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ღ Capítulo 12 ღ

El momento en el que me encuentro en mi punto más bajo es, irónicamente, cuando estoy en este vasto cielo azulado. Te lo pido, no me dejes brillar, no me dejes caer, no me dejes volar. Tengo miedo.
—Interlude: Shadow; Suga

La brisa suave de esa tarde estaba agitando sus cabellos y el panorama que tenía en frente era tranquilo. Ya que durante esa semana no tenía la urgente necesidad de hacer horas extras, podía darse el lujo de sentarse con las piernas cruzadas en aquella banca solitaria de un parque cercano a la academia, a poco menos de media hora del atardecer.

Rodó la tapa de la botella y la acercó a sus labios para beber de ella; el contenido estaba a temperatura ambiente, la sensación que dejaba al hacer el recorrido por su garganta no era refrescante, en realidad tomaba por tomar, pero estaba bien, porque no sufría el impulso de reemplazar el agua por algo más. Ese, al parecer, era uno de esos pocos días en los que su mente estaba tranquila, sin pensamientos que le torturaran y sin recuerdos agobiantes. Había muchas cavilaciones en las que podía enfrascarse con la única consecuencia de odiarse un poquito más, pero resoplaba cada vez que atisbos de ello se medio asomaban por su mente en blanco, no tenía necesidad de atormentarse de esa manera, aunque a veces hasta creía que sí.

Los días estaban corriendo, no había hablado con Yeri, había estado evitando eso tal vez de manera inconsciente, porque le asustaba lo que podía llegar a salir de su boca, como la última vez que había conversado con su rubia amiga y terminó manifestando ideas que incluso le sorprendieron más a él que a ella. Tampoco había vuelto a ver a Taehyung después del encontronazo de ambos en la cocina de su apartamento, caliente, se sentía caliente tan solo de recordarlo. Sin embargo, se mensajeaba de vez en cuando con el pelirrojo, lo que se le hacía todavía más extraño, a veces se atrapaba a sí mismo riendo sin gracia ante el pensamiento de que casi parecían una pareja preguntándose qué tal el día o si ya habían cenado.

Tenía un dilema grande con Kim, lo sabía, por lo mismo también evitaba pensar demasiado en eso. Cada vez que su mente viajaba hasta ese hombre, que era últimamente la mayor parte del tiempo, de inmediato buscaba centrarse en otra cosa. Huir de sí mismo era, por lo pronto, mejor que intentar descubrir lo que le estaba pasando con él. Bueno, no era como que estuviera pasando algo con él, se suponía que estaba conquistándole, no había nada más.

Otro resoplido abandonó sus labios. «Basta», se recordó y bebió de la botella una vez más, observando a la niña que jugaba en el césped con su cachorro a varios metros de distancia. Él nunca había tenido una mascota, ni había podido jugar en algún parque a esa edad. Era un crío todavía, pero casi no se sentía así, no había tenido oportunidades para disfrutar de su niñez y tal vez por eso vivía de manera tan arrebatada su juventud, siempre le habían hecho sentir que tenía que responder por sí mismo y para eso no quedaba tiempo de divertirse. Dejar sus obligaciones de lado por unos minutos significaba insultos y castigos, palabras de desprecio, miradas de molestia y decepción; y cada vez que cumplía... no había nada, ni felicitaciones, ni sonrisas, ni un miserable «lo has hecho bien».

—Mierda. —Se levantó de la banca y se colgó la mochila donde llevaba su ropa deportiva al hombro, ¿por qué demonios no podía disfrutar de la tranquilidad como una persona normal? Sacarse el cerebro no sonaba en absoluto como una mala opción en ese momento.

Se alejó de ahí a pasos lentos, no tenía prisa por tomar el autobús y volver a su apartamento. Tal vez podría escribirle a Hoseok y ver si estaba libre, o quizá preguntar a Wooyoung si podía ir a su casa un rato, o entablar una conversación con aquel tío que le estaba devorando con la mirada desde la acera del otro lado. El sujeto le dedicó un guiño y el azabache solo sonrió de lado con altivez, volviendo la mirada al frente sin ponerle más atención, en realidad no tenía actitud para conquistas en ese preciso instante.

—¡Jungkook! —Detuvo su andar porque estaba seguro de que ese llamado era para él, dah. Dio media vuelta sobre sí mismo y sus ojos se abrieron de incredulidad al ver al muchacho que trotaba para alcanzarle.

Todo su cuerpo se paralizó en ese momento, mientras más cerca le tenía. No esperaba reaccionar así tras volver a verle, pero incluso sufrió un leve temblor y sentía como si su corazón palpitara de una manera dolorosamente lenta.

—No puede ser, por fin te encuentro. —El menor pasó saliva, escudriñando el rostro del recién llegado y su cuerpo doblarse en una postura con la que intentaba recuperarse, apoyando las manos en las rodillas, parecía que había corrido bastante buscándole.

Las palabras se quedaron atascadas en su garganta, sus pensamientos se revolvieron como no creía posible, docenas de imágenes se paseaban por su cabeza mientras observaba su piel bronceada, sus rasgos conocidos pero ciertamente más maduros a diferencia de la última vez que le había mirado, su cabello de color caramelo y los hoyuelos que se marcaron en sus dos mejillas cuando él le sonrió.

Esas docenas de imágenes no eran bonitas, esas docenas de imágenes estaban doliéndole, dejándole sin aliento, solo con muchísimas ganas de gritar y de dañarse los nudillos golpeando alguna pared que no se desmoronara ante su frustración. Eso era lo que tantos recuerdos le traían, frustración.

—Sorpresa —bromeó—, ¿por qué me miras como si fuese un fantasma? —preguntó con una mueca, pero, tras el silencio del chico, cualquier rastro de diversión en sus expresiones desapareció—. ¿No te alegra verme?

—Yo... A ti sí —musitó, sintiéndose perdido—, es solo que... ¿C-cómo es que me encontraste? ¿No te habías ido a Seúl?

—Y yo pensé que tú te irías de Busan. No lo tomes a mal, Jungkook, pero eres un idiota por quedarte aquí. —El menor se cruzó de brazos, la tensión de antes no demoró en comenzar a disiparse.

—No todos corremos con la suerte de conseguir dinero suficiente para dejar la ciudad, Namjoon-ssi. —El mencionado exhaló una sonrisa en un gesto irónico y le miró mientras negaba de forma sutil con la cabeza.

—No me permitiste ayudarte.

—Era parte de salir de ahí —espetó—. No seguir siendo un inútil mantenido.

—¿Por qué hablas así? —El castaño frunció el ceño, observando al chico como si no pudiera comprenderle—. ¿La vida que tienes ahora no es suficiente para que dejes de lado todo eso? —Cuando su acompañante desvió la mirada, sus ojos se entrecerraron y añadió—: ¿Eres feliz con lo que conseguiste, Jungkook? Porque si no es así, ¿al menos tuvo algún sentido? ¿Valió la pena para ti?

—¡Claro que lo valió! Quería salir y lo hice, es suficiente. ¿Cómo me encontraste? —repitió, adelantándose al notar que estaba a punto de refutarle.

—Supe que seguías en Busan porque te acosé en Instagram, también así descubrí que estás becado en la mejor academia de baile de la ciudad —explicó—. Obtuve la dirección desde su página por Internet, vi que estás entre los estudiantes destacados. Me alegra que lo consiguieras, siempre decías lo mucho que te gustaría dedicarte a bailar.

—Umh, me di cuenta de que en realidad soy bueno, no un sin talento como me decían. —Se encogió de hombros, como si no fuera la gran cosa—. Pero... todavía no entiendo... ¿por qué estás aquí? No me malinterpretes, hyung, me hace feliz verte y saber que estás bien, pero... eres parte de una época que no quiero rememorar. Dijimos que desapareceríamos el uno para el otro porque así nos haríamos las cosas más sencillas, que no estaríamos para estancarnos entre nosotros porque somos la viva imagen de todo lo que pasó.

—Eso fue hace cuatro años, Jungkook, somos adultos ahora. —Namjoon le dedicó una pequeña sonrisa con los labios apretados—. Las cosas han cambiado, esa medida ya no es necesaria. ¿Por qué siento que no has superado nada?

—¿Y tú sí? —saltó, poniéndose a la defensiva—. Toda mi vida fue una jodida mierda, cuatro putos años no van a quitarme de encima todo eso. ¿Tan de maravilla te fue a ti, que lo superaste así de bien?

—Sé que es difícil, pero es cuestión de querer avanzar, de no permitir que te limite en lo que sea que quieras —le respondió, con un encogimiento—. La agencia con la que trabajo tiene un evento privado organizado para potenciales inversores aquí en Busan, solicitaron a sus mejores artistas para la ocasión. Por eso estoy aquí, quise aprovechar la oportunidad para saber de ti. —El semblante del azabache se suavizó tras esas palabras, mirando al mayor con curiosidad.

—¿A qué te estás dedicando?

—Soy rapero —contó, con una sonrisa que marcaba muy bien sus hoyuelos y que le hizo saber lo mucho que le gustaba lo que hacía—. He tenido varias presentaciones y estoy escalando rápido, ya gano buen dinero con ello. Voy a suponer que tú todavía no vives del baile, habrás tenido que esperar a cumplir los diecinueve para empezar, ¿verdad? —Jungkook se limitó a hacer un sonidito de afirmación, el castaño guardó ambas manos en sus bolsillos con una actitud fresca—. ¿Estás viviendo solo? ¿Algún chico por ahí?

—Sí. Huh, me refiero a que sí vivo solo... —balbuceó, pasándose una mano por el cabello como si así fuese a apartar el repentino pensamiento de Taehyung—. No estoy saliendo con nadie, más bien... de vez en cuando me veo con algunas personas. ¿Tú ya te casaste? —Namjoon se carcajeó con ganas, negando con la cabeza.

—Por ahora solo quiero centrarme en mi trabajo, no tengo mente para una pareja —expresó—. Hablando de eso, pasé bastante tiempo buscándote y ya debería estar regresando, tengo algunos ensayos. ¿Quedamos mañana?

—No —respondió, tomando por sorpresa al mayor—. No puedo hacerlo, hyung. Lo estás haciendo muy difícil —le dijo, evitando mirarle mucho—. Fue lindo conversar de nuevo, pero me siento vulnerable cuando pienso demasiado en Orione y tú haces que piense demasiado en Orione. —Namjoon le observó con atención, sin juzgarle por eso, y los ojos oscuros de Jeon se clavaron con intensidad sobre los suyos—. Soy un crío a tu lado, un tonto crío que todavía quiere huir cuando se supone que ya lo hizo hace rato. Déjame seguir huyendo, Nam, es cobardemente tranquilizador.

—Tú lo crees —aseguró entonces, hablando con sutileza—, crees todo lo que te dijeron. Estás escapando de ti, porque terminaste creyéndote toda esa basura.

—Hyung... —musitó, pero ni siquiera sabía con exactitud qué era lo que quería decir.

—Yo también lo creí, Kookie.

El menor levantó la mirada, sus orbes brillantes y su labio inferior tembloroso, de repente sintiéndose al borde. Hacía tanto tiempo que no escuchaba ese sobrenombre, el que siempre utilizaba el chico que tenía al frente para consolarle durante sus noches eternas de llanto.

—Pero solo era eso, basura. Está bien que no quieras verme porque todavía resulta doloroso para ti, pero, ya que luego de todo este tiempo pudimos volver a vernos, quiero que recuerdes una última cosa, un día, el día en que por fin terminó. Recuerda todo lo que hicimos y recuerda por qué lo hicimos, y de verdad espero que luego te sientas un poquito mejor... Sé que ahora quieres seguir completamente solo, también yo quise demostrarme que podía hacerlo, así que me temo que esto es lo último que puedo hacer por ti.

—Hyung.

—Por favor no te cierres a los demás —se adelantó, se quedaba sin tiempo y quería que le escuchara—. A veces, lo mejor para dejar de creer en algo que alguien te dijo es permitir que alguien más te diga lo contrario.

Extendió la mano derecha hacia él, revolviendo sus cabellos azabaches como siempre hizo luego de que secaba sus lágrimas, y le sonrió para que supiera que nada cambiaría por el hecho de que le apartara, que el apoyo mutuo que se habían brindado y todo lo que habían pasado juntos era superior a la distancia que pudieran mantener por el resto de sus vidas.

—Te quiero, Kookie. —Retrocedió un paso, listo para dar la vuelta y marcharse—. Tú siempre hiciste que fuera soportable. —Jungkook observó una última sonrisa que le dedicó, y luego su espalda cuando giró sobre sí mismo y comenzó a alejarse, llevándose consigo varias de sus inseguridades.

—Nam —llamó, el de acaramelados cabellos se detuvo y solo giró un poco la cabeza para verle—. También te quiero. Mucha suerte, hyung. —El mayor asintió, con los ojos cariñosos con los que usualmente le miraba, y le dejó solo mientras el cielo ya era pintado con una paleta de colores crepusculares.

Se quedó quieto un rato, sintiéndose demasiado contrariado como para retomar la marcha a la parada del transporte público, y tal vez se habría quedado envuelto en esa nube de desgracia un largo tiempo si el pitido de su móvil no le hubiese hecho reaccionar. Se lo sacó del bolsillo en medio de un suspiro y en su fuero interno quizá deseó que se tratara de Taehyung. Aunque al Jeon Jungkook de hace semanas le habría alegrado la tarde el mensaje en la pantalla, en ese momento apenas pudo sonreír.

