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Capítulo 17: La visión de mi madre

Caminamos por la oscura Mundú, tomados de la mano y en completo silencio. No eran celos los que guardaba por Zalander, ni mucho menos. Simplemente no me caía para nada bien, había algo en esa actitud de suficiencia que portaba que me desagradaba en demasía. No tenía nada que ver con que ella llegó hasta donde yo hubiese querido, no tenía que ver con sus supuestas aptitudes.

Para nada....

Cubiertos por el manto de estrellas, Demetrius sostuvo más mi mano e hizo que nos detuviéramos unos metros antes de ingresar en el predio del palacio. Lo miré detenidamente a los ojos para intentar comprender sus facciones, había algo que le molestaba.

—Yo sé perfectamente quien soy y qué hago a tu lado, —mencionó mirando al suelo florecido de mi aldea —pero la pregunta de Zalander me dejó en jaque— y levantó su mirada hacia la mía,

—¿Qué pregunta?— pronuncié extrañada, sin entender,

—En calidad de qué me tiene que tener respeto—.

¿Cómo iba a hacer para explicarle aquello?

Fue tan obvia la pregunta de Zalander como su respuesta, aun así la hizo para incomodarme, porque para todo el pueblo mi esposo era Embrace, quien también era el Rey. ¿Qué lugar ocupaba Demetrius a mi lado? ¿Cómo iba a presentarlo a los aldeanos? Ése era el gran interrogante y aún no tenía respuesta.

—No me contestes con el silencio— pronunció mi Demonio, devolviéndome al presente,

—Es difícil explicarte sin que te desesperes— le contesté apartando la mirada.

Con su fría mano, aunque ya no tanto al haberse mimetizado con el clima de Mundú, tocó mi barbilla y levantó delicadamente mi rostro. Nuestras miradas se cruzaron y quedé asombrada por el hermoso color de sus ojos pero me amargué al ver tristeza en ellos.

—No quiero ser una sombra a tu lado, tampoco me importa que el resto sepa de nuestra conexión pero no quiero que te veas en la necesidad de explicarle a los demás. Quiero decir, determinadas situaciones son obvias y no requieren de ningún tipo de mención. Si estamos juntos, si caminamos de la mano, si vivimos juntos... La respuesta está a la vista. ¿Me entiendes?—.

Y claro que lo entendía.

Demasiado sutil aunque no tanto para mi percepción. Lo que Demetrius quería era que Embrace saliera de escena.

—No es tan fácil como te gustaría. Estoy unida a él frente a mi pueblo, no lo puedo deshacer— le contesté con un nudo en la garganta.

El grado de cordura de Demetrius se perdía cuando mencionaba a Embrace. Temía que realizara un escándalo en plena Plaza Central.

—¿Y dónde está, entonces?— preguntó, pude ver el esfuerzo exagerado que estaba realizando para no perder el control,

—No lo sé y me preocupa demasiado— le confesé, casi tentando al destino,

—¿Qué es lo que te preocupa? No tienes la culpa de nada. Él sabía perfectamente la unión que teníamos nosotros dos, yo tu Eterna Debilidad, tú mi pareja. Aun así, quiso estar a tu lado. Y no me extrañaría que la idea de la pócima haya sido de él— una mueca en su rostro demostró ira.

Tenía que calmarlo, en cualquier momento estallaría. Me puse en puntas de pie y me acerqué a él para rodearlo con mis brazos y sumirnos en un profundo beso. Sentí sus manos asir mi cintura con fuerza, atrayendo mi cuerpo al suyo. Sus besos me hacían olvidar cualquier problema que tenía...

Al separarnos, lo miré a los ojos y le dediqué una tierna sonrisa, él me la devolvió. No hicieron falta más palabras, así que continuamos caminando.

Al entrar al predio del castillo me di cuenta que un carruaje negro amorfo se encontraba estacionado cerca de la fuente de agua. Noté a Zenón fuera del mismo, como esperando algo o custodiando el coche. Corrí hacia él pero Demetrius llegó antes que yo, debido a que usó sus alas para recorrer la corta distancia que nos alejaba.

