1|[La Terapia Perfecta]
El primer amor es el que más enloquece, pero el que también destruye lo que eres; dejando al descubierto la versión que construyeron de ti en su ausencia.
Pues justo cuando todo parece bonito es cuando te rompen en millones de pedazos.
***
Aclaraciones.
• Prohíbo la copia y/o adaptación de mi obra porque la saqué de mi imaginación, y no concibo que otras personas tomen así de balde mi esfuerzo y hagan su historia.
• No cuestione la trama. Si no les gusta, simplemente dejan de pasar las páginas.
• Todos los derechos reservados y en la descripción del libro está, para los que no se dan cuenta muy fácil.
***
"Cuando más duro e impenetrable creemos que es nuestro corazón, más sensible y vulnerable nos volvemos."
~Beky Harrison.
- Bea... -su voz asustada resuena en mis oídos junto a los latidos desenfrenados.
Intento buscarla con la mirada y al lograrlo choco con el rostro preocupado de mi amiga, quien ahora repite mi nombre varias veces notándose frustrada.
- Bea deja de asustarme... -sigue moviendo sus labios pero no escucho nada.
Tomo una bocanada de aire al darme cuenta de que me he quedado unos segundos sin respirar, y ahí todo el ruido a mi alrededor se destapa abarrotando mis oídos.
- ¿Estás bien? -pregunta insistentemente con las cejas undidas.
Aparto rápido la mano de mi pecho intentando fingir que mi respiración no es atropellada, y le regalo una sonrisa forzada asintiendo con la cabeza.
- Puedes continuar solo... solo fue un pequeño ataque... -trago grueso relamiendo luego mis labios y mirando por fracción de segundos hacia otro lugar-, voy a estar bien.
Intento sonreír sincero para distraerla, y parece que lo consigo.
«Solo fue un ataque de pánico en medio de una cafetería... que maravilloso domingo»
«Que maravillosa eres, Beky...»
«Cállate consciencia...»
Hoy es Domingo de amigas, y Samanta no deja de hablar sobre el mismo tema de su vida; el noviazgo con Max.
- Está bien... -hace una pausa para tomar aire notándose dudosa-. Te decía que me regaló el collar de perlas que habíamos visto en las tiendas atrás, todo demasiado romántico ¿sabes?
Intento sonreír un poco y parpadeo lento viendo a mi mejor amiga hablar.
Mis ojos algo desorientados chocan con los marrones vivos de mi amiga de golpe cuando me doy cuenta de que sostiene mi mano.
- ¡Tipo las novelas coreanas que vemos! -chilla bajito cerrando sus dos óvulos oculares hasta arrigarlos, y la emoción queda evidente en su rostro.
Siento la vibración de un celular, y miro hacia la mesa para darme cuenta de que se trata de una llamada de su querido novio.
- ¿Tierra llamando a Samanta? -ante mis palabras aparentemente serenas abre sus ojos curiosa-, el amor de tu vidita te llama.
- Oh... -deja la boca en forma de la vocal para luego mirar su celular.
Sus ojos se iluminan casi al instante. La de cabellos claros y castaños toma su móvil para contestar rápido alejándose de la mesa.
Yo tengo que respirar profundo cerrando los ojos por esos momentos, y me dejo caer en el espaldar de la silla.
Miro de nuevo hacia la ventana, dándome cuenta de que el cielo está hermoso para ser plasmado en un lienzo.
Tras mi ruptura le he echo un rechazo escandaloso al tema del amor. No soporto escuchar cosas que lleven ese nombre, pero decido atender a Samanta porque ella lo necesita.
Aunque eso implique que me lleguen los recuerdos y que tenga que lidiar conmigo misma.
Trago de nuevo grueso, sintiéndome frustrada.
- Está bien, cielo.
La voz lejana de mi mejora llega a mis oídos acompañado con el sonido de la campana en donde estamos, y la enfoco sin ser consciente de que mi mirada cansina dice mucho.
