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Capítulo 37: El Spiel

Más tarde ese día, Petra estaba tan ocupada con la apertura del Spiel que prácticamente se olvidó que yo estaba con ella. No me mandó a hacer ninguna tarea ni me dejó a cargo de nadie, bien sea porque confiaba en mí o simplemente porque se olvidó de mi existencia.

Decidí aprovechar la falta de atención y me puse a recorrer la vieja Mundú. El ambiente que ahora se respiraba era increíblemente distinto del que solía ser de ella. Leiden respiraba desolación, muerte y perversidad. Leiden era la fiel marca de Petra y sus deseos.

Las calles caóticas de la vieja aldea estaban cubiertas de escombros y de efectos personales de los Ángeles que previamente habían caminado por esos lugares. Las casas eran pilas de polvo y ceniza, un simple recuerdo de lo que solían ser antes que Petra atacara...

Los nuevos edificios también eran marca registrada de la hija del mal. Sangraban perversidad al máximo y falta de respeto por cualquier ser viviente. Petra solo quería venganza contra el pueblo que engendró la criatura que le quitó a su pareja...

Cuando llegué a la parte trasera del Haft, me encontré con un Ángel intentando trepar por una enredadera que crecía contra la pared. Me acerqué un poco más para poder identificarlo y me encontré con Noah.

Lo llamé por su nombre y, al asustarse, cayó pesadamente contra el suelo. Me miró perplejo, seguramente no sabiendo si confiar o salir corriendo...

—¿De dónde vienes?— le pregunté sin moverme, no quería infundirle ningún tipo de temor,

—¿Cómo hago para confiar en ti, Demetrius? —me contestó levantándose y sacudiéndose la ropa. —Estás al lado de Petra y encima sirviéndola—,

—Demian me habló. Me pidió que me ganara su confianza, que no la tuviera en contra— le contesté.

El rostro de Noah cambió inmediatamente y se acercó a mí.

—Hoy es la noche— dijo susurrándome,

—¿Cómo?— pregunté entusiasmado,

—Esta noche nos vamos a reencontrar— me repitió,

—No entiendo, Noah. Demian solo me pidió que no me peleara con Petra pero no tengo idea de planes qué estén realizando—,

—La Junta de Jerarquía Mayor junto a otros miembros de la guardia, han formado un grupo de resistencia llamado Verzet. Permanecen ocultos aquí, en la misma Mundú, elaborando un plan de derrocamiento. No somos tantos y por eso tenemos que planificar mucho las cosas. Yo estoy tratando de reclutar seguidores aquí en el Haft pero algunos tienen mucho miedo, prefieren vivir el tiempo que Petra les permita y no arriesgarse. Hay otros que están en duda y son los que más intento persuadir. Esta noche nos vamos a reencontrar después de tanto tiempo. El General nos dirá qué estuvo elaborando todas estas semanas de aislamiento—,

—¿Demian está con ellos?— le pregunté asombrado,

—Demian es la pieza fundamental en todo este plan. Fue capaz de observar las actitudes de King Shadow, de convivir con Petra y haber logrado un acercamiento fructífero con Powel. Posee mucha información, además del poder que ya todos sabemos que tiene—,

—Pero ese poder que tiene no surtirá efecto sino se demuestra de dónde proviene y sin Shilana eso será imposible— contesté desanimado,

—Estamos intentado encontrar alguna manera de solucionar eso—,

—¿Cómo?—.

Un ruido nos interrumpió y Noah reaccionó inmediatamente. Se alejó de mí y comenzó a escalar por la enredadera del Haft y se perdió en la primera ventana del edificio. Yo permanecí en mi lugar esperando que el provocador del sonido se me acercara. Era un Demonio de la Noche.

—Petra te está buscando— me dijo Bástian,

—¿Dónde está?— le pregunté con toda la tranquilidad que era capaz de albergar,

—En el Palacio Real. En unas horas se inaugura el Spiel—,

—Muy bien, vamos— le contesté.

Petra subió al carruaje con el vestido rojo que ceñía su cuerpo y le hacía resaltar su figura. El vehículo era de color rojo con manchas negras. Me dijo que ella misma lo había diseñado y no me extrañé, llevaba su marca personal. El techo del carruaje llevaba astas negras de distintas alturas y las ventanas poseían diseños enrejados de color negro. No tenía ruedas ni era tirado por criatura alguna, llevaba dos grandes varas a sus costados que eran sostenidas por cuatro Demonios.

