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Capítulo 17 ☾

Bryony

La petición de Caden me había dejado un poco confundida. Antes de entrar me pidió hablar con ella. No entendía el porqué quería que hablara con mi madre, que arreglara las cosas y la perdonara por haberme ocultado la verdad. Se lo había prometido y cómo tal debía cumplir.

Caden trepaba las paredes de la casa mientras yo entraba por la puerta principal de esta. Cerré la puerta y escuché el ruido característico de la televisión. Al entrar a la sala vi a mi madre sentada en el sofá con una aguja de tejer y una madeja de estambre entre los dedos.

—¿Qué haces? —pegó un respingo. Volteó a verme y sonrió.

—Me he equivocado en un patrón —me mostró el tejido que estaba haciendo. Me acerqué a ella.

—Que bonito te está quedando —le dije.

—Es un suéter para ti —mi corazón sufrió un vuelco al escucharle decir esto.

—Tengo algo que decirte —pase por detrás del sofá, para sentarme a su lado. Le bajó el volumen a la televisión.

—Dime, ¿pasa algo malo?

—No —dije antes de que se hiciera ideas que no eran —. No es nada de eso —me miraba con curiosidad —. Este fin de semana iré al lago.

—¡Qué bien! —se escuchó realmente emocionada —. ¿Vas con Thea? —negué con la cabeza. Ella frunció el ceño y dejó de lado su tejido —. ¿Entonces?

—Estoy conociendo a alguien, es muy lindo, me cuida y me quiere. Además me acepta así como soy, él sabe lo de mi padre y no me teme —a mi madre se le llenaron los ojos de lágrimas.

—Eso es muy lindo —afirmé con la cabeza —. ¿Quien es él?

—Creo que eso tú ya lo sabes, mamá —sus labios formaron una fina línea.

—Creo que sí. Es el sobrino de Bastian, ¿verdad?

—Así es. Pero él no es lo que tú crees.

—Sé que los tres son vampiros, Bry. No me pidas que no me preocupe por ti.

—Y no tienes que hacerlo, mamá. Sé que no quieres para mí a un vampiro, querrías a un brujo como yo, pero él es mi destino.

—¿Es tu destino? ¿Cómo lo sabes?

—Él lo sabe, mamá, desde hace años.

—Por Dios —suspiró y cogió mis manos con delicadeza —. Tienes un compañero —sonrió feliz.

—Así es.

—Me alegro mucho por ti, me hace feliz saber que tienes a alguien que te va a cuidar toda la vida, mi niña —sus ojos se llenaron de lágrimas —. Nunca vas a estar sola. ¿Y cómo es él?

—Es lindo, me cuida, me protege y siempre tiene lindas palabras para mí. No sé como explicarlo pero siento que lo conozco de toda la vida y creo que...—recordé que Caden estaba escuchando todo allá arriba —. Lo quiero —me encogí de hombros.

—Eso es tan lindo —mamá suspiró.

—Con respecto a lo otro —suspiré.

—¿Cómo es que lo supiste? —estaba curiosa por saberlo.

—Fuimos con un médium y me lo dijo todo.

—¿Y qué es todo?

—Quien es mi padre, su nombre, qué es lo que quiere y algunos de sus planes.

—¿Qué planes tiene esa escoria? —se escuchó molesta.

—Me quiere a mí, a su lado en el infierno —apretó mis manos. Pude sentir toda la ira enervando dentro de sí.

—Ese...hijo de Dios —masculló.

—River me dijo que tengo que estar preparada para cuando se le ocurra aparecer. Tengo que poder controlar a mi demonio interior, saber usar mis poderes para enfrentarme a él.

—Mi niña —soltó mi mano y dejó una suave caricia en mi mejilla —. Nunca me imaginé el daño que te estaba haciendo al ocultarte lo de tu padre.

—Tenías tus motivos para no decirme nada. Perdoname por eso, por mi actitud de estos días, por ser tan grosera, por no entender.

—No tienes que pedirme perdón por nada —sus ojos estaban cristalinos, a punto de derramar lágrimas de tristeza —. Debo ser yo quien te pida perdón a ti, por no decirte lo de tu padre.

