ღ Capítulo 13 ღ
¿Qué soy ahora? ¿Qué pasa si soy alguien que no quiero cerca? ¿Qué pasa si estoy deprimido? ¿Qué pasa si ya me rendí? Estoy cayendo de nuevo.
—Falling; Harry Styles
Como ya era religión en cada uno de sus fines de semana, la música bailable y estrepitosa se sentía palpitante en cada poro de su piel; aunque, a decir verdad, nada le erizaba tanto como la mirada castaña del joven pelirrojo que todavía era prisionero de las manos blanquecinas y de dedos finos de su compañero de trabajo.
—Así que... ¿estuvisteis saliendo? —inquirió, con los ojos altaneros de Seokjin clavados en su rostro.
—¿Cómo sabes eso? —preguntó Taehyung, mirándole con curiosidad, a lo que respondió con un encogimiento de hombros para parecer desinteresado.
—Yoongi lo mencionó.
—Pues sí, estuvimos juntos por tres años —dijo el mayor de los tres, con una sonrisa ladeada que Jungkook recibió como un desafío directo.
—Fueron dos años y medio, hyung —señaló el pelirrojo, con inocente diversión por la situación, sin enterarse de la silenciosa guerra a la que tenía sometidos a ambos hombres solo por existir y haber nacido tan perfecto.
—Oh, eso es bastante... —musitó el azabache. Una relación considerablemente duradera tratándose de alguien que supuestamente se besaba con su mejor amigo en ausencia de su pareja—. Supongo que todavía no le has superado —comentó, volviendo a alzar la voz y mirando socarrón al tipo que acababa de conocer—. Deberías, pero no te culpo, es Taehyung de quien estamos hablando. —El mencionado ladeó la cabeza, intrigado por sus palabras. No comprendía las miraditas que intercambiaban sus acompañantes, pero casi sentía que incluso habían olvidado su presencia ahí.
Jungkook dio entonces unos pasos hacia el de preciosa piel canela, Kim estaba vistiendo unos pantalones ajustados negros, que resaltaban su absoluta majestuosidad, y una camisa manga larga de satén blanca junto a un bonito pendiente en su oreja derecha. Rodeó con su brazo la cintura del mayor, atrayéndolo a su cuerpo y arrancándolo de las garras de Seokjin, quien tensó la mandíbula cuando el brazo de su jefe se escurrió de entre los suyos.
El de rojizos cabellos observó al menor, con sus brillantes orbes marrones escudriñando las expresiones de su rostro. Jeon no le miró de vuelta, él mismo ya estaba bastante sorprendido de su propio comportamiento.
—¿Y por qué cortasteis? —curioseó, tomando con la mano libre el vaso de cartón que sostenía el muchacho a su lado y bebiendo de él sin su autorización, de repente tenía la boca seca. El contenido era una mezcla de ron y Coca-Cola con muy poco de lo último, su ceño se frunció y su nariz se arrugó ante lo fuerte del líquido del que había bebido como si se tratara de agua. Taehyung no le quitó la mirada de encima ni un segundo, observando de cerca su perfil.
—No era que no funcionáramos si es que es eso lo que piensas —respondió el pelinegro, cruzándose de brazos y recostándose de lado en la pared—, terminamos la preparatoria y cada uno iba a asistir a una universidad diferente, era lo mejor.
Jungkook hizo un sonidito de afirmación, dando otro sorbo a la bebida antes de regresársela al pelirrojo y, sin querer queriendo, sus ojos se desviaron a los labios rosados y sensuales de él, que tanto había probado ya y de los que no se cansaba. El contrario lo notó, recibió su vaso de regreso y sus comisuras se curvaron en una sonrisa ladeada, se lo llevó a la boca sin romper el contacto visual, con una mirada oscura que erizó la piel del azabache, y el menor se perdió por un momento en el movimiento de la parte frontal de su cuello al tragar.