—Esta noche es muy especial— me dijo con gran entusiasmo, se veía la felicidad en su cara,

—Me alegra poder pasarla contigo— le contesté.

Ella me miró sonriente pero comprendí que no me había creído ni un poco.

—¡A Jenko!— gritó desde el interior.

Los Demonios abrieron sus alas y tomaron vuelo.

—¿A Jenko? ¿No vamos a la apertura del Spiel?—,

—Sí, pero primero debemos hacer algo antes—,

—Hay algo que me gustaría preguntarte que me genera mucha curiosidad—,

—¿Qué pasa, Demetrius? ¿Quieres saber cuál es el pacto que tengo con Krauss?—.

Me sorprendí. Petra en ningún momento ingresó en mis pensamientos, dudaba mucho de mí si pensaba que eso me estaba rondando en la mente.

—Sí, me intriga— le respondí,

—Coral me contó que le preguntaste acerca de la oscuridad en Leiden... Respeté tu privacidad, ¿has visto? —Dijo sonriendo. —Tu mirada habla por sí sola, Demetrius, no me hace falta entrar en tu mente para saber lo que estás pensado—,

—¿Cuál es el pacto?— le pregunté devolviéndole la sonrisa, intenté que me saliera lo más real posible,

—Estoy segura que la unión que tenías con ese Ángel insulso era vacía y frágil—.

Tenía que hablar mal de Shilana pero no me atrevía, no podía.

—No me quieres decir el pacto...— le dije intentando cambiar de tema,

—¿A ti qué te parece?— me contestó riéndose.

El carruaje se detuvo y sentí como tocaba el suelo. Uno de los Demonios le abrió la puerta y Petra salió por ella. Yo me quedé en el carruaje aunque podía ver toda la escena que se presentó ante mis ojos.

—¡Finalmente, Petra!— la recibió con una gran sonrisa Krauss.

La Reina de las Brujas había escogido el azul como color de cabello. Ella era conocida por modificar la tonalidad de su pelo dependiendo de la ocasión o su humor. Llevaba puesto un vestido blanco largo.

—La gran noche llegó. ¿Están listos?— le preguntó Petra,

—Listos y ansiosos. No pueden creer que finalmente vayan a volver. Debo agradecerte, Petra. Eres una criatura de palabra. Digna hija de tu padre—,

—Muchas gracias, Krauss. Cuando quiero algo, lo consigo y cuando prometo, cumplo—,

—Los voy a buscar—.

Krauss desapareció en su palacio y Petra giró sobre sí para mirarme. Aún no era capaz de comprender qué hacíamos en Jenko ni que estaba planeando Petra, pero algo era seguro. No era nada bueno.

Detrás de Krauss aparecieron dos criaturas que reconocí al instante. Uno de ellos solía ser el padre de Shilana y la otra la reina de la vieja Mundú.

—¡Qué alegría volver a verte, Petra!— le dijo con una gran sonrisa Calandra,

—Lo mismo digo, Calandra. ¿Vamos?—,

—Por supuesto—.

Se despidieron de Krauss y los tres se subieron al carruaje. Ulises parecía algo renuente a tenerme cerca y no paraba de mirarme de mala manera. Calandra, en cambio, no paraba de hablar con Petra acerca de la nueva organización de Mundú, aunque fueron cautas, ninguna mencionó una palabra sobre su pacto secreto.

Cuando llegamos a Mundú, el carruaje se detuvo en la parte trasera del Palacio Real y sólo Calandra y Ulises descendieron.

—Ya sabes cuándo— le dijo Petra,

—Quédate tranquila, Petra. Todo saldrá de acuerdo a lo planeado— le contestó Calandra y se fue de la mano con Ulises.

El carruaje volvió a tomar vuelo y me quedé mirando por la ventana sin decir una sola palabra. Petra captó mi descontento y me habló.

—Prefiero la sorpresa, Demetrius—,

—Dices que confías en mí pero no me cuentas tus planes— le reproché,

—Porque quiero sorprenderte— y no dijo nada más.

Cuando llegamos al lugar del evento, Petra salió prácticamente volando. Estaba tan ansiosa que le costaba controlar sus impulsos. Entramos por una puerta trasera junto con todo su séquito. Nos llevaron a un palco especialmente diseñado para ella, daba al centro del estadio. Coral ya estaba sentada en una de las sillas que se encontraba a los costados del gran sillón especial.

