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extra : little star.

Decir que estaba nervioso, quedaba corto para lo que en realidad sentía. Sus manos picaban y sudaban exageradamente, era la tercera vez que le pedían que se calmara después de golpear el suelo con su pie en repetidas ocasiones.

Un apretón en su mano le hizo reaccionar, alzó la mirada encontrándose con la bonita sonrisa de Minho. Respondió con una leve mueca, intentando así distraer los sentimientos que crecían dentro de su pecho.

—¿Todo bien, amor?

Sintió el nudo en su garganta aparecer de nuevo, los ojitos de Minho brillaban especialmente aquella mañana, no podía creer que en realidad existiera alguien que poseyera el universo entero en sus orbes.

—Sólo estoy algo nervioso — admitió, dejándose hacer cuando los esponjosos labios del mayor se posaron en su frente.

—Lo sé — sonrió sincero, aún sin soltar la mano contraria —. Yo también lo estoy, pero estar contigo calma mis nervios.

Gimió. Fingiendo molestia golpeó suavemente el hombro del pelinegro, provocándole varias risitas al instante.

—Eres un tonto.

Minho se encogió de hombros, ahora llevando la mano del rubio hacia sus labios, depositó un suave beso en sus nudillos mientras lo miraba fijamente.

—Te amo, Hyunjin.

El menor sintió la calidez en su cuerpo una vez más, le sonrió en respuesta, con su corazón latiendo con fuerza al sentir por Minho lo mismo que este había mencionado con sus propias palabras.

—Yo también te amo, Minho.

Antes de decir algo más, se vieron sorprendidos cuando la puerta de la oficina se abría captando su atención.

—Señores Lee — habló una enfermera saliendo de la oficina, mirándoles atentamente —. Pueden pasar por favor.

Con sus manos entrelazadas, caminaron dispuestos a dejar el área de espera, entraron al cubículo detrás de la enfermera, sus ojos se posaron en la doctora que hacía ahí, esperándolos.

—Buenos días, es de mi agrado verles otra vez por aquí — habló la mujer, sonriéndoles de forma inmediata —. Tomen asiento, por favor.

—Buenos días, doctora Kim — saludó Minho, dejando suaves caricias en los nudillos de su pareja, llamando su atención.

Hyunjin alzó la mirada, encontrándose con la imagen de la bonita doctora frente a ellos. Aquella misma recordándole a la imagen de la segunda mujer que buscó por su comodidad en sus años de la escuela. La señorita Ha SooYoung viviría en su corazón por siempre.

—Buenos días.

La mujer asintió en respuesta. Hojeando los papeles que tenía en la carpeta encima del escritorio, aumentando más los nervios de los hombres frente a ella.

—Todos sus papeles están en orden, solo necesito que por último firmen esto y podrán llevar a Minhee con ustedes — entregó la carpeta en conjunto de un esfero negro.

Con una señal, les dio la iniciativa de firmar, aquel par se sonrió con total euforia, leyendo con atención todo lo que dictaban las hojas y firmando al instante de estar de acuerdo. Al cabo de unos minutos, sus papeles estaban llenados asegurándoles que uno de sus tantos sueños se estaba cumpliendo.

—Señorita Park — la voz gruesa de la doctora llamó la atención de todos los presentes —. Por favor avise a Yeojin que traiga al niño.

La enfermera asintió saliendo del consultorio, Hyunjin miró de soslayo a Minho, que trataba de mantener a la raya sus nervios jugando con sus dedos.

La puerta se abrió una vez más, ahora dejando ver a la encargada del área infantil frente a ellos, tomando de la mano a un pequeño niño y lo que parecía ser sus maletas.

—Minhee — fue llamado el pequeño por la doctora, este levantó su cabeza con emoción en sus ojitos —. ¿Estás listo para irte con tu nueva familia?

Hyunjin sintió su corazón encogerse al ver que el niño asentía frenéticamente, daba aplausos y hasta podía jurar que quería correr por toda la oficina.

—Hola, Minhee — saludó Minho, poniéndose de cuclillas y alcanzar la estatura del menor, el cual corrió a sus brazos para ser sostenido —, ¿Estás listo para ir a casa, campeón?

—Sí, Min — respondió contra el cuerpo del mayor, este sonreía después de escuchar su nombre por parte del niño.

Sabía que sería cuestión de tiempo para que el menor les tratara como sus padres, no como sus amigos que iban cada cierto tiempo para visitarlo y jugar con él.

—Te está esperando una bonita sorpresa en casa, cielo — fue el turno de Hyunjin de hablar, admirando la tierna expresión de sorpresa que irradiaba el niño.

—¿De verdad? — preguntó con un inexplicable brillo en sus ojitos, alejándose poco a poco de Minho para ver de mejor forma al rubio.

—De verdad — afirmó Hyunjin, extendiéndole su mano para que la tomara —, ¿Qué te parece sí nos vamos ahora?

—¡Sí! — chilló el pequeño antes de correr hacia las piernas del rubio y enredar sus brazos en ellas.

Minho miró la escena con felicidad, con su corazón encogiéndose ante la ternura que sentía al ver a aquel par.

—Bien, entonces andando —  soltó un largo suspiro, tomando las cosas pertenecientes al niño —. Muchas gracias por todo, Doctora Kim.

—Muchas gracias — murmuró Hyunjin, sosteniendo al menor entre sus brazos, que señalaba un hasta pronto con su manita.

—Adiós — Minhee alargó la "s" despidiéndose, enseguida cubriendo su rostro en el rostro del rubio.

—Gracias a ustedes — se despidió la mujer, viendo a la nueva familia salir del cubículo.

Una vez hayan salido del lugar, se encaminaban hacia donde habían dejado el auto estacionado. Minho caminaba sonriente sin perder de vista la escena frente a sus ojos, Hyunjin acariciaba con sutileza la espalda del menor, mientras este recargaba su cabeza dormido en el hombro del rubio.

—Amor, corre — la suave voz de su novio lo sacó de su burbuja, este esperaba fuera de su auto para que lograra quitar la cerradura de las puertas.

—Ya voy — respondió lo suficientemente alto para correr a dónde su familia lo esperaba.

Su mirada se cruzó con la calmada del menor, transmitiéndose con aquel simple gesto lo feliz que estaban al completar su meta de hace un tiempo.

—Vamos, Min.

El pelinegro asintió entrando al auto a la par de su novio, abrochaba su cinturón de seguridad aún sin perder la bonita imagen de Hyunjin acomodando al pequeño Minhee en su regazo para que pudiera dormir de mejor forma.

—Gracias por hacerme tan feliz, Minho — el pelinegro le miró por unos cuantos segundos, esbozando una tierna sonrisa en su rostro y llevando su mano a la mejilla de este mismo —. No sé cómo agradecerte por darme todo, te amo mucho.

Y antes de que Hyunjin pudiera hablar una vez más, los labios de Minho le interrumpieron, hundiéndolo en un profundo beso, lleno de dulzura y cariño.

—No tienes nada que agradecer, Hyunnie — Hyunjin sonrió de lado, con su frente apoyada a la de su novio y la respiración entrecortada —. Soy el hombre más afortunado al tenerte, el mejor agradecimiento que pudiste haberme dado fue darme la oportunidad de estar contigo.

Hyunjin cerró los ojos con fuerza, aún con el aliento de Minho chocando contra sus labios, sus mejillas empapadas de agua salada y perdiéndose en la suave piel de su rostro.

—Llegaremos tarde — susurró, cohibiéndose en su lugar y usando al niño entre sus brazos como escudo —, ¿Podemos irnos ya, Minho?

Lee tomó distancia, totalmente acostumbrado a la timidez que consumía a Hyunjin en casos de extremo contacto físico.

—Claro, cielo, vayamos.

El auto quedó en silencio después del sonido del motor encendiéndose. Hyunjin miraba por la ventana, pensando en la forma que había alejado a Minho hace tan solo unos instantes, arrepentido totalmente.

Mordió su lengua antes de soltar alguna maldición, Minhee entre sus brazos se retorcía para estirarse después de su pequeña siesta. Hyunjin dedicó una mirada de soslayo a su pareja para volverla a su hijo, claro, porque amaba referirse al pequeño de cabellos oscuros como su hijo.

—Te amo, Min.

Minho paró el coche de golpe, girando su cabeza en dirección a su novio, que le miraba con sus ojitos cristalinos y soltando varias risitas nerviosas.

Se acercó de nuevo, esta vez con más delicadeza para evitar asustarlo por su repentina acción. Cuando estaba decidido a avanzar, Hyunjin fue quien acortó la distancia entre ambos, besándolo desesperadamente y esperando que aquella acción hablara todo lo que le daba temor confesar.

—Yo te amo más, estrellita.

—¿Estrellita? — cuestionó Minhee acomodándose de mejor forma contra el cuerpo de su nuevo papá Hyunjin, tallando sus ojitos por el recién sueño que acababa de tener.

—No, amor, aún no sale alguna estrellita — explicó Hyunjin con dulzura en su voz, acariciando con sutileza las suaves hebras oscuras que poseía el niño —. Pero no te preocupes, cuando anochezca, te prometo que te acompañaré a ver todas las estrellas que desees.

—¿De veras? — preguntó el niño, con una notable admiración desbordando por todo su ser.

—Sí, nubecita — afirmó Hyunjin, dejando un suave besito en la frente pálida de su niño.

—¿Min también verá las estrellitas con nosotros? — cuestionó en voz bajita, como si se tratara de un secreto entre él y su Jinnie.

Hyunjin vio de soslayo a Minho, con la escena de este manejando de forma moderada, realmente relajado y ajeno a lo que sucedía a su alrededor.

—No lo sé — susurró de la misma forma que el menor —, ¿Por qué no le preguntas tú?

Ambos mayores se miraron entre sí, reprimiendo sus sonrisitas cómplices.

—Min — el mayor se hizo el desentendido, girando un poco la cabeza para ver la imagen de su niño totalmente ilusionado —, ¿Irás a ver las estrellas con nosotros?

El auto quedó en completo silencio, Minhee admiró atentamente al hombre frente al volante, este parecía demasiado pensativo, temiendo que terminara negándose.

—Claro, me encantaría ver las estrellas con mis dos personas favoritas.

Minhee soltó una risita emocionado, llamando la atención de Hyunjin jalando de su suéter para que lo mirara.

—Min dijo que si — habló bajo una vez más, abrazándose más al cuerpo del rubio —. ¡Como una familia!

Hwang le dedicó una bonita sonrisa, asintiendo con dedicación y dejando suaves besitos en los cabellos de su hijo.

—Si, nubecita, somos una familia.

Minhee sonreía emocionado, dejándose caer en brazos del morfeo una vez más, dispuesto a soñar sabiendo que tanto Min como Jinnie estarían ahí con él para cuando despertara. Porque el viaje hacia su hogar era un tanto largo.

—Dios mío, ¿Tú eres Minhee?

El niño observó atento a sus dos nuevos padres, esperando aprobación de su parte para acercarse al chico que le extendía sus brazos eufórico.

—Anda, amor, no pasará nada — la dulce voz de Hyunjin lo hizo avanzar hacia el bonito pecoso que le miraba sonriente.

—Hola, soy Minhee — se presentó el niño, recibiendo gustosamente el abrazo que el chico rubio le daba.

—Yo soy Felix, mucho gusto Minhee — sonrió el pecoso aún con el niño entre sus brazos —. Dios mío — exclamó con asombro a todos los presentes —, ¡Tiene pecas igual que yo!

Minhee se sobresaltó en su lugar después de que aquel rubio le abrazara con demasiada fuerza, incluso por los sonidos provenientes de su boca creía que estaba a punto de llorar.

—Lix, no llores.

El pecoso quedó en silencio por la voz de Hyunjin, volvió a ignorar a su alrededor para entretenerse en el pequeño otra vez.

—De ley debo ser tu tío favorito, Minhee, no aceptaré un no por respuesta — se alejó un poco del niño, ahora para mirarle fijamente a los ojos —. ¡Oh!, Lo olvidaba — negó mirando la pequeña caja decorada que tenía a su costado —, te he traído un obsequio, ¿Lo quieres?

Los adultos soltaron risitas al ver que el niño esperaba otra vez una respuesta por parte de sus dos mayores.

—Jinnie — murmuró el pequeño viéndolo fijamente —, ¿Puedo?

El rubio se acercó a donde su hijo, se puso de cuclillas para quedar a su altura.

—Claro que puedes, cielo — alentó a tomar la caja decorada que el chico rubio le entregaba.

—Muchas gracias, Felix — respondió el niño, con sus mejillas sonrojadas por el bonito obsequio.

—Mira Minhee — Minho interrumpió el momento, poniéndose al otro extremo del menor —. Sé que puede resultar difícil para ti por el cambio de ambiente, pero todo estará bien, si quieres puedo estar a tu lado mientras tus tíos se presentan.

Minhee miró a sus dos padres, quienes le dedicaban confianza con sus bonitas miradas avellanas.

—Por favor, Min.

Minho asintió sonriente, tomando asiento en el piso a un lado de su hijo, sonrió de lado cuando sintió aquella manita buscando la suya por asegurar protección.

—Soy Changbin, mucho gusto Minhee — el hombre se intentó acercar al menor, transmitiéndole calma con aquel gesto —. Sí tus padres te lo permiten, puedes llamarme Tío Binnie.

—No le hagas tanto caso, Minhee — se metió el pecoso a la presentación —. Se pone tímido porque Hyunjin le da miedo, dile Tío Binnie, tienes mi autorización.

—Oye — interrumpió Hyunjin simulando una mueca de molestia —. Los padres somos Minho y yo, nosotros somos los únicos que podemos dar autorización.

Minhee carcajeó cuando vio al hombre temblar en su lugar ante la potente mirada que le dedicaba su Jinnie.

—Dile Tío Binnie, cariño, tienes mi autorización — Minhee asintió ante la voz de su papá Minho, mientras este también le daba suaves caricias en su espalda.

—Parece ser que no necesitan tu autorización, cuñado — bromeó el menor de los Lee, soltando inmediatamente un quejido cuando Seungmin a su lado golpeó su hombro.

—Cierra la boca, Chan, el niño no te conoce, no seas idiota — se quejó el mayor, rodando los ojos ante lo sucedido con su pareja.

—Te denunciaré por violencia intrafamiliar, maldito — espetó Chan, totalmente indignado —. Hola Minhee, soy el Tío Chan, soy tu único tío verdadero de hecho — comenzó a reír ante la mirada atenta de sus demás amigos —, soy hermano de tu papá Minho.

El castañito le miraba totalmente admirado, encontrando en él los bonitos ojos que su papá Minho también poseía.

—Y bueno — Chan prosiguió, señaló al hombre a su lado, presentándolo —, él es Seungmin, es mi pareja.

—Hola, Minhee, estamos muy felices de que al fin estés con nosotros — el niño vio al último hombre en aquella sala, el cual lo habían presentado hace unos momentos como Seungmin —. Channie y yo te hemos traído un presente, esperemos que te guste.

Minhee recibió gustoso el obsequio que el hombre bonito — como prefería llamarlo él — le entregaba.

—Gracias — fue lo único que respondió ante las nuevas sensaciones que estaba experimentando, todo le resultaba familiar que era incluso raro, pero cómodo.

La habitación se inundó en un silencio sepulcral, el cual no había durado demasiado puesto que Felix comenzó a aplaudir llamando la atención de todos.

—Bueno, se supone que esto es una bonita bienvenida — exclamó con tono obvio —. Así que supongo que Minhee debe tener hambre, ¿No?, Vayamos a comer.

Los adultos asintieron yendo hacia el jardín trasero, donde los esperaba una bonita decoración para celebrar la llegada del menor.

Hyunjin observaba atento la escena, Seungmin caminaba tranquilo hablando de algunas cosas con Minho y la pareja de Felix; Changbin. Realmente tranquilo comenzó a caminar detrás de ellos, enseguida siendo asustado al escuchar los gritos de Felix y Chan peleando por quién sería el tío favorito de su pequeño.

—¡Él tiene pecas como yo!, ¡Somos almas gemelas, Chan!, ¿Por qué no lo entiendes? — el grito desesperado de Felix lo hizo sobresaltar, más cuando vió a su hijo detrás del cuerpo del rubio.

—¡Yo soy su tío de sangre! — gritó Chan haciéndole competencia, aún siendo menor en edad, seguía siendo más alto que el propio Felix —. ¡Minhee será un Lee como yo!

—Yo también soy un Lee, tonto — presumió el pecoso, mostrándole su lengua infantilmente.

—¡Jinnie! — los adultos dejaron de pelear al escuchar el grito del castañito, que veía sorprendido al rubio.

—¿Qué pasa, nubecita? — preguntó Hyunjin alarmado, corriendo hacia donde su pequeño jalaba a Felix de su suéter.

—El Tío Felix le ha mostrado su lengua al Tío Chan — exclamó asustado, haciendo reprimir las carcajadas a los mayores que creían se trataba de algo más serio.

—Son unos groseros, tienes razón, Minhee — se metió Seungmin poniéndose del lado del menor.

—Es verdad, no te juntes con ellos, son unos tontos — apoyó Hyunjin, creando muecas de indignación en los dos que se peleaban.

—¿Puedo tomarte de la mano?

Felix y Chan chasquearon las lenguas totalmente disgustados, habían peleado por unos minutos para que al final el pequeño Lee terminara pidiendo la compañía de Seungmin.

—Claro, campeón — le sonrió Kim, extendiéndole su mano para irse juntos al jardín trasero —. Vamos.

Los cinco restantes vieron todo atentamente, Chan pasando agresivamente al lado de Felix para ir detrás del niño, este mismo siguiéndole el paso.

—Son unos tontos — exclamó Changbin algo cansado por la situación.

—Y que lo digas — respondió Minho.

Changbin carraspeó la garganta, dando una leve reverencia antes de salir por el pasillo para el jardín trasero, dejando a la pareja sola.

—No quiero ver cuándo Jongseong conozca a Minhee y llegue a pelearse incluso con Chan y Felix — negó Hyunjin, bajando la mirada con algo de nerviosismo.

—No creo, Jongseong es mucho más maduro que ese par juntos — alentó Minho a su lado, atrayéndolo a su cuerpo —. Además, Seong está en su etapa adolescente, quizá logre entender mejor a Minhee y no habrá necesidad de que llegue a pelearse con ellos.

Hyunjin soltó un largo suspiro :—Sí, supongo que tienes razón.

El pelinegro dejó un suave beso en los labios de su novio, este respondiéndole de inmediato, pensando que quizá necesitaba esa caricia para calmarse.

—Te amo, Min.

—Yo a ti, mi amor.

La noche había caído, la luz de la Luna invadía cualquier habitación de la gran casa, dejando de lado cualquier minimo rastro de oscuridad.

Hyunjin se encontraba en la habitación que compartían con Minho, arreglando lo que restaba de sus maletas ya que en unos días debería volver a Washington D.C, siguiendo con su trabajo.

Seungmin, Chan y Minho se encontraban en el jardín pasando tiempo con el pequeño Minhee, puesto que Felix y Changbin habían decidido irse ya que al día siguiente debían abrir la repostería donde trabajaban juntos.

Hyunjin alzó la mirada en cuanto la iluminación en la recámara se había intensificado, con calma se asomó por la ventana con la sospecha de lo que estaba sucediendo.

—Jeongin, eres tú — habló al aire, mirando desde un buen ángulo la estrella del anochecer que ya había encontrado su posición —. Hoy luces muy bien, pareces feliz, ¿Eh?

Apoyó sus brazos contra el ventanal, soltando un suspiro que le liberara de todas las emociones negativas que lo atormentaron desde el primer instante que despertó.

—Yo también estoy muy feliz — se sinceró, sin dejar de mirar el bonito brillo que el astro desprendía aquella noche —. De verdad que esta oportunidad que me haz dado con Minho me ha hecho el hombre más feliz de la tierra, y no sólo eso, me diste la dicha de tener a mi pequeño Minhee conmigo.

Siguió hablando, creyendo que de verdad su bonito Jeongin le estuviera escuchando desde su hermoso hogar, que era el cielo pintado de azul fuerte.

—Me diste la oportunidad de ser feliz con mi pequeña estrellita.

"Estrellita, ¿Donde estás?, Quiero verte titilar..."

Hyunjin se sobresaltó en su lugar, viendo detrás de él a su precioso Minhee con aquel osito de peluche entre sus brazos.

—¿Jinnie?

El rubio se hincó, esperando que el niño corriera hacia sus brazos, tal y cual hizo apenas vio al mayor extendiendo en busca de un abrazo.

—¿Pasa algo, nubecita?

Minhee negó contra el cuerpo de su padre, aún sosteniendo el juguete entre sus pequeñas manitas.

—Encontré este osito en el sofá — exclamó enseñando en bailes suavecitos el peluche —, ¿Puedo quedármelo?

La mirada de Hyunjin viajó hacia atrás, dónde la ventana quedaba viendo justamente al punto exacto de la estrella, sintió un destello en su ser como señal, sonriéndole justo para voltearse a dónde su hijo.

—Claro, campeón.

Minhee pareció totalmente feliz con la respuesta, ahora aferrándose más al cuerpo del mayor. Sus ojitos se encontraban entrecerrados ante la comodidad. La cual no le duró demasiado por el esplendor blanquecino que irrumpía su vista, alzó la mirada encontrándose con el resplandor de la estrella del anochecer.

—¡Jeongin! — exclamó con entusiasmo, se zafó del abrazo de su padre justo para correr a dónde la ventana estaba abierta.

—¡Minhee! — Hyunjin gritó alarmado, corriendo hacia su hijo para evitar algún accidente y de que cayera por la ventana —. Ten más cuidado, cielo, podrías caerte.

Minhee jaló el suéter lila de su papá, señalando el brillante astro que hacía en el mismo lugar de siempre.

—Jeongin — murmuró.

Hyunjin volvió su vista a la estrella, ahora mirando a su hijo que le suplicaba con sus ojitos en un bonito puchero.

—¿Quieres ver a Jeongin, amor? — preguntó suave, obteniendo un casi inaudible "si" por parte del niño.

El castañito alzó sus brazos aún con el peluche aferrado a su mano hecha puño, su padre se encargó de levantarlo para quedar a la misma altura y para observar de mejor forma la estrella brillante.

De pronto, como si lo viera solo a él, la estrella pareció resplandecer en dirección al menor.

—¡Me vio a mi! — murmuró con emoción, dando saltitos con ayuda del rubio.

—Parece que a Jeongin le agradas — Minhee parecía totalmente emocionado por la respuesta de su nuevo papi.

—¿De veras?

Hyunjin asintió antes de darle un besito en su mejilla por la ternura que el niño derramaba.

—Claro que sí, amor, eres el niño más precioso del universo, claro que le agradas.

—Me gusta agradarle — admitió el castañito, sin saber que aquello enviaba una ola de felicidad al ser del mayor —. Jeongin es mi estrella favorita, Jinnie.

—¿Ah sí? — Minhee asintió ante la cuestionable del rubio —, ¿Por qué te gusta?

—Es bonita — respondió con una angelical sonrisa, apegándose más al oso de felpa que llevaba consigo —. Además, mi amiga Yeojin nos contó una vez que, Jeongin estaba para que todas las personas que están perdidas encontraran el camino a casa.

Hyunjin quedó boquiabierto ante la explicación que daba el menor, aún sin despegar sus orbes del cuerpo celeste que lograba enlazarlos cada vez más.

—Eso lo sé, me dijeron lo mismo cuando vine — el niño pareció pensar, enseguida abrazó a su papi por el cuello.

—¿Crees en eso, Jinnie?

—¿Tú crees en eso, Minhee? — devolvió la pregunta, rogando incluso a Mamá Luna que su respuesta fuera positiva.

—Yo sip — se alejó un poco para ver cara a cara el lindo rostro que poseía su Jinnie —. Mi amiga Yeojin decía que si le pedía a Jeongin volver a casa, podría ayudarme.

Hyunjin enarcó una ceja, algo confundido y con su corazón acelerándose con cada palabra dicha.

—¿Y lo hiciste?

Minhee asintió eufórico :—¡Sí!, Por eso estoy aquí contigo y con Min.

Los ojos de Hyunjin se cristalizaron, llamando la atención por completo de su hijo, que negaba asustado por hacer llorar a su nuevo papi.

—No, Jinnie, no llores — murmuró entrecortadamente, eliminando cualquier rastro de tristeza en el rostro del rubio.

—Es de felicidad, mi amor — explicó dándole varios besitos por todo el rostro de su niño —. Tenerte conmigo me hace tan feliz.

—También me hace feliz que seas mi nuevo papi — Minhee trató de hablar, intentando ser fuerte y evitar llorar porque él si lo hacía por sentirse culpable —. Estoy feliz de que Min y tú sean mis papis.

Hyunjin lo abrazó fuertemente contra su cuerpo, mirando de soslayo la etérea estrella que brillaba fuertemente aquella noche especial.

—Buenas noches, mis lindas estrellitas — la voz de Minho se coló en los oídos de ambos, sintiendo su presencia detrás de ellos uniéndose al bonito abrazo familiar.

—Papi Min — susurró Minhee estirando sus brazos para ser recibido por Minho.

—Aquí estoy, mi cielo — le calmó con unas palmaditas en su espalda —. Vamos a la cama, mi niño.

Minhee talló sus ojitos negando en repetidas ocasiones.

—¿Puedo dormir con ustedes?, Aunque sea sólo por hoy.

Lee miró a su pareja, intentando llegar a un acuerdo entre ambos.

—Sólo por hoy, Lee Minhee — espetó Hyunjin tocando con suavidad la mejilla del niño.

—Bien, entonces vayamos a ponerte tu pijama en lo que papá Hyun ordena la cama, ¿Que te parece, campeón? — Minhee asintió acomodándose de mejor forma en el cuerpo de su padre —. Ahora volvemos, amor.

Hyunjin asintió mientras los veía irse a la que habían ordenado como la nueva habitación de Minhee. Su mirada a pesar de encontrarse perdida en la puerta, volvió a dirigirse al ventanal, con la misma estrella que parecía prestarle atención.

—Muchas gracias, Innie — admitió limpiando los restos de sus lágrimas con la manga de su suéter —. Gracias por darme la oportunidad de tener una familia y de ser feliz.

Las risitas de los dos hombres de sus vidas se acercaban por el pasillo, apurándose en seguir con sus palabras, porque no quería quedarse más callado, no después de esa noche.

Alzó la mirada una vez más, sintiéndose como el mismo niño que hace dieciséis años pedía volver a ver a su mejor amigo aunque fuera por última vez.

—Gracias por elegir a la pequeña estrellita que existiera solo para mí.

Sorbió su nariz un poco nostálgico, apoyándose más en el ventanal como si de aquella forma pudiera sentirse más cerca del cuerpo celestial.

—Gracias por dejarme complementar mi galaxia.


les he traído un bonito extra para celebrar que hace un añito "estrellita, ¿donde estás?" vio la luz por primera vez.

espero les haya gustado, gracias por leer.

len.

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