—Umh —musitó—, entiendo. —La música cambió entonces a una tonada popular y pegadiza que ocasionó que varios grititos animados se escucharan en la sala.
—Jo, amo esta canción —dijo Seokjin, incorporándose—. ¿Bailamos, Tae?
—¿Umh? Huh... está bien. —El mayor alcanzó la mano libre del pelirrojo y los ojos de Jungkook se oscurecieron cuando el tirón de aquel sujeto le hizo soltar a Taehyung, observándoles mientras se alejaban a la improvisada pista de baile. Su lengua empujó el interior de su mejilla una vez más, como un tic involuntario que llevaba mucho tiempo sin sufrir, pero del que de repente no podía deshacerse.
Se dirigió de regreso a la mesa de bebidas, caminando con la cabeza en alto a pesar de que la dignidad se le estaba resbalando por los hombros. Siempre tenía a quien quería, ¿por qué ese crío mimado le había quitado a Kim? La mirada burlona de Wooyoung le recibió, quien no parecía haberse movido de ahí, seguramente muy entretenido con lo que había estado viendo. Se detuvo de lado junto a él, cruzando los brazos y dándole una buena imagen de su tenso perfil.
—¿Estás bien, Kook? —se burló.
—De maravilla —masculló—. ¿Por qué no te vas con tu novio y dejas de tocarme las pelotas?
—Uy, a alguien le hace falta un buen polvo... Ah, no, espera, ¿cómo podrías? Si el tío que te gusta se ha ido a bailar con otro. —Jungkook le fulminó con la mirada y su rubio amigo soltó una estrepitosa carcajada para salir corriendo lejos de ahí, antes de que a su mayor se le ocurriera lanzársele al cuello para ahorcarle.
La casa que compartían Park Jimin y Jung Wooyoung llegó a un punto en el que había que gritar para ser escuchado a más de un metro de distancia. Las bebidas alcohólicas comenzaron a escasear, de modo que todos los presentes aportaron para comprar más, reuniendo lo suficiente para cantidades excesivas que durarían hasta el amanecer, así como para armar algunos porros que repartieron por aquí y por allá.
Yoongi ya tenía dificultades para mantener el equilibrio cuando sugirió que jugaran a algo en una esquina un tanto alejada de los demás. Al principio, solo se sentaron en círculo a charlar porque algunos todavía no se conocían; para sorpresa de Jungkook, Seokjin terminó siendo un tipo simpático que agradó a todos, uh, pero a él seguía sin gustarle de a mucho, más aún porque se había sentado junto a Taehyung y la mano que mantenía apoyada en el muslo del chico le tenía un tic nervioso en el ojo derecho.
Kim también había seguido bebiendo, por lo que a veces se distraía demasiado con las luces de colores girando en el suelo como para darse cuenta de lo que pasaba a su alrededor y Jungkook atribuía su propio actual estado irascible al alcohol que igualmente había consumido, aunque Wooyoung no había tenido reparo en decirle algunas veces más que se debía a que estaba malditamente celoso.
Terminaron con una botella de soju girando en medio de todos y las cosas, puede ser, comenzaron a salirse de control. Wooyoung se besó con Yoongi y en el turno de Jimin le retaron a desquitarse haciendo lo mismo con San; este último tuvo que quitarse la camisa, Seokjin tuvo que lamer la suela del zapato de Jungkook, para satisfacción del mismo, y luego él fue obligado a toquetearle el trasero a su rubio amigo, aunque no había perdido oportunidad para patearle después; Taehyung todavía estaba exento de todo, siendo que la botella aún no le había apuntado ni una sola vez.
La boca del cristal se detuvo frente a Yoongi, a quien le hicieron algarabía mientras Wooyoung empujaba su hombro de manera juguetona.
—Venga, ¿verdad o reto?
—Verdad —respondió, muy seguro de sí mismo, y Jungkook se adelantó en preguntar, queriendo aprovechar el hecho de que el chico cambiaba por completo cuando estaba así de ebrio.
—Taehyung —le dijo—. ¿Alguna vez te has morreado a Taehyung? —El pelirrojo miró a su mejor amigo mientras reía un poco con los demás, el castaño no titubeó a la hora de contestar.
—Sí, claro.
El azabache entornó los ojos ante su exclamación, con una extraña sensación en la boca del estómago, mientras el contrario solo seguía riendo.
—En Daegu, había una tía que no le dejaba en paz, así que he tenido que entrar a la acción. Le comí la boca frente a ella —añadió, con un semblante orgulloso.
—Ugh, lo recuerdo bien, me metiste la lengua hasta la garganta, imbécil. —San estalló en una carcajada que le hacía ver como un retrasado y Jeon sintió que su cabeza comenzaba a dar vueltas con sus risas de fondo, sin saber qué creer.
—Eh, que te la quité de encima, mocoso, no seas desagradecido. —Wooyoung le lanzó una miradita significativa desde donde estaba, en medio de San y Yoongi, pero Jungkook no pudo mantenerle el contacto visual por mucho tiempo ante lo perdido que se sentía. Jimin volvió a girar la botella y todos, a excepción del atontado azabache, rieron y aplaudieron cuando Taehyung fue señalado por fin.
—¿Verdad o reto? —le preguntó Park, sonriente.
—Diré... verdad.
—Olvídalo —interfirió Seokjin—. Es la primera vez que te cae, que sea reto. —Los demás vitorearon en aprobación, por lo que el pelirrojo no tuvo más opción que aceptar.
—¡Te reto a besar a Jungkook! —saltó Wooyoung, queriendo hacerle el favorcito, y el mencionado volvió a la realidad con esas palabras, oh... Anotación mental: amar a Jung Wooyoung por toda la vida.
—¿Qué? No, no —intervino Yoongi de inmediato, con una sonrisa maldadosa—. ¿Dónde está la diversión ahí? —Entonces sus ojos se clavaron maliciosos en los oscuros del azabache, ugh... Anotación mental: detestar a Min Yoongi por el resto de su existencia—. Tengo uno mejor —dijo, mirando ahora a su mejor amigo—. Te reto a besar a Seokjin.
Lo que pasó en ese momento fue tan interesante como, tal vez, divertido. El propietario de ese nombre rodeó con la mano la muñeca de Taehyung, con la intención de girarle en su dirección, y los dedos de Jungkook apretaron la muñeca de Seokjin, quien estaba a su lado derecho, como respuesta involuntaria de parte de su cuerpo porque no quería que le tocara, con la palabra «suéltale» deseando con ímpetu ser pronunciada.
Jodida mierda, ¿qué demonios estaba pasándole?
—Ah, venga ya, solo es un juego, no seáis infantiles —les dijo Yoongi, quien después de todo había tenido que besarse con otro tío, que además tenía a su novio al lado, en la cara del chico que le interesaba.
—Tiene razón —concedió Seokjin, mirando al azabache, quien todavía no le soltaba, con ojos chispeantes y burlescos—. Solo es un juego, Jungkook. —El menor le correspondió el desafiante contacto visual por unos segundos, apretando con fuerza los dientes, y terminó por liberar su brazo, volviendo a acomodarse y evitando mirar a Kim para no conocer su expresión.
Se debía al alcohol, todo era culpa del puto alcohol.
De soslayo, apreció el momento en el que las manos del pelinegro tomaron las mejillas de Taehyung, atrayéndole hasta su boca, y giró la cabeza para mirar bien la escenita que estaban dando. Veía de frente al de rojizos cabellos, quien se mantuvo quieto, pero desde su posición no alcanzaba a ver si el moreno estaba moviendo los labios porque él le daba la espalda.
Estaba ebrio, a eso se debía la sensación extraña.