Sentada a su derecha... Todavía me costaba verla en ese lugar.

—No puedo esperar más, háganlos entrar— dijo Petra.

Las puertas del frente fueron abiertas por dos Demonios de la Noche y decenas de otros de mi misma especie ingresaron al Spiel. Para mi asombro, no sólo Demonios ocuparon espacios esa noche, Brujas y Orcos también coparon el lugar.

Luego que el edificio se llenara, Ángeles ingresaron escoltados por diez Demonios de la Noche y se sentaron en la primera fila. Podía ver en sus caras la desesperación y el temor, emociones que eran alimento natural de mi especie...

Petra se levantó y todo el público presente guardó silencio inmediatamente.

—Me di cuenta que algo nos faltaba para celebrar nuestra victoria. Leiden es nuestra nueva aldea, nuestro nuevo hogar, el primero en sumarse al gran y poderoso Das Dunkel. Y tuve una idea, el entretenimiento es pieza fundamental para despejar nuestras mentes y cargarlas con nueva energía. Todos los aquí presentes saben lo gratificante que puede ser alimentarse, y pensé, puedo hacer de eso algo mucho más satisfactorio. La caza. Esta noche verán como nuestra especie entra en acción y pelea por su comida, y también verán cómo sus presas, inútilmente, defienden sus vidas. ¡Bienvenidos al Spiel!—.

Por la misma puerta que ingresamos nosotros entró un Ángel, uno que ya conocía, uno que no le agradaba en lo más mínimo y el primero que vi cuando desperté en la celda.

Zalander.

Le tiraron un arma de fuego y cerraron la puerta estrepitosamente. Zalander miraba a su alrededor asustada y sin poder comprender a lo que se enfrentaba. Se notaba que quería demostrar fortaleza pero los temores que la atacaban eran más fuertes.

Un aleteo se escuchó en el cielo y todos los presentes elevaron sus miradas para encontrarse con un Demonio sobrevolando la zona y analizando a su presa. Zalander corrió a buscar el arma de fuego y le apuntó, aunque no disparó, se contuvo y esperó. El Demonio giraba en círculos calculando el ángulo exacto para poder atacarla, cuando lo encontró, atacó.

Su vuelo fue rápido y certero, Zalander, al captar la intención de su contrincante, sostuvo con más fuerza el arma de fuego contra su hombro y empezó a disparar sin hesitar. Disparo tras disparo, el Demonio de la Noche los esquivó sin problema alguno, parecía que movía su cuerpo al compás de una música imaginaria y hasta incluso daba la sensación que lo disfrutaba. La cara de Zalander empalideció cuando comprendió que no tenía más municiones en su arma, la arrojó al suelo y empezó a correr, hacia ningún lado.

Las risas coparon las gradas de modo escalonado. Todos sabían cuál iba a ser su final, no tenía forma de salvarse. El Demonio apoyó sus pies sobre la tierra y la miró detenidamente. Zalander permaneció un rato quieta, seguramente intentando repeler el ataque del Demonio a su mente pero ya las fuerzas la habían abandonado y de a poco empezó a debilitarse. Sus piernas no pudieron contener el peso de su cuerpo y cayó al suelo. Toda su figura empezó a convulsionar y el Demonio se acercó aún más colocándose por encima de ella. Con cada una de sus manos sujetó los extremos de Zalander a la altura de sus muñecas y, tras una sonrisa, las arrancó. La sangre salpicó a aquellos que se encontraban en primera fila, los más afectados por la situación, los más indignados.

El Demonio de la Noche se levantó y sosteniendo en alto las extremidades de su presa, exclamó victorioso su gloria y rio poderosamente. Petra estaba feliz, no paraba de moverse en su asiento porque notaba la algarabía que habitaba en el Spiel.

Entraron dos Demonios al centro del estadio para sacar el cuerpo sin vida del Ángel.

—¡Esto es tan emocionante!— exclamó Petra.

No la pude mirar los ojos, en cambio, observé la multitud y vi una tenue luz blanca cerca de un extremo de las gradas.

—¡Ábranse las puertas nuevamente!— gritó Petra.

Las puertas traseras dieron paso a los Ángeles que horas antes habíamos reclutado con Coral.

—¿Te molesta si lo voy a ver más de cerca?— me animé a sugerirle,

—¡Yo sabía que te iba a gustar! —Exclamó feliz —Por supuesto, ve a donde quieras—.

