Capítulo 28
Jimin miraba de reojo a Jungkook sentado en el otro extremo de la mesa, junto a algunos trabajadores del Golondrina. Comiendo y riéndose. Las gemelas pululaban cerca de él como abejas tratando de llamar su atención, pues de los más jóvenes, incluyendo a Yoongi ya la tenían.
¿ Eran ideas suyas o Jungkook lo estaba rehuyendo como a la peste?¿Qué había pasado entre ayer y hoy para ese cambio repentino? Eso lo tenía molesto y desilusionado. La verdad se había acostumbrado a tener su atención, a decirle estupideces y a coquetearle con descaro, pero ahora Jungkook se mantenía alejado.
- Hola debes ser Jimin el sobrino de la Sra. Elena.- Jimin giró la cabeza para mirar quién le hablaba. Un chico que no había visto, se sentó a su lado en el mesón- soy Mario, primo de Yoongi.
El chico era bastante atractivo, unos años menor que Jimin. De pelo castaño, ojos verdes y un buen y cuidado físico y vestimenta. Jimin sacó la conclusión de que no vivía en el pueblo, tenía aire de ciudad por la desenvoltura de sus ademanes. Le sonrió.
- Sí. No sabía que Yoongi tenía un primo de visita, ¿de dónde eres?- preguntó Jimin volcando su atención en él para dejar de mirar a cada rato hacia donde se encontraba el bruto.
- Seúl. Estudio arquitectura allá. Sólo vine por hoy, mañana me regreso. No hay mucho que hacer por acá, todos mis amigos están en la ciudad. ¿Y tú?
- Pasaré el verano y luego me iré- Jimin se encogió de hombros- igual me la he pasado bien.
- Eso es porque sabes que te vas a ir- le dijo riéndose- los inviernos acá son terriblemente tediosos.
Jimin se quedó pensando. Luego decidió no darle más vueltas al asunto. Entendía el punto de Mario. El no habría venido si su padre no lo hubiera obligado. Siguió conversando de distintos temas y lugares de Seúl que ambos conocían. El chico era simpático y su atención lograba subirle el ánimo. Jimin sabía cuando alguien tenía un interés mayor en él, y Mario no lo ocultaba. Que se jodiera el resto y también Jungkook y sus consejos.
Jungkook no paraba de mirar disimuladamente hacia donde se encontraba Jimin. Tenía el ceño arrugado y la lengua golpeaba constantemente el lado interior de su mejilla.
- ¿Qué mira patrone?- preguntó Yoongi al verlo quedarse callado y miró hacia dónde miraba Jungkook- ¿se preocupa por Jimine?, no lo haga, ese es Mario, mi primo, ¿ no se acuerda de él?
- No- fue la única respuesta de Jungkook- y no estoy preocupado. Jimin puede hacer lo que se le de la gana y hablar con quien quiera.
- ¡Ah!- dijo Yoongi al escuchar su voz grave y cortante. Prefirió seguir comiendo. Jungkook parecía querer matar de nuevo el pedazo de animal que se estaba comiendo.
- Ya es la hora- la negra se levantó de la silla- iré a prepararme.
Jungkook asintió y la siguió. Yoongi también tuvo que hacerlo lamentando dejar comida en el plato.
Jimin lo vio partir tras la negra y sintió celos, verdaderos celos de no ser el quien compartiera tiempo con Jungkook.
Los demás comensales también empezaron a caminar hacia el corral.
- Es la hora- dijo Mario- yo nunca he sido un buen jinete. Prefiero una camioneta.
Jimin sonrió.
- Yo igual...aunque ahora he cambiado un poco de parecer- todo gracias a Jungkook y su amor por ellos, bueno y también por Bruto que se le había metido en el corazón. ¿Y el otro bruto también? Le preguntó una vocecita interior que decidió ignorar.
Jungkook se lució. Jimin a pesar de estar molesto y dolido por su actitud, no podía dejar de reconocerlo. Se veía igualito que la potros. Indómito y salvaje. Algunos mechones negros se escapaban de su sombrero y lanzaban destellos azulosos bajo los rayos del sol. Cada músculo fuertemente marcado en su camisa negra abierta en el pecho. Y Jimin se encontró mirándolo embobado, siguiendo las gotas de sudor que se escurrían por su frente y se perdían cuello abajo, siendo absorbidas por la tela de su camisa que al final del día se le pegaba como una segunda piel. También advirtió que las gemelas estaban igual de fascinadas comiéndoselo con los ojos. Pero Jungkook no miraba a nadie.
Jungkook terminó su trabajo y se dirigió con los potros hacia la estancia. Quiso hacerlo sólo, para que Yoongi y la negra descansarán y disfrutaran de lo que quedaba de celebración. En realidad no quería seguir viendo como Jimin y el tal primo de Yoongi coqueteaban descaradamente. Le hervía de sólo recordarlo. Y sabía que no tenía razón alguna para celarlo, pero así era.
Jimin estaba con Mario conversando y riéndose cuando vio a Jungkook partir arriba de Trueno, arreando los seis potros que tuvieron su primera doma, porque aunque se odiaba por hacerlo, en ningún momento lo había perdido de vista.
De un salto se bajó del palo del corral donde estaba sentado y se sacudió la parte trasera del pantalón, tenía que hablar con Jungkook y saber que bicho le había picado.
- Disculpa- Jimin le sonrió al primo de Yoongi- recordé algo importante. Te veo más tarde.
Mario lo miró sorprendido y luego asintió. Jimin corrió a la casona por las llaves de la camioneta y luego le susurró en la oreja a su tía que iría a dar una vuelta. Acto seguido se montó en la camioneta y manejó en dirección a la estancia.
Jungkook ya terminaba de encerrar en su cubículo al último de los potros cuando vio entrar a Jimin.
- ¿Qué haces aquí?- preguntó secamente, poniendo cerrojo al cubil.
- Ya que me has evitado durante todo el día- Jimin hizo una pausa mientras se acercaba- quería saber que diablos te pasa conmigo.
Jungkook se quedó quieto mirándolo también.
- Nada.
- ¿Nada? No seas mentiroso, Jungkook. Apenas me veías acercarme, girabas en otra dirección. ¿Eso es no pasarte nada?
- No siempre puedes ser el centro de atención. Tenía cosas importantes que hacer.
- ¡Ah!- exclamó Jimin- ¿porqué será que no te creo?
Jungkook bufó molesto y trató de salir, pero Jimin lo detuvo tomándolo por los brazos y empujándolo hacia atrás hasta dejarlo sentado en un piso para herrar a los caballos, luego se sentó a horcajadas sobre él impidiendo que huyera.
Ambos respiraban furiosos y afanosamente.
- No te irás sin decirme que mierda te pasa- le advirtió Jimin viendo como los tendones de su cuello se tensaban. Sintiendo su rápida y agitada respiración acariciarle el rostro.
- ¿Quieres saberlo, maldito caprichoso? ¡Te deseo, Jimin! Eso pasa. No quería, pero pasó.
Fue Jimin quien ahora se quedó mudo e inmóvil procesando lo que Jungkook le acababa de decir.
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