🍀Hoy, y siempre🍀
Recorro junto a mi hermano el camino lleno de pétalos rojos con una sonrisa en mi rostro. Todo es perfecto; mucho mejor de lo que alguna vez llegué a imaginar. Porque llevaba soñando con este momento desde hacía años; décadas, para ser más precisa. Décadas en las que tuve que contentarme con simples caricias por parte de mi amado cuando no había nadie cerca y miradas furtivas para no llamar la atención y no tentar demasiado a la suerte. Pero a partir de ahora las cosas serán diferentes. La espera ha llegado a su fin. Al fin viviremos nuestra historia juntos sin miedos ni ataduras, aunque debería haber sucedido desde antes.
Nos conocimos cuando ambos teníamos quince años. Por supuesto, había oído hablar de él con anterioridad, pero nunca pensé que nuestros caminos llegarían a cruzarse. Sin embargo, lo hicieron y desde entonces todo cambió para los dos.
A primera vista parecía que no teníamos muchas cosas en común: yo era creyente, y él ni siquiera quería oír hablar del tema; yo era bastante callada y tímida, y él podía pasarse horas hablando sin parar con cualquier persona sin problema alguno; yo tenía el cabello y los ojos oscuros, mientras que él tenía una bonita cabellera rubia y unos hermosos ojos azules que me dejaron impresionada desde la primera vez que le vi; y lo más importante: yo guardaba un gran secreto para poder seguir con vida mientras que parecía que él no tenía que preocuparse por nada. Y aún así, desde la primera vez que nos vimos, supe que él sería alguien importante para mí. Pero la vida no siempre es tan sencilla y yo acabé casándome obligada con un hombre que me doblaba la edad y que se dedicó a hacer de mi vida un verdadero infierno. A pesar de ello, si pudiera volver atrás no cambiaría nada. Todas las experiencias que viví me han llevado hasta este momento. Cada vejación, cada pérdida y cada burla me han convertido en lo que soy actualmente. Y no me avergüenza decir que me gusta mi nuevo yo. Es más de lo que muchos habían esperado de esa adolescente que no se atrevía ni siquiera a levantar la mirada del suelo por miedo a que se enfadaran con ella o descubrieran su secreto.
Sonrío una vez más cuando al fin mi hermano y yo llegamos frente al altar. Tomo de la mano al que en cuestión de minutos será mi marido y subo los pocos escalones que nos separan. Siento como mi corazón empieza a latir a toda velocidad con cada paso que doy y por unos instantes vuelvo a ser aquella adolescente llena de sueños que esperaba cumplirlos todos. Ahora ya no soy tan joven como antaño, pero tal y como me habría dicho mi madre de haber estado aquí: nunca es tarde para conseguir lo que uno realmente quiere.
Y yo le quería a él con cada partícula de mi ser.
Hoy, y siempre.
***
Futuro proyecto en el que se basa este relato:
Honor y patria: La doncella de las lágrimas
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