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Capítulo 38

Los días se le hacían eternos a Jimin, la promesa de Jungkook sobre ese fin de semana lo tenía en un estado de ansiedad en el que nunca había estado. Se repetía una y otra vez para convencerse a sí mismo..."será sólo sexo. Buen sexo y punto " ¿pero porqué sentía que se estaba mintiendo?

Jungkook parecía tranquilo por fuera, pero por dentro era un manojo de nervios. Se había enamorado. No sé mentiría a sí mismo. Tampoco es que se lo fuera a decir a Jimin. El acuerdo entre ellos había sido claro y él no tenía derecho a cambiar los términos, menos sabiendo que ese cheque tenía fecha de caducidad. Pero de igual forma quería que esa experiencia fuera especial e inolvidable para ambos.

Habló con Ma'Elena. Le dijo si tenía algún inconveniente en quedarse a solas el sábado por la noche ya que quería ir a acampar con Jimin antes de que se marchara del Golondrina.

- Tranquilo muchacho- Ma'Elena le apretó cariñosamente la mano- yo estaré bien, ¿qué puede pasarme por quedarme sola una noche? Son jóvenes, necesitan distraerse. ¿Adónde piensas llevarlo?

- Al bosque en las cercanías del río. Ahí podemos hacer una fogata y disfrutar de la naturaleza.

- Buena elección- la Sra. Elena sonrió de forma enigmática- lo vas a extrañar cuando se marche, ¿verdad?

Jungkook no sabía si Ma'Elena sabía de su amor por su sobrino. De su amor más allá del de un simple amigo. Le gustaría pensar que sí lo sabía. La iba a necesitar tanto cuando Jimin se fuera. Acercó su cabeza a la falda de Ma'Elena y ella acarició su pelo como cuando era niño y extrañaba a sus padres. Hacía mucho que no lo hacía.

- Sí, voy a extrañarlo- fue todo lo que dijo porque las lágrimas que se le escaparon no lo dejaron continuar. Sí Ma'Elena se dio cuenta no dijo nada. Sólo siguió acariciando con amor el cabello negro de su niño.

El sábado se fueron temprano. El día era soleado y apenas una brisa leve movía las crines de Trueno , que al final Jimin había terminado aceptando. Además era el único testigo de su tórrido romance de verano. Nunca habría pensado que iba a extrañar hasta ese endemoniado animal.

Se entretuvieron entre risas y una inquietante camaradería en instalar la carpa que los cobijaría durante la noche. Almorzaron unos sándwiches con cervezas frías. Se bañaron y juguetearon en las aguas heladas. Su ansiedad en aumento a cada minuto que pasaba. Se comportaban igual que una pareja que se conociera por años. Jimin se sentía a gusto, Jungkook lo hacía sentirse así, seguro y tan hermosamente deseado, como nunca se había sentido.

Por la noche estaban sentados alrededor de la fogata que ellos dos habían hecho. Jimin recostado entre las piernas de Jungkook con su espalda apoyada en su pecho, los brazos de el rodeándolo y su cabeza apoyada en su hombro. Los sonidos de la noche, las estrellas en el firmamento, todo, pero todo era perfecto. Jimin se sentía tan vulnerable como una hoja mecida por el viento.

Jungkook besó su cuello entre sus cabellos y la parka que lo protegía del frío de la noche. Jimin inclinó la cabeza hacia un lado para darle mejor acceso.

- Entremos- susurró Jungkook en su oreja. Jimin sintió que su voz temblaba un poquito. Eso le hizo sentir una ternura inmensa.

Jungkook se incorporó y le tendió la mano y en silencio se adentraron a esa sencilla carpa que sería testigo de la realización de sus anhelos. No hubo más palabras. No eran necesarias. Sus cuerpos se encargarían de decir lo que no se atrevían a verbalizar.

Jungkook lo despojó de su chaqueta sin dejar de besar su piel donde podía. Esta cayó a un lado con un sonido sordo. Luego le acunó el rostro con ambas manos y lo besó sin prisas, demostrándole a través del beso lo que estaba sintiendo, como cada parte de su cuerpo y alma se la estaba entregando sin esperar nada a cambio.

Jimin lo sintió. Esto realmente lo iba a terminar matando. Pero como un adicto, era imposible que se echara atrás. Jungkook se había convertido en una droga poderosa y adictiva que corría libremente por su sistema sanguíneo. Y lo besó entregando su corazón en él. Sería su secreto. Nunca lo admitiría frente a él. Sería hacerle un daño innecesario e inútil.

Las prendas empezaron a caer una tras otra en el suelo de la carpa, la tenue luz de la fogata los iluminaba, Jungkook se separó un instante para admirar a ese hermoso ser, que en ese instante robado al tiempo, era suyo, solamente suyo. Jimin se quedó de pie, desnudo, sin pudores. Se sabía hermoso. Y la mirada de Jungkook lo corroboraba. Sintió la mirada apasionada de él recorrerlo desde la cabeza a los pies con adoración, tan sólo su mirada le tenía cada uno de sus vellos erizados, como si unos dedos invisibles le recorrieran la piel que sentía ardiente y acalorada. Era lejos la mirada más sensual y apreciativa del que había sido objeto.

Jungkook se acercó y se puso de rodillas frente a él, colocó la palma de sus manos en sus caderas y a continuación apoyó su mejilla contra su abdomen en una caricia íntima como sumisa. Restregó su mejilla en aquel abdomen duro y liso, pero a la vez suave como la seda. Y no, el no confundía a Jimin con una mujer, tampoco le atribuía condiciones femeninas, sabía perfectamente que era tan hombre como él. Y él sabía que lo deseaba siendo consciente de ello.

Su cabeza giró y ahora puso sus labios donde antes había apoyado su mejilla y lo besó despacio, sintiendo bajo sus labios la piel caliente y estremecida de Jimin. Se fue incorporando poco a poco, sin apartar sus labios, besando y lamiendo su camino hacia arriba, sus pezones canela fueron un afrodisíaco inesperado. Esos pequeños y duros montículos dentro de su lengua tenían vida propia y latían al presionarlos y magullarlos con su boca.

Jimin dejó salir un pequeño gemido, cerrando los ojos sintiendo como si la respiración le fuera a fallar en cualquier instante, cada nervio consciente de ser amado y adorado . Nada lo había preparado para esto.

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