- Disculpa linda... -murmura alzando la vista del teléfono cuando está cerca y al sentarse me observa.
De instantáneo su rostro iluminado se transforma en uno preocupado.
- Me dijiste que fue un simple ataque pero esa mirada vacía... -deja la frase en el aire y me sorprende lo rota que ha sonado su voz al final.
«El momento cero de la depresión... donde solo respiro... donde solo existo...»
«Tal vez eso es lo peor que haces»
Mis pensamientos son interrumpidos por las manos de Samanta tomando las mías de repente.
- No tienes que aguantar mis historias, si esto te afecta no lo vuelvo a hacer.
- No, no... -la corto abriendo un poco mis ojos ante sus palabras-. Samanta tu tienes que tener una amiga que te escuche. Con quien compartas tus criterios, quien te aconseje, te anime -tomo aire rápidamente sintiendo molesto en mi garganta-. No quiero que estés sola sin desahogarte.
- El problema de yo desahogarme contigo es que te ahogas tu misma y eso no es cuestionable... -agacha mirada culpable y se queda pensativa unos segundos. Luego vuelve a verme para decir con determinación-: No volveré a causarte un ataque más.
- Samy...
- No, Beky -es su turno de cortar mis palabras- unaa mejor amiga hace lo que sea por hacer sentir mejor a la otra, no ignora su dolor, tampoco sus traumas.
Trago en seco sintiendo un nudo en la garganta y humedesco mis labios nerviosa.
- No te sientas culpable.
- Basta -mi voz se quiebra antes de ser conciente- solo... solo llévame a casa ¿si?
Ella toma aire para luego levantarse y coger sus cosas rápidamente.
Yo copio su acción. Antes, dejando el dinero de los dos cafés debajo del mío y una pequeña propina de cinco dólares.
«¿Por qué los recuerdos son tan vividos?... La traición repercute tanto en mi ser, que siento estar viviendo lo indeseable nuevamente»
Otra vez mis pensamientos suenan alto.
Mi lucha es diaria. Mis prejuicios son muchos y se añaden con las horas. Las miradas me cambian. Las opiniones sobre mí misma me forman y a veces me pregunto "¿Quién soy en este mundo?, ¿será de después de todo que mis errores tendrán cura?, ¿qué podré reparar mis pedazos?"
Trago en seco undiendo inconsciente las cejas y miro perdida mis piernas, jugando nerviosa con los dedos.
- Estamos al llegar -anuncia Samanta mirando concentrada la carretera.
- Si... -murmuro sin ganas.
Cuando nos detenemos frente al edificio me quito el cinturón rápido, agarro mi bolso, y abro dispuesta a salir corriendo.
- Ey... -la mano de Samanta en mi hombro izquierdo me detiene- despeja ahora Beky... -sugiere-. Si escribir te alivia hazlo... mejor es abrirte con las hojas que con las personas que traicionan. -me dedica una mirada triste acompañando una sonrisa cerrada.
- Sí confío en ti Samanta.
- Pero a veces es difícil desahogarte con las palabras -confiesa al instante y no me pasa desapercibido que sus ojos se han vuelto algo cristalinos-. Anda ve.
Hago lo que me dice sin pensarlo mucho y cuando cierro la puerta del vehículo le dedico una sonrisa forzada, despidiéndome con el movimiento de mi mano.
Ella hace lo mismo para irse luego de levantar el cristal. Yo giro sobre mi eje para toparme con la estructura frente a mí recorriendo con la vista hasta el último piso, el cuarto.
La idea de las escaleras que tengo que subir, las personas del edificio que de seguro voy a tener que saludar y cubrir mi rostro con esa sonrisa que casi siempre finjo, me dan ganas de voltear y regresar a ese Coffee sola.
Detesto fingir. Detesto mentir con mi rostro. Detesto engañarme a mí misma diciendo que estoy bien cuando no lo estoy.
- La hipocresía es lo que ataco en mis libros y es lo que practico todos los días -murmuro decepcionada de mí misma- solo... -mi voz se quiebra de repente- solo quiero ser libre de mis recuerdos, libre de mis errores...
Cierro lentamente los ojos, dejando pocas lágrimas salir y trago grueso relamiendo mis labios para abrirlos nuevamente. Seco mis mejillas y comienzo a caminar sin cuestionar nada más.
Por suerte las personas no frecuentan mucho estas calles.
«Tu no eres así, puedes ser algo mejor»
Mis pensamientos hacen que unda las cejas frustrada. Porque estoy segura que esa es la voz optimista que está secándose dentro de mí.
«Sí lo intento, pero temo que me traicionen»
«En la vida todo es riesgoso para la sociedad. Arriésgate a superar...»
Trago de nuevo en seco.
«Esta batalla me cansa»
- Buenos días y feliz domingo Beky -la dulce voz del Sr. Albert James provoca que levante la vista y detenga el paso a penas suno a mi piso.
Está llevando la basura dentro el bolso de nailon negro en donde sobresalen las formas de lo que lleva dentro, y miro su rostro iluminado.
- ¿Cómo te lleva el domingo? -pregunta de repente mientras desecha el nailon.
- Bien... -estrecho mis hombros sonando serena y aparto la vista por segundos-, estaba con mi mejor amiga en el Coffee de Esteban Watson, nuestro preferido.
- Que bien.
- ¿Y la Sra. James? -inquiero rápido cuando siento la ansiedad despertar.
- Oh... -deja su boca con la forma de la vocal por unos segundos.
- Estoy bien querida Bea, gracias por preguntar -la mencionada saluda con dificultad apareciendo detrás de la puerta de su apartamento, regalándome una sonrisa cerrada.
La Sra. Ana tiene la enfermedad apraxia del habla, y le resulta difícil comunicarse bien, pues habla lento y pausado.
A parte de esa enfermedad otras que la hacen estar a menudo débil y enferma.
- ¿Cómo están tus padres? -Albert pregunta colocando sus manos en la cintura viéndose gracioso.
- Ellos están bien, en el trabajo... -mi voz baja dos tonos al final cuando mi vista se pierde sin razón-. En fin tengan un lindo día... -murmuro para engancharme a correr hacia las escaleras-, debo... adelantar.
- ¡Ten lindo día!
Al fin me encuentro frente al departamento y abro con las manos algo frías y temblorosas, mientras el nudo en mi garganta crece.
Aprieto la mandíbula frustrada.
Cuando estoy adentro el poderoso silencio barre las emociones de desesperación anteriores, sumergiéndome en el agradable momento.
- Por fin... -dejo escapar un suspiro pesado cuando una leve sonrisa tira de la comisura derecha-, necesito desahogarme... -murmuro para lanzar la mochila blanca en el sofá de la sala de estar.
Acompañando un ladrido feliz el sonido de las patitas de Jacob se escucha por mi espalda, y giro algo emocionada.
Él me tumba con una brusquedad increíble, haciéndome terminar en el sofá donde descansa mi mochila, y sonrío amplio cuando siento su lengua limpiando mi cara.
- ¡Oye, asco, suelta! -chillo y se detiene acomodando sus patas sobre mi pecho-, sabes que no me gusta mucho que me hagas eso chuchi -acaricio sus orejitas.
No sé cómo, pero los perros son una de las mejores terapias. Jacob me proporciona una paz que no tengo todo el tiempo.
- Mamá va a escribir en Wattpad -anuncio- porque necesito despejar, ahorita jugamos, ¿va?
Soy consciente de que no me entiende pero es necesario decirlo.
Es un dálmata, pero es enorme, así que quito con dificultad sus patas y luego todo su cuerpo pesado, lo que provoca en la trayectoria risas por mi parte.
Sin dejar de sonreír me dispongo a subir las escaleras hasta mi habitación, abro la puerta, y me lanzo a la cama para quedar boca abajo. Y tomo el teléfono celular de la mesita de noche delante mío.
