Capítulo 10: Lo que sea por ti. [S]
SOPHIE
Mi madre y yo nos encontramos en el espejo de cuerpo completo que está en el recibidor de la casa. Ambas analizamos desde todos los ángulos posibles nuestro outfit para finalmente girar y hacernos la gran pregunta.
— ¿Qué te parece?
Los ojos de mamá escanean mi vestimenta. Elegí una blusa blanca de mangas largas de escote cuadrado, una falda negra y unos tacones del mismo color. En accesorios elegí un collar de perlas, unos colgantes delicados y mi bolso Chanel negro que Stefan me regaló hace poco.
Pensaba hacerme una coleta, pero me gustan las ondas en las puntas de mi cabello.
Además, tardaría mucho.
— Te ves muy linda —me dice con una sonrisa, acercándose para colocar un mechón de mi cabello detrás de mi oreja— ¿Qué hay de mí? —se aleja dando una vuelta.
Mi madre lleva una camisa blanca dentro de unos pantalones de vestir gris cenizo. Son ajustados en la cintura y cadera, pero en la parte de las piernas se vuelven más ancho, en sus pies tacones no muy altos de color negro. De accesorios solo lleva su anillo matrimonial.
— También te ves linda —dictamino haciendo que se encoja de hombros con modestia— ¿A dónde vas? —pregunto.
— A una exposición de arte con Daniela —contesta girando para volverse a ver en el espejo.
— Qué te diviertas —digo dispuesta a alejarme para que no me pregunte lo mismo, pero me detengo al escucharla otra vez.
— ¿Has visto a Brooke?
Esa no era le pregunta que esperaba.
— Creo que salió —contesto volteando, extrañada— ¿Por?
— Luke quiere hablar con ella —me contesta utilizando su tono alegre de hace unos segundos, pero su expresión es distinta.
— ¿Sobre qué? —me cruzo de brazos.
— No tengo idea.
Me rio. Ella me mira con una ceja arqueada.
— Estás mintiendo —afirmo causando que me mire con indignación— Luke y tú se cuentan todo.
Mi madre entorna los ojos.
— Está bien. Si sé —confirma con pesadez— Pero no voy a decírtelo. Son cosas de ellos dos. Nosotras no tenemos nada que ver —vuelve a mirarse en el espejo para arreglar su cabello.
— Pero tú lo sabes... —señalo.
— Porque soy su esposa.
— Y yo su hijastra. Supongo que el titulo me sirve para algo, ¿no?
Mamá me mira con asombro.
— No te crie para ser una chismosa, Sophie Anne.
— Es un instinto de los seres humanos —bromeo, pero mi madre no vuelve a contestarme, sino que gira dispuesta a irse en dirección opuesta a mí— A menos que no quieras decirme porque... —hago una pausa, sorprendida— ¿Tiene que ver con Brandy?
La dramática madre de Brooke podría venir en busca de venganza en cualquier momento y eso no solo arruinaría la paz que tenemos, sino que sumaría más eventos traumáticos en la vida de mi pobre hermanastra.
— No tiene que ver con Brandy —voltea para verme con los ojos entrecerrados— Deja de chismosear y ve a donde sea que tengas que ir que seguro se te hace tarde —me regaña cruzándose de brazos.
Hace una pausa y me mira pensativa.
— ¿A dónde vas, por cierto? —cuestiona, elevando una ceja.
— Creo que tienes razón. Se me hace tarde.
— Sophie... —alarga con tono de madre.
Esto me pasa por no insistir.
— A tomar el té —sonrío forzadamente— Con mi abue.
Mamá hace una mueca.
— Oh... —hace una pausa—... diviértete —sonríe sin separar los labios.
Por estas razones no quiero compartir con mi madre que paso tiempo con mi abuela. Me desanima un poco que no demuestre interés, ni siquiera alegría por saber que voy a ir a visitarla.
— Nos vemos en la noche —dice antes de voltear y caminar en dirección opuesta a la mía.
Mi sonrisa se desvanece y dejo escapar un suspiro de decepción.
