Estrellas.
Disclaimer: "Good Omens es propiedad de Terry Pratchett & Neil Gaiman"
Abrió los ojos amarillos y bífidos abruptamente, observando el cuadro frente a él, su estudio era amplio de un color oscuro que se veía borroso, los recuerdos eran lejanos, como una bruma que se cernía en su cabeza, había días en que aquellos pensamientos de épocas felices en donde las dudas eran resueltas por fe, venían en forma de sueños, tal vez por eso le gustaba dormir tanto, porque en ese instante en que su cabeza tocaba una zona fría y húmeda, él podía recordar tiempos felices.
Tenía el cabello largo, de un rojo tan cálido que las manos de los humanos hubieran sentido calor proviniendo de aquella melena que se mecía con el viento; a su alrededor la nada estaba coloreada de negro, era su pizarrón gigante, las luces que salían de sus manos funcionaban para decorarlo.
De pronto todo se esfumaba como un torbellino, y desaparecía en una abrupta caída, donde las manchas del pecado coloreaban su piel y alas.
Así Crowley había descendido, se convirtió en un caído, y al recordar aquel proceso sus ojos se llenaban de lágrimas, él se había arrepentido de ser un demonio, siempre lo hacía, por que la culpa que sentía era muy fuerte, días fríos como aquella noche en Londres es donde el peso de sus decisiones de hace seis mil años se volvían contra él, preguntándose ¿Por qué no se había vuelto loco?
Un demonio cede ante dos cosas, la locura o el pecado.
Él tenía un poco de ambas, con una copa de vino, sentado en su trono de oro y terciopelo recordó un día que le pidieron liarla en grande, ahí sobre las murallas mientras se arrastraba por el suelo, lo miró, como una luz en la oscuridad.
Era un ángel, un enemigo, y, sin embargo, observarlo tan apacible lo hizo querer saludarlo, el ser celestial no se esfumó, ni siquiera le dio una mala mirada, era un principiado, muy poderoso cuya última vez que lo miró, tenia una espada en llamas que era para proteger el jardín que Dios había creado.
Un par de bromas jugadas con maestría, unos cuantos comentarios jocosos en cuanto a la orden de sus jefes y Aziraphale como se llamaba, demostró que era más de lo que aparentaba.
En el presente, el pelirrojo medito que era lo que la atraía de Aziraphale, al principio pensó sentirse como las polillas cegadas por la luz, como una serpiente hipnotizada por una dulce melodía, incentivar al pecado era su afán y la inocencia del ángel rayaba en lo apetecible, no todos los días se tiene la oportunidad de toparte una y otra vez, al mismo sujeto, quien siempre tenia misiones muy parecidas a las propias.
Pero otras veces se daba asco, su afán de ir detrás de su presa era constante, y de vez en cuando con acciones o palabras, Aziraphale le dejaba en claro que ambos eran de bandos opuestos.
Los ángeles estaban llenos de amor y bondad, los demonios habían convertido eso en deseo y avaricia, y sin duda él no era la excepción, observó sus manos de piel aperlada las cuales habían tentado a tantos que ya había perdido la cuenta, esas palmas que una vez sirvieron al creador y que adornaron estrellas en los cosmos, las cuales, en las noches de soledad como aquella, le recordaban que alguna vez fue un Arcángel favorecido.
Se paro de mala gana, dejando la copa en su escritorio de madera negra africana*, mirando las pinturas robadas, las estatuas que eran mudas testigos de su pena, y tomo sus lentes oscuros y las llaves del Bentley.
La música de Queen combinada con voces de música clásica lo acompañaron todo el camino, hasta llegar a la calle Soho donde las luces de la librería permanecían encendidas, observo desde el ventanal a Aziraphale con una taza de cocoa y un libro extremadamente viejo en sus manos, tocó el ventanal saludándolo, el rubio sonrió al mirar su silueta desde el vidrio empañado por la nieve que caía afuera.
El demonio se deslizo dentro de la casa, tenia una botella de vino en la mano, la cual había conseguido a base de un deseo demoniaco.
- ¡Mira! Que te parece si la compartimos - exclamo agitando aquel recipiente llenó de vid ante los ojos color azul de su contrario, quien observó con pesar la taza de chocolate y decidió que en otra ocasión continuaría su lectura.
- ¿De nuevo? Querido sabes que adoro que vengas, pero es la tercera botella en la semana ¿algo te ocurre? - la duda en los ojos del ángel lo quebró un poco, pero orgulloso solo lanzo una sonrisa cínica.
- Para nada, solo quiero charlar con el único ser que me agrada, ¿no te apetece? - declaró haciendo que Aziraphale sintiera sus mejillas arder, era una confesión escandalosa, pero verdadera, él sabia que el demonio aun esperaba algo, él dudaba poder dárselo.
- Querido, sabes que no me molesta tu afán de beber hasta caer, pero considero que, en seis mil años, no es normal que te emborraches al menos 3 veces por semana, se que no somos humanos, pero...
