Capítulo 27
Jungkook terminó todo estresado con la ayuda que le prestó a Jimin para realizar sus alzadas.
El tener sus manos por primera vez sobre el cuerpo de Jimin, después de que que se estaba cuestionando en su cabeza sobre qué era lo que realmente le hacía sentir, fue una tortura.
Después del viaje al pueblo no había dejado de darle vueltas y vueltas a las emociones y sensaciones que Jimin le provocaba. ¿Eran sentimientos de amistad?¿Era normal sentirse tan bien con una persona?¿saber que Jimin era homosexual lo hacía verlo diferente?. Todas éstas preguntas lo tenían intranquilo, y en nada ayudaba tener sus manos sobre su cintura, abdomen, brazos. Descubrir que su piel era igual de suave de como se veía. Y que decir de su aroma a jabón mezclado con su propio sudor, ese olor se le coló por las fosas nasales y el se encontró aspirándolo con avidez.
Una cosa le quedó clara después de la famosa práctica. Deseaba con todo su cuerpo a Jimin. Aún no tenía claro sus sentimientos, pero su respuesta física al contacto de él era una evidencia innegable. Jimin tenía razón. Su heterosexualidad no era tan firme como el creía, por lo menos no con el princeso.
El dolor de cabeza se lo provocaba el no saber cómo seguir después de su descubrimiento, lo más probable es que sin hacer nada por muchas razones. Una de ellas era que Jimin estaría sólo durante el verano y luegose iría, o sea dos meses de los que ya iban tres semanas. La otra, que no podía olvidar, era que Jimin tenía novio en Seúl y aunque coqueteara con él en el fondo sabía que sólo era un juego, parte de la esencia seductora y juguetona de Jimin. Así que al final quedó igual que al principio de analizar la situación. Frustrado y con ganas.
El sábado los jardines de la casona bullian de actividad. Las voces, risas y traqueteo de los moradores del Golondrina se escuchaban por todo el lugar. El ruedo donde se hacía la doma de potros se montaba tras la bodega y se ocupaba sólo en aquella ocasión, luegose desarmaba, el resto del año se hacían en la estancia donde trabajaban y criaban a los caballos.
Jungkook se levantó temprano y se reunió con la Negra, Yoongi y algunos trabajadores para trasladar los potros nuevos que serían domados. Jimin ni siquiera se topó con él a la hora del desayuno. Su tía estaba preocupada de supervisar la instalación de los mesones donde se comería y Rosita estaba vuelta loca de entusiasmo con la actividad.
- Cuando veas la doma, Mini- dijo Rosita bullendo de energía- te enamorarás de Kookie. Es el mejor dentro de la zona.
- ¿Los animales no sufren?- a Jimin le preocupaba ese punto en específico. No sabía si sería capaz de verlo si ese fuera el caso.
- No, Mimi- lo tranquilizó Rosita- tal vez en otros lugares, pero ya deberías saber cuanto ama Kookie a los caballos. Por eso tiene tanto éxito en domarlos. La negra y Yoongi aprendieron de él. Te contaré un secreto- Rosita puso voz misteriosa- Ma' me dijo que el padre de Jungkook era un amerindio de los EEUU que se dedicaban a la crianza de caballos. El fue quien le inculcó su peculiar forma de conectarse con ellos. Jungkook lo lleva en la sangre.
- ¿Su padre entonces no era coreano?
- No. Su madre sí. No sé mucho de eso. Jungkook no me ha contado, Ma' y los más viejos son los que conocen la historia.
- Sí- Jimin se quedó pensativo un instante- tiene un aura salvaje e indómita, pero a la vez es tan dulce la forma en que se relaciona con los caballos.
- Kookie es especial- dijo Rosita- ojalá diosito le tenga destinado un buen amor. Kookie se lo merece.
- Ojalá, Rosita, ojalá- Jimin sinceramente así lo esperaba.
- ¡Rosita, apúrate con las bandejas!- la apremió la Sra. Elena asomándose a la cocina- Jimin, corazón, ¿podrías recibir a los invitados?- Jimin asintió- son algunos viejos amigos y sus familias.
