Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 5: El primer movimiento

Mis firmes pasos resonaban como pesadas rocas arrojadas contra el suelo, llenando el ambiente de Das Dunkel. Estaba a punto de dar un gran paso y mi seguridad, valentía y osadía, me llenaban el pecho de orgullo.

Finalmente me enfrentaría cara a cara con quienes me arrebataron el lugar que debía de haberme pertenecido. Yo le pedí a mi padre ser la dueña de Das Dunkel, que me permitiera continuar con su legado en esa aldea, hacerla a su imagen y semejanza. Esa era mi misión pero todo se derrumbó cuando Brian Omen apareció en el Bosque Oscuro. Ese día todo mi plan se hizo trizas porque aún no era momento para revelar quién era, me temerían y se terminarían uniendo a Brian para protección. Intenté sublevar a mi pueblo, quise armar una resistencia pero mi pronta "muerte" acabó con mi plan B. Me cansé de estar siempre detrás, perdiendo.

Yo no puedo perder, no está en mi naturaleza.

El Palacio Real se erguía frente a mí imponente. Cuando me acerqué a la puerta, los dos Demonios guerreros alzaron sus armas y las apuntaron directamente a mi cabeza. Estaba tranquila, no podían hacerme nada y por acción de mis Infernas, tampoco podían ver como Bástian y Xerxes caminaban a mi lado. Era el plan perfecto.

—¡Alto ahí!— me ordenaron los guardias.

Los observé detenidamente, buscando las razones para no terminar con sus existencias en ese preciso momento. La traición que estaban cometiendo contra su misma aldea me provocaba un gran y largo escalofrío por toda mi espalda. Y como si supiera, como si tuviera la habilidad para penetrar en mis pensamientos, la voz sorda para los demás pero nítida para mis oídos retumbó en el ambiente:

—Directo al plan, Petra, directo al plan— me recordó mi mano derecha.

Y tenía razón. No era momento para ajusticiar a todo el que se ponía en mi contra, aún no. Debía ir directo al plan, directo al Despacho Principal y hablar con los venerados reyes y llevarme uno de ellos a mi guarida.

—Vengo a ver a los Reyes de Das Dunkel. ¿Me anuncian, por favor?— dije de forma amable.

Los guerreros me miraban detenidamente, como queriendo reconocerme. Debo admitir que mi aspecto estaba algo cambiando, aun así, mi rostro, el inconfundible, seguía estando. Seguía siendo Petra.

—¿Van a seguir apuntándome con sus armas o van a anunciarme?— les dije con extrema soberbia, me estaban haciendo perder tiempo que no tenía,

—No podemos dejarla entrar— se animó a decir uno de los guardias.

Estaba por abrir la boca para hablar, pero en ese momento la suave brisa del viento nos envolvió a todos para dejar pasar luego a la fuerte ráfaga helada. Yo sabía qué iba a pasar a continuación, comencé a sonreír incluso antes de ese momento. El Bosque me estaba apoyando y eso me enorgullecía aún más.

Los que custodiaban la puerta se miraron aterrados y apuntaban sus armas hacia cualquier lugar, como sabiendo que algo iba a ocurrir. Las formas negras aparecieron y me rodearon, hicieron que mi cabellera ondeara en el viento como en un movimiento pausado. Luego, se acercaron a los guardias y los atravesaron, para desvanecerse finalmente. No sé qué les habrá hecho, pero a juzgar por la expresión en sus rostros, no fue nada grata la experiencia.

Con más confianza, retomé mis palabras.

—Bien saben ustedes que esas armas que con tanta pasión y seguridad sostienen, nada pueden hacerme porque soy inmortal. Es en vano esta postura que están tomando, incluso deberían aprovechar mis buenos modales, ya que si quisiera, pudiera matarlos con un simple movimiento e ingresar al Palacio a mi antojada gana. Pero no, decidí ser cortés, anunciarme y presentarme ante los Reyes. Así que por su bien, sean inteligentes y anúncienme—.

Los dos guerreros se miraron el uno al otro, sus miradas hablaban por sí solas. Era obvio que entendieron mi punto, no podían negarme la entrada. Por eso, uno de ellos se fue hacia el Palacio mientras que el otro seguía inútilmente apuntándome con el arma.

