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ღ Capítulo 3 ღ

Diles todo lo que sé ahora, grítalo desde los tejados, escríbelo en el horizonte. Diles que era feliz y que mi corazón está roto, todas mis heridas están abiertas. Diles que lo que yo esperaba sería imposible.
—Impossible; James Arthur

La neblina artificial que cubría las paredes, el lavabo y empañaba las puertas de cristal de la regadera, como resultado del baño de agua caliente, no había terminado de disiparse y creaba un ambiente abrigoso y apenas sofocante. Jungkook secó sus cabellos con una toalla blanca mientras tenía otra envuelta alrededor de su cintura, sus músculos relajados por la ducha anterior casi le hicieron sentir más liviano luego de toda la presión acumulada de la semana.

Abrió la puerta del cuarto de baño y avanzó por el pasillo hasta la habitación, sus ojos encontrándose con el muchacho que le observaba desde la cama. Le dedicó una sonrisa ladeada y de suficiencia, recibiendo un levantamiento de ceja como respuesta.

—Que se te cae la baba —se burló. El joven rubio que permanecía envuelto en sus sábanas tenía piel clara y ojos marrones, facciones atractivas y nariz respingada, las comisuras de sus labios formaron una sonrisa coqueta.

—Oh, ¿por qué no vienes aquí y compruebas qué tan cierto es eso? —Jungkook exhaló una risita y se humedeció los labios.

—Idiota.

—Tú empezaste —contraatacó, el azabache se dirigió a su guardarropa y comenzó a buscar una buena combinación para ese día.

—Ya sal de mi cama, no quiero que quede impregnada de tu perfume barato —le dijo, y escuchó un sonidito de ofensa de su parte.

—¿Me sacas de tu cama luego de todo lo que hicimos? —dramatizó, el mayor rodó los ojos.

—¿Qué pensaría San si te escuchara? —Se dio la vuelta y lanzó sobre la cama los vaqueros y la camisa de manga larga negra, regresó a por un bóxer de uno de los cajones y se giró hacia su acompañante antes de dejar caer la toalla al suelo.

—¡Jungkook! —El menor tapó sus ojos con las mantas y su amigo rompió en una estruendosa carcajada.

—¿Sabes el privilegio que se te acaba de dar, Wooyoung? —le molestó, comenzando a vestirse.

—¿Privilegio, dices? ¡Quedaré traumado de por vida!

—Por favor, ya quisieras que la de tu novio fuera tan impresionante como la mía —dijo, subiendo la cremallera de los estrechos pantalones que se ceñían a su cintura y piernas como una segunda piel, resaltando su buena figura.

—¡Eres un...! ¡Agh! —Jeon volvió a reír y tiró de las sábanas para que se destapara cuando ya se había puesto la camisa y solo le faltaba abotonarla, Wooyoung le fulminó con la mirada—. Como sea, antes de que empezaras a hacerte el graciosito te estaba manifestando mi desacuerdo hacia tu reciente conspiración con Yeri. Jungkook-ah —llamó, con un tono más serio, cuando el contrario le dio la espalda con la excusa de buscar sus zapatos—, lo que haces no está bien, no es correcto.

—Tampoco está bien lo que él le hizo a nuestra amiga —refutó—. El tipo estaba coqueteando conmigo cuando acaba de salir de una relación que terminó por su infidelidad, Woo.

—Créeme, entiendo que él sea un hijo de puta, pero tú no lo eres. —El mayor le miró de soslayo y el rubio finalmente salió de la cama para acercarse y recostarse en la pared a su lado—. Él es infiel por lo que hizo, ¿qué eres tú por lo que harás? —Su compañero se quedó en silencio por unos segundos hasta que se incorporó, sosteniendo unas botas negras con un poco de tacón y una mirada determinada.

—Soy el que le va a regresar todas y cada una de sus jugadas, haré que Taehyung sienta lo que él hace sentir y haré que le duela —espetó—. Seguirá llevándose los sentimientos de las personas por delante, alguien tiene que darle una lección.

—Sí, alguien que sea tan ruin como él.

—No, alguien que no vaya a fallar —contradijo, mostrándose tan serio como sus palabras.

—Kook, ¿qué sacas tú de esto? —dijo entonces, el azabache frunció levemente el ceño.

—¿No escuchaste lo que dije?

—Sí, y supongo que es amable de tu parte que te intereses por evitar que haga sufrir a más gente y por recuperar la dignidad perdida de nuestra amiga, la que, por cierto, no me habla desde hace medio año. Pero ¿cuál es tu satisfacción personal? —insistió, mirando sus ojos con fijeza, como si intentara leer lo más profundo de su mente—. Te conozco y a mí no tienes que mentirme. Sé honesto conmigo, hyung, ya sabes que sé de ti. Puedes llenar los vacíos de maneras menos dañinas, te estás aferrando a esto para mantener tu estabilidad emocional y solo conseguirás lastimarte más.