Padre e hijo se dieron un fuerte abrazo, la alegría en los ojos de Zenón era muy contagiosa, hasta se le formaron lágrimas en ellos. Conocía el cuerpo de Demetrius y estaba relajado, como si hubiese encontrado la paz. Empezaba a entender de qué iban las relaciones de los Demonios de la Noche. A pesar de ser carentes de corazón, experimentaban las sensaciones y sentimientos, pero sólo con los lazos más fuertes: los del amor y también los de la familia.

Al separarse, los dos se miraron felices, esbozando grandes sonrisas. Me acerqué a Zenón para saludarlo, se sobresaltó al verme, casi como si se hubiese olvidado de que yo vivía en ese lugar.

—Discúlpeme, Princesa, el reencuentro con mi hijo me desestabilizó— se explicó,

—No te preocupes, Zenón, entiendo completamente. ¿Quién vino?— le pregunté extrañada, primero por la hora y después por no haber avisado con tiempo,

—Su madre. —Me contestó y su rostro empezó a deformarse, la alegría había abandonado su rostro para ser invadido por el temor. —Me pidió que la trajera cuanto antes, tenía que decirle algo muy importante, algo relativo a Petra— dijo la última palabra en voz baja, casi inaudible,

—¿De Petra?— pregunté sorprendida.

Salí corriendo hacia las puertas de mi palacio para encontrarme con mi madre. A pesar de que estaba aterrada, ya que siempre que se mencionaba ese nombre un escalofrío recorría mi espalda, mantenía cierta calma. Mi madre estaba bien aunque no podía entender qué podía ser tan importante como para haber abandonado su aldea en el medio de la noche.

Cuando entré me encontré con Draco, nuestro cocinero. Le pregunté si sabía en qué lugar del castillo se encontraba mi madre y me respondió que estaba en la habitación de mi hijo, junto a mi hermano. Corrí las escaleras para encontrarme con ella, consumida por la ansiedad.

Abrí la puerta de la habitación abruptamente, tanto que los habitantes en ella se sobresaltaron. Tuve que detenerme un rato para recuperar el aire aunque la ansiedad me podía. Hice un esfuerzo más para acercarme a mi madre y abrazarla fuertemente.

—Estoy bien, hija, no hay nada de qué preocuparse. —Me contestó, luego se separó lo suficiente como para poder mirarme a los ojos, y prosiguió. —Por lo menos por ahora—,

—Necesitaba sentirte cerca— le contesté con un hilo de voz,

—Tu hermano me ha contado lo del intruso— pronunció con la voz temblorosa.

Me separé de ella para verla más detenidamente. Los tiempos que estábamos viviendo eran de constante peligro, y aunque no quería generarle más temor, era casi imposible. De la misma forma que yo estaba intranquila sabiéndola viviendo en pleno corazón del Bosque Oscuro, el lugar de Petra; ella también estaría inquieta por mí. Quería calmarla y no sabía cómo...

—Ya hemos tomado medidas, madre— contesté casi inútilmente.

Ambas sabíamos que si Petra quería atacar y matarnos, lo haría sin ningún problema porque aún no encontrábamos cuál era su punto débil para atacar...

Una vez un poco más calmada, pude observar que mi hermano se encontraba con mi hijo entre sus brazos. La rapidez con la cual estaba creciendo Demian era casi alarmante, ya debía de estar midiendo como setenta centímetros.

—¿Cómo se portó Demian?— le pregunté a mi hermano con la voz entrecortada por la falta de respiración,

—Es una criatura sumamente inteligente, mi sobrino. Su crecimiento es casi impresionante— contestó sorprendido Pedro,

—Es que su reloj está ajustado a Das Dunkel, por eso no coincide con nuestro crecimiento normal— le expliqué,

—Supuse que algo de eso tenía que ver— pronunció acunando a mi hijo.

Mi cuerpo comenzó a experimentar las sensaciones de siempre y supe que mi Eterna Debilidad se estaba acercando a nuestra habitación. Cuando efectivamente se hizo presente, capté la sonrisa de mi madre al verlo.

—Estaba esperando a que llegaras, Demetrius— dijo mi madre.

Mi Demonio se sorprendió al escuchar aquello. Creo que él estaba acostumbrado a ser tratado como un outsider, jamás como a un par. Y el modo en el cual mi madre pronunció esas palabras, sonó como ésta última.

