ღ Capítulo 9 ღ
Si tuviera tan solo un día quiero caer dormido intoxicado por tu dulce aroma, si tuviese un espacio en mi apretada agenda me gustaría sumergirme en tus cálidos y profundos ojos. Cariño, cada vez que te veo me quedo sin aliento.
—Just one day; BTS
El fuerte olor del blanqueador de juntas tenía la punta de su nariz enrojecida, además estaba ese molesto pitido por el mareo que tal vez pronto haría que el mundo le diera vueltas, pero no podía utilizar menos cantidad, no tratándose de los baños del segundo piso.
Se recostó en la pared para esperar a que el suelo se secara y no volver a estropearlo dejando huellas. Un suspiro pesado escapó de sus labios, se pasó el antebrazo derecho por la frente para retirar el sudor y dejó caer la cabeza hacia atrás, se sentía agotado, pero al menos ya le faltaba poco para terminar.
Motivado por ese último hecho, se acercó al espejo rectangular que cubría casi la mitad de la pared de los lavabos para comenzar a limpiarlo, ayudándose con el respectivo producto destinado para brillar vidrios. Verse a sí mismo no fue muy alentador, su rostro estaba más pálido de lo normal, producto del cansancio, se había quedado dormido bastante tarde luego de una larga charla telefónica con Taehyung. Después de ese primer día, habían seguido con las llamadas nocturnas y habían hablado de tantas tonterías que ya ni recordaba la mitad de ellas, pero no le culpaba a él por su estado actual, Kim en realidad había sido una grata distracción; la culpa más bien la tenía el hecho de trabajar limpiando los baños, escaleras, pasillos y salones de la academia después de pasarse toda la mañana exigiéndose para dar todo de sí en las clases, asimismo estaban las horas extras, no hay que olvidar las horas extras.
Necesitaba terminar de reunir el dinero para pagar el alquiler del apartamento y los servicios luego de que había estado gastando deliberadamente más de lo que podía permitirse. Además, le urgía comprarse un nuevo par de zapatillas para bailar, porque las que tenía ya estaban bastante desgastadas, así que la única manera de tenerlo a tiempo era extendiendo su horario. Ya llevaba tres horas más de lo habitual ahí y su espalda no lo agradecía, le habían dado más trabajo para que pudiera cumplir el plus que él mismo había pedido, por lo que esa semana también había estado lavando las toallas blancas y sudorosas que dejaban los bailarines luego de las prácticas... A mano.
«Dichosa la persona que se va a casar conmigo, no solo soy sexy sino que soy bueno para las tareas del hogar, estoy hecho un partidazo... Ah, cierto que no me voy a casar, ¡ja, ja!»
Dio media vuelta cuando el reflejo del espejo, ahora reluciente, le mostró a un hombre que iba ingresando, le saludó con una pequeña reverencia y el recién llegado le sonrió mientras se acercaba.
—Jeon, ¿haciendo horas extras? —le preguntó, su voz era amable, aunque poseía un tono fuerte natural, de alguna manera tenía que hacerse escuchar por sobre la música a doce personas casi todos los días.
—Sí, señor, justo estaba terminando —respondió, sacándose los guantes de goma—. Pensé que ya se habría ido usted también.
—Quise quedarme a pulir algunos detalles para la clase de mañana —explicó, lavándose las manos antes de salpicar una buena cantidad de agua en su rostro—. Tengo preparada una coreografía nueva que sé que os gustará, creo que ya estamos listos para subir un poco de nivel.
—Eso es genial. —Jungkook le miró sonriente—. No es que me queje ni nada, pero la que estábamos practicando era...
—¿Aburrida? —completó el mayor, mirándole con diversión.
—Iba a decir demasiado fácil —musitó, avergonzado, pero rio junto a su profesor. El hombre le observó darse la vuelta para ordenar los productos de limpieza en el cubículo destinado para ello, preguntándose cómo es que un chico tan joven y talentoso como él había terminado limpiando baños hasta las ocho de la noche.
—Jeon —comenzó, sacando una toallita de papel del dispensador para secarse y atrayendo por completo la atención del azabache—. Sabes, eres... uno de mis mejores estudiantes, y no tengo intenciones de entrometerme donde no debo, pero... no puedo evitar preguntarme... ¿qué estás haciendo aquí? No entiendo, ¿por qué no has salido a devorar el mundo?
