04.
Youngjae inhala profundo.
No sabe en qué momento, pero una semana ha pasado desde ese día en el que su celo llegó sin aviso previo a él, tomándolo desprevenido en la universidad. Una semana desde que había visto al alfa de postura dura, hombros anchos y sonrisa geométrica.
Una semana desde que tenía esa chaqueta del uniforme con él.
Puchereó inconscientemente hacia sus manos cuando el aroma del alfa ya se había disipado de la prenda, quizás porque pasó sus dos días de celo con ella abrazada a su torso, cerca de su nariz, o quizás porque accidentalmente -o no-, su papá la había lavado junto al cesto de su ropa sucia, -acción a la cual Youngjae hizo un berrinche que ni él mismo se reconoció- pero pasó.
Solo odia que la prenda huela más a él y su estúpido aroma que tanto odiaba, y no huele nada a ese delicioso-
Uh.
Bueno, quizás una semana había sido suficiente tiempo para aceptar que ese alfa hacía estragos en él. Ugh... cabía aclarar que era su tonto omega, ¡parecía loco por ese estúpido alfa! Pero él no, él es consciente de que Juyeon aún encabeza la lista de alfas estúpidos, así que no es que haya dado su brazo a torcer.
Por ello puede usar de excusa que el puchero que en ese instante adorna sus labios, es nada más y nada menos que su tonto omega lloriqueando porque quizás... sólo quizás ansía mucho tener ese aroma a pinos y tierra húmeda rodeando su cuerpo.
Ugh. ¡Tonto omega!
Cuando llega a su edificio, Youngjae todavía tiene un puchero en sus labios, aún siendo capaz de sentir la prenda en sus manos de tanto que la tuvo con él, la misma que cabía aclarar, yacía en su mochila bien acomodada y limpia en una bolsa, lista para regresar con su dueño. Y quizás esto lo tenía bastante nervioso.
Por primera vez en el tiempo que llevaba -o recordaba- conocer al alfa, sería él quien comenzaría una conversación con el susodicho.
Todo por esa tonta chaqueta.
Y una vez más, como el omega algo mimoso que era, no se percató que la sola mención de la prenda lo hacía pucherear.
Quizás no deseaba devolverla.
Ugh.
Con la pelota de basquet traspasando la malla y anotando un punto para su equipo, Juyeon sonríe en grande, recibiendo las palmadas de sus compañeros en sus hombros, dispuestos a seguir con su juego luego de una leve celebración.
Sin embargo, lo pensado se ve interrumpido cuando un aroma demasiado conocido para su ser llegó a él con la brisa, borrando tan sólo poquito su sonrisa para pasear sus orbes por toda la cancha hasta dar con esa figura que aprendió a conocer desde tiempo atrás.
Decir que su lobo comenzó a corretear en su interior con demasiada ansia no es decir más que la verdad. Quiso regañarse, ¿cómo iba a ser posible que su tonto lobo se emocionara por un omega que no hacía más que rechazarlo?
Ugh. Pero aún así era inevitable que su lobo aullara con felicidad.
Tonto alfa.
Juyeon no se movió de su lugar hasta que vio un leve movimiento de cabeza por parte de ese bonito omega castaño, quien mordía sus labios en un nervioso acto en lo que se balanceaba levemente en sus pies.
Uh, tan bonito.
A pesar del llamado, el alfa no reaccionó hasta que tuvo unas manos en sus hombros, topándose con unos orbes cafés, con el alfa contrario sonriéndole juguetón, soltando después:
ㅡEse bonito omega te está llamando, campeón. -Cuando Mingi dijo con una coqueta sonrisa, Juyeon juró que estuvo por gruñirle, absteniéndose de hacerlo únicamente porque el alfa contrario dejó caer su sonrisa, diciendo una vez más. ㅡ Sólo ve por él, Ju.
El susodicho siguió lo que su amigo dijo, no tardando en dejar a sus compañeros jugando sin él, acercándose a pasos grandes hasta quedar a una distancia considerable del omega, quien no le retuvo demasiado la mirada, estirando una pequeña bolsa de color pastel hacia él.
Desde su posición, Juyeon podía notar el bonito carmín que adornaban las regordetas mejillas del menor.
Youngjae era sin duda un omega demasiado hermoso.
El omega hermoso que lo traía como lobo embobado, y quien no se daba cuenta ni diciéndolo en voz alta, ah.
Juyeon se tomó la libertad de aspirar el rico aroma ajeno, con cuidado y delicadeza tomando lo que se le daba, apenas notando por sobre la poca transparencia de la bolsa, que se trataba de su chaqueta, esa que una semana atrás le había prestado al omega.
Mordiendo su labio, se preguntó entonces si había sido de ayuda, o si en realidad había sido demasiado atrevido de su parte-
Calló sus pensamientos cuando la respuesta vino a él sin necesidad de pedirla.
ㅡE-ese día... -Abrazándose a sí mismo y evitando la mirada del mayor, el omega dijo: ㅡno tuve tiempo de agradecerte y ugh... gracias por llevarme a casa a salvo. -Terminando de decir, Youngjae alzó apenas su mirada, conectando esta con los orbes avellana que hasta el momento había notado que eran quizás... demasiado bonitos. Tragó grueso. ㅡY g-gracias... por la chaqueta, fue realmente de... ayuda.
Juyeon sonrió en grande cuando lo escuchó, provocando quizás que el rostro del omega se bañara en sorpresa, con sus mejillas sonrojadas llegando después.
Ah.
Tan bonito omega.
ㅡNo es nada, me alegro de que mi aroma haya sido de ayuda.
Su ego estaba besando los cielos, para qué mentir. Juyeon se sentía más que satisfecho saber que ese lindo omega que tanto le gustaba, -porque sí, le gustaba mucho Youngjae, pero obviamente este ignoraba cualquier tipo de contacto que el alfa quisiera tener con él, pero en fin-, había calmado el dolor de su celo con su aroma.
Oh, definitivamente lo hizo muy feliz, porque eso quería decir que el omega de Youngjae no lo rechazaba.
Ah, ya podrían casarse y tener muchos cachorritos bonitos. Tendrían tres niños y una niña, se llamarían Jungjae, Jungmin, Jungyeon y Haneul porque amaba ese nombre y porque sí, también tendrían una hermosa casa con un jardín enorme donde podrían tener a sus cachorritos jugando y siendo felices, tendrían un hámster al que le pondrían mejillitas porque a Jungjae le gustaría ese nombre y también un perrito llamado Manchitas porque sería de un solo color y definitivamente un gatito al que lo llamarían Fresitas porque obviamente haría honor al delicioso aroma de su omega y-
ㅡ Juyeon-ssi.
Ah.
El alfa tuvo que regresar a la realidad, esa donde el omega con el que tendría sus cuatro cachorros, a Mejilitas, Manchitas y Fresitas lo miraba con indiferencia, aunque bueno, en ese momento Youngjae tenía un indicio de un pequeño puchero.
Oh.
ㅡN-no sé cómo podría agradecerte. -Con demasiada pena, Youngjae suelta, realmente desconociendo algo que podría devolver el "favor" que el alfa hizo por él. Y no espera que con una bonita y geométrica sonrisa, Juyeon soltara:
ㅡ¿Te parece si vamos por unos helados?
Y oh, aunque quisiera, no pudo negarse.
ㅡOkay.
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