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Capítulo 49

Comieron los alimentos entre besos, conversación, risas. Un ambiente perdido del quehacer del resto del Golondrina. Un universo paralelo donde sólo existían ellos dos y sus corazones latiendo como uno solo.

Jimin le contó sobre su trabajo, sus sueños, la felicidad que sentía por ser bailarín y, de lo emocionado que estaba por ser escogido para representar el cisne negro. Jungkook lo escuchaba atentamente, sonriendo al verlo feliz.

Jimin comió tantas frambuesas, que Jungkook le cortaba para darle luego en su boca, que Jimin temía agarrar una severa indigestión. ¿Pero como podía resistirse a las frambuesas o a los besos de Jungkook con sabor a ellas? Imposible. Prefería indigestarse a privarse de ese dulce y sensual momento.

El sol empezó a esconderse entre el ramaje y Jungkook supo qué era hora de marchar. Se habría quedado con su princeso la vida entera allí, sí hubiera sido una opción. Pero no lo era.

Ya de vuelta, después de haber ido por la camioneta, con sus manos entrelazadas mientras Jungkook conducía con una mano , Jimin se acordó de algo.

- ¡Por Dios, Jungkook! No le he avisado aún a Jane que nos vamos mañana.

- No te preocupes, iremos ahora- Jungkook le indicó que le marcara a Ma'Elena para avisarle - no quiero tenerla preocupada.

Jimin asintió y habló con su tía explicándole que se retrasarían un poco en llegar. Jungkook cambió el rumbo y tomó el camino al pueblo. Cuando llegaron adonde se estaba alojando Jane, Jungkook se aparcó y bajaron.

La misma Jane les abrió la puerta sorprendida de verlos.

- Pasen - Jane se apartó de la puerta para dejarlos entrar- estoy sola. ¿Pasa algo? - preguntó ya sin poderse aguantar.

- Sí - dijo Jimin, tomando asiento en la salita junto a Jungkook.

- ¿Te arrepentiste? ¿No iré contigo a Seúl?

Jimin sonrió al ver su cara de decepción.

- No, al contrario - Jimin le tomó la mano - el viaje se adelantó. Nos vamos mañana por la tarde.

El grito de Jane casi los deja con sordera.

-¿Mañana? _ chilló sin poder salir de su asombro.

-Sí, mañana. Así que debes estar preparada.

- Lo estaré - dijo Jane sonriendo como Jimin nunca la había visto hacerlo - contaba los días para nuestra partida. ¿Mañana? ¡Dios mío, mañana!

Jungkook sonrió al ver la felicidad de la negra. Por lo menos ella lo era.

- Pasaremos por ti- le dijo Jungkook, y volteó a mirar a Jimin-¿a que hora?

- Tenemos pasaje a las ocho de la tarde.

Jungkook asintió.

- A la seis, Negra, a esa hora debes estar lista- le confirmó Jungkook.

Después de conversar un rato con ella se fueron de regreso a la casona. Jimin notó a Jungkook más silencioso. Temía preguntarle el motivo, porque el lo intuía. La visita a Jane les hizo salir de la burbuja en qué habían estado sumergidos la tarde entera, los hizo aterrizar bruscamente en la realidad. Ya no quedaba nada para la despedida de él más hermoso verano y el más hermoso hombre que alguna vez soñó conocer. Sabía que a pesar de demostrar que podía con la separación, Jungkook sufriría. Él también lo haría.

La Sra Elena los esperaba para cenar. Ninguno de los dos tenía mucha hambre, pero de igual manera compartieron la cena con ella.

- Tú padre llamó - le comunicó la Sra Elena - Él mismo te estará esperando cuándo aterrizes en Seúl.

Jimin asintió y vio como una sombra de tristeza nublaba los ojos de Jungkook. Luego sonrió cuando vio que lo miraba.

- Yo llevaré a Jimin y Jane al aeropuerto , Ma'Elena. ¿Vendrás con nosotros?

- No, no me gustan las despedidas - la Sra Elena sonrió - además no soportó estar sentada tanto rato. ¿Disculpas a esta vieja, cielo?

Jimin se levantó de la silla y la abrazó por la espalda.

- Claro, tía.

- Bueno, bueno - la Sra Elena le palmeó la mano cariñosamente a su sobrino - creo que es hora de descansar.

La razón real de la Sra Elena era otra. No quería estorbar en sus últimos momentos a solas. También quería darle su espacio a Jungkook para llorar. Porqué sabía que lo haría cuando Jimin hubiera abordado el avión. Su niño merecía esa privacidad para derrumbarse. Ella lo esperaría para abrazarlo fuerte cuando volviera.

La Sra Elena se despidió de ambos, ya que ellos se ofrecieron a ordenar la cocina. Cuando todo estuvo en su lugar, Jungkook lo abrazó por la cintura.

- ¿Tu pieza o la mía?

- La tuya. Tú cama es más grande _ le respondió Jimin tomando su mano para salir de la cocina.

No hubo más palabras de por medio. Cuando la puerta se cerró tras sus espaldas, Jungkook lo tomó entre sus brazos y lo besó con hambre. Tenía hambre de su princeso, de su piel, de su sabor, de todo lo que Jimin representaba para su corazón. Luego vendría la abstinencia, pero ése momento aún no había llegado. Esa noche era suya, Jimin era suyo, y lo amaría de tal forma que, aunque ya lo habían hecho antes, sería como si fuera nuevamente la primera vez. Para él Jimin siempre sería su primera vez.

