ღ Capítulo 7 ღ
Fuego en fuego, normalmente nos mataría, pero este gran deseo, juntos somos ganadores. Dicen que estamos fuera de control y algunos dicen que somos pecadores, pero no dejes que se arruinen nuestros hermosos ritmos.
—Fire on fire; Sam Smith
Las gotas de agua se deslizaban por la ventana con cortinas entrecerradas, el cielo nublado tenía el interior de la casa con un tenue iluminado natural que hacía que el ambiente fuera fresco, por más que, en ese momento, Jungkook estuviera con un tío que era más caliente que una hoguera de insistentes llamaradas.
Barrió con los ojos todo el majestuoso cuerpo de Taehyung por décima octava vez, él mantenía una sonrisa alegre luego de descubrir que les habían empacado otro chocolate y el azabache llevaba dando mordisquitos a la misma galleta desde hacía unos cuantos minutos, incapaz de quitarle la mirada de encima. El pelirrojo se terminó su último croissant y dejó el vaso de cartón vacío en la mesita de centro de la sala, recostándose en el espaldar del sofá.
—Ah, el mejor desayuno gratis de la historia y solo me ha costado mi suéter favorito —bromeó, y volteó la cabeza hacia la izquierda para observar a su acompañante, quien ya le miraba con una sonrisa ladeada—. Háblame de ti —pidió, tomando por sorpresa al menor.
—¿De mí? —repitió y, ante su asentimiento, se llevó el vaso de café a la boca, aunque hace rato se lo había terminado, solo para entretenerse y pensar un poco en esa petición. ¿Qué podría decirle de él mismo? Su vida no tenía nada de interesante, ciertamente, nadie solía pedirle saber de él. Sus encuentros con la gente solían ser pasajeros y nunca era necesario que hablaran de ellos, nunca era necesario hablar, en realidad, solo sus amigos más cercanos podían decir conocerle y no tenía muchos de esos.
—¿Estás estudiando ahora? ¿O trabajando? —le preguntó el pelirrojo, como si hubiese notado que se le dificultaba saber qué decirle. Jungkook, en su fuero interno, lo agradeció.
—Umh, sí... Bueno, asisto a una academia de baile en las mañanas y trabajo ahí mismo durante la tarde. Es... un beneficio que le dan a los estudiantes becados, no está muy bien remunerado, pero es algo —respondió, dejando el vaso sobre la mesa y acomodándose mejor en el sofá para mirarle de frente.
—Oh, estás becado —dijo, levantando ambas cejas—. Nah, en realidad no me sorprende, ya comprobé de primera mano lo bien que bailas. —El azabache desvió la mirada con ese comentario, de repente intimidado. ¿Por qué ante Taehyung estaba teniendo ese comportamiento tan inseguro? A él normalmente no le importaría presumir un poquito sobre sus increíbles destrezas, pero, en ese instante, el pelirrojo casi hace que se sonroje. «¿Qué demonios?»
—Y... ¿tú? —inquirió, queriendo con desespero desviar la conversación de él mismo.
—Me gradué hace un par de años, pero justo ahora estoy especializándome y trabajo a distancia en la empresa de mis padres. —Jungkook abrió la boca sin poder evitarlo ante lo jodidamente intelectual, maduro y sexy que se había escuchado diciendo eso. El mayor soltó una risita nerviosa al ver su expresión.
—¿Entonces la empresa de tus padres está en Daegu? —curioseó, y estiró la pierna izquierda para deslizar el pie inocentemente, o no tanto, por la pantorrilla de su acompañante.
—La central está en Japón, en realidad. Aunque esa tiene tendencias diferentes es como la madre de todas.
—Oh, ¿y cuál es tu cargo? —Taehyung bajó la mirada para observar su muslo siendo acariciado por el pie del azabache, cubierto con un calcetín azul marino, y pareció titubear en el momento de responder. Jeon sonrió de una forma casi imperceptible.
—Pues... En Corea, la compañía está establecida en Seúl y tenemos oficinas especializadas repartidas en varias ciudades, yo administro eso, ya sabes...
—Eres el jefe —completó, notando que él no parecía interesado en presumir como seguro lo habría hecho cualquier gilipollas que estuviera en su posición. Subió despacio por su pierna, deseando como nada poder reemplazar el pie por sus manos de una buena vez.
—Umh... Supongo, pero tengo apoyo en todo el tema presencial. —El menor asintió y palpó la parte interna de su muslo sin dejar de mirarle, aunque él no parecía querer sostenerle el contacto visual—. D-dijiste que vives solo, ¿qué hay de tus padres?
—No tengo idea —respondió, encogiéndose de hombros, y los inquietos dedos de sus pies terminaron en la entrepierna de Taehyung, quien se dobló sobre su regazo de inmediato—. Ups.
—Jungkook... —musitó, con un tono de advertencia implícito en esa voz tan profunda y adictiva que se cargaba.
—¿Qué? —preguntó, con una sonrisita y mirada inocente, joder, lo poco que había sentido le bastó para terminar de comprobar que ese hombre estaba buenísimo. Kim volvió a enderezarse, así que el de oscuros cabellos volvió al ataque también, sonriendo con satisfacción al hacer que el mayor se retorciera ante su toque, pero, entonces, su pie rozó su abdomen debido a un movimiento por parte del pelirrojo y él se quejó, haciendo a Jungkook fruncir el ceño—. Taehyung —llamó, su acompañante ni siquiera le miraba.
—¿S-sí? —balbuceó, el menor apartó la pierna y se inclinó hacia él. En cuanto los dedos de su mano alcanzaron el borde de su suéter, el chico le detuvo sosteniendo sus muñecas—. Eh, eh, para.
—Taehyung, déjate de tonterías y déjame ver. —El contrario apretó los labios y sacudió la cabeza en negación, Jungkook pensó que parecía un niño chiquito que dice no haber roto el florero. Forcejeó para que le soltara, pero todo lo que consiguió fue, y no es que le disgustara, terminar prácticamente sobre él en el sofá intentando levantarle el suéter—. Joder, tío, que solo quiero ver ese estúpido y sexy abdomen tuyo —pronunció como pudo, en medio de su pequeña riña.
—Es que no estoy muy bien ejercitado —se excusó, y tiró de sus muñecas para llevarlas por encima de las cabezas de ambos, impidiendo así su propósito y consiguiendo, además, que sus rostros terminaran tan cerca que sus respiraciones se mezclaban.
El azabache tuvo que hacer uso de toda su fuerza de voluntad para no sucumbir ante su calor corporal y el roce que se había formado entre sus cuerpos, esforzándose por mantener la cabeza fría y alguno que otro órgano también. Aprovechó que una de sus piernas estaba entre las del pelirrojo e impulsó la rodilla hacia arriba, presionando el miembro del mayor con su muslo. Taehyung soltó un quejidito tan estimulante que envió un escalofrío por toda su columna vertebral y el agarre en sus muñecas se debilitó, por lo que Jungkook se soltó de inmediato y levantó el doblez de su suéter de un tirón.
Pudo haberse quedado babeando un rato ante la majestuosidad de su piel canela en una parte que nunca le había visto al descubierto, pero las marcas rojizas que tenía alrededor del ombligo acapararon la mayor parte de su atención.
—¿Por qué demonios no me hablaste de esto? —le dijo, mirándole con el ceño fruncido. El mayor se encogió un poquito debajo suyo, tal vez sintiéndose expuesto, o regañado, o expuesto y regañado.
—Porque no es nada, desaparecerá luego de un rato —aseguró, y el hecho de que quisiera restarle importancia molestó a su acompañante.
—Dices que no es nada y casi saltaste del dolor con un solo roce. ¡Te vi más preocupado por esa chica que por ti y pensé que no te habías hecho daño! —regañó, levantando la voz como consecuencia de su reciente enojo.
—¡¿Por qué estás gritándome?! —exclamó él, sin saber cómo más responder a eso.
—¡¿Por qué tus manos están en mi trasero?!
Las manos del pelirrojo, que habían viajado hasta ahí casi desde el momento en el que Jungkook se había soltado del agarre en sus muñecas, apretaron sus glúteos ante la mención, como si tuvieran vida propia y hubiesen querido comprobar si era cierto eso de lo que se les acusaba. El azabache se sobresaltó por el apretón y se dejó caer por completo sobre Taehyung, los dos se miraron con los ojos muy abiertos durante unos segundos, paralizados de la sorpresa mientras ya no existía nada de espacio personal entre sus cuerpos.
—Huh... ¡N-no lo sé! ¡Ellas hacen lo que quieren! ¡No es mi culpa! —se defendió, y se abofeteó mentalmente por eso, oh, pero lo curioso era que todavía no las movía de ahí. El menor levantó una ceja.
—Así que lo que quieren, ¿eh? Ugh, ¡no me distraigas!
—¡Pero si no estoy haciendo nada! —Se observaron con el ceño fruncido, las mejillas de ambos estaban tintadas de un sutil color carmín y sus cuerpos abochornados bajo sus abrigos. Jungkook tenía el corazón latiendo con desesperación y eso le irritó, «¿qué es esto? ¡Pero si parezco un adolescente hormonal de preparatoria!»
—B-bien, vamos a arreglar esto —balbuceó, acudiendo de nuevo a su fuerza de voluntad para levantarse de encima del muchacho y deshacerse de su agarre, aunque eso era lo que menos quería en ese instante. Volvió a sentarse en el sofá y el pelirrojo hizo lo mismo una vez estuvo libre—. ¿Tienes un botiquín?
—Umh... No, ¿la gente de verdad tiene esas cosas en su casa? —El menor se encogió de hombros, no lo sabía, él tampoco tenía uno en su apartamento, pero eso hubiese sido lo más oportuno.
—Pues ve a buscar una crema o algo, antes de que decida ponerte aceite de cocina —gruñó, recordando el enojo que tenía antes de ese reciente momento de debilidad.
—Pero no necesito nada de eso —refunfuñó.
—Hyung, no seas llorón y ve ahora —le dijo, el mayor terminó resignándose y se levantó para subir las escaleras de dos en dos y buscar la dichosa crema en su habitación. Mientras tanto, el azabache recogió el desorden que habían dejado en la mesita de centro y se dirigió a la cocina, como si esa fuera su casa, para tirar las bolsas, contenedores, vasos y servilletas a la basura.
Una vez hecho, se apoyó en el mesón y comenzó a pensar en su propio comportamiento. Era lo malo de quedarse solo, tendía a pensar demasiado y sus cavilaciones solían inclinarse en su contra casi todo el tiempo. ¿De verdad le había preocupado tanto ver esas quemaduras? No se había dado cuenta hasta ese momento de lo tensos que estaban sus hombros, Dios, sí le había preocupado; no era grave, pero las marcas se veían irritadas y era innegable que eso le había alterado, le habría pasado a cualquiera, suponía.
Se pasó las manos por el rostro y luego por el cabello, revolviéndolo un poco y liberando sus pulmones con un suspiro pesado. El sonido de los pasos de Taehyung en las escaleras volvieron a advertirle que se acercaba y alcanzó a incorporarse para no lucir abatido cuando él se asomó por el umbral, enseñándole un tubito blanco de tamaño pequeño.
—Nada de aceite de cocina, tengo aloe vera —informó, acercándose a donde estaba. Jungkook prácticamente se lo arrebató.
—¿Entonces por qué no lo usaste? ¿Tiene que haber alguien que se asegure de que cuides de ti? —Le empujó al mesón, siendo suave por más que su tono fuera severo. El mayor le miró como un cachorro regañado y el azabache rodó los ojos porque se veía adorable.
—Es que no me pareció necesario.
—Ya. Levántalo —ordenó, indicándole con un movimiento de cabeza que le dejara ver las quemaduras, el muchacho resopló, pero no tardo en obedecer, subiéndose el suéter hasta un poco por encima del ombligo. Jeon abrió el pote y puso una cantidad considerable en la palma de su mano izquierda, con la otra tocó la muñeca del pelirrojo, instándole a subir la prenda un poco más porque no estaba dándole espacio suficiente.
El silencio tenso que se formó alrededor de ambos casi les hace contener la respiración mientras el menor se inclinaba para esparcir con cuidado el ungüento sobre las marcas rojizas. La piel de Taehyung se sentía suave y cálida bajo las yemas de sus dedos y se encontró deseando acariciarla más intensamente con ambas manos, sin ninguna excusa de poner una crema, solo por mero amor al arte, o, bueno, por el enorme deseo que le tenía.
Se imaginó deslizando sus palmas por todo su abdomen, por su espalda, luego por su pecho, subir hasta rodear su nuca y enredar los dedos en sus cabellos para tirar de ellos, robándole gruñidos de placer mientras sentía sus manos recorriendo su cuerpo también. Apretarse contra él hasta percibir toda su anatomía, besando su cuello, besando sus clavículas, besando cada centímetro de piel hasta marcarlo como suyo por completo.
«Mierda».
Sin querer, debido al odioso hilo de sus pensamientos, presionó un poco más fuerte en una de las heridas y su acompañante soltó un quejidito de dolor que le hizo parpadear varias veces para espabilar.
—Lo siento... —musitó, y su voz se escuchó tan débil y anhelante que por un momento pensó que no le pertenecía. Levantó la mirada y sus ojos se encontraron en un contacto visual demasiado intenso con los marrones del chico. Se enderezó despacio hasta quedar de nuevo a su altura, sin que las pupilas de ninguno rehuyeran a las del contrario. Sus dedos no se apartaron de la piel de Taehyung, contrario a eso, se deslizaron en un toque lento y sutil por su cadera que hacía a ambos estremecer.
Nunca había sentido la necesidad de acariciar así a alguien, él solo iba a lo que iba y cuando se aliviaba era como si nada hubiese pasado, pero cada parte del sujeto al que tenía en frente estaba atrayéndole como si se tratara de un indefenso metal que no puede resistirse al magnetismo de un imán imponente y... precioso.
