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capítulo dieciséis

El ambiente era algo silencioso, las luces estaban completamente apagadas y no se producía el fuerte sonido de las rotas ventilaciones.

El cuerpo del niño estaba hecho una bolita, abrazando con fuerza su preciado peluche, intentando calmarse a si mismo y dejar de soltar sollozos, sino debería estar listo para otro de los juegos dolorosos de Kyung, o al menos eso había dicho él para que lograra callarse.

No podía moverse del todo bien, le dolía hacer el más mínimo movimiento, así que no podía siquiera pensar en correr y escaparse, simplemente no podía.

Apretó su juguete contra su pecho en un vago pensamiento de sentirse protegido, pero ya nada podía regresar el tiempo y evitar la monstruosidad que habían hecho con él.

Sus lágrimas comenzaron a caer desesperadamente en el momento que su osito comenzó a cantar, sonriendo débil ante el fugaz recuerdo de su mejor amigo y pensar que lo conocía demasiado bien.

"Twinkle, twinkle little star, how I wonder what you are..."

Se aferró más al cuerpecito del peluche, imaginando que pronto estaría fuera de ahí y que a quien abrazaba no era nada más y nada menos que Hyunjin.

"Up above the world so high, like a diamond in the sky..."

Daría lo que fuera por verlo una vez más, estaba necesitando escucharlo hablar de sus estrellas favoritas, de verlo emocionado cada vez que miraba el cielo nocturno desde el patio de su casa, de mirarlo todos los días en la escuela y abrazándolo fuertemente.

Abrió sus ojos con sorpresa cuando sintió una luz iluminando su rostro, con todo su esfuerzo logró sentarse en el sucio colchón para averiguar de dónde provenía tan misterioso esplendor.

Sonriendo cuando vio la preciosa luz blanca que emanaba la Luna desde la pequeña ventana olvidada en el techo, tal vez la fuerte lluvia de hace algunas horas, había eliminado cualquier rastro de tierra que la encubria. Se sintió feliz. Quizás, solo quizás, estaba a punto de ser encontrado y lo llevarían con su padre y su mejor amigo.

Se recostó una vez más antes de volver a apretar la pancita de su osito, cerrando sus ojos lentamente mientras era arrullado por la suave melodía en compañía del aura del astro que lo envolvía.

"Twinkle, twinkle little star, how I wonder what you are..."

El auto corría a toda fuerza sobre la autopista, llevaba merodeando por toda la ciudad acerca de tres horas. SeunHee no paraba de lamentarse a si mismo cada vez que recordaba la oscura noche de hace una semana, donde su pequeñito le había sido arrebatado.

Giró fuertemente sobre una calle, sintiéndose cada vez peor consigo mismo, no podía dejar de pensar que todo había sido su culpa, aunque no tuviera nada que ver.

—Te voy a encontrar, mi pequeño — susurró tocando levemente su pecho, con una sensación algo extraña —, te lo prometo.

Había recorrido la mayor parte de la ciudad, pasó por todas las casas del vecindario en donde vivía Kyung con su futura esposa y el hijo de esta. Sintiendo derrumbarse cada vez que recordaba la voz del niño, siempre preguntando sobre si ya había alguna noticia de su amiguito.

Lloró una vez más cuando fugazmente recordó la situación que había pasado Hyunjin hace algunos meses, justamente cuando Dongyul se encargó de explicarle por qué se encontraba tan arisco con todos, excepto Jeongin.

Miró atentamente el mapa que descansaba en el asiento del copiloto, donde ya había señalado la mayoría de las residencias privadas que se encontraban en las afueras de la ciudad. Le faltaba visitar tres más, esperando ansiosamente que ahí hubiera una pista de su pequeño, sino, estaría completamente decepcionado de sí mismo por ser un mal padre.

Siguió manejando un par de minutos, con la noche cayendo sobre él y acercándose poco a poco a una vieja cabaña algo descuidada.

Se estacionó sin mucho esfuerzo, intentando ser lo más silencioso posible, como si su pequeño bebé estuviera dormido y no quisiera despertarlo.

Soltó un largo suspiro, antes de mandar su ubicación a Dongyul y recibir una respuesta de su parte.

"De acuerdo, llamaré a la policía si no hay rastro tuyo en diez minutos.
Mucha suerte SeunHee, verás que lo encontraremos"

Sonrió satisfecho, bajando del auto en un solo movimiento, no atrasaría más la búsqueda de su hijo, estaba dispuesto a dar su vida con tal de encontrarlo.

Con su linterna en mano, se acercó cuidadosamente a la misteriosa vivienda. No había luz en ella, lo cual parecía demasiado misterioso. Si no se equivocaba, aquella propiedad le pertenecía a una joven llamada Shin Ryujin, que en época de invierno visitaba a sus familiares en aquel pueblo, por lo cual debería estar ahí en esas fechas.

Guardó su linterna en su bolsillo trasero una vez estuvo frente a la puerta de madera, tocó un par de veces recibiendo lo mismo como respuesta. Un atormentoso silencio.

—Buena noche — habló alto hacia cualquier persona que estuviera dentro (claramente, si es que había alguna) —, soy Yang SeunHee, mi hijo se perdió hace una semana y quería saber si usted podría haberlo visto, por aquí o ya en el centro de la ciudad.

El mismo silencio fue la respuesta a sus palabras. Con algo de inseguridad se alejó para explorar los alrededores, como si aquello le diese una pista de donde estaba.

Decepcionado, estuvo a punto de regresar a su auto, por más que aquella misteriosa cabaña le indicaba curiosidad, no podría seguir ahí, menos cuando era tan inútil ya que no había ninguna alma que pudiera contestarle.

Caminó por el crecido pasto, dispuesto a volver a su coche, siendo vagamente interrumpido cuando sus pies enredaron con una rama, sintiendo el fuerte estruendo de algo romperse, con su linterna y sus lentes cayendo al vacío.

Sus brazos seguían sujetándose del pasto, evitando poder caerse al extraño agujero que había en medio de la nada. Maldiciendo, lo más seguro es que aquello fuera una trampa para osos y él sin observar bien, no sabía que había cavado su propia tumba.

Fue entonces que unos fuertes sollozos interrumpieron sus pensamientos, parándole su corazón como si ya supiera quién era el dueño de los tristes lamentos.

Sus ojos se llenaron de lágrimas cuando vio el bultito encogerse entre el rincón del colchón, soltando grandes lágrimas por el miedo que sentía.

—Innie — susurró intentando cortar sus sollozos.

Su alma volvió a su ser cuando aquellos orbes marrones lo miraron fijamente, viendo un brillo instantáneo en aquellos ojitos, como si verlo habría eliminado su constante tristeza.

—Papá puede lastimarse si cae al suelo — murmuró aún en un tono bajo, temiendo que cualquier persona que no fuera su hijo lo escuchara —, ¿Podrías hacerte a un lado del colchón, por favor, campeón?

Jeongin lo siguió mirando, volviendo a llorar sin pronunciar alguna palabra, Seunhee por su parte quiso evitar lanzarse para ir con él, debía ser cuidadoso, más si quería salir con su hijo de aquel horrible lugar donde lo tenían.

Sin recibir respuesta alguna del castañito, se abalanzó un poco antes de tirarse por completo al colchón, evitando cualquier movimiento que dañara a su pequeño.

—Dios mío, mi niño — lo acercó rápidamente a su cuerpo, con su pequeño soltando balbuceos contra la tela de su camisa —, todo está bien, cielo, papá está contigo, ¿bien?

Jeongin siguió sin articular palabra alguna, sintiéndose protegido por primera vez en tantos días. No podía con la felicidad que había en su pechito, al principio pareció asustarse cuando el montón de vidrios cayeron por todo el sótano, pero pareció aliviarse cuando vio a su padre colgando de dónde debería estar la ventana.

—Vamos, amor, te llevaré a casa — intentó levantarse antes de que el pequeño se aferrara fuertemente a su camisa, negando constantemente.

Sintió sus ojos aguarse en el momento que su mirada cruzó con su pequeño, parecía tan indefenso y asustado, que incluso le aterró verlo de aquella cruel forma.

—Cielo...

—M-Me duele — sollozó en un hilo de voz, señalando cerca de su entrepierna.

SeunHee lo miró horrorizado, al fin cayendo en la realidad que se había expuesto su hijo, había sangre seca en el sucio colchón y manchas blanquecinas parecidas a fluidos seminales. El lugar estaba completamente oscuro y con muchas herramientas innecesarias acomodadas en estantes.

Tapó su boca ante la repentina sorpresa, sintiendo la bilis subir por su garganta y las náuseas apoderándose de su ser.

—No dejaré que vuelvan a hacerte daño — depositó un suave beso en la frente descubierta de su pequeño —, ahora vámonos, Innie, volveremos a casa.

Con todo el esfuerzo en su ser, logró levantarse  con su pequeño en brazos. Salieron por la estruendosa puerta de madera que se interponía entre la apestosa habitación y la improvisada cocina junto al baño.

Sus pasos se vieron interrumpidos cuando una figura apareció por el sitio donde el niño iba a escapar unos días antes. Seunhee sintió a su pequeño temblar entre sus brazos, tapándole su boquita con una de sus manos para evitar que soltara algún sonido.

Escondidos detrás de un gran casillero, miraron como el hombre pasaba frente a ellos, dirigiéndose al baño. Aprovecharon aquella distracción para caminar con pasos lentos a dónde estaban las escaleras.

SeunHee intentaba mantener la calma, ignorando en el momento que su celular había caído de sus bolsillos, caminando con sigilo cuando el sonido de la puerta abriéndose se hizo presente.

—Bonito, he vuelto — anuncio Kyung adentrándose a la habitación donde supuestamente debía estar el niño.

Su mueca se hizo presente cuando vio la habitación destruida, con varios objetos extraños de aquel lugar. Girándose al instante para encontrarse con el hombre cargando a su lindo Jeongin, intentando escapar.

—Ojalá hubieras sido más listo, Yang SeunHee — habló con la sangre hirviendo de la rabia.

El hombre paró su movimiento cuando la fría voz se hizo presente a su espalda. Se giró para encontrarse con la expresión enrabiada del otro hombre.

—Vamos Jeongin — gritó antes de correr hacia donde estaban las escaleras colgando.

Subió rápidamente al niño, quien lloraba descontrolado por el terror que sentía, sus piernitas seguían doliendo por lo cual no podía subir tan rápido como deseaba.

Sus ojitos se llenaron de lágrimas cuando vio al hombre malo tomar a su papá de la camisa, antes de estamparlo contra una de las paredes que había en aquella pequeña habitación.

Su padre se retorció en su lugar cuando recibió varios golpes duros en su estómago, llorando cada vez más fuerte cuando lo vio escupir algo de sangre. Sus ojitos llenos de terror al ver escena tan grotesca.

—Dongyul es un estúpido entrometido, siempre interrumpe todos mis buenos momentos — habló Kyung cuando observó el celular del contrario recibiendo una llamada de su compañero —, por su maldita culpa tuve que huir de la ciudad, ¿sabes?

Jugó un poco con la botella que sostenía en sus manos antes de reír y darle otro sorbo, cuando vio al hombre sangrando de la nariz, por un mal golpe proporcionado en aquella zona.

Jeongin siguió intentando subir por las escaleras aprovechando la distracción de Kyung, siendo un total fracaso cuando los brazos fuertes del hombre lo sostuvieron.

—Suéltalo, maldito bastardo — SeunHee se levantó de su lugar tan rápido como pudo, viendo a su hijo intentar zafarse del agarre que lo mantenía preso.

—Oh, no sabes cuántas veces fuimos solo nosotros dos, Yang — siguió forcejeando contra el niño, acariciando sus cabellos castaños con cuidado —. No sabes lo mucho que disfruté tenerlo conmigo, fue de las mejores experiencias que tuve, de verdad.

Sus palabras fueron cortadas cuando unas manos ensangrentadas apretaron con fuerza su cuello, al momento que su brazo era mordido salvajemente, soltando al menor en ese mismo instante.

—Eres un puto asqueroso — SeunHee apretaba con fuerza el cuello del contrario, cortándole la respiración poco a poco —. No volverás a meterte conmigo ni con mi hijo, maldito bastardo.

Jeongin se mantenía en su lugar hecho una bolita, tapando sus ojitos para evitar mirar la escena tan violenta.

—No me arrepentiría jamás de haber hecho mío a Jeongin — soltó una risita mezclada con tos por la evidente asfixia —. Lo volvería a hacer las veces necesarias.

SeunHee siguió apretando cada vez con más fuerza de la esperada.

—Mereces la muerte, infeliz — murmuró con notable enojo.

—No — volvió a reír una vez más antes de echar un vistazo al niño alejado a ellos —. Tú sí.

La botella que sostenía Kyung fue estampada contra la cabeza de SeunHee, sintiendo el aire llegar de poco a poco sus pulmones una vez que el hombre se alejara de su cuello.

—Eres patético Yang, no solo fuiste un mal héroe, sino tampoco pudiste zafarte de las garras de tu esposa — volvió a reír antes de acercarse a dónde el hombre había caído inconsciente —. Lástima que jamás nadie pudo decirte que todo esto era plan de ella.

El resto de la botella rota estampó contra el abdomen del hombre en dos puñaladas, dejando en total evidencia los rastros de sangre fresca.

Su vista volvió al niño, que lo miraba aterrorizado por lo que acababa de hacer.

—No cielo, no me mires así — se acercó hacia el, sonriendo cuando lo vio alejarse unos pasitos más —. Vamos, nos divertiremos mucho.

Gritó antes de intentar correr una vez más, fallando cuando los gruesos brazos lo aprehesaron. No había nadie más que escuchara sus gritos de auxilio.

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