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Capítulo 1: Mi nuevo yo

El frío viento que surcaba los árboles, impactaba en mi cuerpo de forma violenta y desesperada, mientras que en la distancia, el suave murmullo de todos mis seguidores me cargaba de energías.

La opacidad del Bosque Oscuro era nuestro refugio y mejor arma, sumado ello al increíble poder de mis Infernas, capaces de disuadir cualquier ojo criaturano que intentara ver lo que ellas no deseaban.

Era consciente que me faltaba cumplir determinados objetivos para alcanzar finalmente mi meta, pero nada me amedrentaba. Yo tenía en claro que quería el reinado de Das Dunkel, la aldea de los Demonios de la Noche, pero para poder obtener mi merecida herencia, primero tenía que derrocar a los actuales Reyes de mi aldea.

Aún me costaba creer que el sillón que alguna vez ocupó mi Padre, hoy lo utilizaban dos Ángeles insulsos. No me importa que digan que uno de ellos es del linaje Omen, familia fundadora de Das Dunkel, ese trono me pertenece a mí.

El sonido profundo de la voz de mi mano derecha resonó por el oscuro bosque.

—Petra— me llamó Xerxes.

Petra era el nuevo nombre que había elegido para poder ocupar mi lugar en este mundo. No quería ser reconocida sólo por ser hija de King Shadow, el Amo del Mal. Más allá de estar orgullosa de serlo, quería que me respetasen por lo que soy yo, como criatura independiente de mi padre. Además, continuar con mi nombre original podía llegar a atemorizar a mi entorno. Es que King Shadow no es conocido por su magnanimidad ni gratitud, y yo soy exactamente igual a mi progenitor. También porque Lucybel, aquel ser que solía ser de pequeña, dejó de existir como tal. Ahora soy una criatura que se respeta por su propia fama, sin necesidad de invocar el nombre de mi padre.

—¿Llegó Malandra?— le pregunté,

—Aún no, pero Bástian me comunicó que no pudo conseguir muchos—,

—Necesito conseguir un número importante de seguidores si quiero llegar al trono de Das Dunkel. Tienen que hacer lo imposible por conseguirlos—,

—Lo sé, Petra, pero la realidad es otra. Yo sé que te cuesta entender, a mí también, pero hay muchos de nuestra especie que están contentos con el reinado de la familia Omen-Drake. Muchos seguidores quedaron perdidos luego de que aquél Ángel "te matara". Y otros tantos, los perdimos luego de que se diera a conocer al mundo nuestra fuga de la Prisión de Das Dunkel. Su desconcierto hizo que se unieran a nuestras líneas enemigas.

>> El General Marcus es muy hábil, tenemos que reconocerlo. Ha aprovechado de muy buena manera este cambio de ambiente en nuestra raza y así ha conseguido que los Demonios estén conformes con la alianza que forjaron con los Ángeles, tan absurdo como real—,

—¡Ridiculeces! No están conformes, están domesticados. Los Demonios de la Noche están perdiendo su esencia y no lo puedo tolerar... Esto no es lo que quiso mi padre—,

—Yo sé que es cuestión de tiempo para que alcances el trono de nuestra aldea... Y para que consigas muchas cosas más— el tono sombrío de su voz me demostró que ya se había dado cuenta que Das Dunkel era solo el comienzo del camino de mi plan secreto, y eso denotaba lo mucho que me conocía...

Xerxes es la mejor criatura que pude encontrar en esta travesía. Su lealtad y compañía, son importantes para mí. Tiene una altura prodigiosa, un cuerpo robusto, y sólo es necesaria una mirada fugaz suya para provocar el terror. La cabellera roja intensa que lleva, me hace recordar al Averno de mi padre, pero su mirada sombría, de ojos negros, es lo que lo caracteriza.

Su compañía se remonta demasiados años atrás, incluso mucho antes de que le contara mi verdadero origen. En ese momento, la aldea de Das Dunkel se vio sumergida en una profunda crisis. Muchos de nuestros Demonios empezaron a cuestionar la forma de vivir que llevábamos algunos. Decían que el alimento podía llegar a acabarse, que algún día terminaríamos pereciendo, que no podíamos cazar de la manera en que lo hacíamos. Es que no muchos tienen el poder de controlarse y una vez que empiezas a absorber todo el miedo y la desesperanza de la otra criatura, simplemente no podes detenerte y continúas hasta quitarle la vida. Y eso era lo que estaba pasando.

En ese momento de cuestionamientos y dudas, llegó el proclamado Rey de nuestra aldea, el Señor Brian Omen, descendiente de uno de los primeros habitantes de Das Dunkel, del hermano desertor en realidad. Algunos lo recibieron con recelo, otros escucharon atentamente sus palabras y obtuvieron lo que tanto deseaban escuchar.

Salvación.

