Capítulo 43
Esa noche al llegar se despidieron de Ma'Elena y se fueron rápidamente como habían acordado a la habitación de Jungkook.
Hicieron el amor con lentitud, saboreando cada minuto como si fuera el último, sintiendo cada latido, cada, suspiró, cada beso, como un tatuaje indeleble, y luego de llegar al punto en que el universo era uno y ellos uno con el universo, se durmieron apretaditos sin pensar en nada.
Por la mañana se levantaron para ir al trabajo, Ma'Elena aún no llegaba a la cocina y Jungkook aprovechó la oportunidad de robarle un beso a su princeso. Estaban tan sumergidos en su mundo, en su burbuja, que no oyeron a la Sra. Elena y Rosita acercarse.
La Sra. Elena le tapó la boca a Rosita que estaba a punto de dar un chillido y la arrastró silenciosamente hacia atrás.
- Silencio muchacha del demonio- le susurró la Sra. Elena sin atreverse a destapar su boca. - ¿guardaras silencio?
Rosita asintió con vehemencia y la Sra. Elena sacó la mano de su boca.
- ¿Vio lo mismo que yo?- dijo Rosita con los ojitos brillando- yo ya lo sabía.
- Shhh...- la silencio la Sra. Elena- no les diremos nada, ¿de acuerdo muchacha? Será un secreto entre nosotras- la Sra. Elena la miró advirtiéndole con la mirada que no iba a tolerar ninguna desobediencia de su parte.
- Cruz p'al cielo, Ma'- juro Rosita.
- Más te vale. Eso que viste es algo muy personal, muy de ellos, no debemos interferir, comentar, ni opinar.
Rosita asintió sonriendo. Por fin se le había hecho realidad su sueño. Jimin y su Kookie juntitos.
- Ahora haz ruido muchacha, a ver si se dan cuenta de que llegamos- le dijo la Sra. Elena sonriendo con un mohín travieso en sus labios.
Rosita asintió y agarró un plato de cerámica y lo estrelló contra el suelo haciendo un estruendo de los mil demonios.
La Sra. Elena no alcanzó a detenerla y casi se infarta al ver su reliquia hecha añicos.
- ¿Lo hice bien?- preguntó Rosita sonriendo orgullosa de su ocurrencia, sonrisa que se fue apagando al ver la cara de la Sra. Elena. Parecía a punto de asesinarla.
- No lo hice- dijo Rosita sonriendo tímidamente.
- Recuérdame no volver a pedir tu ayuda- dijo entre dientes la Sra. Elena.
Jimin y Jungkook aparecieron de inmediato mirando el fino plato hecho añicos, a la Sra. Elena y a Rosita.
- ¿Qué fue eso?- preguntó Jungkook- ¿están bien?¿ninguna se lastimó?
- Todo bien- dijo la Sra. Elena- excepto mi plato de cerámica China de la Dinastía Ming de mil trescientos años- por favor Rosita recoge eso y hazlo desaparecer de mi vista si no quieres ser asesinada- y dicho esto se dirigió a la cocina.
Jimin nunca había visto a su tía enojada, menos con Rosita, quien parecía un mono disecado en medio de la sala sin hablar ni respirar y esto le causó un ataque de risa que a duras penas pudo controlar.
- Te lo dije polilla, un día ibas a meter la pata- le dijo Jungkook riéndose.
- Déjala tranquila, bruto- dijo Jimin conteniendo aún la risa- ¿no ves qué está asustada?
- ¿Asustada yo?- preguntó incrédula- ¡Pfff! Casi me orino al ver como le salía humo por las orejas.
Jungkook y Jimin ya no se aguantaron y se largaron a reír.
- Te escuché- la Sra. Elena asomó la cabeza.
Rosita se puso coloradita y empezó a recoger el desastre que había hecho.
Ma'Elena después de la conmoción de ver su reliquia hecha pedazos, también se largó a reír a solas en la cocina, esa muchacha era de temer, siempre reaccionando y después pensando, pero en fin, así era Rosita.
Ver a sus dos muchachos besándose sólo le confirmó lo que ya sospechaba. Jungkook había encontrado su golondrina y eso la ponía feliz y triste. ¿Jimin, su sobrino, sería capaz de aceptar ser la Golondrina de Jungkook? , la Sra. Elena suspiró, eso sólo el tiempo lo diría no estaba en sus manos intervenir.
Cuando Jungkook y Jimin ya se habían marchado, la Sra. Elena miró a Rosita qué permanecía calladita, el corazón se le estrujó.
- Ven acá demonio- la llamó, Rosita se acercó, cabeza gacha, arrastrando los pies, para recibir de seguro otro sermón. Se quedó sorprendida cuando Ma' sonrió y la abrazó.
- ¿ Ya no está enojada conmigo?- preguntó titubeante.
- No, muchacha- le acarició el cabello con cariño.
Rosita suspiró aliviada.
- Por lo menos resultó- dijo con picardía ya pasado el susto- no se dieron ni cuenta que los pillamos in fraganti.
La Sra. Elena se rió.
- Sí, por lo menos eso. Fue bello verlos, ¿verdad?
- ¡Ayyyy!, son tan, pero tan lindos. Aunque yo lo sospechaba. Desde que Mimi llegó, Kookie cambió mucho. Se ve más feliz.
- Tienes razón. Yo también tenía mis sospechas.
- ¿Ma'?- Rosita la miró- ¿qué va a pasar cuando Mimi se vaya? Mi Kookie va a quedar muy triste.
- Cierto. Pero si lo ama, como creo que lo hace, buscará la forma de estar a su lado.
- ¿Eso significaría que Kookie se marchara también del Golondrina?- preguntó Rosita.
- Tal vez, el tiempo lo dirá. A veces no es tan sencillo, Rosita. El amor a veces nos hace sufrir también. Sobretodo si uno ama más que el otro.
- ¿Lo dice por Mimi?- preguntó Rosita.
La Sra. Elena asintió.
- Sí. El es más realista, menos soñador que mi muchacho. Pero confío en que lo extrañe tanto que no pueda vivir sin él.
- Ojalá, Ma'- Rosita se abrazó a la Sra. Elena- no creo que Mimi no lo quiera, pero tampoco creo que cambie su vida para vivir en el Golondrina. Aunque tampoco sé si Jungkook se atrevería a mostrarle a todos aquí que ama a un hombre.
La Sra. Elena se quedó impresionada con la madurez y asertividad de la pequeña.
- Si lo ama, eso será lo que menos le importe. Siempre estaremos nosotras y sus amigos de verdad para apoyarlos.
- Yo siempre, Ma'. Kookie siempre será mi hermano del alma aunque elija a un caballo por pareja.
La Sra. Elena largó una carcajada.
- No te pases tampoco, muchacha. Como dice Jungkook, tu cabecita a veces tiene ideas muy locas. Vamos, se te hace tarde para las clases.
Rosita salió corriendo para traer su mochila.
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