—No, dices todo eso, pero no lo entiendes —negó, sintiéndose atacado, las manos del rubio se posaron sobre sus hombros con amabilidad.

—Ya sé que no lo entiendo, por supuesto que no lo entiendo porque no soy tú, eres el único que sabe lo que se siente todo por lo que has pasado. Solo te estoy pidiendo que no hagas de ti mismo más dolor —le dijo, como si estuviera suplicándole que comprendiera.

—No lo haré, ¿de acuerdo? Pero no voy a dejar esto, ya que lo inicié me sostendré hasta el final. —El menor suspiró, pero asintió y le soltó, levantando los brazos en señal de derrota.

—Bien, me gustaría decirte que ojalá no te arrepientas, pero la verdad es que espero que lo hagas. Y que ya no sea tarde, claro —añadió, dando por finalizado ese tema de conversación.

Se dio media vuelta para doblar las mantas y estirar las sábanas de la cama mientras Jungkook terminaba de calzarse los zapatos y acomodar su camisa por dentro del pantalón. En realidad, deseaba fervientemente que el mayor también recibiera alguna que otra lección con todo eso, su amigo tenía muchas cosas por aprender, pero varias de ellas no podía enseñárselas él.

—Son las siete, tenemos tres horas antes de encontrarnos con San-ah, ¿qué quieres hacer mientras tanto? —le preguntó, luego de mirar su reloj de muñeca. El azabache le lanzó una significativa mirada de «ya deberías saberlo» y Wooyoung rodó los ojos.

Estuvo puliendo su apariencia durante casi cuarenta minutos más, estaba empeñado en lucir todavía más sexy que de costumbre porque iba a asegurarse de tener a Taehyung en sus brazos esa noche, aunque ni siquiera sabía cómo iba a acercarse a él esa vez. Comenzó con lo básico: le pidió a su rubio amigo que le acercara a la casa de su objetivo en su preciada motocicleta y una vez ahí esperaba que el destino o lo que bendito infierno fuera le echara una mano.

Wooyoung se estacionó en la esquina, donde podría observar todo desde una distancia prudente y donde le esperaría hasta verle regresar victorioso, cruelmente derrotado, o, en su defecto, recibir la señal de que debía intervenir. A final de cuentas no podía negarse a ayudar a su buen amigo por más que no estuviera del todo de acuerdo con sus intenciones, ya sabía lo necio que era.

Jungkook estaba seguro de que Taehyung debía estar en casa porque las ventanas le permitían ver que las luces de la sala estaban encendidas, así como de alguna habitación del segundo piso, además del coche estacionado en la calzada justo al frente, alineado con la puerta de entrada. Pero ahora, ¿cómo cojones iba a hacerle salir de ahí? Dio media vuelta para apoyar las manos en la baranda y dejó salir un suspiro mientras observaba el río.

Justo ahí, se preguntó qué carajos estaba haciendo, por qué había accedido a algo como eso y cuánta razón tenía Wooyoung en todo lo que había dicho. ¿Lo hacía por Yeri? Sí. ¿Lo hacía por sí mismo? Claro. Pero ¿lo valía?

Ni siquiera se había molestado en detenerse a algunos metros de distancia, no, se había plantado del otro lado de la calle justo frente a la maldita casa de Kim. ¿En realidad no sería más fácil tocar el timbre y darle su dichosa lección a puñetazos? Ah, él no era alguien violento, cierto. Tampoco se suponía que fuera un hijo de puta, sin embargo, ahí estaba, pretendiendo encontrar maneras de acercarse para enamorarle y romperle el corazón a un completo desconocido, guiado únicamente por la historia de una amiga que había dejado de escribirle o buscarle desde que tenía novio. Negó con la cabeza, no era momento para dudar de Yeri y mucho menos para dudar de sí mismo.

Se irguió en toda su magnificencia con seguridad renovada y siguió contemplando el horizonte, seguramente esperando alguna ayuda milagrosa. «Venga, señor Dios, si es que eres real y estás ahí, envíame a Kim Taehyung y prometo que comenzaré a intentar algo con chicas».

Cerró los ojos con fuerza para hacer hincapié en su petición, sintiéndose torturado por las palabras que él mismo estaba pensando. El apenas perceptible chasquido de una cerradura le hizo girarse con la boca entreabierta de la sorpresa, la puerta de la casa de su objetivo había sido abierta y un sujeto de cabello castaño se dirigía con un aire despreocupado al vehículo estacionado fuera, justo detrás una inconfundible cabellera roja desfiló en la misma dirección, volviendo a cerrar a sus espaldas.

