenso, devastador y desgarrador. Grité su nombre y gemí al mismo tiempo que lo hizo él, al abrir los ojos me encontré con su oscura mirada, la misma que tenía aquella noche pero esta vez había solo deseo en sus orbes. Sus iris eran de un intenso rojo sangre y debajo de sus pestañas se notaban las venas rojas como si fueran las ramas de un árbol. Sus colmillos salieron filosos y desgarradores, por un momento quise sentir su poderosa mordida en mi piel, saber que sentía ser devorada por él.

—Eso es brujita —jadeó. Su pecho subía y bajaba —. Te amo —murmuró en mis labios.

Lo abracé a mí, sintiendo en mi cuerpo los estragos de este orgasmo que se había llevado mi alma también. Las piernas me fallaban, las sentía cómo gelatinas, no tenía fuerza en ninguna de las extremidades de mi cuerpo. Mi estómago se contrajo, mis brazos lo abrazaron más fuerte y los suyos en mi cuerpo me envolvieron por completo. Era solamente un saco de huesos, frágil y sin fuerzas.

—Te amo —nos separamos unos centímetros, acunando sus mejillas en mis manos —. Te amo tanto —se acercó para dejar un tierno beso en mis labios. En sus orbes todavía había restos de aquella oscuridad que habitaba dentro de él, pero poco a poco esta se fue disipando. Quise decir algo pero él no me dejó —. No tienes que decir nada, sé esperar y el día que me digas que me amas quiero que lo digas desde lo más profundo de tu amor por mí.

—Eres perfecto, Caden —aprecié su rostro —. No eres del todo bueno y aún así me encuentro hechizada por ti. Te voy a amar siempre —con mis dedos quité algunos cabellos que tenía pegados en la frente, esta estaba perlada en sudor —. Eres mi protector, eres mi oscuro ángel guardián —sus labios se desplegaron en una sonrisa —. Me encantas.

—Tú me encantas a mí —presionó sus labios a los míos —. Estoy idiotizado por tu persona —murmuró.

Me quedé observándolo por interminables segundos en los que me perdí en su mirada depredadora. Mis dedos se deslizaron por las hebras negras de su cabello, masajeando un poco a su paso.

—Creo que me voy a dar un baño —le dije. Soltó mi cuerpo, dejándome libre.

—Anda ve —me bajé de encima y me di la vuelta, pero al hacerlo sentí una nalgada en mi costado derecho. Al voltear tenía las manos apoyadas a su costado, con una sonrisa petulante y traviesa en los labios.

—Mano larga —bajo su atenta mirada caminé hacia el baño y cerré la puerta. En medio de mis muslos corría un líquido semitransparente y tibio.

Al cerrar la puerta fui hacia la regadera y abrí la llave del agua caliente que empezó a caer sobre mi cuerpo desnudo. Pasaba mis manos por mis muslos, mi cintura y mi estómago para quitar los restos de sudor en mi piel.

Al bajar la mirada pude notar las marcas de los dedos de Caden en mis caderas, en mis senos y mi cintura. Una sonrisa traviesa se deslizó en mis labios al recordar como sus dedos se hundían en mi piel. Fue tan placentero poder sentir la fuerza de sus brazos torturar mi cuerpo. Nunca me había sentido así de bien, tan plena y llena en todos los sentidos.

Dure algunos minutos dentro del baño, salí envuelta en una toalla, secando mi cabello con otra. Al cerrar la puerta la cama ya estaba lista para meterme dentro, Caden ya se había duchado y solo estaba en boxers. Su cabello estaba húmedo.

—Camille tenía esto en su cama —detrás de su espalda sacó un conjunto de color blanco, la tela era brillante y se veía suave —. Creo que te va a quedar bien —les echó un vistazo.

—¿No se va a enojar?

—No creo, si le decimos que lo has usado después de consumar nuestro amor —sonrió de oreja a oreja.

—Dame eso —se acercó y me entregó la blusa de tirantes y el short corto. Me deshice de la toalla que cayó a mis pies y sus ojos me observaron de arriba abajo. Su mirada era lasciva, llena de deseo.

—Me gustas más cuando no usas ropa —ladeó la cabeza y frunció los labios.

—Cállate, sucio depravado —metí mis pies en los agujeros del short, la tela era suave y delicada.

—Pero este sucio depravado te ha dado el mejor orgasmo de toda tu vida —me puse la blusa y su mirada se quedo atenta en mis senos al bajar la vista a estos me di cuenta que se notaban en demasía mis pezones.

—¿Puedes ser un poco más disimulado? —inquirí.

—¿Por qué serlo? Ya te vi desnuda de pies a cabeza, ahora sé qué hay debajo de esa ropa —se lamió los labios.

—Eres todo un caso —le dije metiéndome bajo los cobertores. Él hizo lo mismo y se acostó a mi lado, levantó su brazo para meterlo bajo mi cuello. Subí mi pierna arriba de la suya y la otra quedó debajo.

—Pero soy tu caso y ahora tendrás que lidiar con eso —dejó un beso en mi frente.

Escuché mi móvil vibrar en algún lado de la habitación.

—Está a tu lado —me acerqué a la mesita de noche y cogí el móvil. Al ver la pantalla vi que era Thea.

"Curtis ya está mucho mejor. Estoy hablando con él"

Le respondí de inmediato.

"Me avisas cualquier cosa"

Mandé el mensaje y dejé el móvil en su lugar.

—Era Thea, dice que Curtis ya está mucho mejor y que está hablando con él.

—Bien, no queremos tener problemas con los lobos —me abrazó a él.

—¿Crees que hice bien al decirle todo? —apoyé mi cabeza en su torso.

—Yo creo que sí, tarde o temprano se iba a enterar y qué mejor que seas tú quien se lo diga —él tenía razón —. Espero que lo entienda todo, los lobos serán grandes aliados.

—Lo sé —suspiré.

—No te llenes la cabeza de pensamientos negativos, pequeña bruja. Todo va a estar bien.

—Gracias por estar conmigo.

—El honor es todo mío —de nuevo me dio un beso.

—Hasta mañana, vampirito.

—Hasta mañana, pequeña bruja.


🌸🌸🌸🌸

¡Holis! Espero alguien lea esto. De verdad me siento mal por pedir comentarios en los capítulos, pero un capítulo anterior no tuvo ni un comentario, ¿Cómo creen que me sentí al respecto? Mal, muy mal. Espero que de ustedes nazca comentar sin que yo se los tenga que pedir, por favor, es algo que no me gusta hacer, ¿tenemos un acuerdo? 🥺

¿Les ha gustado el capítulo? Espero que sea así ya que tiene bastantes palabras y creo que está decente. 

¿Qué creen que vaya a pasar de ahora en adelante?

Van a llegar más personajes a esta historia y algunos de ellos serán importantes para la trama.

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