
Capítulo 19
— ¿No te asusta? — le preguntó su amiga por enésima vez, seguía insistiendo en lo mismo.
— No, creo que de tener a Chars cerca. Lo podría identificar, ya no podría burlarse de mí. Pero sé que está muerto, este pueblo es muy supersticioso — le respondió.
Era de tarde y habían decidido, caminaban alrededor de la casa grande. De esa manera, no se aburría dentro, sin hacer nada. Su padre no estaba, había ido en búsqueda de unas reces que le daría Daniel a Elliot.
Ya podía apoyar sus pies, aunque con un poco de cuidado. Su padre y Elliot, la habían cuidado bastante para que ella se logrará recuperar rápido. Kelly había decidido, quedarse una semana más con ella. Después de saber lo que le dijo el teniente a Elliot. Sin dudas su trabajo como policía le ayudaría y le dijo a Elliot que sería una especie de escolta. Mientras se solucionaba todo, que esperaba fuera pronto.
— De veras que tienes agallas Abbys. Yo hubiera arrojado esas cenizas de camino a casa. — ambas rieron diversas ante esa ocurrencia — aunque te sirvió venir.
— De no ser por la última voluntad de Chars, jamás hubiera sabido nada. — le respondió de forma distraída.
— Una razón de más para creer en esos rumores. — Kelly se detuvo y la hizo a ella detenerse. — no tienes idea de lo perversa que puede ser la mente humana algunas veces. Si en verdad odiaba a su hermano e hizo de todo para que tú hicieras lo mismo, ¿Por qué hacerte venir a un lugar, en donde se descubriría todo?
— Él habló de que quería que fuera feliz — le respondió alzándose de hombros — tal vez quiso reivindicarse con Elliot y conmigo.
— Pues, ese arrepentimiento no estaba por ningún lado, por lo menos no, en las cartas que dejó. Mira Abbys, será mejor que tengas esos ojos muy abiertos — la tomó de los hombros y la hizo verla, mientras le daba pequeñas sacudidas. Los ojos oscuros de su amiga la miraban con preocupación. — Aquí hay algo raro, aún no sé si es el doctor o el loco del hermano o los dos. Pero sin duda, hay algo raro. — dejaron de caminar cuando escucharon unos pasos detrás de ella.
El instinto de su amiga la hizo dar un paso enfrente y cubrirla con su cuerpo. Era una mujer de cuerpo atlético y hermosa, pero muy de malas en las cuestiones del amor. Decía que era producto de su trabajo, que no tenía mucho tiempo para vida social. Pero ella sabía que era algo más, trabaja en la sección de homicidios. Abbys pensaba que ver tantas mujeres asesinadas, por sus esposos le había endurecido su corazón.
— ¡José Luis! — grito de felicidad, mientras salía detrás de su amiga —Kelly el José Luis, te hablé de él.
— Un placer. — le dijo Kelly, pero guardando la distancia.
— El placer es mío... no tema señorita. No soy enemigo —murmuró José, guardando la distancia.
— Eso aún no lo sé — espetó ella, sin dejar de verle de arriba abajo.
— Una mujer de temer, pero no hay mal en usted — le dijo sonriendo — hay culpa y dolor. Pero no temor o miedo, deberías escuchar sus consejos, Abbys.
— El misterioso José Luis salió otra vez, pero dime ¿Qué te trae por acá? — se acercó al hombre, mientras paso un brazo por encima de sus hombros y lo miró divertida. — Estos no son tus dominios. — lo vio sonreír y abrir sus manos. En medio de su palma había una cadena pequeña, con un dije colgando, era la estrella de David.
— Vine a despedirme, me voy unos días con mis hijos y quise dejarte un regalo. Por si no nos vemos más, es un amuleto. — lo vio abrir el broche y ponerse detrás de ella y colocarlo.
Abbys miraba a su amiga que observaba la escena con una ceja alzada. Sabía que estaba grabando todo en su mente y que, al irse su amigo, se burlaría de ella.
— No sabía que usted estaba acá, hubiera traído dos — dijo mirando a Kelly.
— Yo no creo en amuletos, ni en suerte. Creo en mi instinto, ese nunca falla. — la respuesta de su amiga fue tan cortante que sintió vergüenza. Su amigo, sin duda solo quería ser amable.
— Kelly...
— No te preocupes, yo la entiendo. Si me hubieran dañado tanto, tal vez fuera igual. — por primera vez en el tiempo que la conocía. La vio descomponerse, Kelly tenía 34 años. Soltera y sin hijos. Trabaja en la policía desde hace 16 años y era una buena agente. Tenía muchos galardones producto de su trabajo constante.
