Epílogo
Brendan
Los ojos grises de Victoria estaban abiertos, pero en ellos ya no había vida. Ya no había nada. Eran como dos pozos grises sin nada más que agua en calma.
Tragó saliva con fuerza cuando se inclinó hacia delante y se los cerró.
Victoria parecía tan pequeña... tan frágil... tan viva... pero no estaba viva.
Puso una mano sobre su corazón, pero ya no podía notar nada bajo la palma. Ni siquiera un débil latido. Ya apenas había calidez. Ya no había nada.Estaba muerta.
—Descansa en paz —murmuró en voz baja, colocándole las manos en el regazo.
Una parte de él seguía creyendo que, si se apartaba, ella intentaría detenerlo. Y seguiría viva. Pero claro que no lo haría.
Le dedicó una última mirada y se puso de pie lo que pareció una eternidad después, respirando hondo. Al final, cuando las llamas empezaban a amenazar con tragárselo también, se alejó de su cuerpo.
Su hermano había desaparecido, pero no podía culparlo. Saltó por la ventana y se dio cuenta de que todos los hombres de Sawyer seguían en el patio delantero, solo que... estaban todos muertos. No necesitó haber visto quién había sido para saber que había sido Caleb en pleno ataque de rabia.
Prefirió no mirar los cadáveres horripilantes que había dejado a su paso, aunque supo, de alguna forma, que ninguno de ellos era el cuerpo de Sawyer o Axel. De hecho, Axel ni siquiera había aparecido. Seguían vivos. Y Victoria no.
Una parte lejana de él se preguntó qué habría sido del tipo del búnker, pero en ese momento no podía darle más igual. A quien tenía que encontrar era a su hermano.
Llegó al final del camino y subió a uno de los coches que habían traído los otros. La casa estaba envuelta en llamas. Incluída la habitación en la que habían dejado a Victoria. Habría sido inútil sacarla. Ahora solo era un recipiente vacío. Un cuerpo sin vida. Cerró los ojos un momento antes de sacudir la cabeza y arrancar el coche.
Buscó a su hermano durante varias horas, pero no encontró ni rastro de él. Era como si hubiera desaparecido.
Y una parte de Brendan podía entenderlo. Dudaba que fuera a verlo durante unas horas. O unos cuantos días. O puede que incluso más.
Pero la otra parte de él, la racional, seguía recordando que Sawyer —que había escapado cuando ellos estaban pendientes de Victoria— y Axel seguían vivos. Y podían hacerle daño. Caleb jamás podría defenderse en el estado de ánimo en que se encontraba. Tenía que buscarlo.
Durante un último instante, pensó en ir a casa de Margo, donde probablemente se habían escondido los demás para protegerse y para curar a Bexley, pero recordó fugazmente a alguien que podría ayudarlo mucho mejor a encontrar a Caleb, porque él no había ido con ellos, seguro.
Condujo en silencio, con las manos y la ropa llenas de sangre. Si cerraba los ojos, todavía podía ver a Victoria muriendo en brazos de su hermano. Todavía podía escuchar los sollozos desesperados de Caleb.
Intentó alejar la imagen de su cabeza y aparcó el coche delante de la casa. Cuando bajó, tuvo que apretar los puños para que no le temblaran los dedos. Subió los escalones del porche, respirando hondo, y llamó la timbre.
Unos segundos más tarde, Jashor abrió la puerta y se quedó mirándolo, perplejo.
—¿Qué...?
—Necesito ver a Tilda. Es urgente.
Tilda, la mujer que veía el presente, y Sera, su compañera de piso totalmente ida de la cabeza, estaban en el salón. De hecho, estaban desayunando. Brendan se preguntó qué hora debía ser. Ni siquiera se había percatado de que hubiera amanecido.
Tilda se puso de pie de un salto al verlo.
—¿De quién es...?
—Necesito encontrar a mi hermano —le dijo con voz urgente.
—Yo no...
—Tilda —murmuró, y su voz sonó tan desesperada que incluso Sera levantó la cabeza.
Tilda lo miró de arriba a abajo, claramente dudando, antes de asentir con la cabeza.
—Déjame prepararme mi infusión o el don no funcionará.
Jashor la siguió a la cocina diciéndole algo de lo peligroso que era ayudarlo, pero a Brendan le dio igual. Podía seguir notando la sangre en las manos. En todas partes. Cerró los ojos, pero se arrepintió al instante en que lo único que pudo ver fue el cadáver de Victoria y a su hermano sollozando por ella.
Abrió los ojos de nuevo con la respiración agitada y dio un paso atrás.
Fue en ese momento en que se dio cuenta de que Sera seguía mirándolo.
De hecho, lo miraba fijamente, con una determinación que no había visto jamás en ella. Brendan le devolvió la mirada, confuso, sin saber ni qué pensar. Su cerebro seguía sin funcionar demasiado bien. Solo quería encontrar a Caleb y ponerse a salvo. Donde fuera.
Pero, entonces, se dio cuenta de la forma en que brillaba la mirada de Sera. Con determinación. Como diciéndole algo.
Brendan dejó de respirar un instante cuando se dio cuenta y Sera sonrió ligeramente.
—El don ha decidido. El chico está listo.
Brendan la miró durante unos segundos más, medio entumecido, antes de acercarse a ella. Sera le seguía sonriendo de una forma que casi podría considerarse tierna.
—¿El don? —repitió Brendan. Necesitaba que lo confirmara.
—El chico está listo para usar su único salto al pasado —Sera le tomó la mano y le acarició los nudillos en un gesto casi maternal, ignorando la sangre—. El don ha estado esperando este momento para el chico. Y el chico está listo.
—Pero... ¿qué tengo que hacer?
