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capítulo quince

SeunHee caminaba de un lado a otro, con una ansiedad notoria y con sus ojeras resaltando debajo de sus ojos, señalando que no llevaba durmiendo bien desde hace ya tres días.

Se encontraba en la estación de policías, esperando alguna noticia del objeto perdido que habían encontrado los amigos de su hijo.

El hombre intentó calmar sus nervios al ver la figura del jefe de policías que se hacía cargo de la búsqueda, el oficial Ahn.

Se adentró a la oficina con una expresión neutral en su rostro, tal parecía que el asunto del niño perdido en el pueblo era más difícil de lo que creía, era la primera vez en mucho tiempo que se veía un caso de ese nivel de graved en toda la ciudad.

—Sólo hemos encontrado huellas del menor alrededor del peluche — informó mostrándole los papeles que habían sacado justamente esa mañana —, ahora tenemos a varios investigadores en el área donde fue encontrado el juguete, están viendo si no hay algo raro cerca.

—Han pasado tres días desde que mi hijo desapareció, el lugar es concurrido y varias personas ya debieron haber pasado por ahí— SeunHee quiso lanzarse contra el cuerpo del más joven al verlo tan relajado en su lugar, pero simplemente no podía, estaba haciendo todo lo que estaban en sus manos.

—Entiendo su preocupación, señor Yang — el oficial habló una vez más —, pero quiero que entienda que en verdad estamos haciendo todo lo posible por encontrar a su hijo.

SeunHee suspiró fuertemente asintiendo intentando relajar sus nervios, lo cual era casi imposible, llevaba en ese estado desde hace días y no parecía irse hasta que tuviera a su pequeño Jeongin entre sus brazos.

—Oficial Ahn — el hombre lo tomó del hombro intentando llamar su atención —, por favor traiga a mi Jeongin de vuelta.

Sin más, las piernas del hombre flaquearon, desvaneciéndose en el lugar, llamando la atención de todas las personas afuera en el momento que se escuchó el golpe.

—Llamen una ambulancia, por favor — gritó el joven policía intentando no perder la cordura, posicionándose a su lado.

—¿Se encuentra bien? — otro uniformado se acercó al lugar al ver la posición de su compañero.

—Wonjin-ah — susurró con delicadeza —, llame a una ambulancia por favor, el señor Yang se desvaneció hace un instante.

—No te preocupes, ahora mismo vuelvo — Ahn agradeció con una sonrisa, algo cansado —, lo estás haciendo bien.

—Gracias — murmuró con delicadeza, sosteniendo con fuerza al hombre que parecía no reaccionar.

Sin duda alguna, era un asunto fuerte para toda persona que viviera en aquel pueblo.

—Maldición — Dongyul maldijo tras escuchar la molesta voz del contestador.

—Cariño, calma — Misuk llegó con una sonrisa calmante en sus labios, entregándole la taza de té a su esposo.

—Eunji sigue sin responder — suspiró con pesadez dejando su celular de lado —, con la desaparición de Jeongin estoy muy inquieto, ¿sabes?, debí haber puesto una denuncia a Kyung por lo que le hizo a mi Jinnie.

La mujer lo miró seriamente antes de atraerlo a su cuerpo, intentando tranquilizarlo con algunos movimientos suaves en sus brazos.

—Aún podemos hacerlo, amor — murmuró suave —, sigue siendo un abuso, ese malnacido pagará lo que hizo.

—Debí actuar rápido, quizá Eunji se fue de la ciudad con él y por lo mismo no responde — gruñó furioso ignorando las lágrimas que comenzaban a recorrer sus mejillas —, no quiero imaginarme que por mi culpa le pase algo más a mi hijo.

Misuk suspiró serena, dejando un delicado beso en la cabellera negra de su marido, intentan transmitir todo su apoyo y cariño con ese gesto.

—Eres un gran padre, Gyul, sé muy bien que Jinnie es tu prioridad siempre y lo cuidarás a pesar de todo.

En ese momento, entre los brazos de la mujer, fue que Dongyul logró desahogarse de todo lo que llevaba cargando desde hace ya varias semanas. Entrando en su burbuja de amor, ignorando al pelinegro que los miraba escondido detrás de la puerta del salón principal.

Hyunjin comenzó a deslizar su cuerpo por la puerta hasta quedar sentado apoyado en esta, sintiéndose una vez más, perdido.

Desde la extraña desaparición de su amiguito se vio algo asustado y temeroso, ya no era más el niño alegre que sonreía ante cualquier cumplido, simplemente se mostraba serio y ajeno a los demás, tomándolo de sorpresa cada vez que resaltaban su actitud arisca.

No era su culpa, era culpa de quién fue capaz de quitarle la estrella que iluminaba su vida para dejarlo estancado en la oscuridad.

Estrellita, ¿dónde estás? — cantó en un hilo de voz, con la intención de que sólo él escuchara la triste melodía.

Abrazó fuertemente la nave espacial que su amigo le había regalado meses antes, intentando sentirse más cercano con el niño perdido, lo cual fracasó haciéndolo soltar un par de lágrimas más.

Quiero verte titilar, en el cielo sobre el mar, un diamante de verdad — siguió cantando aún cuando sus sollozos le pedían que no, que simplemente parara —, Estrellita..., ¿Dónde estás?

Su voz se quebró una vez más, con las lágrimas cayendo de sus ojitos como si de una cascada se tratase, llorando profundamente ante el vacío que inundaba su pecho desde hace varios días.

La luz de la Luna se colaba por el gran ventanal de grandiosa vista, acompañada de varias estrellas, iluminando a su paso la habitación tan silenciosa. Hyunjin se quedó estático en su lugar, ignorando el radiante esplendor blanquecino que lo rodeaba, no importaba el paisaje etéreo que le brindaba aquello, no, no cuando su estrella favorita no estaba brillando por él.

Sus ojitos dejaron de esconderse en medio de la tela de su suéter, cuando una idea apareció en su mente, pestañeando algo aturdido fue que dirigió su mirada al gigante ventanal que estaba a algunos pasos suyos.

Sosteniendo su preciada nave espacial, se dirigió a la ventana, sentándose en uno de los asientos que su papá había hecho exclusivamente para él, para que pudiera quedarse sentado observando por horas la bonita imagen que daba el cielo nocturno.

Alzó sus ojitos quebrados para observarla de mejor forma, aferrándose más a su juguete, una vez más, buscando algo de refugio en el objeto.

—H-Hola mamá Luna — saludó intentando no romperse en medio del momento tan intimidó —, y-yo, uhm, casi nunca te pido nada, bueno, sólo fueron dos veces, mi mascota y que papá me trajera a vivir con él.

Soltó varias risitas al recordar lo mucho que lloraba las primeras noches que sus padres se separaron, pidiendo como desesperado ser recogido entre los brazos de su padre e irse a vivir con él, fallando siempre porque pensaba que era una molestia, o eso había dicho su madre.

Su madre. Negó en repetidas ocasiones, sabía que llevaba mucho tiempo sin ver a su mamá, pero ella tampoco lo había querido ver, siempre inventaba una excusa a su padre para no ir a verlo. No, ella no se merecía más compasión ni ser pedida inocentemente al astro a millones kilómetros de distancia.

—Mamá Luna... Yo solo quiero volver a ver a Jeongin y tenerlo conmigo — bajó su mirada una vez más, con la intención de que el satélite no pudiera verlo llorar, lo cual era casi imposible, sus lágrimas tan inocentes siempre aparecían cuando las estrellas en el espacio exterior se aparecían.

—Tú lograste que papá me llevara a adoptar a Polly — sonrió entusiasmado alzando una vez su mirada —, bueno, murió unos meses después, ¡Pero no es tu culpa!, Es un hámster después de todo — volvió a reír al recordar cómo es que su mascota estornudó y murió al instante —, también ayudaste a qué yo viviera con papá, muchas gracias también por eso.

Sonreía inocentemente, con la luz iluminando su rostro, de forma resplandeciente, como si con aquello la tristeza pudiera abandonar el ser de una persona tan pura como lo era el niño.

—Por eso te pido que hagas que Innie vuelva — admiró totalmente ajeno a las personas que lo escuchaban sus palabras tan limpias detrás de la puerta —, sé que es una estrella muy bonita, ¡pero tú tienes muchas!, No quiero que esté más perdido, por favor ilumínalo y haz que vuelva pronto a casa, donde todos esperamos su regreso.

Se sintió pleno y feliz en el momento que vio a varias estrellas colarse en el cielo, sintiendo la esperanza crecer en su ser, como si aquello fuera una señal.

