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Molestia.

Jamás en la vida, alguien había visto a Marinette tan molesta como aquel día. Su ceño fruncido y sus rellenos labios apretados en una fina línea denotaban el coraje que estaba desarrollando en su interior. Alya no tuvo oportunidad de hablar con ella en ningún momento, las clases estuvieron particularmente pesadas y su cerebro tuvo que enfocarse en los ejercicios de la materia.

Nino, estaba muy asustado, pues la ira que la panadera tenía en su interior, era tal, que cuando Chloe intentó hacer una burla al respecto, Marinette lo único que hizo fue ladrarle.

La rubia se quedó pasmada unos segundos y no reaccionó por otros más. La chica de azules ojos volvió a ladrar, esta vez con más fuerza y odio, lo que hizo retroceder a la hija del alcalde auténticamente espantada.

Adrien no podía ni mirarla a la cara después de lo que había sucedido anoche. En un enorme descuido, habían dejado sus identidades expuestas. Los ojos brillantes azules de ella, se abrieron enormemente, con sorpresa y desconcierto; a él le pareció que ella había intentado hablar o comentar algo al respecto, pero él, como el perfecto imbécil que era, la había interrumpido, antes de que algo saliera de sus bonitos labios con forma de corazón.

-Sé que no soy la gran cosa, y muy probablemente no merezco este poder, pero tú me harías un enorme favor si no comentaras nada sobre esto. Ser Chat Noir ha sido una de las mejores cosas que me han pasado, y sé que no tengo ni una pizca del talento que se necesita para ser tu compañero. Tú no me necesitas y lo sé, pero quería sentirme libre por una vez, lejos de los requerimientos que establecen que debo ser una persona perfecta que no lo es en ningún sentido y...

-¿Quieres cerrar la boca?

El rubio admiró a la joven de cabellos oscuros mirar a lo lejos al monstruo que se estaba encargando de destruir París, con su traje de nuevo en línea. Parecía furiosa y disgustada.

Seguro ella estaba tremendamente decepcionada de su persona.

Al terminar la batalla no hubo ni una mirada, ni aunque fuera pequeña, cosa que lo desanimó a tal punto en el que se lo pensó seriamente sobre si ir a la escuela ese día o no.

No podía faltar, aunque le hubiera encantado la idea, no lo hizo; pues estaría sacrificando su permanencia en el colegio por una cosa que se podría solucionar. O al menos eso esperaba desde lo más profundo de su herido corazón.

-...entonces obtenemos que la pendiente a la recta tangente nos da como resultado...-la voz de la maestra fue interrumpida por Alya, quien harta de todo a su alrededor gritó desesperada.

-Profesora ¿Puedo llevarme a Marinette a la enfermería?

La de cabellos azules jadeó indignada.- No necesito ver a ningún médico.-se puso de pie, no quería que nadie hablara con ella, estaba agotada y las ideas en su cabeza solo eran bombas a punto de explotar ante la más mínima provocación.

La de cabellos rizados sacudió la cabeza cabreada.- ¿No? No has dejado de quejarte todo el día, estoy cansada.

La franco-china iba a contestar cuando una fuerte explosión sacudió el edificio, tambaleando a todos, asustándolos, emocionándolos, confundiéndolos.- Pero ¿Qué rayos...?-se preguntó, mirando hacia el enorme ventanal de la clase.

Todos se pusieron de pie, para admirar a la enorme bestia que estaba lanzando, con una fuerza descomunal, un par de autos contra todo lo que se movía. La profesora tomó la delantera para abrir la puerta.- Todos síganme, hay que refugiarnos.

La mujer de cabellos naranjos salió del salón, con un gran grupo siguiéndola por los pasillos.

Marinette se quedó mirando por el ventanal al hombre, que akumatizado en un extraño robot, convertía a todos los que parecían fuertes en enormes pilas de cables que serpenteaban por las calles de la ciudad.

Tikki salió de su refugio, conmocionada por la situación.- ¿Le reconoces?

-De nada, quizá ni siquiera es algún ciudadano. Por su apariencia yo diría que es un extranjero. El color de sus ojos es diferente y su acento me parece más británico que francés.

-Debemos apurarnos.-pidió la rojita, mirando a Marinette, para que se transformara, cosa que hizo sin mirar si quiera si Adrien seguía detrás de ella o se había ido. Abrió la ventana que tuvo más cerca y trepó por ella hasta salir.

Lanzó su yo-yo, con la mera intención de llamar la atención del enrome hombre, cosa que logró en cierta forma, pues una vez el akuma tuvo en la mira la cuerda de su arma, este no hizo otra cosa más que intentar tomarlo.

Ladybug maldecía en su interior, buscando la silueta oscura de su compañero de batallas, pero no le ubicaba de ninguna parte; no al menos hasta que el gigante robot humano la golpeó lo suficientemente fuerte como para sacarla de balance y hacerla estrellar contra la pared del aula que se usaba para refugiar a los alumnos de la François Dupont.

Se quejó de dolor, ese había sido un golpe muy fuerte, y sentía todo su alrededor dar vueltas sin control. Podía ver caras conocidas. Alya, con su teléfono grababa toda la acción; Nino miraba incrédulo la arquitectura destruida con su cuerpo, y entonces Rose gritó cuando Harry, con su enorme armadura robótica cruzó la abertura para seguir con una pelea injusta se mirase por donde se mirase.

Marinette bufó, si una calculadora iba a aplastarla solo sucedería en un examen de cálculo, no en una pelea cuerpo a cuerpo.

Se puso de pie, con el dorso de su mano retiró la sangre que escurría por su nariz lastimada, y se preparó para el enfrentamiento, pero una mano cálida, la detuvo antes de lanzarse contra el akuma.

Adrien no podía ver como la chica con la que compartía tantas cosas estaba siendo machacada, pero su vergüenza era infinitamente más fuerte que la preocupación. Marinette era una chica fuerte, seguro aquel akuma resultaba igual de sencillo que otros, pero cuando la vio atravesar el muro de tan brutal ataque, todas las mentiras que se había auto impuesto, cayeron.

-Es peligroso, huye.-dijo, como normalmente lo haría siendo su alter ego.

La chica se soltó de su agarre con vehemencia, verdaderamente indignada.- Ponte mi traje y a ver si es tan fácil.

Para el modelo, aquello había sido una perfecta y espectacular cachetada con guante blanco, que no solo lo descolocó por haber sido ingenuamente estúpido al asumir que ella estaba decepcionada de él, sino que no había pasado por su cabeza pensar que quizá ella también había estado asustada sobre su reacción ante ella, y lo único que había dejado en claro era su gran egoísmo.

La chica lanzó su yo-yo, dándole en la cabeza al hombre, para finalmente columpiarse y de una patada, sacar al enorme akuma que estaba destruyendo más de la cuenta París.

Adrien se quedó pasmado, mientras Plagg, aprovechaba que todos habían huido para hablar con su portador.

-No sé cómo es la vida de los humanos, pero niño, eres tonto.

-Las garras.-gritó el joven, ignorando al kwami, pero este ni se movió.

-Estas tan concentrado en esa cabezota tuya, que olvidas que antes de sacar las garras, debes nombrarme.

Adrien jadeo y se tomó la cabeza con desesperación.- ¿No puedes ayudarme a hacer esto más fácil?

-Nunca.

Una onda expansiva de mariquitas arregló de pronto la pared, advirtiéndole al más joven de los Agrestes, que la magia oscura había caído y no había ido en auxilio de su amiga.

-Mierda.-jadeó, miró a Plagg, con un claro berrinche en su rostro.

-No me mires así, mocoso.-y finalmente volvió al interior de la chaqueta del muchacho, dejándolo con una muda exclamación en la boca.

Los gritos de la multitud hicieron entrar en razón al modelo, salió corriendo del aula restaurada y espero ansioso a que Marinette entrara a su clase. Miró la puerta, ansioso, esperando que nadie se apresurara para regresar al salón de donde todo su grupo había huido.

La chica de coletas, se apresuró para volver al sitio por el cual había escapado de la escuela. Si no se daba prisa alguien podría preguntarse dónde estaba y meterse en muchos problemas.

Cuando vio a Adrien esperándola, dejó su transformación caer. Tikki miró al muchacho, con una cara de fastidio y los bracitos cruzados. La chica, decidió ignorarlo olímpicamente y tomó asiento en su sitio, no dándole importancia al asunto incomodo que allí se estuviera cocinando.

-Lo siento.-dijo Adrien. Estaba tan arrepentido.

-No me importan tus disculpas.

-Marinette yo...

Ella alzó la vista y golpeó su pecho con firmeza.- Eres un gran chico Adrien. He estado enamora de tu por mucho tiempo. Eres lindo, talentoso e inteligente. Yo jamás dije que no te necesitara y si eso es lo que quieres creer, pues adelante, pero no afirmes algo que de mi boca no ha salido.

-¿Enamorada?-su rostro estaba encendido en rojo fuego.

Ella gritó verdaderamente enojada.- ¿Eso fue lo único que oíste? ¿En serio?

Plagg salió de su escondite, haciendo una reverencia exagerada a la chica.- Acabas de romper a mi portador.

Ella suspiró, dejando cae su cuerpo, cansada.- HOMBRES.- se levantó, con una mueca de disgusto y con todo el dolor de su alma golpeó el precioso rostro del de ojos verdes.- Vas a tener que hacer méritos si quieres mi perdón.

Se alejó de él. Si tan solo no estuviera tan enamorada de él, no se habría preocupado por haberle dicho todo eso.

La había sorprendido, pero escucharlo decir todas esas tonterías la habían enfadado. Era un chico asombroso y nadie tenía derecho a decir lo contrario.- Y si te necesito, estúpido gato.

Lo miró una última vez, con las marcas de sus dedos en su mejilla izquierda.

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