Sera le sonrió de nuevo.
—Recuerda que nada es definitivo... pero sí duradero. Recuerda las palabras de Sawyer el día de tu transformación, chico. Recuérdalas... y podrás ayudarla.
—¿Ayudarla? —susurró.
Sera asintió con una sonrisa.
—Sabes a quién debes ayudar.
—No —se escuchó decir a sí mismo con voz temblorosa—. No puedo ayudarla. Está muerta.
—Eres el único que puede ayudarla.
—¡No! Debería ser Caleb.
—Caleb no puede ayudarla —le dijo Sera suavemente—, porque él no puede transformarla.
Durante un instante, se quedó mirándola con perplejidad. Ella ladeó la cabeza, mirándolo casi con ternura.
—Un cuerpo humano no puede sobrevivir a una herida de ese calibre, chico.
—Pero un cuerpo transformado... sí —finalizó.
Ella asintió.
Brendan bajó la mirada, respirando con dificultad, y Sera le apretó ligeramente la mano.
—¿Está el chico listo para usar su único salto?
Durante unos instantes, no dijo nada.
Pero, cuando levantó la mirada, estaba determinado.
—Hazlo.
La sonrisa de Sera casi pareció orgullosa por un instante, pero entonces, su mano apretó la de Brendan... y la sonrisa desapareció.
De hecho, durante un instante, todo desapareció.
Brendan intentó mirar a su alrededor, pero todo era negro. Notó una ráfaga de viento en la cara, un sonido fuerte zumbándole en los oídos y se sintió como si estuviera cayendo. Pero no estaba cayendo. Dejó de respirar un momento y, entonces, lo notó.
El olor a humo.
Abrió los ojos y miró a su alrededor justo a tiempo para ver a Caleb saltando por la ventana. Un segundo más tarde, un grito de advertencia que fue sustituido por uno de dolor. Dolor crudo. Los guardaespaldas de Sawyer, e iban a morir todos. Fue escalofriante.
Pero Brendan no tenía tiempo para eso.
Se acercó corriendo a Victoria y la agarró en brazos. Su cabeza quedó colgando, inerte, cuando empujó la otra ventana con el hombro para abrirla. El humo hizo que se le humedecieran los ojos y empezara a toser, pero consiguió pasar bajo el marco y saltó al jardín lateral, aterrizando con dificultad. Los gritos siguieron cuando se metió con Victoria en brazos hacia la zona del bosque, una zona segura, hasta que, por fin, vio la casa del árbol alzándose delante de él.
Todavía tosiendo por el humo, dejó a Victoria en el suelo, apoyada con la espalda en el tronco del grueso árbol, y la miró mejor. No podía desperdiciar esa oportunidad. Era ahora o nunca.
Extendió una mano hacia su cabeza y la otra sobre su corazón. Sintió la presión empezando a crecer en su cabeza como solo lo había hecho una vez en su vida antes de eso y cerró los ojos con fuerza, centrando toda su energía en Victoria.
No podía fallar.
El cuerpo de ella no respondió y Brendan apretó los dientes con tanta fuerza que empezó a dolerle la mandíbula. Podía sentir el calor en el cuerpo, el cosquilleo en los dedos y la espalda... lo estaba haciendo.
Lo estaba consiguiendo. La estaba transformando.
Soltó un gruñido cuando el dolor de cabeza empezó a ser difícil de soportar, pero no bajó el ritmo, ni la fuerza. Solo mantuvo la mano sobre el pecho de Victoria, notando como el calor de su cuerpo lentamente iba transfiriéndose al de ella.
Un segundo más tarde, notó algo en la palma de la mano. La vibración de un débil latido.
Abrió los ojos, pero no dejó de ejercer la máxima presión que le ofrecían su cuerpo y su cabeza, ahora tan dolorosa, mirando a Victoria. Seguía pálida, con los ojos cerrados, pero pudo notar otro latido bajo la palma de su mano.
Durante un instante, el dolor fue tan intenso que le pareció que no podía seguir viéndola, que solo veía blanco, pero entonces lo notó.
El latido uniforme del corazón de Victoria.
Pero esos latidos ya no eran humanos. Un humano jamás podría contener esa intensidad. La miró, respirando con dificultad, y vio que el color había vuelto a sus labios, pero seguía sin abrir los ojos.
Brendan la soltó y le rodeó la cabeza con los brazos, poniéndosela en el regazo. Le puso una mano en la mejilla ahora tibia, intentando hacerla reaccionar.
—Vamos, abre los ojos —suplicó—. Por favor, ábrelos.
Sintió que su propio corazón daba un respingo cuando las pestañas de Victoria se abrieron lentamente.
Victoria abrió los ojos, confusa, y lo miró, perdida, como alguien que acaba de despertarse. Intentó moverse, pero el dolor de la herida todavía abierta hizo que se detuviera de golpe y soltara un sonido de dolor.
Brendan estaba tan eufórico que podría haber empezado a reírse a carcajadas, pero se contuvo y se limitó a sujetarla con cuidado, presionando su herida con una mano para que dejara de sangrar.
—Vas a sobrevivir —notar tanta alegría en su propia voz fue... extraño—. Ahora tu sistema no es humano. Solo tengo que coserte la herida y vas a poder vivir, Victoria.
Ella seguía mirándolo, alterada por el dolor, pero algo en esa frase hizo que frunciera ligeramente el ceño.
—¿Qué pasa? —preguntó Brendan, confuso.
Y ella, por fin, pareció encontrar su voz de nuevo.
—¿Quién es Victoria?
FINAL DEL PRIMER LIBRO
Sí, he dicho primer libro.
Nos vemos pronto ;)
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro