Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

10»𝐂𝐨𝐧𝐟𝐥𝐢𝐜𝐭𝐨 '𝐄𝐱𝐭𝐞𝐫𝐧𝐨'«

|Segunda Parte|

— No entiendo... —mis ojos expectantes se fijan en Thalía ante su susurro desalentado—, no responde a nada... tampoco a la escencia de Land of the Stars... ¿de qué me estoy perdiendo? —tenso una comisura manifestando preocupación.

Sin embargo repentinamente el chico abre sus ojos y suspira profundo, llamando la atención de todos.

Abro los míos sorprendida y noto que mira desorientados hacia todas partes, frunce el ceño, e intenta sentarse asustado cuando nota a la morena junto a él.

— ¿Q-qué fue...? ¿c-cómo es que... t-terminé aquí? —balbusea con ojos centelleantes y perdidos.

— No te preocupes... —la pelirrubia le tranquiliza acercándose a paso lento—, Ralph ¿cierto?

El mencionado parpadea confundido en un primer instante pero luego traga grueso y su párpado derecho se cierra por nervios.

Ralph no somos enemigos —la morena interviene de repente, llamando la atención de los ojos peculiares del pelinegro—, tranquilo aquí estás a salvo.

— ¿Dónde...?

— Estás en Land of the Stars —le interrumpo con una sonrisa cerrada en mi rostro, viéndole de rehojo—, te lo dice alguien que lleva varios desmayos y siempre se topa con este maldito lugar.

Las chicas sueltan una risita ante mi broma y yo no puedo evitar reír también.

Sin embargo Ralph no se inmuta. Todo lo contrario. Parece estar todavía pasmado mientras me mira ausente.

Pero la sonrisa se borra de mi rostro cuando inesperadamente le pillo observándome y su mirada se siente familiar.

Luna estás mucho mejor... —la voz de Thalía se escucha ahogada de imprevisto—, puedes marcharte con Inish.

No respondo nada al sentirme anonadada por sus ojos tan intensos.

Repentinamente brillan para después hacer algo que me llevan a recordar al primo de Samanta en la Tierra. Pues una lista color humo hace lo mismo que en los ojos de Darking, con la diferencia de que se vuelven opacos al final.

No puedo evitar suspirar consternada cuando una oscuridad indescriptible se deja ver bajo su rostro neutro, y quedo en shock al no poder respirar como se debe.

“Las Sombras no se detienen...” —mi voz sale tan mecánica que el corazón me golpea el pecho asustado, porque estoy diciendo lo que los labios de Ralph gesticulan—, “... las tropas están marchando” —mis nervios se alteran cuando mi voz no varía—. “Las Zonas Lejanas del Reino están destruídas.”

— ¡Luna reacciona! —el grito femenino y desesperado me hace tomar aire sonoramente.

Entonces la pelirrubia deja de zarandearme por los hombros y suspira aliviada dejando caer su cabeza.

— Maldición... ¿qué...? —me mira confundida, y vuelve a suspirar—, ¿qué ocurrió esta vez?

Trago más que grueso ante sus palabras, mientras siento mi corazón bombeando como loco.

— Y-yo... —tartamudeo con voz débil y respiración agitada, notando que se levanta al estar sentada frente a mí—, ¿n-no acaban de... escuchar?

— ¿Cómo? —pregunta de repente con el ceño fruncido, girándose hacia mí—, ¿de qué hablas?, ¿qué deberíamos haber escuchado?

— Am...

Las Zonas Lejanas del Reino están siendo atacadas y no quedan muchos guerreros —la voz imponente con aire superior y de autoridad de Axier llama mis ojos conmocionados, el cual acompaña la puerta que se ha abierto de golpe.

Esas trece palabras me erizan la piel en nanosegundos.

Choco contra sus ojos negros que centellean inquietantes y noto que las venas en su cuello están tensas al igual que su cuerpo.

— ¿C-cómo has... dicho? —jadeo desconcertada.

— Debemos organizar un Star-cadront inmediatamente... —sus palabras se cortan cuando me mira directa e intensamente a los ojos.

Mi estómago se revuelve sin sentido.

«¿Qué me está pasando...?»

«El apocalipsis querida...»

«No hablo de los sucesos, hablo de mí misma...»

«Se llaman “sentimientos”... sabía que con uno era suficiente pero parece que estás confundida...»

«Primera vez que concuerdo contigo...»

Inesperadamente sus ojos enturbados se vuelven flexibles y melifluos cuando quita su mano del umbral para caminar con lentitud hacia mí.

«¿Qué rayos fue eso?»

«El bipolar lo está peor aún...»

— Oye... —susurra guturalmente ronco llamando mis ojos confundidos y noto que está más cerca de lo que he pensado—, ¿cómo estás?

— A-am... —dejo escapar un suspiro nervioso apartando la vista por la suya perspicaz—, c-creo que estoy... b-bien.

— ¿Has hablado con Thalía sobre eso? —su repentina pregunta me hace verle de golpe con mis ojos abiertos, y una punzada de nervios invade mi estómago.

«Pobre de mí...»

«Pobre del universo querrás decir... él también está harto de ti ¿sabías?»

— N-no... —suelto con voz átona gracias a mi sistema nervioso acelerado.

— ¿De qué está hablando? —la voz sarcástica de la pelirrubia interrumpe —o salva— el momento, llamando nuestra atención y veo su ceño fruncido—, dejen el misterio y escúpanlo ¿quieren? —resopla apartando la mirada— como si fuera tan importante... —me mira de golpe, demandante—. ¡Escúpelo!

— Nada —la voz hostil de Axier la corta de repente, sorprendiéndome al instante—, no necesita decir nada. Cuando ella quiera y esté lista, lo hará.