Jimin se fue en la camioneta, manejando relajadamente a la entrada del fundo Golondrina donde esperaría a los invitados de su tía. Eran tres amigos, más sus hijos.
Bajó de la camioneta y se apoyó en el capó bajo la sombra de los árboles que rodeaban la entrada a esperar. Al rato divisó tres vehículos que se acercaban y se acercó al portón para abrirlo.
Un señor canoso, de unos sesenta años, bajó la ventanilla y le sonrió a Jimin.
- Tú debes ser el sobrino de Elena, nos dijo que te había enviado a recibirnos.
- Yo mismo, señor- dijo Jimin amable- ¿y usted...?
- Ah, disculpa. Ronaldo, viejo amigo de Elena. Ellas son mis nietas, tenían muchas ganas de venir.
Jimin miró hacia atrás y vio dos hermosas muchachas iguales como gotas de agua. Las famosas gemelas de las que Yoongi le habló. Ellas lo miraron apreciativamente.
- Hola soy Emma.
- Yo soy Mila.
Ambas rieron con coquetería. Jimin les sonrió y movió su cabeza de arriba a abajo en señal de saludo. Ya las había calado. Estas eran unas simpáticas y coquetas chiquillas que si se les daba pie te podían traer un terrible dolor de muelas. Interesante.
- Jimin, díganme, Jimin- les dijo sonriendo seductoramente.
Las chicas no ocultaban que Jimin les agradó. Agitando sus manos se despidieron mientras su abuelo conducía hacia la casona. Los otros saludaron y siguieron al primer vehículo. Jimin cerró el portón, se subió a la camioneta y se dirigió al mismo destino.
Jimin empezó a circular por entre el gentío tratando de divisar a Jungkook, pero no lograba verlo, lo más probable era que estuviera en el corral y hacia allí dirigió sus pasos. Jungkook se encontraba con Yoongi y la negra.
- ¡Por la madre santa, Jimine!- exclamó Yoongi al verlo- pareces un modelo de esas revistas de la ciudade.
Jimin se largó a reír. La verdad se había esmerado bastante en su atuendo. No para impresionar a los invitados, si no para ver la reacción del bruto cuando lo viera. Eso sí, no se echó perfume para no incomodar a los caballos.
- Te ves bien- fue el escueto comentario de Jane, pero le sonrió al decirlo. Eso era mucho más de lo que Jimin habría esperado de ella.
- Gracias- dijo de forma sencilla- no podía desteñir con los invitados de mi tía.
Jungkook lo miró apreciativamente, pero no hizo ningún comentario lo que picó a Jimin.
- ¿Y tú?¿crees qué me veo bien?- lo miró retadoramente esperando su respuesta.
- No necesitas mis halagos. Yoongi y la negra ya te lo dijeron- Jungkook no mordió el anzuelo y le divirtió ver la reacción de Jimin a su respuesta.
- ¿Quién dijo que no quiero oírte? Mi ego lo necesita- Jimin se puso las manos en las caderas y lo miró desafiante- vamos dilo.
- El patrone no te lo dirá nunca- Yoongi rió burlón- si fueras un caballo tal vez.
La negra movió la cabeza mirando a Yoongi reprobadoramente.
-Te ves bien - fueron las palabras de Jungkook- ahora sal del corral, los caballos no te conocen y se empiezan a poner inquietos.
Jimin se sintió levemente humillado ante el recordatorio velado de que no pertenecía a ese mundo de Jungkook. Arrugó el entrecejo y lo miró largamente. Luego se dio la vuelta y se largó de allí.
- Fuiste grosero, Kook- le dijo la Negra acercándose a él- no te costaba nada decirle algo bonito.
Jungkook la miró y luego siguió con el caballo. La verdad era que después de su descubrimiento la noche anterior, había decidido mantener cierta distancia. No podía haberle dicho lo condenadamente atractivo que se veía. No si quería que la situación no se le escapara de las manos y quedara fuera de su control.
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