ღ Capítulo 11 ღ
Bésame como si quisieras ser amado, se siente como si me enamorara. Fui hecho para mantener tu cuerpo caliente, pero soy frío como el viento que sopla, así que sostenme en tus brazos. Mi corazón contra tu pecho, tus labios presionados en mi cuello, estoy cayendo por tus ojos, pero ellos no me conocen todavía.
—Kiss me; Ed Sheeran
La luz tenue de la mañana se filtraba por una pequeña abertura que se formaba entre las cortinas cerradas, iluminando la habitación de una manera suave que le pareció molesta e hizo que se incorporara de mal humor. Se sacó la manta de un tirón y se revolvió el cabello, estaba vestido con la misma ropa del día anterior porque recordaba haber sentido demasiada pereza de cambiarse en la noche cuando Taehyung le había dejado ahí.
Su irritación solo aumentó al pensar en la discusión con Yeri y en la manera descarada en la que se le había lanzado al chico pelirrojo, además de ese incidente con el otro tipo, el alto con el que no había podido llegar a nada. Ugh, algo como eso nunca le había pasado, no entendía qué había fallado en él, pero eso también le tenía frustrado. Bien, no era su mejor día ese día.
Se dirigió a la cocina y puso en marcha la cafetera, regresando después de eso para cambiarse de ropa a algo más cómodo. Dormir con esos pantalones ajustados y esa camisa de manga larga no había sido una de sus mejores ideas. Revisó su móvil, que había terminado sobre la mesita junto a la cama, encontrándose con un mensaje de Taehyung entre los varios de Wooyoung y otros tantos de algunos colegas que le invitaban a cualquier descontrol de fin de semana. Ignoró los demás y abrió el chat del mayor, notando que le había escrito probablemente luego de irse, justo cuando le había dejado recostado y dormitando.
KIM SEXY TAEHYUNG_1:06
Y, Jungkook, si se te antoja irte a un bar a beber hasta perder la consciencia no tienes que hacerlo solo, tonto, puedes llamarme a mí. Te daré todo el espacio que quieras y dejaré que hagas lo que se te venga en gana, pero te mantendré vivo.
Se sentó en el colchón con una sonrisita, de repente olvidando todos los aspectos que le habían hecho recibir ese día con un estado de ánimo no tan bueno, decidiendo que la noche anterior no había sido tan terrible después de todo.
JUNGKOOK SENSUAL_10:18
Eso de llamarte... ¿también cuenta aun si no se me antoja ir a un bar a beber hasta perder la consciencia?
Su mensaje tardó tres minutos en ser leído, pero se inquietó un poco, solo un poco, cuando no recibió una respuesta. ¿Había sido demasiado directo? ¿Por qué había dicho eso de todas formas? Bien, era definitivo que el encierro, la soledad y el silencio le estaban afectando, tal vez debería aceptar alguna de esas invitaciones que tenía en espera o a ese paso terminaría por perder la cordura.
El pitido de que su café estaba listo le hizo incorporarse perezosamente, regresó a la cocina y se sirvió una buena cantidad en una taza que se llevó a la sala para reproducir alguna película que seguro ya se habría visto once veces. Entonces observó el sofá hundido y casi sintió una oleada de calor al recordar por qué había terminado así. Se quedó como un imbécil mirando el mueble sin siquiera parpadear, recreando los besos de Taehyung y fantaseando con sus labios suaves y cálidos. ¿Por qué demonios se había quedado tan prendado de algo tan estúpido como lo era un morreo? Se había besuqueado con muchas personas a lo largo de su vida y nunca se había visto en una situación como esa, deseando más de un mismo chico, y es que era ese chico, no podía sacárselo de la cabeza y eso solo le ponía más irascible.
«¡Lo odio! ¡Lo odio! ¡Lo odio!»
Olvidó la idea de sentarse a deprimirse y decidió que mejor saldría a aprovechar su rostro privilegiado y su cuerpo de ensueño, necesitaba con urgencia recordarle al mundo y a sí mismo quién era Jeon Jungkook.
Regresó a su habitación, dando esporádicos sorbitos a su taza de café y mentalizando el que sería su vestuario apropiado para esa ocasión, pero la llamada entrante que iluminó la pantalla de su móvil sobre la cama le sorprendió con la guardia baja. Oh, bueno, él se tomó el mensaje bastante literal.
—¿Hola? —preguntó al atender, con una repentina ansiedad que no sabía de dónde había salido.
—Hey, ¿te pillo en un mal momento? Yoonie hyung acaparó toda mi atención antes, por eso no te hablé hasta ahora.