— ¿Pero qué...?

— Basta por favor... —interrumpo con voz afectada por la colisión de emociones que batallan dentro—. Inish no es nada... la noche que me quedé en tu casa por primera vez no pude dormir bien por... —trago en seco—, por razones sin importancia.

Respiro profundamente, intentando calmar mis nervios y respiración afectada. Porque estoy sintiendo cosas  extrañas cuando está el pelinegro cerca, desde esa noche.

Desde esa maldita noche donde me enseñó la luna.

«No entiendo nada...». Pienso frustrada.

«No quería ser aguafiestas pero yo tampoco... mentiris sí quiero ser aguafiestas»

Trago grueso mirando a la morena que me ve preocupada.

— ¿T-tendrás algo... —dudo en continuar pero decido soltarlo sin más—, para el insomnio?

Mi boca tiembla ligeramente y la cierro de golpe, sintiendo mis manos frías.

— Sí... —asiente con la cabeza para retirarse y miro hacia el vacío consternada por tres cosas.

Número uno, porque espeluznantemente las chicas no escucharon nada y tampoco sé explicar la extraña conexión con Ralph.

Número dos, porque Axier entró diciendo las mismas palabras que yo.

Y número tres, mis sentimientos son un caos hacia Jean y el pelinegro.

¿Cómo es posible sentir esto?, ¿por qué razón mi cuerpo reacciona de maneras similares cuando ambos están cerca?

Gruño bajito arrugando los ojos y cubriendo mi rostro frustrado.

«Que terrible...»

«Es posible que sea una acción involuntaria...»

«¿Qué dices?»

«Al estar vulnerable, Axier vino a hacer algo que Jean debía, pero como él no estaba, tus sentimientos se revolvieron a causa del pelinegro»

Frunzo el ceño.

«¿Desde cuándo me ayudas a razonar esas cosas?»

— ¿Qué te sucede...? —la voz familiar y ronca de Axier cerca me hace pegar un respingo pequeño, apartando mis manos para chocar con sus abismos perspicaces—, ¿por qué te vez como frustrada?

— N-no lo sé... —dejo escapar el aire agitado por mis labios temblorosos y trago grueso.

— Nos tienes Luna... —el corazón golpea con fuerza mi pecho ante sus inesperadas palabras, y veo que se sienta en un banquito mediano quedando un poco menos que mi altura—. No tienes porqué lidiar con todo esto sola... —alterno mis ojos en sus pegotes negros sintiéndome confundida por su repentina empatía—. Puedes apoyarte en nosotros, no tienes la necesidad de hacerlo sin el equipo.

— ¿P-pero no dijiste...?

— Yo sé lo que dije —interrumpe haciendo una seña con su mano derecha por segundos, y me mira analítico—, pero ey... chispita —me guiña de súbito el ojo—, esas cosas no se preguntan.

Trago más que grueso al escucharle decir eso, y aprieto el material de mi vestido dispuesta a mirar hacia mis manos tensas.

— S-sé que... dices que somos un equipo... —humedesco mis labios, incómoda—, pero no hemos pasado mucho tiempo juntos a parte de los entrenamientos y... —trago en seco undiendo las cejas cuando le miro y me arrepiento—, n-no me siento como en casa.

Su ceño se frunce ligeramente de golpe.

— L-la... la confianza —comienzo más que nerviosa, mirando hacia otro lado y parpadeando repetidas veces para volverme a mis manos—, la confianza se gana de poquito a poquito ¿verdad?

— Sí... —responde mirándome atentamente.

— N-no salgo de un desmayo para entrar en otro... el tiempo que pasamos como... equipo, solo lo hacemos en el entrenamiento y... —gruño callándome y pasando mis manos por el rostro, frustrada. Entonces suelto un jadeo cansino—. ¿S-sabes qué?, olvídalo... ando diciendo porquerías.

— No... —su repentina respuesta me hace verle sorprendida—, para mí es importante que digas esto, así podemos ayudarte conociendo lo que deseas —inesperadamente, una sonrisa minúscula tira de su comisura izquierda cuando coloca una mano en su muslo, y suspira profundo—. Sé lo que dije, y sigo creyendo que eres una adolescente inmadura con muchas inseguridades pero ey... —súbitamente levanta mi cabeza gacha colocando su pulgar en mi mentón—, si la Raizbal apuntó a que seas tú, entonces serás tú. Y tal vez no te haz dado cuenta de los lazos que hicimos porque te concentras en lo superficial.

Trago más que grueso, sintiendo mis mejillas arder de la vergüenza porque...

«¿¡Rayos por qué razón ese tío toma esta posición!?»

— Sabíamos que te iba a costar adaptarte como a la morena del Labermed —aparta su mano y yo siento que respiro—, así que días después nos propusimos apoyarte a pesar de...

— ¿D-de que era humana? —le interrumpo entornando ligeramente los ojos, acusadora.

Muerde su labio inferior sonriendo luego nervioso al dejar caer su cabeza y vuelve a verme.

— Sí pero como sea... —responde rápidamente—, lo importante es que te has logrado adaptar más rápido que ella.

— N-no has estado allí para verme reaccionar... —expongo irónica enarcando una ceja.

— Pero sí tengo amigos que me informan de tu progreso... —suelta de repente, sorprendiéndome, y parpadeo repetidas veces—. Eres fuerte... a pesar de ser atacada por nuestros enemigos, sigues luchando por despertar tras cada desmayo.

Siento que me ahogo y mi respiración agitada se vuelve incontrolable. Alternando los ojos en los suyos con cierta desesperación, decido soltarlo;

— Ha-hay algo que tengo que deci...