—No, no —negué con la cabeza —. Nada de eso, mamá.

Sonrió.

—¿Entonces estamos bien, mi niña? —le sonreí feliz.

—Lo estamos, mamá —soltó mis manos para darme un largo y tierno abrazo.

Nos quedamos así unos minutos, donde yo disfrutaba de ese largo abrazo, tan lleno de amor de madre.

—Y con respecto a este fin de semana —nos separamos.

—¿Sí?

—Usen protección por favor.

—¡Mamá! —chillé, escandalizada —. ¿Por qué me dices eso?

—Hija, yo también pase por esa edad, por eso naciste tú.

—¡Dios! No me digas esas cosas.

—Por favor, nos tenemos la confianza suficiente para que hablemos de esto. Tienes veinte años ya, no eres una niña a la que le tenga que explicar las cosas con peras y manzanas, ¿O sí?

—Nop.

—Así que...

—Ni siquiera nos hemos besado, mamá. Él no ha intentado nada conmigo.

—Y eso habla bien de él, pero el hecho de que sea mucho mayor que tú...

—¡Mamá! No digas esas cosas.

—Es tu sugar daddy, Bryony —dijo con picardía.

—¡Dios, mamá! —me puse de pie —. No digas esas cosas —se rio de mí —. No pienso en eso —la miré hacia abajo.

—Y que bueno que sea así —se puso de pie también —. Pero quiero que entiendas que al final de cuentas es un hombre y pueden pasar muchas cosas.

—¿Cómo por ejemplo? —levanté una ceja.

—Que quedes embarazada.

—Mamá, no digas esas cosas, ya te dije que ni siquiera nos hemos besado.

—No siempre serán novios de manita sudada.

—No sigas —le supliqué.

—Cuidate, usa preservativo y si no tienes me dices y podemos ir juntas por unos.

—Tú sí que eres todo un caso, madre.

—Y así me quieres —se acercó para dejar un beso en mi mejilla —. Y lo quiero conocer pronto, por lo que me dices es un chico agradable.

—Lo es —una tonta sonrisa se dibujó en mis labios —. Te va a caer bien.

—Eso espero —soltó mis manos —. Ve a descansar.

—Te quiero —le dije.

—Y yo te amo a ti, mi niña.

Pase a su lado y subí las escaleras.

Al empujar la puerta encendí la luz y vi a Caden mirar los libros que tenía en el estante. Se veía como un niño curioso mirando su entorno.

—Ya hablé con ella —cerré la puerta.

—Lo sé —se giró sobre sus talones para verme —. Así que me quieres, eh.

—Eres un capullo metiche —me acerqué a él.

—Pero quieres a este capullo.

—No deberías estar escuchando conversaciones que no debes escuchar.

Quedamos cara a cara.

—Estabas hablando de mí, quería saber si decías algo malo de mi persona.

—No dije nada malo —levantó una ceja.

—Eso lo sé ahora. Además de que tu madre no quiere que tengas sexo sin protección.

—Idiota —empujé su hombro con mi mano. Se rio de mí y atrapó mi cintura con sus brazos que me apretaron fuerte. Su pecho rozaba mi espalda.

—Cuida tus palabras, brujita, este fin de semana estarás a mi entera disposición y podré hacer contigo lo que se me plazca —susurró en mi oreja lo que provocó un escalofrío en todo mi sistema nervioso.

—Tú me pones un dedo encima y te corto las manos —aquello lo hizo sonreír.

—Un día de estos no te voy a poner solo un dedo encima sino mis dos manos en todo tu cuerpo.

Su voz era ronca y profunda, tanto que me calaba los huesos y se estancaba en la boca de mi estómago. Era una rica sensación lo que me hacía sentir y me dije que si esto me provocaban solo un par de palabras y algunos roces, no me quería imaginar qué iba a ser de mí cuando por fin decidiera entregarme en cuerpo y alma a él. Sé que no iba a tener piedad de mi cuerpo y tampoco esperaba que la tuviera, quería ver a ese Caden salvaje, ese que se dejaba llevar por sus impulsos y quería que me tomara sin pudor, sin tener compasión por mi cuerpo y mi alma. Por primera vez quería dejar salir mi lado salvaje con alguien y ese alguien era él.

