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ღ Capítulo 18 ღ

No tiene fin, aunque intente escapar, estoy atrapado en una mentira. Encuentra el yo que era inocente, devuélveme mi sonrisa, sácame de este infierno. No puedo liberarme de este dolor, sálvame que estoy siendo castigado.
—Lie; Jimin

El sol en lo alto del cielo tenía el ambiente exterior de esa tarde sutilmente abrigador, pero las corrientes de aire se sentían todavía frías sobre la piel por más que el invierno estuviera llegando al final de su temporada. Jungkook se ajustó la cazadora y pasó una mano por sus oscuros cabellos para ordenarlos un poco y no verse tan desaliñado luego de lo de antes, acomodando también la mochila sobre su hombro derecho.

Se acercó sin titubear y se detuvo a un lado del muchacho con traje, dedicándose a observar también el pacífico río ya que el contrario ni siquiera se molestó en mirarle. Por varios segundos ninguno dijo nada, hasta que el menor no pudo evitar el tic nervioso en una de sus piernas y se decidió a romper el silencio.

—Supongo que quedarte al pendiente de la casa de tu jefe no hace parte de tus responsabilidades diarias. —Seokjin le miró de soslayo, sin encontrarle gracia alguna a su supuesta bromita.

—Escucha —dijo, el azabache apretó los labios ante la seriedad palpable en su tono y le escuchó suspirar—. Aquel día, en la fiesta, cuando vi que te levantaste tan molesto luego de que besara a Tae, sentí que debía disculparme contigo.

Jungkook le miró con ambas cejas levantadas, sin haber visto venir ese rumbo en la conversación; es decir, estaba convencido de que su acompañante le odiaba por considerarle algún tipo de rival, pero, bueno, al parecer era el único. Ahora estaba sintiéndose un crío inmaduro.

—Lo que hubo entre él y yo fue hace tiempo y está en el pasado, la verdad es que quise divertirme un poco a tu costa porque noté lo celoso que estabas. Quería decirte eso —su cabeza se movió en un sutil asentimiento, su ceño levemente fruncido mientras parecía ensimismado en sus pensamientos, manteniendo la vista al frente—, pero entonces estabas hablando con tu amigo —continuó, y el menor desvió la mirada, pasando saliva—, prácticamente estabais gritando.

—Lo escuchaste —se adelantó, con apenas un hilo de voz.

—Lo hice —confirmó entonces, por fin dignándose a ver hacia su costado, pero el azabache no hizo contacto visual—. Me parece que deberías explicarme, porque lo que dijiste ese día no fue nada bonito y estoy seguro de que Tae no está al tanto de tu forma de pensar. No tengo nada en contra de ti, pero a él le aprecio mucho y me temo que no permitiré que le utilices tú también.

—Seokjin, yo... —musitó, pero no tenía idea de qué narices debía decirle. No podía ir solo soltándole toda la verdad, no cuando la verdad era un completo asco.

—No me digas Seokjin, tú y yo no somos amigos. —Bien, y no era como que el mayor pareciera interesado en darle confianza para que se abriera con él.

Se perdió un momento en la visión de las corrientes de agua rompiéndose con las rocas a su paso, era peor evadirle o limitarse a decirle que no le competía y que no tenía por qué meterse, no podía permitirse que le dijera algo a Taehyung. Pensar en el pelirrojo descubriéndolo todo... Demonios, no, él no podía enterarse.

—Ya sé que dije cosas muy feas. Había bebido, pero recuerdo mis palabras incluso más que la razón por la que terminé diciéndolas —comenzó, sintiendo los ojos del contrario clavados en su perfil, pero evadiéndolos a toda costa—. Mi amigo es... Él me conoce tal vez más de lo que me gustaría. Le grité todo eso porque me asustaba que me dijera cosas que no puedo negar, me asusta que me vea como si fuera transparente, porque se me dificulta demasiado aceptar cuando una situación no está saliendo como yo lo planeo. —Suspiró—. A veces yo... incluso me miento a mí mismo para convencerme de que todo está bien, de que puedo manejarlo, y lo peor de todo es... que me creo. Siempre me creo.

«—Prefieres aferrarte a lo contrario porque él está consiguiendo cambiar algo en ti y no puedes sobrellevarlo. ¿En qué te convertiste?». Parpadeó repetidas veces, no era cierto que lo que más recordaba eran sus palabras, no, recordaba más las de Wooyoung, se repetían como un bucle sin fin en su cabeza y eso le desesperaba.

—Hyung-nim, escuche, claro que pienso que Taehyung hyung es un tío jodidamente sexy, pero no estoy con él solo por eso. Bueno, no es como que nosotros estemos juntos, y quizá esa fue una de las razones por las que me acerqué en primer lugar, pero..., mientras más le conozco..., más me gustan de él otras cosas que nada tienen que ver con su cuerpo. E incluso si nosotros no terminamos siendo algo, en realidad no quisiera que él estuviera mal. Yo quisiera que él estuviera bien todo el tiempo. A mí nunca me dio alguna razón para desearle lo opuesto.

Jungkook se atrevió a mirarle para conocer su expresión, él no había relajado su semblante, solo le observaba con profundos ojos escrutadores. El menor tal vez se habría sentido intimidado, pero él no iba por ahí percibiéndose tan frágil como para eso ante cualquiera. Así que mantuvo el contacto visual, sin mostrarse inhibido.

—¿No me has mentido?

—No —respondió de inmediato, con una seguridad que le sorprendió a sí mismo, y agradeció a cual fuera el dios que existiera que él no parecía haber escuchado la mención de Yeri, o que no le hubiese dado importancia—. Tal vez me he... guardado ciertas cosas, pero no he mentido.

Y era cierto.

—Bien, sé que no eres ningún crío, Jungkook, y supongo que tienes la madurez como para no tomarte las cosas serias como un juego. Yo no volveré a intervenir, me preocupó lo que escuché, pero los dos sois adultos y espero que os comportéis como tal. Esto también he tenido que decírselo a él. —El azabache le miró con intriga, sintiendo que el motivo de esas últimas palabras ya no era aquella conversación con Wooyoung que había escuchado en la fiesta.

—¿A qué se refiere?

—Lo de... ¿No te lo ha contado? —Seokjin dio media vuelta para recostarse de espaldas en la barandilla, de modo que podía observar la fachada de la casa de Taehyung, y el menor no demoró en hacer lo mismo.

—¿Sobre su ex novia? —El mayor asintió, sintiendo ahora la mirada de su acompañante clavada en su perfil.

—No diré que no estaba en una situación complicada, pero callarse tantas cosas como él lo hizo me parece un sinsentido —expresó, los dedos de su mano derecha comenzaron a juguetear inquietos con el reloj de cuero en la muñeca opuesta—. No quiero opinar sin su consentimiento y eso, aunque a él ya se lo dije, pero no se justifica soportar y no querer, para ninguna de las dos partes. De verdad espero que no caigáis en lo mismo también, ya sé que no hay un mínimo punto de comparación, yo mismo he notado que lo de vosotros es intenso, así que, si hay algo..., habladlo, ¿sí? No os lo calléis, las cosas son mucho más fáciles si se hablan.

Jungkook se mordió el labio inferior, frustrado porque no comprendía nada y no podía preguntarle, pero aceptó su sermón, asumiendo que se lo tenía merecido, y estuvo pensando en ello por un buen rato, incluso cuando Seokjin ya se había ido. Intentó descifrar sus palabras con lo que sabía y lo que le había contado Yeri, pero nada encajaba, creía que nada tenía sentido y la incertidumbre estaba pesándole en demasía. ¿Por qué nadie mencionaba su infidelidad? ¿Por qué nadie decía «pobre chica» o «estúpido Kim»? ¿Y por qué cojones no se sentía con el valor de preguntárselo a él directamente? ¿Qué demonios era lo que le asustaba descubrir?