«Olvide lo que dije, señor Dios, ya no es necesario».

Su corazón comenzó a latir con fuerza, era evidente que iban de salida así que solo tenía una oportunidad o el muchacho se iría sin siquiera notar su presencia. Disimulando lo más que pudo, les observó intercambiar algunas palabras y el castaño abrió la puerta del copiloto. Clavó de inmediato los ojos en el río para no ser descubierto. Bien, si Taehyung iba a conducir tendría que rodear el coche, y si lo hacía con la mirada al frente le vería. En ese instante se arrepintió de que toda su ropa fuera negra porque de ese modo no iba a resaltar en la oscuridad de la noche, su única salvación era la farola que iluminaba a unos cuatro metros de su ubicación.

Así que hizo lo único que en medio del desespero se le ocurrió y levantó ambos brazos, como si estuviera haciendo algún tipo de ridículo estiramiento; si el pelirrojo estaba observando hacia abajo podría apreciar movimiento de reojo y eso le haría levantar la cabeza por inercia. Él no podía acercarse esa vez, necesitaba que Taehyung lo hiciera. Claro, luego estaba que el mayor le reconociera o que por lo menos se le antojara hablarle, después de todo solo se habían visto en una ocasión y le había soltado de primera que le consideraba caliente, tal vez le había espantado.

Además, no era ningún secreto que el muchacho ya tenía planes y perfectamente no iba a querer posponerlos solo porque un desconocido se lo pidiera. Todo estaba en su jodida contra.

—¿Jungkook? —Como la anterior vez que le había tenido cerca, el azabache dio un brinco en su lugar. Su majestuosa voz le delató y se giró sabiendo que le encontraría ahí. Taehyung estaba sonriendo, seguro por el susto que le había dado, lo que en realidad fue muy bueno, puesto que así parecía que por nada del mundo habría estado esperando verle.

Maldita buena suerte, esas cosas solo podían pasarle a él porque era Jeon Jungkook.

—Mierda, me asustaste —soltó, llevando dramáticamente una mano a su pecho—. ¿Y tú de dónde has salido? —Kim guardó ambas manos en los bolsillos de sus jeans rasgados en una postura relajada.

—Vivo justo ahí —respondió, indicándole con la cabeza el lugar, el menor se percató de que el otro muchacho se había bajado del coche y les miraba recostado en él con los brazos cruzados—. ¿Y tú? ¿Qué hacías?

—Quedé en encontrarme con un amigo aquí, le estoy esperando, no es muy bueno con eso de la puntualidad. Huh, ¿te estoy entreteniendo? Es que parece que ese tío me está lanzando puñales con la mirada —le dijo, manteniendo el filoso contacto visual a la distancia.

—No, no, no está haciendo eso —negó, divertido—, él mira así a medio mundo. Espera. —El menor le observó levantar el brazo para indicarle a su amigo que se acercara y se sintió un poco más confiado al ver que, al parecer, no tenían prisa por irse—. Jungkook, este es Yoongi, mi mejor amigo —presentó, una vez que Min se detuvo a su lado—. Hyung, él es Jungkook, el chico del supermercado que te conté.

—Ah, el que cree que las bebidas llegan al estómago lanzándolas directamente sobre él. —El azabache sonrió sarcástico ante ese comentario, las comisuras del muchacho estaban elevadas en una sonrisita de suficiencia.

El tal Yoongi tenía la piel muy pálida, sus ojos rasgados eran oscuros y sus labios de contextura fina, parecía ser de actitud satírica y desinteresada. ¿De verdad a Taehyung le gustaba ese tipo? Bien que el sujeto era guapo, pero no le dio la sensación de que fuera muy amigable.

—Bueno, el cine nos espera. ¿Qué? ¿Te vienes con nosotros? —El menor no pudo ocultar del todo su sorpresa ante el ofrecimiento del castaño, lo había dicho de una manera en la que le dejaba claro que le daba igual, quizá solo le invitaba para poder largarse de una vez, pero en definitiva no lo había visto venir.

—Ah, hyung, Jungkook ya tiene planes —le dijo Taehyung, tomando en cuenta que el aludido le había dicho que estaba esperando a alguien. Y, oh no, Jungkook no podía permitir que se fuera a una oscura sala de cine con el Min Yoongi ese, a saber lo que harían ahí.

Se pasó una mano por el cabello, enviando las oscuras hebras hacia atrás por más que luego regresaran a su posición anterior, y rogó por que Wooyoung no tardara demasiado en acudir a su silencioso llamado de auxilio.

—Umh, qué lástima —dijo el castaño, con cero interés—. Ni modo, vamos entonces.

—Hey, Jungkook-ssi. —El saludo de un muchacho de menor estatura impidió que Yoongi diera media vuelta para irse. Los tres se giraron hacia el joven de rubios cabellos, que poseía una enorme sonrisa mientras llegaba a su altura—. Oh, ¡hola! ¿Vendréis con nosotros?

—Ah, Wooyoung, ellos son Taehyung y Yoongi, unos conocidos —presentó, porque no sabía qué más hacer y ya estaba de los nervios—. Él es el amigo al que estaba esperando —añadió. El pelirrojo fue el único que en todas las presentaciones hasta el momento extendió la mano y el recién llegado la estrechó amigablemente mientras le dedicaba una pequeña reverencia.

—Un gusto, Taehyung y Yoongi, ¿nos vamos? —les instó, intercalando la mirada entre los tres con emoción. Jungkook ya no sabía si se debía a su auténtica naturaleza simpática o a que era un buen actor.

—¿Exactamente a dónde nos estás invitando? —preguntó el castaño, con una ceja levantada.

—A la mejor discoteca-bar de Busan, por supuesto. Es sábado, mañana es día de descanso y la noche es joven, será divertido. —Sin lugar a dudas, el azabache estaba amando demasiado a su amigo en ese momento, ese jovencito en su mayoría irritante acababa de salvarle toda la operación.

El pelirrojo y su mejor amigo estaban teniendo una guerra de miradas, momento que Jeon aprovechó para dedicarle una sonrisa de gratitud a Wooyoung y recibió un sutil guiño de su parte.

—Pero... la película... —murmuró entonces el castaño, como si de un niño chiquito se tratara, era interesante cómo Yoongi parecía cambiar por completo cuando se dirigía a Taehyung.

—No seas aburrido, hyung. ¿No te cansas de verme la cara todos los días? —le dijo, risueño—. El cine seguirá estando ahí mañana. Hay que salir con gente nueva, para variar.

—Bah, como sea, ya vamos —se rindió, dio media vuelta y regresó al coche, el de rojizos cabellos les sonrió a los dos amigos.

—¿Os llevamos? —ofreció, haciendo un movimiento de cabeza hacia atrás.

—No te preocupes, nosotros vamos en moto, os indicaremos el camino —respondió el rubio, puesto que Jungkook estaba demasiado ocupado babeando en secreto por la belleza descomunal de Kim ahora que le había detallado y había notado que la camiseta roja que tenía bajo la chaqueta negra dejaba a la vista sus sensuales clavículas.

El muchacho clavó sus intensos ojos en los suyos por un momento antes de girarse también para volver al vehículo, y el azabache fue arrastrado de vuelta a la realidad por Wooyoung. Le siguió hasta la motocicleta dejada en la esquina y apoyó una mano en su hombro para detenerle antes de que se subiera.

—Déjame a mí —pidió—. Me veo sexy conduciendo.

—Jungkook, tío, no tienes licencia —le recordó, con una mueca de incredulidad.

—Venga, conduzco mejor que tú, nadie lo notará. No tengo la culpa de que el puto pase cueste más que mi salario de un año. —El menor resopló, pero aceptó dejarle el mando. El azabache giró la llave en el contacto y encendió el motor, no tenían los debidos cascos y chalecos, según él, la licencia de conducción tenía que ser el menor de sus problemas.

Arrancó en dirección al bar en el que se encontrarían con San y donde iniciaría toda su diversión, asegurándose de que el Renault negro les siguiera. Condujo a una velocidad prudente porque no podían permitirse llamar la atención y para mantenerse a la vista de Taehyung, no quería darle una excusa para dar marcha atrás.

Se detuvo en un semáforo en rojo y el auto de su objetivo se paró justo a su lado, miró hacia su derecha, topándose de frente con la ventana abierta del conductor y, por ende, con el rostro perfecto del mayor. Ah, al parecer él no era el único que se veía sexy conduciendo. Kim le dedicó una sonrisa ladeada y Jungkook se la regresó, inclinándose un poco en su dirección, con el pelirrojo imitando su movimiento, apoyando el brazo izquierdo en la puerta y sosteniendo el contacto visual, como inocentes imanes que se atraen sin ser del todo conscientes.

De soslayo, se percató de que la luz del semáforo cambió a verde, Jeon se enderezó y le guiñó un ojo antes de arrancar, como un silencioso «en el bar hablamos», aunque, bueno, lo que quería con él no era precisamente hablar.

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