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Capítulo 21 ☾

Hola, dejo esto por aquí porque hay quienes no leen las notas de autor. No me quería ver en la penosa necesidad de estar haciendo esto pero las circunstancias me han orillado a hacerlo. Dado a que no veo muchos comentarios en esta historia les voy a dejar una meta para poder leer el siguiente capítulo, sé que es desagradable que yo como autora les pida esto, pero quiero que entiendan que escribo gratis sin recibir ningún pago a cambio y creo que lo menos que merezco es un voto de su parte y al menos un comentario, ¿no lo creen? Si consideran que no vale la pena, entonces está bien, puedes dejar de leer la historia y seguir. Para leer el siguiente capítulo necesito aquí, al menos 150 comentarios si son más mucho mejor, esto será así de ahora en adelante, así que de ustedes depende cuando suba, ya que tengo más historias y yo seguiré escribiendo esta pero sin subir nada hasta que lleguen a la meta.

Bryony

Dos demonios aquí, en la universidad, habitando en el mismo pueblo que yo. ¿Podía estar más jodida en este momento? No lo creo. Cuando pensaba que no me podía estar yendo tan mal llegaron estos dos hermanos a joderlo todo, a querer joderme a mí. Mi padre sí que podía llegar a ser un hijo de puta.

Ay Dios perdóname tú y Lilith.

Pero es cierto, estaba jugando sucio el muy cobarde. Se escondía en las sombras para hacer sus fechorías y no daba la cara el muy cobarde, maldito hijo del mal.

¿Qué es lo que mi padre pretendía con esto? ¿Cuáles eran exactamente sus planes para conmigo?

Saberlo sería tan difícil ya que el maldito no se aparecía por aquí para poder verlo y saber qué quería de mí. Aunque leyendo todos los libros donde se hacía mención de su persona sabíamos que lo que sea que quería no era bueno. Nada bueno. Y tenía que enfrentarme a él, ¿Cómo iba a poder hacerlo si era el rey de las mentiras, la lujuria y los pecados? Yo era nada a su lado, una insignificante bruja mediocre que no sabía nada de la vida.

No dejé de pensar y pensar en él en todo el resto del día. Mi cabeza estaba llena de información, de dudas que no tenían respuesta, estaba llena de miedo y aterrada más que nada con la presencia de estos dos seres diabólicos. Su aura era oscura, tenebrosa, llena de pecados y parecían tener el mismo infierno en la mirada. Ambos estaban tan corrompidos que ya no había salvación para su alma. Y me pregunté si yo llegaría a ese grado de pecaminosidad, si llegaría tan bajo cómo ellos para obtener lo que más quería.

Su presencia llamó la atención de todos aquí, eran la sensación del momento. Más que nada la chica que parecía hechizar y encantar a todos a su paso. Era bonita, era cierto, caminaba con elegancia y sensualidad, la cual desborda a raudales a su paso. Era encantadora e incitaba al pecado. Mientras que su hermano era un poco más serio pero no por ello dejaba de significar algún peligro, al contrario, había que cuidarse de los dos.

—¿Ya vieron a los nuevos? —Curtis llegó a donde estábamos Anthea y yo. Caden se encontraba más allá hablando con Camille, le estaba avisando lo que estaba pasando en este momento.

Curtis dejó su mochila y nos miró atento.

—¿Eh? —levantó ambas cejas.

—Qué sí, que ya los hemos visto —masculló Anthea, dirigiéndose a los hermanos que estaban frente a nosotros pero unos metros apartados —. Cómo no los vamos a ver si ella llama demasiado la atención —masculló.

Se veía molesta ya que aparte de que todos los chicos miraban a Aluca, Curtis lo hacía también y eso era como darle un patada en el pecho a mi mejor amiga.

—Te vas a babear la chaqueta —le dije a Curtis que cerró la boca.

—Idiota —le masculló Thea ignorándolo.

—¿Qué dije? —Curtis se veía confundido.

—Mejor no hables Curtis Cyrus —zanjó mi amiga —. Cierra tu maldita boca bonita.

—Es mejor que no te acerques a ellos —le di una palmada en la pierna a Curtis.

—¿Por qué?—frunció el ceño.