— Usted no sabe nada, te espero en la casa — dijo dando media vuelta.
— Pensó que el dolor se iba al morir él, pero no fue así. Ese solo se va el día que, le quite el poder que usted le dio. — por un momento, Abbys pensó que se devolvería e insultaría a José Luis, al ver que se detuvo. Sin embargo, tras unos minutos de espaldas a ellos. Empezó a alejarse de poco de ellos.
— Discúlpala, ella no es así normalmente — José Luis solo levantó una mano y la sacudió.
— Todos tenemos, muchos infiernos dentro. Ella tiene uno muy grande, que le impide ser feliz. Pero a todos nos llega, las cosas en justa medida y conforme lo merecemos. — le dijo mientras se alejaba un poco.
— ¿Cuándo vuelves? — dijo tocando la pequeña estrella que estaba en su pecho.
— No sé, un mes, dos meses. No lo decido, escuché los rumores del pueblo. Debes tener cuidado la sugestión de los habitantes de San José puede causar daño — asintió mientras lo veía, miraba en todos lados, parecía buscar a alguien.
— Elliot está por los cultivos. — le dijo al imaginar que era a él a quien buscaba.
— No puedo esperarlo, me hubiera gustado verle. — le dijo con voz extraña.
— ¿Debo preocuparme? — quiso saber, algo le decía que la presencia de José Luis iba más allá de una despedida.
— Me iré más tranquilo si lo veo. Quiero disipar dudas, creo que a mí también me ganó la sugestión. — se acercó a ella y tomó las manos. — pero al corazón no se le puede engañar. Ten cuidado, el mal puede llegar y consumir a Elliot y a ti. No podría explicarlo.
— Solo son rumores José Luis, estaremos bien. — le abrazó y caminó con él a la salida de la hacienda —
Aún no tenemos fecha de boda, decidimos aplazarla. Pero me aseguraré que estés aquí para ese día.
— Será un placer asistir, me despides de tu padre y Elliot. — le dijo mientras empezaba ya alejarse de ella.
— Papá no está, se fue con Daniel Sáenz a la hacienda de él. Volverán en cuatro meses, pero le daré tus recuerdos cuando llamé.
— Cuídate y cuida bien al pequeño — alzó las manos para despedirse y lo vio caminar, hacia un caballo que estaba amarrado a un árbol. Permaneció allí hasta verlo partir, demoró mucho tiempo, pensando en todo lo que el hombre le había dicho.
El revuelo que encontró en la casa una hora después, fue grande. Nadie había visto a Susana y a Carlos. Todos pensaron que estaba con ella, era costumbre que el niño llorara y pidiera verla.
— Di por favor que estaba contigo — la voz de desesperación de Elliot le hizo acelerar el corazón. Él no era un hombre de asustarse fácilmente.
— No. Yo estaba con José Luis, Dios es tarde Elliot hay que buscarlos — le dijo mientras le abrazaba.
Así que se dividieron en grupos, y empezaron la búsqueda. Susana jamás permanecería con el niño a esas horas fuera. Cuando el sol empezaba a ocultarse y él tampoco hubiera dejado hacerlo. Llamaría a su papá o a Abbys, conocía los horarios y sabía que a esa hora ellos deberían tenerlos. A ella le tocó con Andrés y Kelly, al resto de hombres quedaron en grupos de dos.
Tras no tener éxito cerca, la dejaron a ella a Kelly en la casona y el grupo se ha dividido de forma individual. Su corazón latía apresurado, cada que los minutos pasaban. Su amiga guardó silencio, en todo ese tiempo. La conocía lo suficiente para saber que ella no hablaría. No sin saber de Carlos, lo escuchó llorar desconsolado y salió al claro. Habían pasado quizás unas dos horas desde que Elliot se fue. El silbido que dio les indicó que lo había encontrado. Pero venía solo, no había señales de Susana.
— Calma campeón, ya estás con papá — Abbys lo vio llorar, mientras se abrazaba a su padre. Normalmente con solo estar en sus brazos él se calmaría — estaba solo por los lados de la pista.
— ¿Y Susana? — Elliot negó, mientras ella lo tomaba en brazos. No creía que tuviera mucha suerte, si su padre no lo calmaba. No lo haría nadie.
— Estaba solo, llamé a su móvil. Pero nadie responde — murmuró él mientras acariciaba la cabeza del niño que poco a poco con los cuidados de ambos se fue calmando. — ella jamás lo dejaría solo y sería absurdo si se la llevarán a ella.
— En esos tienes razón — dijo Kelly sin dejar de verle fijamente. — ¿Te cortaste? — le preguntó señalando su camisa manchada.
— Sí. En la oscuridad no supe maniobrar el machete — le dijo señalando su dedo índice. — necesitamos llamar a su mamá y a la policía. Algo le paso y hay que buscarla cuanto antes. — Abbys lo vio impartir órdenes a todos en silencio. Mientras abrazaba al niño, que parecía haberse dormido.
— Necesitas que te cure eso, antes que vuelvas a irte — le dijo mientras le indicaba entrar.
Llamaron al teniente y este le dijo que enviaría a una patrulla. Pero que por la espesa zona y las altas horas de la noche. Sería difícil hacer algo, cosa que lleno de rabia a Kelly y más aún a Elliot y a ella misma. Asi que Kelly decidió que, ella lideraría la búsqueda. Mientras Andrés, le mostraba un mapa y le indicaba como y usarlo.
Ella había subido con Elliot para curarle esa herida. Antes de salir en su búsqueda, el móvil de Elliot sonó y lo vio tomar la llamada y ponerla en altavoz.
— Mañana la devolvemos Doctor, no se preocupe llegará en una pieza — no hubo tiempo de distinguir si la voz era la misma del tal Efraín, aparentemente no lo era.
Nadie quería dormir, no sabiendo que la chica estaba en manos de unos criminales. Elliot acostó a un inquieto Carlos, que se negaba a dormir y ella no quería dejarlo solo. Asi que decidió, dormir con él en la pequeña cuna.
— Me parece muy injusto — murmuró Elliot mientras ella le sonreía, y le daba las buenas noches.
— Ya lo ves, él manda aquí y se hace lo que él diga. — le murmuró mientras se acomodaba en la pequeña cama. — ¿Podemos llevarlo a la cama? Sé qué la asistencia social, pidió sacarlo. Pero me preocupa que pudieron hacerle y el tiempo que duró solo. — lo vio pensar un poco y luego asentir. Lo tomó en brazos y lo llevó a la cama, colocándolo en medio de los dos.
— Vaya fui vilmente desplazado — dijo sonriendo, mientras observaba al pequeño pegarse a ella.
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Despertó sola con el niño a la mañana siguiente. Se ducharon y como era costumbre, el niño no dejaba de llamar a su papá. Eso ocurría cuando tras despertar no lo veía. Se vistió y salió a la planta baja, encontrándose con la maleta de su amiga en un costado de la entrada.
— ¿Pensé que te quedarías más tiempo? — le preguntó mientras se acercaba a darle los buenos días. — ¿Algo de Susana? ¿Dónde está el patrón?
— Primero: la semana que dije que iba a durar ya pasó; segundo, ya dieron la ubicación de Susana y Elliot se fue con Andrés y a Carmela se le accidentó una hija en embarazo y tuvo que irse.
— ¡Dios bendito! Pero que está sucediendo — murmuró alarmada, todo estaba saliendo mal últimamente.
— El maligno anda suelta amiga. Ya no me preocupa tu cuidado, el tal Quintero le dio los nombres de alguien de confianza y vendrán a cuidar la hacienda. La cocina... Te toca amiga, no hay de otra. —. Le dijo mientras la miraba riendo.
— Sé que te vas para no ayudarme, eres mala amiga. — la vio levantarse con los platos en la mano y acercarse al fregadero.
— Hay algo que debo hacer antes de visitar a papá y que lo había olvidado. — Abbys la vio lavar la loza y luego acercarse a ellos — pero regresaré, tengo que pasar por San José para llegar a casa. Es la ruta más fácil ¿Por qué estás tan quieto jefe? — dijo mientras acariciaba las mejillas del niño y este miraba a Abbys con los ojos humedecidos. — ¿Pasó mala noche?
— Fatal. Despertaba continuamente gritando y llorando. Jamás lo habíamos visto así...
— Pobre, quién sabe cuánto tiempo duro allí. — le dijo Kelly mientras lo besaba y él se dejaba. — Prométeme que cuidaras de mamá, mientras yo no esté.
— Sí — le dijo el niño.
— Tengo miedo Kelly... — le dijo a su amiga mientras ella la abrazaba.
— No te preocupes, tú confía en mí. Solo quédate en casa, no salgas y no pierdas de vista a Carlos — dicho esto y tras abrazarla nuevamente salió de la casa, llevándose su viejo auto.
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