Kim abrió los ojos entonces y Jungkook pasó saliva cuando se toparon directamente con los suyos, indescifrables. Fueron tal vez los dos pares de segundos más largos de su miserable vida. Seokjin se separó y el azabache apartó la mirada de inmediato, tomando el vaso olvidado que tenía a un lado y bebiendo lo poco de tequila que quedaba.
Los demás seguían igual de emocionados y listos para seguir jugando porque, después de todo, solo había sido un reto más cumplido. Por suerte, una buena canción comenzó en ese momento y Jimin se levantó animado, arrastrando a Yoongi para que fueran a bailar, por lo que Jeon aprovechó para huir de ahí, dirigiéndose directamente a la mesa de bebidas para servirse algo fuerte.
Uno, dos, tres shots de tequila, el líquido bajando por su garganta como si quemara, arrasando con toda la tensión. Wooyoung llegó a su lado y se sirvió algo de vodka y jugo de naranja con toda la calma del mundo, mirándole de reojo.
—¿Quieres hablar?
—No.
—Ya, ¿te afectó verlo, no? No te ahogues, Kook, sabes que puedes soltarlo conmigo.
—¿Por qué estás tan interesado en mi puta relación con Kim? —explotó, girándose para observarle de frente, irascible—. ¿Qué cojones quieres que te diga? Le estoy haciendo un asqueroso favor a Yeri y esa es la única maldita razón por la que me mantengo cerca de Taehyung, así que ya deja de hacerte películas en la cabeza. Esto no es uno de esos estúpidos dramas que tanto te gusta ver. —El rubio no interfirió y dejó que le gritara, porque eso era lo que quería de todos modos, que su amigo se desahogara y se quitara de encima tanto peso—. No me gusta nadie, no me gusta él, ¡no de esa manera! Es guapo y es sexy, ¡y eso es la única mierda que me importa de él! —recalcó, dándole al menor la sensación de que se lo estaba diciendo a sí mismo y recordando algunas de las palabras que Yeri le había dicho, estaba ahí para romper su corazón, no para jugar a conocer todo de él.
—Ya sé qué es lo que pasa —le dijo Wooyoung, cuando supo que había terminado y que intentaba controlar su alterada respiración—. Crees que lo que sientes por Taehyung es solo deseo porque nunca has experimentado algo más y no sabes lo que es —sentenció, mirándole fijamente con seriedad—. Te abriré los ojos, Jungkook. Le quieres, le jodidamente quieres como no puedes soportarlo. —El azabache desvió la mirada, y parecía listo para buscar una excusa y largarse de ahí, pero su acompañante le sostuvo por los hombros para recuperar toda su atención—. Quieres tenerle cerca todo el tiempo y crees que es solo porque deseas meterte en sus pantalones. Quieres besarle y crees que se debe a un simple impulso sexual. Quieres que te toque únicamente a ti y te convences de que solo es por probar que le tienes a tus pies. Sé que no lo entiendes y por eso te lo diré, lo que estás sintiendo ahora yo lo sentí por San hace cuatro años, antes de terminar amándole.
El mayor se soltó de su agarre con brusquedad, mirándole con recelo porque estaba sintiéndose confrontado y atacado. Wooyoung no relajó su semblante, ni siquiera cuando el azabache exhaló una risita sin gracia.
—Vete a echar un polvo, anda —le dijo, volviéndose para alcanzar su vaso y servirse más tequila.
—Y tú vete a freír espárragos, tío —escupió el menor, comenzando a perder la cabeza—. Esa actitud defensiva no va a mantenerte exento por siempre, abre de una vez los putos ojos que no todo se trata solamente de ti. —Su expresión cambió en ese instante, pasando a observar a su mayor con aparente decepción—. Te has empeñado en hacerle daño a alguien y lo peor es que tú mismo has comprobado que es una buena persona, pero prefieres aferrarte a lo contrario porque él está consiguiendo cambiar algo en ti y no puedes sobrellevarlo. ¿En qué te convertiste?
Jungkook observó a su amigo darle la espalda y marcharse nada más terminar de decir eso, dejándole solo como se supone que estaba acostumbrado, pero sintiéndose lamentable como no se suponía que sucediera.
—No tienes ni puñetera idea —murmuró. Claro que sabía que Wooyoung tenía razón, por lo menos en la parte de que su comportamiento no era correcto, pero, en ese momento, bebiéndose de un tirón el tequila con el que había llenado su vaso hasta casi desbordarse, decidió que no le importaba. No le importaba nada, al menos no esa noche. Estaba dispuesto a perder la puta consciencia para no tener que pensar al menos por una mísera vez.
Dio media vuelta y paseó la mirada por todo el primer piso de la casa, procurando dar con algún tipo medianamente bueno con el que demostrarse a sí mismo que Kim no le afectaba en lo más mínimo ni estaba cambiando nada en él como acababa de asegurarle el menor.
Cuando deparó en un joven pelirrojo de estatura considerable, no demoró en acercarse a él.
—Oye, tú —llamó. El chico, quien se fumaba un porro junto a la puerta abierta de entrada, se giró para mirarle y sus ojos barrieron por completo el majestuoso cuerpo del azabache—. Dejaré que me la comas solo si prometes que harás que olvide a Taehyung —soltó, sin ponerse a pensar demasiado en lo que estaba diciendo, el muchacho sonrió ladino.
—No sé quién es el Taehyung ese, pero tú tampoco lo sabrás luego de esto —aseguró, lanzó su dosis de marihuana a la calle y tiró de su muñeca para guiarle a través de la sala hasta las escaleras. Jungkook se dejó hacer, caminando detrás de él y permitiendo que le arrastrara hasta la primera habitación del pasillo, que bien sabía pertenecía a Park Jimin. Ugh, el primo de su amigo no aprobaría eso.
El pelirrojo entró primero, por lo que el menor se encargó de impulsar la puerta con el pie para que se cerrara, siendo empujado contra la pared del costado izquierdo inmediatamente después de eso. La respiración del desconocido ya era pesada mientras se precipitaba a abrir el botón de su pantalón, Jungkook se limitó a observar los movimientos desesperados de sus dedos, que hacían que se le dificultara un poco la tarea. El chico levantó la cabeza para mirarle.
—Me llamo Kai.
—¿Por qué me lo dices? —inquirió, esperando que entendiera que le importaba una mierda cómo se llamara.
—Porque te haré gemir mi nombre hasta que te quedes sin voz. —Jeon se rio sin gracia en su cara, con una mirada amarga.
—Sácate esa idea de la cabeza, nunca nadie me ha hecho gemir su nombre.
—Umh, seré el primero entonces. —El azabache rodó los ojos, absteniéndose de decirle que era un iluso y que su nombre ni siquiera era lo suficiente bonito como para que por lo menos le interesara pronunciarlo.
Kai se arrodilló enfrente suyo y Jungkook apoyó la cabeza en la pared, no sentía el arrebato de dopamina que era normal en esos casos, pero era soportable porque de soslayo veía el color de sus cabellos, aunque era más opaco y el contacto se sentía insatisfactoriamente diferente. «Deja de pensar en él, imbécil».
Sintió los dedos del sujeto alcanzando el deslizador para bajar la cremallera, pero la puerta se abrió tras recibir un fuerte empujón del otro lado, haciendo que rebotara contra la pared y que la tenue luz del exterior iluminara de manera sutil la oscuridad casi absoluta que había ahí dentro.
«Mierda»
Taehyung observó al, en su opinión, lamentable intento de pelirrojo desde arriba, lanzándole una mirada peligrosa con la mandíbula tensa. Kai apoyó las manos en el suelo porque de repente pensó que perdería el equilibrio y pasó saliva ante la evidente advertencia que se leía en los ojos del que había interrumpido su gran momento.
