Capítulo 8
- ¡Kookie!¡Kookie!- Rosita iba con la lengua afuera corriendo tras Jungkook temprano por la mañana- ¡espera!
Jungkook rodo los ojos y se detuvo junto a trueno.
- ¿Se va a acabar el mundo, polilla?- preguntó burlándose Jungkook al ver las mejillas coloradas de Rosita.
- Te tengo que contar algo- Rosita sonrió con malicia y eso que apenas sacaba el resuello- tengo que contárselo a alguien o si no me voy a envenenar con mi propia lengua.
- Tan exagerada, polilla. Vamos suéltalo de una vez, estoy apurado- le dijo Jungkook acariciando el lomo de trueno.
- ¿Ah, qué no sabes?- dijo con voz misteriosa.
- Polilla...
Rosita se acercó y empezó a hablar bajito.
- Anoche escuché a Ma' hablando con Jimin...
- Ya te he dicho que es de mala educación escuchar conversaciones ajenas- le reprochó Jungkook, pero igual se sentía intrigado.
- ¡Fue sin querer!¡lo juro, Kookie!- hizo con los dedos una cruz al cielo- ¿quieres saber o no?- dijo Rosita que le picaba la lengua de ganas de contárselo.
Jungkook se encogió de hombros.
- Si ya empezaste...termina.
Rosita sonrió ladina.
- ¡Jimin tiene novio! N-o-v-i-o, ¿entiendes Kookie?
Jungkook detuvo su mano en el lomo de Trueno y se volvió a mirarla.
- Tal vez escuchaste mal...
- ¡Que va!- resopló Rosita- lo escuché clarito decirle a Ma' que su papá no aprobaba su relación con un tal Héctor. Clarito como el agua, novio Kookie. ¡ Estoy tan emocionada! Nunca he conocido un chico que le gusten los chicos- chilló Rosita.
Jungkook le tapó la boca con su mano.
- ¡ Shhh! Te van a escuchar- le dijo Jungkook frunciéndole el ceño- no vuelvas a repetirlo polilla. Estoy hablando en serio- le sacó la mano de la boca- si Ma'Elena se entera que anduviste de chismosa...
Rosita negó vehementemente con la cabeza y volvió a jurar haciendo cruz para el cielo.
- Nunca, Kookie. Sólo a tí te cuento todo. Lo juro- Rosita lo miró asustada.
- Tienes que aprender a no meterte en enredos, lo que Jimin haga con su vida no es problema nuestro. Entra a la casa y olvídate de lo que escuchaste, ¿ entendido?- Rosita saltó al oír a Jungkook. Se había enojado. Así que se apresuró a volver al interior de la casona.
Jungkook subió a lomos de Trueno de un salto. Montando a pelo como siempre lo hacía. Tenía un enjambre de abejas zumbando en su cerebro. ¿Jimin tenía novio? ¿porqué saberlo lo tenía inquieto? Lo que sí sabía era que por aquí nadie lo tomaría a la ligera. Acá todos se las daban de machos llenos de testosterona. ¿Cómo iba lidiar Jimin con eso en el supuesto de que alguien se enterara e hiciera correr el rumor?¿ cómo podía advertirle si se suponía que el no sabía nada sin echar de cabeza a polilla?¡ lo llevaba el diablo!
Todos se dieron cuenta del mal humor que cargaba el patrón. Así que se mantuvieron alejados.
Hacía ya una semana que Jimin estaba en el Golondrina. Las cosas iban mejorando y ya no necesitaba que Yoongi lo asesorará para preparar el alimento de los potros, ahora sentía que ayudaba en vez de estorbar. El potro rebelde y camorrero se había ganado su corazón. Le puso de apodo, "Bruto". Sólo Jungkook entendía el porqué del apodo. Yoongi también sentía curiosidad de cómo en un abrir y cerrar de ojos Jimin y el potro se habían amigados.
Llegó como siempre caminando hasta los establos. Una cosa era que aceptara a los potros nuevos y otra muy distinta que se subiera a un caballo adulto por muy domado que estuviera. También ahora usaba ropa de trabajo que compró en el pueblo durante el fin de semana en que Ma'Elena le pasó la camioneta. Se compró tres pares de jeans y cinco camisetas holgadas, todas de distinto color y de regalo se compró un llamativo jockey de color rojo para mantener su pelo ordenado. Ni loco seguiría arruinando su costosa ropa.
La verdad no se le estaba haciendo tan tediosa su estadía en el Golondrina, menos ahora que Jungkook y él llevaban la fiesta en paz. En realidad aunque no lo admitiera a voz en cuello, sentía admiración por Jungkook. Tenía un aura que no dejaba dudas de que era un macho alfa al que todos respetaban y obedecían. Pero no se jactaba de ello. Era sencillo y compartía con ellos de igual a igual. Era tan diferente a los hombres que había conocido. Tan diferente de Héctor.
Héctor jamás se preocuparía si no almorzaba. Jimin se había enterado por casualidad en una conversación con su tía Elena que el día del picnic improvisado ella no había llegado a la casona pasadas las cuatro de la tarde, así que sumando dos más dos dedujo que Jungkook había preparado la canasta del almuerzo. Y lo encontró tierno. Pero para dejar que su orgullo de vaquero bruto intacto se guardó el descubrimiento. Héctor tampoco era capaz de pedirle disculpas, bueno él tampoco lo hacía con él, simplemente se abuenaban, no podían darse el lujo de estar peleados cuando eran pareja de baile. Las luces y él éxito justificaban todo. Pero ahora se lo cuestionaba un poco. Y también entendía mejor el punto de vista de sus padres. Al parecer había perdido su propia esencia para embriagarse con el destello de los aplausos y la fama. Eso sí, nadie podía decirle que era por dinero, ese ya lo tenía, pero amaba tanto bailar que había perdido el norte mientras transitaba el camino a sus sueños.
Cuando entró a los establos, Jungkook apenas le dirigió la palabra. Estaba taciturno y de malhumor.
- ¿Qué le pasó?- le susurró Jimin a Yoongi que ya preparaba el alimento de los potros.
- Vaya a sabere- Yoongi se encogió de hombros- llegó así. Cuándo el patrone anda cruzado...es mejor mantenerse lejos.
- Mmmm...- Jimin se puso a preparar los otros tiestos de comida.
¿Qué bicho le había picado ahora? Porque estaba seguro que él no le había dado motivos.
Lo quedó mirando un rato a hurtadillas, pero Jungkook en ningún momento miró en su dirección. ¿Porqué tenía la corazonada de que algo tenía que ver con él? Apenas tuviera un momento a solas con él le preguntaría. Los rodeos no eran lo suyo.
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