Al encenderlo veo que hay varias notificaciones y entre ellas mensajes de WhatsApp de mi mejora. También hay de Messenger, y de Facebook sobre grupos de Wattpad en donde veo cada día los valientes que se lanzan al mundo de las críticas sin miedo, y publican sus historias.
Como es fácil suponer, no he publicado mi libro. La inseguridad no se la deseo a nadie, y puede que todavía sigan sin entender mi punto de vista pero si no han pasado por esto, obvio no pueden comprender porqué razón no publico nada.
Tal vez cuando lo termine me cuestione una o dos veces si lo publico o no. Pero para eso falta, puesto que solo voy por el capítulo cinco y he podido narrar la parte de la ruptura de la mujer de veintidós años con su novio de treinta que le fue infiel.
Es algo obvio que estoy tomando de mi propia vida para crear una historia en donde pueda desahogarme. En donde pueda decir todas las palabras y pensamientos que me guardé frente a Jack por el supuesto "amor".
Tenso mi mandíbula recordando todas esas ocasiones en las que me cayé como una boba sin decir nada, y sin darme cuenta ya una lágrima de mis ojos cae sobre el teclado de mi iMac.
Sigo escribiendo con mis audífonos puestos, y de repente suena una canción en específico que me inspira, así eso signifique llorar junto con mi personaje principal, tengo que reflejar los sentimientos.
De inesperado siento que ya no puedo más y dejo de escribir, quitándome de golpe los audífonos grandes en mis orejas y empujándome con el escritorio hacia atrás. Luego recuesto mi cabeza en el espaldar cerrando los ojos y dejo las lágrimas que logran salir.
No sé si escribir sobre mi historia es desahogarme o condenarme a recordar.
Escucho repentinamente el sonido de una notificación en mi celular, y me acerco secando mi rostro.
Levanto el aparato para ver la pantalla.
«No se si me ves con lástima pero parece que eres la única que me queda»
ELLA: Bea, dime cómo estás.
ELLA: Tuve que dejarte rápido porque Max me estaba esperando pero de todos modos te pasé mensaje.
ELLA: Dime que estás bien.
9:57 A.M
Trago grueso pensando en mandarle un clip de voz, pero me arrepiento cuando lo intento y mi voz suena fatal. Así que, aprovechando que está conectada, le texteo con mis manos temblorosas.
YO: Hola Samanta.
YO: Estoy bien ¿vale?
YO: Solo fue de momento sabes que a veces es sin avisar.
Entra al chats y escribe con rapidez.
ELLA: Ay Beky ese "a veces" es cada que hablo de Max.
Trago grueso tensando luego mi mandíbula.
YO: Ya hablamos de esto, tu me necesitas.
ELLA: Tu también me necesitas.
YO: Sí pero solo me tienes a mi, no hay más nadie a quien le puedas confiar algo y lo sabes.
ELLA: Es cierto... pero de todos modos, voy a ser cuidadosa.
Relamo mis labios nerviosa, dándome unos segundos para textear lo siguiente.
YO: Hablamos luegos, necesito escribir.
ELLA: ¿Estás escribiendo?
YO: Sí.
ELLA: ¿Por dónde vas?, ¿no pretendes enseñarme algo?
YO: No lo intentes jjjj no va a funcionar.
Tengo que soltar una sonrisa ante su mensaje.
ELLA: (emoji rodando los ojos)
ELLA: A veces se me agotan los recursos para sacarte partes de tu libro jjjj
YO: Inseguridad le llaman.
ELLA: Deberías intentar superarte.
Inconscientemente suelto una risa irónica y luego resoplo.
YO: Si no estuviste en mi lugar no puedes entenderme ahora.
ELLA: No estuve en tu lugar porque no me gusta escribir, pero sí tuve que superar la inseguridad por causa de mi madre.
YO: Vale eso no lo discuto.
ELLA: Si jjjj esa víbora suelta las escamas con veneno sobre mí.