Estuve esperando un rato largo, demasiado para mis nervios y ansiedad. Quería tenerlos cuanto ante delante de mis ojos, poder hablarles desde mi conocido y público lugar, hacerlos sentir miedo, terror de lo que era capaz de hacerles, y de lo que estaba a punto de hacer. El guerrero que había ingresado al Palacio salió a la entrada y le hizo un gesto de afirmación a su compañero, los dos se abrieron paso y me dejaron ingresar... junto a mi séquito invisible.

El Palacio era tan bello que me provocaba ganas de arrebatárselos sin más. Invocaba tantas cosas: poder, ambición, temor, lealtad... El Castillo que se erguía en la Plaza Central fue el que alojó a mi padre por un tiempo, justo antes de que la familia Omen apareciera. Era mi herencia, sin embargo, me encontraba ingresando como una extraña, anunciándome ante guerreros para ver a los intrusos habitantes. Pero todo iba a tener su correcto fin, el que debía ser, el que siempre tuvo que ser.

Tal cual como lo recordaba, aunque un poco mayor, estaba Brian Omen parado en el centro del comedor, delante de su insulsa mujer, que se encontraba como escondida detrás de su esposo. Los dos me miraban absortos, sin entender nada. Lo más satisfactorio de todo esto era que no se imaginaban lo que estaba a punto de ocurrir.

—Al fin tengo el placer de verlos cara a cara— les dije a los dos atemorizados Reyes,

—No podemos decir lo mismo— pronunció en tono severo Brian, aunque se notaba el temor en su voz,

—Me dirigí a ustedes para discutir algunos temas de interés común. ¿Podemos conversar en el Despacho Principal?— les propuse.

Ese lugar era el ideal para llevar a cabo mi primer movimiento. La ventana del mismo se encontraba justo del lado opuesto a la entrada principal, haciéndolo ideal para el rápido escape de mis Demonios, ya que mis Infernas me cubrirían a mí mientras salíamos por la puerta principal con Amanda Drake secuestrada...

—Podemos hablar aquí— me dijo el falso rey,

—¿Acaso el Despacho Principal no es el lugar donde tratan los temas referidos a la aldea? Exijo que me traten con respeto, sobre todo por ser quien soy y también por la criatura que fui— les dije,

—¿Y de qué quieres hablar?— me preguntó el débil y cobarde Ángel que se asomaba por la espalda de Brian,

—Tus poderes no sirven conmigo, ¿verdad? Me imagino lo frustrante que debe ser que justo en el momento que más te serviría ver mi futuro, no puedes. Tus poderes son de lo más inútil, como todo lo de tu especie— le dije, ya empezaba a perder el control.

El insulso Ángel quiso salir de su refugio pero Brian la sostuvo y me indicó con la mano que subiera las escaleras. Y así lo hice, como también mi séquito, que me seguía fiel e invisiblemente detrás.

Abrí las puertas del Despacho Principal y no pude evitar imaginarme entrando en él para empezar a dar órdenes a mis súbditos. La ansiedad me estaba carcomiendo por dentro y sabía que eso podía jugarme en contra en algún momento, debía parar, tranquilizarme, pero el lugar no me ayudaba.

Los Reyes se sentaron detrás del escritorio, Brian sobre el gran sillón y su esposa, sentada en él apoya brazos del mismo. Yo me encontraba parada cerca de la puerta, analizando cada espacio, imaginando dentro de mi creativa cabeza el momento del secuestro.

—Muy bien, Petra, aquí estamos, donde vos querías, para hablar de nuestros intereses en común— me dijo Brian,

—Sabes, Brian, que soy una criatura que no le gusta demasiado la espera. Me considero un ser extremamente ansioso, la paciencia no es una de mis virtudes. Como tal, quiero ser delicada con la única criatura que puede tener voz dentro de estas paredes, y ese eres tú. Respeto tu linaje, ser descendiente de una de las primeras líneas de Das Dunkel te da cierta categoría pero no la suficiente para ocupar el cargo en el que estás actualmente, y lo sabes. Creo que es inútil recordarte quien usó por primera vez este despacho, quien se sentó en ese sillón y quien dio las primeras órdenes. Tu existencia en este lugar fue un simple favor que me estoy viniendo a cobrar. Ese lugar no es tuyo, y lo sabes. Es mi legado, mi herencia, el reinado de Das Dunkel siempre fue mío— le dije a los dos usurpadores detrás del escritorio,

—¿Entonces, Petra? ¿Qué propones? Yo no voy a abandonar este lugar— me dijo el insolente,

—Entonces estamos ante un serio problema. Quiero ser delicada. Te estoy dando la oportunidad de salir ileso de este problema. ¿Debo recordarte quien erigió este lugar y quien lo habitó por primera vez? Me parece que me veo en la obligación de hacerlo porque no haces honor a ello... Fue mi padre, Brian, ni más ni menos que el gran King Shadow, el Amo del Mal, el dueño del Averno. ¿Estoy siendo clara?— le repetí,

—No creas que con simples palabras vas a atemorizarme, Petra. Si has venido con esa idea, te vas a ir perdiendo. ¿Te crees que no me doy cuenta de la situación en la que estás? Claro que no me olvido quien habitó este lugar y mucho menos me olvido que es tu padre. Sé perfectamente que si quisieras en este momento podrías matarnos a ambos con un solo movimiento, y aun así no lo haces, ¿y sabes por qué? Porque no puedes. Te jugaría en contra ya que muchos de tus antiguos adeptos son ahora fieles guerreros de nuestro bando. Tienes el poder para arrebatarnos el mando pero no el suficiente para mantenerlo. Así que dime qué es lo que verdaderamente viniste a hacer aquí— me dijo Brian.

Me costaba demasiado creerle, era un golpe fuertísimo para mi ego pero tenía toda la razón. Poseía muchas cosas para obtener lo que me correspondía pero escasas para mantenerlo conmigo por mucho tiempo. ¿Estaba haciendo lo correcto? ¿Y si Xerxes tenía razón? ¿Y si este movimiento me llegaba a jugar en contra? Necesito aliados de la misma manera que necesito de mis poderes... Pero ya no podía dar marcha atrás.

—Tienes razón, Brian, creo que te he subestimado, aunque no tanto como vos a mí... Ahora...— y di finalmente mi señal.

Mis Infernas se dieron a conocer colocándose sobre la puerta, ocultando con sus poderes el sonido proveniente de la habitación en la que nos encontrábamos. De la misma manera aparecieron mis Demonios, Xerxes y Bástian, sosteniendo el débil aunque aguerrido cuerpo de Brian, quien gritaba a fuerza de pulmón, inútilmente, claro. Amanda quedó desolada, sin protección y sin maneras de escapar de semejante emboscada.

—Mi único propósito fue venirte a buscar, Amanda Drake. Tú eras mi objetivo principal. El poder lo voy a recuperar sola, tú Brian vas a tener que salir corriendo por la puerta trasera. Dejen de subestimarme porque no tienen idea de lo que soy capaz de hacer— les dije.

Aunque intentó correr fue en vano, me apresuré a su costado y la agarré fuertemente entre mis garras. Mis Infernas abrieron la puerta y me acompañaron fuera del Despacho Principal; mis Demonios soltaron a Brian y salieron zambullidos por la ventana del Palacio. Podía escuchar los gritos del solitario Rey que ya nada podía hacer...

Era mía.

Amanda Drake, la falsa mandataria de Das Dunkel, se encontraba presa de mis garras, gritando a fuerza de pulmón, llorando desesperadamente, anhelando algún rescate que jamás llegaría. Nadie conocía mi guarida, nadie sabía el lugar exacto de mi casa, y aunque lo supieran, los poderes de mis Infernas lo ocultaban. Todo empezaba a encajar en este juego, las piezas finalmente ocupaban el lugar que les correspondía.

Cuando me encontré sobrevolando mi hogar, la solté. Pude sentir el golpe seco de su cuerpo contra el suelo, donde mi hermoso Demonio se encontraba acostado y listo para devorarse a la falsa reina de Das Dunkel. Sabía de su renuencia a cometer ese acto pero no iba a poder resistirse, ni siquiera sus absurdas ganas de dejarse morir le iban a impedir devorarse semejante tentación.

Descendí por la abertura y lo vi casi sin fuerzas: estaba tumbado sobre el suelo, sentado sobre el charco seco de sangre de la basura que torturé hacía ya un tiempo... Aún puedo recordar el regocijo cuando le daba cada latigazo a Shilana Drake. Ella es mi terrible tentación pero no por hambre sino por sed de venganza. Tenía muchas ganas de verla sufrir, agonizar de dolor y finalmente morir... Ése iba a ser mi último movimiento.

La muerte de Shilana Drake.

Giré para encontrarme con el cuerpo del débil Ángel tirado en el suelo, temblando del terror, llorando de desesperación... Demetrius no iba a poder resistirse, sin importar quien sea. La desesperanza se sentía en todo el ambiente, en cualquier momento mi Demonio despertaría, y cuando lo hiciera, lo iba a dejar para que culminara mi primer movimiento.

—Esto no es bueno para ti, Petra— me dijo Amanda con la voz entrecortada por los sollozos,

—Soy demasiado inteligente para saber cuáles deben ser mis movimientos, Amanda, no necesito que me digas lo que tengo que hacer— le contesté mientras me acercaba a ella,

—Mi esposo va a mover todos sus contactos, todas sus fuerzas para rescatarme— me dijo al mismo tiempo que alejaba su rostro del mío que se acercaba amenazadoramente al suyo,

—Tu esposo sólo va a encontrar lo que alguna vez fue Amanda Drake porque para cuando él llegue, ya habrás muerto— le contesté esbozando una gran sonrisa,

—No lo vas a lograr— me dijo conteniendo el llanto,

—¿Quieres que lo averigüemos?— le pregunté.

Sentí como mi Demonio abría los ojos y giré la cabeza para encontrarme con su mirada. Estaba asombrado, hambriento, lo notaba en sus ojos. Sonreí, tanto por fuera como por dentro.

—Aquí está lo prometido, Demetrius, el angelito que será tu almuerzo para que vuelvas a tener la fuerza que solías tener— le dije,

—Te dije que no voy a hacerlo— me contestó con las pocas fuerzas que aún le quedaban,

—No vas a poder resistirte, Demetrius. No dejas de ser Demonio de la Noche y ella es una terrible tentación. Los voy a dejar solos, tengo algunas cosas que hacer. Para cuando vuelva, sé que voy a encontrarme con la criatura que elegí para ser mi pareja— y me fui.

Salí al exterior de mi casa y me encontré con mis Infernas hablando con Bástian, quien me sonrió al momento que me vio; en cambio Xerxes no.

—Todo salió bien, Xerxes, déjame disfrutar este momento— le dije al oído,

—Esto fue una mala jugada, Petra. Bástian está hablando con las Infernas para organizar una nueva búsqueda de seguidores. Su pareja le comunicó que Das Dunkel quedó desolado con el secuestro de su Reina, todo un movimiento de Demonios se congregó en la Plaza Central segundos después de nuestra escapada. Se los veía dispuestos a mover todos sus esfuerzos para encontrarla— me comentó.

Ira. Bronca. Desesperación. Derrota.

La peor palabra de las cuatro.

Me había salido mal la jugada, en lugar de ganar adeptos, hice crear una fuerza unida para levantarse en mi contra. Mi misma especie quería verme derrotada. No podía contener la ira que se formaba en mis adentros, la bronca salía por cada poro de mi piel, la desesperación me volvía ansiosa y nerviosa, y la derrota... Me volvía irracional. No iba a dejar que me derrotaran gratuitamente. Tenía que iniciar mi segundo movimiento, no tenía más tiempo que perder.

—Vamos a la aldea Jenko— le dije a Xerxes mientras me dirigía a Bástian pero mi mano derecha sostuvo mi brazo, imposibilitándome para continuar caminando,

—¿Te has vuelto loca? Aún no es el momento. Te estoy diciendo que nuestro primer movimiento salió mal ¿y te apresuras a hacer el segundo? Calma, Petra, paciencia— me dijo Xerxes,

—¿Paciencia? ¿Me lo dices en serio? Sabes perfectamente que la paciencia no es una de mis virtudes y sobre todo cuando la derrota se está acercando peligrosamente hacia mí. No voy a permitir que me vean en ese estado. Sé que es el momento, no me preguntes cómo pero lo sé. La aldea Jenko se va a unir a nuestra lucha— le contesté,

—Uno de nuestros adeptos me dijo que el General Marcus fue a verla para preguntarle si sabía algo de nuestro paradero—,

—¡Me encanta que nos estén buscando pero que estén un paso detrás nuestro!—,

—Y otro grupo lo atacó— me dijo con una sonrisa bien amplia,

—Estaba al tanto— le contesté también con una sonrisa, aunque pícara.

Mi mano derecha se sorprendió aunque no lo suficiente como para preguntarme cómo era que manejaba esa información. Me conocía, sabía que tenía mis formas.

—Está bien, no voy a preguntarte cómo lo sabes, pero por lo menos dime que tu fuente de información es segura y confiable—,

—No te das una idea de cuánto—.

Dos elementos son necesarios para la victoria.

Información y táctica.

La segunda era una cualidad innata mía, la primera provenía de alguien muy cercano a mí...

Llamé a Bástian y a mis Infernas para que se unieran a la charla. No podía seguir perdiendo más tiempo, aunque el resultado de mi primer movimiento no fue el esperado, ello no tenía que retrasarme. El segundo movimiento lo debía iniciar sin más vueltas, Krauss es una Reina muy rencorosa y vengativa, no iba a poder resistirse a mi oferta.

—Vamos a hablar con Krauss— les dije.

La Reina de las Brujas es una persona muy especial. La conocí hace muchísimos años cuando ella, junto a su séquito personal, se acercó hasta las puertas del Averno a entregarle su sacrificio a mi padre producto de un trato que hizo con Él. Su mandato no podía durar eternamente y su ambición de poder le hizo acudir a mi padre para pedirle la inmortalidad, la única manera de perdurar para siempre.

Él se la entregó en forma condicional, a cambio de sacrificios humanos y también de otras especies. Mientras que ella cumpliera con su parte del trato, él le daría la inmortalidad. No muchas aldeas conocen esta faceta de Krauss, saben que algo misterioso sucede con ella porque no hay seres inmortales en nuestro mundo, salvo aquellos que desciendan de las criaturas superiores (como es mi caso), y ese desconocimiento hace que muchos la vean como una criatura peligrosa.

—Me gustaría sugerir algo, Petra— me dijo mi Jefe de Campaña.

Rara vez Bástian se animaba a cambiarme los planes, siempre los acataba lisa y llanamente; sin embargo, esta vez se animó a proponer algo distinto... Debía de ser importante.

—¿Y qué es eso, Bástian?— le pregunté ansiosa,

—Xerxes ya le habrá puesto al corriente con las noticias, desagradables por cierto, pero no por ello inútiles. Tenemos que usar cuanto recurso tengamos a mano y esparcirnos de la mejor manera posible, sin dejar ningún cabo suelto— introdujo,

—¿Qué es lo que quieres decir?— le pregunté sin entender,

—Sugiero que nos movamos rápidamente con los adeptos que aún nos quedan. Se me ocurrió que tal vez, podría ir sola con Xerxes a Jenko, mientras las Infernas me ayudan a organizar el movimiento con los Grupos Gamma y Epsilon. Ganaremos más tiempo si nos separamos—.

Sin lugar a dudas, la mejor idea. Moviéndonos juntos constantemente me hacía descuidar flancos importantes, como mis seguidores. Aún me costaba creer lo difícil que se estaba poniendo ese tema. Cuando era simplemente Petra, hija de Zila e Imanol, una gran guerrera, muchos Demonios seguían mi causa, dispuestos a derrocar a los falsos reyes; sin embargo, mi pronta muerte y el hecho de ser la hija del gran King Shadow atemorizó a muchos, y lo que en un momento fue una importante arma, ahora era una lejana idea.

—De acuerdo, vayan ustedes y organícenlos. Xerxes y yo nos vamos a Jenko—.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro