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Epílogo

Jimin galopaba a campo traviesa por las inmediaciones del Golondrina. El viento le hacía imposible mantener su sombrero sobre la cabeza. Se detuvo cuando llegó a la estancia y de un salto se bajó de Bruto y lo dejó para ir en busca de su marido. Sí, ahora era un avezado jinete y su corcel era Bruto, que se había convertido en un hermoso y fuerte caballo que todavía lo seguía a todas partes como un perrito faldero. Para Jimin seguía siendo su bebé.

Jungkook vino al encuentro de Jimin, sonriendo al ver a su esposo con el pelo alborotado y las mejillas rojas por la carrera. A regañadientes había logrado que su princeso aprendiera a montar y ahora cinco años después, su único medio de transporte dentro del Golondrina era su caballo. Era increíble la conexión entre Jimin y Bruto.

Jimin, como siempre que iba por él, se lanzó a sus brazos con un gritito. Y él como siempre lo recibió con los brazos abiertos, para luego darle un beso de bienvenida.

-¿Cómo está mi bruto dominante? - le preguntó restregando su nariz meloso contra la de su ahora marido.

-Excelente, princeso. Pero ahora mejoró con creces - Jungkook lo miró con esos ojos negros repletos de amor que mantenían a Jimin en las nubes-siempre es mejor cuando tu llegas.

Jimin rió en sus brazos echando la cabeza hacia atrás. Jungkook amaba esa risa. Lo hacía sentir vivo.

-Eres tan romántico mi amorcito - dijo Jimin dándole un toponcito en la boca.

Jungkook sonrió. Jimin ahora le decía cursilerías también. Amorcito, cielito, corazón y, por supuesto, su favorito que seguía siendo cuando lo llamaba bruto. Claro que bruto lo utilizaba generalmente en la cama, en los momentos más calientes, cuando estaba a punto de alcanzar su liberación. No podía quejarse, esos cinco años con su princeso habían sido maravillosos.

Jimin alternaba su vida entre el Golondrina y sus idas a Seúl por su trabajo. Ahora era un crítico de danza reconocido y respetado dentro del medio. Esos viajes también le servían para ver a sus padres que ahora también se dejaban caer seguido por el fundo.

-¡Hey! ¡Jimine! - gritó Yoongi- suelta al patrone que lo vas a ahorcar.

Jungkook largó una carcajada y apretó más fuerte a su princeso.

-Calladito - le dijo Jimin - que ahí viene la mano que tira tus riendas, vaquero.

Yoongi miró a Jane que venía hacia él con un pequeñito de la mano.

-¡Papi! - grito el niño soltándose de la mano de Jane y corriendo torpemente hacia Yoongi.

-Ven acá, bribone - Yoongi lo tomó de sus bracitos y se lo puso en los hombros mientras el niño reía feliz- ¿extrañabas a papi?

El chiquitito asintió, babeándole el sombrero.

Jane se acercó también y Yoongi la acercó para darle un beso.

Jimin y Jungkook los miraban con cariño. Al final, esos dos terminaron juntos, y tenían un lindo y saludable retoño que era su ahijado. Jane ahora era la veterinaria a tiempo completo del Golondrina. A pesar de recibir ofertas para trabajar en la ciudad, ella eligió volver al Golondrina. Tenía recuerdos tristes y felices en aquel lugar, pero ella amaba esa tierra y ahora además estaba Yoongi. Jungkook y Jimin veían lo feliz que era ella ahora.

Jane los saludo y luego se fue con su marido, escuchando el parloteo incesante de su hijo.

-¿Nos vamos a casa?-preguntó Jungkook, volviendo su atención a Jimin.

Jimin sonrió. Casa. Jungkook hacía que sonara tan bien esa sencilla palabra. Asintió feliz.

-¿Una carrera? - preguntó Jimin, soltándose del abrazo mientras corría a montar de un salto a Bruto - ¡él último en llegar lava la loza!

Jungkook vio a Jimin salir disparado y Trueno llegó relinchando entusiasmado para que su dueño se diera prisa en montarlo. Jungkook se subió y espoleó al caballo que salió veloz en persecución de Bruto. Así era siempre. Jimin llenaba su mundo. Las risas de Jimin mientras ganaba velocidad ganándole la carrera sacaron el lado competitivo de Jungkook, le metió prisa a su caballo hasta alcanzarlo y pasarlo en el último tramo. Bajó riéndose mientras un Jimin haciendo pucheros llegaba hasta él.

Jungkook besó su boquita arrugada.

-Deberías ser más amable con tu esposo, marido. - se quejó Jimin abrazándolo.

-Más amable... ¿significa dejarte ganar, princeso? - preguntó Jungkook riéndose.

Jimin asintió con su cabeza.

-Regaña a Trueno, le carga perder con Bruto - Jungkook besó su nariz - Además yo te dejo ganar en el dormitorio, princeso.

Jimin rió coqueto y le rodeó el cuello con sus brazos.

-Estás equivocado, marido. En nuestro nido ganamos los dos.

Jungkook lo miró dulcemente y asintió. Luego tomó su mano para entrar a casa.

La Sra Elena y Rosita los miraban por el ventanal de la casona. Nunca se cansaban de observar lo felices que eran esos dos . Ellos formaron un hogar donde Ma'Elena y Rosita estaban incluidas. Eran una familia.

Por la noche, ya en su nido, mirando las estrellas por el ventanal de la habitación, Jimin recordó algo.

-¿Te acuerdas que una vez me dijiste que yo era una estrella fugaz? - le preguntó Jimin.

-Lo recuerdo.

-¿Todavía lo piensas? - Jimin miró los ojos negros como luceros de Jungkook.

-No. Porque esa estrella fugaz se transformó al caer a la tierra en una hermosa golondrina. Mi golondrina.

Jimin chilló de felicidad y lo besó como si no hubiera un mañana . Sí, el recorrió un largo camino para convertirse en la golondrina de Jungkook. Una golondrina que no volaba sola. Su bruto lo tenía firmemente tomado de su mano, y él, porsupuesto, no iba a soltarla jamás.

* Mil gracias a todas ustedes por llegar hasta aquí. Llegamos al fin, aunque me da penita despedirme de estos personajes a quienes les tomé mucho cariño. Bueno espero que me sigan acompañando cuando suba una nueva historia, tomaré un breve descanso para volver con energía. Nuevamente, gracias. ❤️

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