—Mejor los voy a dejar solos— dijo mi hermano.

Abandonó la habitación con mi hijo entre sus brazos. Demetrius se acercó a mí y tomó mi mano. Mi madre sonrió aún más fuertemente, notaba la felicidad en sus ojos.

—He venido en medio de la noche y sin mediar aviso porque tengo que contarles algo muy importante. —Mencionó con tono serio. —Tuve una visión del futuro de Petra—.

No pude verla pero mi cara de asombro fue tal que debería haber quedado registrada para el recuerdo. Mi madre no podía ver nada con respecto a ella, como si esa horrible criatura fuera capaz de bloquear su poder. Pero era obstinada y tenía tanta confianza en sí misma que sabía que en algún momento Petra se descuidaría, como me dijo mi padre. Alguna situación desbordante la haría olvidarse de que mi madre estaba intentando averiguar algo de su pronto futuro, y en ese momento, la Reina de los Demonios de la Noche sería capaz de ver aquello que tanto anhelaba.

Y sucedió. Mi madre vio el futuro de Petra.

—No puedo creerlo, madre— le dije con completo asombro,

—Yo mucho menos. Pero la imagen apareció en mi mente, tan clara como una película— me contestó contenta de sí misma,

—¿Y qué fue lo que vio, Amanda?— le preguntó Demetrius,

—No estoy contenta por lo que vi, ya que fue horrendo, me hizo estremecer todo el tiempo que duró la visión, pero estoy contenta porque sabiendo esto vamos a poder evitarlo. Aparentemente, Petra tiene una alianza con algunos grupos subversivos de tu aldea, hija, y va a hacer un trato con ellos. No pude ver la cara del líder del grupo, pero sí escuché de qué se tratará el arreglo. Petra les ofreció derrocarte y ocupar su lugar en el trono, aunque momentáneamente hasta encontrar una reina más digna de ese puesto. Les explicó que la mejor manera de debilitarte era pegándote justo en el punto débil, o al menos en uno de ellos. El líder del grupo escuchaba atentamente, casi hipnotizado por las palabras de Petra. Ella aprovechó esa atención y empezó a hablarle de lo fuerte que debería ser un rey, que no tendría que tener flancos posibles de ataque ya que se convierte en alguien vulnerable, y ese alguien endeble no puede proteger a todo un pueblo. El líder del grupo asentía fervientemente, convencido de las palabras de Petra. Y finalmente dijo cuál sería su movimiento, ése mismo que te desestabilizaría: van a secuestrar a Pedro—.

Mi corazón se detuvo y mis piernas cedieron ante la sorpresa, pero gracias a Demetrius, no caí redonda al suelo. Me sostuvo con sus fuertes manos, sintiendo él también el terror que experimentaba mi cuerpo. La respiración se me entrecortaba y se me hacía difícil encontrar alguna palabra que decir. Pedro era uno de mis pilares, casi no pude soportar su decisión de abandonar Mundú, pero lo apoyé cuando supe que se trataba de nuestra madre, que ese sacrificio debía realizarse. Sin embargo, siempre estuve con miedo de que algo le pasara. Los primeros días los pasé horrible sin él a mi lado, luego fueron sedados con la aparición de mi Eterna Debilidad.

Pero ahora... Ahora era distinto. El peligro era inminente, casi seguro. Petra quería arrebatarme de mí a una criatura más que importante para mi existencia.

—¿Sabe cuándo?— preguntó Demetrius, sabiendo lo que estaba pensando pero que no podía elaborar en palabras por el asombro que me azotaba,

—No, la verdad que no lo sé, pero lo sabemos y eso es lo importante. Debemos extremar la seguridad de Pedro, él ya está al tanto. Estuvimos hablando mucho mientras esperábamos su llegada. Me dijo que hablará con su Reina para poner más guardias en la entrada de Shayn— contestó mi madre,

—Pero no será suficiente. —Pronuncié como pude, aún sin fuerzas y siendo sostenida por los brazos fuertes de Demetrius. —Las Hadas no son buenas guerreras, las aplastarán. —Un nudo se me formó en la garganta. —Voy a convencerlo para que venga a vivir con nosotros un tiempo. No me puedo permitir que algo malo le pase—.

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