¿Su voz era así de profunda, masculina y adictiva siempre? De acuerdo, tenía que concentrarse.
—No, no te preocupes, ¿tu mejor amigo está bien? —le dijo, intentando sacar una conversación en la que no se le escapara que pensaba que era sexy, aunque ciertamente eso ya se lo había dejado bastante claro.
—Sí, sí, tiene una cita y está inaguantable, en exceso nervioso, ya sabes —contó, con una actitud risueña, el azabache se sentó en la cama, apoyándose en el espaldar.
—¿Una... cita? Huh, pero yo... Yo pensé que... U-ustedes... —Se quedó en silencio al ver que estaba por arruinar todo y tomó aire para no seguir metiendo la pata. Por suerte, Taehyung no pareció darle mucha importancia.
—Sí, ya sé que no parece de esos, pero, como te dije, es una masita y en realidad está muy entusiasmado por esto, yo también, de hecho, me alegra que vea otras personas de vez en cuando —dijo, con un tono despreocupado—. En fin, ¿tú qué estabas haciendo?
—Umh, nada realmente, solo estoy aquí, yo... A decir verdad no esperaba que me llamaras, pero no digo que me moleste —balbuceó, desordenando sus oscuros cabellos en un gesto de inquietud.
—Oh, es que valoro más las conversaciones directas —le respondió, con una risita nerviosa—. Charlar por mensajes me deja difícil adivinar tu tono y esas cosas. Por ejemplo, me hubiese gustado escuchar tu voz diciendo lo último que me enviaste —añadió, y a Jungkook no se le complicó imaginar su enorme sonrisa al terminar de decir eso—. Y también es una manera de responder que sí, llámame cuando quieras, a mí me gusta mucho hablar, ya lo habrás notado.
—Eres adorable —soltó, sonriente, y luego frunció el ceño, preguntándose si él de verdad acababa de decir tal cosa.
—De sexy a adorable, ¿cómo debería tomar eso?
—¿Te estás burlando? —inquirió, ofendido, la risa del mayor no tardó en escucharse—. No volveré a decirte nada —refunfuñó—. ¿Sabes qué? De repente ya no creo que seas adorable, ¡y mucho menos sexy!
—¿Qué? No, no, tú realmente deberías seguir creyendo eso. —Jungkook sonrió satisfecho y negó con la cabeza con diversión.
—Nop —dijo, porque, bueno, recordó que él no podía verle.
—¿No? ¿En serio? ¿Ni un poquito, Jungkookie? —insinuó, con un tonito que casi le pone a babear, un timbre tierno y seductor que consiguió que terminara mordiendo su labio inferior.
—¿Por qué te importa tanto lo que yo crea de todos modos?
—Umh, yo no dije eso...
—Ya, porque tú eras el que ayer estaba muy preocupado por que alguien quisiera aprovecharse de mí, también dijiste que soy guapo —comentó, satisfecho por sacárselo en cara.
—Eres mucho más que guapo. —El menor le imaginó encogerse de hombros y una sonrisita ladina se curvó en sus labios. Por supuesto que ya sabía eso, pero escucharlo de él le resultó... agradable—. Huh, ¿recuerdas todo eso?
—Claro que sí, no te dije mentiras, tengo buena resistencia para las bebidas alcohólicas.
—Oh, yo... lo siento, ya sabes, por...
—¿Comerme la boca, estamparme contra la pared y manosear mi trasero?
—¡No lo digas así! —saltó, el azabache rio con ganas.
—Hey, Kim, ¿quién se lanzó sobre quién? —le dijo, buscando tranquilizarle—. Yo... literalmente te dije que te aprovecharas de mí... y tú me trajiste a casa y me dejaste a salvo durmiendo en mi habitación —murmuró—. Tú no eres el que tiene que disculparse, aunque, bueno, yo tampoco lo haré, porque en realidad no lo siento, volvería a hacerlo —confesó, y casi podía jurar que tenía al muchacho jodidamente nervioso del otro lado de la línea.
—Y-yo... ¡Eres un sinvergüenza, Jeon!
—Aunque... dijiste que no harías nada más conmigo en ese estado —continuó, quería ofuscarle un poquito más—. Bueno, ya no estoy ebrio.
—Jungkook...
—Te quiero en mi apartamento, hyung. Ahora.
Y colgó. Y sus manos comenzaron a sudar. Y ese tonto órgano que bombea la sangre latía con tanta fuerza que parecía querer salirse de su pecho. ¿Por qué demonios había hecho eso? ¿Qué cojones pasaba por su cabeza? Era el plan, claro, todo era parte del plan, jodida mierda, ¿hace cuánto no pensaba en Taehyung como el chico al que iba a romperle el corazón? ¡Solo le faltó decirle que le quería en su cama! Aunque mentira no era...
Se terminó el café y sacó lo necesario de su guardarropa para meterse al baño y darse una larga ducha. No sabía si el pelirrojo iba a ir en serio, pero lo cierto era que ya no tenía ganas para salir a recordarle al mundo quién era Jeon Jungkook, sin embargo, no iba a quedarse en chándal todo el resto del día, algo tendría que surgir.
Se vistió con su típica ropa que resaltaba todos sus atributos y pulió su imagen, no era como que en su fuero interno de verdad estuviera deseando que Kim le visitara, no, solo era que le gustaba lucir bien todos los días. Que hubiese decidido ordenar su habitación tampoco significaba nada.
Una hora después ya había perdido las esperanzas.
«Tonto Kim Taehyung». Rodó los ojos en medio de un resoplido y buscó sus llaves, saldría a buscar algo de comer o lo que sea para perder su miserable tiempo. En realidad ni siquiera tenía hambre, no desayunar y alimentarse a deshoras no ayudaba a aumentar su apetito, pero su sistema ya estaba acostumbrado a eso. Él estaba jodidamente bueno y eso era lo importante.
Abrió la puerta principal una vez se aseguró de que no había nada fuera de lugar que pudiera ocasionar un incendio o algún otro incidente durante su ausencia, y estaba por volver a cerrar a sus espaldas cuando de repente tenía a un muchacho, que recién llegaba, a medio metro de distancia. Su cerebro dejó de funcionar por unos segundos, él tenía unos pantalones vaqueros grises y una camiseta blanca, además de una boina que le hacía ver más irresistible de lo normal. ¿Acaso lo estaba imaginando?
—Hey, ¿a dónde ibas? —Taehyung ladeó la cabeza, barriendo su cuerpo con la mirada, era obvio que se había arreglado para salir.
—¿Yo? Pues a ningún lado —le dijo, de manera atropellada, y se etiquetó a sí mismo de tonto—. Huh, ¿cómo entraste?
—El portero me reconoció de ayer y me dejó pasar —respondió, con un encogimiento de hombros—. Dijo que tengo el rostro de un ángel y que por eso no ponía en duda que soy una buena persona.
—¿Que dijo qué? Oh, haré que lo despidan —masculló, provocando una risita en el mayor.
—También me dijo que su turno termina dentro de media hora, umh, me pregunto por qué habrá mencionado eso —añadió, haciéndose el tonto.
—Umh —repitió el azabache, siguiéndole el juego, aunque, ciertamente, no dudaba de que el portero ese de verdad hubiese dicho aquello, es decir, el sujeto al que tenía enfrente ponía a babear a cualquiera y no era ninguna novedad—, lástima que te tendré muy ocupado para entonces.
—¿Sí? —El pelirrojo sonrió de lado y Jungkook se apartó para permitirle entrar.
—No estaba seguro de si ibas a venir —comentó, volviendo a cerrar la puerta. Su acompañante giró sobre su cuerpo para mirarle.
—Bueno, todavía te debo un sofá, así que... pensé que podría pagarlo con mi compañía —le dijo, con una sonrisa que le hacía ver como un crío bonito contando alguna travesura.
—Mhm, ¿y estás seguro de que tu compañía será suficiente? Digo, es importado de París —bromeó.
—Eso podrás decidirlo tú —le respondió, caminando hasta detenerse justo en frente de él. El menor le observó con atención y su acompañante se acercó para dejar un besito en sus labios, tan fugaz que era difícil creer lo mucho que aceleró su ritmo cardíaco. Oh, eso fue... lindo.
—Ya veremos entonces —musitó, tal vez un poco ido, el chico sonrió ante eso—. Huh, creo que... debería ofrecerte algo —dijo, escapando de esas sensaciones raras para dirigirse a la cocina, donde volvió a girarse para mirar al dios griego que le observaba desde un costado del comedor—. ¿Pero qué voy a ofrecerte? Si nunca tengo nada aquí. —Y tal vez parecía que le hablaba a él, pero en realidad se lo decía a sí mismo—. Se supone que casi es la hora del almuerzo, creo que debería pedir algo...
Taehyung ladeó la cabeza, sus ojos le escudriñaban con curiosidad y eso le estaba poniendo bastante nerviosito. Dio media vuelta para evitar el contacto visual, pero escuchó sus pasos acercarse, y se sacó el móvil del bolsillo con la idea de pedir algún domicilio. El mayor se detuvo a su lado, Jungkook le miró de reojo.
—¿Qué?
—Podríamos hacer algo aquí.
—¿Umh? ¿A-algo como qué? —preguntó nerviosamente, girándose para darle la cara.
—Huh, y-yo... me refería a...
—Ah, sí, sí, yo... T-también yo. —Genial, ese era un buen momento para morirse, sentía el rostro tan caliente que solo le quedaba desear que sus mejillas no estuvieran del color del cabello de Kim.
Dejó el móvil sobre la balda y se apartó para abrir la nevera, casi metiendo la cabeza dentro para que se le pasara el calor. Revisó que tuviera lo necesario y claro que lo había, no solía cocinarse la gran cosa a menudo, tenía el mercado de la semana pasada casi completo ahí; no era una gran cantidad, pero era suficiente para los dos.
—Pues... tienes para elegir —informó, dando la vuelta hacia su visita, quien desvío la mirada de inmediato. Oh, ¿así que había estado observándole, eh? Ja, que satisfactorio—. ¿Te apetece algo en específico?
—Sí, huh, no —balbuceó, el azabache enarcó una ceja—. Lo que tú quieras está bien. —Asintió y rebuscó un poco más, llevando consigo todas las cosas y dejándolas en el mesón—. Debí suponer que eras un experto cocinando.
—No lo soy, pero me defiendo —explicó—. ¿Tú cocinas? —El pelirrojo hizo un sonidito de afirmación y el menor pensó que el hecho de que también cocinara lo hacía todavía más sexy—. Fantástico. Entonces —comenzó, extendiendo el mango del cuchillo en su dirección—, puedes cortar los vegetales —le dijo, enseñándole sus blancos dientes en una enorme sonrisa.
Y si alguien le hubiese dicho que terminaría cocinando con un chico cual matrimonio feliz en su apartamento, Jungkook habría reído hasta que uno de sus pulmones escapara por su nariz.
Taehyung era divertido y hablar con él era bastante cómodo, hacía que el tiempo pasara rápido y que las cosas tediosas se hicieran llevaderas, como limpiar la cocina luego de dejarla hecha un desastre, eso era una completa tortura, pero con el pelirrojo hablando de los momentos incómodos que había tenido en el trabajo a lo largo de esos años, terminaron en menos de lo que pudo haber imaginado.
—Eso se ve riquísimo —comentó el mayor, emocionado, observándole terminar de revolver lo único que faltaba. El azabache tomó un poco en la cuchara de madera y se la acercó a la boca para que probara, él así lo hizo—. Umh, mhm, te has ganado el cielo, Jungkookie —halagó, haciéndole sonreír.
—Pues ya casi está —dijo, bajando el fuego a lo mínimo para que se cocinara un poquito más. Miró hacia su acompañante, quien se balanceaba feliz a la espera, y soltó una risita, señalando la comisura derecha de sus propios labios—. Te quedó salsa aquí.
—¿Huh? —Kim se pasó el pulgar por esa zona y Jungkook se dio cuenta de que, tal vez, le había señalado donde no era por error, ups.
—No, es aquí —musitó, acercándose para apoyar una mano en su hombro y besar la esquina izquierda de su labio inferior, quitando el kétchup con sus propios labios—. Umh, tienes razón, está bueno —murmuró sobre su boca, las manos del pelirrojo viajaron hasta sus caderas y el menor se encargó de besarle como es debido esta vez.
Sus lenguas no tardaron en encontrarse en esa danza que pocas veces habían practicado, pero que les hacía flotar a ambos, Jeon se abrazó a su cuello con fuerza, porque ya no tenía sentido negar lo mucho que le encantaba la manera en la que se sentía sus cuerpos juntos. Taehyung apretó su estrecha cintura, ayudándole en la tarea de no permitir que ni el viento se colara en medio de los dos, y le hizo retroceder hasta que su espalda baja se topó con la encimera.
Cuando los labios del mayor se desviaron a su cuello, aprovechó para apagar la cocina, porque no, no iba a permitir que la comida quemándose rompiera ese momento, y no quería que la comida se quemara, claro.
Volvió a su boca y se besaron con una apasionante intensidad que dejó sus pechos subiendo y bajando pesadamente sobre el del otro. Jungkook le quitó la boina y la soltó sin cuidado por ahí, mordiendo su labio inferior y tirando de sus cabellos para tener acceso a su cuello. Trazó un camino de besos desde su mandíbula hasta la preciosa piel canela de esas clavículas que tan perdido le tenían, adueñándose de sus suspiros en el proceso y dejando una bonita marca rojiza que se notaría más después de un rato. Regresó a sus labios con una sonrisita juguetona, acariciando su nuca y profundizando en su boca, la pierna derecha del pelirrojo se acomodó entre las suyas, haciéndole jadear cuando presionó su muslo contra su miembro.
Oh, bien, si tan dispuesto estaba a calentarle de esa manera, más le valía hacerse responsable después.
Taehyung no se quedó quieto ahí, su pierna siguió ejerciendo presión con suaves y profundos movimientos que consiguieron que sus labios fueran maltratados por los dientes del azabache en sus intentos por no gemir. Sin embargo, parecía bastante interesado en que dejara de resistirse, así que sus manos se colaron traviesamente bajo la camiseta negra del menor, acariciando con intensidad su piel, complaciéndose con la textura de su abdomen marcado bajo sus dedos, y casi termina siendo él quien jadea, consiguiendo evitarlo. Jungkook no tuvo la misma suerte, los esporádicos soniditos de placer no demoraron en escapar de sus labios ante sus deseosos toques, le encantaba saber que le volvía loco con su cuerpo, pero no podía negar que él mismo estaba perdiendo la cabeza también.
El afán por que reemplazara aquella pierna por su mano iba en aumento, quería sentirle más, de él era como si nunca tuviera suficiente. Demonios, ese hombre le tenía tan mal.
Impulsó la cadera hacia él, provocando mayor fricción con su muslo y los dos jadearon. Kim tampoco pudo aguantarse más, su mano derecha salió del interior de su camiseta y bajó hasta entretenerse con el botón de sus vaqueros, bajando también la cremallera con agilidad. Sus largos dedos se colaron despacio dentro de sus pantalones a la vez que mordía el labio inferior del contrario, acariciando su entrepierna por encima de la tela de su bóxer.
Jungkook gimió sin contenerse al sentirlo. «Mierda, sí, por fin, joder», ah, y ya bastante frustrado que le tenía desde hace rato. Puesto que ese chico había hecho que las manos por las que quería ser acariciado fueran las suyas, como mínimo debía ayudarle a quitarse toda esa tensión sexual de encima, era lo justo.
Se separó de sus labios cuando el mayor pasó a tocarle sin ninguna prenda de por medio, su cálido contacto y el placer provocado por sus roces tan lentos como intensos le hicieron cerrar los ojos con fuerza. Apoyó la frente en su hombro, respirando pesadamente por la boca ante tantas sensaciones, ugh, él solo estaba acariciándole, pero ya le tenía en el cielo o lo que bendito infierno fuera.
Taehyung comenzó a mover la mano más rápido, el calor de su cuerpo solo iba en aumento, respondiendo al de su acompañante, y los soniditos que escapaban de los labios de Jeon a su causa estaban haciendo que su propio miembro doliera.
—Bebé, eres un delito —murmuró, su voz grave y profunda tan cerca de su oído hizo estremecer al azabache, quien se incorporó para mirarle.
Los ojos del menor estaban brillantes de placer, así como los del pelirrojo reflejaban una pasión intensa, ninguno de los dos había creído que era satisfactorio mantener el contacto visual en un momento como ese hasta que ellos lo hicieron. Atrapó sus labios de nuevo, llevando su propia mano hasta el pantalón del pelirrojo, listo para comenzar a dejarle en claro que el control no lo tenía solo uno.
—Y tú una enorme tentación. —El mayor gruñó sobre su boca cuando también se abrió paso a través de su ropa interior, y Jungkook pudo percibir la humedad y su buen tamaño, joder, ¿no había nada en ese hombre que estuviera mal?
Volviendo a besarse con una vehemencia abrazadora, movieron sus manos al mismo ritmo presuroso y constante, jadeando sin contenerse y apretando sus cuerpos entre ellos, buscando más contacto, como dos imanes que no pueden separarse. Deseando cada vez más del contrario y al mismo tiempo queriendo darlo todo.
Sus lenguas batallaban en sus bocas, una guerra lujuriosa a la que de vez en cuando se sumaban mordisquitos anhelantes. El fluido preseminal les hacía más fácil a ambos la tarea de frotar la extensión completa y el chasquido de sus labios y sus gemidos ahogados fueron demasiado. Alcanzaron la cima al mismo tiempo; con gruñidos simultáneos que salieron del fondo de sus gargantas y sus cuerpos temblorosos contra el del otro, respirando con pesadez mientras se recuperaban.
Al mismo tiempo, al mismo puto tiempo, y Jungkook jamás había tenido tal sincronía con nadie en toda su miserable vida.
«Maldita sea, Taehyung».
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