Rodeó su costado izquierdo con un delicado roce y solo entonces se atrevió a apoyar la palma también, complaciéndose con lo tersa y perfecta que era la curva de su espalda. El de rojizos cabellos dejó salir el aire despacio por sus labios apenas entreabiertos y Jungkook no pudo evitar desviar la mirada hacia ellos; rosados, atractivos, hidratados, irresistibles.
Cuando el sonido de una llave girando en la cerradura de la puerta principal rebotó hasta la cocina, el azabache se aclaró la garganta y tomó distancia, dejando que el mayor se acomodara el suéter mientras él volvía a cerrar el tubito de aloe vera. Los dos miraron hacia la entrada cuando Yoongi se asomó unos segundos después, vistiendo un jersey azul con la cremallera hasta el cuello.
—Santa mierda, respiro la tensión sexual, ugh. ¡En mi cocina no, por favor! —gritó, luego de desaparecer de la vista de ambos. Compartieron una miradita y risita nerviosa antes de que el castaño volviera a asomar la mitad de su cuerpo—. Oh, y, Tae, tenemos una cita, nada de cambios de planes hoy.
—Descuida, hyung —respondió, sonriendo con diversión. Cuando su mejor amigo se fue, sintió los oscuros orbes de Jungkook escudriñando su rostro—. Lleva bastante queriendo ver esa película nueva de dinosaurios —comentó, en un intento por hacer más ameno el pesado aire que respiraban.
—Ah, sí, ibais a verla ayer —recordó—. Bueno, antes de que os arrastráramos con nosotros al Night Club.
—Sip, le aseguré que iríamos sin falta hoy, él a veces es como un crío —añadió, risueño, y el menor le regresó el pote del ungüento—. Gracias, por... esto —le dijo, con un tono más bajo, moviendo el tubito ahora en sus manos.
—No tienes que agradecerme, pero sí tienes que cuidar más de ti, ¿está claro? Deja de restarte importancia a ti mismo, es estúpido.
—Sí... Lo siento —musitó, el semblante del azabache se suavizó y levantó la mano derecha para acariciar sus cabellos rojos, sorprendiéndose ante su grata textura sedosa. Solo los rozó unos segundos y volvió a apartarse, pensando en que estaba comportándose de una manera tonta e inusual—. Voy... voy a subir esto —le informó, y salió de la cocina tras el asentimiento de su acompañante.
Jeon suspiró, sintiéndose menos ofuscado ahora que él no estaba ahí. Volvió a la sala y recuperó su abrigo del respaldo del sofá, estaba terminando de ponerse los zapatos cuando Taehyung regresó.
—Oh, ¿ya te vas?
—Sí, tengo... algunas cosas que preparar para mañana —se excusó, no tenía que preparar nada para el día siguiente, pero tenía la necesidad de huir porque estaba sintiéndose demasiado extraño y creía que perdería la cabeza.
—Umh, está bien, ¿quieres que te acerque? Recién está despejando —ofreció, mirando por la ventana hacia el exterior, donde pesadas gotas todavía caían ocasionalmente.
—Huh, no, no. No hace falta.
—¿No vas para tu casa? Es que de verdad no me gustaría que te fueras andando siendo que tengo un coche estacionado en mi jardín. —Jungkook se llevó una mano a la nuca, observando con nerviosismo la mirada amable del mayor. Jodida mierda, si a ese ritmo de todos modos iba a darse cuenta de dónde vivía tarde o temprano.
—¡Taehyung! ¡Me cambié de casa!
—¿Qué? —Kim le miró con extrañeza, sin comprender a qué venía eso.
—¡No vivo tan cerca! Yo... me cambié de casa a-ayer —dijo, y cerró los ojos con fuerza ante la estupidez que estaba diciendo.
—Jungkook, no me importa llevarte aunque no sea cerca. Con mayor razón, de hecho —sentenció, y pasó por su lado para buscar sus llaves en los bolsillos del abrigo colgado junto a la puerta.
—¿Q-qué? —¿En serio? ¿Eso era todo? ¿No iba a preguntarle qué hacía durante esos días tan cerca de su casa si no vivía por ahí? ¿O cómo cojones era eso de que se había mudado ayer? Bien, si él estuviera en su lugar seguro tampoco le habría dado demasiada importancia, era evidente que él mismo estaba complicando todo, ugh, tanta preocupación para nada.
Luego de que el mayor le dejara en su apartamento y se marchara después de una sonrisa y un movimiento de muñeca como despedida, recibió un mensaje de Hoseok que tradujo como su salvación de un resto de día tedioso y deprimente. Su amigo le decía que estaba aburrido y le preguntaba si tenía algún plan para que salieran un rato durante la noche. Oh, Jungkook sí que tenía un plan, y ya que el muchacho de cabellos naranjas se había ofrecido, él sería su seguro para que no fuese a salir mal.
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