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Capítulo 40

Ma'Elena los recibió feliz abrazándolos y besándolos a ambos para luego dirigirse con ellos dos a su lado para almorzar.  La verdad era que los había extrañado.  La casona se sentía solitaria sin la presencia de sus muchachos.

Mientras almorzaban les preguntó miles de cosas sobre su acampada y ellos le contaron lo que podía ser contado, haciéndola reír con sus anécdotas.

- Jimin ahora agarró colorcito- dijo Jungkook sonriendo- parecía un fantasma cuando llegó al Golondrina.

- Lo dice él, que toma sol hasta dormido- Jimin le sonrió burlón.

- No empiecen muchachos- los regañó cariñosamente la Sra. Elena.

- Son bromas, tía- Jimin se acercó y le besó la mejilla- Jungkook se portó increíble- miró de reojo a Jungkook con cariño- ha hecho mi estadía en el Golondrina inolvidable.

Un nuevo recordatorio,  pensó Jungkook,  un nuevo recordatorio de que se iría.  Su alegría se ensombreció un poco.

- Me alegra que sea así,  cielo- dijo la Sra. Elena- así puede que vuelvas a visitarme más seguido.

Jimin sonrió, pero su sonrisa no llegó a sus ojos.  No respondió porque ni él mismo sabía si volvería.

- Creo que dormiré una siesta- dijo en cambio- quiero practicar un poco más tarde.

- Ve, cielo- la Sra. Elena le palmeó la mano que sostenía entre las suyas- porque más tarde quiero ir con ustedes a la feria del pueblo.

- ¿Hay algo especial?- preguntó Jungkook curioso.

- No. Sólo que la Rosa quiere que vea unas mantas nuevas que tejió. 

- Ah- dijo Jungkook- ¿cómo a qué hora quieres ir?

- A las ocho estaría bien- le sonrió levantándose para recoger los platos.

- Hoy yo lavaré- Jungkook se los quitó de las manos- ya cocinaste, ve por tu merecida siesta.

Ma'Elena lo besó agarrándole los cachetes.

- Gracias,  mi corazón- salió junto a Jimin de la cocina, se detuvieron justo antes que Jimin empezara a subir las escaleras.

- Mi muchacho va a extrañarte- le dijo.

- Yo también los voy a extrañar...a todos.

Ma'Elena entrecerró los ojos y sonrió.  Era evidente que Jimin desvió la respuesta hacia otro lado.  Pero no insistió. Soltó su mano y le besó la mejilla sin hacer ningún otro comentario.

- Descansa, cielo.

- Igual,  tía.

Jimin subió las escaleras rápidamente y entró en su habitación desplomándose sobre la cama.  Tenía las emociones a flor de piel y no quería.  No quería pensar.  No quería sentir lo que estaba sintiendo.  No quería.  Pero eso su corazón y mente no lo habían entendido. Y aunque no quería unas lagrimitas rodaron por sus mejillas mientras se quedaba dormido.

Despertó unas horas más tarde con el cuerpo un poco adolorido,  por la posición y por las veces que se había entregado a Jungkook en aquella carpa.  Dios santo, ese hombre sí que sabía cómo hacer que cada uno de sus nervios respondieran a sus caricias. Suspirando se levantó y se puso unos pantalones holgados para ir a practicar,  necesitaba desahogarse de alguna forma para sacar de su sistema esos sentimientos que amenazaban con ahogarlo.

Jungkook no apareció en ningún momento y ya lo extrañaba.  ¿Estaría arrepentido? ¿Se habría pensado mejor las cosas? Eso de igual forma sería una solución,  pero en el fondo no quería que fuese así.  Quería tenerlo a su lado,  entregarse a él,  hasta que llegara el momento de partir.  Sabía que estaba siendo caprichoso y egoísta,  pero no se sentía capaz de privarse de ser amado una y otra vez por ese hombre.  No ahora que había descubierto lo maravilloso de hacer el amor.

Agotado se levantó del suelo de la sala de prácticas y se dirigió a la casona para darse una ducha.  Tenía media hora antes de ir al pueblo con ellos.

Entró en su habitación y reprimió un grito de miedo cuando unos brazos lo rodearon por la cintura.

- Te extrañaba- Jungkook le susurró mientras besaba su cuello húmedo de sudor.

- Apesto a sudor- se quejó Jimin tratando de alejarse,  pero Jungkook lo apretó más fuerte contra su cuerpo.

- No me importa- ahora deslizó su lengua por la humedad salada de la piel de su barbilla- así y todo,  eres muy apetecible.

Jimin soltó una risita y le rodeó el cuello con sus brazos, mirándolo.

- Eso es raro- dijo besándole la punta de su nariz,  para lo que tuvo que empinar sus pies un poco- pero es lindo oír que lo digas.

- Todo de tí me gusta- Jungkook lo miró a los ojos- incluso tu sudor,  princeso.  Claro que hay otro tipo de sudor que es más adictivo.

- ¿Sí?¿Cuál?

- Cuando estoy dentro de tí- Jungkook sonrió con picardía- cuando gimes y jadeas conmigo.

Jimin le pegó en el pecho haciéndolo reír.

- Tan bonito que iba todo y ahora lo arruinas- Jimin hizo un puchero.

- Pero si lo que te dije es cursi y romántico,  ¿ah que no?

- No, bruto- dijo Jimin riéndose.

Jungkook lo tomó en sus brazos y lo alzó por las axilas y luego lo deslizó por su cuerpo hasta que sus labios estuvieron a la misma altura y entonces lo besó.  Lo besó con urgencia,  con pasión,  con todo lo que conllevaba esa fusión,  con todo el corazón de un hombre enamorado hasta la médula de sus huesos.  Sus bocas hablaban por ellos,  sus lenguas no se mentían al buscarse y enlazarse sin ganas de ser separadas.  

- Debo bañarme- susurró Jimin aún en su boca.

Jungkook no respondió.  Empezó a caminar con él hacia el baño y casi chocaron con la puerta por seguir besándose.  Nunca sería suficiente. Lo depositó en el suelo y cerró la puerta.

- ¿Te bañaras conmigo?- preguntó Jimin sorprendido.

Jungkook negó con la cabeza.

- Ya me bañe- le besó otra vez- pero te daré tu baño. Será un placer.

Jimin sentía arder la piel mientras Jungkook le quitaba prenda por prenda besando lo que iba quedando al descubierto hasta que se encontró completamente desnudo delante de un Jungkook totalmente vestido.  Eso lo avergonzó un poquito.  Sólo un poco.

Jungkook lo observó con deseo en sus orbes negras y suspiró pesadamente.

- Creo que tomaré un nuevo baño- dijo empezando a sacarse las botas y enredándose con los pantalones en su prisa por sacárselos.

- No tenemos tiempo- dijo Jimin sin dejar de mirar aquel monumento de hombre,  era la primera vez que lo veía con las luces encendidas y apreció su magnífica desnudez.  No había nada en ese hombre que no fuera hermosamente perfecto.

- Sólo nos bañaremos,  princeso- dijo con una sonrisa ladina.

Jimin rodó los ojos y luego se acercó para poner sus manos en aquel bruto que lo encendía con sólo mirarlo.

Cuando se encontraron con Ma'Elena la sonrisa de ambos no pasó desapercibida para una vieja como ella.

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