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final

Hyunjin empacaba sus cosas, sus manos temblaban y se mantenían completamente frías, su pecho subía y bajaba constantemente, aún cuando se intentaba tranquilizar a sí mismo.

—¿Hyunjin? — la mujer entró a la habitación del menor, mirando extrañada sus ropas tiradas sobre su cama —, ¿Por qué esas maletas?

—Debo ir a Gimpo — respondió sin rodeos, guardando la mayoría de sus pertenencias que consideraba importantes.

—¿Irás con nosotros?

Hyunjin negó antes de abrazar fuertemente a su madre, sintiéndose confortado de aquella forma.

—Me han pedido cumplir con una tarea, saben que soy originario de allá, así que me necesitan.

El rubio se separó no sin antes darle un beso en la frente a la mujer, Misuk por su parte seguía algo aturdida por la acción repentina.

—¿Puedes contarme más de tu trabajo en Gimpo?, Claro, sí tú quieres.

El rubio indicó con su mano que tomara asiento en su cama, que se acomodara para hablarle de lo que había pasado las últimas horas.

—El Profesor Mitchell, quien me ha ayudado muchísimo en mi trabajo, recibió con sus compañeros el reporte de un cuerpo celestial no identificado iluminando las afueras de Gimpo — explicó aún guardando sus ropas en la gran valija —. ¿Sabías que crearon leyendas de la Ciudad Perdida?, Ni siquiera sabía que le llamaban así.

—Sí bueno, le han llamado así desde hace algunos años, los turistas crearon muchas tontas leyendas — el rubio asintió dándole toda la razón —. Lo de la estrella parece que lo escuché, en realidad Jongseong era quien se escapaba en su bicicleta a la ciudad, tu padre a veces iba, pero yo no, sabes que te hubiera contado.

—Lo sé — Misuk vio a su hijo parecer dificultarse con la acción de cerrar la valija, se levantó para ayudarlo —. En fin, te decía que el Profesor Mitchell me pidió ayuda para ponerle un nombre a la estrella, ¿Sabes?, Era raro para mí, desde que entré... Gracias — después de unos intentos lograron cerrar el empaque —; desde que entré había recibido unos comentarios algo hirientes por ser coreano, así que no me esperé jamás que pidieran mi ayuda para algo así.

» El Profesor Mitchell insistió que era porque era mi ciudad natal, así que debía ayudarlo a elegir un nombre para la estrella.

—¿Ah si? — Hyunjin asintió ahora acomodando la vestimenta que no se llevaría dentro de su armario —, ¿Qué nombre propusiste?

El rubio sonrió en su totalidad, sintiendo una corriente de orgullo recorriendo su pecho.

—La primera vez que se vio a la estrella fue el día 8 de Febrero del 2007, ¿No te parece raro?

Misuk se sentó en la cama una vez más, tras cubrir su boca con sus manos en señal de sorpresa, ganándose una risita de parte del menor.

—¿Hablas en serio?

—Sí, completamente — el joven adulto se sentó a un lado de su madre bajando la mirada —. Ese día Jeongin hubiera cumplido ocho años. Es sorprendente, ¿No crees?

Yoon lo miró con ternura, asintiendo a la par que tomaba al contrario del mentón para cruzar sus miradas.

—Haz pedido que la estrella se llame cómo él, ¿No es así, Hyunnie?

Aún cuando quiso bajar la cabeza, no puedo por el soporte con la mayor. Hyunjin susurró un leve "sí" sintiéndose algo avergonzado por la confesión.

—Recuerdo que a él le molestaba cuando hablaba de estrellas y no entendía, incluso parecía molestarse cuando le decía que mi estrella favorita era Fomalhaut — rió con nostalgia, viendo sus vagos recuerdos pasar por su mente —. Hasta que un día, en nuestra casa, le confesé que él era mi estrella favorita.

Ambos miraron la luz de la luna colarse por la ventana, iluminando hasta el rincón más oscuro de la habitación.

—Jamás mentí, mamá — Misuk tomó su mano con delicadeza, intentando transmitir con ella paz y tranquilidad —. Jeongin es y seguirá siendo mi estrella favorita.

Su llanto comenzó a hacerse presente, haciendo que la mujer lo acurrucara contra su cuerpo, tarareaba una canción contra su oído. Recreando las noches de hace dieciséis años y las veces que un pequeño Hyunjin lloraba envuelto en su aura maternal.

—Bien, cielo, debo ir a preparar la cena — susurró bajito, como si de un secreto entre ambos se tratase —. Cualquier cosa estaré en la cocina, igualmente cuando llegue Dongyul, encárgate de que se entere que mañana te vas.

—Sí, no te preocupes, yo me encargaré de ello.

La fémina le dedicó una bonita sonrisa antes de separarse de él, dispuesta a salir de la habitación de su hijo e ir a preparar la cena.

—Mamá antes que te vayas — el rubio detuvo su paso sosteniendo suavemente su brazo.

—¿Sí, Jinnie?

Carraspeó la garganta antes de hablar :—Sé que nos encontraremos en Gimpo, así que quería hacerte la pregunta.

—Dime, Hyun.

—Quería saber si puedo llevar a Jongseong conmigo.

Yoon lo miró con ojos amorosos, cambiando su agarre ahora para acariciar los nudillos del menor.

—Iré a avisarle que aliste sus valijas.

Hyunjin sonrió satisfecho, vió como su madre salía de la recámara totalmente feliz. Todo parecía seguir sonriéndole.

El silencio en el auto era realmente tortuoso, ambos Hwang se mantenían callados, culpando al cansancio de ello. El viaje de Washington D.C. a Incheon había sido completamente agotador.

Finalmente después de 15 horas de vuelo, se encontraban recorriendo una de las carreteras dispuestos a llegar a la parte escondida de Gimpo.

Hyunjin miraba de vez en cuando a Jongseong, que se mantenía en total silencio con sus airpods en un volumen considerable.

El rubio miró el peluche sentado en medio del parabrisas, entrecerró sus ojos sin saber que hacer, volviendo a la realidad en cuestión de segundos, pues no quería provocar un accidente y envolver a su hermano en él, menos en el automóvil que era prestado por uno de los amigos de su padre.

Carraspeó la garganta, llamando la atención del adolescente a su lado. Jongseong se incorporó en su asiento sacando sus airpods para escuchar dispuesto a su hermano mayor.

—He notado que te gusta mucho venir a Gimpo, ¿No es así?

El menor asintió mirando por la ventana, evitando a toda costa los ojos oscuros ajenos.

—Un poco, no le prestes tanta atención al tonto de Sunghoon.

Hyunjin asintió volviendo su vista a la carretera, miró de soslayo al juguete, pidiéndole ayuda, como si fuera capaz de eliminar el ambiente tenso del auto.

—No creo que Sunghoon sea tonto — admitió seguro de sus palabras —. Es aceptable que te guste mucho venir, cuando era pequeño adoraba mucho los paseos con papá.

Jongseong pareció pensar su respuesta, soltó un suspiro largo, llamando la atención del rubio.

—A papá no le gusta que mencione lo que hacemos en Gimpo frente a ti, yo creo que es inútil pero él cree que te terminará afectando — murmuró con un toque de ira en su voz, sintiendo a su hermano inquieto en su lugar.

—Papá no lo hace con mala intención, Jongseong — explicó, cuidando sus palabras correctamente —, pero igual creo que también exagera, me importa lo que hagas.

—No es necesario que mientas, Hyunjin — escupió el castaño a su lado, encogiéndose de nuevo en su asiento —. Mejor sigue con tus cosas, como yo con las mías.

El rubio palideció, para después terminar negando con la cabeza y con una sonrisa socarrona en su rostro.

—¿De qué tanto te ríes?

—De lo insoportable que era con nuestros padres cuando tenía 16 — murmuró entre risas, pensando en sus recuerdos vagos.

—¡Yo tengo 16!

—Lo sé — tomó aire antes de hablar otra vez —. Mira Jongseong, entiendo que no haya estado presente mucho tiempo en tu vida, pero sí pedí a mamá que vinieras conmigo, es porque de verdad lo quería, necesitaba al menos tener unos días contigo y pasarlo como hermanos.

Se quedó callado cuando el chico a su lado volvía a sus airpods, largó un suspiro al ver lo difícil que sería lograr hablar con su hermano menor.

—Siempre creí que me odiabas — el rubio bajó un poco la ventanilla de su lado, dando paso al aire fresco de la madrugada al auto —, no recuerdo mucho de cuando éramos pequeños, pero sí tengo muy marcadas las veces que jugábamos juntos, cuando te dabas tiempo de pasar tiempo conmigo.

» Yo era demasiado feliz estando contigo, te admiraba mucho desde que era pequeño, hasta que sentí la vez que te alejaste de mí, cuando papá mencionó hacer un viaje familiar cada año a Gimpo, tú te negaste y pareciste odiarme cuando yo mencioné que sí quería.

—Y-Yo — Hyunjin tragó duro, percatándose de la voz entrecortada del menor —. Lo lamento tanto, Jongseong.

El castaño se encogió de hombros :—Cuando te sentía arisco conmigo, me pregunté muchas veces que era lo que había hecho mal para que me odiaras, las veces que intentaba acercarme a ti simplemente te dabas media vuelta y te ibas, por eso mismo decidí no volver a molestarte conmigo y mi presencia.

De forma inesperada, el auto dejo de lado su aire incómodo, transformándose en una aura triste con un poco de tensión liberada.

—Me pareció sorprendente que quisieras que viniera contigo, siempre creí que harías tus viajes solo, cómo estabas acostumbrado a hacerlo.

Jongseong lo miraba esperando una respuesta, sintiéndose un poco más en confianza, aún cuando el rostro de su mayor se viera igual de recto que de costumbre.

—En un principio iba a ser así — chasqueó la lengua algo disgustado —. Pero después de pensarlo mucho, creí que lo mejor sería que vinieras conmigo, después de lo que dijo Hoon no creo que exista mejor guía que me muestre La Ciudad Perdida, cómo tú.

El castaño gimió avergonzado :—¡Él es un tonto!

Ambos ríeron a la par, aligerando un poco más la situación a la que se presentaban. Con una sensación de calidez posarse en sus pechos.

—Gracias por traerme, Hyun — los dos sonrieron de manera tímida —. Ahora entiendo por qué todos te adoran.

—¿Uh?, ¿A qué te refieres?

Jongseong mordió su labio inferior con el nerviosismo instalándose en su ser, pensando en las miles de formas para escapar de la intensa mirada marrón.

—¿Jongseong?

—¡Voy a saltar del auto!

Los dos callaron al instante tras el grito del menor, Hyunjin frenando de tope, alterado por completo.

—¿Qué harás qué?, ¡¿Estás loco?!, Mamá me matará sí se entera que lo haces.

—¡No! — alzó la voz una vez más, mirando a su hermano mayor, totalmente asustado —. Q-Quiero decir que... Dios, soy patético.

Hyunjin sonrió dulcemente, atrayendo a su hermano contra su cuerpo.

—No eres patético, Seong — susurró, acariciando con suavidad los cabellos del menor, justo como su mamá cuando lo consolaba por las noches hace años —. No entiendo qué sucede dentro de tu cabecita, pero sí me lo permites, quisiera saberlo para poder entenderte mejor.

Calló al instante cuando escuchó un llanto silencioso por parte del adolescente, atrayéndolo más hacia su cuerpo y poder ser una fuente de confort para él.

—Todos están orgullosos de ti — Hyunjin siguió con su trabajo, aún con la sorpresa que le había tomado las palabras del chico —. Papá muchas veces ha dicho lo mismo de mí, pero mírame, en dos años comenzaré la universidad, cuando tú la empezaste justo a mi edad. No puedo ser ni la mitad de bueno de lo que eres tú.

El joven adulto asintió comprendiendo, apoyó su cabeza encima de la contraria, creando un mejor ambiente en el vehículo.

—No tienes que ser la mitad de bueno de lo que crees que soy — Jongseong limpió sus lágrimas rebeldes de sus mejillas, asintiendo tristemente —. Tienes que ser mejor que yo.

—No puedo — habló entre hipidos, sintiendo la molestia en su pecho por no poderse abrir como quisiera —. Jamás lograré poner orgullosos a mis padres de la misma forma que tú lo haces, ¿De verdad crees que podré ser mejor que tú?, Mírate a ti a mi edad y ahora mírame a mí, es ridículo hasta compararnos.

Hyunjin soltó varias risitas, nervioso :—Cada persona a su ritmo, Jongseong, para tener tu edad vas muy bien, por ahí escuché que tienes calificaciones casi perfectas, así que no te preocupes mucho en no ser un orgullo para nuestros padres, porque de verdad lo eres.

—Eres un astrónomo muy importante para la NASA, Hyunjin, es imposible no tener orgullo de alguien como tú — contraatacó el menor, alejándose por completo de su hermano —. En cambio, yo no soy nada a comparación tuya.

El mayor chasqueó la lengua con desaprobación :—Se te olvida el pequeño detalle que apenas terminé la universidad, nadie quería contratarme, no sabía si era por el hecho de ser asiático o ser apenas un principiante — su vista volvió a la carretera solitaria, ya iluminada por el esplendor de la luna y los faroles de luz —. Y aún sin tener trabajo, aún si fuera un fracaso en mi carrera, no podría dejar de ver los ojos amorosos que me dedicaban papá y mamá. Porque aunque fuera un completo fracasado, era el mejor fracasado para ellos.

—Hyun...

—Sé que tienes mucho potencial para lograr lo que sea que desees, Seong, pero no sigas comparándote ni conmigo ni con nadie, porque eso mismo te hará tropezarte mil veces en tu propio camino, y eso no será más que culpa tuya.

El auto quedó en completo silencio, al cabo de unos minutos solo podía escucharse el motor encendiéndose antes de retomar su camino por la carretera.

—Gracias por confiar en mí, Hyunjin — murmuró el castaño, observando de mejor forma el paisaje que mostraba la fresca madrugada sobre la ciudad —. Yo también estoy orgulloso de ti.

—Yo de ti, Jongseong, no lo dudes nunca.

El menor viajó su mirada por todo el auto hasta dar con la imagen de su hermano, que sonreía fugazmente y con sus ojos brillosos. Pareció morderse la lengua al no saber que hacer o decir, podía asegurar que aún habían muchas dudas que tenía sobre él, pero tampoco quería abusar de su propósito para llevarse mejor, pero y si...

—Hyun — ya era demasiado tarde para arrepentirse —. Creo que tienes razón, los profesores nunca se cansan de repetirme que soy un buen alumno, al punto que algunos compañeros se quejan de mí, incluso de mi excelente hermano.

El rubio lo miró de soslayo, enarcando la ceja con asombro.

—¿Y qué les respondes tú?

Jongseong sonrió para sus adentros, inflando su pecho con orgullo.

—No les digo nada, sólo los dejo pasar — aceptó, recibiendo un asentimiento como respuesta —. Pero yo también estaría celoso del tipo que comparte lazos familiares con un astrónomo de tu talla, no cualquiera es llamado para nombrar a la estrella perdida de Gimpo.

Hyunjin volvió a parar el auto, con su rostro asombrado y algunas lágrimas amenazando con salir, miró a su hermano fijamente, que se encogía de hombros nervioso.

—Tú...— tragó duro antes de volver su vista al frente —, Tú nos escuchaste, ¿C-Cierto?

El castaño mordió su labio inferior fuertemente, a la par que asentía frenético.

—Lo hice, pero fue sin querer, ¡Lo juro! — se exaltó cuando el automóvil se puso en marcha una vez más en aquella madrugada —. Sé que es un tema difícil para ti, Hyun, pero yo de verdad quiero saber del por qué le pusiste así a la estrella.

El rostro de Hyunjin se encontraba empapado por sus mejillas, aún con su llanto intensificándose y la luna iluminando el regreso a casa.

—Creí que era obvio, Seong — murmuró sin ver a su hermano, más bien, fijándose en el peluche que llevaba consigo —. Igual acomódate que te contaré la historia de mi estrella favorita: Jeongin.

El cielo se encontraba en una especie de oscuridad agradable, las habitaciones se encontraban iluminadas en su mayoría, aún cuando las luces estuvieran completamente apagadas.

Hyunjin revisó que su hermano se encontrara descansando, dejó un suave beso en su frente antes de salir de la habitación que el adolescente había declarado como suya. Llegó a la sala de estar, aún percatándose que la luz no parecía irse en ningún momento.

Abrochó su abrigo y enrolló una bufanda alrededor de su cuello, dispuesto a salir a pesar de que fuera una hora alta de la madrugada. Salió de la casa donde su padre y hermano se hospedaban siempre que iban ahí.

Aún con su cuerpo exigiéndole descansar, no podía quedarse a hacerlo, menos cuando después de la charla con su hermano menor, en donde ese mismo le había hablado de la existencia de un monumento especial de la ciudad.

Metió sus manos en los bolsillos de su abrigo, había decidido caminar hacia donde su hermano aseguraba que estaba el monumento. Sintió sus manos congelarse con el tiempo, sus pies realmente pesados, reconsiderando sí era buena hora para saciar su curiosidad.

Conforme daba pasos largos, podía observar varias casas que en su defecto había visto hace años atrás, cuando aún era un niño feliz que corría en busca de encontrar más estrellas iluminando la ciudad apagada.

"Es el niño perdido, Hyun, estás hablando del niño perdido".

Como sí de magia se tratase, sus manos comenzaron a sudar desesperadamente, sus pies se sentían más livianos, y él parecía haber sido recargado de toda energía apenas llegó al lugar.

"El monumento se encuentra en medio de la ciudad, punto donde la nueva estrella deja caer todo su esplendor"

Sintió sus ojos llenarse de lágrimas al verlo frente a él, la imagen que había aparecido durante tanto tiempo en sus sueños, estaba frente a él.

Sintiéndose como un niño emocionado por ver a su personaje favorito, corrió hacia él, con sus pasos livianos, con una misma dirección en vista.

La imagen del niño frente a él era inconfundible, el cuerpecito del que un día fue su mejor amigo, estaba plasmado en medio de ese espacio de la ciudad, sostenía una figura de estrella en su mano, simulando que jugaba con ella.

Sus manos tocaron con delicadeza la carita de la estatua, con su corazón queriendo salirse de su pecho y sus lágrimas mojando su rostro por completo.

—Eres hermoso — susurró, uniendo su frente al material frío del monumento —. Incluso ahora sigues siendo la estrella más bonita del universo, ¿Eh?

Soltó varias risitas antes de alejarse, se hincó con sus rodillas tocando la rasposa piedra que rodeaba por debajo de la estatua.

—El lugar donde los perdidos encuentran el regreso a su hogar — leyó detenidamente el marco pegado a la piedra —. Estrellita Perdida. En memoria a Yang Jeongin 1999-2006.

Alzó la mirada, con la luz de la estrella golpeando su rostro y el aire frío jugando con sus cabellos.

—Lograste encontrarme, ¿No es así? — rió tristemente, mordió su labio inferior con fuerza evitando soltar un sollozo —. Eres bueno con tu misión, Innie, estás encontrando a cualquier alma perdida.

Recargó su cabeza sobre la piedra, intentando tranquilizarse y detener su llanto.

—Jamás pensé que el perdido iba a ser yo — murmuró, como si hubiera alguna alma vagando ahí que lo escuchara —. Siempre creí que te habías perdido, que me habías abandonado, pero jamás fue así. Buscaste muchas maneras para hacerme ver qué yo era el único que no encontraba su hogar en el universo, y que tú siempre ibas a ayudarme a volver a casa.

Su llanto se intensificó, permitiéndose llorar todo lo que se había guardado desde la plática con su hermano menor.

—Perdóname — soltó escondiendo su rostro entre sus brazos —. Por intentar mantenernos vivos a los dos, por no dejarte ir en paz y por ser egoísta al pedir que volvieras. Cuando estabas viviendo muy bien — sollozó una vez más, con la mirada fija en la estatua detallando el bonito rostro del niño —. No puedo volver a quejarme después de verte ahora, el anochecer es bonito porque ahí vives tú, mi estrellita.

Las palabras se ahogaban en su garganta, incapaz de decir todo lo que guardaba en lo más profundo de su ser, como si de un momento a otro no fuera más que una máquina de llanto.

—Nunca creí ver a un astrónomo perdido — el rubio alzó la mirada, encontrándose con el perfil de un chico a lo lejos —. Lo hiciste otra vez, Estrellita.

Hyunjin quedó en silencio, escuchando como los pasos se acercaban poco a poco a él. Quería sentir miedo, pero por más que intentaba no podía, por el contrario se sentía más relajado.

—¿Q-Quién eres tú? — susurró con nerviosismo, con sus manos temblando aún aferradas al soporte rocoso.

Sus ojos se iluminaron al ver la figura acercándose, el hombre le sonreía con dulzura y mantenía su mirada brillosa.

—Cuando Jongseong me decía que volverías pronto, no creí que esta vez fuera cierto — con pasos suaves se acercó a él, hincándose a un lado de él —. Es bueno volver a verte, Hyunnie.

El rubio se lanzó a los brazos del mayor, sintiéndose por primera vez en casa en brazos ajenos que no fueran de sus padres. Sus ojos parecían no querer detenerse en sus lágrimas, por el contrario, lloraba más fuerte aún contra el otro hombro.

—Minho.

Ambos se quedaron en silencio, con solo sus sollozos acompañándolos en tan esperado reencuentro. Hyunjin se sentía como aquel niño pequeño, cuando Minho le abrazaba fuertemente los días tan duros que dejaron la búsqueda de Jeongin, juntando los pedazos de su corazón para reconstruirlo.

Ahora mismo se sentía así, como si con aquel abrazo, el mayor estuviera curando cada herida que había sufrido desde el fondo de su ser.

—T-Tenía mucho miedo de volver — susurró contra el oído contrario, aferrándose a aquel cuerpo como si de un momento a otro pudieran arrancarlo de sus brazos.

—SeunHee decía que todos los perdidos encontrarían su hogar aquí — habló Minho, sin ninguna intención de soltarlo —. Cuando era más pequeño creía que era una mentira, que sólo buscaba ser optimista, pero ahora que te veo aquí conmigo, me doy cuenta que era cierto.

El rubio se separó del más alto, esta vez para admirarlo de mejor forma. Su alma parecía la misma que la de hace dieciséis años, su rostro solo había cambiado a uno más maduro, más atractivo para ser específico. El lunar posicionado en su nariz de botón seguía intacto, su cuerpo era más fuerte, haciéndolo pensar que quizá llevaba mucho haciendo ejercicio. También el agarre en su cintura lo podía confirmar, su cabello a diferencia de hace años, ahora era de un color negro, demasiado oscuro haciendo armonía con sus ojos suaves.

—Lamento haberme tardado tanto — Minho le dedicó una sonrisa, acariciándole la mejilla con su pulgar —. Ni siquiera yo sabía que estaba perdido.

—Lo importante es que estás aquí, Hyun — ambos miraron la luz que parecía intensificarse más y más —. Sigue siendo igual de lindo que siempre, ¿No crees?

—Siempre será el más lindo de todos.

Para entonces, ambos se encontraban más calmados, dejando de lado sus sollozos, ahora solo mirando a la bonita estrella que los retenía bajo su hermoso esplendor.

—¿Felix y Seungmin siguen aquí?

Minho le miró, con una sonrisa entusiasta y mostrando su felicidad con ella.

—Felix se encuentra trabajando en una pastelería, su padre le ayudó a fundarla y es la más visitada en la ciudad, ahí conoció a Changbin, su actual pareja — rió al ver la expresión sorprendida de Hyunjin, prosiguiendo —. Mientras que Seungmin, pues...

—¿Qué pasó con él?— preguntó Hyunjin preocupado, al ver la mueca hecha por su mayor, como si algo malo pasara

Contrario a lo que pensó, Minho se echó a reír :—¿Puedes creer que es pareja de Chan?

El menor abrió los ojos con sorpresa :—¿En verdad?

El pelinegro asintió aún riendo :—¡Sí!, Recuerdo que Seungmin siempre fue el favorito de mi hermano, pero no creí que llegaría al punto de ser pareja, claro, formalizaron cuando Seungmin tuvo su primera exposición de fotografía, ya que ahí consiguió trabajo como fotógrafo de varias revistas importantes y un buen reconocimiento.

Hyunjin estaba realmente sorprendido, al igual que sentía un fuerte sentimiento de orgullo dentro de él, sus amigos al igual que él habían logrado salir adelante.

—¿Qué me dices de ti?, ¿Que tal te está yendo, Minho?

Minho se encogió de hombros, jugando con sus dedos y en pequeñas ocasiones miraba al rubio de su lado.

—Bien, SeunHee me ha apoyado muchísimo con mi carrera — lo miró atentamente, derrochando dulzura con el gesto —. Desde que mis padres murieron, Chan y yo fuimos apadrinados por los Yang, así que con ayuda de SeunHee, Jieun y Wonnie logré publicar mi primer libro, el cuál ha sido algo famoso en la ciudad.

La mirada marrón de Hyunjin brilló, observándolo con admiración y una pizca de tristeza.

—No sabía que tus padres habían muerto, lo lamento tanto — bajó la cabeza avergonzado —. Por otro lado, me alegro muchísimo que te vaya bien, de verdad que lo mereces.

—No te preocupes, lo entiendo por todo el tiempo que estuviste fuera de Corea — Hyunjin se acercó más al cuerpo contrario, dispuesto a demostrarle su apoyo como hizo momentos atrás con su hermano —. Muchas gracias Hyun, la verdad también me pone muy feliz que hayas triunfado como lo haz hecho, te mereces muchísimo ese trabajo, eres todo un astrónomo reconocido.

Las mejillas del menor se pintaron de un leve color carmesí, halagado solo se limitó a reír.

—Estoy muy agradecido, la verdad, el cariño y apoyo de mis padres, junto con el de Jongseong, me ayudaron incluso cuando sentía que no podía más.

El rubio se dejó hacer cuando Minho posó su cabeza en su pecho, sintiéndose cálido con el simple acto físico de ambos.

—Te entiendo, me pasó igual, SeunHee y Jieun nos apoyaron demasiado a Chan y a mí, todo lo que soy se lo debo a ellos, incluso a Wonnie, él también me dio muchas fuerzas cuando simplemente quería tirar la toalla.

Hyunjin enarcó la ceja, entre confundido y feliz por su amigo.

—¿Wonnie? — se permitió preguntarle, después de tantos rodeos al diminutivo.

—Jungwon. El hijo menor de los Yang — reforzó Minho, ganándose un suspiro por parte del chico —. Cuando te fuiste, al igual que tu madre, Jieun estaba embarazada. Creí que lo recordabas.

—Lo recuerdo — afirmó, bajó la cabeza para encontrarse con el mayor cerrando sus ojos, algo cansado.

—Me parece extraño que no supieras la existencia de Won, y menos sabiendo que es pareja de tu hermano.

Hyunjin se levantó del reposo de la roca, con la noticia inesperada que acababa de recibir.

—¿Qué Jongseong, qué?— preguntó alarmado, provocando que Minho riera —, ¡No te rías!, ¡Esto es serio!

El pelinegro calló al segundo, esta vez permitiéndose mirar con mayor concentración al rubio del que se estaba recargando.

—¿Es en serio, Hyun?, ¿Jongseong no te contó que era novio de Jungwon? — el rubio negó seriamente —. Wow, cuando le pregunté sí ya sabías, él me dijo que te había dicho.

—Vaya que lindo adolescente traje conmigo — expresó con un falso tono de enojo —. De seguro fue idea de papá, él no le permitió a Seong que dijera nada de lo que hacían cuando visitaban la ciudad.

El pelinegro hizo una mueca, mostrando su desaprobación con el hombre, que bien había sido una gran fuente de su inspiración, no creía que estaba actuando correctamente con sus hijos.

—Tiene sentido.

—Igual me alegro por ellos — susurró Hyunjin, en un tono bajo, solo audible para ellos dos —. Merecen ser felices después de todo.

—Tú también lo mereces, Hyunjin.

El rubio quedó en silencio, contemplando el perfil del mayor, siendo iluminado por la luz de la Luna, como si aquello fuera una señal para mostrar a cualquiera que su Minho era realmente etéreo.

—Me enteré lo de tu mamá hace poco.

Hyunjin evadió la mirada del mayor una vez que este se girara para encontrarse con el rostro afligido del rubio.

—Fue algo fuerte — murmuró Hyunjin, cerró sus ojos con fuerza recordando las palabras de su psicóloga, el recuerdo de su madre iba a ser más ligero entre más pudiera hablar sobre ella —. Papá no sabía que hacer, desapareció días después de lo de Jeongin y por eso algunas personas inventaron que ella tuvo algo que ver, cuando no.

Minho le apoyó su relato dejando descansar su brazo en el hombro adversario, transportando con aquel gesto comprensión y apoyo.

—Me hubiera gustado verla una vez más, decirle que la amaba con todo mi ser aún cuando nunca entendió mis pedidos de ayuda — se encogió de hombros, intentando restar el peso que se cargaba en su espalda al recordar todo aquello —. Yo de verdad la quería, por más que no haya hecho nada por ayudarme, nunca mereció lo que ese desgraciado le hizo.

Hyunjin alzó la mirada, viendo al pelinegro frente a él, sereno y esperando que prosiguiera. Hyunjin nunca quiso hablar con Misuk acerca de su verdadera madre, no era porque no le tuviera confianza, sino que sabía que para ninguno de los dos resultaría cómodo.

—Ahora tienes dos bonitas estrellas que cuidan de ti desde el cielo, Hyunnie.

Hyunjin resopló, tomándose el tiempo para seguir hablando y que sus sollozos no lo lograran interrumpir de nuevo.

—Lo sé, pero al menos me hubiera gustado pasar más tiempo con los dos, Mamá Luna fue un poco egoísta al arrancarme a ambos de mi lado — rió desganado, como si aquello le resultara como consuelo.

Minho atrajo en un movimiento al chico contra su cuerpo, dejando su cabellera rubia posarse en su pecho, transmitiendo calidez a ambos cuerpos.

—Bueno, ella creyó que tampoco era justo que sufrieras tanto, también hizo algo contra los que nos hicieron tanto daño.

—¿De verdad? — preguntó Hyunjin, cruzándose con la de Minho, que asentía levemente, sin soltarlo aún.

—A Kyung lo encarcelaron días después de que te fuiste con tu familia — explicó, recordando la vez en que el SeunHee y Wonpil tuvieron que mover todo lo posible para que este no fuera capaz de salir libre —. A lo mejor no te enteraste por lo mismo que me contaste de tu papá, pero sí, sigue en la cárcel.

Hyunjin asintió, dejándose hacer por las caricias que los suaves dedos de Minho le otorgaban en su cuero cabelludo. Sintiendo que estaba en casa nuevamente.

—En un principio que no era justo verlo ahí, siempre creí que merecía más que quedarse encerrado, pero ¿Sabes?, Los prisioneros a veces suelen ser más justos que los propios jueces.

Hyunjin se alejó un poco, sin entender el por qué Minho decía eso.

—¿A qué te refieres?

El pelinegro soltó una bocanada de aire, preparándose mentalmente para contar aquello.

—Después de que Kyung entrara a prisión, sus compañeros de celda le hicieron probar un poco de lo que él hacía, aunque claro, fueron entre seis o siete, no recuerdo bien.

Hyunjin llevó sus manos a su boca, cubriéndola enseguida por la sorprendente noticia recién dada.

—Actualmente Kyung se encuentra en silla de ruedas después de sufrir un desgarre anal o algo así me comentó SeunHee — prosiguió, dejando en completo estado de sorpresa al menor —. Los presos mantienen su promesa de que los niños no se tocan.

Hyunjin sintió su estómago revolverse y su bilis subiendo por si garganta, sin creer por completo lo que acababa de escuchar.

—Él y Haneul están pagando lo que hicieron.

—¿Haneul? — Minho miró fijamente al rubio, sin creer que de verdad se encontraba tan desactualizado de las últimas noticias —, ¿Qué pasó con ella?

—¿No te enteraste? — Hyunjin negó, sintiéndose mal por no tener una idea de lo mucho que su ciudad natal había cambiado —. Haneul fue llevada a un hospital psiquiátrico dos días después de la desaparición de Jeongin, según sus familiares ella y Kyung planearon su secuestro para obligar a SeunHee volver con ella, era eso o no volvería a ver a Jeongin.

Hyunjin sintió sus ojos cristalizarse, su corazón que parecía más que roto, pareció destrozarse un poco más con lo que escuchaba.

—¿Q-Qué? — pronunció con dificultad, sintiendo como el aire comenzaba a faltarle en sus pulmones —. D-Debe ser una broma, ella no...

Minho asintió en un movimiento, destrozado por ver a Hyunjin de aquella forma por lo que le contaba.

—Haneul nunca tuvo tiempo de decirle a SeunHee que ella había contratado a Kyung para que se llevara a Jeongin, sus planes salieron mal cuando sus padres la encerraron en ese hospital después de encontrarla dos noches seguidas abrazando un muñeco al que le llamaba como Innie.

Hyunjin cerró los ojos con fuerza, intentando regular su respiración para que esta no le provocara un desmayo, lo que menos necesitaba era eso.

—Después de ser encerrada, no soportó estar sin su hijo y cortó su cuello con unas tijeras cuando iban a darle una revisión. Murió hace dos meses — Hyunjin quedó en silencio una vez que el chico a su lado terminó su relato.

—Al menos están pagando.

Minho asintió después de escuchar la voz bajita de Hyunjin. Después de eso, ambos quedaron unos largos minutos en silencio, solo con las luces resplandecientes de la Luna y las estrellas de compañía.

Minho se sentía mal al no poder callarse al instante, no había podido esperarse a que Hyunjin se instalara mejor, pues tenía que abrir su boca en el momento más inoportuno.

Quiso golpearse mentalmente al darse cuenta de lo atónito que había dejado al astronómo. Este contemplaba el suelo en completo silencio mientras su pecho subía y bajaba en repeticiones.

—También mereces ser feliz, Minho.

El pelinegro alzó la mirada, encontrándose con el bonito rostro de Hyunjin mirando fijamente la estrella del anochecer, su perfil completamente iluminado por el bonito esplendor de esta.

—¿Eh?, ¿A qué te refieres?

Hyunjin sonrió de lado, mirándole fijamente con esos ojitos heridos, como si pudiera leer su mente con aquella acción.

—¿Qué haces aquí conmigo?, Deberías estar recibiendo cariños de parte de tu pareja, no gastando tus preciadas horas de sueño con un astrónomo perdido — sonrió triste, teniendo la vista de Minho fija en su figura —. Sé que estar conmigo hablando de esto no te hace feliz.

Minho le miró atónito, como si aquel comentario lo hubiera tomado por sorpresa.

—No tengo pareja, Hyun — se reincorporó en su lugar, quedando frente a frente con el contrario —. Y a lo otro, no tienes una idea, verte después de tanto, me hace tan feliz, sea lo que sea de lo que hablemos. Verte me hace feliz.

Hyunjin negó juguetonamente, limpiando con delicadeza las lágrimas que caían de sus bonitos ojos almendrados.

—No sabes lo que dices.

Minho se quedó callado ante las risitas del contrario, que solo negaba con su cabeza lo que sucedía.

—Sé muy bien lo que digo.

—Entonces, ¿Por qué no tienes pareja? — interrumpió Hyunjin, volviendo a reír después de ver el rostro serio del escritor.

—¿Y por qué no tienes tú?

Hyunjin rodó los ojos con notable fastidio : —Siempre he sido un maldito nerd, no creo que alguien quiera estar conmigo cuando mis únicas horas libres son las que suelo dormir.

—Yo quisiera — Hyunjin calló instantáneamente, Minho ahora le miraba con burla en su rostro, haciéndole pensar en sí lo que decía era verdad o solo le estaba tomando el pelo.

—Basta, sabes perfectamente que no es así — murmuró Hyunjin, fastidiado por lo descarado que el mayor se había vuelto en solo unos segundos.

—¿Cómo estás seguro de eso?

—¡Ya! — chilló Hyunjin, golpeando con suavidad el hombro del contrario —. Sólo cállate sobre eso y dime por qué no tienes pareja.

Minho chasqueó la lengua, haciéndose el desinteresado, provocando que el rubio volviera a rodar los ojos con fastidio.

Sonrió de lado ante la acción antes de responder :—Porque Estrellita cumplió mi deseo hasta hoy.

El rubio lo miró confundido, esa respuesta no le afirmaba nada, ni siquiera era una respuesta válida.

—Eso no es válido, Minho, no metas a Jeongin en esto — espetó Hyunjin irritado por lo que el pelinegro le decía.

Minho le miró con ternura, se permitió acariciar con suavidad la mejilla derecha del menor, que se dejaba hacer ante tal caricia.

—Es válido — afirmó el mayor, manteniendo sus miradas conectadas —. Le pedí que encontrara tu camino para cruzarlo en el mío, te estuve esperando pacientemente desde la primera vez que vi a tu familia volver.

El rubio abrió la boca, dispuesto a decir algo, sin embargo de sus labios no salía ninguna palabra que pudiera ser coherente.

—E-Eso fue hace ocho años, Minho.

Lee bajó su mano, tomando la misma del joven adulto, llevando ambas hacia su pecho.

—Te esperaría hasta la eternidad, Hyunjin.

Hyunjin alzó la mirada, sintiendo los rápidos latidos del corazón del mayor, mientas en sus pupilas se reflejaba un sentimiento especial.

—N-No quiero hacerte daño, Minho, no creo que yo sea la persona indicada para estar contigo — alejó su mano asustado por el repentino sentimiento.

Los dos quedaron en silencio, ambos fueron alumbrados por un aura especial, parecían ser los protagonistas de una obra que eran iluminados por los reflectores. En este momento, la linda estrella de la media noche reflejaba en ellos una bonita burbuja de amor.

—Jeongin está de acuerdo.

Hwang dirigió una mirada más al cuerpo celestial, que vivía en los cielos oscuros y parecía retomar una iluminación especial en esa noche.

—¿Tú crees eso?

Los labios de Minho sobre los suyos respondieron su pregunta.

Destellos de luces era lo que sentía por dentro, una infinidad de sentimientos que ni el mejor astrónomo del mundo pudiera descubrir en medio del universo.

—Déjame brillar contigo hasta el final de la galaxia.

Sin necesidad de responder, dejó su miedo de lado, lanzándose a los labios de Minho, esta vez iniciando por él. Dejando en claro la clara respuesta con el suave beso.

Minho como el Sol, Hyunjin como la Luna. Terminando en una hermosa historia celestial, brillando juntos hasta que sus vidas soltaran su último esplendor.

Escribiendo con cada día que pasaba, el final de la bonita estrella de la media noche. Aquella que tras enamorarse de forma prohibida de la Luna, terminó cuidando y haciendo guardia de ella, protegiéndola de cualquiera que quisiera apagarla, aún sin importarle sacrificar su propio brillo para salvarla.

Entonces cada vez que se preguntaran "Estrellita, ¿Dónde estás?", Bastara mirar el anochecer por la ventana para asegurarse que ella había encontrado su lugar.

Iluminando hasta el alma más perdida del mundo, para ayudarle con el camino de regreso a su hogar.

FIN

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