Era el momento indicado para separarme de ella, no notaría mi ausencia porque estaría tan concentrada en su juego que no se percataría de mí y no estaría tan al tanto de mis movimientos.

Me alejé del palco especial y me dirigí al lugar del que la luz había provenido. El extremo de las gradas no tenía una salida, si había sido Noah como creía, no entendía cómo había hecho para escapar del Spiel hasta que lo vi.

Un pequeño agujero estaba formado justo por debajo de los primeros asientos. Comprimí mis alas lo más que pude y me agaché lo suficiente para quedar debajo de los primeros escalones. Una vez fuera lo vi.

—Pensé que no comprenderías— me dijo,

—Estaba atento a cualquier señal— le contesté,

—Bueno, vamos—.

Seguí a Noah entusiasmado. Si él me estaba llevando al encuentro con el General Marcus, eso quería decir que podía encontrarme con mi hijo.

Algo poderoso se formó en mi mente. Sentí como mi cerebro se encendía y se apagaba de manera intermitente, una energía especial empezó a recorrer todo mi cuerpo. Mi hijo era muy importante para mí, como también lo fue para Shilana. Él fue la expresión de nuestra unión, de nuestro destino. Él tenía algo de ella y algo mío, era nuestro, nuestra creación. En ese momento fui capaz de experimentar un poderoso rechazo ante la situación: hoy Shilana podría estar viva y disfrutando de su hijo conmigo.

Pero no.

Noah se dirigía al Palacio Real, cuando comprendí hacia dónde íbamos lo detuve.

—¿Estás loco? Pueden haber guardias— le dije,

—Tranquilo, Demetrius. Esta noche era la noche porque el Palacio se iba a encontrar desierto. Todos se encuentran en el Spiel y además, no vamos al Palacio— me contestó.

Justo antes de terminar la Plaza Central, debajo de uno de los bancos de piedra, Noah descubrió una manija de metal.

Una entrada secreta.

La corrió y empezó a descender por una angosta escalera. Lo seguí. No era capaz de ver si era muy larga pero la sentía de esa manera, también podía ser mi ansiedad que impacientaba mis formas y no me permitía dar cuenta de la realidad, pero finalmente toqué con mis pies el suelo y respiré exaltado: quedaba menos para ver a mi hijo.

Lo seguí a Noah por un pasillo angosto y oscuro, recién al final era capaz de verse una delgada línea blanca a la altura del suelo. Una puerta invisible fue abierta por Noah y me encontré con un amplio salón.

Una gran pantalla se encontraba en el centro, rodeada de una mesa de vidrio y diez sillas ubicadas estratégicamente. Parecía ser una habitación oval en cuyas paredes rezaban palabras de aliento colgadas en cuadros, fotos y hasta puertas. Llegué a contar siete de ellas.

—¡Marcus!— gritó Noah.

De una de las puertas salió el General con una gran sonrisa. Noah corrió a su encuentro y le dio un fuerte abrazo. Más Ángeles salieron de otras puertas y se sumaron al saludo. Reconocí a la Junta y había otras criaturas que nunca antes había visto. Todos se sorprendieron al verme, Noah les explicó que estaba de su lado.

—Lo sabemos. —Intervino Marcus. —Es que aún les cuesta ver a un Demonio—,

—Lo entiendo perfectamente— le contesté.

Con mi mirada buscaba desesperadamente a mi hijo.

—Sé a quién buscas, Demetrius. —Me dijo Marcus acercándose a mí. —Pero se encuentra cuidando a alguien muy especial. ¿Te molestaría escucharnos primero?—,

—¿A quién?— pregunté,

—Todo a su tiempo. Toma asiento, por favor—.

Todos los presentes se sentaron alrededor de la mesa y yo los seguí. Marcus permaneció parado y encendió una pantalla grande. En ella apareció la foto de Calandra y Ulises.

