||DICIANNOVE||
||19|| Y nos volveremos a encontrar en las estrellas
-Guido...
Fue lo único que logro salir de sus labios en un susurro casi inaudible al ver al castaño parado en medio de las escaleras del edificio. Luca estaba sorprendido al encontrarlo ahí bajo un paraguas rojo y con una sonrisa algo tímida reflejada en su rostro. No se habían visto ni hablado en persona desde lo sucedido en San Valentín, solamente compartieron un par de mensajes pero ya no era lo mismo. Guido quería arreglar las cosas cara a cara. Aferrándose con la mano derecha a la correa de su mochila y con la izquierda a su paraguas se acercó a él.
-Mi scusi por no ser Alberto pero él me mando a cuidarte -dijo tratando de sonar divertido como siempre pero no negaría que se sentía aún más nervioso al pensar que el menor lo odiaba.
El castaño cerro los ojos con fuerza al no tener una respuesta directa por el chico, tomo aire e intento mantener el control. Odiaba estar peleado con la gente que quiere y aunque no conocía del todo a Paguro llego a tenerle un cariño especial, como el de un hermano menor. Tenía a Alberto y a Ercole, si, pero con Luca era diferente con él quería ser el hermano mayor.
-Dijo que conoce lo necio que eres a veces porque no te gusta verte débil -murmullo Guido cerrando su paraguas una vez que estaba bajo el techo de la biblioteca- que eres despistado en ocasiones que te olvidas de tu propio asma. Y que respeta su distanciamiento pero no te dejara que te descuides.
Luca asombrado al escuchar que el pecoso lo envió a él a cuidarlo no pudo evitar sonreír con ternura. Su amado lo conocía, nunca lo sobreprotegió como sus padres pero estaba al pendiente de que no hiciera nada tonto por creerse que es fuerte y resistente. Nunca le gusto verse débil ante los demás.
-Grazie Guido.
Él sonrió en grande al verlo sonreír sin pensarlo dos veces dejo su paraguas en el suelo para después quitarse su mochila dejándola sobre el suelo e hincarse para sacar las cosas que el pecoso le dio. Luca quien se abrazaba a si mismo ante el fresco y húmedo aire de la tarde lluviosa, se acercó curioso al ver como de la mochila comenzó a sacar unas botas para la lluvia azules cielo, un suéter de lana azul cerúleo junto con una mascarilla, una pequeña sombrilla negras y lo que más le llamo la atención fue un hermoso impermeable trasparente con estrellas plateadas estampadas en ella.
Luca sin dudarlo comenzó a vestirse con todo lo que le dieron.
-Él las compro por si surgía una emergencia como esta -comento tomando asiento en el suelo y mirando como el castaño oscuro se colocaba el suéter sobre su camisa- ¿Sabías que tiene un manual de maternidad sobre hijos con asma?
El contrario suelta una risa al escucharlo, una vez que se puso la prenda se sentó a su lado para colocarse las botas. De cierta manera no le sorprendía, desde que eran niños Alberto lo protegía de todos los lugares donde hubiera mucho polvo o en las escapadas que tenían en las noches le daba una cobija o chamarra para que se protegiera. Jamás lo trato como un débil o enfermo, siempre jugaban, le mostraba sus lugares preferidos y convivían logrando que se olvidara de sus problemas por horas.
Tomo el impermeable con una sonrisa mirando cada una de las estrellas de esta, Guido por su lado aunque seguía sin comprender la adopción de los amantes con las figuras de estrellas de cierta forma notaba como ellos se tranquilizaban con estas. Miro el rostro tranquilo del menor su sonrisa era melancólica pero mostraba una paz envidiable.
En el fondo se sentía terrible por hacer sentir mal a sus amigos, en especial a Luca y Alberto.
-Luca...
El menor lo miro con esos ojos grandes que mostraban curiosidad como inocencia, un lado que solo mostraba con los que en verdad le importaba.
-Perdonami, Luca, por lo que dije -se disculpó realmente arrepentido mirando con dolor al menor- sé que puse las cosas más tensas entre ustedes. Y sé que deberías odiarme porque no soy nadie para hablar de ustedes.
El contrario parpadeo unos cortos segundos al escuchar su disculpa, no estaba enojado, no podía enojarse con el castaño, él entendía ese sentimiento de querer explotar por tantas cosas que tenían que aguantar. Dejo impermeable sobre sus piernas y tomo la mano del castaño -cosa que lo sorprendió por completo- dio un ligero apretón y le sonrió con dulzura.