Taehyung no tardó mucho más en salir de la casa, cerrando la puerta a sus espaldas y sonriéndole en la distancia mientras se acercaba. Sus cabellos se conservaban un poco humedecidos y se había cambiado por un suéter de color Café Latte que llevaba por dentro del pantalón marrón, tan sencillo pero luciendo tan imposiblemente atractivo. En ese momento, luego de todos esos sentimientos encontrados durante aquella previa conversación, puede ser que Jungkook le haya mirado con ojos diferentes.

No pudo contener el impulso de tirar de su jersey cuando le tuvo enfrente, iniciando un camino que solo podía desembocar en el suave encuentro de sus labios. Bien, ¿eso había sido necesario? El mayor sonrió sobre su boca, apoyando ambas manos en la barandilla a cada costado del azabache mientras sus narices también se acariciaban.

Una extraña sensación se instaló en su abdomen a la vez que sus brazos cosquilleaban por el deseo de abrazarle y acercarle más, era una sensación incómoda y desconocida, pero Jungkook no era ningún idiota. Aunque, bueno, idiota o no, se prohibió que tan siquiera el pensamiento de las dichosas mariposas en el estómago se le cruzara por la cabeza.

Sus labios se separaron despacio, como si en realidad no quisieran soltarse, y sus ojos se encontraron en una mirada intensa, a una distancia en la que sus respiraciones todavía se mezclaban.

—Jungkook... —el pelirrojo pasó saliva, observándole como si deseara decir demasiado, pero como si no consiguiera reunir el valor para eso; y el menor lo sabía, porque él mismo se sentía así también—, tú... Umh, qué... ¿qué quieres hacer? —preguntó entonces, y el azabache tuvo la sensación de que eso no era lo que pensaba pronunciar en un principio. Sin embargo, lo dejó pasar, y se dieron espacio porque estaban en la calle y los dos bien sabían que la tensión sexual entre ambos aumentaba bastante rápido.

—Solo... ¿caminar? —propuso, pasándose una mano por el cabello, despejando su frente por un segundo antes de que los oscuros mechones volvieran a caer sobre ella. Taehyung sonrió como si ese le sonara a un plan divertidísimo y no demoró en encabezar la marcha que no tenía un rumbo específico.

Avanzaron a pasos tranquilos por la acera, el mayor con una postura despreocupada y el más joven jugueteando con sus propios dedos con nerviosismo, envidiando la actitud fresca que conservaba el contrario siendo que su corazón desbocado le atormentaba sin piedad, pero sin saber que el muchacho tenía las manos hechas puños en el interior de sus bolsillos, reprochándose en silencio su falta de autoconfianza y exceso de cobardía.

—¡Mira, mira! —saltó el menor, señalándole el pequeño puesto ambulante de bebidas que se encontraba varios metros por delante de ellos y que anunciaba vender la mejor leche de plátano jamás probada—. ¡Vamos ahí!

—Guay, yo invito —ofreció, animado, pero Jungkook borró la sonrisa de inmediato para mirarle con desaprobación.

—Muy bien, ¿sabes qué? Vamos a trabajar en ese tonto complejo que te cargas —le dijo, y tiró de su muñeca para conducirle al lugar—. Si sigues queriendo pagar todo siempre, lo único que conseguirás es que las personas quieran aprovecharse de ti.

—Pero, Jungkook, me gusta compartir el dinero que-

—Muy noble de tu parte o lo que sea, pero también debes dejar que los otros inviten de vez en cuando —interrumpió, de repente enfurruñado porque había recordado a Yeri por alguna razón. Bueno, ella le había dejado claro que Kim era así con todos, pero por lo menos marcaría la diferencia no permitiendo que lo fuera también con él. No quería que Taehyung le viera como a los demás.

Le pediría que le llevara a casa y con el dinero que tenía para el autobús perfectamente podía costear bebidas para los dos. Leche de plátano a cambio de un poco del combustible de su coche, eso en definitiva sonaba justo.

—Hyung, estás haciendo pucheros ahora —le dijo, notando que además le hacía ojitos, y revolvió sus cabellos bermejos mientras daba un sorbito al néctar de vida que estaba contenido en esa botellita transparente.