EL FEO DE WOOYOUNG_18:21
¡Kook-ssi! Mi primo hará una super fiesta en casa el sábado, te espero aquí como a eso de las once, descontrooooool.

EL FEO DE WOOYOUNG_18:22
Sé que ya deberías haber salido de la academia, si quieres vente y hacemos una maratón de películas.

EL FEO DE WOOYOUNG_18:22
Románticas ;)

Por mucho que fuera lo mejor para su estabilidad emocional, se negó a su última invitación y se dirigió sin desvíos a su apartamento. Lo último que esperaba ese día era reencontrarse con Namjoon, y le hubiese gustado que toparse con él no le hubiese dejado esa sensación de debilidad. 


Para su suerte, la noche del sábado llegó rápido entre una nueva coreografía y prácticas excepcionales donde se desquitaba con el baile. Decidió que una fiesta era propicia para devolverse los buenos ánimos que se le habían ido extinguiendo y se preparó adecuadamente para la ocasión.

Pantalones ajustados de cuero sintético, un suéter de cuello alto de color crema a rayas negras y sus botas con un centímetro de tacón, el chico que se reflejaba en el espejo inspiraba un aire fresco y sensual, que le hizo sonreír con cierto orgullo.

La casa de Wooyoung ya estaba temblando por la música estrepitosa cuando él llegó. Era de dos pisos, pero solo en el primero habían reemplazado la bombilla de la sala por una de colores que giraba y que bien sabía solían utilizar en navidad. También habían dejado un gran espacio en el salón donde la gente se reunía para bailar y tenían una mesa alargada en una esquina con las bebidas y comestibles.

Los vecinos seguramente se quejarían esa noche... o se unirían a la fiesta.

Ya había varias personas a esa hora, pero sabía que el lugar terminaría de animarse en un rato. Su rubio amigo se le unió en cuanto le vio alcanzar la entrada, sosteniendo un vaso de cartón rojo y moviéndose con alegría al ritmo de la música.

—¡Kook-ssi! —le saludó, dándole un corto abrazo—. ¿A que es una pasada? —Con un gesto de cabeza le invitó a que le siguiera y llevó al mayor en medio de la gente para que se sirviera un trago.

—Hay más personas de las que esperaba —respondió, revisando todas las opciones de bebidas para decidirse por una.

—Ya sabes cómo es hyung, aunque yo mismo invité a varios amigos también. —Jungkook dio media vuelta para observar todo el lugar, llevándose el vaso azul a la boca para dar un sorbo.

—¿Algún motivo en particular? —curioseó.

—Ha estado saliendo con un tío, así que... presumirlo, supongo. O impresionarle. —El azabache escupió lo que estaba por tragar y Wooyoung le miró con los ojos bien abiertos—. ¿Estás bien, Kook?

—¿Qué hace Taehyung aquí? —saltó, mirando al menor, cuando descubrió al pelirrojo del otro lado de la sala conversando animadamente con alguien.

—Viene conmigo, dah. —Los dos se giraron al reconocer esa voz y se encontraron con la sonrisa ladeada de Min Yoongi, quien se acercó más a ellos para que pudieran escucharse mejor por encima de la música.

—¿Y tú qué haces aquí? —insistió Jungkook, pero el chico a su lado no dio tiempo al castaño a responder.

—Oh, mierda. —Wooyoung atrajo la atención de ambos y no demoraron en seguir el recorrido que hacía sus ojos.

Park Jimin caminaba hacia ellos con un andar despreocupado, su cabello rubio estaba bien peinado y su rostro perfilado era decorado por unas elegantes gafas de marco fino; la música parecía brindarle una entrada triunfal gratuita mientras algunos ojos eran atraídos por su innegable buen estilo. Les sonrió al llegar a su altura, los tres le miraban con sorpresa, cada uno por una razón diferente.

—Hyung, ¿Yoongi es ese chico con el que estás saliendo? —preguntó el menor de los cuatro, con una mueca de incredulidad.

—¡¿Estás saliendo con el primo de Wooyoung?! —Jungkook observó conmocionado al castaño, quien se limitó a sonreír cuando Jimin se enganchó a su brazo—. Oh, bien, esto es como una de esas casualidades de película que nunca tienen ningún sentido.

—Entonces ya os conocéis —señaló el recién llegado, pasándose una mano por el cabello.

—Mhm, él está saliendo con Tae —respondió Yoongi, señalando al azabache, quien no demoró en soltar una risita nerviosa.

—N-no estamos saliendo... —balbuceó, y su mirada se desvió de inmediato hacia Kim, notando que reía con mucha gracia a algo que le había dicho su acompañante, un tipo alto de porte esbelto y cabello oscuro—. ¿Quién es ese? —inquirió, sin ser consciente de que había fruncido el ceño—. Taehyung no me ha mirado en toda la noche por andar hablando con ese sujeto.

—¿Umh? ¿Estás celoso? —cuestionó Wooyoung, sin perder la oportunidad para molestarle—. No seas exagerado, llegaste hace como veinte minutos, ya te notará.

—¡No estoy celoso! —Yoongi soltó a reír sin disimular y le miró con una ceja enarcada.

—Seokjin hyung fue el primer novio de Tae —comentó, sin molestarse en ocultar lo divertida que le parecía la mirada fulminante de Jeon—. Ahora trabajan juntos, es casi como su mano derecha. Tienen mucha química, ya sabes. —Jimin codeó su brazo y el castaño le dedicó a Jungkook una miradita inocente—. Oh, no te molesta que sea tan franco, ¿cierto? Después de todo dijiste que no estáis saliendo —se burló.

—Venga ya, no seas así. Mejor vamos a bailar. —Park arrastró al chico hasta el centro de la sala y Wooyoung no demoró en mirarle, subiendo y bajando ambas cejas.

—¿Qué? —preguntó de mala gana, la sonrisa de su rubio amigo se ensanchó.

—Tu ceño está fruncido, tienes la mandíbula tensa y tu lengua acaba de hacer eso contra tu mejilla —señaló—. Estás endemoniadamente celoso —le acusó, cruzándose de brazos con satisfacción—. Solo te vi así cuando no te escogieron como el más guapo de la clase el segundo año de la prepa.

—No seas ridículo. —Se acabó su bebida olvidada de un trago y se giró para servirse más—. No hubo un solo año además de ese en el que yo no ganara. Ahora mismo podría ir y acaparar por completo la atención de Taehyung.

—¿Sí? —El menor sonrió con suficiencia ante la seguridad de su acompañante y le observó volver a beberse el contenido de su vaso de un tirón—. ¿Por qué no lo demuestras? —Jungkook le fulminó con la mirada y su lengua golpeó el interior de su mejilla una vez más sin su autorización.

—Ya verás —masculló. Dejó el vaso vacío en la mesa y le dio la espalda, encaminándose con todo su esplendor hacia el rincón donde el pelirrojo y ese otro sujeto no prestaban atención a nada más que al otro. Solo cuando estuvo lo suficientemente cerca, Taehyung miró en su dirección, notando su presencia, y le sonrió mientras le saludaba con la mano.

—Hey, Jungkook. —El azabache le respondió la sonrisa con una un poco forzada y tuvo que disimular la tensión de su mandíbula cuando el tipo alto se engarzó al brazo de Kim, como si quisiera recordarle que seguía ahí—. Te presento a Seokjin, trabaja conmigo en la compañía de mis padres.

—Oh, ¿os encontrasteis aquí? —preguntó, esforzándose por verse amable y que no pareciera que le reclamaba por su presencia ahí, aunque justo era eso lo que estaba haciendo.

—No, no, es que su desempeño ha sido increíble los últimos meses, estábamos revisando algunos asuntos cuando Yoongi hyung mencionó la invitación de Jimin, ¿sabías que con quien sale es el primo de Wooyoung-ah? ¡Ja! ¡No pudo parecerme más surrealista! En fin, le invité como un incentivo para que siga trabajando así de bien. —El menor escudriñó un poco el rostro de Taehyung, tenía los ojos brillantes y no parecía querer borrar la sonrisa, eso sumado a la manera en la que se emocionó hablando, le ayudó a darse cuenta de que el mayor ya habría de llevar un par de tragos de alguna bebida fuerte.

—Ya veo.

—Y, hyung, él es Jungkook; es un amigo de lo más genial que conocí hace algún tiempo —añadió, esta vez mirando al pelinegro a su lado.

—¿Amigo? —inquirió Jeon—. Preséntame bien. —Ante esas palabras, solo pudo apreciar los ojos asesinos de Seokjin y la forma sutil en la que tiraba del pelirrojo para acercárselo más. Jungkook tuvo el impulso de sostener su otro brazo para alejarlo de él, pero tuvo que reconsiderarlo porque eso tal vez sería demasiado.

Entre tanto, se dedicó a corresponder la mirada furibunda del mayor de los tres, por lo que no se dio cuenta del bonito sonrojo que decoró las mejillas de Taehyung. Ah, tal vez es que con tantas personas reunidas estaba haciendo bastante calor, seguro era eso.

Umh, aquella iba a ser una noche interesante.

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