capítulo cinco
Jeongin miraba atentamente los movimientos que hacía su madre, parecía demasiado enojada y eso de alguna forma le transmitía algo de miedo. Abrazó su peluche fuertemente como si aquel juguete fuera capaz de protegerlo.
Una amiga de su madre había llegado temprano a su casa aquella mañana, parecía apurada y algo preocupada por las nuevas noticias que tenía que decirle a su mejor amiga.
Decir que Haneul se encontraba en un ataque explosivo de ira, era poco para lo que en realidad sucedía.
Sus finos dedos se enredaban en sus cabellos tirando de ellos, como si el dolor que se hacía a sí misma pudiera aliviar toda la ira que sentía por dentro. Sabía que su matrimonio ya no se podía arreglar desde que su esposo la había encontrado saliendo con otro hombre.
Quería creer que SeunHee la entendería, que comprendería que aquello fue un tropiezo en su matrimonio, creía que él la perdonaría porque al final de cuentas tenían un hijo juntos, ¿no era así?
La rabia que sintió al ver aquellas fotos la tenía consumida, se trataba nada más y nada menos que la imagen de su esposo con otra mujer en un restaurante disfrutando de la tarde. Quedaba claro que ambos ya no dormían juntos, incluso SeunHee había pedido la acta de divorcio, por más que ella misma haya provocado toda inseguridad y destruido la confianza de su marido, creía que él era lo suficientemente cobarde para arriesgar todo por su relación.
Jeongin por su parte se encontraba en una esquina mirando el ataque de su madre, abrazó a su oso con mucha más fuerza que antes ocasionando que el botón en su estómago se pulsionara y así comenzar a sonar a cantar.
—Estrellita, ¿dónde estás? — comenzó cantando en pequeños susurros junto con su peluche intentando tranquilizar su llanto —, quiero verte titilar, en el cielo y en el-
—¡¿Acaso no te puedes callar?! — la voz de su madre interrumpió su canto, haciéndolo asustar cada vez más, la mayor arrebató el oso de las pequeñas manos de su hijo, haciendo que este la mirara como si fuera el peor monstruo que había visto.
El menor de los Yang corrió hacia su habitación, con la intención de esconderse de aquella mujer que se había vuelto en una desconocida en los últimos minutos. Intentaba regular su respiración pero le era totalmente difícil, sus piernas no dejaban de temblar y sus manos sudaban de forma descontrolada.
Tapó sus pequeños oídos con sus manos al escuchar unos gritos provenientes de la planta de abajo, la puerta había sido abierta por lo que suponía que se trataba de su padre. Ambos gritaron alrededor de unos minutos, después de unos instantes solo volvía a escuchar los gritos de su mamá abajo.
—Estrellita, ¿dónde estás?, quiero verte titilar, en el cielo y en el mar, un diamante de verdad, Estrellita, ¿dónde estás?, me pregunto que serás — cantaba en voz baja, aquella canción podía ayudarlo a bajar sus nervios.
—Innie — la puerta del armario fue abierta por aquella figura masculina, el niño se lanzó a sus brazos intentando buscar refugio —. Todo está bien, mi vida, papá está aquí.
Jeongin lloraba contra el pecho de su progenitor, se sentía tan asustado y estar abrazado de aquella forma con aquel hombre, lo hacía sentir seguro y protegido.
—¿Quieres salir a algún lugar? — el niño negó varias veces con su cabeza ante la recién pregunta, haciendo preocupar a su padre —. Pediré algo para que tú y yo comamos, podemos ver una película más tarde sí lo deseas.
—No te vayas — susurró con algo de miedo, aferrando el agarre de sus manos al chaleco de su padre, este sintiendo su corazón achicarse con aquella escena.
Cargó a su hijo entre sus brazos antes de cerrar la puerta del armario, lo sentó en la cama para después limpiar las lágrimas que caían de sus lindos ojos avellana. Jeongin sollozaba un poco más lento, aún así seguía teniendo miedo.
—Llamaré a la pizzeria mientras tú te quedas con éste gran soldado, él te cuidará de todo lo malo — el pequeño sonrió al ver que su padre le entregaba su oso de peluche.
—Eres el mejor — abrazó a su progenitor con demasiado cariño, era su héroe.
El mayor se alejó de su hijo para después hacer tal esperada llamada que les llevaría de comer después de aquel tan largo día.
Ambos reían a la par, Hyunjin se sentía demasiado feliz aquel día, su padre había pasado por él a la escuela, de ahí fueron a la casa, donde el mayor le ayudó a hacer sus deberes de la escuela para finalmente comer con la nueva esposa de su padre, sintiéndose cómodo en aquel ambiente.
Ahora iban camino hacia la casa de la made del niño, no se querían despedir pero sí no lo hacía, podría hacer que Eunji se molestara y no le permitiera que ambos se vieran hasta después de unos tantos días.
Hyunjin tocó la puerta esperando que fuera abierta por su madre, sus facciones se tensaron al ver cierto hombre frente a ellos, su padre sólo mostró molestia en el rostro al momento que vió a aquel sujeto.
—Oh Dongyul, hace bastante que no te veía — sonreía de forma cínica mirando al padre del niño —. La última vez que nos vimos fue hace un año justo cuando-
—¿Está Eunji? — interrumpió Dongyul, haciéndose el desentendido al tono burlesco que empleaba el contrario.
—Salió en un viaje desprevenido a Gimpo desde temprano, no ha llegado pero dijo que dejaras a Hyunjin dormir aquí — explicó con total desinterés.
Hyunjin miró atentamente a su papá con la esperanza de que no lo dejara en aquella casa, se sentía demasiado asustado, por esa misma razón su corazón comenzó a latir desenfrenadamente.
—Uhm lo siento Kyung, pero si Eunji no llegará en toda la noche, prefiero que mi hijo se quede en mi casa — habló dulcemente acariciando el cabello negro del menor.
—Ella dijo que deberías dejarlo aquí, Dongyul — exclamó de forma obvia recalcando las palabras que había dicho anteriormente —. No me gustaría que ella se enoje conmigo, así que deja al niño aquí.
—Es mi hijo y tengo el derecho sobre él, no será la primera vez que duerme conmigo, tengo todo lo que necesita para mañana ir a la escuela, no te preocupes por eso.
Dongyul tomó la mano del menor y comenzaron a caminar hacia el auto negro que se había estacionado frente a la casa de tonos pasteles. El niño sonreía de oreja a oreja, había pasado un día entero con su padre y eso no podía hacerlo más feliz.
—Bienvenidos a casa, la cena está lista — una vez que habían llegado a su hogar, fueron recibidos por aquella bella mujer.
—Gracias amor — el señor Hwang se acercó hacia ella para brindarle un casto beso en sus labios.
—De seguro sabe deliciosa, todo lo que cocinas es buenísimo, Misuk — el niño halagó haciendo que la mayor se sintiera algo avergonzada.
—¿De verdad piensas eso, cariño?
—¡Claro!
Misuk revolvió el cabello negro del menor, agradecida por el bonito cumplido que este mismo había dejado.
Hyunjin adoraba pasar el tiempo con aquella mujer, era muy agradable y siempre le cocinaba sus tartas favoritas, en estos tiempos se la pasaba mejor con ella, ya que le gustaba tocar con cariño su pancita de embarazada.
Una vez que hayan terminado la cena, Hyunjin junto con su papá ayudaron a lavar los platos que habían utilizado, querían ayudar en todo lo que podían así evitar que Misuk hiciera esfuerzos.
—Serás un gran hermano mayor, ¿no es así Hyunjin? — habló la mujer llegando a su lado y acariciando sus cabellos oscuros.
—¡Claro! — respondió con total emoción —. Nos llevaremos demasiado bien, seré un buen hermano mayor para él.
—O para ella — complementó su padre.
Todos soltaron una risa pequeña ante la situación, el pelinegro se sentía tan bien, estaba seguro que guardaría en su corazón todos los recuerdos que pasaría con Misuk y así cuando su bebé nazca, contarle todo lo que hacía junto a su madre. Se tomaba en serio eso de ser el mejor hermano mayor.
Jeongin corría desesperado buscando a Hyunjin por toda la escuela, tenía que mostrarle algo increíble de ver, por eso mismo su mano mantenía el agarre con lo preciado que le enseñaría al mayor.
Su mejor amigo le decía que era un gran explorador y con lo que había encontrado sabía que era así, ¿Cuál sería la reacción de Hyunjin al ver su descubrimiento?
Se sentía feliz de sólo pensar en la sonrisa que tendría el pelinegro al verlo, sabía que le agradecería e incluso podría alegrar su día si es que su mañana había sido mala.
—Hey Innie — una voz hizo parar su camino —, ¿Qué haces? — Minho preguntó mirando curioso el agarre de Jeongin y a este con un semblante de preocupación.
—Estoy buscando a Jinnie — habló el niño con obviedad.
—Está en la biblioteca — agregó Seungmin que se encontraba con el castaño.
—Estaba buscando un libro para leerlo justo después de clases, ¿también te quedaras a leerlo?
—No sé Minho, pediré permiso — habló con apuro —. Los dejo solos, debo mostrarle algo a Jinnie.
Los niños asintieron no sin antes mirar algo extrañados al menor y lo que llevaba consigo.
—A veces es muy inocente — mencionó el mayor mirando al pequeño a su lado.
—No lo es, sólo le gusta ver feliz a Hyunjin — respondió Seungmin a su lado.
Jeongin paró frente a la gran puerta de la biblioteca, era un niño de primer grado, no tenía siquiera una credencial para sacar libros, ya que sus padres tenían que hacerlo por ellos. Aquella vez había sido la primera vez que entraba a aquel lugar.
—Iré por Jinnie, no te muevas — habló rápidamente antes de entrar a aquella sala silenciosa.
Miró por todos lados con la esperanza de encontrar a su amigo antes de que la hora libre terminara. Tenía suerte de que el lugar no fuera tan grande, así podía encontrarlo con mayor facilidad.
—¡Jinnie! — añadió el niño con felicidad al ver a su mejor amigo, aún así se ganó un par de regaños por parte de los que estaban ahí por hacer ruido.
—Hola Innie — susurró el pelinegro mirándolo un poco curioso —. Ya iba con ustedes, pedí los libros prestados — alzó las portadas para mostrarlos con diversión.
—Encontré algo — Jeongin tomó la mano de su amigo y lo arrastró hacia afuera de la biblioteca —. Dios, ¡se escapó!
Hyunjin miraba extrañado al castañito :— ¿Eh?, ¿Qué me querías mostrar, Innie? — preguntó confundido.
—Encontré algo que te haría feliz — comentó con una pizca de tristeza en su voz —. Pero parece que se escapó.
—Oh no te preocu-
—¡Ahí estás! — Jeongin saltó en su lugar fascinado al ver su descubrimiento cerca de ellos —. Ven Jinnie.
El mayor miraba con algo de extrañeza a su mejor amigo y la forma en que le indicaba que se acercara a él.
—¡Es una constelación convertida en persona! — habló el niño con felicidad.
—Innie, es un niño — habló un poco incómodo por la mirada aterradora que ese mismo le estaba dirigiendo.
—Tiene una constelación en su carita — explicó con obviedad señalando los puntitos que se formaban en el rostro del niño, estaban cerca de sus ojos y en algunas partes de su nariz.
—Son pecas — expresó Hyunjin intentando ocultar su risa, le daba gracia cómo el niño pensó que una constelación había nacido en persona y por eso tenían a ese infante frente a ellos.
—Pero — murmuró con desilusión al ver que el niño de cabellos castaños claros frente a él lo miraba con algo de miedo —. Perdón.
—No te preocupes, Jeonginnie — habló el mayor rodeándolo con sus brazos.
—Soy Hyunjin — habló el niño aún abrazando a su mejor amigo —. Él es Jeongin, le he contado sobre estrellas y parece ser que encontró una constelación en tus pecas. Lo lamento.
Aquel comentario hizo que un color rojo carmesí se hiciera presente en el desconocido.
—No te preocupes, era lindo ver como te buscaba con emoción y eso también es un buen cumplido — soltó una risa leve —. Soy Felix.
Los niños miraban atentamente el libro que Hyunjin tenía entre sus manos, contenía varias imágenes de cuerpos celestes y algunas descripciones de lo que eran.
—Una constelación, es el límite en que está dividida la bóveda celeste, cada una está conformada por una agrupación convencional de estrellas, cuya posición en el cielo nocturno es aparentemente invariable — leyó el pelinegro mostrando la imagen a sus amigos.
—Yo una vez leí que los pueblos de civilizaciones antiguas, decidieron vincular las constelaciones mediante trazos imaginarios, y así creaban siluetas virtuales sobre la esfera celeste. Igual, hay distintas culturas que han ideado constelaciones diferentes, incluso vinculando las mismas estrellas — explicó Minho captando la atención de todos —. Mi constelación favorita es La de Orión. Se representa como un guerrero que alza un arma y un escudo.
—Hay muchos mitos sobre esa constelación, se dice que perseguía a las hijas del titán Atlas, por eso mismo Zeus las convirtió en estrellas y las puso en el cielo — complementó Hyunjin.
—La adoro — el más mayor de todos sonrió con ilusión —, ¿Y cual es la favorita de ustedes?
—Me gusta mucho la osa mayor, es muy bonita — murmuró Felix algo tímido.
—La mía es Piscis Austrinus, — comentó Hyunjin —. Ahí se encuentra mi estrella favorita.
—¿Y cual es la constelación favorita de ustedes pequeñines? — preguntó Minho a los menores del grupo.
Seungmin y Jeongin se miraron fijamente, sabiendo que ambos compartían la misma respuesta.
—¡La de las pecas de Felix!
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