ღ Capítulo 2 ღ
Solo puedo tomarte en pequeñas dosis, amarte es explosivo y lo sabes. Oh, cariño, eres de quien tanto me advirtieron. Bebé, es mi apetito el que alimentas.
—Small Doses; Bebe Rexha
El sigilo era uno de sus fuertes sin lugar a dudas; a menudo había sido comparado con un gato escurridizo por su facilidad para escabullirse sin ser notado y por sus movimientos gráciles y elegantes, el baile y la buena complexión de su cuerpo, suponía, le ayudaban en eso. Sin embargo, por esas razones era lo único, porque en realidad muchas veces le habían dicho que se parecía más a un conejito adorable y desamparado.
¿Desamparado? Desde luego. ¿Adorable? Absolutamente no.
Le había alcanzado el inicio del atardecer y la desaparición del sol bajo el horizonte tenía tintado el cielo de colores majestuosos sobre su cabeza. Estaba vistiendo con los pantalones que mejor marcaban sus tentadores muslos y había decidido no ponerse ningún abrigo solo para exhibir un poquito de piel, como sus tonificados brazos y parte de su níveo cuello por el escote en v de su camiseta negra.
Llevaba algunos minutos caminando detrás de la espalda de Taehyung y su orgullo quería dispararle una bala en el cráneo, ¿él, persiguiendo a un chico? Menudo mal chiste.
Y aunque sabía ser sigiloso, no era el mejor para disimular, nunca había tenido que hacerlo. Jungkook solo se lanzaba a la acción, se pasaba una mano por el cabello, se mordía el labio inferior, tal vez algún guiño y ya tenía a sus pies a quien quisiera, pero con aquel chico no podía solo hacer eso. Tenía que crear un encuentro casual que no se viera premeditado. Aunque supiera exactamente cuál era, tocar el timbre de su casa no contaba como opción.
Por lo mismo, le había seguido al verle salir luego de unos quince minutos observando como estúpido la bonita fachada de la vivienda de Taehyung, y ahora que el muchacho se dirigía al pequeño supermercado de la avenida próxima no podía tener una mejor oportunidad.
Entró al establecimiento un rato después de él y caminó con todo su esplendor hasta la zona de productos refrigerados, buscando de reojo a su objetivo y encontrándole en la sección de frutas y verduras. Sacó una soda en lata de una de las neveras y pidió perdón mentalmente al supermercado antes de destaparla, con un chasquido como producto del gas. La pagaría, claro, pero no podía esperar a eso para abrirla.
Se dirigió entonces al lugar en el que estaba Kim, solo tenía que ir ahí y tirarle la bebida encima, casual y efectivo, parecería un accidente y tendría una excusa perfecta para hablarle. No tenía dudas de que ese sería un increíble primer encuentro.
El muchacho estaba de espaldas hacia el pasillo que él estaba recorriendo, aparentemente seleccionando unos cuantos tomates. Su cabello teñido de un intenso rojo le hacía resaltar entre cualquier grupo de personas en el que se encontrara, era alto y desde atrás se notaba que poseía un cuerpo de infarto, para hacerlo todavía mejor: tenía un trasero increíble.
Se acercó sin hacer ningún ruido que llamara su atención y se detuvo a pocos centímetros de su espalda, con lo que pudo comprobar sus estaturas similares. Antes de que pudiera hacer cualquier cosa, Taehyung se giró y Jungkook dio un fuerte respingo de susto y sorpresa, casi se va de espaldas ante semejante belleza.
Ese sujeto era indudablemente mucho más hermoso en persona que en las fotografías, tenía una piel canela que le hizo fantasear con besarla y morderla, su semblante exquisito y sus ojos marrones e intensos. Su piel tersa, perfecta, sus facciones delicadas y sensuales, su presencia era fuerte, intrigante. ¿El colmo de todo? La puta soda terminó sobre su propia camiseta.
—Como lo siento, ¿estás bien? —Yeri no había exagerado. La voz de Taehyung era tan sexy que casi le pone de rodillas, aunque él de heterosexual no tuviera nada—. ¿Q-qué estabas haciendo ahí? Imagina que hubiese tenido un cuchillo en la mano, ¡te habría apuñalado al darme la vuelta! —Jungkook levantó la mirada de su ropa estropeada, con el rostro tan rojo como el cabello del contrario.
—¡Estaba esperando para tener acceso a los malditos tomates también! ¿Y por qué demonios tendrías un cuchillo en la mano? —Bien, esa conversación en definitiva no estaba resultando como había planeado. Dejó la lata casi vacía sobre el cajón de madera donde exhibían los limones, para después tomar el pliegue de su camiseta y sacudirla en un intento por que recibiera aire y se secara mágicamente.
—Tío, ¡nunca sé cuándo alguien se me va a poner detrás como un sicario!
—¿A quién le estás diciendo sicario, niñato? —refunfuñó, la prenda se pegaba a su abdomen y la humedad traspasándose le incomodaba.
—¿A quién le estás diciendo niñato, niñato? —El azabache resopló y le dedicó una mirada de irritación, Taehyung se cruzó de brazos—. Es tu culpa, no tienes el derecho de mirarme mal.
—Oh, disculpa que en este momento no se me antoje besarte los pies, pero mi camiseta está empapada en una bebida que ni siquiera me gusta —ironizó, con evidente molestia, el mayor ladeó la cabeza.
—¿Entonces por qué la tenías? —«Porque te la iba a tirar encima, idiota».
—¡Porque se me antojó!
—Pero qué susceptible —masculló el pelirrojo, rodando los ojos—. Venga, te invito otra.
—¿Qué? —La expresión de Jungkook cambió en un parpadeo, el sonrojo colérico desapareció y sus cejas se levantaron ante ese ofrecimiento.
—Ve a buscar otra, yo la pago —le dijo, indicando con la cabeza hacia atrás del azabache.
—Solo si te tomas una conmigo —soltó, casi sin pensar, tenía que aprovechar para intentar acercarse un poco. El muchacho entrecerró los ojos, escudriñando el blanquecino y casi adorable rostro del desconocido.
—Bien. —El menor formó una sonrisa ladeada, recuperó la lata abierta de antes y con total seguridad dio media vuelta, alejándose de él para buscar los refrescos, pasando una mano por su cabello para echarlo hacia atrás. Taehyung observó su buena figura hasta que le perdió de vista al girar por el corredor. Aprovechó para anudar la bolsa de los tomates y empacar rápido unas cuantas verduras más que su amigo había pedido para la cena, puesto que se habían olvidado de hacer la compra de la semana. Lo puso todo en una canasta y se topó de frente con Jungkook en la intersección de un pasillo.
Los dos se detuvieron de inmediato para no darse de bruces como idiotas, pero ninguno retrocedió e incluso utilizaron los próximos tres segundos para deslizar la mirada por las facciones del contrario. Taehyung comprobó que el chico en realidad era muy guapo, las oscuras hebras de su cabello contrastaban con la blancura de su piel y tenía unos ojos tan dulces como seductores, aunque ya tenía claro que el tipo era un gilipollas.
Jungkook se había decidido por dos Sprite en lata, caminaron hasta la caja registradora y el pelirrojo terminó pagando todo, incluso la soda que había sido abierta con la intención de que terminara sobre su cabeza o en sus zapatos. El menor refunfuñó y le insultó de todas las maneras que conocía, ocasionando risitas en la cajera, pero muy en el fondo su instinto de supervivencia lo agradeció porque así no tendría que descompletar lo del pasaje de regreso.
Salieron del supermercado cada uno con su respectiva bebida, el mayor le miró de soslayo mientras caminaba a su lado, sosteniendo la bolsa de compras con la otra mano.
—¿Cómo te llamas? —El azabache dio un corto trago a su gaseosa antes de responder.
—Jungkook, Jeon Jungkook. ¿Y tú? —añadió, recordando que se suponía que él no sabía su nombre.
—Kim Taehyung. —El menor asintió—. Entonces, Jeon Jungkook, ¿no dijiste que esperabas acceso a los tomates? Al final no has comprado nada. —Recibió una risita nerviosa como respuesta y le observó llevar la mano izquierda a sus cabellos ansiosamente.
—Sí... Da igual, no era tan necesario, vivo a base de ramen después de todo —respondió, encogiéndose de hombros para restarle importancia y que no le diera más vueltas al asunto.
—¿Vives solo? —le preguntó, pensando en lo último que había dicho.
—Sí.
—¿Cuántos años tienes?
—Te gusta hacer preguntas, ¿no? —Le miró con una sonrisa ladeada, recibiendo un encogimiento como respuesta. Se acercaron a la barandilla para observar el tranquilo río a varios metros por debajo, que atravesaba casi la mitad del vecindario y se extendía más allá de lo que sus ojos alcanzaban a percibir—. Tengo veintiuno.
—Oh, tienes la misma edad que- —Se detuvo y dio un sorbo a su refresco, Jungkook entornó los ojos. «¿Qué pasa, Taehyung? ¿Que tengo la misma edad que tu ex novia a la que engañaste con tu mejor amigo? No te afanes, ya lo sé».
—¿Cuántos años tienes tú?
—Veintitrés. —El azabache se giró en su dirección para mirarle con interés.
—Eres mayor, me gusta. —El pelirrojo soltó una risita, que con su voz profunda solo podía escucharse jodidamente bien—. ¿También vives solo? —curioseó, ese dato le parecía muy importante. Para su desgracia, Taehyung negó.
—Vivo con mi mejor amigo. —La boca del menor se abrió, ¿vivía con el estúpido de Min Yoongi? Su rival estaba más cerca de lo que pensaba, ¿cómo se suponía que iba a conquistarlo si tenía al sujeto con el que le había sido infiel a Yeri viviendo con él? Se tomó casi la mitad del contenido de la lata de una sola, de repente sentía la garganta seca. Su acompañante le dedicó una mirada risueña.
Bien, no tenía tiempo para ser paciente, saber eso le inquietó, pero él era Jeon Jungkook, no podía permitirse perder.
—¿Estás soltero? —Taehyung le miró con una particular sonrisa que desarmó todas sus defensas, sus labios adoptaron una forma cuadrada que se le antojó demasiado tierna y atractiva, su rostro sonriente era una obra de arte, todo él lo era, en realidad.
—¿A qué viene eso?
—Eres sexy, sería una lástima que no lo estuvieras —soltó, con un tono desinteresado, e inició un contacto visual intenso, asegurándose de sonreírle de la manera encantadora con la que conseguía que todos cayeran a sus pies.
—Vaya, tu método de seducción es bueno, pero yo no soy del tipo que se interesa por pasiones de una noche, lo siento —informó y Jungkook levantó ambas cejas, con una curiosa complacencia ante esa respuesta.
—Yo tampoco, me ofende que pienses eso, era un comentario inocente. Verídico, pero inocente. —Su acompañante se mordió el labio inferior mientras negaba con la cabeza con una sonrisita. El menor tuvo que apretar la lata entre sus dedos para no saltarle encima. Estúpido Kim Taehyung, no era normal que se viera tan jodidamente irresistible.
—Bueno, tú eres bastante guapo, a decir verdad. —El aludido sonrió en grande, sintiéndose victorioso.
—¿A qué viene eso? —le regresó, con voz y miradas profundas.
—Sentí que era justo que te hiciera un cumplido también —respondió el mayor, con un encogimiento de hombros desinteresado, antes de dar un largo trago a su refresco, brindándole a su acompañante una vista perfecta de su mordisqueable cuello acaramelado. Sacudió la cabeza para alejar esos pensamientos y se distrajo terminando su bebida—. ¿Tu camiseta está bien? —le preguntó, desviando la mirada a la prenda.
—Umh, nada que agua y jabón de ropa no arregle, pero al menos ya está seca.
—Es que, ¿cómo has podido tirarte la soda encima? —dijo, era evidente que la situación le parecía divertida.
—Es tu culpa, no debiste girarte en ese momento —se defendió, siendo demasiado honesto, pero sabiendo que él no se lo tomaría en serio.
—No, no, tú no debiste ponerte justo detrás —le recriminó, atreviéndose a acercar la mano para tocar la tela en el lugar donde se había derramado el líquido, que igual no se veía por el color tanto de la camiseta como de la soda. Su sorpresa fue grata al percibir levemente el abdomen marcado del azabache y tuvo que alejar los dedos antes de que a éstos se les ocurriera emocionarse toqueteándolo.
—Tu buen cuerpo me atrajo, es tu culpa, ya lo he dicho. —Taehyung levantó la mirada y clavó los ojos en los suyos tras escuchar sus palabras con ese tono relajado, ladeó una sonrisa y echó un poco la cabeza hacia atrás para observar al menor con el mentón en alto.
—Eres un descarado.
—Soy honesto —corrigió—. ¿Qué pasa? ¿No suelen decirte estas cosas? Porque a mí se me ocurren muchas palabras para describir lo caliente que er-
—Ah, basta, basta. —El pelirrojo se precipitó a tapar su boca con una mano, sosteniendo la lata y la bolsa del supermercado con la otra. Jungkook soltó una risita como pudo y le miró fijamente, comenzaba a gustarle demasiado esa ocasional actitud tímida, le hacía ver todavía más sexy. Aun así, los ojos del mayor no se apartaron de los suyos, respondió el contacto visual con la misma seguridad demandante que podría haberle hecho temblar las piernas, si su orgullo no fuera tan grande, claro.
Taehyung apartó la mano y el menor se humedeció los labios por inercia, le observó revolver sus cabellos rojos y luego sostener la Sprite con la mano libre para acabar lo poco que quedaba.
—Bueno, ha sido entretenido hablar contigo, pero debo regresar. Mi amigo se estará desesperando porque no llego con las compras —dijo, risueño—. Tal vez volvamos a vernos por ahí.
—Seguro que sí. Nos vemos luego, lindo. —Taehyung levantó una ceja y deslizó la mirada por todo el cuerpo contrario con una sonrisa ladeada, que hizo a Jungkook sonreír internamente de satisfacción.
—Adiós, Jeon Jungkook. —El de cabellos rojos dio media vuelta y se alejó por el camino de la derecha, tirando la lata en un contenedor de basura a un costado de la acera.
El menor le siguió con la mirada hasta perderle de vista, admirando el movimiento sutil de su cadera al caminar y sus piernas esbeltas fundidas en los pantalones vaqueros. Le gustaban sus hombros, marcados en la chaqueta negra que se ondeaba con su andar, imaginó clavar las uñas en ellos mientras el hermoso rostro de Taehyung se hundía en su cuello, con sus rosados labios atrapando la piel sensible de esa zona.
Soltó un bufido y negó con la cabeza. Fantasear con el tipo al que tenía que romperle el corazón... «Estúpido cerebro hormonal».
Consideró arrimar a algún bar para pasar el resto de la noche y solo tener que volver a su silencioso apartamento para dormir, podría buscarse un muchacho guapo para quitarse la tensión sexual que se cargaba, se aseguraría de que tuviera el cabello rojo y no llegaría a última base, pero terminó descartando la idea porque era miércoles y tenía que madrugar a la academia al día siguiente.
Le envió un mensaje a Yeri, contándole que las cosas habían salido bien y que había conseguido entablar una conversación relativamente extensa con Taehyung. Respondió algunos otros mensajes de Wooyoung, recordándole que sus chistes malos no eran divertidos, y mandó a la mierda a un tipo que le había enviado fotos subidas de tono por Facebook y que le pedía otras a cambio, asegurándose de decirle que la tenía muy pequeña para su gusto, porque no era mentira.
Guardó el celular cuando no tuvo en qué más perder el tiempo y avanzó hasta la parada del autobús con las manos en los bolsillos de sus jeans. Pensando en cualquier estupidez para entretener la mente, como en que prepararía algo de ramen al llegar y se recostaría con sus audífonos y buena música, se dio cuenta de que le emocionaba más pensar en cómo ocasionaría otro encuentro con Taehyung que en lo que haría el resto de días de su monótona existencia.
Así que se prometió que en su próximo acercamiento obtendría un poco más de él. No, mejor bastante más de él.
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