—Ah, mi billetera está muy molesta, casi siento que vibra de frustración en mi bolsillo. —El azabache rodó los ojos, pero su expresión sufrió un ligero cambio cuando llevó la mano hasta su pecho, con la intención de empujarle un poquito a modo de broma, y terminó por bajar hasta palpar su bolsillo delantero derecho.

—Ah, hyung, me parece que tu billetera sí que está vibrando. —El mayor no demoró en mirarle como si fuera la cosita más adorable del mundo.

—Es mi móvil —obvió. Jungkook ladeó la cabeza, mirándole de vuelta, pero como si fuera un acertijo demasiado difícil de descifrar.

—¿Entonces por qué no atiendes?

—Ah, me llaman de Seúl a cada rato, ya me comunicaré con ellos luego —respondió con simpleza, antes de dar un corto sorbo a su bebida.

—¿Del trabajo? ¿No deberías atender con mayor razón? Es un día de semana en jornada laboral, ¿y si te necesitan para una decisión importante o para lo que sea que hagáis los jefes?

—Si fuese para una decisión importante entonces no sería tan premeditada, los temas realmente serios se discuten en reuniones planeadas con la debida antelación. Sé que no lo crees, pero soy un hombre ocupado, ¿sabes? Ellos entienden que hay momentos en los que no estoy disponible. —El azabache levantó una ceja con incredulidad ante su sonrisita ladeada y tono despreocupado.

—Estás bebiendo leche de plátano conmigo en las afueras de tu casa, eso es un poco injusto para ellos, ¿no crees?

—Has dado en el clavo, pequeño, estoy contigo. No todo en la vida puede ser el trabajo todo el tiempo —dijo, la seguridad en sus expresiones titubeando por un momento, desvió la mirada y se aclaró la garganta antes de añadir—: He aprendido eso.

El menor relajó su semblante, suponiendo que lo decía por sus padres y valorando que le diera importancia a su compañía, no iba a negar que le hacía sentir especial.

—Pero no me molestaré si atiendes, yo fui el que se apareció en tu oficina de repente un día de trabajo, ¿recuerdas?

—Para mí todos los días son de trabajo, los fines de semana tengo un poco más de libertad, sí, pero en realidad nuestra empresa nunca para. —Dio un paso en su dirección, extendiendo la mano para acariciar su mejilla con delicadeza, Jungkook se esforzó por no cerrar los ojos para disfrutar más de aquel toque—. No te preocupes, de hecho me han llamado varias veces cuando he estado contigo, no pasa nada con que los contacte después, te lo aseguro.

—¿Por qué no lo mencionaste? —murmuró, acercando el rostro a su mano un poquito más de manera inconsciente, buscando profundizar la caricia.

—¿Me estás regañando y todavía lo preguntas? —dijo él, risueño, Jeon exhaló una sonrisa.

—Buen punto.

Se mordió el labio inferior cuando el pelirrojo le sonrió de vuelta antes de dejar de tocarle y le observó centrarse de nuevo en su bebida, dudando en si estaría bien preguntar o si sería muy entrometido de su parte. ¿Eso era irónico viniendo de alguien que ya hasta se había metido en sus pantalones?

—Vi varios dibujos en tu oficina hace un rato, espero que no te moleste, es que se habían caído por... ya sabes —añadió, evitando el contacto visual al sentir calientes las mejillas.

—¿Por qué me molestaría? —Taehyung ladeó la cabeza, sonriendo al notar su sutil sonrojo—. Tengo varios de esos, los atesoro mucho —dijo, avanzando hasta la barandilla para apoyarse en ella de espaldas, su acompañante le siguió de cerca—. Los niños que me los regalan son de una fundación, esa es... la única manera que tienen de demostrar su cariño y agradecimiento. La manera más linda y sincera, de hecho.

El menor sonrió aunque él no le miraba, notando por sus expresiones que estaba ensimismado en recuerdos muy bonitos, y se tomó el tiempo de contemplarle en ese estado, luciendo tan tranquilo y feliz.

—No sabía que hacías donaciones —comentó, atrayendo su atención de nuevo.

—Umh, no es algo que considere necesario mencionar en una conversación. —Terminó lo que le quedaba de leche de plátano y, al volver la mirada al más joven, se percató de que había bajado la cabeza y solo observaba sus zapatos en silencio—. ¿Jungkook?

—Yo... Eres una buena persona, Taehyung —aseguró, conectando sus ojos con una intensidad que al pelirrojo se le antojó indescifrable, como si hubiese demasiado detrás de esas palabras, como si no fueran tan simples como se escuchaban—. Sabes, hay... algo que no le he contado a nadie —musitó, sin poder contenerse, deseaba liberarse aunque fuera un poco. Luego de lo mucho que el mayor se había abierto con él, sentía que debía darle algo de sí mismo a cambio—. Porque es... algo por lo que me avergüenzo de mí.

El mayor le esperó en silencio, con una mirada amable con la que prometía no juzgarle, y el azabache sonrió poquito, disfrutando de la sensación de tener a alguien que le escuche. Llenó sus pulmones de aire de manera casi imperceptible, observando su bebida para terminarla de un último trago, complacido con el sabor dulce llevándose lo amargo de la anticipación.

—En la academia solemos preparar coreografías durante semanas —contó—, de vez en cuando... envían personas —se humedeció los labios, mirando cualquier lugar que no fuera su acompañante—, las envían de agencias, compañías de entretenimiento, esas cosas.

—Cazatalentos... —Le escuchó murmurar y asintió, sin pasar desapercibido su tono repentinamente decaído.

—Hace algunos meses, uno de ellos... me escogió a mí. —Levantó la mirada hasta encontrarse con sus ojos y, opuesto a lo que esperaba, no pudo volver a apartarlos, eran cálidos, hacían que se sintiera sereno—. Yo... rechacé la propuesta de que una agencia me patrocinara —confesó, por primera vez pronunciado una de las frases que tanto le hacían odiarse—. Le dije que no podía hacerlo, le dije que no era capaz, que no tenía talento, le dije que lo echaría a perder todo, que se arrepentiría de escogerme, que se daría cuenta de que no lo valgo. Le dije.... Le dije todo lo que ellos me dijeron a mí por años.

Taehyung siseó, acercándose de inmediato para sostener sus mejillas y que no siguiera hablando, la respiración del menor se había acelerado y su pecho subía y bajaba con brusquedad, como si estuviera a punto de sufrir un ataque de pánico. El azabache apretó los párpados con fuerza cuando el muchacho juntó sus frentes, concentrándose en respirar como es debido y dejar de sentirse como un imbécil por no poder controlar sus emociones.

—Jungkook, mírame. —El aludido obedeció de inmediato, abriendo los ojos para observar los suyos desde muy cerca, permitiéndose perderse en su mirada afectuosa y acogedora—. Está bien ir despacio, está bien querer más tiempo para prepararse, no significa que no volverás a recibir cientos de propuestas, no significa que todo ha acabado.

—Pero tú lo dijiste, ¿por qué perder tiempo si se supone que sé lo que quiero? —expresó, llevando las manos hechas puños a las caderas del mayor, tomándole por sorpresa y haciendo que se preguntara si acaso había una segunda razón para ese comentario.

—No quise decir que la vida sea una carrera, Jungkook, no está mal avanzar a nuestro ritmo. ¿Sabes qué es lo que sí está mal? —dijo en cambio, apartándose un poco para mirarle de frente, sin soltar su rostro—. Que te apropies tanto de los comentarios dañinos y malintencionados. Si yo te digo ahora que eres el mejor bailarín que conozco, y, créeme, conozco a mucha gente, ¿me creerías? —El menor le observó en silencio por unos segundos, tal vez sin entender del todo a lo que quería llegar.

—No.

—¿Por qué? —Jeon liberó una sonrisa amarga, desviando apenas la mirada ya que las manos en sus mejillas no le permitían refugiarse lejos de su escudriño.

—Ni siquiera me has visto bailar. —Taehyung asintió, pensando y uniendo muy bien cada hilo, sabiendo que tenía que escoger sus palabras con cuidado.

—¿Y ellos lo hicieron? —Las manos del azabache soltaron su cuerpo, cayendo como sin vida a sus costados, se humedeció los labios y tomó aire para responder.

—No.

El pelirrojo sonrió, notando que lo que se leía en su mirada estaba cambiando. Los labios del más joven se curvaron y ese aire sutil de arrogancia y despreocupación que le caracterizaba le envolvió de nuevo, trayéndole de regreso al Jungkook que conoció en aquel supermercado.

—Tienes razón, que hijos de puta —dijo, sonriendo porque no quería que el mayor se preocupara, prefería que pensara que estaba bien. No iba a desvalorizar sus consejos, pero no podía creer del todo sus palabras, no siendo que estaba seguro de que Kim dejaría de pensar así de él si llegaba a enterarse de su plan con Yeri... o si lo ejecutaba.

—¿Quieres un abrazo? Te sentirás mejor, lo prometo —ofreció, abriendo los brazos, dedicándole una de sus enormes y hermosas sonrisas. El contrario no pudo resistirse, se acercó y dejó que le estrechara con fuerza, pero su sonrisa se desvaneció en cuanto apoyó el mentón en su hombro y sus cejas se fruncieron en una mueca de desdicha.

Rodeando su cuello y percibiendo el adictivo aroma que desprendía su cabello, sintió ese abrazo como el más real que alguna vez llegó a recibir y se le antojó doloroso, haciendo que se preguntara si el verdadero cariño se sentía así, tan contradictorio, porque era bueno pero a la vez cruel.

Se aferró a su cuerpo y a su calidez, misma que estaba incinerando su interior, le complementaba y le desgarraba, le reparaba solo para luego hacerle pedazos de nuevo. Comenzaba a comprender por qué tan pocas personas le amaban y por qué él no podía amar con frecuencia, el amor dañaba, hería, era una maldita tortura, una condena. Quemaba como el fuego, pero quería arder porque a pesar de todo se sentía correcto.

Notando lo fuerte que había terminado abrazándole, comenzó a aflojar el agarre, como si tuviera que prepararse mentalmente para separarse. Sentir que el móvil de Taehyung volvía a vibrar en su bolsillo fue lo que le ayudó a terminar de tomar distancia.

—Quiero que atiendas —le dijo—. Estaré aquí, no iré a ninguna parte.

—De acuerdo, de acuerdo —accedió, finalmente haciéndose con el dispositivo y alejándose un par de pasos para aceptar la llamada. Jungkook se dedicó a recoger los envases vacíos de leche de plátano que vaya a saber en qué momento ambos habían soltado, tirándolos después en el contenedor de basura que estaba dispuesto a un lado de la acera.

Solo en ese momento deparó en el afiche pegado al poste de luz que tenían a algunos metros y se acercó porque no tenía nada más que hacer, quedándose de piedra al ver la fotografía antes de siquiera dignarse a leer el texto que la acompañaba.

Su rostro estaba un poco difuminado por el bonito efecto con el que fue editado, manteniendo evidente el característico tono acanelado de su piel junto a sus hoyuelos y sus cabellos del color del caramelo decorando su frente con naturalidad y elegancia. Las palabras Rap Monster se fundían en su ropa con una tipografía estilizada. Era su hyung, Namjoon estaba ahí, brillando como sabía que se lo merecía, triunfando como él no había podido hacerlo.

Anunciaba su presencia en un evento privado para socios de esa reconocida agencia V music & entertainment la semana próxima. Recordó que el mayor se lo había mencionado aquella vez que se encontraron, significaba que seguía en la ciudad, que todavía tendría oportunidad de verle si no fuera tan cobarde.

No supo cuánto tiempo se quedó pasmado así, pero sintió a Taehyung acercarse y detenerse detrás suyo, observando el afiche también. Por un momento ninguno dijo nada, pero Jungkook estaba demasiado ensimismado como para cuestionarse qué estaría pensando su acompañante.

—¿Lo has escuchado?

—¿Qué? —musitó, regresando de donde sea que sus cavilaciones le hubiesen llevado.

—Me preguntaba si has escuchado de él.

—¿De Namjoon? —preguntó sin mirarle, haciendo el esfuerzo de concentrarse en la conversación.

—Ah, lo conoces.

—Desde hace mucho, es... Umh, no sé —dudó—. Alguien del pasado, supongo. —El pelirrojo hizo un sonidito con el que le hizo saber que comprendía y miró hacia otro lado, jugueteando ansiosamente con el móvil en sus manos. El menor no lo notó.

—¿Un ex novio?

—No —respondió con un hilo de voz, sacudiendo la cabeza en negación—, no es ese tipo de pasado.

—Escucha, he estado esperando para decirte esto porque quería que fuera un hecho primero —comenzó, y el azabache se volvió para mirarle, percibiéndose alucinado ante su imagen, como si no llevara viéndole desde hace tantos días, como si no pudiera acostumbrarse a tenerle con él.

—¿Qué cosa?

—Ni siquiera sé por dónde comenzar —dijo, exhalando una sonrisa nerviosa, lo que solo despertó más la curiosidad en el contrario—. Nunca llegué a contarte en qué trabajo, bueno pues es una empresa de entretenimiento. Como ya sabes, mis padres la fundaron en Japón, al principio solo manejaba solistas de allá, eso hasta que creció lo suficiente como para extenderla a Corea.

El mayor le indicó con la cabeza hacia la barandilla, por lo que Jungkook le siguió hasta ahí y volvieron a apoyarse en ella mientras observaban el río, o más bien Taehyung lo hacía, porque el menor estaba muy ocupado perdiéndose en su belleza a la vez que le escuchaba.

—Acá tuvo incluso más éxito, comenzaron a involucrarse más artistas, también raperos, compositores y grupos musicales —explicó—. Kim Namjoon debutó ahí.

—No me jodas, ¿eres el jefe de V music? —saltó, haciéndole reír con ganas.

—No soy el jefe.

—Deja de ser tan modesto que sí lo eres —Taehyung negó con la cabeza, sonriendo con gracia—. Tus padres la sustentan o lo que sea, pero tú la gestionas ¿o no?

—Me resulta curioso que lo que más te llame la atención de esto es que la agencia esté bajo mi gestión, como tú dices. —El menor se encogió de hombros.

—La música de los artistas que manejáis me ha salvado de la depresión durante veintiún años, estoy flipando, te besaría los putos pies ahora —dramatizó, el muchacho volvió a reír y el azabache le observó con una media sonrisa.

—Bueno, si vas a besarme preferiría que no sean los pies —sugirió, Jungkook se mordisqueó el labio inferior, sintiéndose nervioso de repente y sin justificación lógica después de todo por lo que ellos ya habían pasado—. En fin, lo que realmente me interesa decirte no es eso. —El de oscuros cabellos asintió para darle a entender que le escuchaba, instándole a continuar—. A la empresa le hacía falta dar un paso grande, es ahí donde entra ese proyecto que te mencioné, en el que llevo trabajando desde hace un tiempo. Desde que te conocí, para ser más específico. Bueno, no exactamente desde que te conocí, más bien desde que comenzamos a saber más del otro.

—Hyung —llamó, notando que parecía perder el hilo de lo que decía y que además desviaba la mirada, Kim volvió a sus ojos y se humedeció los labios antes de seguir hablando.

—Necesitaba que se incluyeran a los bailarines porque quierotenerteenlaagencia.

—¿Qué? —inquirió, estupefacto, le había entendido a la perfección y aquella frase tan acelerada enloqueció el ritmo con el que acostumbraba a latir su corazón. Taehyung alcanzó sus manos y las sostuvo mientras le miraba fijamente, casi pareciendo desesperado.