—Son demonios, idiota —Thea estaba molesta, era más que obvio.

—Y no son cualquier tipo de demonios —Caden llegó a nosotros.

—¿Ah no? —los tres lo miramos hacia arriba hasta que se sentó a mi lado, frente a Thea que se encontraba sentada atrás. Caden negó con la cabeza.

—Los dos son demonios sexuales, te hacen sacar tus más bajos instintos, se apoderan de tu mente llenándote la cabeza con pecados y pensamientos llenos de lujuria. Te corrompen, te hacen pecar y cuando se cansan de ti beben tu sangre, también son vampiros —lo miraba atenta.

—¿Demonios vampiros? —le pregunté. Volteó a verme asintiendo con la cabeza —. Vaya.

—Ellos dos estaban al lado de tu padre, Aluca fue quien me transformó —pude notar cuando apretó los puños. Sentía su ira enervar por sus venas como veneno tóxico que recorría todo su cuerpo. Su mandíbula se contrajo, sus dientes chirriaban dentro de su boca, había tanto odio dentro de él, en este momento.

—Esa hija de...perra —espeté volteando a verla.

—Esperen —Curtis se puso de pie, ahora más que nunca se veía confundido —. ¿De qué estás hablando? —se dirigió a Caden.

—No eres más tonto porque no eres más viejo —Thea se pellizcó el puente de la nariz con dos dedos —. Caden no es un vampiro cualquiera, fue usado como un sacrificio para Belial, que resulta ser el padre de Bryony —Curtis arrastró la mirada hasta Caden y a mí, mirándome más detenidamente a mí.

—¿Qué? —su voz salió en un jadeo.

—Pues eso —siguió explicando Thea —. Se avecina algo muy grande, Curtis. Belial quiere algo de Bryony, ¿El qué? No lo sabemos pero sí sabemos que vamos a necesitar toda la ayuda posible. Esos dos demonios los mandó Belial, por eso es indispensable que no te acerques a ellos.

—Mucho menos a Aluca —añadió Caden —. Es sádica y retorcida.

Se giró para verme con una tierna sonrisa en los labios.

—No dejes que te toquen, menos ella —su voz se escuchó serena.

—Gracias por la recomendación —le dije apoyando mi cabeza en su hombro y suspirando —. Además hay algo que debo decirte —me dirigí a Curtis. Thea y Caden ya sabían a qué me refería —. Pero no podemos decírtelo aquí —miré nuestro entorno.

Aluca no nos quitaba la mirada de encima y su hermano miraba a su alrededor también.

—¿Puedes ir a la casa después de clases? —le preguntó Caden.

—¿A tu casa? —tragó saliva.

—Sí.

—Sí puedo —suspiró.

—Entonces ahí nos vemos. Es algo importante, no vayas a faltar —lo señaló con un dedo y se puso de pie —. ¿Nos vamos? —cogió ambas mochilas y se las echó al hombro.

—Vamos —me puse de pie, cogiendo su mano —. Nos vemos —les dije adiós a ambos con la mano.

Thea me regaló una bonita sonrisa y Curtis se sentó a su lado.

—¿Por qué cuando parece que todo va bien tiene que pasar algo que lo arruina todo? —solté un suspiro. Su agarre en mi mano se hizo más fuerte.

—Estamos juntos, pequeña bruja y eso es lo más importante en este momento —me giré a verlo.

Él era tan atractivo, con esa mirada llena de misterios, un tanto frío y se podría decir que a veces sádico y retorcido. Me gustaba, me gustaba todo de él, tanto por fuera cómo por dentro.

—¿Crees que Aluca y Al intenten algo?

—Pues más les vale que no se atrevan a ponerte un dedo encima sino yo mismo les saco el corazón? —su voz sonó tan fría y cruel que me heló la sangre.

—¿Eso se puede?

—¿El qué? ¿Sacarles el corazón?

—Ajá, lo que sabemos de los demonios es que no tienen una forma definida, se apoderan de los cuerpos de los humanos para poder ser alguien, pero debe existir la manera en la que se pueda atrapar su esencia para que no salgan más, ¿No es así? —Caden se detuvo en medio del pasillo donde íbamos y se puso frente a mí.

