La vida es lastimada por quienes la rodean y el viento la hace sentir solitaria, queremos tener razón, pero siempre nos equivocamos. ¿Acaso nacimos para equivocarnos? Tratamos de ser brillantes, pero siempre seremos oscuros. ¿Es la vida algo como eso?
—Life; RM
Una agradable sensación se extendió por todo su cuerpo apenas hizo contacto con el colchón levemente rígido de su cama. Sus músculos se relajaron de inmediato y un profundo suspiro exteriorizó su sentimiento de plenitud, cerró los ojos durante unos segundos, pero entonces vio reflejada en sus párpados a Yeri morreándose a un tipo y su ceño se frunció. Todavía no comprendía la razón de enviarle esa foto a Taehyung, pensaba que su plan de venganza era el que él estaba llevando a cabo, pero ella estaba actuando aparte por su propia cuenta también.
No era como que le disgustara que la chica pasara página, desde luego no preferiría verla llorando y sufriendo por su corazón roto, es solo que le había tomado por sorpresa y por alguna razón le había dejado un amargo sabor en la boca. Sacó el móvil de su bolsillo con un resoplido, ya había recibido el mensaje del pelirrojo en el que le informaba que San estaba a salvo en su casa y lo había acompañado con una fotografía del muchacho durmiendo desperdigado en su cama; eso había sido hace varios minutos, cuando él estaba por salir de la casa de Wooyoung luego de dejarlo en manos de su primo, quien le había estado esperando en la sala.
Abrió el chat de Kim y observó por un momento los únicos tres mensajes que había en él, antes de presionar en la barrita correspondiente para que apareciera el teclado y escribirle con una brillante idea en mente.
JUNGKOOK SENSUAL_3:24
Hey, hyung, para que veas que no estoy interesado en solo pasiones de una noche contigo, te invito a desayunar mañana.
JUNGKOOK SENSUAL_3:25
A las nueve en la cafetería esa de tres pisos que queda por el restaurante ese que es famoso por su receta secreta de mariscos.
Se mordió el labio inferior a espera de una respuesta, sus acercamientos hasta ese momento estaban saliendo bien, pero para ganarse la confianza del chico tenía que demostrarle que él iba en serio.
KIM SEXY TAEHYUNG_3:29
Está bien.
KIM SEXY TAEHYUNG_3:29
Solo porque me llamaste hyung.
Sonrió satisfecho y dejó el aparato luego de activar una alarma que le despertara con tiempo suficiente para prepararse como es debido para su encuentro, así que se obligó a dejar de lado todos esos pensamientos que no querían darle tregua para poder descansar esos dos pares de horas.
El día amaneció nublado, las nubes oscuras que se arremolinaban en lo alto auguraban una intensa lluvia que podría desatarse en el momento menos esperado. Sentía la brisa fresca acariciando su rostro mientras caminaba a pasos rápidos los veintisiete metros que había entre la parada del autobús y la cafetería donde se reuniría con su objetivo. Le había llevado la motocicleta a Wooyoung esa mañana, por lo que su breve racha de no tener que pagar pasaje se había terminado. Sí, iba a tener que hacer varias horas extras luego de ese día.
Había una pequeña sonrisa ladeada escondida en la comisura de sus labios debido a las miradas que se robaba sin tan siquiera esforzarse, le hacían sentir... superior. Sin duda demasiada belleza para todos esos pobres mortales. Llegó a la puerta doble de cristal y sacó las manos de los bolsillos de su cazadora para empujarla, la campanita que colgaba en lo alto informó de su llegada y varios ojos se posaron sobre él, desde luego.
Buscó a su cita con la mirada, sabía que ya estaría ahí porque él había llegado doce minutos tarde, no le gustaba retrasarse, la culpa la tenía completa el desesperante tráfico de un domingo anubarrado. Encontró su intenso cabello rojo en una de las mesas del fondo que se encontraba junto al gran ventanal empañado. El lugar era grande y bastante pintoresco, tenía una agradable decoración vintage que hacía que la estancia ahí fuera fresca; a él le gustaba esa cafetería, pero solo cuando iba con algún amigo y se repartían el valor total de la cuenta. Los precios no eran nada generosos. Pero, vamos, lo menos que podía hacer por Taehyung era invitarle a un buen desayuno siendo que iba a romperle el corazón.
Caminó hasta él y pasó por su lado para sentarse en frente. Le dedicó una bonita sonrisa con la idea de disculparse por la demora, pero ésta se desvaneció al mirarle, sus labios curvados pasaron a entreabrirse ante el impacto de recordar lo guapo que era el chico que tenía delante, como si no le hubiese visto tan solo la noche anterior. Inclusive se inclinó hacia la derecha para que la mesa no le molestara a la hora de examinar por completo su magnífico buen cuerpo.
«Jo-der, Taehyung, jo-der».
Tenía un suéter negro de cuello alto bajo una chaqueta del mismo color, además de la bandana que cubría la mitad de su frente y que le hacía ver tan irresistible como... Demonios, simplemente le hacía ver irresistible. El centro de sus escrutinios sonrió con sorna ante su miradita indecente.
—¿Qué?
—¿Qué? —repitió, mirándole con incredulidad—. Que se me ha olvidado cómo respirar. ¿Cómo es que eres tan apuesto? —El mayor exhaló una sonrisa, negando con la cabeza.
—¿Y tú cómo es que eres tan directo? —Jungkook se encogió de hombros, con una expresión que indicaba que no era la gran cosa.
—No le veo sentido a no decir lo que pienso —respondió con simpleza—. ¿Quieres un café? —añadió, notando que no había pedido nada, seguramente por estar esperándole.
—Huh, no. No me gusta el café. —El azabache asintió despacio, como si tuviera problemas para procesar esa respuesta.
—Oh... ¿Y entonces con qué cojones vives?
—Supongo que... por ahora podré seguir viviendo con un chocolate caliente —expresó con gracia. Como si hubiese recibido una invocación mental, la mesera se acercó a ellos para tomar su orden y pareció quedar cegada ante esos dos semejantes hombres; para su desgracia, apenas y la miraron.
Pidieron un caffè macchiato, un chocolate y una cantidad considerable de galletas de vainilla y canela para compartir, así como una porción de croissants de mantequilla. Cuando la chica se fue, los dos se inclinaron con los brazos apoyados sobre la mesa para mirarse con interés, escudriñando las atractivas facciones del otro mientras sostenían una amena conversación, que se sentía diferente a las que habían tenido hasta ese momento.
—¿Cómo están San y Wooyoung?
—Umh, ahora mismo estarán en medio de un intenso mañanero en casa de San-ah. —Taehyung rompió en una estrepitosa carcajada, tan contagiosa que a Jungkook se le hizo imposible no unirse a sus risas.
—De verdad eres... eres un caso —le dijo, negando con la cabeza mientras se limpiaba un par de lágrimas falsas—. En cambio, Yoonie hyung se levantó con un mal genio terrible —comentó—. Al principio me dijo que no se me ocurriera dejarle solo y luego ya estaba sacándome a empujones que porque mi presencia le parecía irritante. —El menor soltó una risita al imaginarlo, interesado en el tema.
—Hablas de tu mejor amigo como si le quisieras mucho —señaló, asegurándose de sonar casual.
—Claro que le quiero —respondió el pelirrojo sin dudar—, desde que le conozco ha estado conmigo, incluso cuando los demás se han ido. Sé que parece un tío de malas pulgas que no se interesa por nada, pero es una masita cuando se deja conocer. —Jungkook entornó los ojos, «¿y por eso decidiste engañar a tu novia? ¿Desde cuándo lo haces? ¿Cuántas Yeri no te descubrió?».
Ya no sabía por dónde más divagar al respecto, todo lo que Wooyoung le había dicho esa mañana cuando le cuestionó si pudo sacarle algo a Yoongi durante su momento de ebriedad absoluta fue: «Siete mil veces le pregunté por su relación y siete mil veces me dijo que es su mejor amigo y que le quiere tanto como a su colección de guitarras». Para colmo de todo, cuando le preguntó qué se suponía que significaba eso, su rubio amigo había dicho: «Que te destrozará la cara cuando rompas el corazón de Taehyung, cabrón».
—Sí, bueno, pude ver un poco de esa faceta en la disco, así que te creo —manifestó, con una sonrisa ladina—. ¿Lleváis mucho tiempo viviendo juntos?
—Nos transferimos de la universidad de Daegu hace tres años, vivimos juntos desde entonces, pero estando allá era prácticamente como si ya lo hiciéramos. Supongo que por eso sabíamos que funcionaría —explicó, la mesera regresó con una bandeja y dejó los platos en el centro de la mesa, intercalando la mirada entre ambos para ver si conseguía llamar la atención de alguno.
—¿Por qué os transferisteis? Es decir, ¿por qué querríais continuar vuestros estudios en Busan? Hay mejores opciones —aseguró, y recibió un encogimiento de hombros como respuesta mientras su café se le era dejado en frente junto a una tacita de azúcar.
—Yoongi hyung recibió una buena propuesta laboral aquí y él..., bueno, no quiso dejarme solo allá. —Taehyung estaba por añadir algo más cuando la mesera, por andar con la mirada fija en su bonita cara, ladeó la mano con la que estaba bajando su chocolate de la bandeja y el caliente líquido fue a parar directamente en su suéter. Se levantó de inmediato, los ojos de Jungkook se abrieron de manera desmesurada y la chica soltó la bandeja, dejándola caer al suelo con un sonido estrepitoso, mientras se disculpaba con enormes y pronunciadas reverencias hacia su persona. —Mierda, mierda —masculló, intentando alejar la tela de su abdomen al sentir que quemaba su piel.
—De verdad lo siento, soy tan tonta... —El pelirrojo le regresó una reverencia, intentando que se tranquilizara al ver lo alterada que se había puesto. Para ese punto, ya habían llamado la atención de casi todos los que estaban presentes en el primer piso.
—No te preocupes, fue un accidente, está bien —le dijo, sonriendo amablemente para que viera que no había problema y dejara las venias, que estaban poniéndole muy nerviosito.
—¡Tienes que tener más cuidado! —intervino Jungkook, pasando por su lado para acercarse al pelirrojo y examinar su ropa—. Esa cosa estaba hirviendo, pudiste en serio hacerle daño. —La muchacha volvió a inquietarse cuando el azabache la miró con un semblante severo y el mayor sostuvo el antebrazo de su acompañante para que no le dijera nada más.
—Hey, no pasa nada —musitó, tirando un poco de él para tener su atención, pero el menor estaba bastante ocupado mirando con desaprobación a la mesera.
—Lo siento muchísimo, os traeré otro chocolate y-
—Oh, no, no, por favor, otro chocolate no. Tomaremos todo para llevar —interrumpió el de oscuros cabellos, indicando lo que estaba en la mesa.
—Sí, sí, de inmediato. —Ella se apresuró en llevarse las cosas de nuevo y otro mesero se acercó para limpiar el desastre y ofrecerles unas cuantas disculpas también. Jeon se giró hacia el pelirrojo y tomó varias servilletas para pasarlas sobre la tela de su suéter e intentar al menos quitar el exceso, porque ya sabía que no había mucho por hacer. Taehyung le miró con el ceño fruncido mientras lo hacía, tenía muchas ganas de recriminarle su comportamiento, pero decidió esperar a salir de la cafetería.
Cuando no pudo soportar más su miradita filosa, soltó las servilletas sobre la mesa y se dispuso a sacar su billetera para pagar e ir a reclamar su desayuno empacado para que pudieran largarse, pero el mayor le interrumpió, tocando su brazo para que se detuviera.
—Acepté a que me invitaras a venir aquí, pero nunca dije que permitiría que pagaras —dijo, el azabache le miró con el ceño fruncido en evidente disconformidad—. Es un complejo, lo siento, siempre quiero pagar, es lo malo de salir conmigo, supongo. —No pudo contestar porque el chico ya había pasado por su lado y se dirigía a la caja, se cruzó de brazos y su pierna derecha comenzó a moverse incesante en un ansioso tic. Ugh, a la mierda su estúpido complejo, Jungkook no podía soportar sentirse como un mantenido.
Se fue detrás de él, listo para iniciar una pelea si era necesario, pero no tuvieron la necesidad de llegar a eso porque la chica de la caja insistió en que era cortesía de la casa como lo mínimo que podían hacer luego del reciente incidente. Salieron de la cafetería con las respectivas bolsas de papel y la gélida brisa del exterior les recibió, provocándoles escalofríos.
—Tengo el coche a ese lado —señaló Kim, indicándole el parqueadero a la izquierda. El menor le siguió en silencio, sin tener claro qué iban a hacer ahora—. ¿Por qué la has tratado de esa manera? —preguntó al fin, lanzándole una mirada con la que parecía decirle: «Mal, Jungkook, mal».
—¡Para que no se le olvide lo de hoy! Así te aseguro que un incidente como este no volverá a ocurrirle —respondió, notando que el pelirrojo relajaba su semblante—. De verdad pudo hacerte daño, hyung, a ti o a cualquier otro cliente, y para ella también podría terminar muy mal. Está bien que tenga un poco más de cuidado y que mire sus propias manos mientras deja bebidas calientes sobre la mesa.
—Vale, vale, contigo funciona el método rudo de aprendizaje, lo he pillado —le dijo, abriendo la puerta trasera de su Renault una vez llegaron frente a él.
—A mí me tocó aprender así —mencionó, restándole importancia con un encogimiento, mientras Taehyung le recibía la bolsa que estaba sosteniendo para dejarla en el asiento junto a la otra, aprovechando para dedicarle una mirada llena de intriga a la que Jungkook respondió rodando los ojos—. Ya, lo digo en serio, así comenzará a tomarse el trabajo con más profesionalismo. Alcancé a ver dos servilletas en la bandeja, ambas con un número de teléfono —añadió, el pelirrojo cerró la puerta y se recostó en ella, mirándole con atención—. Ni siquiera se molestó en decidirse por uno, ugh. —Kim no pudo evitar reír con eso.
—¿Te le medirías a un trío? —le preguntó, divertido, levantando una de sus cejas.
—Umh, si pudiese escoger... —comenzó, llevándose la mano al mentón en una expresión pensativa—, preferiría dejar a uno por fuera... y ese no serías tú —respondió, guiñándole. El mayor se mordió el labio inferior mientras negaba con la cabeza, y eso a Jeon le pareció jodidamente atractivo.
—Aun así... creo que te has pasado un poco —insistió, mirándole con severidad, el azabache apretó los labios.
—Es que tú eres demasiado... —Se detuvo. ¿Considerado? ¿Bueno? ¿Simpático? No, no, si se suponía que Taehyung era un auténtico hijo de puta, sí. Vale, no podía decirle eso—. Huh..., amable —finalizó, para no quedar como un tonto. Su acompañante le miró por unos segundos más, en silencio, y casi tuvo la sensación de ser transparente, como si él estuviera escudriñando dentro de su alma.
—¿Vamos a mi casa? —le preguntó entonces, Jungkook sintió que se quedaba sin aliento—. De verdad me gustaría cambiarme y todavía tenemos que desayunar.
—Ah... sí, sí, claro —balbuceó, e intentó que no le temblaran las piernas cuando su objetivo sonrió y le abrió la puerta del copiloto para que subiera.
Llegaron a la casa de Kim en medio de más silencio que nada, bajaron con su desayuno en mano y el mayor abrió la puerta para dejarle pasar primero. El de cabellos negros observó con atención el interior nada más ingresar a la sala, era bonita, hogareña, no como su apartamento, que se sentía frío y solitario todo el tiempo. Yoongi y Taehyung, en su opinión, tenían buen gusto, la decoración era rústica y moderna; además, todo se veía muy bien ordenado.
Tenían un juego de muebles que incluso resultaba cómodo de mirar, con un televisor de pantalla plana en la pared de enfrente y una elegante mesita de centro, ¿qué eran esos tíos? ¿CEOS? Él apenas y tenía en su sala un cacharro para ver películas junto a un sofá que se hundía si recibía mucho peso, pero no era como si ya no hubiese notado que, al parecer, Taehyung era un sujeto que contaba con buenos ingresos económicos valga su corta edad.
—Parece que hyung salió. —Se giró hacia el pelirrojo y le miró quitarse los zapatos y dejarlos junto a la puerta, por lo que se apresuró a hacer lo mismo.
—Huh, ¿se habrá ido a algún bar a rematar? —El mayor negó con gracia, esta vez quitándose el abrigo.
—Lo dudo, no he revisado mi móvil, pero se habrá ido con algún amigo también. —Colgó la prenda en el perchero junto a la entrada y se giró para mirarle—. Puedes dejar eso ahí. —Le señaló la mesita de centro, por lo que Jungkook no demoró en poner las bolsas sobre ella—. Dame dos minutos —añadió, antes de desaparecer por las escaleras que conducían al segundo piso.
El menor aprovechó para pasearse un poco por el lugar, fijándose un poco más en los detalles. En la repisa que estaba a un lado del televisor había algunas fotografías que no dudó en examinar con curiosidad. Tres de ellas eran de los dueños de la casa, donde aparecían abrazados y sonriendo con paisajes o lugares exóticos de fondo, ellos se miraban tan unidos, tan cercanos, era casi como si fueran... Como si fueran hermanos de sangre. Bah, pero él no sabía de esas cosas. Después de todo, y según lo que había dicho Yeri, lo de ellos para nada era solo una relación de colegas.
En otra de las fotografías estaba Yoongi con los que parecían ser sus padres, tenían la piel tan pálida como él y sonrisas que denotaban mucha alegría. La última era de Taehyung, estaba con una señora mayor, sonrientes, felices. Solo eran ellos dos, pero parecía que eran el mundo para el otro. El muchacho tenía el cabello castaño oscuro, sus facciones decoradas con esa particular sonrisa cuadrada se veían algo infantiles, ahí parecía tener varios años menos. No supo con exactitud cuánto tiempo estuvo mirando esa foto, pero cuando escuchó pisadas en las escaleras la dejó de inmediato en su lugar y se apartó unos pasos, viendo al pelirrojo aparecer en la sala de nuevo.
Se había cambiado por otro suéter de cuello alto, solo que en esa ocasión era de color beige, también se había quitado la bandana, por lo que ahora su jodidamente bello rostro estaba despejado. ¿Cómo le hacía para verse tan sexy de cualquier manera? Abrió la boca para decir algo, pero el mayor se le adelantó.
—No comentarios sucios, por favor. —El azabache rompió en una carcajada y levantó ambos brazos en señal de derrota, se acercó negando con la cabeza y se sentó a su lado en el sofá.
Fuera, se desató una intensa lluvia que no demoró en empañar el cristal de las ventanas mientras los dos muchachos se miraban entre ellos. Ninguno dijo nada por un rato y casi era como si ni siquiera se dieran cuenta de que los segundos corrían sin que hablaran. Jungkook se sentía bien ahí, no acostumbraba a verse en medio de esas cosas. Antes de que hubiese metido a Taehyung en su vida a la fuerza, en un día como esos él estaría en alguna discoteca bebiendo hasta la inconsciencia o metido en los baños con algún tipo de rodillas en frente suyo, lo que fuera para no estar en su apartamento donde ni siquiera la música acaparaba por completo al silencio. Esa era su rutina, su vida, lo de todos los fines de semana cuando no estaba ahogándose en trabajo por lo mismo, pero ahora que Kim estaba rompiendo con eso sin siquiera saberlo, se sentía... cómodo.
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