—¿Q-qué? —inquirió, confundido. El profesor Song era un sujeto que inspiraba un aire intelectual, de esos hombres que mantenían una actitud fresca en circunstancias donde él sin duda perdería la cabeza. Compartían una estatura parecida y sus ojos de color esmeralda resaltaban en su piel trigueña, tenía los brazos musculosos y una característica barba de un par de meses. Sabía que era un tipo rudo cuando la situación lo ameritaba, pero también sabía que era compasivo y se preocupaba por los demás, oh, y que le encantaba dar consejos, era sin duda su hobbie favorito.
—Creo... Bueno, sé, que aspiras a mucho más que esto, Jeon —le dijo, adquiriendo su postura de hombre sabio—. También sé que te prometí no presionarte y esperar a que estés listo para dar el siguiente paso, pero... Eres un buen chico, tienes un talento nato que merece ser explotado y, a veces, de verdad creo que te subestimas. Ahora, justo en este instante, estás desperdiciando tu potencial y, como tu profesor, me entristece verlo.
—Yo... —murmuró, sin saber muy bien qué decir. No estaba lavando baños porque le gustara; es decir, ya desearía él estar en Dubái presentándose con su grupo de baile, pero lamentablemente la vida no era así de fácil.
—Como ya te dije, no pretendo entrometerme —se le adelantó, acercándose un poco para apoyar la mano en el hombro del menor y dedicarle una sonrisa amable—. Solo quería decirte que espero que sigas esforzándote y que trabajes en la confianza que te das a ti mismo, porque, en el futuro, tú también podrías estar enseñando a otros, siendo inspiración para quienes no terminan de creer en sí mismos. —Jungkook solo pudo llenar sus pulmones de aire y dedicarle otra reverencia cuando su maestro se despidió, suspirando una vez que volvió a quedarse solo. Era bueno escuchar que por lo menos sí había alguien que esperaba cosas grandes de él.
Dejó la academia luego de ducharse ahí mismo y cambiarse de ropa, había quedado con Yeri en un restaurante bar y tenía que tomar el autobús, pero, tan exhausto como estaba, consideró cancelar el plan con la chica e irse a descansar, ugh, pero es que tenía tantas dudas que quería resolver.
Caminó lejos de la entrada principal, acomodando la mochila en su hombro con la fría brisa quitándole de encima la sensación de bochorno acumulada durante todo su ajetreado día. Estaba por salir del perímetro cuando visualizó en el estacionamiento una silueta tan sensual que pensó que estaba imaginándolo.
Cuanto más se acercaba, mejor veía el precioso rostro de un chico pelirrojo que estaba más caliente que el sol en pleno verano. No pudo disimular la sorpresa cuando Taehyung se acercó también y se encontraron en el camino, el mayor con una sonrisa y el más joven con una expresión de incredulidad.
—Ah, ¿estoy soñando? —cuestionó, mirando hacia todas las direcciones.
—Umh, me halaga saber que soy un sueño para ti, pero me temo que esto es la realidad —le dijo, sonriéndole como si no le moviera el piso con ese gesto.
—¿Qué haces aquí? —le preguntó, con una sonrisita ladeada, no iba a negar que le agradaba verle, a él... y a su coche.
—Dijiste que harías horas extras toda la semana, supuse que estarías cansado y vine para ofrecerme a llevarte a casa. Ya sé que soy un ángel, descuida, no es necesario que me lo recuerdes —añadió, con un tono fingido de arrogancia que hizo reír a Jungkook.
Oh, pero entonces recordó a Yeri y que había hecho planes con ella para, seguramente, hablar mal del tipo que tenía en frente en ese instante. Bueno, igual había pensado cancelarle luego de un día tan extenuante, no era la gran cosa después de todo.
—Pues sí lo eres —le dijo, sintiendo que se quitaba un peso de encima—. La verdad es que pensar en tomar el autobús ahora sonaba como una gran tortura. —Taehyung sonrió en grande y le indicó con la cabeza que le siguiera.
KOOK_20:51
Yeri, linda, terminé agotado del trabajo, ¿podríamos posponer nuestro encuentro? (⇀‸↼‶)
Subieron luego de que el mayor le abriera la puerta del copiloto y no demoró en arrancar y salir de ahí. El pelirrojo le pidió algunas indicaciones porque no recordaba del todo bien cómo llegar, y no tardaron más de diecisiete minutos de charla tranquila en detenerse frente a la unidad residencial donde vivía Jungkook.