—Se debe poder, al igual que con tu padre —me mordí el interior de la mejilla. Él pudo notar mi incomodidad —. ¿Qué pasa? —cogió mi otra mano para sostener ambas con las suyas.

—No sé si pueda contra él. Es tan fuerte, poderoso, lleno de trucos y es un demonio, uno de los siete demonios más poderosos de los nueve círculos del infierno —suspiré —. ¿Cómo voy a poder contra uno de los demonios más poderosos? Dime.

—Tienes un gran potencial, pequeña bruja. Eres mitad demonio, mitad bruja y tienes una parte angelical, eso debe servir para vencerlo. No creo que necesites ni conjuros ni nada de eso. Solo debemos trabajar en tus poderes diabólicos un poco más. Ya no se trata solo de ti y de mí, ni de nuestra familia —dijo con voz serena —. Ahora es por todos ellos.

Ambos miramos nuestro entorno, a cada uno de los alumnos que pasaban a nuestro lado, ajenos a lo que estaba pasando.

—Yo confío en ti, en que tienes el potencial para acabar con tu padre.

—Tú confías demasiado en mí.

—Te confío hasta mi vida —se acercó para apretar sus labios a los míos. Fue un beso suave y delicado, tierno y dulce a la vez. Cada que sus labios ejercían presión contra los míos una llama dentro de mí se encendía, era una flama que crecía más y más con cada uno de sus besos y sus caricias sutiles.

Su lengua se metió descarada en mi boca, presionando su cuerpo contra el mío. Su mano subió a mi nuca ejerciendo presión con sus dedos, atrayéndome a sí. Quería más, mucho más de él. Lo necesitaba tanto. Era algo que me estaba consumiendo por dentro y que crecía, quería explotar en cualquier momento.

—Oh Dios —gemí sobre sus labios. Sentí una tierna sonrisa antes que se separara unos centímetros.

—¿Te gusta? —asentí con la cabeza mordiendo mi labio. Abrí los ojos para encontrarme con una mirada llena de deseo —. No te imaginas cuanto te deseo, brujita. El día que estés entre mis brazos no voy a tener piedad de tu alma pura —de nuevo me besó, cómo si no existiera un mañana. Envolviéndonos en una burbuja donde solo cabíamos nosotros dos y nadie más.

—Y no quiero que tengas piedad de mí —murmuré sobre sus labios.

—Te vas a arrepentir de tus palabras —nos separamos.

—No lo creo —le dije convencida de mis palabras.

—No quiero que llegues tarde a clases —me entregó su mano la cual acepté gustosa.

—Te preocupas demasiado por mi educación —caminamos hacia las escaleras.

Aún podía sentir ese cosquilleo característico en la boca de mi estómago y un poco más abajo. Era una ligera caricia que me hacía temblar.

—Quiero que seas alguien en la vida.

—Me imagino que tienes más de un título universitario —volteé a verlo y asintió —. ¿Cuantos?

—Muchos —se rio de una manera tierna —. He sido profesor de universidad, poeta, químico, una vez quise ser rockstar pero no me gustó esa vida.

—¿¡Qué!? —expresé sorprendida por su declaración —. ¿No te gustó esa vida llena de sexo, drogas y rock and roll?

—Era demasiado para mí, soy un hombre hogareño, al que no le gusta andar de fiesta, me gusta ver películas antiguas, beber cerveza de barril y me gusta el rock de los noventas.

Aquella información me hizo pensar en algo. Había tantas cosas que no sabía de él y ahora quería saberlo todo, quería conocerlo de pies a cabeza.

—¿Alguna vez fuiste a un concierto?

—He ido a miles —caminamos por el pasillo para ir a mi siguiente clase.

—¿Viste a Nirvana? —Caden se detuvo y me miró atento.

—Sí.

¡Oh por Dios!

—¿En-en serio? —parpadeé. No me podía creer que me estuviera diciendo esto —. ¿Cómo era él?

—Extravagante, se movía de un lado al otro del escenario, tenía una voz fuerte y hermosa —pensó —. Me gustaba cómo tocaba la guitarra, esa vitalidad y energía que siempre tenía. Sin duda alguna una de mis bandas favoritas.

Si antes me gustaba ahora estaba idiota por él.

—A mí me encanta.