Vino con la idea de ser más cautos y no someter a tantas aldeas débiles, ya que efectivamente en algún momento, se acabaría la comida. Proclamaba la necesidad de racionalizarla y buscar otros métodos alimenticios... ¡Estupideces! Pero le creyeron y ésa fue la peor parte. Yo tenía miedo que mi especie, nuestra aldea, se viera convertida en una más de las débiles. Sí, miedo. No quería ver como la obra maestra de mi padre sucumbiera ante la idea absurda de un proclamado rey. Allí fue, en ese momento, cuando le revelé mi verdadera identidad a mi mano derecha.

Su sorpresa y alegría fueron de la misma intensidad. En sus ojos había podido vislumbrar un nítido brillo en la mirada, casi cercano al regocijo. No hizo falta que me asegurara su silencio, él era mi criatura de confianza, con el único con quien podía hablar y al único a quien escuchaba una idea u opinión, hasta incluso poder hacerme cambiar de parecer...

Su voz me trajo nuevamente al presente.

—El poder del bosque es cada vez más perceptible—.

El Bosque Oscuro era peligroso por naturaleza. Ninguna de las criaturas de las aldeas débiles que lo rodeaban se animaba a cruzarlo, porque sabían con certeza que no saldrían con vida. Pero algo más se empezaba a percibir en el ambiente, era como si de a poco el bosque fuera cobrando vida...

—Está retomando su poder...— dije con extrema ansiedad,

—Nunca antes lo vi así— me contestó con mi misma ansiedad,

—Él también sabe que nuestra especie está pendiendo de un débil hilo y está dispuesto a ayudarme—,

—Hay algo nuevo que debes saber— el tono de mi mano derecha fue suficiente para saber que aquello que me iba a contar no me iba a gustar. Inhalé una profunda bocanada de aire y le contesté,

—¿Qué pasó ahora?—,

—Pusieron más controles en la entrada de nuestra aldea. Pusieron a Ángeles—,

—¡¿Qué?!— exclamé fuera de mí.

Mi cuerpo entero sucumbió ante semejante noticia. Aún me resultaba extraño no sentir el peso delicado de mis alas negras. Opté por quitármelas, quería tener una nueva apariencia que se identificara más con mi nuevo yo. Después de todo, había vuelto de la muerte revelando mi verdadero origen, y ansiaba imponer tanto respeto como presencia. También, era una forma de dejar atrás el ser que era.

—Si bien tienen a muchos Demonios de la Noche de su lado, imagino que es una táctica para seguir uniendo las dos aldeas. Están con armas de fuego más renovadas, son mucho más certeras que las que solían tener antes— podía ver en su mirada como entendía y compartía mi ira.

Era más que una aberración aquello que me estaba diciendo. ¿Ángeles custodiando mi aldea, mi mundo? Ya era superar cualquier tipo de límites y demostraba aún más la carencia de poder de los llamados reyes.

—Llama al Grupo Beta y a Bástian, que se reúnan en nuestra carpa. Tenemos que organizar una salida para que nos informen de la cantidad exacta y posición de esos usurpadores. Quiero exterminarlos uno por uno. No me importa que vuelvan a poner más, quiero dejar en claro que la presencia de Ángeles en mi aldea no me gusta. ¿Está claro?—,

—Ya doy la orden—,

—No me gusta reconocer una derrota. Esos ángeles no pueden estar ganando terreno en mi aldea, en nuestro hogar, Xerxes—,

—A mí tampoco me gusta esto, Petra, pero es producto de nuestra caída. Tenemos que asumir estas consecuencias—.

Xerxes se alejó de mi lado y lo vi perderse en la oscuridad. Me costaba demasiado reconocer las buenas tácticas de mi opositor porque eso demostraba mi falta de habilidad para anticiparme a ellas.

Para mis adentros no podía negar la astucia de los reyes de Das Dunkel: ellos siempre quisieron implantar la colaboración con otras aldeas, respetar al otro y buscar otra manera de continuar con nuestra existencia... ¿Y qué mejor manera que poner a Ángeles, una de las especies más inferiores en nuestro mundo, a custodiar la aldea?

De solo pensarlo me daba escalofríos.

Sé que mi especie fue la primigenia, porque el mal existió desde siempre, antes que la especie de los Demonios de la Noche viera la oscuridad. Fue mi padre quien los trajo a este mundo, quien les enseñó todas sus cualidades. Fue él quien utilizó a Leviatán, el hermano codicioso de los Omen, para construir este imperio, lástima que no anticipamos el movimiento de su hermano, Nathaniel. De haber sabido que levantaría una resistencia, hoy en día viviríamos más tranquilos.

Yo decidí adoptar esta especie por su gran significancia. Mi padre les dio la vida, como seres poderosos y fuertes, temidos por cualquier otra criatura que existiera sobre nuestro mundo, no conociendo la derrota porque simplemente no la ven como una posibilidad. Así los recuerdo yo, como una especie dominante por excelencia que siempre fue y lo será. No hay aldea que se visite que no le teman, que no le demuestren respeto, porque saben que el gran King Shadow los eligió para que sean a su imagen, ya que el mal no tiene rostro... Ahora intento recuperarlos, devolviéndoles la fuerza y la convicción que perdieron cuando los falsos reyes tomaron el poder de Das Dunkel.

El tiempo se escurría entre mis dedos como agua y las circunstancias no cambiaban, de hecho empeoraban. La falta de seguidores me estaba poniendo muy nerviosa y quería empezar a hacer algo cuanto antes para recuperar mi trono, de lo contrario, los insulsos Ángeles iban a seguir ganando terreno en mi aldea, y eso era algo que no podía tolerar. Tenía que atacar el punto débil del Rey Omen y sabía qué arma tenía que utilizar...

Me adentré en el campamento hacia la carpa del Grupo Alfa, y allí, en el suelo, encadenado a un árbol, yacía el cuerpo de Demetrius. Estaba temblando desesperadamente. Parecía como si el gélido ambiente de Das Dunkel le afectara, lo cual era prácticamente imposible. Tenía que averiguar qué era lo que lo estaba poniendo en ese estado y modificarlo cuanto antes.

—No sé por qué me sacaste de la prisión, no te soy de utilidad— me dijo con dificultad y con un hilo de voz,

—El hecho de que te resistas a alimentarte me está poniendo muy nerviosa, Demetrius —le dije acercándome lentamente a su rostro. —Así que voy a hacer algo rápidamente para que vuelvas a ser quien solías ser. ¡Y deja de temblar, por favor! Me pones nerviosa—.

No sabría cómo explicarlo porque nunca antes vi a una criatura de mi especie en ese estado.

Estaba débil.

No sabía lo que le pasaba, no sabía por qué se veía tan afectado, pero lo iba a averiguar y el hecho de que me bloqueara la entrada a su mente me estaba poniendo más que irritante. Siendo su pareja debía poder ver lo que pensaba y mirar a través de sus ojos pero últimamente me estaba cerrando esa posibilidad...

—No tienes fuerza para levantarte, pero sin embargo, ¿sigues bloqueándome tus pensamientos? —Le pregunté agarrándolo de un brazo y levantándolo a la fuerza. —¿Qué es lo que te pasa, Demetrius?—,

—Aunque me lo sigas preguntando hasta el día de mi muerte, no te lo voy a decir— me contestó el desagradecido.

Demetrius no habría sido quien fue en la aldea de no haber sido por la Conexión Repentina que tuvimos los dos, conexión que forcé, pero que lo hice porque vi en él a un ser especial, y era lo que necesitaba a mi lado para obtener lo que siempre fue mío y arrebatado. Pero resultó ser otra cosa y la aparición de ese insípido Ángel en nuestra existencia, modificó demasiadas cosas.

El hecho de que sea una desertora de mi propia aldea era la exclusiva culpa de Shilana Drake, y eso se paga con sangre.

—Si sigues así, no va a faltar mucho para que encuentres tu final— le contesté perdiendo el control,

—No quieras imponerme nada con tu tono de voz, mucho menos con ese nuevo aspecto...— dijo casi despreciándome,

—No puedes tratarme así, Demetrius. No te olvides quien soy. Y mucho menos insultes mi aspecto— le contesté, un malestar general recorrió mi cuerpo ante su comentario,

—¿Te quitaste las alas? ¿Tu pelo brilla en un rojo intenso? No te entiendo, la verdad. No sé dónde quieres llegar—,

—Si tuvieras la fuerza que solías tener antes, hoy sabrías cada paso, cada táctica, pero así, de esta manera, no me sirves—,

—Con más razón, déjame morir sólo y en paz, y deja de querer meterte en mis pensamientos. No va a suceder— me contestó firmemente aunque con escasa fuerza,

—Aunque te niegues a contármelo, lo voy a averiguar. No hay secreto que yo no sepa. Me sigues subestimando. No sabes todo el poder que tengo y de todo lo que soy capaz de hacer...—,

—¿Por qué nunca me dijiste quien eras verdaderamente?— me preguntó mirándome a los ojos, esa mirada, esa expresión, no entendía qué significaba...

—Porque no era necesario. Nosotros dos estábamos predestinados para cambiar el aire de Das Dunkel y devolverme lo que siempre fue de Él. Todavía me cuesta entender cómo cambiaste de manera tan drástica—,

—¿No sabes por quién fui capaz de cambiar?— me preguntó en tono irónico,

—Claro que lo sé, dije que me costaba entender—.

Y claro que lo sabía. De ese rostro no me olvidaría jamás. Ella, por su estúpido afán de encontrar a su madre, Amanda Drake, penetró el oscuro bosque de Das Dunkel y se topó con mi Demonio. De no haber escapado esa maldita criatura después de darla a luz, Shilana nunca se hubiera cruzado con mi Demetrius. De no ser ellas parte del linaje real fundador de Mundú, hoy mi pareja sería el mismo de siempre. Toda esa situación me crispaba los nervios, mi venganza no podía esperar más...

—¡Xerxes!— lo llamé a viva voz.

Mi mano derecha apareció rápidamente por mi izquierda. Observaba el espeso follaje que cubría nuestra aldea, percibía la tranquilidad casi cercana a la muerte... Tenía que empezar a mover las piezas exactas para dar comienzo al juego.

—Cambio de planes— ledije.

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