(...)
La suave brisa me acaricia la piel descubierta de las piernas. Hay algunos pájaros que escucho cantar en la lejanía.
— Hace unos días acordé con Samantha que me haría cargo de llevar a Austin a la escuela —me cuenta abue, rompiendo nuestro silencio de unos quince minutos en donde ella miraba la puerta de la casa— Lo dejó en casa de su primo Nicholas mientras ellos están fuera.
— Sí, lo sabía.
— Austin es un niño completamente encantador y... creativo —se ríe recordando algo— ¡Tenías que oír las cosas que me decía! —exclama sonriendo.
— Créeme, puedo imaginarlas —me río también.
Austin tiene una increíble imaginación y nunca tienes la misma conversación con él, tampoco alguna aburrida. Sus conclusiones, aunque infantiles, te dejan pensando. Es muy inteligente para ser un solo un niño.
— Me gustaría que todos mis nietos se acuerden de su abuela como Austin y tú —dice volviendo a poner la vista en la puerta.
Sé que lo dice por Liam y Ashton. Ellos la vieron solamente dos veces, la primera vez fue cuando nos presentaron oficialmente en su departamento de Nueva York y la segunda en el funeral del abuelo Jack.
Esto fue hace unos meses, desde entonces no han intentado si quiera enviarle unas flores de bienvenida o un mensaje de texto. Ni siquiera fingen que no les interesa relacionarse con ella.
No puedo hablar sobre el hermano de Skyler, pero sé que el mío no lo hace porque nuestra madre no lo aprueba y entonces, él se pone de su lado. Ashton tiene muchas virtudes buenas, pero a veces estas son opacadas por su defecto más grande: su resentimiento.
Un resentimiento que está fuera de lugar porque sea cual sea el problema entre mamá y abue, es entre ellas dos. Nosotros no tenemos nada que ver.
— Por cierto, ¿Dónde está Skyler? —habla otra vez colocando sus manos sobre sus piernas— Me envió un solo mensaje de texto desde la fiesta.
— Oh, ella... creo que tenía que ir a un asilo —abue me mira extrañada— Necesita créditos para la universidad —mi explicación desaparece su ceño fruncido.
— ¡Oh! Ella va a ir a Yale contigo, ¿cierto?
— A Columbia, de hecho.
— Ya veo... —alarga, pensativa.
Por más que me gustaría que Skyler vaya a Yale conmigo, mis deseos serían egoístas. La querría conmigo solo porque me asusta la idea de comenzar de cero con desconocidos. Con ella es sencillo porque ha pasado toda mi vida conmigo, conoce mis altos y bajos. Es mi mejor amiga.
Aun así, sería imposible que ella vaya a Yale. No solo porque no está interesada en la universidad, sino porque Thomas me asesinaría al saber que intento alejar a su mejor amiga de él.
— ¡Finalmente! —exclama sorprendiéndome.
Miro en la misma dirección que ella y me encuentro con una sorpresa desagradable.
— ¿Qué hace él aquí? —pregunto en un susurro.
— Creo que es buena idea que seas amiga de alguien de Yale y quizás, solo quizás, puedan ser algo más en el futuro.
Le miro como si acabara de insultarme.
— Abue, te recuerdo que tengo novio. Uno excelente, de hecho.
— A quién no me has presentado... —contesta volviendo a mirar al frente—... te recuerdo.
— Te lo presentaré cuando venga el próximo fin de semana —suelto sin pensarlo.
¿Quiero que abue conozca a Joe? Sí. ¿Debí hablarlo primero con Joe? Obviamente. ¿Esto tal vez sea un error? Absolutamente. Bueno... no lo sé con certeza. Mi abuela no es una como cualquier tierna abuelita que te encuentras en el supermercado, ella es... especial y exigente, si nos basamos en lo que mi madre siempre menciona cuando se queja.
Sé que, a pesar de su duro carácter, abue va a adorar a Joe de la misma forma que yo, una vez que lo conozca, claro.
El problema es el proceso de conocerse, eso es complicado y a veces tediosamente lento. Pero es imposible que le desagrade. Puede que Joe mantenga un semblante serio todo el tiempo, pero es el hombre más agradable del mundo y tiene un corazón bondadoso.
Y como tiene un corazón tan bondadoso, va a entenderme cuando le cuente que lo comprometí a conocer a mi temible abuela.
Abue me observa sorprendida con mis palabras. Una sonrisa comienza a plasmarse en sus labios de forma lenta.
— Bien, vendrán a cenar el próximo sábado —dice y dejo escapar un suspiro silencioso, aprovechando que sus ojos vuelven a Theo— Y Skyler va a presentarme a su novio también.
Joe va a entenderme, pero Skyler...
Ella va a matarme.
— Entonces al menos se su amiga —dice encogiéndose de hombros, volviendo a ver a su invitado— Theo es un gran chico.
Dejo escapar un suspiro con cara de querer morir.
— Creí que te caía bien —comenta dándome una mirada desconcertada.
Para mí las primeras impresiones son muy importantes y la de Theo De Loghrey demostró que no solo es un idiota, sino que carece de educación y respeto. No solo es muy bajo llevar a una chica para hacerlo en el baño de alguien más, sino que hacerlo en el cumpleaños del difunto dueño lo vuelve más irrespetuoso y corriente.
— Lamento que mi sonrisa te haya engañado, abue.
Ella me da una mirada que no sé cómo interpretar.
— Dale una oportunidad —me susurra— Te prometo que es un gran chico. Lo conozco bien.
Y se gira para saludar a su indeseable invitado.
— Theodoro, cariño —intercambian un abrazo corto de cortesía— Me alegra que hayas venido.
— No podría rechazar una invitación a tomar el té. Me alegra que existan personas con clase que aún las realicen —me mira y enfatiza su sonrisa falsa— Buenas tardes, Sophie.
— Buenas tardes —lo saludo distante.
Abue vuelve a hablar.
— Y por lo que veo los caballeros aún existen. ¿Qué tenemos aquí? —señala los ramos que trae consigo.
— Rosas para las anfitrionas. No pude resistirme —contesta encogiéndose de hombros. Arrogante— Permítanme llevarlas adentro para que las pongan en agua.
— ¡Oh, para nada! —exclama abue quitándole los ramos las flores de pétalos rojos— Tú eres mi invitado. Hazle compañía a Sophie. Volveré en unos minutos.
Y sin decir nada más, pero dándome una mirada de pórtate-bien, abue se aleja a paso lento con los ramos en cada mano.
Theo ocupa su lugar a dos asientos del mío y yo me mantengo mirando a nuestro alrededor, buscando algo en lo que poner mi atención mientras espero el regreso de mi abuela.
Viendo que yo no tengo intenciones de hablar, Theo carraspea.
— Espero que tus flores favoritas borren nuestro primer encuentro — dice haciendo que lo mire con una mueca de sorpresa. Theo se acomoda en su asiento, incomodo por mi mirada— No soy la persona que crees que soy.
Levanto un dedo.
— Primero, las rosas no son mis favoritas —explico— Segundo, para borrar tu trasero de mi mente tendrías que comprar una máquina del tiempo —levanto el segundo dedo— Tercero, aunque la tuvieras, no logarías quitar tal imagen de mi cerebro —agrego levantando el tercer dedo con una sonrisa forzada Créeme, tengo buena memoria. En especial para las cosas desagradables
Theo sonríe.
— ¿Piensas en mi trasero? —pregunta dándome una mirada burlona.
Una de las sirvientas se acerca con un carrito para traer en una bandeja las tazas, cucharas, teteras, deliciosos muffins, galletas y scones.
Como no puedo responder oralmente, dejo que mis ojos expresen lo que mis labios no pueden decir. Entorno los ojos y me dedico nuevamente a buscar algo que llame mi atención para evitar hacer contacto visual con el idiota de Theo.
Lo que me sorprende es volverlo a escuchar.
— Mira, Sophie —enfatiza mi nombre con un falso tono dulce antes de volver a hablarme con dureza— Honestamente, no me interesa que cosas puede recordar tu memoria o no.
La chica sirve el té en las tazas con cuidado, ignorando lo que está escuchando. Por mi parte le doy una mirada a Theo para que cierre la boca, pero no la nota, me ignora o tal vez mi mirada solo lo incentiva a continuar.
— Debo decir que me siento un poco ofendido al saber que mi trasero entra en la sección de cosas desagradables, pero no te culpo por ello —los ojos de la chica se abren un poco más de lo normal durante unos instantes, luego logra volver a recuperar la compostura— Tener dinero no es sinónimo de buen gusto.
Dejo escapar una risa seca.
— ¿Y sabes qué? No me perdones. No me interesa el perdón de una niña consentida que se cree mejor que todos —se encoje de hombros— Al diablo contigo, Sophie Broussard.
Me cruzo de brazos, indignada con la forma en la que me habla. Puedo sentir la sangre subir a mi rostro y me olvido de mis modales.
— No, al diablo contigo, Theo De Loghrey —entrecierro los ojos con desprecio.
Lamento que la pobre chica tenga que presenciar esto, pero Theo es un verdadero idiota.
Por la mirada para nada agradable de Theo deduzco que su respuesta iba a ser mucho menos placentera de escuchar. Sin embargo, su réplica no logra abandonar sus labios porque es interrumpido por la voz de mi abuela.
— ¿Ya se hicieron amigos?
Abue se detiene frente a nosotros, llevando ambas manos a sus caderas, nos sonríe en la espera de una respuesta.
— Los mejores —contesta Theo con una sonrisa convincente, estirándose para tomar un scon.
La respuesta de Theo parece ser suficiente para mi abuela porque tan pronto como nos dedica una mirada fugaz, deja de prestarnos atención. Se acerca para pedirle algo más a la pobre chica que presenció nuestro altercado y ambos aprovechamos para borrar nuestras sonrisas falsas.
(...)
La reunión para tomar el té duró más de lo que me hubiera gustado. La tarde se basó en escuchar a mi abuela contar anécdotas de Theo. Las bromas que le hacía a su padre en la oficina. Las veces que se escondía debajo de la mesa de reunión para poder escuchar de qué hablaban y cómo lo descubrían los socios cuando soltaba una risa o cuando sus zapatos chocaban con él. A veces hacía bromas en su casa y le echaba la culpa a su hermano menor, Nathaniel, a quién no tuve el placer de conocer porque tenía otro compromiso.
Mientras los escuchaba reír y terminar la oración del otro, me costaba cada vez más sonreír y escuchar sus relatos. Los celos me inundaban y con ellos el deseo de que todo hubiera sido diferente en mi familia.
Un deseo que recurre a mí con facilidad, pero me resulta imposible de hacer realidad.
Al llegar a casa, mi madre ya volvió de la exposición de arte y se encontraba viendo una película animada con Luke y Melanie, la hija de él. Los contemplo en silencio porque no tengo ánimos de hablar con mi mamá.
Siento una pizca de resentimiento por haberme privado de tener anécdotas qué contar con mi abuela y tan pronto como reconozco el sentimiento, muevo mi cabeza, esperando que de esa forma se aleje.
Me enderezo reconociendo que es injusto que enojarme con mi madre. Ella tomó su decisión de mantener a mi abuela lejos de su vida y no puedo juzgarla por eso. Sé que a veces la llamo dramática por quejarse, pero es porque lo es. A lo que me refiero es que no puedo juzgarla fuertemente, como lo acabo de hacer en un momento de ceguera por los celos.
Yo sí quiero que mi abuela sea parte de mi vida y sé que pronto tendremos anécdotas que contar.
Me alejo sin hacer ningún sonido que pueda advertirlos de mi presencia. Al estar arriba, pensé en llamar a la puerta de Brooke para que podamos hablar y también quejarme con ella sobre Theo, pero por debajo pude ver que las luces están apagadas, así que solo me fui a mi habitación.
Una vez que me doy una ducha y me pongo ropa más cómoda, me siento en la ventana mientras espero que Joe responda mi llamada. Puedo ver el auto negro de Brooke estacionarse y en el momento que sale, y nota que la estoy viendo, levanta una mano para saludarme.
En ese momento, Joe contesta.
— Lo siento. Estaba comprando un café.
— ¿Café a esta hora? —miro el reloj que tengo en la pared para asegurarme que mi pregunta era correcta— Es casi hora de cenar.
— Hoy mi cena tendrá que esperar —me contesta y suelta un suspiro— Perdí una apuesta y ahora tengo que hacerme cargo del papeleo de tu padre.
Paso las manos por mi cabello, mordiéndome los labios.
— No sé si decirte cuánto siento que hayas perdido o reírme —confieso divertida.
— Puedes reírte —antes de que él lo dijera, yo ya estaba riendo— Me gusta escucharte reír, así que no es ninguna ofensa.
Aquello me hace sonreír.
— ¿Cómo te fue con tu abuela hoy?
Su pregunta me hace dejar de sonreír. Cierro los ojos ante el recuerdo de la promesa estúpida que le hice a mi abuela en un momento de impulsividad.
— ¿No estás ocupado? No quiero interrumpirte...
— Tengo algo de tiempo —contesta— Tu padre está en una reunión y debe darme la caja de papeleo que siempre ignora en un rincón de su oficina —se ríe.
Intento buscar una excusa para evitar contarle, pero no se me ocurre ninguna y entonces entiendo que mi propio cerebro está advirtiéndome que es mejor contárselo ya. Es mejor que lo sepa así se prepara mentalmente para conocer a mi abue.
Suspiro.
— Hice algo malo...
Joe hace silencio durante unos segundos y lo imagino frunciendo el ceño.
— En la escala del uno al mejor-no-quieres-saberlo, ¿De cuánto estamos hablando?
— Estamos hablando de probablemente-me-termines-conmigo.
— Oh... —murmura pensativo— ¿Qué hiciste para que pasemos a esa escala?
Tanteo los dedos sobre el vidrio de la ventana.
— Sin querer... —hago una pausa—... sugerí que asistirías a una cena con mi abuela.
— ¿Lo sugeriste?
— Bueno, lo afirmé.
Joe se queda en silencio y me preocupo.
— ¿Vas a terminar conmigo? —bromeo esperando que diga algo.
— Solo estoy pensando, ¿Qué habré hecho para que me sentenciaras a una cena con tu abuela?
Aprieto los labios.
— Tampoco exageres —digo entrecerrando los ojos, como si pudiera verme.
— Tu abuela va a odiarme.
— No va a odiarte —entorno los ojos.
— Ni siquiera Skyler le ha presentado a Eithan por esa misma razón —señala recordándome que no solo lo comprometí a él.
— Sobre eso... —suelto una risa nerviosa—... sin querer comprometí a Skyler y a Eithan también.
Le voy a contar a Skyler eso por llamada, ni de chiste se lo voy a decir cara a cara porque entonces va a tener la posibilidad de golpearme y aprecio mucho mi rostro para dejar que eso suceda.
— Oh.
— Lo sé —paso una mano por mi cabello— Así que me ayudaría mucho saber que al menos tú asistirás. Por favor, hazlo.
— Lo haré —contesta y recuesto mi espalda contra la pared, aliviada— Pero va a odiarme.
— No va a odiarte —repito seguro de ello— Va a amarte.
Joe suspira.
— Si tú lo dices.
— Gracias por hacer esto —le digo con una sonrisa.
Sé cuánto significa esto para él y sé que lo hace por mí. Cualquiera rechazaría la invitación.
— Lo que sea por ti —contesta haciéndome sonreír aún más.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
¿Qué piensan de Theo? ¿De Sarah? ¿Creen que Skyler mate a Sophie por comprometerla?
Pequeño spoiler: Creo que Sophie sentenció a Theo muy rápido. Tienen bastante en común y pueden llegar a llevarse muy bien.
Falta el capítulo de Brooke...
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