YO: Jjjj si, ojalá estuviera allí para decirle unas verdades.
ELLA: Eso va a ser imposible.
ELLA: En mi casa no hay quien respire.
YO: Jjjj ay Samy.
No puedo evitar sonreír por sus palabras y puede que no lo sepa, pero es una de las que me hacer reír en mis peores momentos.
Unos toques al otro lado de la puerta provocan que meta un respingo en mi silla giratoria, y miro rápido hacia la misma.
- Beky, soy yo mi niña -la dulce voz de mamá suena en mis oídos con aceptación-, ¿puedo entrar?
Arrugo mi mentón haciendo una mueca de tristeza, pero decido relajar el rostro, encender la luz, dejar el móvil sobre la cama, e ir a abrirle.
Su rostro iluminado, contrastando sus ojos cansados sin embargo mostrando cariño, es lo primero que captan mis dos óvulos oculares. Pero su sonrisa desaparece poco a poco cuando me mira.
«Eso no me da esperanzas de mi aspecto»
«Tampoco es que exista una»
«Silencio...»
Unde sus cejas dándome una mirada comprensiva, y coloca una mano en mi mejilla.
- Estuviste llorando ¿verdad?
Trago grueso al sentir el nudo en mi garganta volver a amenazar.
«Te detesto...»
«Yo también, tranquila...»
- N-no... -cubro mi boca con mi mano al quebrarse la voz-. N-no he llorando... -un hipo se me escapa y solo puedo mirar hacia abajo-, solo estaba escribiendo.
Cuando el llanto vuelve a invadirlo todo, cierro los ojos hasta arrigarlos y siento los brazos cálidos de mamá abrazándome con fuerza.
- Ya, ya mi pequeña -murmura con voz quebrada- no te pongas así... no me gusta verte sufrir de esta manera.
- No es mi culpa ¿okey? -cuestiono sintiéndome insuficiente.
- Superar no es fácil Beky -revela-, a todos nos ha pasado y ¿crees que es nuestra culpa? -se detiene sin querer obtener respuestas-. Somos víctima de dos tipos de errores -me separa de su cuerpo y la miro expectante con ojos cristalinos-, número uno, de los propios, y número dos del otro. Así que no te eches toda la culpa.
- Pero otras personas han superado más rápido que yo y...
- ¿Y eso qué? -corta mis palabras ante el hipo que abandona mis labios- cada uno tiene su tiempo, no podemos pretender competir contra todos cuando ni aceptarnos a nosotros mismos hemos logrado. -trago grueso ante sus palabras pero no dejo de mirarla con cariño-. Amor... -coloca una mano en mi mejilla para luego con la otra limpiar la izquierda- el día que entiendas que las cosas de la vida se toman como lecciones y no como un punto más para la amargura, comprenderás que lo necesitabas todo para ser lo que hoy eres.
Suelto otro hipo, y suspiro en un intento inútil para dejar de llorar.
- Ni siquiera se quién soy mamá...
- Eso no se encuentra de hoy para mañana -confiesa-. A mí me costó bastante, pero si me pides ayuda aquí estoy pequeña. -termina de secar mi rostro para regalarme una sonrisa.
Ese gesto que a la vista es simple, para mí significa apoyo y un bálsamo. Saber que ella está aquí para ayudarme ya lo es, ¿que digo sobre esa sonrisa comprensiva?
Por lo menos me entiende. Por lo menos la tengo a ella, a mi papá, y a mi mejor amiga.
Tal vez mamá tenga razón. Tal vez no me he dado cuenta gracias a mis prejuicios que puedo ser mejor que esto. Tal vez puedo llegar a encontrarme a mí misma. Tal vez necesito dejar de amargarme por esta lección de la vida.
No todo lo que brilla es oro. No toda promesa tiene un cumpliendo. No toda mirada iluminada significa "hasta que la muerte nos separe".
El tiempo lo revela todo; las verdaderas intenciones, los verdaderos rostros, y el carácter.
Todo.
Quizás ya llevo mucho tiempo dándole vueltas a todo este asunto de Jack porque ha dejado un hueco en mi vida. Porque soy consciente de que cuando le confiamos a alguien un pedacito de lo que somos, cuando pasa el tiempo ya se ha comido una gran parte, y luego se va sin devolverla.
- ¿Y bien? -la voz cariñosa de mi mamá en ese tono bajito pero calmado llama mis ojos a los suyos-, ¿tienes algo más que decirme?
Agacho la mirada para negar ligeramente con la cabeza en respuesta.
- Estoy aquí cuando lo necesites.
- Lo sé.
- ¡Beky querida ya papá llegó está...! -para de gritar al verme junto a mamá, dejando su boca entreabierta.
Eso me da gracia y dejo salir una risita secando mi nariz.
- ¿Qué le pasó a mi princesita?, ¿y esa cara de tomatico? -bromea acariciando mi mejilla y parándose al lado de mamá.
- Ay papá... -suelto en una risa corta-, no eres fácil, ni estar mal contigo se puede.
- Claro que no -asegura frunciendo el ceño-, para algo soy tu papá, y con quién me tenga que pelear por ti lo hago sin dudar.
- ¿Puedo seguir diciendo que eres mi héroe? -inquiero en broma sin dejar de sonreír por causa de sus palabras.
Él se acerca para cubrir mis mejillas con sus grandes manos.
- Siempre lo fui -anuncia para depositar un beso dulce en mi frente, y yo cierro los ojos por esos segundos.
Cuando nos separamos les agradezco con mi sonrisa, y mis ojos expresivos.
- ¿Qué tal si para darle más color natural a esa carita vamos por un helado? -papá vuelve a bromear.
Pero ante la mención del helado no puedo evitar abrir mis ojos como toda niña emocionada.
- Sí, definitivamente sí -acepto de inmediato y ambos sueltan una risa.
- Perfecto pequeña, ponte linda entonces. -mamá sugiere y yo asiento sin dejar de sonreír.
- No tan linda que si no tenemos que contratar unos guardaespaldas para que te cuiden.
Ruedo los ojos ante el comentario de mi padre.
- Lo dices como si fuera modelo. -bromeo colocando mis manos en el umbral viéndolos irse por las escaleras.
- Lo eres preciosa. -madre lanza un beso hacia mi, y yo se lo devuelvo.
Obviamente no podía estar sola. Tengo que huir de esa pariente.
Agacho la mirada por unos instantes, cuando inesperadamente me acuerdo de que hace unos minutos estaba hablando con Samanta y tengo que correr hacia dentro del cuarto a buscar el móvil.
Cuando lo hallo y lo enciendo, veo que solo me ha dejado dos mensajes más.
ELLA: Oye debo atender a mi hermanita para el almuerzo.
ELLA: Si quieres hablamos cuando te sientas mejor.
10:01 A.M.
YO: Oh, entiendo.
De golpe me acuerdo de los helados y texteo rápido.
YO: ¿Crees que estés lista para eso de las 11:30?
YO: Mis padres quieren llevarme a tomar un helado, y sé que a ti te gusta así que te tuve en cuenta.
Dejo el móvil a un lado y me dispongo a buscar ropa adecuada para la ocasión. Así que abro el clóset, y barro con las manos y la vista lo que tengo.
«Un cargo marrón oscuro, una blusa de cuello sin mangas, y unos converse de suela ancha». Pienso mientras tomo los artículos y los coloco sobre mi cama para verlos mejor.
Pongo una mano en mi mentón pensativa, mirando analítica el conjunto.
Puede que venga bien esto.
«Sí, es bueno para la ocasión»
No puedo negar que siento esas punzaditas en el estómago por la emoción.
***
Si les va gustando la trama, no olviden dejar su voto y comentar al respecto♡
Mejora*: Es una palabra que utilizo para el diminutivo de "mejor amiga".
✅Atte: Bookslove701🌻
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