—Fuera —masculló Kim.
Al más alto, quien seguía de rodillas, le hubiese gustado darse de machote en ese momento, pero no tenía intenciones de meterse en ningún tipo de embrollo que para nada le concernía. Él solo quería tener su instante pasional con aquel caliente muchacho de blanquecina piel, no terminar en medio de ese tipo de confusiones. Así que, sin ningún tipo de titubeo, se incorporó y salió casi corriendo de ahí.
Los ojos marrones del mayor se clavaron entonces en los oscuros de Jungkook, volviendo a cerrar la puerta con una inquietante parsimonia. El pecho del azabache ahora sí que subía y bajaba con pesadez, el aire escapándose de sus labios entreabiertos mientras le observaba poner el seguro a través de las sombras que volvieron a consumir el lugar.
—Tae... —musitó, mirándole como si le pidiera perdón o como si le suplicara por algo. Su acompañante siseó, demandando silencio. Y, oh, estaba molesto, muy molesto.
Caminó en su dirección, con pasos tan lentos que se sentían como una tortura, deteniéndose justo en frente, a pocos centímetros de su rostro. El cuerpo del menor reaccionó de inmediato ante su calor corporal, frustrándole todavía más. Taehyung levantó el brazo izquierdo, apoyándolo por encima de su cabeza en la pared, de donde no se había movido en ningún momento, y se acercó hasta que sus labios se rozaban al hablar.
—¿Él te pone tanto como yo, ah? —Jungkook cerró los ojos con fuerza, sintiéndose jodidamente caliente ante su voz baja, grave y profunda, todo su ser estaba anhelando los toques del chico que tenía enfrente, su cercanía y sus palabras le tenían al extremo.
No, era el alcohol. Todas esas sensaciones las percibía al triple, pero era por los efectos del alcohol, sí.
La mano derecha del mayor se afirmó en su cadera y el azabache suspiró tan solo por eso, los dedos de Kim se adentraron por la cintura de su pantalón hasta tirar un poco del borde para separar su espalda de la pared y hacer que sus pelvis se juntaran. El azabache terminó sosteniéndose de sus hombros, sentía su aliento contra sus labios y se desvivía por cerrar ese espacio, pero su cuerpo ya no respondía ante él, solo respondía a Taehyung, se sentía a su merced.
El de cabellos rojizos deslizó la mano hasta bajar la dichosa cremallera con total calma, ocultando su fastidio porque el botón ya había sido abierto por alguien que no era él, y la sutil presión que ejercían sus dedos en esa zona hizo a Jeon sentir las piernas temblorosas. Se sentía arder ante su contacto, el calor extendiéndose por todo su sistema como con ese otro sujeto no le había sucedido.
—¿Tienes un fetiche con los pelirrojos? —musitó, tirando con lentitud de su suéter para sacarlo del interior del pantalón.
—Más bien contigo, idiota.
—Esa boca... —Su mano se adentró despacio en la prenda, haciéndole gemir sin cuidado, y sonrió al sentir la tenue humedad, repartiendo lentas caricias casi superficiales por encima de la tela de su ropa interior, porque, en definitiva, lo menos que podía hacer luego de verle metiéndose en una habitación con otro hombre era torturarle un poquito.
La mano que tenía en la pared bajó hasta su cintura, deslizándola bajo su ropa para sentir la piel caliente de su abdomen y espalda baja, percibiendo que se estremecía contra su cuerpo. Entonces se soltó de su agarre, quitándole también las manos de encima para proceder a arrodillarse frente a él, despacio, manteniendo un contacto visual profundo y libidinoso.
Jungkook sintió una fuerte punzada más abajo del abdomen mientras le miraba desde arriba, joder, por fin le tenía como tantas veces le había imaginado y se veía endemoniadamente ardiente.
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