—Sabemos que se encuentran en Mundú. Este mismo día Petra los fue a buscar a Jenko. Mi teoría principal es que quiere devolverlos al poder—,

—¡Eso es ridículo! —intervino Logan,

—¡Capitán! —Le reprendió Gregory. —Tenga más respeto por la figura de su padre y General—,

—¿Por qué dices que es ridículo, Logan?— le preguntó Marcus con una sonrisa,

—¿En qué contexto van a entrar? Los Ángeles tienen que volver a tenerle confianza y en este momento están muy atemorizados, no pueden pensar en nada más—,

—Es que justamente este momento de debilidad es ideal. Tenemos que ser capaces de entender lo que Petra quiere lograr— le contestó Marcus,

—Por algo los fue a buscar hoy...— dije en voz alta sin darme cuenta, los pensamientos empezaban a armarse en mi cabeza,

—¿Qué dices, Demetrius?— me preguntó Marcus,

—Que por algo los trajo hoy... Petra estaba muy entusiasmada con la apertura del Spiel, que si bien le genera felicidad, la conozco, y hay algo más que no estamos viendo. Creo que si va a usar a Calandra y Ulises, será esta noche— le contesté,

—Noah. —dijo Marcus. —Será mejor que vuelvas. No sabemos cuánto tiempo más durará esto, y necesitamos a alguien allí. Cualquier cosa que suceda o sospeches, no dudes en contactarnos—,

—Por supuesto, General—.

Noah se levantó de su silla y se fue por la puerta que ingresamos. El General Marcus les dejó a los presentes la tarea de elaborar diferentes teorías de conspiración y que busquen sustento para ellas. A mí me pidió que lo acompañara.

Atravesamos una de las puertas y comenzamos a caminar por un pasillo iluminado. La falta de costumbre a la luz hizo que tuviera que cerrar mis ojos de vez en cuando.

—La sede de Verzet ocupa casi todo el subsuelo de Mundú. De hecho, tenemos una entrada secreta a la Guardia y acceso al arsenal de armas. Estamos bien protegidos, no te preocupes por Demian—.

De nuevo los impulsos de mi cerebro hicieron que una energía recorriera cada espacio de mi cuerpo.

—¿Dónde está?— le pregunté ansioso.

Al final del pasillo nos encontramos con un Ángel vistiendo una larga túnica blanca. Se sorprendió al verme pero relajó su expresión al notar la presencia de Marcus a mi lado.

—¿Cómo se encuentra?— le preguntó,

—Estable. No hubo ninguna modificación en su estado durante estas horas— le contestó mientras hacía algunas anotaciones en una carpeta,

—Muchas gracias, Doctor Leyes—.

El Ángel se retiró del pasillo y nos dejó a los dos solos. Marcus golpeó la única puerta delante de nosotros.

Demian.

Cuando lo vi atravesar el pórtico mi cuerpo entero sucumbió. Lo abracé fuertemente, feliz de verlo bien y de poder tenerlo conmigo. Mi hijo respondió a mi abrazo de la misma forma y podía experimentar la alegría que él también sentía por habernos reencontrado.

—¡Al fin, padre!— me dijo con una gran sonrisa,

—¡Al fin , hijo!— le respondí de la misma forma.

Nos volvimos a abrazar, esta vez menos tiempo. Percibía que mi hijo quería decirme algo y que sabía que no me iba a gustar.

—¿Qué es lo que sucede?— le pregunté.

Él miró a Marcus y luego a mí.

No, no me iba a gustar.

—Tengo que mostrarte algo... en realidad, a alguien— me dijo.

Abrió la puerta y me encontré con la sala de un hospital. Sobre la cama blanca se encontraba alguien que nunca imaginé volverme a encontrar, algo imposible para mi mente...

—¿Qué hace él aquí?— Pregunté y sentí como mi cuerpo empezaba a ponerse tenso, él siempre me generaba eso —¿No estaba muerto?—,

—Ese es el punto, Demetrius. —Intervino Marcus. —Esto es muy extraño—,

—Me doy cuenta— le contesté irónico,

—No por eso, padre—.

Y percibí alegría en mi hijo...

No podía entender cómo a partir de esa criatura se pudiera generar eso...

—¿Me pueden explicar? Porque me estoy poniendo nervioso— les dije,

—Sabes cómo funciona nuestra especie, —intervino Marcus —si nuestra debilidad muere, morimos con ella—,

—Lo sé perfectamente— le contesté,

—Él no murió, Demetrius—.

Mi mente empezaba a rearmar todos los hechos. Trataba de dejar a un lado la ira que siempre me provocaba e intenté concentrarme en lo que realmente estaba sucediendo.

Yo lo había visto caerse cuando ella desapareció e incluso no percibí ningún signo vital cuando me acerqué a él...

Pero él había muerto porque ella lo hizo primero.

Y si él no murió...

—No es posible— le dije casi sin aliento, mi cuerpo estaba temblando ante aquella posibilidad,

—Hay algo extraño con la muerte de Shilana— me dijo Marcus finalmente.

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