Lentamente le sacó la camisa, sin separar sus labios de los suyos, a tientas le logró sacar las mangas y luego la tiró al piso. Jimin respiraba en la boca de él, absorbiendo el mismo aire, a través de su beso. Con la misma lentitud Jungkook le desabrochó la pretina del pantalón y luego bajó la cremallera posando su mano en el miembro erecto de él por encima de su ropa interior. Jimin gimió en su boca y el se tragó su gemido con un hambre insaciable corriendo por sus venas. Las pupilas dilatadas de ambos, las respiraciones afanosas, la piel sudorosa, todo, absolutamente todo, los tenía a ambos temblando. Todo era más intenso, todo era más real, y todo a la vez dolorosamente triste. Cómo si quisieran llenar el vacío que quedaría con la separación.

Jimin ansioso, con las manos temblorosas, le desabrochó la camisa y pasó sus manos por su pecho mientras lamía dónde su boca alcanzaba. Desesperado por tocar, desesperado por absorber la esencia de su piel, desesperado por que su olor quedara impregnado sobre su piel.

Cuando la ropa sólo fue un montón tirado en el piso de la habitación, retrocedieron a ciegas hasta topar con la cama, aún besándose, aún respirando en la boca del otro, sin espacio para el frío ni los pensamientos, sólo para sentirse.

Jimin cayó de espaldas en la colcha y Jungkook apoyó su peso en las palmas de sus manos y rodillas para no aplastarlo. Jimin no espero a que él se acercara, colocó ambas manos en sus hombros y lo atrajó hacia sí, desesperado por unir nuevamente su boca a la de Jungkook. Pero todo parecía insuficiente, quería amarlo con cada parte de su cuerpo, alma y corazón. Las manos de ambos serpenteaban sobre sus pieles calientes y sudorosas, tocando, acariciando, rasguñando para dejar constancia de aquello que estaba sucediendo.

En un momento, Jungkook apresó las manos de Jimin, necesitaba adorar ése cuerpo perfecto para sus manos y boca. Recorrió con lengua y boca cada centímetro, desde su frente, rostro, cuello, deteniéndose unos minutos para besar y acariciar con su lengua aquel pezón endurecido y enhiesto, le gustaba sentirlo contra su lengua como una pequeño arándano golpeando su paladar. Primero uno, luego otro, para seguir descendiendo por el centro de su pecho hasta su abdomen duro y tonificado, aún más tenso por el placer del que estaba siendo objeto. La punta de su lengua repasó el ombligo, luego lo mordisqueó suavemente y enseguida lo suavizó con pequeños besos, como si allí estuviera rodeando su trinchera. El suave vello rubio acarició sus labios cuando siguió descendiendo bajo el ombligo hasta llegar a su sexo, duro y caliente, con pequeñas gotas perlando su glande, su lengua absorbió aquel efluvio, degustando el sabor del sexo de su princeso. Jimin gemía aferrando sus dedos a la colcha que se arrugaba bajo sus manos. Era tanto el placer que a la vez también era una agonía. El calor se arremolinaba en su vientre y su miembro palpitante, pero Jungkook no parecía querer que su agonía culminara, y siguió hacia sus caderas, lamiendo, mordiendo, apretando aquella suave carne para seguir descendiendo por sus muslos, pantorrillas, hasta culminar el viaje por su cuerpo, en sus pies de dedos crispados. Besó cada uno de sus dedos para luego deslizar su húmeda lengua por su empeine, besando y mordiendo sus tobillos, y empezar el mismo recorrido hacia arriba. Jimin emitía gemidos entrecortados, era la tortura más larga y placentera que alguna vez había experimentado. Todo su cuerpo lo sentía sensible, magullado por la boca insaciable y dulce de Jungkook.

Cuando finalmente llegó arriba, Jungkook, miró su rostro. Ahora frente a frente. Descendió en busca de su boca. Una boca que lo recibió con ansias y desesperación. Una boca que gemía dentro de la suya. Una boca donde sus lenguas enredadas se hacían el amor. Un beso húmedo y gratificante, dónde no se sabía donde comenzaba una y terminaba la otra. Así de compenetrados. Así de sedientos. Así de desesperados.

Jimin arañó la piel de la espalda de Jungkook con sus uñas romas, mordió su cuello fuerte y poderoso, se sentía ardiendo y ardiente.

- Por favor... - suplicó con los ojos marrones de pupilas dilatadas - por favor...

Jungkook besó con infinita ternura su nariz. Verse reflejado en aquellas orbes marrones le tocó fuertemente el corazón. Sentir su voz suplicando ser amado y completado era más que un sueño. Era como si estuviera tocando las estrellas con la punta de sus dedos.

Cúando por fin Jimin se vio unido a él de la forma más íntima y especial en que dos corazones afines pueden estarlo, sintió que su pecho se abría y su corazón salía en busca de aquel hombre que le hacía el amor. Con cada vaivén, con cada embestida, con cada gota de sudor compartida, Jimin alcanzó un orgasmo que lo libero de la agonía. Su esencia atrapada entre su cuerpo y el de él. Jungkook dejó salir un sonido gutural de su garganta vaciando no sólo su esencia dentro de su princeso, también había entregado su corazón en aquel acto maravilloso.

Con sus cuerpos deshuesados, cansados, sudorosos, se besaron largamente mientras de manera inevitable las lágrimas corrían por sus mejillas y bañaban aquellos labios unidos.

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