Yoongi sabía que su olfato se había terminado de desarrollar ahora que se había presentado como alfita, sabía que iba a percibir mejor los aromas ajenos, era muy consciente de ello.

Pero, con todo y eso, para él seguía siendo un enigma la razón por la cual, Jimin apestaba a mandarinas con aquel toquecito a limón. Nunca sabía porque el niñito emanaba naturalmente aquel aroma, nunca lo averiguaba.

Incluso ya había descartado que fuera acto de alguno de los señores Park, después de todo, ya había convivido lo suficiente con ellos como para saber que sus aromas no eran nada parecidos a los del cachorro pelirrojo.

Entonces.

¿Porqué?

Con la pregunta en mente, el pequeño Yoongi tomó el bracito de su compañero, pegó su nariz al mismo y comenzó a olfatearlo como si su vida dependiera de ello, causando cierta confusión en el cachorro.

Jimin pronto le miró risueño, no estaba incómodo, al contrario, le causaba mucha gracia el actuar ajeno y le provocaba cosquillas la forma en la que su nariz pálida recorría su piel.

Pronto las manos delgadas del joven alfa sostuvieron su cabecita pelirroja y lo mantuvieron quieto pues ahora su nariz viajo hasta su cabello.

— hyung, hyung... Tenemos que estudiar — finalmente recriminó el menor

Yoongi bufó — no me importa eso, quiero saber porque hueles a mandarina ¿Haces trampa para intentar agradarme? — le preguntó haciéndole reír

— pero yo no tengo olor, hyung... No me presento todavía — mencionó Jimin ciertamente incrédulo

Él personalmente, creía que su hyung estaba comenzando a volverse loquito, más no pensaba decirle. Simplemente le dejó ser y le permitió continuar olfateandolo hasta que el tiempo en el aula se terminó.

Yoongi no descansaría hasta encontrar la razón por la cual el chiquillo pelirrojo apestaba tan bien a mandarina y limoncito.