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capítulo veinte

—Papi, papi.

El actual rubio sonrió al ver al pequeño niño reclamar por sus brazos, obedeciendo al instante y cargarlo para mantenerlo a su altura.

—¿Quieres jugar o tienes sed?

El niño cerró sus ojitos tiernamente antes de pronunciar un leve "agua". El adulto le entregó la bebida al pequeño en su vaso entrenador.

—¡Profesor Hwang! — un grito a sus espaldas lo hizo girarse, encontrándose con uno de sus alumnos corriendo rápidamente hacia él —. Lamento haber dejado a mi hijo sin supervisión, le ofrezco una disculpa.

—Oh, no te preocupes — el mayor le entregó al infante para que pudiera sostenerlo mejor —. A veces cuando mamá preparaba la cena, yo ayudaba a entretener a Jongseong, créeme que sé muchísimo sobre cuidar bebés.

El menor asintió un poco más aliviado que antes. Sosteniendo con sumo cuidado a su hijo, el cual tomaba de su vaso entrenador ajeno a su alrededor.

—Muchas gracias por comprender, Profesor Hwang — el chico agradeció con un gesto.

—Descuida, son cosas que pasan — afirmó Hyunjin sacudiendo su saco —. Ahora sí me permites, Jonah, en casa me esperan.

—Oh claro — el chico de ojos claro le sonrió en respuesta —. Vamos, Dan, despídete del Profesor Hwang.

Hyunjin sintió su corazón encogerse con las palabras inesperadas. Sintiéndose como el mismo niño de ocho años que se había despedido de sus amigos, para irse a la otra parte del mundo.

—Adiós Dan, obedece a tu padre — habló suavemente, acariciando los cabellos rubios del pequeño ojiazul.

Hyunjin salió del edificio algo apurado, las nubes se esparcían en el cielo, coloreándolo de un tono grisáceo, anunciando que pronto llovería.

Se acercó a su auto dispuesto a entrar cuando una pequeña gota cayó sobre su saco beige, se adentró en él antes de encenderlo y comenzar a andar por las calles de Washington D.C.

Cuando se encontraba muy estresado, le encantaba salir a conducir, lo encontraba como algo relajante que lo hacía dejar de sobrepensar en todo.

Sonrió para sus adentro cuando vio la bonita fachada de su hogar aproximarse, sintiendo una calidez invadiendo su pecho al llegar. Otro día estaba a punto de terminar con mucho éxito. Se sentía orgulloso de sí mismo.

Las rejas que protegían la vivienda, se abrían para dejarlo pasar, saludando a los mismos hombres que se encargaban de la seguridad de ésta. Siguió manejando el automóvil a su gusto hasta estacionarlo cerca de los jardínes delanteros.

—¡Hyunjin! — salió de su auto tras escuchar el grito proveniente del otro extremo de la casa.

—¡Princesa! — la niña corrió hacia él alzando sus brazos, reclamando que fuera alzada por el mayor.

—Mi papi y yo hemos venido a visitarlos — habló la pequeña con una tierna sonrisa, mientras se apoyaba en el hombro del adulto —. La tía Misuk mencionó que quizá hoy no llegabas a cenar, ¡Pero si llegaste!

—El día fue pesado, sí, pero nunca faltaría a cenar, es de las pocas veces que puedo estar con mi familia y de verdad me gusta pasar mi tiempo libre con ellos — besó suavemente los cabellos castaños de la menor —. Ahora Jin, ¿Qué opinas de entrar a casa?

—¡Vamos!

El rubio se encaminó hasta la puerta de su inmenso hogar. Entrando con alegría, para encontrarse con su familia sentados cómodamente en la sala de estar.

—Buenas noches, familia.

—¡Hyunjin, llegaste! — Misuk lo recibió con un abrazo y un cálido beso en su mejilla.

—Ahí está nuestro gran orgullo — exclamó Dongyul a sus demás familiares mientras se acercaba a su primogénito —, ¿Qué tal estuvo todo hoy, campeón?

—Algo cansado, pero fuera de eso, todo estuvo excelente — sonrió mientras dejaba a la niña en el piso, la cual corrió hacia los brazos de su padre —. Hola Jisung.

Llevaba mucho tiempo sin ver a su primo lejano, al ser todo un gran empresario tenía muchas responsabilidades que no le permitían viajar tanto a su ciudad actual, pero cuando tenía tiempo, lo hacía sin ningún problema.

—Hola, Hyunjin — saludó su mayor, con su hija sentada en sus piernas y sosteniendo un lindo oso de peluche —. Me alegra mucho volver a verte.

El rubio sonrió en agradecimiento :—Igualmente, me alegro que hayas podido venir.

Misuk dió un aplauso sonoro, llamando la atención a todo aquel que estuviera en la sala de estar.

—Pasemos al comedor, la cena está lista — todos siguieron la bonita figura de la mujer.

—Sigo sin creer todo lo que haz logrado, Hyunjin, de verdad que cada día logras sorprenderme más — se sinceró Jisung llegando a su lado —. Me enorgulleces mucho.

El menor sintió su pecho encenderse una vez más con aquel sentimiento hogareño, tal vez era porque estaba demasiado agradecido de tener una bonita familia como la que le habían otorgado.

—Gracias Sungie, esto jamás lo habría logrado sin mis padres, ellos me apoyaron demasiado.

—Te adoran demasiado, eres su tesoro.

Misuk los miró de reojo, invitándolos a qué se sentaran en el comedor, fue así como hicieron.

—Jongseong, Sunghoon, la cena está lista, bajen a cenar por favor — la mujer habló cerca del pie de las escaleras, antes de aproximarse al comedor una vez más y asegurarse que todo se sirviera en orden.

Ambos adolescentes bajaron hasta donde su familia.

—También llega nuestro otro orgullo — Dongyul extendió sus brazos ante la llegada de su segundo hijo, con su sobrino.

—Dios, Jongseong, estás gigante — exclamó con sorpresa Heejin, hermana de Jisung —. La última vez que venimos a visitarlos eras de la misma estatura que Jisung cuando tenía ocho.

—¡Oye! — se quejó el de cabellos azulados, haciendo reír a todos en la mesa.

—Fue hace dos años, tenía catorce — habló el adolescente sin una pizca de amabilidad en su tono de voz, acomodándose en uno de los asientos.

—Sí bueno, la adolescencia te sentó muy bien, eres muy apuesto — habló esta vez el padre de los Han, siendo seguido por su esposa —. De seguro tienes muchos pretendientes, ¿No es así?

Todos rieron al ver las expresiones que hacía el chico.

—Aquí lo dudo, pero tal vez en Gimpo — interrumpió Sunghoon ganándose un golpe en el hombro por parte de su compañero —, ¡Lo lamento!

Hyunjin alzó la mirada para encontrarse con la de su hermano menor, el cual evitaba a toda costa aquellos ojos oscuros sobre su persona.

—¿En Gimpo? — todos callaron al escuchar la voz de Hyunjin, sintiendo escalofríos en su alrededor aún con su tono cargado de tranquilidad y calma.

—Sabes que hacemos nuestros viajes de verano, Hyunjin — el nombrado miró a Dongyul, el cual se encontraba comiendo relajado —. No sé por qué te sorprende.

—No es eso — intentó cambiar el tema, evitando pensar en la punzada constante en su pecho —. Simplemente me sorprendió, aquí solo está acompañado de Sunghoon, y enterarme que le gusta socializar allá, es sorprendente para mí, sólo eso.

—Deberías verlo, Hyunnie — Misuk lo miró con dulzura —. Se desenvuelve cuando llegamos allá.

—¡Mamá! — se quejó el pelinegro, aún con miedo de ver siquiera de reojo a su hermano mayor.

—¿Entonces actúas como el chico misterios aquí en Washington y eres lo contrario en Gimpo?

—Se cree personaje de película, aquí — murmuró Sunghoon mientras reía, siendo seguido por el hijo mayor de los Hwang.

—Yo era igual cuando llegamos aquí — Hyunjin siguió hablando entre risas —, no me gustaba hablar con nadie.

—¡Eso lo recuerdo! — se metió Heejin aligerando un poco más la charla —. Cuando conocimos por primera vez a Hyunjin, era totalmente serio, parecía una bolita tímida sin ganas de hablar con nadie.

—Y sigue siendo así — replicó Jisung, alimentando a la pequeña Jinsol —. Jongseong puede ser totalmente serio aquí, pero al menos es más activo en Gimpo, ¡Hyunjin en ningún lado lo es!

La cena surgió entre risas y varias anécdotas de cuando los Hwang llegaron recién a Washington. Con piezas rotas que se habían reparado con el pasar de los años.

La cena había terminado, en consecuencia sus invitados habían sido despedidos hace al menos veinte minutos. Misuk se encontraba con su hijo mayor recogiendo los platos que habían quedado en el comedor.

—Hyunnie — el nombrado alzó la cabeza, devolviéndole la sonrisa que su madre le dedicaba.

—¿Pasa algo, mamá? — la mujer sonrió por inercia al escuchar aquellas palabras proveniendo de sus labios.

—Sigue siendo un regalo para mí que me llames de esa forma — la mayor acarició con ternura la mejilla del rubio, transmitiendo con ella todo su cariño —. Uhm, pues, solo quería hablar contigo acerca de Jongseong.

El rubio asintió mientras llevaba los vasos sucios a la cocina, para comenzar a lavarlos en el fregadero.

—¿Pasó algo con él?

La mujer negó, se posicionó a su lado para ayudarlo a secar casa trasto que lavaba.

—Siempre he notado que ustedes casi no se relacionan, al punto que me sorprende que no te haya contado ni por descuido acerca de sus amigos en Gimpo.

Hyunjin soltó un suspiro, antes de seguir con su labor.

—A mi me sorprende lo mismo que a ti, he intentado de muchas formas hablar con él, pero siempre parece encerrarse en su mundo y evitarme cada que tiene oportunidad — soltó algo incómodo —. Desde que éramos pequeños nos llevábamos bien, de un día a otro que terminé la universidad, él ya no se interesaba más en mi.

—¿Crees que tenga que ver con la edad? — el rubio se encogió de brazos, sin estar informado de lo que sucedía con su hermano menor.

—Puede ser, mamá — Misuk sonrió un poco más aliviada —. Creo que se está cobrando conmigo las veces que me alejé de él cuando tenía 16.

Ambos ríeron a la par, recordando las simultáneas veces que tuvieron que regañar a Hyunjin por no querer pasar tiempo con Jongseong, cuando en realidad el adolescente sólo quería tiempo solo y no pasarla jugando con su hermano de 8.

—Por cierto, Hyunnie — el nombrado hizo un gesto con la cabeza, indicando que siguiera hablando —. Recuerda que en dos días saldremos a nuestro viaje de verano, sabes que no me gusta que te quedes aquí solo, por eso quería hacerte la propuesta de salir con nosotros esta vez.

Hyunjin no hizo siquiera la acción de intentar responder, la línea recta en sus labios hablaba demasiado por él.

—Sé que es difícil, Jin, pero de alguna forma u otra deberás volver a Gimpo, recuerda que el Doctor Bones te dijo que era necesario para tu terapia — sus manos se dirigieron a los hombros del contrario, reconfortándolo aunque fuera de esa manera.

—No quiero ir a Gimpo — fue lo único que logró decir antes de seguir con su tarea —. Además tengo mucho trabajo en el edificio, sabes que este trabajo es mi vida entera.

La mayor suspiró antes de alejarse, viendo como el rubio parecía totalmente alterado otra vez con la mención de la ciudad.

—Hyun, la otra vez me encontré con tu aprendiz, el chico ese llamado Zachary — explicó, tomando los cubiertos que eran lavados —. Me dijo que estaba muy emocionado, que al fin ustedes iban a tener un gran periodo vacacional.

—No estoy listo.

El rubio terminó con su labor, cerrando la llave del agua antes de dar un beso en la mejilla de su madre.

—Al menos piénsalo, ¿De acuerdo?

El menor se limitó a asentir, salió de la cocina dejando a la mujer sola. Se sentía como mal hijo, pero no lo podían juzgar, él no quería volver al lugar del cual se le había dificultado salir.

Hyunjin salía de su casa, el día se encontraba frío en su totalidad, todo aquel que salía a aquellas horas se consideraba un demente. Aún con pocas personas caminando por las calles, se veía que el día no mejoraría en lo absoluto.

Como pudo, arregló su abrigo y la bufanda que llevaba consigo, antes de entrar al bonito vehículo negro que le habían regalado sus padres cuando cumplió los 17 y su primer año en la universidad.

Saludó a los guardias que se encontraban parados fielmente a las rejas que cubrían la vivienda Hwang, sintiéndose un poco mal por ellos y el clima que debían soportar desde altas horas de la mañana.

Sonrió en demasía cuando las calles se encontraban solas, solo con dos o tres autos andando en una velocidad considerable.

—Es una gran ventaja, ¿No crees, Señor Abrazos?

Aquel oso de felpa era su compañía en la soledad de su auto, recuerda bien la noche en qué estaban a punto de mudarse, su padre había llegado con el juguete preguntándole si quería quedarse con él, puesto que Jieun se lo había obsequiado para que pudiera llevar a Jeongin por siempre consigo.

Varias lágrimas traviesas rodaron por sus mejillas. Como sí pudiera dejar de lado a Jeongin, pensó.

Fue entonces que una mirada de soslayo al peluche lo hizo hablar.

—Oh no, no me mires de esa forma — habló directamente al oso que estaba sentado por dentro del parabrisas —. No volveremos a Gimpo, por nada en la galaxia lo haremos.

Se interrumpió a sí mismo cuando soltó un suspiro pesado, pensando en la charla que había tenido con su madre la noche anterior.

—Buenos días, Profesor Hwang — una chica pelirroja lo sorprendió en la entrada al lugar.

—Buenos días, Maia — respondió en su avanzado inglés, entregando su identificación de trabajador.

—El día amaneció molesto, ¿No cree? — el rubio asintió mientras veía a la chica escaneando su identificación —. Aquí tiene, bienvenido, Profesor Hwang.

Las puertas del estacionamiento especial para trabajadores se abrieron, dándole paso para que pudiera dejar ahí su vehículo. Una vez que el auto parara su movimiento, se dirigió hacia el juguete.

—Bien, Señor Abrazos, nos espera otro bonito día, veamos la sorpresa que nos depara el universo hoy.

Salió del convertible negro, guardando sus llaves en el bolsillo y subir por las escaleras al edificio. En su paso se encontró a varios de sus compañeros en sus respectivas tareas.

—Profesor Hwang — el chico de ojos claros se dirigió a su superior —. Buen día, espero todo esté en orden.

—Buen día Jonah, todo está perfecto — respondió siguiendo su camino hacia la planta donde trabajaba —, ¿Pasó alguna novedad?

El chico de rizos le sonrió mientras acariciaba su nuca con algo de nervios.

—El Profesor Mitchell lo está buscando, parece ser que encontraron una anormalidad, cerca de su tierra de origen.

Hyunjin palideció al instante, el castaño lo dirigió hacia donde se encontraban sus demás superiores, teniendo varias computadoras con información variada.

—Profesor Hwang, es un gusto que esté aquí — uno de los ancianos que se encontraban ahí le saludó cordialmente, invitándolo a acercarse —. Le comentaba a mis compañeros que usted es originario de Gimpo, en específico, afueras de la ciudad, ¿No es así?

—Así es — respondió totalmente serio, creando una sonrisa en el viejo que hablaba con él y sorpresa en los otros dos que hablaban entre sí —, lo siento Profesor Mitchell, pero, ¿Qué ocurre ahí?

El anciano le indicó que se acercara para que observara de mejor manera a través de una de las pantallas gigantescas del lugar, señalando qué era lo que estaba causando tanto misterio últimamente.

—Han reportado un cuerpo celeste en las afueras de Gimpo, iluminando justamente en el centro de la Ciudad Perdida. Ya está confirmado que se trata de una estrella, pero necesitamos un nombre para ella.

Los astrónomos admiraban con atención todas las imágenes que el mayor pasaba de una por una.

—¿Dijo Ciudad Perdida? — preguntó Hyunjin algo confundido, por el tiempo que vivió ahí no sabía que existía una ciudad ahí.

—En efecto, Profesor Hwang, tengo entendido que usted proviene de ahí — explicó el anciano una vez más, ganándose una mirada oscura del más joven —. Puede que me esté equivocando, de igual forma.

El rubio miró a través de las imágenes que pasaban, que efectivamente se trataba de su lugar de nacimiento, lo cual lo dejó extrañado.

—Sí es mi ciudad natal — respondió simplemente, recibiendo un asentimiento por el hombre mayor —. Entonces, menciona que reportaron un nuevo cuerpo celeste que ilumina toda la Ciudad Perdida, ¿Correcto?

—Correcto, Profesor Hwang — habló otro de los hombres, leyendo la información que brindaba uno de los computadores —. Según se dice, la primera aparición de la estrella fue vista el día 8 de Febrero del año 2007.

Hyunjin cerró sus ojos algo aturdido. Sintió su corazón acelerarse de forma frenética, sentía que le faltaba el aire y que incluso sus piernas temblaban.

—Eso no puede ser cierto — murmuró, dejando a los demás hombres preocupados por su comportamiento.

—¿Pasa algo, Profesor Hwang? — el anciano Mitchell habló por todos, sosteniéndolo de los hombros para evitar su caída —. Podemos hablar del tema mañana, sí no se siente con la capacidad de hacerlo hoy.

El menor negó, ignorando el dolor imparable que sentía en su cabeza.

—No pasa nada, Profesor Mitchell, ¿Podría ver más de cerca las fotografías del cuerpo celestial?

El viejo lo encaminó a la pantalla que mostraba más de cerca las primeras imágenes de la estrella.

—Según lo que dice la gente de los alrededores, es una leyenda antigua de la ciudad, habla de una estrella que se encontraba perdida, viajaba por cientos de galaxias hasta que encontró de nuevo su hogar.

Todos miraron de mala forma al aprendiz, a excepción de Hyunjin, quien seguía observando las fotografías de la estrella, con un brillo especial plasmado en sus orbes.

—No está bien mentir, Marais — negó uno de los viejos después de echarse a reír con los demás ahí.

—¡No es mentira!, Mi hermana viajó allá por la leyenda del origen de la ciudad, todos ahí cuentan que es un milagro y quizá se trata del niño perdido.

—No eres más que un mentiroso, eh, Marais.

—Le juro que no es una mentira...

Todos callaron cuando un golpe sonoro inundó la planta, Hyunjin tenía su puño cerrado sobre el escritorio, se giró lentamente hacia los cuatro hombres que lo miraban atento.

—Profesor Hwang, ¿Se encuentra bien?

Hyunjin rió a la par que dejaba liberar todas las lágrimas que había retenido los últimos minutos.

—He elegido un nombre para la estrella.

Los astrónomos y el aprendiz se miraron entre sí, pensando en que estaba sucediendo por la mente del rubio.

—¿En serio?, ¿Cuál será?

Hyunjin volvió su vista a la pantalla, sonriendo con felicidad, seguía moviendo las imágenes con el control remoto que se le había otorgado, su mano izquierda se posaba justo donde su corazón latía de forma desenfrenada.

Murmuró unas palabras para si mismo antes de girarse. Una risita salió de sus bonitos labios, antes de pronunciar felizmente.

—Jeongin.

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