—He visto tus discos de vinilo —asentí con la cabeza —. Tenemos mucho más en común de lo que me imaginaba.

—Me tienes que contar todo de ti, has tenido una vida llena de aventuras —le di un toquecito con mi dedo en su pecho, algo que lo hizo reír.

—Solo he vivido cientos de años.

Pensé en Caden, en su vida llena de aventuras, en que había vivido mil vidas en una y me pregunté si yo quería esto. Era humana también y que fuera mitad demonio no me aseguraba una vida eterna. Iba a morir en algún momento y fue ahí donde comprendí que no sería eterna para él. Sentí una opresión en el pecho, fue doloroso y él lo pudo sentir también.

—No pienses en eso —me dijo tocando mi mejilla con sus dedos —. Ahora es lo menos importante.

—Pero...—antes de decir nada puso su dedo sobre mis labios.

—Nada, ya habrá tiempo para esas cosas.

Dejó un tierno beso en mi frente.

—Siempre haces que me sienta mejor aunque el mundo se me esté cayendo a pedazos.

—Fui hecho para hacerte feliz, también hablo del sexo.

Santo Dios.

—¡Caden! —chillé y nos apartamos —. Deja de decir este tipo de cosas aquí —miré nuestro entorno.

—¿Por qué? No me importa que todos sepan que me traes cómo un loco y que estoy idiotizado por tu persona.

—Sí, pero me da pena —bajé la mirada.

—La pena se te va a quitar cuando esté entre tus piernas, brujita —me dio un toquecito en la nariz con su dedo.

—Descarado —sonrió.

—Así te gusto —dijo victorioso.

—Me tengo que ir. Voy a llegar tarde a clases.

—Te veo aquí —asentí y me di la vuelta, pero antes de dar un paso me giré a verlo y dejé sobre sus labios un casto beso. Aquello lo hizo sonreír y morder su labio inferior.

Este hombre me provocaba hacer tantas cosas, unas más insanas que las otras, pero todas y cada una de ellas sucias y depravadas. No pensaba bien cuando estaba a su lado, la mente se me nublaba, se me cruzaban mil ideas depravadas y sentía que el corazón se me iba a salir del pecho.

Al entrar al aula la profesora apenas iba llegando, había algunos asientos vacíos y pude elegir donde sentarme. Dejé la mochila en el suelo, la abrí para sacar el libro y una libreta. Al levantar la cabeza me encontré con la imponente figura de Aluca, tenía los brazos cruzados sobre su pecho.

—Aluca —mascullé arrugando la nariz.

La muy maldita se sentó a mi lado.

—Me imagino que Caden te habló de mi hermano y de mí.

—Oh sí, él me ha dicho la clase de demonios que son ustedes dos —musité sin mirarla, pero su presencia era abrumadora —. ¿Supongo que mi padre fue quien los mandó?

—Así es.

—Ya me lo imaginaba —apreté los labios —. ¿Y qué es lo qué quiere? —esta vez me giré hacia ella.

—Que te alejes de Caden, él no es bueno para ti —me reí de manera sarcástica.

—Mira quien lo dice.

—Supongo que no te ha dicho todo, ¿O sí? —negué con la cabeza.

—No vas a conseguir nada, Aluca, no me vas a separar de él.

—Es un mentiroso que te oculta muchas cosas —levantó la mano, puso sus dedos debajo de mi barbilla —. No te merece.

—No me toques —aparté su mano, rodeando su muñeca con mis dedos, ejerciendo presión en su piel —. No te atrevas siquiera a pensar en la maldita posibilidad de acercarte a mí o alguno de nosotros —mi voz era demandante. Mi agarre en su muñeca se hizo más fuerte, quemaba y ardía —. No te atrevas a nada porque te juro que no voy a tener piedad de ti —Aluca se quejó.

Mis ojos entonaron su mano y justo en su muñeca tenía la cruz diabólica: la marca de mi padre. Mis ojos se abrieron al notar la marca que se estaba formando en su piel, yo le estaba haciendo esto.

La solté cómo si fuera tóxica. No lo podía creer.

Aluca se sobó la parte lastimada y se quejó. Recogí mis cosas a toda prisa y salí del aula sin decir nada bajo la atenta mirada de la profesora, extrañada por mi comportamiento. ¿Yo había hecho eso? ¿Yo había lastimado a un demonio?

Empujé la puerta y salí al pasillo donde pude respirar en paz. Llenando mis pulmones de oxígeno limpio.

*—בקרוב מאוד תגלה מי זה קדן!

Al voltearme Aluca estaba en medio del pasillo. Mirándome atenta.

                                                                                                                                                                     עזוב אותי לבד!—*

Hablé en otra lengua. Me sorprendí al escucharme decir esto. Ella también se sorprendió, tanto que abrió los ojos y quiso decir algo pero me puse la mochila sobre el hombro y me eché a caminar a toda prisa, alejándome de ella.

¿Cómo había hecho? Ni siquiera sabía que lengua era esta y salió tan natural, nada forzado. Recorrí el pasillo que daba a las escaleras y baje estas a toda prisa yendo hacia la entrada del edificio. Cogí las correas de mi mochila entre mis dedos y apreté fuerte, salí hacia uno de los pasillos que llevan al patio central y empecé a caminar sin rumbo fijo. Solo quería pensar. La llegada de Aluca y Al habían removido esta incertidumbre que apenas se estaba alejando de mí, ahora tenía que lidiar con la presencia de estos dos demonios que quien sabe qué planes tenían para mi.

En todo el día ya no me pude concentrar, mis pensamientos divagan en mi cabeza sin poder concentrarme en ninguno de los temas. Me tocó una clase con Caden y este notó mi incomodidad, él sabía lo que estaba pasando pero no hizo preguntas, aunque sabía que no se iba a quedar tan tranquilo, él siempre lograba sacarme las verdades y no se tenía que esforzar tanto para eso.

—¿Me vas a decir que te pasa? —encendió el auto, mi mirada se perdía entre la masa de personas que iban de un lado al otro.

—Pasó algo con Aluca —lo miré y levantó una ceja.

—¿Ella te hizo algo? —negué con la cabeza. Arrancó el auto y le dio vuelta al volante, llevando el brazo al asiento detrás de mí. ¿Por qué este gesto me parecía tan sexi y candente? Tanto que me tuve que morder el labio, hasta que salimos del estacionamiento.

—Yo fui la que le hizo algo —confesé con un poco de pena.

—¿Qué? —se escuchó sorprendido —. ¿Qué le hiciste? —su mirada se encontraba fija al frente.

—Ella me empezó a decir cosas y me tocó, cogí su mano y apreté mis dedos alrededor de su muñeca, sentía tanta ira, coraje y rabia, no sé como lo hice pero lastimé su piel, estaba cómo chamuscada.

—¡Vaya! —se acomodó en su lugar —. ¿Cómo si la hubieses quemado?

—No, no era fuego, era como ácido —volteé a verlo —. ¿Qué crees que sea?

—No sé —seguía sin creerlo —. Pero quizá tenga que ver con tu lado angelical, hay algo dentro de ti que puede lastimar a los demonios.

—¿Eso está bien, no? —inquirí y él asintió con la cabeza.

—Más que bien, eres un arma letal, pequeña bruja —puso una mano en mi pierna apretando con sus dedos, ejerciendo presión en la tela de mis pantalones y mi piel.

Aquel contacto fue delicado, suave pero me caló en los huesos. Demonios. Cuánto lo necesitaba en este momento.

Me mordí el labio mirando sus dedos enroscarse en mi pierna. Estos eran largos y gruesos. Carajo. Cada vez tenía más sueños sucios con su persona y no era nada bueno, sentía que iba a llegar el momento en el que no iba a poder más y me iba a dejar llevar por esto que me estaba consumiendo por dentro.

—Tu padre no se espera esta sorpresa —me soltó y rodeó el volante con ambas manos.

—Ni yo me lo esperaba —solté un suspiro y miré por la ventanilla.

Hablamos un poco antes de llegar a la mansión y entrar por la reja que la separaba del resto del mundo. Me abrió la puerta para salir y entramos juntos a la casa. Todo estaba en silencio y tan frío, hacía falta la presencia de Camille aquí. Caden cerró la puerta detrás de él, me quedé a un lado de las escaleras hasta que se acercó a mí.

—Vamos a preparar algo de comer mientras llegan Anthea y Curtis —dejó las mochilas a un lado de las escaleras.

—Creo que ella lo iba a esperar —me cogió de la mano y juntos fuimos a la cocina.

—Se nota que le gusta mucho.

—Desde siempre, pero tal parece que Curtis no se da cuenta de eso.

Caden

Bryony se sentó en la silla que jale para ella. Se acomodó mientras yo buscaba algo en la nevera.

—¿A qué se dedican los padres de Anthea?

—Su mamá ahora es ama de casa y su padre es el gerente del banco.

Saqué un poco de carne y verduras.

—¿Y los dos son brujos? —cerré la nevera y fui hacia el fregadero para dejar todo ahí dentro.

—Los dos lo son.

—Es una bruja muy poderosa entonces —al darme la vuelta Bryony estaba asintiendo con la cabeza.

—Lo es.

—¿Y los padres de Curtis? Ambos son lobos.

—Sí —frunció el ceño —. ¿Por qué haces tantas preguntas?

—Solo es curiosidad, tal vez algún día lleguemos a necesitar de su ayuda y es bueno conocer a todo habitante de este pueblo.

—En eso tienes razón, los lobos serán grandes aliados —me di la vuelta para abrir la llave y que la carne se empezara a descongelar.

—¿Su manada es muy grande?

—Unos cuantos sí, al menos unos cincuenta lobos, desde los más grandes hasta los más jóvenes cómo Curtis. ¿Quieres que te ayude en algo?

—Hoy quiero consentirte a ti.

—Pero quedamos en que yo te iba a preparar una rica cena —la escuché venir hacia mí, se puso a mi lado y me dio un empujón con sus caderas apartándome un poco.

Volteé a verla y tenía esa chispa en la mirada.

—¿Qué me miras tanto? —se mojó las manos para empezar a lavarlas.

—Tú te ves un poco diferente hoy —levantó una ceja.

—¿Diferente? —asentí con la cabeza.

—Sí, hay algo en tu mirada —señalé sus ojos.

—¿Qué tiene mi mirada? —hablaba mientras se enjuagaba las manos y las secaba.

—Ahora no parece de loquita.

—¡Oye! —me salpicó el rostro con agua mientras yo me hacía para atrás.

—¡Bryony, no! —le advertí poniendo mis manos a la altura de mi rostro pero ella seguía salpicándome.

—¡Ahora te aguantas! —los dos reíamos mientras jugábamos.

—¡Basta, basta! —se detuvo y fue mi oportunidad para atraparla entre mis brazos y llevarla hasta la mesa donde su trasero chocó contra el filo de la madera —. ¿Te gusta jugar sucio, eh? —apreté mis labios contra los suyos con furia —. Eres una pequeña tramposa —atrapé su labio entre mis dientes mordiendo fuerte.

—Ya me estás conociendo —su voz se escuchó lenta y sexi. Solo me estaba provocando y eso no era bueno para ella.

Mis manos se asieron a su delgada cintura y la levanté del suelo para poner su trasero encima de la mesa. Me metí entre sus piernas acercándome a su cuerpo.

—¿Quieres esto? —le pregunté mirándola a los ojos.

—Lo quiero —sus manos subieron a mis hombros. Sus delgados dedos se enroscaron alrededor de estos —. Lo deseo tanto cómo te deseo a ti, vampirito.

—Y yo te deseo a ti, brujita —de nuevo mis labios devoraban los suyos en un beso hambriento que nos estaba llevando a una espiral de pasión y deseo de la que muy difícilmente podíamos salir.

Estaba consciente que una vez me entregara por completo a esto que había entre los dos ya no había vuelta atrás. Estaría condenado a ir detrás de ella, a seguirla a donde sea que fuera, sería como un perro fiel que iba detrás de su dueño y haría cualquier cosa por él. Ese sería yo por mi pequeña bruja, estaba dispuesto a ir al mismo infierno por ella. Estaba dispuesto a cualquier cosa por ella, solo para verla feliz, sana y salva. 

*—בקרוב מאוד תגלה מי זה קדן!
(¡Muy pronto vas a descubrir quién es Caden!)
*—עזוב אותי לבד!

(¡Déjame en paz!)

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