-No te preocupes, no hay nada que perdonar. ¿Sabes lo que es amar a un hombre en una ciudad llena de gente que te gritan a la cara que arderas en el infierno por solo amar?
Guido lo miro confundido, Luca soltó su mano y dejo salir un suspiro.
-Hemos recibido muchos tipos de comentarios en toda nuestra relación. Incluso mis padres me dieron la espalda, me rechazaron y me alejaron de él... -murmuro mirándolo con una expresión triste pero una diminuta sonrisa se formó en sus delgados labios- en parte tienes razón; Alberto y yo vivimos en el pasado...porque somos lo único que nos queda de el. Ya sabes lo que dicen: uno siempre vuelve a donde fue feliz una vez y yo soy feliz cuando estoy con él.
El mayor sonrió con ternura, él quería un amor así; sincero y fuerte. Quería experimentar aquella paz que tanto se agarraban los dos. Quería ser terco con alguien que se aferre tanto en no dejarlo ir.
-Ustedes en verdad se aman -susurro con dolor con la vista perdida en sus zapatos- están muy aferrados al otro.
Luca rio en voz baja y miro hacia los jardines de la universidad, parecía que no dejaría de llover toda la tarde y noche. Abrazo sus piernas y cerro por unos segundos sus ojos castaños, el viento movía sus risos con suavidad haciéndolo recodar a las olas del mar.
-Lo se...es lo que me hace creer que él pueda ser el amor de mi vida, que importa cuánto nos alejen del otro siempre terminamos encontrándonos en nuestros caminos -una sonrisa nostálgica apareció en sus labios y con una mirada tranquila miro a su amigo- Me creerías que nunca nos hemos dicho un "te amo" -comento dejando salir una pequeña risa.
-¿No? -expreso sorprendido- Ustedes derraman miel con todas sus palabras y gestos, y nunca se lo dijeron.
Negó la cabeza levemente mientras aun manteniendo aquella sonrisa, era algo que ni siquiera se atrevía a decirle a Giulia, no es que desconfiara de ella solo que quería evitarse toda una ceremonia de lo tonto y absurdo de sus acciones de su adolescencia. Remango su manga del suéter para descubrir su brazo dejando a simple vista su cicatriz de estrella. Había dejado de usar la venda desde la última noche que estuvo con Alberto. Guido la analizo a pesar de ya haberla visto antes nunca le presto tanta atención como ahora, la cicatriz era pequeña como el tamaño de una moneda fue hecha a un lado del brazo donde no afectara nada.
-Hicimos una promesa la misma noche en que nos entregarnos al otro -miro su herida y volvió a sentir las emociones que tuvo esa noche en la torre en lo escondido del campo- el día de nuestra boda nos lo diríamos mirando a los ojos del otro nuestro primer: "Te amo" -explico dejando salir una risa triste- Sé que es tonto e infantil pero ese siempre fue nuestro sueño escapar juntos en nuestra propia vespa para casarnos. Él, yo y un mundo que explorar.
-¿Por qué estrellas? -pregunto en un susurro realmente curioso de su adicción a ellas.
Sus ojos castaños oscuros se iluminaron como mismas estrellas, una sonrisa boba se formuló en sus labios acompañados de un ligero sonrojo en sus blancas mejillas.
-No lo entenderías...las estrellas forman parte importante en la vida de Alberto. Él ya tenía esa afición a ellas desde antes y termino contagiándome esa manía. No son estrellas del cielo como muchos creen, sino de un mar profundo que nos hunde a ambos -respondió volviendo a cubrir su brazo- Nos conocimos gracias a ellas. No sé cómo explicar lo importantes son para nosotros...
Guido aunque seguía sin entenderlo no pudo evitar perder su vista en la sonrisa de Paguro que en este momento no tenía comparación, narraba todo con tanto sentimiento que hacía que se extrañara al pensar por qué no están juntos si tanto se amaban.
-Deberías volver al departamento un día de estos -murmuro sin mirarlo.
Luca al escucharlo solo desvió su mirada con tristeza, por más que quería volver a los brazos de su amado sentía que le hacía daño por dudar o pensar en alguien más.
-Por más que quisiera, no lo hago porque no quiero seguir dañando a Alberto.
-Lo haces más daño si no estás con él -dijo en un tono incompresible- ¿Cuál es el problema?