— ¿Qué rayos está sucediendo aquí? —una voz familiar corta mis palabras con tono acerado y miro de golpe sintiendo mis nervios alterarse más que antes—, ¿tengo que volver a repetirlo, Axier? —trago grueso cuando el color miel de sus ojos parece oscurecerce mientras se acerca a paso pesado y de repente ironiza—: ¿o entiendes perfectamente mi español?

El pelinegro no se inmuta a pesar de que la mirada enojada de Jean que pesa a sus espaldas, y simplemente se levanta con una calma espeluznante.

— Buenos días... Jean —suspira con simpleza—, solo hablaba con Luna —coloca ambas manos en su espalda baja—, ¿acaso eso lo prohíben nuestras leyes?

Trago en seco cuando noto la manzana de Adán del ojos miel moverse y tensa su mandíbula.

— ¿Qué consigues con acercarte a ella así? —mi respiración se agita de golpe cuando lo encara cruzando sus brazos—, ¿no sabes que la pones incómoda?

El pelinegro resopla tensando una comisura y Jean gruñe bajito notándose más enojado todavía.

— Idiot...

— B-basta... —mi voz débil resuena llamando la atención de los dos cuando me levanto rápidamente—, no hay necesidad de esta estupidez ¿no creen? —arrugo la nariz haciendo una mueca de molestia, y miro a ambos hasta quedarme en el ojos miel—. Jean él solo charlaba conmigo para ayudarme, solo eso...

— Pero no consigue nad...

— ¿Qué cosas estás insinuando? —Axier interrumpe de imprevisto y le miro sorprendida, pues su voz se ha tornado muy distante.

«Estamos presenciando una batalla de celos en vida real universo... vaya»

«Hasta que llegas a fastidiar... ¿qué estabas haciendo?»

«Comía palomitas para disfrutarlo mejor»

«Que sandeces...»

— Nada —Jean dictamina con severidad y sarcasmo—. Deberíamos avanzar con la Star-cadront. —vuelve y evade la pregunta.

Se separa del umbral, y se acerca a zancadas disimuladas, pero su mandíbula tensa hasta más no poder lo delata. Se detiene frente a Axier y a mí, y pone ambas manos en los bolsillos.

A estas alturas, aún consiente de que miro sus movimientos hipnotizada por sus músculos. Alzo la vista ante la cercanía del de ojos miel, y mis dos óvulos oculares apagados chocan con los suyos.

— A partir de hoy, tu seguridad dependerá de mi.

— ¿Qué? —jadeo consternada, confundida, estupefacta, abriendo mis ojos de par en par.

¿Qué acaba de decir?

— Sí —Axier afirma, y sólo puedo verlo de golpe con una sorpresa no agradable—. Decidimos que tendrías a alguien que cuide de ti las veinticuatro siete. —mi pecho no aguanta y responde atropelladamente a esa declaración.

No... No, no, no... Esto no puede ser posible.

¿Jean y yo?, ¿Las veinticuatro siete?, ¿Observándome casi todo el tiempo?

Oh por Dios...

Y, a pesar de que para mi rígido orgullo es terrible, para mí débil corazón fue un flechazo sin retorno, o sin poder evitarlo. Me siento, feliz, feliz por la simple idea de tenerlo cerca más tiempo que antes, pero por mi orgullosa razón, horrorizada. En fin, un caos gracias a las mezclas de sentimientos totalmente contrarios.

Oh Dios... Esto va a ser feo.

— Necesitamos estar atentos porque, gracias a que el campo de protección evitó que siguieras siendo atacada, sabemos que eran de parte de Las Sombras. —Axier continúa, sin que yo pueda parpadear siquiera sólo le veo con estupefacción.

Entonces decido hablarle al pelinegro.

— Sé que quieres ayudarme y protegerme, pero creo que es exagerado que.

— Basta —Jean me corta tan de repente que pego un respingo parpadeando ante su tono hostil—. No se acepta un no por respuesta.

Ahí, ante tanta insistencia, mi paciencia llega a su límite, y el caos que estoy experimentando se ve pequeño ante la súbita exacerbación que me abruma por todas partes.

— ¿Pero qué sucede contigo? —reprocho, y mi tono de voz enojado me delata—. Desde aque... —me detengo tajantemente.

Quise seguir con lo que pasó aquella noche, pero no puedo por dos razones; Axier está aquí, e Inish también.

— Luna —escucho una voz femenina intervenir, tan serena que hasta me sorprende que, dentro del ambiente tenso, pueda sonar.

Giro mi cabeza hacia la izquierda, en dónde se encuentra Axier, solo que más atrás, está Thalía con algo en sus manos.

Ahí es cuando me acuerdo de lo que le pedí.

— ¿Es para el insomnio? —inquiero a pesar de que es así, y me acerco a la morena, dejando así a los dos chicos a un lado.

— Sí —asiente acompañando la afirmación, y acomoda mi mano para que tome el pequeño frasco medicinal—. Muchas veces no hace el efecto inmediato, puesto que cada cuerpo reacciona de manera diferente —comienza a explicar pero mi mente sigue nublada por el enojo, y las dudas del porqué Jean está así—. Puedes tomarla antes de dormir, tal vez, en reposo, haga más efecto que cuando tu cuerpo se está moviendo. —me regala una sonrisa, y parpadeo para caer en la realidad.

Tomo el frasco.

— Está bien, muchas gracias. —le devuelvo la sonrisa, y, girando sobre mi eje, me topo con el ambiente más calmado.

Agh... Al fin se fueron los dos tarados.

Solo que alguien me falta...

— ¿Haz visto a Inish? —pregunto volviendo a ver a Thalía, y ella señala hacia mis espaldas con su índice derecho.

Me giro y ahí está ella, sentada en una de las camillas del Labermed de la morena, con un libro antiguo en sus manos, concentrada en la lectura.

Me acerco a paso tranquilo, mientras me pregunto; “¿Habrá visto todo el drama?”. Pero bueno, creo que sí.

— Axier y Jean... —menciona con cinismo, y su vista puesta en dicho objeto en sus manos—. Dos hombres en pocas semanas, estás hecha una cazadora. —ante su tono sarcástico envuelto en uno divertido, mi corazón golpea fuerte contra mi pecho, y un dolor no físico se presenta.

— ¿De qué hablas? —inquiero con mi voz algo afectada.

— ¿Acaso soy ciega? —esta vez, levanta su vista y me ve.

Sus ojos verdes están apagados, y noto un atisbo de rabia.

— No lo entiendo... —tartamudeo nerviosa.

— Lo vi todo, ¿Vale? —dictamina entre dientes—. Eres una zorra.

— Jamás, digas eso —hablo ya sin estribos, y mi voz quebrada la dejo salir.

Dios, sus palabras han salido del mismo corazón, hasta parece haber guardado todo durante un buen tiempo.

— Vine aquí porque me buscaste, no porque yo te lo pidiera. Vine a esta estúpida galaxia por tú decisión y no la mía. Estoy aquí para cumplir una maldita profecía de la cual, según ustedes soy la protagonista —ella intenta tomar aire para hablar y defenderse, pero algo dentro de mi me impulsa a seguir—: Deja de llamarme así, porque aquí estoy atada, sin salida, y ustedes son mis secuestradores. —tenso mi mandíbula, y cuando el sabor salado lo captan mis papilas gustativas, me doy cuenta de que estoy, llorando.

Noto a la pelirrubia tragar en seco, sus cejas fruncidas del enojo se relajan, al igual que sus ojos y facciones, mesuradamente.

— Aquí los verdaderos malvados, son ustedes —hago una pausa, ya mi voz no tiene sinfonía, solo sale y punto—, porque me quitaron la vida que tenía en la Tierra para darme una sin propósito yo, no, pedí, esto. —digo haciendo la seña con mi dedo índice en dirección al suelo con rabia, haciendo alusión a este lugar.

Noto tanto desconcierto en sus ojos verdes apagados, que eso sólo prueba que mis palabras le dieron una buena cachetada con la verdad.

La angustia me carcome poco a poco, y los recuerdos de mis momentos en familia, y luego los de Inish y el portal, para por último las cosas que he vivido estas últimas semanas, se presentan como un tráiler de una película de terror en mi mente, provocando que mi pecho comience a subir y a bajar por el dolor no físico que me causa impotencia.

— Me estaba intentando adaptar —susurro con la voz más temblorosa de lo normal, y en un hilo, hablo más para mí que para la pelirrubia—, intenté controlar mi don, avanzar al nivel cinco para salvarlos a pesar de sentirme incapaz —agacho la mirada, la cual está ausente, y las lágrimas aglomeradas comienzan a salir sin que yo pueda impedirlo—. Fue como si me arrebataran en un abrir y cerrar de ojos todo... Todo lo que valía de verdad algo, y no lo sabía... —mi voz falla por el nudo tan grueso en mi garganta—, me arrebataron todo... Todo... —balbuseo aún más bajo, y dudo que Inish lo halla escuchado.

De repente, algo golpea abruptamente mi mente;

«No te muestres vulnerable delante de alguien que puede ser tu enemigo». No entiendo, ¿Qué quiere decir mi subconsciente?

Y entonces, el flashback de Axier Siz aquella media noche, mostrándome la luna, aparece en mi mente y con ella, sus palabras;

«“— Demuestra que puedes ser tan buena, o mejor, que las lunas antes que tú.”».

Eso acelera mi corazón de la misma manera en la que llegaron las palabras del pelinegro a mi mente; súbitamente. Y es suficiente, como para que de un momento a otro me seque las lágrimas con rabia, trague en seco tensando los labios para dejar mi rostro angustiado y reemplazarlo por uno inexpresivamente amenazante.

«Voy a demostrarlo, Axier Siz. No voy a dejar que mis emociones me dominen». Digo en mis adentros, y tenso mi puño derecho, ya que en mi mano izquierda tengo el frasco medicinal para el insomnio.

Alzo la vista de golpe, con determinación, y me topo con una Inish pasmada, igual que antes, parece que ni se ha movido. Sólo que hay un detalle. Está derramando lágrimas. Sin siquiera parpadear.

Al verla, tenso aún más mis labios en una mueca, y frunzo ligeramente el ceño.

— Voy a hacer hasta lo imposible por demostrarles que sí puedo —dictamino en un tono invariable—, y me van a regresar a mí mundo, como lo prometiste. —comienzo a dar pasos firmes y lentos hacia la pelirrubia, hasta que me acerco lo suficiente a su rostro perplejo, y con el tono más hostil, amenazante, y severo de toda mi vida, lo suelto—: Lila Inish Frex, no me quisiste regresar por las buenas, tendrás que aceptar mi propuesta, o escaparé de aquí, me esconderé, y no me vas a encontrar. ¿Recuerdas el refrán que dice “El alumno supera al maestro”? Pues bien... Tú alumna ahora es más peligrosa de lo que te imaginas. —las últimas palabras juro que sonaron con eco por todo su cuerpo, y son necesarias cómo para que llegue a temblar.

En sus ojos veo horror, estupefacción, y algo que no creía pudiera ver en ella; miedo. Un pequeñísimo, pero suficientemente visible atisbo de, miedo.

— Bien... —susurro a lo bajo, convencida de que me ha entendido—, vamos avanzando.

La pelirrubia se levanta tan súbito que se le cae el libro de entre sus manos en el suelo, y tengo que echarme para atrás para no chocar con su cabeza. La miro extrañada, y, al chocar con su mirada, mi estómago da un vuelco. Están inyectados en rabia, una tan inusual que provoca que sus ojos se tornen literalmente de un rojo intenso.

— No puedo hacerte nada, ni hacer que te amedrentes porque me importa más que salgamos de ésta que una estúpida adolescente inmadura, que apenas ha llegado a Land of the Stars y se cree mejor que yo —sus palabras envueltas en un rencor, aire superior, e ira palpables, provocan que mi cuerpo se estremezca, pero me mantengo firme, y tenso mi mandíbula frunciendo el entrecejo—. En otras palabras, linda —suelta con sarcasmo—, no me importa tu estado deprimente.

La ira sube alocadamente por todo mi cuerpo, tanto que llego a sentir el mismo fuego de antes activarse. Mi mano parece tener voluntad propia, y en un movimiento rapidísimo y certero, en un abrir y cerrar de ojos, ya mi mano está estrangulando a Lila Inish Frex.

La chica suelta gemidos de dolor, pero sus ojos siguen rojos, con esa rabia en ellos, y con intenciones de no quedarse dada.

— Chicas ¿qué está pasando? —escucho un grito femenino ahogado expresar con horror en cada palabra.

Eso es suficiente como para darme cuenta de que las cosas a mi alrededor se están cayendo, y luego, que todo el lugar se estremece.

Pero no puedo parar, sólo puedo verle a los ojos con rabia, es algo que sobrepasa mi razón.

Inish toma mi antebrazo puesto en su cuello con sus dos manos. Luego el fuego se propaga desde alguna parte de mi cuerpo, hasta mi brazo que se encuentra estrangulando a la pelirrubia. Sigue una trayectoria lenta, pero que provoca de alguna manera que Inish se ponga impotente.

De repente, algo me toma por sorpresa. Su piel comienza a agrietarse para abrir paso a un color rubí intenso en casi toda su piel, hasta puedo decir que parecen ser sus venas las que han tomado esa coloración, luego, esas mismas grietas rojas parecen engrosarse y sobresalir por la piel de la chica frente a mí —algo que nunca he visto—, y comienzan a hacer lo mismo que las listas de mi fuego; atacarme.

Sólo que actúo sin pensar. Mis listas de fuego alocadas y chispitantes que están recorriendo mi brazo hacia Inish, se dividen y comienzan a contrarrestar el ataque inusual de la pelirrubia. Como si dos fuerzas antinaturales se estuvieran enfrentando, y ninguna de las dos pareciera ganar.

— ¡Basta! —un grito cortado, tajante y demandante, resuena por encima de los sonidos de las dos fuerzas contrarias, la mía y la de Inish. Pareciera haber repetido varias veces esa sola palabra.

Luego, sin poder procesarlo, una fuerza extraña nos separa a las dos en un golpe fuerte, y caigo en mi trasero contra el duro suelo.

Parpadeo incrédula.

Luego mi estómago se revuelve.

Y por último me doy cuenta de lo que pasa.

Axier está entre las dos, en el lugar en donde antes estábamos, con una espada extraña en sus manos, inclinado hacia delante, como listo para atacar. Ahí algo inusual sucede, pues mis ojos comienzan a detallarlo desde los pies a la cabeza.

Su cuerpo entero está tenso, sudado, mandíbula igual de tensa, ojos abiertos con horror y, a pesar de que se ve algo cansado, mi estómago se revuelve por las mariposas ante lo peligroso que se ve.

¡¿Qué rayos me está pasando?!, ¿Ésto es un sueño verdad?, ¿Cómo es posible que esté sintiendo las mismas señales con Jean que con Axier?

Aquí algo no anda bien... Necesito asentar cabeza...

Necesito correr.

Ahí, sin esperarlo dos veces, con mis ojos ocupando toda la cuenca, salgo disparada por la puerta del Labermed con mi respiración atropellada. A penas cruzo el umbral, salgo, y la luz del sol choca con mi rostro, miro hacia todos lados con desesperación. Entonces me topo con alguien que provoca que pegue un respingo.

— Jean —menciono su nombre con perplejidad, aún creyendo que lo he dicho en mi mente.

Está caminando hacia mi con su rostro neutro, y manos en los bolsillos. Me mira de una manera tan intensa que creo que puede ver hasta mis más profundos deseos; cómo los de correr ahora mismo a alguna parte.

Mi corazón comienza a bombear más sangre de lo normal y golpea fuerte contra mi pecho, hasta que lo llego a sentir en mis oídos. Los nervios han estallado por todo mi sistema.

Di un paso por inercia hacia delante, como si mis pies tuvieran la intención de correr, pero no, no hago nada más porque me he paralizado.

— ¿A dónde vas así? —inquiere con un tono de voz menos molesto que antes, pero que, aún así, hace que mi cuerpo entero se estremezca.

Se sigue acercando hasta que queda a unos centímetros de mí.

— ¿Y qué fue lo que sucedió contigo e Inish? —su pregunta detona una furia en mi sistema.

— Peleamos.

— ¿Cómo? —pregunta con sorpresa en una demanda.

— Sí, lo que oyes —digo con voz neutra—. Creo que vigilarme no es lo mismo que un diario humano. —espeto con sarcasmo, y me cruzo de brazos.

Ahí me doy cuenta de que mis deseos por salir corriendo, se esfumaron, y que ahora una nueva ola de tranquilidad circula por todo mi sistema.

— ¿Diario humano? —pregunta confundido y su voz lo delata.

No está fingiendo.

— Sí —resoplo—, ¿no sabes lo que significa? —pregunto sin expresión facial.

— No.

— Pues que así mismo como una persona tiene un diario dónde cuenta lo que le sucede en su día, y es confiable, tú no eres un diario humano —explico serena, y mi pecho a dejado de subir y bajar.

— ¿Insinúas que no soy confiable? —pregunta y no me pasa desapercibido su tonito curioso.

— Exacto, vas aprendiendo —digo sarcástica y decido salir a caminar.

— Espera —pide con un tono varonil—, ¿a dónde vas? —sigue insistiendo con curiosidad.

Hasta me hace acordar los primeros días aquí, en donde yo lo perseguía me. Ahora parece ser diferente.

— Necesito tomar aire —dejo escapar un suspiro cerrando los ojos para poder aliviar el dolor en estos—, me siento cansada.

— ¿No te vas a desmayar verdad? —inquiere con tono divertido.

Ante eso no puedo evitar reírme a lo bajo, y abro mis ojos.

— No, Jean —intento de que mi voz suene firme, pero la risa me gana.

— ¿Por qué ríes? —una pequeña sonrisa se le escapa y sus comisuras se elevan.

Mi risa aumenta, y con gracia. Me siento bien.

«Pero va mal». Mi conciencia me recuerda con razón.

— Bobo —mascullo con diversión.

Ya que no quiero que me vea así.

— Más respeto, soy tu gobernador —me lo recuerda en un tono sereno pero divertido a la vez.

Río a lo bajo.

— Sí, lo sé —me estrecho de hombros, y le doy una mirada pequeña.

Ahí lo pillo mirando mis labios, y giro la cabeza rápido para luego seguir con mi camino hacia el parque delante de la casa de Inish. Así ignorando por completo las mariposas en mi estómago.

Oh por Dios... Estoy sintiendo cosas por dos chicos a la vez, esto está horrible.

O, tal vez está pasando lo que pensé anteriormente. Es una reacción inconsciente ante el rechazo del chico que ahora está caminando a mi lado.

Cuando llegamos, tomo asiento rápido. Los recuerdos de la lucha contra Inish, sus venas, las listas chispitantes y alocadas de fuego que la atacaban, comenzaron a abrumar mi mente, y una culpa extraña se presenta en mi pecho. Tanto que pongo mi mano en la zona undiendo la cejas.

— Peleé contra Inish —digo para convencerme, pero Jean lo escucha—. Le dije cosas fuertes, la amenacé, y no creo que pueda perdonarme después de haberla ofendido. —me quedo callada tajante.

Ante el recuerdo de mis palabras contra los chicos y este lugar. Puede que bajo enojo las personas digan cosas fuertes, gracias a que están cegadas por dicho estado, ¿Pero que yo haya hecho algo tan acre como eso?. Esa no soy yo. No, no soy esa.

— ¿Cómo fue que pasó? —ante su pregunta, me acuerdo de que comenzó cuando ella me dijo zorra.

¿Qué le digo?; “— Oh Jean, peleamos porque las dos estamos enamoradas de ti, y tú siquiera te das cuenta.”. ¿No verdad?

— No... —me quedo a medias, y él se agacha a mi altura.

Le miro directo a los ojos y noto la misma preocupación ajena de antes.

— No quisieras saberlo —entorno los ojos con vergüenza, undiendo la cejas.

— Estamos para apoyarte, ¿Sabes? —susurra en un tono reconfortante y varonil—, no estás sola.

Eso fue suficiente como para remontarme a las palabras del pelinegro. Maldición. Axier me ha dicho lo mismo.

— Sé que, están dispuestos —digo con dificultad, sin saber cómo expresarme—, pero vine aquí para ayudarlos, no para hablar de mis traumas o mis sentimientos. —muerdo mi labio inferior ante mis palabras.

Agacho la mirada, apoyo los codos en las rodillas y mi cabeza en ambas manos.

Luego, todo se sume en un silencio lúgubre, en donde mis recuerdos siguen ahí, en mi mente, claros y sin matices, haciendo que vea cada uno de los momentos en los que era feliz y no lo sabía. Desde mi niñez, hasta ahora. Parece que mi mente quiere que sufra.

Ahora más que nunca la frase “No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes” se hace más vívida para mí.

— Entiendo que pasaste cosas fuertes, de hecho todos en esa edad lo pasamos, pero tuvimos apoyo, y hoy te lo estoy ofreciendo. —trago en seco y afinco mis uñas en la cabeza.

— Es que no entienden... No pueden entenderlo —susurro con frustración.

— Pero ¿qué tal si intentas abrirte y desahogarte?

— ¿Para qué? —levanto la cabeza de golpe.

Al verme, sus ojos se abren de par en par, y los míos no se quedan atrás. Estamos a centímetros, nuestras respiraciones están funcionadas. Un solo movimiento y nuestros labios se rozan.

Sin embargo, él no reacciona, yo no reacciono. Él no se separa, y yo tampoco. Ninguno de los dos procesamos nada, solo nos quedamos ahí, viéndonos a los ojos como si nos hiciéramos uno solo. Él alterna los suyos en los míos, y yo copio su acción inconscientemente.

Las mariposas en mi estómago no tardaron ni un nanosegundo en revolverse abruptamente.

— Ustedes no entienden... —susurro en un hilo de voz por el caos dentro de mi—, ni van a poder entenderlo.

— Pero podemos intentarlo —emplea el mismo tono y su voz baja altera aún más mis nervios.

Y el nudo crece, y más lágrimas amenazan con salir.

— Jean —hago una pausa y relamo mis labio—, haz vivido toda tu vida aquí, yo he pasado dieciocho malditos años en un entorno en donde mis conceptos eran demasiado distintos a los que hay aquí —él toma aire, pero sigo—: No me pueden pedir que me adapte como ustedes esperan, o como ustedes creen que es de fácil, ¡No! —el no sale quebrado—, es demasiado difícil para mí comparar las realidades diferentes de mi yo de antes y mi yo de ahora. —cierra sus labios de golpe sonoramente, y yo me quedo sin aliento.

Las lágrimas ya han salido sin que me diera cuenta, y el nudo no se alivia aunque estoy dejando libre el llanto.

— Tus labios han dicho sí, pero tu corazón y tus acciones muestran lo contrario. —susurra en un tono de confianza, y tan bajo, que mi piel quiere erizarse, pero no sucede.

En cambio, unas delicadas gotas de lluvia comienzan a caer por mis espaldas y brazos.

Aún con nuestros rostros muy cerca, suspiro por el frío. No puedo simplemente separar mis ojos de los suyos y él tampoco parece querer. De repente, se levanta sin mucho apuro, y yo me quedo como una idiota mirando hacia el vacío frente a mí.

— Ven aquí —su voz está dos tonos más bajo de lo normal, y ante su petición, alzo mi vista para verle.

Trago en seco. Está con ambas manos estiradas hacia mi, y sus músculos sorprendentemente tensos.

Dudo, dudo y demasiado... ¿Qué hago?, Oh por Dios, espero no arrepentirme.

Mi estado es tan vulnerable, que mi mente se nubla hasta tal punto de que, en un abrir y cerrar de ojos, ya mi cabeza está recostada en el pecho de Jean, y su mano derecha acaricia suavemente mi cabello, dejándome sin aliento, pero a la vez, anima a salir mis lágrimas.

Tal vez las personas lo vean como la escena más romántica de la historia, pero yo no. Lo veo como mi bálsamo. Las lágrimas salen a chorros y se mezclan con las gotas de lluvia que caen con más intensidad.

Comiezo a soltar hipos mientras me desahogo en su pecho, y ante mis gemidos de dolor y angustia, Jean me abraza con más fuerza, pegándome un poco a su cuerpo, y con su mano izquierda, abrazándome sin dobles intenciones. Y ahí, mi llanto se vuelve genuino.

De esos que sientes que te estás desahogando. De esos, en los que, cuando te hacen sentir presa y un peso extraño en todo tu cuerpo, se alivia con cada lágrima y jadeo que se escapa por tu boca. Sí, esa sensación de bálsamo. De alivio. De vida.

¿Las personas son capaces de traer esa reacción en la vida de alguien?, Porque si es así, Jean me ha dejado sin palabras.

Bueno. De todos modos, tengo que acostumbrarme a su cercanía por su “nueva misión”. Tan extraña como incomprensible.

El caos dentro de mi, se va, poco a poco, conforme pasan los segundos y la mano de Jean sigue acariciando mi cabello.

=Narra Axier Siz=
[Cuando Luna va a tomar el frasco con Thalía]

— Vamos Jean, atrévete a enfrentarme y te vas a arrepentir. —dictamino en un tono bajo, sarcástico, y le miro entornando los ojos.

— Maldito seas Axier —masculla muy enfadado, y hasta me sorprende su reacción.

— No necesito que me des tu maldición, con Las Sombras tengo suficiente. —digo con sarcasmo.

Mi comisura se eleva a penas el gruñir de Jean surca mi tímpano.

«Idiota»

— ¿Sabes? —hago una pausa pequeña dando un paso hacia delante, en un tono igual de sarcástico que antes—, al principio fuiste tu quien me dijo que sentía algo hacia Luna —hago otra pausa y alzo la cabeza con superioridad al notar que ha abierto sus ojos de la impresión, y sus puños tensos se van relajando poco a poco—, pero me parece que aquí el que está atrapado eres tú.

— Acércate de nuevo a la chica, y obtendrás mi respuesta —dictamina en un tono acre, pero le miro con burla—, y no me quieras ver enojado, Axier —hace una mueca de enojo exagerada.

— Deberías tranquilizarte —me acerco dando pasos lentos pero fuertes—, o de lo contrario la chica terminará loca.

— Eres tú el que la está volviendo loca —vuelve a hablar en el mismo tono airado—, con tu estúpida cercanía, y tus frasesitas, y tu aparente deseo de ayudarla a procesar todo esto —hace gestos exagerados con las manos, y lo siguente que dice, me deja con una expresión endurecida—: ¿Piensas que necesita a alguien tan frío como tú para sobrepasar todo esto? —hace una pausa esperando que reaccione—. ¿Siquiera sabes las cosas que pasó como para ayudarle como dices tú?

— Tu tampoco tienes noción de lo que está pasando con ella.

— Es suficiente sabiendo su descontrol Axier —espeta muy enojado, y se acerca a mi rostro siendo del mismo tamaño—. El que la ha estado ayudando desde que llegó, soy yo.

— Tu mismo la oíste —contrapongo alzando un poco la voz—, el que ahora mismo la consoló, fui, yo. —entorno los ojos para darle peso a mis palabras—. Ahora sal de aquí, y ve a hacer tus funciones, que yo tengo que organizar la Star-cadront. —su ceño hace pliegues en su rostro.

— Mantente alejado, Axier Siz. Solo es un aviso —dice con su dedo índice, apuntándome con desdén—. Lo siguiente será una batalla entre los dos —aparta su mano— y no creo que quieras eso.

Dicho esto, se da la vuelta, y se marcha dando zancadas exasperado.

«Ya veremos quién se gana su corazón,“Gobernador”». Pienso lo último burlón, y resoplo.

Ahora, a organizar las cosas.

***

Voy de camino hacia mi habitación, cuando de pronto, un leve temblor sacude el Palacio entero.