- Aziraphale, si quieres que me marche beberé este exquisito Château Margaux sólo, en mi departamento, ¡suéltalo ya! - se sentó dramático, en el único sofá de la biblioteca, el ángel arrastro una silla frente a él y tomo su rostro con ambas manos al estar a su altura, esto provoco una corriente eléctrica en el cuerpo de Crowley, siempre que las manos del ángel lo tocaban aunque sea un ápice, las descargas de bondad y poder lo llevaban a quedar pasmado, como si vieras el faro de un tren que se acerca a gran velocidad. Quiso ser un gato y ronronearle a esa mano en su rostro.
- Crowley... suelta tú lo que te ocurre.
- Es un sueño, uno muy triste, uno que me recuerda que ya no soy de los tuyos - la voz salía pausa, y agradeció su afán de tener gafas en el rostro a pesar de ser cerca de la una de la mañana, la nieve caía invitando a estar dentro de las moradas, esperaba que su Bentley no quedara cubierto, era un problema en el parabrisas de casi 90 años.
- Cuéntame, ¿Por qué eso te abruma? - y le confesó cada uno de los detalles de su sueño, le explicó quien era él, que hacía y como había caído.
Era un Serafin uno muy poderoso, pero las dudas fueron lo que hicieron que se precipitara hacía abajo, en un momento de inquietud, de desesperación, y su ángel lloró ante su frustración, y él se sintió culpable, no quería que sus problemas contaminaran el corazón de aquel ser llenó de bondad que era su ángel.
- No ángel, no llores, es solo que hay días que me siento llenó de mierda, recuerdo el pasado y eso me lleva a desear haber usado el agua bendita en mí - confesó, ocasionando que el rostro del rubio se tiñera en un rictus de horror, corto la distancia que los separaba en un abrazo, Crowley sintió que todas las piezas encajaban de nuevo, ese era su hogar.
- Querido, nunca quise darte el agua bendita, por ese motivo, al menos sé que estas a salvo, somos del mismo bando - susurró en su oído, y por primera vez el demonio sintió un calor confortar su sangre fría, el cuerpo rechoncho de Aziraphale lo envolvía.
- Creo, que aun puedo crearlas.
- ¿Qué cosa? - pregunto el rubio, negándose a separar su cuerpo del de Crowley, pero a regañadientes se alejó, quitándole las gafas para ver sus ojos, que al siempre le parecieron hermosos, los encontró un poco llenos de sangre, lagrimas demoniacas, al parecer la confesión lo afecto aun más de lo previsto, pero se limpio con su puño aquel horrible rastro de debilidad.
Se alejó un poco de su ángel, y se instaló cerca de la ventana de su tienda, la noche afuera era de nieve, pero dentro de la librería la calidez era aún más allá de la chimenea que se instalaba en la esquina de la pared.
Crowley suspiró, recordando como formaba aquellos fragmentos de luz, las estrellas principalmente estaban llenas de felicidad, de amor, eran sus sentimientos en aquellas formas caprichosas, sus manos temblaban ante la magnitud del recuerdo, y Aziraphale abrió los ojos maravillado.
Una pequeña chispa, del tamaño de una luciérnaga emergió de la palma del demonio y brilló de tal forma que se sintió aturdido, la luz era tan bella, tan incandescente que solo abrió la boca para dejar salir un chirrido de su boca, tal cual colegiala avergonzada.
El perfil de Crowley se hizo aun más atractivo ante sus ojos, y la mirada llena de fascinación de Aziraphale, se convirtió en lágrimas de felicidad.
- Es hermoso, ¡oh querido! Es fascinante - murmuro asombrado, dando un aplauso ante tan bello momento, Crowley soltó un suspiro y la luz se apagó, él se decepciono, pero la mirada llena de amor que vio en el rubio, lo hizo sentirse poderoso.
- En otro tiempo, hubiera tapizado de estrellas el cielo en tu nombre, hubiera dibujado en el cosmo tu rostro - dijo sin pensar, ocasionando que el rubor en ambos volviera - pero, aunque ya no tengo el don suficiente para poder colorear el cielo, quiero decirte Aziraphale, que al parecer tengo la estrella más brillante de todas.
Y si, en él, en el principiado que era su ángel, estaba la luz que necesitaba en el universo, sin dudarlo, aquel ángel guardián de la puerta este del Edén, se había convertido en su estrella, la más brillante de todas.
N.A. Gracias a freedomattack_thereal por dejarme utilizar su bello dibujo, en wattpad busquenlo como Ver_Sacrum espero sea de su agrado esta pequeña muestra de amor al fandom de GO.
Dedicada a mi querido zadrack, siempre haciendo que haga cosas bellas llena de fluff.
*Madera muy, pero muy costosa.
*Edite lo de Rafael por motivos muy personales jajaja pero ahora mi HC es que Crowley es un Serafín.
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