—Por favor hazme ver a Jeongin y no te pediré nada más — finalizo con una sonrisa  abrazando a su juguete una vez más —, Gracias, Mamá Luna, eres la mejor.

Limpió las lágrimas secas de sus mejillas, mientras bajaba del asiento dispuesto a salir del salón, tomó la perilla y la giró, no sin antes dar un vistazo a la ventana y sonriendo por la preciosa vista.

—Hyunnie — fue sorprendido por su padre, quien estaba de cuclillas esperando por él, corrió hacia sus brazos con alegría evidente en su cuerpo.

—Te amo papi — habló felizmente mientras recostaba su cabecita en el pecho del mayor, por la aura paternal que desprendía.

—Yo te amo más, mi Hyunnie — susurró contra su oído —, sabes que yo más.

El niño ni se inmutó, queriendo quedarse entre esos brazos hasta que toda la oscuridad se fuera.

—Vayamos a cenar, ¿Qué te parece? — pareció reírse cuando recibió una negativa por parte de su hijo —, Vamos, Hyunnie, no puedes estar con el estómago vacío.

—¿Estarás conmigo?

Dongyul sintió una parte de su corazón desmoronarse en el momento que aquellas palabras salieron de los labios de su hijo.

—Eso me ofende campeón, ¿Cuando te he dejado solo? — habló comenzando a hacer cosquillas en su pancita, haciéndolo reír por primera vez en tanto tiempo.

—Nunca — sus carcajadas hablaron por el una vez más, aumentando la seguridad en su ser al estar de esa forma con su padre.

—Vamos a cenar — el hombre se levantó con algo de cuidado mientras cargaba el cuerpecito de su hijo.

Ambos caminaron hacia el comedor, donde Misuk ya tenía todo preparado para que todos degustaran de la deliciosa cena que había preparado.

La mujer parecía querer hablar, cuando el sonido del timbre la hizo callarse al instante.

—¿Estamos esperando a alguien? — preguntó algo confundida dirigiéndose a abrir la puerta.

—No que yo recuerde — respondió el hombre, extrañado después de escuchar el timbre ser tocado violentamente.

—SeunHee — soltó en el momento que vio al hombre parado frente a ella, con miedo al verlo de aquella forma tan desesperada.

—Dongyul — exclamó con calma al ver a su amigo frente a él —, n-necesito saber dónde está viviendo actualmente Shin Kyung.

El mayor de los Hwang miró atentamente a su esposa, confundido en su totalidad con la repentina pregunta.

—No lo sé — habló algo inseguro —, si supiera no estaría suelto ese infeliz, ¿Necesitas algo?

—Encontraron una botella de cloroformo y varias vendas tiradas en medio de los arbustos del salón, donde se perdió Jeongin — exclamó algo enrabiado.

El niño que hacía en los brazos de su padre, escuchaba todo con atención, aferrándose al cuerpo del hombre con sus manitos hechas en un puño. Confiaba en madre Luna, ella encontraría a Jeongin.

—Aunque las huellas en la botella son algo difíciles de apreciar porque está rota y pasaron varios días, las de las vendas están intactas y todo parecer llevar a qué son del bastardo ese.

—Dios mío — Dongyul tembló en su lugar, acariciando con cariño la cabeza de su hijo, intentando protegerlo con las suaves caricias que le brindaba —, ¿La policía necesita saber dónde está?

—No, ellos ya están iniciando su búsqueda pero sinceramente no confío en ellos — SeunHee sollozó en voz alta intentando reprimir sus lágrimas una vez más en el día —, sabes que es la primera vez que alguien se pierde en el pueblo y lo que están haciendo no parece que quieran encontrar a mi hijo, así que iré yo mismo a buscarlo.

—¿Estás loco?, No tiene ni seis horas que tuviste un desmayo en la estación de policías, además que estás demasiado alterado para ir por él, no puedes...

—¡No se trata de tu hijo! — exclamó enrabiado llevando su cabello hacia atrás con ayuda de sus manos —, te apuesto que estarías igual o más desesperado que yo, por favor, Dongyul, entiéndeme.

—No estás en condición...— sus palabras fueron interrumpidas cuando la figura del hombre desapareció de su vista —, ¡Maldición!

Corrió hacia la salida de su casa esperando poder ayudar a detenerse, siendo en vano cuando el auto arrancó a toda velocidad alejándose de su casa. Todo iba de mal en peor.

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