—Creo que tu profesor tiene razón —comentó, mirando por el espejo retrovisor mientras se estacionaba entre otros dos vehículos, con la mirada del azabache clavada en su encantador perfil—. Bien, solo te vi bailar aquella vez en el bar y sé que ni medio se parecerá a lo que haces en la academia, pero podrías probar presentándote ante alguna agencia.
—No me siento preparado para eso, me metí de lleno con el baile a los diecinueve, es muy pronto todavía —respondió, preguntándose por cuánto más seguiría diciendo lo mismo, cuándo se suponía que dejaría de ser muy pronto.
—Umh, solo no descartes la opción, ¿vale? —le dijo, sacando la llave del contacto.
—Vale —aceptó, solo porque no tenía ganas de negarle algo en ese momento. Ni siquiera planeaba hablarle del tema en primer lugar, pero no había nada más que pudiera contarle de su día como él le había pedido. Bajaron del coche y el menor le observó con curiosidad sacar unas bolsas del asiento trasero—. ¿Qué es eso?
—Tu cena —respondió Taehyung con simpleza—. Te apuesto mi entrepierna a que no has cenado y has de tener hambre. —Jeon enarcó una ceja.
—Así que... ¿si digo que sí lo hice, me ganaré tu entrepierna? —inquirió, mirando con descaro el llamativo bulto en los pantalones rasgados de su acompañante, quien rio con socarronería.
—Si dices que sí lo hiciste, estarías mintiendo. —Jungkook se mordió el labio inferior con una sonrisa ladeada y negó con la cabeza antes de comenzar a caminar, siendo seguido de cerca por el mayor.
Entonces, sus cien mil inseguridades le golpearon de frente mientras avanzaban hasta la portería. Joder, él nunca había metido a nadie a su casa que no fuera alguno de sus amigos más cercanos, era su lugar seguro y a la vez su maldito infierno. Taehyung era un sujeto adinerado con un coche y una casa grande de dos pisos que daba las órdenes en vete a saber cuántas oficinas de Corea del Sur, y no es que le importara su diferencia de estatus, pero iba a sentirse jodidamente expuesto teniéndole ahí. No solo estaba rompiendo varias de sus reglas con ese tío, sino que ahora incluso iba a permitirle entrar a su apartamento. Huh, bien, él había ido a recogerle y además le había comprado la cena sin que alguien se lo hubiese pedido, claro, hasta podría decirse que se lo había ganado.
Subieron en el ascensor hasta el cuarto piso en silencio, el azabache demasiado inquieto y su visitante demasiado tranquilo. Le condujo por el pasillo hasta la puerta cerrada correspondiente y le miró de soslayo antes de digitar el código.
—De acuerdo, umh, yo... no tengo tantas cosas, sé a lo que estás acostumbrado y-
—Jungkook, no soy ningún príncipe —le interrumpió, con una sonrisa fresca—, y sé que dijiste que te cambiaste hace poco, no es como que espere ver una mesa de billar o algo así. —El menor asintió y abrió para darle paso finalmente.
Cerró a sus espaldas y encendió la luz, de modo que pudieron volver a ver sus caras, se quitaron los zapatos y Taehyung dejó las bolsas sobre el pequeño comedor ubicado a un lado de la puerta y del arco de ingreso a la cocina. Más allá, de frente a la entrada, estaba la sala, donde las cortinas cerradas cubrían la puerta corrediza de cristal que daba acceso al balcón. Hacia la izquierda, el pasillo que conducía a las dos habitaciones y el baño.
Luego estaba ese chico, con su cabello llamativo, esa figura de ensueño y esa piel canela con la que volvería pecador hasta al más santo. Kim no pintaba nada en medio de su lánguido apartamento, pero, por alguna razón, se sentía menos... frío tenerle ahí.
—¿Me permites entrar a tu cocina y preparar café? —Jungkook volvió a la tierra y parpadeó mientras procesaba esa pregunta.
—Pero no te gusta el café —le dijo, mirándole con una ceja enarcada.
—Ya, pero a ti sí —respondió, con una bonita sonrisa adornando su rostro, que hizo al menor sonreír también.
—Claro, utiliza lo que quieras. —Él asintió y casi dio saltitos hasta la cocina. El azabache negó con la cabeza, risueño, y fue a recostarse en el sofá, todo su cuerpo se lo agradeció con una oleada de satisfacción que le hizo suspirar. Cerró los ojos, escuchando a Taehyung abriendo gavetas y moviendo cosas, no estaba acostumbrado a eso, a tener ese tipo de compañía en su casa y mucho menos a que le prepararan café mientras descansaba, pero no se sentía mal, nada mal.
