Haken. Aún me costaba creer que en esto me había convertido. Había dejado de ser un Ángel para convertirme en una especie que había existido muchos años atrás. Para algunos eran simplemente un mito que solían contarse entre los aldeanos, pero que fue perdiendo fuerza con el pasar del tiempo.

Se decía que iban a aparecer para restablecer el equilibrio, para proteger a las aldeas débiles de los brutales ataques de sus aldeas enemigas. Pero nunca aparecían y las criaturas empezaron a creer que se trataba de un mito, entonces dejaron de contarlo.

Esta nueva raza cuenta con innumerables poderes. El más fuerte de todos es el tacto, un simple roce debilita al guerrero más fuerte. Otro es la velocidad, podemos volar a cientos de kilómetros por hora hasta tal punto de volvernos invisibles en el vuelo. Y uno muy importante es el control mental que poseemos, es exactamente igual al que tienen los Demonios de la Noche, solo que nosotros lo usamos para el bien de la especie.

Esta nueva raza es una mezcla entre las dos más poderosas de nuestro mundo: los Ángeles y los Demonios. A pesar de que siempre se trató a los primeros como una especie débil, lo era en tanto a fuerza, pero estaba nutrida de sentimientos positivos, de unión, de esperanza. Los Ángeles son fieles, cuidadosos y bondadosos. Es por esto que los Haken son tan puros. Por nuestros cuerpos corren energías positivas y somos capaces de diferenciar lo bueno de lo malo.

Aunque parezca algo intranscendente, muy pocas veces las demás criaturas son capaces de notarlo. Suele suceder que se empecinan con algo, no importa sus consecuencias, o que desean tanto y son capaces de hacer hasta lo imposible por conseguirlo, sin pensar en los medios que utilizan. Nosotros, los Haken, no. Tenemos la habilidad de comprender las situaciones y de ver cosas que ningún ojo criaturano es capaz de ver. Somos sabios y justos, somos especiales.

De los Demonios de la noche hemos heredado su fuerza y manipulación, solo que nosotros las usamos para fines más positivos.

Yo no tenía idea de que mi final iba a ser este. Cuando me enfrenté a King Shadow y di la vida para salvar a mi hijo y a su vez, para que él rescatara a la especie de los Ángeles, no me imaginé que el desenlace iba a ser este.

Cuando me encontré con los Ángeles Supremos, me contaron que estaban esperando el momento en que sus creaciones comenzaran a valorar aún más su especie, que la protegieran.

Me dijeron que con el correr de los años los Ángeles empezaron a cambiar. Cosas pequeñas, sutiles, pero sabían que si continuaban de esa manera, la hermosa creación que habían realizado iba a acabar como tal.

Muchos Ángeles se vieron opacados por la ambición cuando se supo la unión entre la Reina Luz Drake y el hijo del Amo del Mal, Powel. Otros tantos querían saber quién iba a ocupar el trono y muchos sintieron la envidia cuando Daskan, el primer Híbrido, asumió al poder. Cientos lo discriminaron porque lo veían como algo anormal en lugar de admirar lo bello que podía significar la unión entre dos especies sumamente opuestas. Otros se vieron manipulados por situaciones irreales, que en el fondo sabían que no existían pero que por temor aceptaban. Esto sucedió cuando Calandra tomó el lugar de Reina de Mundú.

Los Ángeles Supremos temían que la especie de los Ángeles se fuera desintegrando cada vez más y que atacados por el temor, avaricia, envidia e incluso rencor, significaran su propia extinción. Situación que estuvieron a punto de enfrentar pero que afortunadamente algunos decidieron dar la vida por los suyos.

Así fue como hemos recibido esta bendición de nuestros creadores.

Una nueva raza ha nacido para restablecer el equilibrio que todos estaban necesitando.

En este nuevo orden no me encuentro sola. Me acompañan mi hermano Pedro, la irremplazable Teo y la fiel Iris.

Los Haken hemos llegado para traer nuevamente la paz y tranquilidad.

Y devolver la luz después de tanta oscuridad.