-Siento muchas cosas por un chico que no es él, cuando bese a Alberto la imagen del chico apareció en mi mente sentí que lo traicionaba. Y ahora que estoy cercas del otro siento mi corazón latir con fuerza que me hacen odiar a alguien que no tiene la culpa. Antoni es gentil y amable conmigo a pesar lo trato mal porque no lo quiero cerca de mi...me confunde -miro a Guido, sus ojos chocolate comenzaban a cristalizarse y una opresión en su pecho comenzó a surgir- No quiero dañar Alberto por pensar en alguien más. Él no lo merece, no merece a alguien que duda de sus sentimientos.
El castaño oscuro miro como el contrario dejo salir un suspiro mientras se levantaba del suelo tomando devuelta sus cosas, se quedó callado creyendo que Guido al ser amigo (casi un hermano menor) de Alberto lo reclamaría y haría que se alejara de él pero no fue así.
El mayor acomodo su mochila en su espalda y estiro su mano frente a él. Aunque su expresión era inexpresiva, su gesto le trasmitía una confianza como si le dijera que no lo juzgaría. Miro su mano unos segundos para después aceptar su ayuda. De un jalón el castaño lo levanto del frio suelo de la entrada y en lo que Luca aprovechaba para por fin colocarse el impermeable.
Observo como el menor se agachaba para tomar su mochila y el pequeño paraguas en completo silencio. Guido peino sus cabellos hacia atrás al mismo tiempo que dejaba salir un bufido. Puede que sea el menos indicado para hablar de relaciones, teniendo su muy -pero muy- corto historial amoroso pero quería ayudarlos en una forma de compensar sus malas palabras que dijo en el restaurante.
-Luca, si no lo amaras no sufrirías tanto o te preocuparías por él -comento en un tono serio e indiferente.
-¿Eh? -expreso volteando rápidamente su mirada hacia él, sus palabras lo tomaron por sorpresa.
-Yo no sé nada de amores -suspiro y miro al menor de forma decaída- estoy enamorado de alguien que nunca me amara, me ilusiono con cualquier pequeño gesto insignificante pero...
-¿Pero?
-Pero algo que aprendí con los años es que una cosa es que sentir atracción por alguien -miro hacia el frente admirando la lluvia caer con fuerza en las jardineras del lugar, sentía la mirada del menor sobre él. Tomo aire y cerro sus ojos dejando que el húmedo viento de esa tarde chocara contra su rostro por primera vez en días logro estar en paz consigo mismo-un gusto, que suena tentador como excitante pero sigue siendo un gusto algo de un solo momento. Que cuando se acaba ya no hay nada que los aferre a seguir juntos. Solo porque era una calentura del momento.
Luca lo miraba con atención y Guido lo miro con una pequeña sonrisa.
-Pero cuando hay amor: es diferente, no sé cómo explicarlo... -comento dejando salir una risa nerviosa- creo que piensas en un futuro...una vida donde no importa donde estés solo te ves a su lado feliz a pesar de las peleas u obstáculos. Un lugar donde puedas llamar hogar ¿Cómo ves tu futuro?
El menor se quedó callado con ojos completamente perdidos en la nada. ¿Su futuro? Nunca se lo imagino, siempre se enfocaba en su presente desde que se mudó a Génova. En Portorosso su futuro lo tenía planeado con Alberto, pero ya no eran adolescentes con sueños fantasiosos. Scorfano tenía sus planes a corto plazo y el los suyos, no volvieron hablar de ese futuro que soñaban. Más que nada por el problema que los atormentaba. Y con Antoni...
Las imágenes del rubio emocionado por sus futuros proyectos, su sonrisa al contarle mientras trabajaban como él quería ser un profesional en el ámbito de la robótica lo invadieron.
Cerro los ojos para imaginar su futuro y respiro hondo bajo la mirada del otro castaño.
-Con Antoni me imagino una vida de lujos y reconocimientos, él es inteligente como gentil, dedicado y elegante -susurro con una pequeña sonrisa- Él y yo viviríamos en una casa grande y moderna. Donde tendríamos una rutina y proyectos científicos, él no se aburriría de nuestros temas en común y nuestros proyectos avanzarían a la perfección...Una vida perfecta.
Abrió los ojos con lentitud, su sonrisa era pequeña pero solo era eso, una sonrisa. Guido lo observo en silencio no se atrevía a decirle nada a pesar que le entristeció escuchar sus palabras; una vida perfecta. Él no lo juzgaba simplemente se quedó callado. Luca por su lado volteo a verlo y le mostro la sonrisa más hermosa que podía dar.
-Pero con Alberto...-Susurro con tristeza aun manteniendo esa sonrisa en sus labios, comenzó a sentir una calidez en su pecho al imaginarse otro escenario- nos veo en una casa pequeña y acogedora, donde él me hace reír con cualquier tontería mientras se escuchan risas y gritos de niños corriendo por los pasillos -soltó una risa pequeña- no me imagino una vida de lujos o reconocimientos con él. Solo caos y risas, donde...-se sintió patético con lo que iba a decir-...donde el loco que amo me sorprende como hace enojar con cualquier estupidez que haga. Nos miró a él y a mí hablando por horas de cualquier tontería en la cama o en la bañera. Me veo molesto con él porque no me baja de sus brazos o por dormirse al escucharme hablar del espacio. No es una vida perfecta como la que me imagino con Antoni pero es una vida donde puedo ser yo mismo sin ser juzgado ni presionado.
Las lágrimas no tardaron en caer por fin por sus rosadas mejillas, su corazón comenzó acelerarse como años atrás con solo imaginarse a su amado esperándolo en casa con un niño en brazos.
-Alberto es mi loco, mi idiota, mi estrella y la persona con la que quiero envejecer...-murmuro sintiendo fatal por haber dudado de lo que sentía, no se imagina una vida tan caótica como malditamente imperfecta que no sabía que deseaba.
Miro a su amigo con dolor, el contrario no dudo en abrazarlo con fuerza. El menor escondió su rostro en su pecho. El mayor acariciaba su cabello como una madre protectora.
-Guido, lo amo pero no sé si él me aguante o descubra que no soy la persona que él espera. Qué tal si un día se despierta y piense que eligió a la persona equivocada -entre más hablaba comenzaba a respirar pesado; estaba teniendo un ataque- Lo único que hago es traerle paz a su vida.
Guido lo separo, rápidamente de su mochila saco un inhalador azul nuevo -cortesía de Alberto, ya que creía que era bueno que tenga uno extra- y se lo entrego. El menor no dudo en tomarlo y comenzar a usarlo para calmar su respiración. Se sentía ansioso como roto, su corazón seguía latiendo con fuerzas por la persona correcta. Y aunque eso no signifique que dejo sentir cosas por el rubio era una señal buena de que estaba eligiendo a la que en verdad ama. No era un gusto, nunca lo fue. Lo amaba, si, lo acepto al fin pero tenía miedo...siempre lo tuvo dentro de tantas mascaras de seriedad e indiferencia. Alberto podría tener a cualquiera -lo comprobó con todo el historial que cargaba- y él quiere luchar por alguien que por el que no siente nada.
Luca seguía sosteniendo el inhalador con ambas manos, estaba temblando. Solo logro sacarlo de su tormento cuando le dejo su mano en su hombro. El levanto la mirada hacia él. Guido le regalo una diminuta sonrisa cual cargaba el dolor a sentir ese mismo miedo a los sentimientos. Él era un asco en el amor y no quería que Luca vaya por el mismo camino por sus inseguridades.
-Pero si no lo intentas un día lo veras casarse con alguien más te arrepentirás por el resto de tu vida por no intentarlo. Es normal tener miedo, Luca, pero si no lo enfrentas ese miedo será tu verdugo.
Él no respondió, sabía que Guido tenía razón porque vivió ese miedo en persona.
[...]
La noche había caído en la ciudad, la lluvia seguía sin parar. Los dos estaban completamente solos en la parada de buses iluminados por la luz amarillenta del poste de luz de su costado; seguían envueltos en un silencio cual no era tenso ni incómodo.
Todo ese rato estuvieron callados, no volvieron hablar después de eso. Realmente Guido entendía que el menor necesitaba aclarar su mente. Había muchos cabos que arreglar, desde sus sentimientos hacia Antoni hasta que es lo que quería ahora con Alberto. Necesitaba romper aquel vaso antes de que este desborde y arruine todo.
El auto bus llego Luca cerro su paraguas y abrazo rápidamente al mayor quien no dudo en corresponderle.
-Grazie, Guido -dijo realmente agradecido por abrirle los ojos.
