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capítulo seis

Minho corría a una velocidad máxima por los pasillos, no le importaba en lo absoluto si llegaba a chocar contra algunos cuerpos de sus compañeros, pues lo que él necesitaba era encontrar a Hyunjin con urgencia.

Una vez que el niño de cabellos negros estuviera en su campo de visión, se acercó hasta él ignorando incluso al castañito a su lado.

—¡Hyunjin! — le llamó entusiasmado, teniendo ambas miradas curiosas sobre él.

—Buen día, Minho — saludó Hyunjin, interrumpiendo su plática con el menor.

—Ayer después de terminar mi tarea mi papá me llevó al museo de ciencias — explicó realmente emocionado —. Había una gran sección acerca del sistema solar. Era bellísimo de verdad, tenían planetas gigantes hechos de cartón, en las paredes estaban dibujadas cometas, constelaciones e incluso habían estrellas fugaces. Era increíble.

Los ojos marrones de Hyunjin resplandecieron de una manera especial, en aquellos bonitos orbes se podía leer la emoción y felicidad que aquellas palabras producían.

—Debemos ir algún día, podría decirle a mi mamá que nos lleve a todos, sirve así que Jeongin, Seungmin y Felix también ven lo bonito que es — Minho finalizó después de exagerar todo con sus pequeñas manos.

—¡Es una estupenda idea! — mencionó Hyunjin en un estado de euforia, lanzándose hacia los brazos del mayor.

Jeongin por su parte, los miraba serio, su buen humor se había ido al ver a Minho acercarse a su mejor amigo erradiando felicidad, no era como que el niño mayor le cayera mal, simplemente le hacía doler su pechito al verlos demasiado unidos.

—Oh y te traje ésto — el de ojos felinos se separó del contrario para sacar de su bolsillo una cadenita con un pequeño dije de una estrella.

—Es muy bonito — murmuró Hyunjin viendo el regalo como si fuera lo más preciado que tenía —. No debiste preocuparte, Minho.

—Tenía que hacerlo, cuando la vi pensé en ti instantáneamente. Espero te guste.

—¡Es el mejor regalo de todos! — envolvió sus pequeños brazos en el cuello del más alto nuevamente —. Muchas gracias de verdad.

Jeongin se alejó de ellos al ver a Minho ayudando a su mejor amigo para ponerse tal cadena, el malestar en su pechito se instaló una vez más cuando cayó en cuenta que ninguno de los dos mayores recordaba su presencia ahí, así que con esa incomodidad aprovechó que no le miraban para escaparse del lugar.

La hora del refrigerio había llegado y Jeongin lo único que quería era no toparse con su mejor amigo, seguía sintiendo ganas de llorar cuando lo veía. Le agradaba Minho pero no aquella forma de acercarse a su linda estrella.

—Te estábamos buscando desde que salimos — el castañito alzó la mirada para encontrarse con aquellos ojitos de cachorro que lo miraban atentamente —. Minho y Hyunjin fueron juntos a la biblioteca, son tan aburridos — giró los ojos con algo de diversión al momento que se sentaba al lado del menor.

—Desde la mañana están inseparables — murmuró algo triste antes de darle una pequeña mordida a su sándwich.

—No te preocupes, Innie. Nos tienes a Seungmin y a mí, nos encanta pasar el rato contigo — Jeongin sonrió ante lo que su constelación humana había dicho.

—Gracias, Lixie — no dijo nada más ya que los tres niños se propusieron a seguir comiendo.

—Es algo de nerds encerrarse en la biblioteca durante el receso — Seungmin habló una vez más algo enojado —. Deberían estar aquí con nosotros, comiendo y jugando.

—A Hyunjin no le gusta que le digan nerd — habló el pequeño Yang mientras tomaba jugo de manzana de su cajita —. Es listo, pero igual suena feo que le digan así, le molesta mucho.

—Hyunjin debería ver cómo lo defiendes — el más alto parecía no querer dejar de molestar, le daba algo de gracia ver a Jeongin con sus mejillas infladas y un semblante serio haciéndolo lucir tierno —. Debe estar feliz de que su novio lo defienda de los niños que lo hacen sentir mal, ¿Verdad, Lix?

Felix se dedicaba a reír suavemente, no quería entrar tanto en el tema, pues sabía que aquello era entre los dos niños menores.

—Jinnie no es mi novio — espetó Jeongin en bajos susurros, siguió comiendo pero con la mirada gacha, no quería que sus amigos vieran lo apenado que se encontraba.

—Tienes razón, parece más el de Minho.

Jeongin levantó la mirada ante las palabras de Seungmin, aquellos tres pares de ojos miraban atentamente a los niños de curso mayor. Ambos traían libros entre sus brazos y sus manos iban entrelazadas levemente, un color carmesí adornaba las mejillas de cada uno y sus sonrisas parecían demasiado sinceras.

—Los encontramos al fin — Minho habló con la intención de sentarse entre los dos menores, que parecían molestos por la escena que acababa de presenciar —. Ven Hyunjin.

El pelinegro se sentó justamente entre Jeongin y Minho, aún sin soltar la mano cálida del mayor de los niños.

—Tienes una estrella — todos miraron que Felix señalaba la cadena que adornaba el cuello de Hyunjin, haciendo que éste sonriera con felicidad.

—Minho me lo dió — explicó Hyunjin con una sonrisa alegre, sujetando con sus dedos la bonita cadena.

Jeongin se detuvo en la mirada canina del otro pequeño, se sintió triste al recordar las palabras que Seungmin había dicho cuando miraron a su mejor amigo y al otro niño caminar de la mano juntos.

—Debo ir al baño — mencionó Jeongin interrumpiendo la plática que todos mantenían en la mesa, guardó sus cosas en su pequeña mochila listo para irse.

—Puedo cuidarte tu mochila en lo que llegas, Innie — propuso Hyunjin con amabilidad, haciendo sentir al pequeño un dolor más fuerte cruzado en su pechito.

Negó cerrando sus ojitos con fuerza :—Adiós.

Todos quedaron estáticos ante el extraño comportamiento de Jeongin, se miraron entre sí preguntándose que estaba ocurriendo, pero solo eso, ninguno se atrevió a perseguir aquel par de pasos apresurados.

Jeongin se sentía decepcionado, llevaba toda la tarde buscando alguna manera de entregarle a Hyunjin lo que tanto anhelaba, se sentía algo tonto por no poder hacer algo tan simple como robar la luna.

—Necesito un rayo reductor — susurró contra el oído de su padre.

—¿Un rayo qué? — preguntó SeunHee desconcertado, dejando de lado el periódico que leía.

—No le digas a nadie pero — miró a todos los lados posibles para que así nadie lograra escuchar su maravilloso plan —. Quiero robar la luna para dársela a Hyunjin.

SeunHee soltó una pequeña carcajada ante lo dicho por su hijo, luego calló al ver la mirada sería que este mismo le dedicaba.

—No deberías reírte — mencionó Jeongin en un falso puchero —. Gru robó la luna, es cierto que después de un tiempo la luna volvió a su tamaño real, pero al menos me gustaría dársela por unos instantes.

El señor Yang sentó a su hijo sobre su regazo un poco más relajado. El niño se encontraba cruzado de brazos haciendo notorio su enojo.

—No puedes robar la Luna, campeón — explicó el mayor —. Muchas personas encuentran refugio en ella. Algunos admiran lo hermosa que es, otras personas hablan con ella y se sienten cómodos haciéndolo. No puedes quitarle a las personas la felicidad que la Luna les da. No puedes robarle nada al cielo, porque claramente la luna es uno de sus elementos más preciosos. El cielo se sentirá triste si no la tiene a ella.

—Minho le dió un collar de estrella a Jinnie, yo quería darle algo mejor — bajó su cabeza algo avergonzado —, ¡Ya sé!, ¡Puedo comprarle una nave espacial! — habló tras pensar en su regalo por unos minutos.

—Pero-

—¿Podrías llevarme a comprar una nave espacial para Hyunjin? — su voz sonaba alegre, sin podía ocultar su emoción.

—Uhm, de juguete ¿verdad? — preguntó SeunHee nervioso, esperando que ahora no atravesara otra idea loca por la cabecita de su hijo.

—¡Sí!, pero debe tener dos muñecos, Hyunjin una vez me dijo que viajaríamos al espacio cuando sea astronauta.

—Bien, creo que ya lo tengo.

SeunHee tomó a su pequeño de la mano, juntos se dirigieron hacia donde el auto se encontraba estacionado. Se subieron dispuestos a ir a la juguetería más cercana sólo para buscar el regalo perfecto para Hyunjin.

Alrededor de una hora se dirigían a la casa de los Hwang, Jeongin sonreía feliz con el pequeño regalo entre sus manos, sabía perfectamente que su mejor amigo se pondría realmente feliz.

SeunHee salió del auto junto a su hijo. Caminaron hacia la puerta de la casa, SeunHee se dedicó a tocar el timbre, esperando pacientemente a que la puerta fuera abierta.

—¿Está Hyunjin? — preguntó el niño apresurado, una vez que un hombre que ya conocía se acapara en su campo de visión.

—Buena tarde, lamento el apresuro de mi pequeño, pero queríamos saber sí el niño Hyunjin está en casa, tenemos algo para él — explicó SeunHee formalmente, viendo de soslayo a su pequeño hijo.

El hombre frente a ellos chasqueó la lengua fastidiado, más porque no esperaba una visita a esa hora del día.

—No está, se encuentra en la casa de su padre éstos días — murmuró en un falso tono de amabilidad.

—Oh, ya veo — SeunHee carraspeó la garganta nervioso, intimidado ante la presencia de aquel sujeto —. Muchas gracias señor...

—Kyung — respondió el hombre ya cansado de las dos personas que tenía ahí.

—Gracias señor Kyung, un placer conocerlo.

Al terminar de decir esas palabras, la puerta blanca fue cerrada con brusquedad, sobresaltando a los dos Yang en su lugar.

Volvieron al auto, Jeongin ponía su cinturón de seguridad desanimado por no encontrar a su amigo, esperó en su lugar a que su papá terminara su llamada con la otra persona por teléfono, ya no sabía en donde buscar más a su amigo.

—El papá de Hyunjin me mandó la dirección de su casa — mencionó SeunHee, feliz al ver la sonrisa de su pequeño colándose en su rostro nuevamente —. Vamos, cariño.

El auto se puso en marcha una vez más, las canciones infantiles resonaban en la radio por petición del pequeño Jeongin. Este mismo parecía querer reír, pues la situación actual le daba gracia por algún motivo.

Ver a su padre fastidiado por las líricas fáciles y suaves le parecía lo más humorístico del mundo, pues solo lograba recordar la escena de una de sus películas favoritas cuando Goofy y Max pelean por el control de la música en su viaje a Los Ángeles.

Tras un par de minutos en el auto, llegaron a la casa del señor Hwang, percatándose de que esta era mucho más grande que la anterior, tenía un bonito jardín en la parte delantera y su fachada se basaba en un azul cielo brillante.

Jeongin bajó del vehículo con ayuda de su papá, SeunHee lo tomó de la mano para que juntos se acercaran a la puerta blanca, pasando por en medio del pasto coloreado de un verde vivo. SeunHee dió varios golpes a la puerta esperando a que fuera abierta. Jeongin saltó en su lugar cuando la imagen de una bonita mujer se aparecía frente suyo.

—¡Misuk!, ¡Hola! — saludó el menor hacia la mayor, que le miraba con amabilidad.

—Que gusto volver a verte, Jeongin — saludó ella sonriente —. Buenas tardes, Yoon Misuk, un gusto.

—Yang SeunHee, padre de Jeongin — el hombre se presentó junto a la mujer —. Uhm, verá, hablé con Dongyul hace unos minutos, le avisé que traería a Jeongin porque tiene algo para Hyunjin — explicó sin deshacer su semblante de amabilidad.

—Oh claro, pasen — Misuk se hizo a un lado, esperando a que ambos Yang entraran a su hogar —. Siéntanse en su casa, iré por Hyunjin, no tardo.

SeunHee ayudó a su hijo a subirse en uno de los sofás, pacientes ante el aviso que había dado aquella.

—SeunHee un gusto verte — Dongyul apareció en el lugar tras escuchar murmullos lejanos a su habitación —. Me alegra mucho que estén acá.

—Jeongin quería ver a Hyunjin, cuando supimos que estaba acá me pareció buena idea pasar a saludarte — SeunHee se levantó de su asiento para saludar a su compañero con un abrazo.

Jeongin jugaba con sus piecitos, estaba comenzando a desesperarse puesto que no veía ninguna señal de su amigo en aquella casa.

—¡Innie! — la voz de Hyunjin lo hizo sobresaltar en su lugar.

Jeongin le miró emocionado, dejando su lugar en un salto para correr a dónde el niño de cabellos negros estaba parado.

—¡Jinnie! — gritó con felicidad, abrazándose rápidamente al cuerpo del más alto.

—Me preocupé al no verte saliendo de la escuela, Seungmin dijo que habían pasado temprano por ti — explicó Hyunjin en un tono de voz bajito, aún sin deshacer el abrazo que tenía con el menor.

—Mi papá quería que fuéramos a comer pizza, yo también te quería ver — sonrió sintiendo el olor a vainilla del perfume del niño inundar sus fosas nasales.

—Hyunnie, ¿qué te parece si invitas a Jeongin a jugar? — propuso Dongyul interrumpiendo la plática de los dos niños.

Hyunjin asintió obediente :—Vamos Innie — tomó la mano contraria dispuesto a dejar a los adultos solos e irse al jardín trasero.

—Espera — Jeongin soltó su agarre para correr a dónde había dejado la caja con su regalo dentro, cuando lo tomó fue hacia dónde su mejor amigo, para entrelazar sus manos una vez más —. Listo.

Los dos niños corrieron hacia el jardín trasero entre risas y abucheos. Se sentaron juntos en el césped, disfrutando la compañía del otro.

—Te traje algo — Jeongin extendió la pequeña cajita al pelinegro, que le miraba emocionado.

Hyunjin rompió el papel que envolvía la caja, le emocionaba de sobremanera ya que amaba todo lo que venía por parte de Jeongin, era como obtener pequeños tesoros.

—No puede ser — un brillo en los orbes del más alto se hizo notorio haciendo que el contrario lo mirara como si fuera lo más bonito que había visto —. ¡Es genial!

Jeongin sintió los brazos de su amigo envolverlo contra su cuerpo, se sentía extrañamente protegido con aquel niño.

—Es pequeño por el momento, pero te prometo que cuando seamos más grandes te regalaré uno gigante — exclamó separándose de él para hacer señales con sus manos —, nos iremos en él a la Luna, ¡serás un excelente astronauta!

—¿Tú crees eso? — Hyunjin preguntó algo inseguro ante las palabras del castaño.

—Sip — comenzó a correr por todo el jardín —. Verás que seremos muy felices cuando vivamos en la Luna.

—¿Viviremos en la Luna? — cuestionó una vez más, sabía que Jeongin quería ir algún día a la Luna junto con él, más no creía que quisiera irse a vivir juntos.

—O podemos vivir en Saturno — habló emocionado sentándose en el césped —. Éstos seremos nosotros con nuestras cosas para vivir en Saturno — explicó tomando las dos figuras que venían para adentrarlos a la nave espacial.

—En algunos años es posible que se pueda vivir en Marte, Innie — tomó asiento a un lado de su amigo —. Así que supongo que sería mejor irnos a vivir a Marte.

—Pero Saturno es mi planeta favorito — bajó la mirada algo decepcionado —. ¡Podemos vivir en sus anillos!

Hyunjin reía por lo bajo al escucharlo hablar :—El medio ambiente atmosférico de Saturno tiene gravedad muy fuerte, tiene una presión muy alta, hay fuertes vientos, y tiene temperaturas muy frías, sí hay vientos así de fríos es difícil tener paz y tranquilidad — intentó explicar con términos que le fueran fáciles de entender —. Hay energía proveniente de rayos, luz ultravioleta y partículas cargadas. En sí, el medio ambiente que hay en Saturno no es el ideal para que haya vida humana en él.

—Marte es aburrido — espetó Jeongin en un puchero, cruzándose de brazos —.  Además está cerca de la Tierra y no quisiera que nadie nos moleste.

—¿Cómo veremos a nuestros papás y amigos si viviremos en Saturno?. Tardaríamos mucho para venir a visitarlos y para que ellos vayan a vernos — comentó Hyunjin, intentando hacer entrar en razón al niño tan necio que estaba con él.

—Saturno es más bonito — insistió —. Por favor Jinnie, tendremos gatitos como si fueran nuestros hijos. ¡Seremos padres de gatitos en Saturno!, yo sé que te encanta la idea.

—Pero Innie-

—Jinnie por favor — se acercó a él tomando sus mejillas con sus delicados dedos —. Prométeme que viviremos en Saturno y seremos una familia feliz.

Hyunjin se perdió en los orbes almendrados que Jeongin poseía, haciéndolo asentir aceptando su petición casi al instante.

—Tienes más pinta de ser de Venus — bromeó Hyunjin un poco antes de sonreír —. Bien Innie, lo prometo.

Jeongin soltó su rostro para levantar su dedo meñique :—¿Por la garrita?

El pelinegro soltó una pequeña risita antes de añadir:—Por la garrita, Innie

Los dedos meñiques de ambos se entrelazaron con el contrario, sellando así, una lejana, pero soñadora promesa.

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