Caden

Salimos de Bibury a las diez de la mañana, ya que eran cuatro horas de camino para llegar al lago. Pasamos por mi ropa y algunas cosas para estar dos días alejados de todo y de todos, que era lo más importante. Bryony había pasado por muchas cosas estas últimas semanas, estaba agotada mentalmente y necesitaba un respiro lejos de todo.

—¿Rentaste una cabaña? —me preguntó a lo que volteé a verla.

Su cabello se movía por el viento que entraba por la ventanilla que iba abierta por la mitad. Su piel se veía radiante, traía puesta una gruesa chamarra ya que estaba haciendo frío. Algunos autos pasaban a nuestro lado, para ir también al lago. Quedaba un poco lejos pero era la mejor opción si querías dejar todo de lado por un rato.

—Desde el día que me dijiste que te querías escapar conmigo —volteé a verla y sonrió mirando los trípticos que habíamos comprado en una gasolinera que dejamos atrás.

—Hoy solo quiero olvidarme de todo —dejó caer la cabeza en el asiento —. No quiero pensar en nada ni en nadie.

—No diré nada de lo que ha pasado estos días —busqué su mano con la mía y cuando la encontré le di un apretón. Sus dedos se enlazaron con los míos en un toque suave y dulce.

—¿Lo prometes?

—Lo prometo —sonrió y cerró los ojos, soltó un suspiro y se quedó dormida hasta que llegamos a la cabaña que había rentado para nosotros dos.

Al estacionarme ella abrió los ojos, apagué el auto y al verme bostezó llevándose una mano a la boca. Miró su entorno y se quedó con la boca abierta al ver el impresionante lugar que tenía frente a sus ojos. Todo era de color verde, no había ruido de autos, no había personas yendo de aquí allá. Todo estaba en paz.

—Esto es hermoso —se empezó a quitar el cinturón. Al igual que lo hacía yo. Salimos del auto y fui hacia la cajuela para sacar las mochilas que trajimos con ropa.

—Lo es —le dije sacando las cosas.

Teníamos que dejar el auto en la entrada de las cabañas ya que el camino era angosto y teníamos que ir a pie.

—El lugar perfecto para que te olvides de todo, pequeña bruja —cerré la puerta de la cajuela y me aseguré que las demás estuvieran bien cerradas. Al llegar a su altura tenía esa chispa de emoción, era como una niña pequeña que estaba descubriendo algo nuevo —. ¿Vamos? —afirmó con la cabeza.

Cogí su mano y juntos avanzamos entre árboles, plantas y arbustos. Aquí solo se respiraba tranquilidad, paz y humedad.

Llegamos a la cabaña que había rentado, saqué las llaves que recogimos en la recepción. Empuje la puerta y dejé que ella entrara primero, el lugar se iluminó con la luz natural que entraba por las ventanas también. Cerré la puerta a mi espalda, Bryony miraba el lugar embelesa, solo eran dos piezas pero todo aquí era tan tranquilo.

—Me encanta este lugar —recorrió la pequeña cocina y cruzó la puerta de la que era la habitación, dejé la mochila al lado de la puerta y observé como caminaba por la habitación —. Gracias, Caden —se giró sobre sus talones y me observó con aquella mirada llena de magia y paz. Algo que no le había visto mucho en estos días.

—Solo te quise dar un día de paz, para ti.

Se acercó con pasos lentos hasta que llegó a mí, se puso de puntitas y dejó un tierno beso en mi mejilla, cerca de mis labios. Fue casto y tierno, pero sentí que removía todo el suelo que estaba debajo de mí.

—Un día de estos no me voy a conformar con solo un beso —le advertí cuando se separó.

—Pues por ahora tendrás que hacerlo, no te pienso dar más de mí —dijo inocente.

—Un día me vas a dar todo de ti, pequeña bruja, absolutamente todo —subí mi mano a la altura de su mejilla y acaricié su suave piel con mis nudillos.

—Ya quisieras eso, vampirito —zanjó dándose la vuelta y quitándose la chamarra. La dejó en los pies de la cama, debajo traía un suéter tejido de color gris.

Regresé para dejar las mochilas en un pequeño sofá que había en una esquina. Me acerqué a la puerta que había a un lado de la cama y dejaba ver el camino que llevaba al lago, había árboles, arbustos, flores y piedras.

—¿Caden? —me separé de la puerta y me giré para verla.

—Dime, pequeña bruja —se quitó el suéter dejando ver la blusa blanca debajo, la tela era delgada y se ajustaba a su delgada figura.

—Prométeme que cuando ese día llegue no tendrás piedad de mí, serás solo tú y seré solo yo —aquellas palabras me dejaron sin habla.

Nunca me imaginé que ella me estuviera diciendo algo así. Pero no era tan inocente después de todo.

—Quiero que no me trates como una niña que no sabe lo que hace, quiero que me toques solo como tú sabes hacerlo, quiero que trates como a una mujer y no como a una niña. Ya no soy la chiquilla que te esperó durante horas y horas en aquel puente.

—De eso ya me di cuenta, brujita —di un paso cerca y ella dio otro más cerca de mí. Quedamos cerca, tanto que mi pecho rozaba con las puntas de sus senos, baje la cabeza para poder apreciar mucho más sus orbes claros. Su cabello claro caía detrás de sus hombros, su aroma se impregna en cada poro de mi piel, sus respiración era lenta, calmada, mojó sus labios con su lengua dejando una capa de saliva en estos —. Tú me vuelves loco —puse una mano en su cintura y la otra la deslicé a su espalda baja atrayéndola a mí.

—Y tú me desesperas a veces pero en estos días he descubierto a un Caden tierno, comprensivo, paciente y más que nada que me ama.

—Eso nunca lo dudes —le di un toquecito en la nariz —. Yo siempre voy a estar contigo.

Las palmas de sus manos se empezaron a calentar.

—No importa a donde vayas siempre me tendrás a tu lado —sonrió.

—¿Siempre?

—Hasta la eternidad —le dije sincero —. Por cierto, traje algo para ti —se apartó unos centímetros. De uno de los bolsillos de la chaqueta que llevaba saqué un collar en forma de corazón adornado en oro.

Sus ojos se abrieron grandes al ver el collar en mi mano.

—¿Es-es para mí? —se acercó para con las yemas de sus dedos tocar el dije de color rojo y dorado.

—Sí, lo compré hace años y lo tenía ahí guardado, pero creo que este es el momento correcto para dártelo, es tuyo —le hice una seña para que se diera la vuelta y me dio la espalda. Con mi mano aparté su cabello y lo puse delante de su hombro. Pase el collar frente a ella rodeando su cuello con la delgada cadena dorada, lo abroché y antes de que se diera la vuelta dejé un suave beso en su hombro desnudo.

—Es hermoso —se dio la vuelta hacia mí —. Gracias. Creo que te has ganado un beso.

Dijo esto y se acercó para apretar sus labios contra los míos, no fue delicada ni mucho menos. Sus labios se deslizaron por mis labios en una caricia llena de pasión, mis manos bajaron a su cintura hundiendo mis dedos en la tela de su blusa y su piel. Cerré los ojos cuando mi boca se abrió a su paso dejando entrar su lengua descarada. Era suave, húmeda, caliente...Sus labios moldearon los míos en un beso salvaje que encendió cada parte que se encontraba muerta dentro de mí. Nuestros dientes chocaron un par de veces, pero dejamos ese hecho de lado cuando mordí sus labios en un arrebato que le hizo soltar un jadeo ronco que vino de lo más profundo de su ser. Mi lengua fue atrapada por sus labios, succionó un par de veces y soltó para seguir devorando mis labios de nuevo. Quise dejarla sobre esa cama, arrancarle la ropa y profanar su cuerpo sin pudor ni respeto. Pero tuve que poner todo de mí para no hacerlo, no ahora, pero cuando ese día llegara no iba a tener compasión de ella ni de su alma, sería mía en cuerpo y alma.

—Sé que lo estás pensando, vampirito —dijo estas palabras en un tono suave pero ronco. Al abrir los ojos me di cuenta que los suyos habían cambiado de color, ahora tenían destellos rojizos y naranjas, eran como las llamas de una hoguera que apenas había sido encendida.

—Tus ojos —me encontraba perdido en su mirada. Eran tan hipnotizantes, tan atrayentes, llenos de magia.

—¿Qué tienen mis ojos? —preguntó, confundida.

—Han cambiado de color, son hermosos —parpadeó pero aquellos destellos seguían ahí, me tenían hechizado —. Nunca dejas de sorprenderme.

—¿No te dan miedo? —negué con la cabeza.

—Tú nunca podrías darme miedo, al contrario, solo quiero abrazarte, besarte —deje un beso sobre sus labios —. Y protegerte de todo mal —la abracé y la apreté a mí con cuidado, pensando que podría hacerle daño —. Quiero estar a tu lado, compartir momentos contigo y darte todo mi amor.

El calor que su cuerpo despedía me hacía sentir vivo, cálido a su lado. Dejé un beso en su frente, con sus manos rodeó mi espalda.

—No te imaginas lo que siento cuando me abrazas —suspiró.

—Lo sé porque yo lo siento. Es algo incomparable, que no se puede expresar con palabras.

—Es algo que me llena y me hace sentir completa solo cuando estoy contigo —sonreí al escucharle decir esto.

En este momento yo ya estaba más que perdido por ella, irremediablemente enamorado de todo lo que ella representaba para mí. Estábamos formando un lazo muy fuerte que sería tan difícil romper y que nos mantendrá cerca el uno del otro. Estar lejos sería una tortura para los dos.

—Ahora que puedo escuchar todo lo que piensas querré estar a tu lado todo el tiempo —se separó un poco.

—Me tendrás pegado a ti como un oso perezoso a un árbol.

—Tú eres el árbol y yo el oso —levanté una ceja —. No seas malpensado.

—¿¡Yo qué dije!?

—Lo veo en tu mirada.

—Pero no dije nada.

—Pero no necesitas decirlo, te puedo leer perfectamente, Caden —el color azulado de sus ojos empezó a regresar.

—Me gusta que me puedas leer —se quedó seria —. Y que sepas todo lo que pienso, así te darás cuenta que estoy como un loco por ti y que haré cualquier cosa solo para que seas feliz.

—Me encantas —se acercó de nuevo para posar sus labios sobre los míos —. Ojalá hubieras llegado a mi vida mucho antes.

Apoyó sus manos sobre mi pecho y las cogí entre las mías.

—Llegué en este momento porque así tenía que ser y ahora menos que nunca me pienso separar de ti, nunca te voy a dejar sola —sus ojos cobraron de nuevo aquella chispa rojiza.

No dijo nada, solo apretó sus labios a los míos y nos fundimos en un tierno beso que nos hizo olvidarnos de todo. Desde que la vi supe que al momento de besarla todo sería mágico, pero jamás me imaginé que aquello se sentiría de esta manera. Ahora comprendía las palabras de River, su parte angelical me hacía sentir más vivo que nunca. Estar con ella me traía de vuelta a la vida y si quisiera llevarme al infierno lo haría con gusto con tal de pasar toda una eternidad a su lado.

🌸🌸🌸🌸

¡Hola! Tuve que borrar el capítulo y volver a subirlo porque tenía muchos problemas para abrirlo, ya se me perdieron los comentarios y las lecturas pero era necesario 😢.Les dejo este capítulo, quizá sea el último de la semana ya que tengo que subir de las otras dos historias que estoy editando, pero eh, les he dejado noticias en Twitter acerca de la segunda parte de esta historia y un personaje en particular: Recuerden este nombre: Boone Cyrus 👌🏼.

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