El mayor no contesto solo revolvió su cabello al momento en que se separaron. Luca subió al camión y antes que la puertas cerraran se despidió con un leve movimiento de mano; cual fue correspondido por el mismo gesto.
Un cansado suspiro salió de los labios del castaño al ver como el bus retomaba su ruta llevándose a su amigo a su casa. Comenzó a caminar rumbo a la cafetería. Toda esa platica que tuvieron, lo hicieron tomar el valor de romper su propio vaso. No lo iba ser tan brusco pero quería ser liberado de esos sentimientos que jamás serán correspondidos. No se alejaría de Ciccio pero podría enfrentarlo poco a poco hasta que el sentimiento desaparezca.
Se encontraba tan metido en su mente mientras caminaba por las inundadas calles en dirección al centro de la ciudad. Pensaba que es lo que diría o actuaria al estar al frente de su mejor amigo. Estaba en su propio mundo que no se fijaba en su camino que antes de cruzar una de las calles de la avenida fue sorprendido al ser jalado con fuerte movimiento terminando siendo abrazado al pecho de alguien. Sus ojos se abrieron con miedo al ver que casi era arroyado por un carro. Su cuerpo comenzó a sentir frio ya que su paraguas termino en el suelo de la banqueta y la intensa lluvia empezó a empaparlo rápidamente.
Aun en estado de asombro levanto la mirada hacia su salvador. Sus mejillas ardieron al ver esos ojos verdes cual apenas eran iluminados por las luces de los autos que pasaban frente ellos. El cabello rubio del desconocido tapaba su frente. Lo abrazaba fuertemente a su pecho podía sentir su respiración; era pesada -tal vez porque también estaba en un estado de shock-. El más alto lo miro sonrojándose a más no poder al ver los ojos castaños del menor.
Pareciera que a ambos no les importaba mojarse. Guido miro de nuevo la calle, dándose cuenta que había pasado la cafetería una calle atrás.
-Gracias -susurro saliendo de su sorpresa- vaya que tienes buenos reflejos -intento bromear pero se sentía nervioso ante la postura que tenían.
Él asintió sin decir nada seguía mirando aquellos ojos castaños como si fueran la misma obra de arte que admiro en la galería semanas atrás. Lo ayudo a pararse correctamente y busco con la mirada los paraguas que tiraron. Guido agarro el suyo y rápidamente tomo el otro para entregárselo con una dulce sonrisa. No negaría que el brillo de la noche reflejado en esos ojos verdes lo hipnotizaba. Volvió a agradecerle en un susurro que apenas logro escuchar el más alto y dio la vuelta para correr a la dirección correcta. Dejando a Antoni parado en medio de la lluvia con un fuerte sonrojo en sus mejillas y con el corazón latiendo con prisas. Ya no le importaba estar completamente empapado. Una sonrisa apareció en su rostro porque al fin pudo admirar los ojos castaños de chico que le gusta de cercas. Y eran más hermosos de lo que alguna vez soñó.
[...]
Ercole molesto iba a acercarse pero la mano de su amada lo detuvo, él la miro serio y ella con una mirada que relejaba clemencia al mismo tiempo que movía su cabeza levemente par que no se entrometiera. Visconti gruño al mismo tiempo que cruzaba sus brazos su miraba estaba enfocada en Guido quien se dirigía directamente hacia la cocina del establecimiento. Él era el único que tenía permitido cruzar el otro lado de la barra.
El castaño tomo un gran bocado de aire para tomar el valor que necesitaba en estos momentos. Cerró con fuerzas sus ojos y abrió la puerta de la cocina. Al abrirlos se encontró con la mirada sorprendida de Russell quien limpiaba su mesa de trabajo. Guido le sonrió y fue correspondido con una sonrisa dulce por parte del pelinegro quien apunto con la mirada al rubio del fondo. Ciccio estaba de espaldas lavando los platos sucios del día. No le tomo importancia al escuchar la puerta del lugar, creyendo que se trataba de los meseros.
El castaño suspiro, ya estaba allí no había vuelta atrás, se acercó a él a pasos silenciosos y en una voz tranquila y cierto punto adolorida, lo llamo por su nombre:
-Ciccio...
El rubio reacciono rápidamente al escucharlo, casi dejaba caer uno de los platos. Giro su mirada sorprendida hacia él. No podía creer que su mejor amigo estaba allí. Guido le sonrió nervioso y Ciccio sin pensarlo lo abrazo con fuerzas, el menor sentía sus ojos cristalizarse, su amigo no tenía la culpa de nada y aun así se distancio de él. Correspondió al afecto con la misma fuerza. Duraron así por unos segundos hasta que el mayor se separó y lo miro con inquietud.
-¿Cómo te sientes? -pregunto sosteniendo sus mejillas, acto que hizo reír con tristeza al contrario- Perdón por no estar para ti, creí que querías estar solo y más después de un rechazo así como me dijeron los chicos, Ercole me dijo que lo mejor es que te diera tu espacio que vendrías cuando quieras hablarlo -hablo tan rápido que apenas logro entenderle realmente preocupado y la desesperación estaba reflejada en su mirada castaña- soy un idiota al decirte la noticia cuando estabas mal. ¡Oh, Guido, perdonami!
El castaño volvió a reír, Ciccio siempre había sido un dramático cuando se trata de su bienestar. Todo el tiempo lo trataba como su hermano y a veces como un estorbo, así era su amistad.
-Hey, estoy bien -mintió tallando con su puño sus ojos castaños para evitar llorar y colocando su manos en su hombro; continuo- Amigo, está bien, tu no sabías...estoy feliz por ti. Sé que eres el hombre más afortunado con tenerla, Mariana te ama.
El mayor sonrió sonrojado, el castaño y su pareja no se llevaban para nada bien y escuchar esas palabras por parte del menor era realmente importante para él.
-Solo que por favor te pido que no me pidas ser tu padrino -dijo en un tono serio y melancolico- todo esto de las bodas y amor aún me afecta. Te quiero pero no puedo ser yo el que te acompañe en este gran paso.
Todas sus palabras eran dolorosas pero tenía que sacarlas, miro afligido a su compañero, su rostro era como un poema y trataba de procesar lo dicho por el menor. No tardo ni un minuto para asentir, comprendiendo el tema y le sonrió en forma que no habría problemas con su petición.
-¿Seguro que estarás bien?
-Lo estaré, viejo -le sonrió con sinceridad- soy hermoso, mírame -exclamo apuntando su cuerpo, cosa que hizo reír al rubio- puedo conseguirme a un pez más grande y caro -le era difícil bromear como antes pero no quería preocupar a los demás. No mentía cuando decía que estaría bien.
El rubio le dio un amistoso golpe en el hombro como respuesta, el castaño solo siguió sonriendo sintiendo esa tranquilidad consigo mismo que necesitaba. Un día de estos le confesara la verdad, cuando ya pueda dejar de llorar, pero ahora quería que las cosas fueran como antes. Por la puerta abierta miro a Ercole desde la lejanía, él le sonreía de lado con cierto orgullo y en palabras mudas se lo agradeció. Era un paso de muchos pero está dispuesto a avanzar.
[...]
Luca miraba las calles desoladas del lugar. No sabía porque lo hizo pero algo en él le gritaba que no bajara cuando paso por su parada. La plaza donde una vez bailo con Alberto estaba vacío, algunos de los negocios cerraron temprano ante la tormenta. Él seguía caminando hacia él mirador, afirmando el agarre del paraguas. Las calles apenas eran iluminadas, el fuerte viento de la tormenta amenazaba con llevarse el paraguas.
No quería volver a ese lugar cual llamaba casa, sabía que tendría consecuencias pero a este punto ya nada le importaba, necesitaba pensar y desahogarse.
Y al momento de llegar al final de la calle donde lo esperaba la luz anaranjada del viejo poste de luz que iluminaba la pequeña jardinera abandonada. Miro a su alrededor y sus ojos se abrieron con totalidad, al mismo tiempo que una risa ahogada salía de sus labios al momento que sus miradas se encontraron. Alberto sorprendido, oculto su rostro detrás de sus manos ahogando una sonora risa ¿Cuál era la probabilidad que ambos se volvieran a encontrar?
Él estaba sentado en la orilla del mirador completamente empapado y con las luces de la ciudad detrás de él. Ambos sonrieron cuando destapo su rostro, ninguno de los dos se lo podía creer. Sin decir ninguna palabra, Luca se acercó y tomo asiento a su lado. Los dos no querían hablar por ahora solo se dedicaron a admirar las luces de la ciudad como si fueran las verdaderas estrellas. Con la frase que escribió tiempo atrás el menor en medio de ellos. <<"Y nos volveremos a encontrar en las estrellas">>
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