El regreso de su acompañante con una taza humeante que desprendía un adictivo aroma impidió que se durmiera, una curiosa sensación que no sabría explicar se alojó en su estómago cuando el pelirrojo le indicó que se sentara y le extendió el café, para luego acomodarse a su lado. Era... bueno.
Lo recibió y lo llevó a sus labios, dando un sorbito y sintiendo el calor del líquido recorriendo su garganta de una manera relajante, hizo un sonidito de satisfacción mientras daba otro sorbo.
—Para que sea algo que no te gusta, te sale increíble —halagó, volviendo a beber.
—¿En serio? Fantástico, me preocupaba que no fuera a gustarte —confesó, jugando nerviosamente con las mangas de su sudadera. Por un momento, solo por un momento, Jungkook pensó que era adorable—. ¿Vas a cenar ya?
—¿Vas a cenar conmigo? —cuestionó, pero contrario a lo que, tal vez, hubiese querido, el mayor negó.
—Yoongi hyung me hizo comer antes de salir...
—Oh, entonces lo haré después —musitó, con la porcelana sobre sus labios—. El olor del blanqueador me revolvió el estómago, por ahora estoy bien con el café.
—¿Blanqueador? —le preguntó, con una mirada curiosa.
—Umh, sí, en la academia. —Fue todo lo que dijo, Taehyung solo asintió.
—Está bien, solo no vayas a acostarte sin cenar antes, ¿lo prometes? —Los ojos oscuros del menor volaron hasta los suyos de inmediato.
—¿Eso significa que ya te vas?
—Es que puedo ver que estás cansado, no quiero estar aquí molestándote, ha sido un día largo para ti.
—Mhm, es así, pero no me molestas —murmuró, de repente muy interesado en observar el oscuro líquido que ya estaba más abajo de la mitad en su taza.
—Oh... ¡Entonces te haré compañía otro rato! —dijo, sonriendo animado. Jungkook también sonrió, pero lo ocultó dando un último sorbo a su café para luego dejar la taza en el suelo a una distancia segura. Se acomodó en el sofá para mirarle de frente y los orbes marrones de su acompañante le mantuvieron el contacto visual, eran lindos, expresivos, alegres, con un brillo propio que les daba mucha vida.
—Gracias por recogerme hoy —le dijo con sinceridad—. Y... por la comida y el café —añadió, con cierto deje de timidez—, es... muy lindo de tu parte.
—Ah, no tienes que agradecerlo —musitó—. La primera noche que te llamé te dije que sería bueno vernos esta semana, ¿recuerdas? —El azabache asintió y se humedeció los labios.
—Y tú... ¿recuerdas cuando te dije que me gustaba que fueras directo conmigo? ¿Que dijeras y que hicieras lo que quisieras?
—Sí, claro.
—¿Estaría bien... si yo también lo hago? —Taehyung ladeó la cabeza y le sonrió sin mostrar los dientes.
—Pero si siempre lo haces —le dijo, mirándole con diversión. El más joven exhaló una sonrisa.
—Sí, tienes razón. —Asintió, antes de apoyar el antebrazo derecho en el espaldar del sofá e inclinarse en su dirección, buscando sus labios.
Se encontraron en un toque suave, dándole al pelirrojo el tiempo para que saliera del estado de shock en el que seguro le había dejado. Cuando los labios del mayor se entreabrieron, movió los suyos despacio, sin prisa, tomándose la libertad de saborear los del contrario sin ningún afán. Taehyung respondió sus movimientos con precisión, sus alientos se entremezclaban con el sutil sabor al café y Jungkook supo entonces que ahora que había probado sus expertos y adictivos labios, no iba a poder evitar el querer seguir besándolos.
Se inclinó un poco más para profundizar en su boca, llevando la mano izquierda a su nuca para repartir suaves caricias que le mantenían cerca, y el ritmo se tornó más pasional. Los dedos del mayor empuñaron su camiseta negra y el azabache se acercó para hacer que se recostara, acomodándose sobre su cuerpo mientras su labio inferior era atrapado por los dientes de su acompañante, Taehyung tiró un poco de él, haciéndole gruñir sobre su boca.
El calor se expandió rápido por todas sus articulaciones, tener a Kim bajo su cuerpo era malditamente excitante y no podía tener más ganas de arrancarle esa incómoda sudadera blanca para hundir los dedos sobre la piel suave de su torso y besar y mordisquear su cuello hasta hacerle jadear. Se presionó contra él, consiguiendo que sus labios se entreabrieran lo suficiente para deslizar su lengua dentro, la cálida y húmeda del mayor le recibió deliciosamente mientras sus manos se afirmaban en su cintura.