—Aprovecharemos este evento de posibles futuros inversionistas para dar a conocer la noticia a los socios, pero ya es definitiva. Hoy la concreté con mis padres en la reunión que tuvimos. Solo tienes que ir a las audiciones y hacer eso que tanto te gusta y para lo que eres tan bueno. Te prometo que ni siquiera me pasaré por ahí si así lo deseas, verás que estarás dentro por tu talento y nada más que eso.

—Pero... —murmuró, sin ser capaz de continuar, su instinto le decía que refutara, pero sus verdaderos deseos estaban bastante lejos de eso.

—Sé que quieres hacerlo, sé que quieres confiar en ti. Tienes una oportunidad otra vez —le dijo—. No pienses que lo hice por ti, no me mires como tu hyung ahora. Mírame solo como Kim Taehyung, el representante de V music and entertainment en Busan, sé que estás becado en la mejor academia de baile de la ciudad y te estoy ofreciendo asistir a una audición. Ahora dime, Jeon Jungkook, ¿qué es lo que harás?

El menor liberó sus pulmones con un suspiro, considerando todas sus posibilidades. Ya que mantenía tan fresca su conversación con Seokjin, se le dificultaba no pensar en todo lo que podría pasar en el futuro, cuestionándose qué sería de ellos dos cuando Taehyung descubriera todas sus mentiras, porque lo haría, estaba sentenciado y lo tenía claro. Sin embargo, en ese momento lo único que le interesaba era ver sonreír al hombre que tenía en frente.

—Sería demasiado idiota si me negara a algo así, ¿verdad? —dijo entonces, asegurándose de que la pesadumbre no se le desbordara por los ojos.

—Lo sería —afirmó él, y su preciosa sonrisa cuadrada hizo que se sintiera un poquito menos mal.

—Entonces hay que hacerlo, ninguna audición mató alguna vez a alguien. —El pelirrojo asintió efusivamente y Jungkook bajó la mirada al punto de contacto que mantenían, con una sonrisa apagada decorando sus labios—. Señor Kim Taehyung, ¿toma así de las manos a todos a quienes le ofrece audiciones?

—Solo si se llaman Jeon Jungkook —respondió, sonriendo como si se tratara de un niño pequeño, y le atrajo hasta envolverle en un nuevo abrazo, dejando un beso en sus cabellos como haría todo padre orgulloso—. Me alegra mucho que des este paso, de verdad.

—A mí también... —musitó con voz queda, aferrándose a su ropa, agradeciendo que no le viera en ese instante.

—Tengamos una cita mañana —dijo de repente, apartándole para mirarle con renovada emoción.

—Creí que estábamos en una justo ahora, de hecho.

—Claro que lo estamos, pero quiero que tengamos otra cita, esta vez menos improvisada y donde no tenga que estar con la mitad de la cabeza en el trabajo —expresó, sacándole una risita.

—Está bien, tengamos nuestra cita —aceptó—. ¿Cuando salga de la academia? —El mayor asintió sonriente.

—Podemos terminar de cuadrar los detalles por mensajes.

—¿Por qué me suena a...?

—¿Una excusa para llamarte esta noche? —se adelantó—. Porque lo es —dijo, con un guiño que le hizo sentir las mejillas calientes.

—Eres un tonto —le molestó, dándole un golpecito en el pecho.

—Por cierto, el evento es privado, pero puedo darte una invitación para que asistas si quieres ver la presentación de Namjoon. —La sonrisa de su acompañante se desvaneció de a poco, Taehyung recién consideró que Jungkook se hubiese referido al rapero como alguien del pasado por una razón.

—No, hyung, está bien, no quiero —contestó, y estaba por añadir algo, sintiendo que debería darle una explicación, pero la sonrisa del pelirrojo se le anticipó.

—No te preocupes, lo entiendo —aseguró, extendiendo la mano para acariciar su cabello, sin el mínimo deseo de presionarle en nada. El azabache le agradeció en silencio, mirándole como si se tratara de un sueño.

Ah, si lo era en definitiva no quería despertar o hacer un mínimo movimiento en falso, porque tenía en la mano derecha el destructivo poder de volverlo una pesadilla. Y para su desgracia, la mano izquierda estaba vacía.

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