Una vez más iba Russell, como todos los miércoles y viernes a la mansión Maxon por los mandados. Aprovechaba sus visitas para platicar o jugar un rato con Oker, el hijo del señor Maxon que era el dueño de la única fábrica en la ciudad.

-¡Hola Martha! Traigo lo que me encargaron.

-Si, está todo. Muchas gracias.

-¿Y Oker?

-Está en el jardín.

El chico subió por las escaleras desde la cocina hacia el primer piso para poder salir al jardín, donde un chico rubio y regordete controlaba un dron.

-¡Wow! ¿Que es eso?- preguntó Russ impresionado al tiempo en que corría para estar cerca del objeto.

-¡Russ, Mira! Este dron me lo ha dejado mi padre, con el, puedo ver toda la ciudad desde arriba en mi teléfono.

-¿En serio?- Se acercó a ver la pantalla que hacía de control, sostenido por Oker.

Maravillados, observaban las imágenes de la ciudad, las personas que iban de aquí a allá y desde la altura se veían como niños pequeños.

El señor Maxon, le había dado ese artilugio solo unos momentos antes de que Russ llegara. No era el mejor de los padres, ni el más cariñoso, distaba mucho de serlo. Por lo general Oker solo lo veía en la cena o en el desayuno los domingos, era un hombre muy ocupado y Oker lo entendía. Martha le había hecho entender que de él dependía la ciudad. Era, a su parecer, más importante aún que el mismo alcalde; pues sin él no habría trabajo para nadie y todos morirían de hambre.

En ese aspecto, para Oker, su padre era un héroe y como tal, debía compartirlo con todos. Solo que de vez en cuando, le hubiera gustado que jugara con él, que salieran a pasear o que platicaran de alguna cosa. Todos sus comidas eran en silencio, los únicos comentarios que le hacía su padre eran "¿Todo bien con los estudios?" y "No"

Siempre eran "No" las respuestas a cualquier petición de Oker. "¿Puedo salir a pasear a la ciudad? No"..."¿Puedo comer otra rebanada de tarta? No"  ....¿Podrías arroparme para dormir? No"... "¿Puedes jugar conmigo?No"

Una y otra vez las mismas respuestas al pequeño que inocentemente a su padre pedía atención. Así que, cansado de la insistencia de Oker, el señor Maxon le dio un dron para que saciara sus ganas de conocer la ciudad, de pasear y de paso se entretuviera sin que lo estuviera molestando así como cualquier otra cosa que le daba. Después de todo, él era un hombre muy ocupado y no podía perder el tiempo en estupideces como pasar el tiempo con un niño.

Oker Maxon, a pesar de ser un chico privilegiado, no asistía a la escuela. Martha se había encargado de él desde que era un bebé, en cuidados, atención y educación. Había tomado el papel de madre del pequeño y ama de llaves cuando la señor Rose murió a los pocos meses de haber dado a luz a su pequeño. Ni todo el dinero que poseía Akos Maxon pudo salvar a su esposa. Akos se encerró en su mansión y se aisló del mundo, solo se le veía trabajar, sin amigos ni familiares. Por ello, Oker fue criado y educado en casa. Y es por esa razón que no conocía a nadie ni nada fuera de su entorno.

Russ era su único amigo a pesar de ser un año menor que él y fue casualidad el hecho de que un día Oker estuviera rogándole a Martha por una galleta más en la cocina cuando Russell llegó y sonsacó a la amable señora de no dejar morir de antojo al niño de la casa dramatizando retortijones y el hecho de que la correrían de su puesto si no había un niño que cuidar. La ocurrencia del chiquillo fue suficiente para hacer reír a Martha y que ésta entregara una bandeja de galletas a ambos para compartir. Desde ese momento, se hicieron amigos.

-¡Mira! ¡Esa es Ana!- señaló el pelinegro en la pantalla

-¿Quien? -dirigiendo el artefacto hacia la niña que indicaba su amigo quien sacaba la lengua a un chico pelirrojo

-Es mi nueva amiga- No debió decir aquello. Oker se le quedó mirando un momento a la imagen de una chiquilla de cabello oscuro y lacio, piel bronceada y ojos negros que por un momento se abrieron de asombro al encontrar cerca de ella a aquel curioso objeto. El rubio lo elevó y lo hizo volver hacia ellos.

>>La podíamos haber saludado- reprochó Russ en un puchero

Pero Oker estaba en silencio, su cara antes blanca, estaba roja como un tomate y sus labios se habían fruncido en un mohín. Bajó su vista y guardo silencio mientras el dron regresaba posándose, atropelladamente en tierra junto a su dueño.

-¿Que pasa?

-Ya vete.

-¿Por que? ¿Estás bien?

-Ya vete, no te quiero ver.

Russ algo confundido y preocupado por su amigo, hizo caso a la petición y se alejó para irse a la cocina donde le darían la nueva lista que debería traer. La próxima semana se daría otra vuelta y esperaba que Oker estuviera mejor.

Se alejaba de la mansión aún preocupado ¿por qué Oker estaba así? Siempre le pedía que se quedara más tiempo, creía que la estaban pasando bien.

-¡Russell! ¡Russ!- Llamaban a sus espaldas por lo que se volvió para encontrar a una mujer de mediana edad corriendo para alcanzarlo

-Martha...¿que pasó? ¿Oker está bien? ¿Se te ha olvidado algo de la lista?

-Esta bien- dijo con una amable sonrisa aún tratando de recuperar el aliento- te ha mandado esto- extendió frente al pelinegro una bolsa para almuerzo llena de galletas- me ha dicho que no faltes el miércoles.

-No lo haré- comentó con una sonrisa muy amplia al tranquilizarse después de recibir las galletas, pues sabía con ese gesto, que su amigo y el estaban bien.

***

Russell no lo sabía, pero a partir de ese momento, algo grande y fuera de su imaginación estaba tomando forma. Sus amigos eran lo más preciado para él junto con sus abuelos y para él eran una fortaleza... Aunque para algún otro podría llegara  ser la mayor debilidad del chico.

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Holaaaaa!!! Nuevo capitulo lleno de galletas!! sip... traigo antojo jeje.

¿Que tal les pareció Oker y su reacción? 

Como siempre les invito a dejar sus comentarios, ocurrencias, correcciones, votos y recomendaciones, los quiero y les dejo un mega empalagoso y galletoso abrazo! Maw!