El de oscuros cabellos deslizó sus inquietos dedos bajo la tela del abrigo del pelirrojo, en busca de más contacto, quería sentirle. Taehyung se estremeció bajo sus caricias, la palma de su mano exploró su abdomen, su piel caliente le estaba haciendo delirar y un jadeo escapó de sus labios cuando el mayor apretó su trasero sin compasión. Podía percibir toda su anatomía, pero no era suficiente.
El beso se intensificó hasta que solo se escuchaban sus respiraciones pesadas y el chasquido ocasional de sus labios, pero ninguno parecía dispuesto a separarse para tomar aire. Jungkook chupó y mordisqueó el labio inferior del chico, fascinado por lo bien que se sentía y por las caricias y apretones que estaba recibiendo de su parte en su cintura y glúteos. Taehyung parecía haber desarrollado una obsesión por su trasero y eso le encantaba.
Hasta que el sofá se hundió considerablemente bajo el peso de ambos y los dos terminaron observándose muy quietos y con los ojos bien abiertos. Vaya, incómodo.
—Jungkook, Jungkook, levántate anda —instó, el mencionado asintió e intentó incorporarse, apoyando las manos sobre el mueble a cada costado del mayor, pero, bueno, el sofá literalmente les estaba devorando y no consiguió más que aumentar la fricción entre ambos y que se hundieran un poco más, por lo que volvieron a mirarse abriendo mucho los ojos.
—Eh... No puedo —musitó—. Tae... creo que tendremos que quedarnos así para toda la vida —añadió, con una inmensa sonrisa que enseñaba todos sus dientes y hacía que sus ojitos se cerraran de manera adorable.
—Sí... Voy a empujarte. —Jungkook no tuvo tiempo para reaccionar o sentirse indignado, Taehyung se impulsó como pudo, arrastrándole consigo directamente hacia el suelo y fueron los brazos del pelirrojo los que impidieron que se hiciera daño. Mantuvo los ojos cerrados con fuerza hasta varios segundos después, abrió primero uno y después el otro, observando la sonrisa cuadrada en el rostro del chico al que ahora tenía encima.
—Eres un tonto —le dijo, afirmando los brazos que en algún momento habían terminado alrededor del cuello del mayor, los de él se acomodaron a cada lado suyo, sosteniéndose para que no cargara todo su peso.
—Y tú un exagerado, estábamos a menos de medio metro de distancia del suelo. —El azabache rodó los ojos y miró hacia su izquierda para apreciar el mueble que ahora daba más bien lástima.
—Kim Taehyung, me has dañado el puto sofá.
—¿Q-qué?
Le atrajo de vuelta hasta sus labios antes de que dijera algo más, Kim correspondió su beso, que ahora era más suave que el anterior, y volvieron a perderse en el contacto del otro. Jungkook enredó los dedos en sus cabellos rojos, evitando el impulso de tirar de ellos y usar la lengua. Bien, él le deseaba como a nada, pero no podía permitir que lo que Taehyung desarrollara por él también fuera simple deseo. Huh, ¿estaría haciendo las cosas mal? ¿Debió haber ido un poco más despacio? Pero es que ¿cómo contenerse con semejante hombre?
Se separaron con un suave chasquido de sus labios, el mayor le acomodó un mechón rebelde tras la oreja, con una mirada que parecía querer decir demasiado, pero manteniendo la boca cerrada. Jeon creía comprender un poco la lucha interna que seguro estaba teniendo.
—Debería irme ahora —dijo entonces, el menor le soltó para permitir que se levantara e hizo lo mismo sin rechistar—. No olvides cenar antes de acostarte —le recordó, acomodándose la sudadera.
—Hecho.
—Bien. —Le sonrió y Jungkook cerró los ojos cuando la mano derecha de su acompañante viajó hasta su nuca y sus labios presionaron con gentileza sobre su frente—. Nos vemos luego —se despidió, y dio media vuelta sobre sí mismo, dirigiéndose a la puerta para dejar el apartamento.
—Sí, adiós —musitó. Se quedó ahí, inmóvil en medio de la sala durante algunos segundos cuando ya se había quedado solo, con una extraña sensación de hormigueo en el cuerpo, y es que, antes de Taehyung, ¿cuándo fue la última vez que recibió un beso en la frente? ¿Él siquiera había llegado a recibir uno de esos antes?
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