Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 12

¿En serio? ¿Qué si tenía alguna pregunta? Alguna no, miles. Millones. Cientos de miles de millones.

Pero en vez de empezar a enumerarlas me quedé en silencio, con la boca abierta, mirando fijamente al profesor Sanderson mientras tanto él como Peter esperaban pacientemente a que comenzase a hablar o me desmayase. Lo que llegara primero. 

—¿Quieres decir que...? —comencé a articular, tartamudeando y con un tono de voz que para nada parecía el de una persona cuerda—. ¿Magia? ¿Dones... de la Luz? ¿Me estáis tomando el pelo? Esto es una cámara oculta.

Peter tomó mi mano, lo que hizo que mi cuerpo se relajase un poco. Sentir la calidez de su tacto calmo mi ansiedad y callé de repente. Lo miré, esperando ver como una risa salía de sus labios y me decía que todo era una broma. Pero eso no pasó. Su semblante estaba serio pero tranquilo. Si de verdad esto era tan nuevo para ellos lo ocultaba bastante bien. 

—Anna, sé que es difícil, pero intenta respirar y hacer las preguntas una a una. Todo lo que se te ocurra. Te será más fácil y tendrás el control, no intentes ordenarlas. Estamos aquí para ayudarte en lo que podamos —dijo el profesor Sanderson, comprensivo.

Tomé aire, levantándome del sillón para tomar el control sobre mi cuerpo. Comencé a dar vueltas por la habitación mientras los dos me miraban, pacientes. Tenía muchas ganas de salir corriendo, volver a la cama y despertarme esa tarde descubriendo que todo había sido un sueño. 

—De acuerdo —dije parándome delante de ellos—. Entonces, soy la única... no sé como decirlo, ¿humana? ¿Soy la única humana que sabe esto?

—Que nosotros tengamos constancia, sí. Nunca hemos querido unir los dos mundos, pues no sabemos lo que podría pasar y preferimos mantenernos en el anonimato. El miedo puede ser un arma muy poderosa, Anna. 

—Vale. Entonces no debería ver las luces de colores. Pero las veo ¿Puede ser que mis padres sean...?

—No —dijo el profesor Sanderson, tajante—. Es imposible que tus padres provengan de algún linaje de los Dones de la Luz. Ya es difícil que no tengamos constancia de una persona que tenga los Dones, pero de una familia entera no podría pasar. Eres humana.

—Pero puedo ver las luces de colores...

—Sí, puedes verlas. Y, como te he comentado, no sabemos por qué. Te prometo que lo investigaré a fondo. Si hay una respuesta a eso, la tendrás.

Respiré hondo, estaba empezando a tomar el control de la conversación y eso me calmaba. Saber que no estaba volviéndome loca, o al menos que había más personas tan locas como yo, me había quitado un gran peso de encima. Prefería estar dentro de esta realidad tan fantasiosa que en la oscuridad en la que estaba antes, sin saber lo que me estaba pasando.

—Bien, ¿cuántos colores hay?

—Todos los que existen —contestó con una sonrisa—. Los Dones de la luz de los primeros fundadores son verde, azul, rojo, fucsia, naranja, amarillo, morado, marrón, blanco y negro. Los linajes de los colores blanco y negro se perdieron durante estos años, pero todos los demás y sus variaciones aún perduran. 

—En la Universidad, cuántos... ¿hechiceros? —Miré a Peter, que asintió con la cabeza—. ¿Cuántos hechiceros hay? 

—En este momento somos seis en el club y otros cuatro que no pertenecen a este —contestó el profesor—. Hay gente que no quiere socializar con otros hechiceros en el campus, otros que ya están preparados para utilizar su don sin problema o, bueno, a algunas familias no les gusta que sus hijos aprendan de mí.

—¿Por qué? 

—Historias de viejas rivalidades —dijo mirando a Peter—. Política, formas de enseñar... hay muchas razones por las que pueden no querer hacerlo. Somos como los humanos, Anna. A ninguno pueden obligarnos a estudiar algo que no queremos.

—De acuerdo —repuse, sabiendo que sería difícil sacarle algo más del tema en ese momento—. Has dicho que el origen de los... Dones, o como se llamen, no está claro. ¿Por qué?

—Bueno —contestó mientras se rascaba la barba—. Es como la creación del universo, cada religión tiene una teoría. Está la ciencia, los agnósticos... Con el origen de de los dones pasa lo mismo, es todo muy confuso. Ya en la época se encargaron de crear mitología alrededor de los fundadores y como todos descienden de la misma familia, pues había enfrentamientos y rivalidades. 

»Por ahora deberías ir poco a poco, Anna. Te prometo, si te interesa, que en los próximos días te contaré más sobre los fundadores. Solo recuerda que, bajo ningún concepto, puedes contar esto a nadie.

—¿Quién me creería? —dije mientras una risita histérica escapaba de mis labios. Tenía que tranquilizarme.

—Vamos —contestó el profesor Sanderson mientras salía de la habitación—. Deberías conocer a los demás. Son las únicas personas con las que puedes hablar del tema. Todos harán que sea más fácil para ti.

Avancé detrás de él mientras Peter me seguía. Podía sentir su alta figura detrás de mí, como una sombra. Sorprendentemente, eso me reconfortó. Bajamos varias escaleras hasta llegar a una puerta doble y grande con un pequeño letrero en el que se podía leer "Club de Magia. Universidad Lawliet"

—La puerta tiene un hechizo —susurró Peter en mi oído, lo que hizo que me recorriese un escalofrío—. Solo los miembros del club pueden abrirla. 

Asentí mientras el profesor abría las puertas. Me quedé un poco defraudada, me esperaba un lugar más... ¿esotérico?¿fantástico? No sabía, pero desde luego no una especie de teatro con un escenario enorme en colores caoba, un telón granate y roído y con el espacio para las butacas sin estas, pues todas estaban apiladas y rotas contra las paredes de la sala. 

Reconocí a Lily y Kevin, que se acercaron corriendo a saludarme. La primera me dio un abrazo que me dejó sin respiración a pesar de que nos habíamos visto hacía un rato y volvió a recalcar que le encantaba como me quedaba su vestido. Kevin estaba apartado, con las manos en los bolsillos y mirando al suelo. Creo que no sabía muy bien como tratar conmigo ahora que sabía todo.

—Estos son Kevin y mi hija Lily, aunque creo que ya los conocías. A Lupin también, está entrenando como hacer las bolas de luz lo más grande que pueda, así es que no deberíamos desconcentrarle. Luego se pone de un humor de perros.

Miré hacia el escenario donde se encontraba el grandullón. Su cara tenía marcas de sudor del esfuerzo y entre sus manos levitaba una bola de luz de color azul claro del tamaño de su cuerpo. Me impresionó muchísimo verla, no me acostumbraría nunca a esto. Pero también me pareció preciosa, con ese tenue brillo y ese color tan pálido. 

—Y por último —dijo mientras nos acercábamos a los dos chicos que ya tenía claro que eran mellizos—, te presento a Oscar y Carol Wrigth. 

Los dos llevaban la misma ropa arreglada que esa mañana e iban remangados. Se notaba que habían estado practicando algunos ejercicios, puesto que su pelo estaba un poco descolocado al igual que su atuendo, pero no perdían ese porte de superioridad. Los dos me hicieron una inclinación idéntica con la cabeza y siguieron con lo que estaban haciendo. Noté algo de hostilidad en ellos, pero no se lo tomé en cuenta. A mi también me pasaría si alguien ajeno a mi mundo se inmiscuyese de repente en mis asuntos. 

—Ya los conocerás. Parecen duros, pero, en el fondo, son unos trozos de pan —dijo Lily en voz baja.

—Muy en el fondo —replicó Peter mirándome, lo que hizo que se ganase un golpe de Lily. Este protestó, sonriendo. 

—Puedes venir cuando quieras, pero siempre acompañado por uno de nosotros, hacemos sesiones los... 

El sonido de mi teléfono móvil interrumpió al profesor. Avergonzada, lo saqué y vi que era mi hermano. Intenté aparentar toda la naturalidad del mundo y cogí la llamada.

—¡Hola Rob!... Sí, claro... No, me he levantado temprano para dar un paseo... Sí, no estoy enferma... De vez en cuando me gusta hacer ejercicio... Ya, deja la broma. No tienes que llamar al médico, ¿qué quieres?... De acuerdo, en un rato nos vemos.

Colgué el teléfono y miré al profesor.

—Era mi hermano, quería que quedásemos para comer. Tengo que pasar por mi habitación a cambiarme, asistir a una clase y tranquilizar a Lucille. ¿Le importa? —pregunté rogando—. Necesito tiempo para asimilar esto.

—Claro, Anna. No hay problema. Sabes donde puedes encontrarme y si tienes alguna duda también puedes contar con los demás.

—¡Gracias! —grité mientras salía deprisa, alejándome un poco de toda esa locura e intentando pasar un día normal. Todos se quedaron en la sala, imaginé que practicando.

Salí como una exaltación esperando tener tiempo de sobra para no llegar tarde a clase. Aún era temprano y no había mucha gente en el campus, así es que pasaría desapercibida. Pero cuando bajé las escaleras me fijé en que a mi derecha había una figura delgada, alta y con pintas de salir de un concierto de punk exclusivo. 

Paré y se dio cuenta de mi presencia, lo que hizo que abriese mucho los ojos y con cara de pánico dio la vuelta y desapareció andando rápido por la esquina del edificio sin siquiera saludarme.

—¿Paula?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro