━━━Capítulo Cuatro | Tulipanes
Oscuridad era todo lo que le rodeaba, y eso aumentaba su temor. Tenía miedo y estaba solo, completamente solo; y no quería estarlo. Por tal razón empezó a correr —aún cuando no podía ver nada— ni siquiera un minúsculo punto de luz.
Sus piernas empezaban a doler. ¿Cuánto tiempo había corrido? ¿Horas? ¿Días? ¿Semanas? No lo sabía, pero ya no quería estar ahí, no más.
Una luz se vislumbro en la lejanía, y pronto sus pies le llevaban a esa dirección. Corrió; sin embargo, cuando la luz lo rodeó, deseó volver a la oscuridad.
Rojo, todo era de color rojo y eso gracias a la sangre que manchaba los suelos antes blancos del palacio de Etare. Sangre que fluía de los cadáveres de guardias, sirvientes, eruditos, y miembros del consejo. Todo era grotesco, asqueroso, y petrificante.
Su lobito tembló junto a él, y solo un nombre pasó por su mente: Tahoe.
Sujetando los volantes de organza de sus pantalones, corrió por los pasillos —ignorando la sangre bajo sus pies desnudos— y, se apresuró a entrar al palacio interior. No obstante, cuando por fin entró, sus piernas no le sostuvieron y, cayó de rodillas ante el cuerpo inmóvil y empapado en sangre de aquel lince que le protegía con esmero.
El pelaje ambar con toques blancos antes hermoso, ahora estaba teñido por la sangre del propio animal. Las náuseas se apoderaron de él. Enosi debió hacer un gran esfuerzo para no vomitar, cuando notó las entrañas del lince salir por la abertura que había desde el cuello hasta el vientre.
¿Quién le haría algo así a un animal? ¿Quién le haría algo así a todos los del castillo de Etare?
—Te dije que me desharía de ese lince—dijo una voz que él reconocería a dónde fuera.
No. Debía ser un sueño. Cubrió sus oídos, mientras las lágrimas manchaban su cara. No era un sueño, era una pesadilla. Una horrible pesadilla.
Que alguien lo despertara por favor.
Suplicaba que alguien lo despertara.
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—Enosi, Enosi, ¡Enosi!—ante ese llamado, entreabrió los ojos confundido, hasta que por fin sus párpados se abrieron y, se encontró con la imagen de un alfa sobre él—. Al fin despiertas, ya me encontraba preocupado.
—¿Eunwoo?—un asentimiento y el omega suspiró aliviado. Cerró los ojos e inhaló profundo. Notaba su rostro humedecido por las lágrimas, y su corazón latiendo con rapidez, pero aún así, se sentía a salvo.
Estaba a salvo.
—Tuviste una pesadilla—comentó Eunwoo apartándose de encima del chiquillo de 14 años, que hasta ese momento fue que se dio cuenta, que el mayor le sostenía las muñecas con fuerza, al igual que mantenía las piernas del omega separadas.
—Sí, era horrible—exclamó aún acostado en la cama, temblando levemente, y sintiendo náuseas con sólo recordar tan feos sucesos. Sus ojitos grises miraban el dosel de la cama, esperando que su subconsciente enterrara profundamente el recuerdo de la pesadilla.
Eunwoo salió de la cama del omega, para acomodar su ropa, y ver cuantas cortadas tenía luego de la lucha que tuvo para evitar que el Zhou se hiciera daño.
—¿Quieres contarme sobre tu pesadilla?—el de cabellos celestes no dijo palabra alguna, y el alfa comprendió que era tan fuerte el sueño que prefería no revivirlo al tener que narrar los hechos—. Sé que fue muy mala, pero fue solo una pesadilla, no te hará daño—exclamó apartando las cortinas de organza para mirar los ojos húmedos del menor—. Ya estás consciente, y si vuelves a tener otra pesadilla así, estaré aquí para despertarte.
Enosi sonrió levemente, se irguió en la cama y miró al mayor antes de hacer una mueca cuando vio una leve cortada en la mejilla del alfa.
—¿Qué le pasó?—preguntó alarmado levantándose de la cama, ignorando su ropa de dormir, y se acercó a observar mejor la herida de Eunwoo, que prefirió alzar la mirada, evitando mirar al niño.
—Es una leve cortada, nada grave.
—No puede decir eso, su herida sangra— habló preocupado, mientras buscaba un pañuelo de satén para limpiar la herida, acción que realizó con mucho cuidado—. ¿Cómo se cortó?
—Usted me hirió—respondió Eunwoo sin mirarlo aún, Enosi apartó su mano sorprendido por las palabras del mayor—. Vine a buscarlo para empezar el entrenamiento de adiestrar a su lince, cuando le encontré teniendo esa pesadilla, gritabas y te hacías daño. Por eso debí sujetarte.
Enosi bajó la mirada al recordar la pesadilla. Su corazón empezó a latir más rápido con solo el recuerdo.
—Lo lamento, en verdad lo lamento —se disculpó repetidamente, antes de sentir un toque en su mejilla.
—No fue culpa tuya, no estabas consciente—Enosi le miró y sonrió levemente—. No obstante, debe prepararse y a Tahoe, para que vayamos a entrenar.
—Cierto—dijo el omega sonriendo emocionado, antes de mirar frente a la chimenea donde Tahoe se lamía las patas mirando el fuego.
—Siendo así, le espero en el jardín norte—el alfa hizo una reverencia para darse la vuelta, aunque antes de salir por la puerta miró al omega—. Preferiblemente colóquese botas.
Y sin más salió. Enosi sonrió y se miró en el espejo, sus mejillas estaban teñidas de rosado. Apenado corrió hacia donde estaba su mascota y acarició las orejas del animal, que se frotó en su pierna.
—Hoy será un día interesante, Tahoe—dijo feliz.
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El alfa sonrió cuando vio al omega llegar al jardín. Tahoe iba en los brazos del omega, que sonreía y daba cortos pero rápidos pasos hasta él.
—Perdón por demorarme, Eunwoo, no encontraba una de mis botas, Tahoe la tenía bajo mi cama—exclamó riendo, y el mayor sonrió.
—No sé preocupe—el mayor mostró una sonrisa—. Bien, lo principal a decir, es que siempre debe recordar que Tahoe es un animal salvaje y, sus instintos primarios jamás podrán ser controlados, un ejemplo claro es el día de ese accidente. No puedes evitar que un cazador pierda su interés por perseguir una presa. Muchos le dirían que la forma correcta de adiestrar a un animal de estos es basado en miedo, pero difiero a eso, la palabra sería confianza. Tahoe ya confía en usted, porque lo ve como su mamá, pero, ¿usted confía en él?
—Lo hago.
—Bien. Hay cosas que Tahoe no debería hacer como amenazar a JungKook, aunque en lo personal no corregiría eso, a veces es bueno tener un animal así para defenderlo. Omegas como usted con un cargo tan alto siempre serán blancos de alguien.
—Pero Tahoe es muy pequeño.
—Aún, él es muy pequeño aún, pero pronto crecerá, se hará fuerte, veloz, y algo que los linces son, es posesivos, y celosos. Él debe aprender a obedecer, o de lo contrario cuando alguna persona se le acerque y él malinterprete el asunto, puede atacar a esa persona—explicó el azabache observando al cachorro que perseguía una mariposa—. Hoy empezaremos con cosas sencillas, que Tahoe responda a sus peticiones, que venga cuando usted lo pida o que se vaya cuando usted lo ordene.
—Comprendo—murmuró el de cabellos celestes.
—Cada que él acierte, usted le dará un pedazo de carne de este balde—dijo señalando al mencionado artículo.
Y así empezaron a entrenar, al inicio era algo confuso para el animal, pero cuando empezó a acertar, y le dieron los pedazos de carne, pronto hizo más caso a las palabras del omega. Venía cuando se le ordenaba y se iba al lugar que Enosi le decía.
Eunwoo se apoyó en un árbol, y mientras observaba a Enosi inclinado dándole un pedazo de carne de conejo a Tahoe, el alfa se dio cuenta de muchas cosas. Él sabía que tenía un vasto conocimiento en muchos temas gracias a sus profesores que le enseñaban distintas materias y cómo comportarse. Aunque, lo único que nunca le enseñaron era lo que debía sentir.
Un ejemplo claro era la rabia que demostraba por el actual rey de Etare. ¿Rabia? No, eso no era lo que profesaba hacia Jeon JungKook. Odio, esa era la palabra correcta.
Odiaba a Jeon JungKook, su hermano menor por 3 meses.
Lo detestaba porque seguía sin comprender: ¿por qué el alfa Jeon, y no él? ¿Por ser el más parecido al antiguo rey? ¿Por ser el hijo de la mujer correcta?
Quizás antes no lo odiaba al principio al ambos tener el mismo padre; no obstante, JungKook fue el hijo amado y el elegido para gobernar; en cambio él había recibido el rechazo, siendo odiado por ser hijo de una amante, la cual había sido hija del rey de Ogun. Una dama muy respetada en verdad, más que la de JungKook. Pero eso a nadie le importó y fue ignorado. Cuando su madre murió todo empeoró, JungKook fue denominado el heredero y él, solamente el error.
Lo único bueno de todo es que no usaba el despreciable apellido Jeon, en cambio mantenía el respetado apellido de la familia de su madre. Y cuando su abuelo materno enfermó, él fue denominado como heredero, al sus primas abdicar al trono.
Ambos fueron denominados como herederos con solo 13 años. Y cuando los consejos de ambos reinos se reunieron para denominar a los prometidos de ambos. Eunwoo tenía a un omega en mente, lo recordaba a detalle; la vez que estuvo en Alok en una visita oficial de Ogun, fue que lo vio por primera, un niño de cabello celestes que corría descalzo por los jardines, con las doncellas persiguiéndolo para que se aseara y vistiera para la fiesta que se celebraría en la noche.
Eso hizo a Eunwoo sonreír y por primera vez se interesó en un omega. Decidido cuando volvió a Etare empezó a escribir la carta para el consejo de Ogun; mientras realizaba esa acción, su hermano JungKook entró, y al preguntarle cómo le había ido, Eunwoo no pudo evitar contarle todo sobre el lindo omega.
Pero cuando por fin estaba dispuesto a decirle a su consejo que había elegido, se anunció el compromiso de Jeon JungKook con aquel omega que le gustaba.
Con Zhou Enosi.
Su hermano le había robado a quién pudo ser su omega. Eso terminó de destruir la relación de ambos hermanos.
Un omega había separado a dos hermanos, a dos reinos, a dos alfas dispuestos a todo.
—Eunwoo, ¿deseas ir a merendar conmigo?—preguntó Enosi acercándose al mayor que parpadeó para concentrarse, y asintió lentamente. El omega tomó su mano y lo llevó al interior del palacio, con el objetivo de merendar, sin notar que desde el balcón, el rey de Etare observaba en silencio.
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Los días que pasaba junto a Enosi, provocaban que los sentimientos de Eunwoo se volvieran más fuertes, y eso no era correcto. No era correcto disfrutar de cuando el omega le tomaba la mano, o le daba un beso en la mejilla en forma de agradecimiento. Y mucho menos era correcto sacar al rey consorte del reino de Etare sin la requerida autorización; pero ya nada le importaba. Mucho menos en esos momentos, en que los brazos del chico iban aferrados a él, mientras daban un paseo a caballo.
—Es tan bonito aquí—exclamó Enosi, sacando una sonrisa en Eunwoo que asintió mirando los sembradíos de tulipanes al borde de un bello lago, que marcaba el límite entre Ogun y Etare.
—No es más bonito que tú—respondió sacando una risita del omega, que apoyó su mejilla en la espalda del mayor.
—Es de los lugares más bonitos que he visto en Etare—murmuró el omega.
—Te deberé corregir, esto no es de Etare, esto es de mi reino Ogun.
—¿De verdad? Que hermoso.
Eunwoo se inclinó y tomó un tulipán azul que le entregó al omega.
—Combina con tu cabello, aunque sea más oscuro.
—Gracias—respondió tomando la flor.
El sol comenzaba a ponerse en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos cálidos e invitando a un ambiente romántico. Eunwoo deseaba aprovechar cada momento para demostrar su admiración hacía Enosi, junto a un amor que podía llegar a ser puro.
Sin embargo, el omega tenía 14 años, aún no sabía que era el amor, y aunque JungKook y Eunwoo habían sentido una atracción por el omega, Enosi aún los veía como amigos, pese a que en su cuello, el collar que lo denominaba como el esposo de Jeon JungKook significaba una condena para aquellos que trataran de enamorarlo.
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