La adrenalina se dispara, mi sentido de alerta también, y los nervios no se quedan atrás. Guardo la información en la constars y me asomo a la primera ventana que veo a mi izquierda. Todas las personas están gritando a voz en cuello, y sus rostros están llenos de espanto.

— ¿Pero qué está pasando? —me pregunto con el ceño fruncido.

Salgo disparado hacia fuera, con intenciones de poder encontrar la raíz del temblor, que por cierto, se empeora cada que pasan los minutos.

Salgo de Palacio con determinación, y algo desesperado. Busco con la vista por todas las casas, hasta que se me ocurre la idea de subir más alto para tener una mejor visión. Lo hago, estando en una de las ramas gruesas del árbol, pero nada. Lo único que hay son personas corriendo de aquí para allá, otras siendo llevadas por los guardias a lugares seguros, pero nada nuevo o que indique ataque por parte de algún reino vecino.

«¿De dónde rayos viene?». Me pregunto ya algo preocupado, pero mi rostro inexpresivo.

Ahí mismo, se me ocurre buscar en mi constars.

Doy en la mochila pequeña, y sale el mapa después de unos segundos, luego doy la opción de determinar actividad sísmica y nada. Luego doy otra opción. La de buscar fuentes de poder. Y justo ahí, el mapa se mueve para ubicar el Labermed de Thalía. En la imagen, se ve una aura de color rojo rubí, mezclado con humo, y unas listas que parecen de fuego, chispitantes y alocadas.

Oh por Dios. Esto se pone feo. ¿Quiénes podrían ser?, ¿Un ataque?, ¿Ralph?, ¿Inish contra el chico herido?. ¿O será un espía?

No lo pienso dos veces, y corro rápido para llegar al lugar, antes de que todo se ponga peor.

Cuando llego, es terrible. Todo se sacude con mucha más intensidad que antes.

— Chicas ¿qué está pasando? —el grito de Thalía se escucha rasgado y noto preocupación y horror en sus palabras.

¿Chicas dijo”?. ¿Acaso son Inish y Luna?

Eso último me deja estupefacto. Pero no tengo tiempo que perder, necesito detener esto y ya.

Derrumbo la puerta de una sola parada, y hago una espada especial en mis manos después de haberla formado en mi mente, y justo cuando intento adentrarme, la misma aura del mapa se presenta de forma espesa y crea una atmósfera de caos. Todo se cae, el sonido de dos cosas poderosas chocando con intensidad se escucha unánime con el temblor, formando el ambiente ideal para una explosión, tanto emocional como física.

Comienzo a hacer fuerza contra aquella cápsula extraña. Pongo mi mano izquierda como escudo frente a mí, y ahí sigo insistiendo en entrar para cortar de raíz lo que provoca dicho desenlace. Sólo que, llego a hacer tanta fuerza, que en mi antebrazo comienzo a sentir un fuego azufrado, quemar de poco a poco la piel.

Llego a gruñir por el dolor, pero sigo insistiendo sin retroceder.

Desahogo la espada, y con ambas manos sigo batallando contra la cápsula, ya que las fuerzas se van como agua; algo totalmente extraño e inexplicable.

Gruño con furia.

— Basta.

Sigo haciendo presión, pero arde aún más, y las cosas, los sonidos, y mi situación de desesperación, se unen en una sola cosa, provocando que me llegue a afligir; reguntándome quizás, ¿Saldremos de esta?, O ¿Qué pasará después?.

— Basta. —insisto con la inocente intención de que, sea quien sea que esté ahí dentro, me escuche y deje de luchar.

Las preguntas sin respuestas comienzan a inundar mi mente hasta el punto de la desesperación. Mi brazo duele, no sé si está quemado, porque solo puedo apretar los ojos hasta arrugarlos por la fuerza, mis piernas se sienten débiles, mis brazos languidesen, pero insisto sobrepasando el dolor y el ardor.

— Basta —vuelvo a gritar con exacerbación—. Basta —insisto, hago una pausa, y mi paciencia se agota—: ¡Basta!

Todo pasa rápido. Una espada extraña se crea a raíz de mis emociones, y con la velocidad con la que mi mente procesa las cosas ante la servidumbre que me abruma. La cápsula delante de mí explota, provocando un golpe fuerte contra mi estómago, pero al abrir y cerrar los ojos, me encuentro en una posición de ataque, con ambas manos en la extraña arma en las mismas.

Mis ojos están ocupando toda la cuenca con horror.

Mis oídos estallan, un pitido insoportable se presenta y los sonidos a mi alrededor se ahogan extrañamente.

Entonces escucho unos pies moverse con rapidez, y me reincorporo pasmado. Miro hacia la izquierda por inercia, y veo un cuerpo tirado en el suelo.

Mi ceño se frunce, y por unos instantes mi corazón golpea fuerte contra mi pecho en un susto. Pienso que es Luna, pero al ver el cabello rubio manchado con sangre, me doy cuenta de que se trata de Inish.

Abro los ojos estupefacto.

— Inish —jadeo impactado.

Toda su piel está quemada, roja, irritada, y cuando me refiero a toda su piel, me refiero a literalmente toda; manos, brazos, piernas, pies —que están desnudos—. Me acerco con premura, y la pongo boca arriba para poder verle mejor. Abro aún más mis ojos ante lo que veo. Su rostro está igual de rojo, y en su cuello, pareciera que alguna fuerza poderosa le hubiera estado ahorcando; pues llego a ver parte del tejido que separa el hueso de mi visión.

¿Quién rayos ha hecho esta atrocidad?. Alguien verdaderamente hostil.

***

Si les va gustando la trama, no olviden dejar su voto y comentarios al respecto♡

✅Atte: Bookslove701🌻

~○°•♡•°○~

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro